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6- Un secreto a voces

Kale permanecía expectante viendo como el par de saiyajines, Goku y Caulifla, estaban entrenando de forma mental.

Segundos después, Piccolo se acerca a ella despacio para no intimidarla, su actitud le recordó a Gohan cuando era más pequeño.

-Oye. - musitó el namekiano llamando a Kale. -Tu amiga me dijo que no crees poder con el entrenamiento de Vegeta.

Kale se encogió de hombros mirando al suelo con un deje de tristeza, el namekiano pone su mano en el hombro de la chica dándole apoyo.

-Si gustas, puedo entrenarte. - dijo Piccolo, mientras le sonríe a Kale.

-Este... un androide me dijo que tú podrías entrenarme. - la chica respira hondamente inflando su pecho y luego mira al Namekiano. -Así que acepto.

-Caulifla me dijo cómo es tu carácter, en cierto aspecto eres similar a Gohan cuando era un niño. Pero no creas que seré tan amable. - dijo Piccolo dándole una mirada de seriedad con una sonrisa a Kale. -Espero que comprendas.

Kale observó a Caulifla una última vez y alternó con Piccolo sintiéndose más calmada. Con su cabeza asintió lentamente dando a entender que estaría dispuesta a entrenar con el Namekiano.

-Oigan, no se van a ir sin comer o ¿sí? - Videl dijo rompiendo el silencio entre los presentes.

Fue en ese momento que Caulifla y Goku abrieron los ojos fuertemente al escuchar lo que dijo la mujer.

Kale rió entre dientes porque sabía que su hermana come como si no existiera un mañana, la risa contagió a Piccolo que cerró sus ojos al ver que la tímida saiyajin comenzaba a tener más confianza.

Gohan se llevó una mano a la nuca riendo igualmente pero su madre, a quien se le veía raramente contenta, le preocupó. Su rara enfermedad que le empezó a afectarle hace cerca de tres meses.

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Planeta Tierra

En algún punto del océano.

Kyabe sobrevolaba la mar sin saber a ciencia cierta a dónde se dirigía, su misión era encontrar a su maestro Vegeta que se hallaba en la capital del oeste.

Se había perdido, ¿a dónde se dirigía? Pensó él cuando reanudó su vuelo, se sorprendió cuando avistó un islote con una casa puesta en ella, sonrió para sí mismo incrementando su velocidad de vuelo.

Una vez llegó miró el lugar escuchando el graznido de las gaviotas, caminó hasta la puerta y la golpeó tres veces.

-¿Hola? ¿Hay alguien en casa? - preguntó el saiyajin esperando respuesta.

El maestro Roshi, el inquilino de la calmada casa, escuchó el golpeteo de la puerta y se dispuso a abrirla.

El saiyajin se sorprendió al ver al mismo anciano que participó por el universo siete en el torneo de la fuerza.

-¿Puedo ayudarte en algo? - musitó el maestro acomodándose sus lentes.

-Bueno... yo quería preguntarle si conocía dónde vive el señor Vegeta. - respondió respetuosamente el saiyajin.

-Entiendo, claro que sé, vive en la capital del oeste. - señala hacia una de los cuatro puntos cardinales de la isla.

-Está bien, muchísimas gracias, señor. - hizo una reverencia rápida pero un instante después le sonó el estómago.

El viejo maestro rió un poco mirando al saiyajin quien lo observaba con algo de pena.

El maestro Roshi le dio la espalda haciéndole una seña para que le siguiera. Cambiaba a pasos calmos y sin prisa, a la distancia su sabiduría podía observarse.

-Supongo que debes tener hambre, no todo tiene que ser entrenamiento. Recuerda algo: hay que jugar, hay que aprender, hay que trabajar, hay que descansar y también hay que comer, esas son las bases del entrenamiento que le di a Goku. - el nombre dicho sorprendió a Kyabe que miró con curiosidad al viejo maestro.

-¿Qué? ¿Usted entrenó al señor Goku? - Roshi se dio la vuelta asintiendo ante la pregunta de Kyabe. -Qué increíble, ¿puede contarme un poco más de cómo lo entrenó? Si no le molesta, claro.

-Por supuesto, supongo que debes tener hambre y conociendo a los saiyajin por su manera de comer. - dijo el anciano entrando a la casa -Entra, eres bienvenido.

Kyabe accedió a entrar a la del maestro de la escuela de la tortuga, cuando hubo entrado miró a su alrededor bastante confundido. En Sadala nunca había visto una casa con tantas comodidades, ni siquiera la de él.

Roshi observó fijamente al saiyajin quien detallaba cada rincón de su casa, aclaró su garganta llamando la atención de Kyabe.

