02🔫
Ji Min volvió a la oficina de trabajo con una amplia sonrisa y ese papelito muy bien escondido en su puño. Ya lo estaba arrugando de tanta emoción.
Al sentarse frente al escritorio, tiró todos los papeles acumulados que tenía, al suelo. Ho Seok lo miró sin entender por qué hacia eso.
—¿Ya renunciaste?
—¡Jeon está bien jodido!—gritó sin quitar la sonrisa de su cara. Parecía un loco.
—What are you saying?—preguntó el otro en un extraño acento norteamericano.
Ji Min no sabía inglés, así que pensó que lo estaba insultando y le tiró con un lápiz que tenía a mano. El chico se quejó, haciendo un puchero y le devolvió el lápiz, con tan mala puntería que lo acabó lanzando por la ventana que había tras su compañero.
Después de eso se miraron y empezaron a reírse.
Ho Seok, a diferencia de Jeon, era un tipo mucho más divertido al que le encantaba bromear. Se pasaba el día diciendo estupideces y haciéndolas. Era como un niño pequeño.
—Que mala puntería —volvió a reír y seguido se acomodó en su silla—. ¿Qué decías de Jeon?
—Mira esto—le mostró el papelito con el número de la comisaría —.Es mi pase al éxito. Le quitaré el puesto a Jeon.
—No puede ser...
Ho Seok tomó el papel y vio la dirección del departamento de policías. Sabía muy bien que eso debía estar en manos de Jung Kook.
Quizás, si Ji Min hacía un muy buen trabajo, su jefe decidiría cambiarle el puesto con el otro. Y es que Ji Min tenía talento para la redacción. Ponía su mayor esfuerzo en que cosas aburridas, sonaran un poco más interesantes.
—Iré esta tarde a hacerle unas preguntas al jefe de policía —le comentó con orgullo.
—Jeon te odiará por esto—le devolvió el papelito—.Deberías decirle, para que se prepare mentalmente.
—Sí, cómo no.
La risa de Ji Min salió de sus labios. Era absurdo, no pensaba decirle nada a su compañero Jeon. Si iba a perder su puesto como redactor de noticias importantes, que se jodiera.
¿Quién lo mandó a tomarse un día libre porque sí? Seguramente el muchacho no tenía más que cansancio y quería tener unas cuantas horas para dormir.
Ji Min así, siguió con su tarea de terminar algunos trabajos. No podía dejar aun lo suyo de lado, así que tuvo que juntar los papeles que tiró debido a la emoción.
Estuvo hasta las 14:00 horas aproximadamente y después de eso se dispuso a ir con toda la confianza del mundo a la comisaria.
Ho Seok le deseó suerte en su misión por quitarle el puesto a Jung Kook y se quedó solo en la oficina haciendo más de su trabajo.
Manejó por unos veinte minutos, menos quizás, hasta llegar al lugar. Fue interrogado casi como un criminal al tratar de ingresar. Era un novato y su primera vez en hacer un trabajo tan importante.
Tuvo que esperar en una pequeña sala, la cual era bastante acogedora. Mordió la punta del bolígrafo mientras que pensaba sobre las preguntas para hacerle al jefe de policía, a quien nunca en su vida vio o escuchó nombrar.
—¿El del periódico? —una voz un tanto gruesa lo hizo salir de sus pensamientos. Se paró de la silla y se inclinó —Encantado, soy el jefe de policías, Kim Nam Joon. Me dijeron que vendría, ¿Jeon?
—No, soy Park. Estoy sustituyendo a Jeon, señor.
El tipo de cabello rubio sonrió, haciendo que se le marcaran unos hoyuelos al curvar sus labios hacia arriba. Era muy alto también y Ji Min debía mirar un poco hacia arriba. Tenía cara de buen tipo, pero su altura era intimidante, sobre todo para él que era algo bajo.
Lo siguió hasta la oficina y una vez ahí tomó asiento. Abrió su cuadernito para anotar y quedó con el bolígrafo en mano.
—Bien, Jeon, no tengo mucho tiempo. Su jefe estuvo insistiendo en que recibiera a alguno de sus empleados—suspiró y se acomodó hacia atrás en la silla—, así que se apura.
Ji Min estaba tan nervioso que no notó que fue nombrado como Jeon otra vez. Lo miró un poco dubitativo y preguntas al azar llegaron a su mente.
—Bien, eh....—comenzó —¿Cuándo fue que este criminal escapó? ¿Cuál cree que fue el motivo?¿Era un tipo muy peligroso? ¿Cree que fue por la comida? Oí que en la cárcel la comida es horrible, pobre, debió ser por eso, sí... ¡Ja!