-Te noto algo confundido, ¿te encuentras bien? - preguntó con calma el terrícola.

-Sí, sólo que en mi planeta no hay tantos lujos. - dijo nervioso el joven saiyajin escuchando como el maestro se reía levemente.

-No te creas, todo esto lo gané en mi juventud. Hace muuuuucho tiempo. - sonrió Roshi de manera nostálgica para luego agregar. -Cuando eso, Goku ni Vegeta y no sé si los saiyajin tenían conocimiento de la tierra. Durante esa época yo era el hombre más fuerte de la tierra. Realmente la fuerza de los humanos es muy baja. Pero hay muchos que resaltan por so de otros: Krillin, Tenshinhan, Yamcha por nombrar algunos. - cerró sonriente Roshi.

-Ese tal Yamcha, ¿participó del torneo? - preguntó el saiyajin mirando al anciano quién se rió.

-Él es demasiado confiado, tampoco creo que pueda hacerle frente a guerreros fuertes como tú, por eso no lo tuvimos en cuenta, bueno más bien fue Goku quien no lo tuvo en cuenta. - explicó el maestro para después añadir. -Yo creí que no podía participar pero pude derrotar a los más fuertes del universo cuatro. El poder no siempre lo es todo. - dijo sabiamente el anciano maestro.

-Es cierto, ahora que lo menciona, el señor Goku luchó contra Caulifla sin siquiera transformarse. Jejeje, sin duda ella me dará una buena paliza, si él decide entrenarla. - dijo sonriendo nervioso el joven Kyabe, mirando al maestro.

Al lugar llegan Ulong y la tortuga sorprendiéndose por ver a Kyabe allí. Roshi calmó los ánimos contándoles todo lo que sucedió con él.

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Rumbo a las montañas Paoz se dirigían Goten, Goku, Caulifla y Milk, ésta última viajaba sobre la espalda del saiyajin con una sonrisa disfrutando del viento que golpeaba su rostro.

Decidió sonreírle a Caulifla quien iba al lado de Goku, la mujer saiyajin le devolvió el gesto con un leve asentimiento.

-Oye, Goku. - llamó la terrícola al saiyajin.

-¿Eh? Dime Milk, ¿sucede algo? - preguntó el saiyajin manteniendo la mirada al frente.

-Lo que nos dijo la otra chica fue que eran tres los chicos que vinieron: ella, ¿Caulifla? - miró confundida a la susodicha quien asintió dejando que la terrícola añadiera. -y un chico. Lo que no entiendo es por qué los separaron.

-Ni yo lo sé. - intervino Caulifla poniéndose a la par de Goku, mirando a Goten que iba algo rezagado. -Se supone que veníamos a entrenar, Goku podría enseñarme varios trucos. Aun así no quita el hecho que por culpa de Kyabe nos hayan separado.

-¿Qué? ¿Por qué lo culpas? Debe ser algo bastante fuerte para que los separen. - dijo Goku mostrándose confundido.

-El idiota se puso a bromear de algo sensible que tengo, además de que no dejó que alistaramos nada a Kale ni a mí. - expresó molesta la saiyajin volviendo su vista al frente.

Un silencio incómodo se prolongó durante varios minutos hasta llegar a las montañas Paoz donde Caulifla miró sorprendida, sintiendo paz en ella.

Nunca había estado en un lugar tan calmado y tranquilo, Sadala era muy conflictivo, un sitio donde los fuertes sobreviven.

-«Conque aquí viven ellos.» - pensó, observando cada detalle, el pequeño jardín que estaba a las afueras de la casa. -«Veo que eres feliz, Goku.» - se sobresaltó porque fue sacada de sus pensamientos por la voz de Milk. -Ay, oye me diste buen susto. - lleva su mano izquierda al pecho respirando aliviada.

-Perdón, no fue mi intención. - dijo la terrícola disculpándose. -¿Quieres pasar? Goku está dándose un baño.

-Está bien, sólo porque tú me lo pides aunque estoy preocupada por Kale. - dijo en un hilo de voz siguiendo a la terrícola.

-¿Kale? ¿La chica que llegó a casa de Gohan? - preguntó Milk observando a la chica saiyajin.

Caulifla asintió esperando la respuesta de la terrícola, Milk se sentó a la mesa mirando con ternura a la saiyajin que pronto empezaría a sentirse incómoda.

-Bueno, yo conozco a Piccolo y sé que puede llegar a ser muy estricto, pero le dará un buen entrenamiento. - cerró sonriente.

Milk comenzó a respirar agitadamente llevando sus manos al pecho, de inmediato Caulifla se preocupó pues había entablado una buena relación con la terrícola.