El jefe de policía lo miró sin comprender por qué había empezado medianamente bien y se había ido por las ramas preguntando cosas estúpidas y poco serias. Pero como era un tipo simpático y suponía que el chico era un novato, sonrió para que no se sintiera tan incómodo.
—Ojalá el motivo hubiera sido ese. Pero no...Le contestaré según el orden de preguntas que me hizo, vaya anotando— le indicó con el dedo su libreta y simuló escribir en el aire— .Escapó ayer, cerca de las 3:45am, no tenemos idea de cómo sucedió. Suponemos que sobornó a algún estúpido oficial recién llegado y le abrieron la celda. Aun estamos interrogando a los presos. El motivo es simple, es un criminal, un descarado estafador... No llevaba ni dos semanas y el muy hijo de puta ya se escapó...— se detuvo y le llamó la atención a Ji Min, quien seguía escribiendo como un loco—.No ponga eso de "hijo de puta", no quiero que la gente crea que soy un mal hablado.
— Oh, lo borraré... No se preocupe por eso, usted siga.
— Bien— se aclaró la garganta y siguió—. Como le decía, este criminal llamado Min Yoon Gi, ha estado escapando de la justicia hace mucho tiempo. No quiero halagarlo, pero debo admitir que es muy astuto e inteligente. Y sí, también es peligroso, ha matado a muchas personas. Sinceramente, creo que es un demente.
Ji Min asentía a todo lo que el hombre rubio le decía. Escuchaba y mientras que escribía se hacía en su cabeza una imagen mental del criminal. Dentro de su cabeza, Min Yoon Gi era un tipo de entre unos cuarenta o cincuenta años, con barba, seguramente con buen gusto para la ropa y fumador.
—¿Y a dónde cree que pueda haber ido?— preguntó esto más por curiosidad que por seguir su trabajo anotando.
—Es un misterio— se encogió de hombros y soltó un largo suspiro—.No tiene ningún familiar, así que descartamos la posibilidad de que esté refugiándose en casa de alguno. Es un lobo solitario... Lo único que esperamos es que no se haya ido ya a otro país. ¡Chs! Eso sí que sería el colmo.
—Bueno, si dice que tan astuto es... Quizás probablemente lo haya hecho y ahora se esté regocijando de ello — dedujo Ji Min creyéndose todo un detective.
—Sería una vergüenza para este país que ese desgraciado se las haya ingeniado para escaparse a otro lugar— dijo con su ceño fruncido— Agh, me pone de tan mal humor. En fin, ya se acabaron las preguntas, debo atender otros asuntos. Si puede ser tan amable, Jeon, de retirarse...
Ji Min se levantó de inmediato de la silla y guardó su libreta con todas sus anotaciones en su maletín. Se despidió amablemente del jefe de policía y salió de aquel edificio.
Una vez que subió a su auto, volvió a sacar la libreta y miró todo lo que anotó; la letra era jodidamente fea ya que su mano tuvo que seguir la velocidad con la que Nam Joon le contó. No es que fuera como la de un niño de primaria, pero sí como la de un médico y la verdad es que no sabía cuál era peor. De todos modos, podía tratar de descifrarlo antes de llevárselo a su jefe.
Manejó entonces hacia la oficina de vuelta para llevarse algunos papeles a casa y seguir allí las redacciones. Por suerte vivía solo y no tenía nadie que lo molestase a la hora de trabajar, excepto su vecino. Ese muchacho, de su misma edad, era un reconocido saxofonista. La mayoría de las veces se le antojaba ensayar a las altas horas de la noche y por supuesto que Ji MIn iba a quejarse del ruido molesto.
Tras unos minutos manejando, llegó a su departamento. Llevaba un montón de hojas con él y cada vez que se veía por el espejo de la recepción con todo eso, resoplaba. El encargado de cuidar el edificio siempre le hacía bromas con su trabajo; era un anciano flacucho por lo que Ji Min contenía sus ganas de pegarle con el maletín (como con su jefe) y pensaba en algún día soplarle con fuerza, seguro se iba volando lejos el pobre de la poca carne que tenía.
Una vez que subió por el ascensor, llegó a su piso. Abrió y entró.
—Por fin en casa de nuevo— dijo aliviado como si hubiese estado muchas horas afuera.
Tiró los papeles sobre la mesita del living y se tiró al sillón. Todo en su casa solía estar en silencio, pero notó algo extraño en ese momento que cerró sus ojos. Alguien parecía estar bañándose, oía correr el agua y un silbido que lo perturbaba.
—Mierda, mierda, mierda— se repitió a sí mismo varias veces, entrando en pánico.
Era un miedoso y en ese tipo de situaciones lo único que podía hacer era quedarse parado y esperar que lo que fuera que hubiese en su casa, lo sorprendiera.
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