-¿Te sientes bien? - revisó los bolsillos de su pantalón púrpura sacando un frasco pequeño de color celeste. -¿Gohan? Me dio esto, me dijo que debes tomarlo cuando te dé un ataque de esos. Según lo que me dijo es una medicina, es bastante curioso.

La saiyajin le entrega el frasco a Milk que toma un poco del contenido, si dejara de tomarla su enfermedad su enfermedad avanzaría muy rápido.

Caulifla exhaló preocupada por Milk, no quería ver como el saiyajin, quién le obligó a esforzarse para superar sus límites, devastado. Apretó sus puños y se dedicó a mirar al suelo.

-Quiero que guardes el secreto. - explicó Milk. -Esta enfermedad que tengo, me la detectaron cuando Goku se fue con Vegeta y Bulma de vacaciones. Fue hace unos tres meses.

-¿Tres meses? Si estuvieras en Sadala ya estarías muerta, Milk. - dijo sonriendo. -Al menos este hermoso planeta tiene más avances que el basurero donde vivo.

Milk rió levemente mirando a Caulifla que se veía notablemente relajada aunque con sus ropas sucias.

En ese momento Goku sale del baño tapado con una toalla dirigiéndose a su cuarto para cambiarse. Se le veía contento sin saber que su esposa está en riesgo de muerte.

Milk miró a la saiyajin con una sonrisa tranquila dándole tranquilidad a Caulifla.

-Deberías cambiarte esa ropa sucia. - dijo señalando la ropa de la chica.

-Lo haría si Kyabe me hubiera dejado preparar las cosas. - bufa molesta cruzándose de brazos mientras Goten seguía jugando en la sala.

-Tienes razón, ¿Goten no tienes que estudiar? - preguntó la terrícola mirando a su hijo menor.

Goten hizo una mueca nerviosa llevándose su mano izquierda a la nuca.

-Mamá... - interrumpió Milk poniendo nerviosa a Caulifla que trata de calmarle un poco, la terrícola accedió a lo que trataba de hacer la saiyajin.

-Bien, Goten, ve a estudiar un poco y después puedes entrenar con Goku. - sonrió la terrícola mirando al híbrido.

Caulifla sonrió tranquilamente mirando a Goten que se fue prácticamente volando a su cuarto, Milk miró a la saiyajin queriendo saber algo.

-Oye. ¿Cómo es tu planeta natal? - preguntó Milk mientras se levantaba para ir a la cocina a preparar la cena para Goten.

-Digamos que es más desértico y hostil. Kale y yo sobrevivimos puesto que nos hemos hecho fuertes juntas, allá o eres maleante o eres policía y lo de ser miembro de la defensa saiyajin de Sadala no es buena idea. - explicó la saiyajin acercándose a Milk.

-Oh, vaya, ya entiendo. Por algo el carácter rudo tuyo. - termina riéndose mientras Goku entra a la cocina.

El saiyajin traía puesto su dogi anaranjado y caminaba hacia la puerta preparándose para entrenar a Caulifla.

-Oye Milk, ¿crees que podamos ir a entrenar Caulifla y yo? - preguntó poniendo una mano en la nuca.

La terrícola suspiró encogiéndose de hombros mientras seguía con lo suyo hasta que decide romper su silencio volteando hacia Goku.

-Creo que deberías dejar que ella se cambie de ropa, supongo que luchaste con ella cuando vino. - Dijo Milk y miró al saiyajin con una sonrisa.

-Es cierto, bueno esperaré hasta que ella se cambie. - sonrió levemente el saiyajin y saliendo al patio a hacer unas flexiones.

Caulifla decide ir a la ventana a observar aquel lindo paisaje, también vio su ropa bastante sucia por la batalla.

Una mueca de desagrado se formó en su rostro siendo notado por Milk, la terrícola le tocó el hombro para llamarle la atención.

-Creo que la ropa que suelo usar no quedaría. - Milk se encogió de hombros.

-Sí, tienes razón aunque sea llamativa no es muy de mi gusto. - sonrió la saiyajin poniendo sus manos tras la nuca.

Milk exhaló suavemente mirando a la saiyajin que permanecía tranquila en la sala, Caulifla abre su ojo derecho manteniéndose en silencio.

En ese momento, Goku sale con su dogi de combate ya puesto con una gran sonrisa en su rostro.

Caulifla revisó nuevamente sus bolsillos porque, en el contrario del que traía la medicina de Milk, sintió otro pequeño bulto.

Introdujo su mano en ese bolsillo sorprendiéndose por hallar una pequeña cápsula de color negruzco y brillante. En ese momento recordó algo que ocurrió en Sadala cuando Kale le entregó algo antes de venir a la tierra.

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