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3- Llegada a la Tierra

Universo Siete

Planeta Tierra.

Milk observa como Goku recogía junto a Goten, a manera de entrenamiento, la cosecha de aquella temporada. La terrícola permanecía con una sonrisa en aquél momento, en ese instante arribó Piccolo al lugar sentándose en uno de los dos contenedores que serían llenados por las verduras del campo.

—Veo que Goku sigue esforzándose y ahora también Goten. — habló lo suficientemente alto para que la mujer lo oyera.

—Piccolo, ¿qué no estabas con Gohan? — pregunta, Milk confundida.

—Si, pero él decidió quedarse con la pequeña Pan. Se podría decir que hoy Gohan descansó de sus entrenamientos. —Respondió, con una sonrisa media sonrisa. —¿Y cómo está eso de que Goten esté entrenando con Goku?

—Bueno,  Goten insistió tanto que no tuve opción, aunque Goku me dio una buena idea. — dijo, con una sonrisa de orgullo.

—Ja, Goku puede ser un tonto pero a veces tiene buenas ideas. — La mujer, rió un poco ante ello.

El dúo de saiyajines han terminado de recoger todos los vegetales, mientras Goku sólo mostraba un leve cansancio, su hijo estaba exhausto.

—Jeje, Goten, debes descansar. — le sonrió a su padre. —Y también debes estudiar, no querrás que tu mamá se enfade. — el pelinegro mayor se ríe levemente mientras levanta a su hijo en brazos.

Ambos se acercan a Piccolo y Milk que vieron todo lo que hicieron en el campo, Piccolo sonríe levemente al ver a su antiguo rival. El namekiano decide romper el silencio con una pregunta.

—Goku, debo saber ¿por qué deseas tanto hacerte más fuerte, si se supone que ya estás más allá del límite?. — Goku deja a Goten en el suelo mientras observa a Piccolo.

—¡Deseo proteger a mi familia!— exclamó serio sin perder su sonrisa —Milk, Goten, Gohan y Pan, ellos son mi prioridad para hacerme más fuerte aún.

—Veo que maduraste, sabandija. — Piccolo se ríe aún manteniéndose de brazos cruzados.

—Bueno, algo así. ¿Qué has sabido de Dendé? Hace tiempo no lo visito. — explica el saiyajin, durante este lapso se dedicó a su familia intentando recuperar el tiempo pérdido.

—Está haciendo su tarea de Kamisama. Eso ya lo deberías saber, Goku. — comentó, con seriedad el Namek.

—Sí, eso lo sé. Iré a vender y luego hablamos, Piccolo. — se despidió Goku mientras empaca las verduras en su camión.

En ese momento Milk intervino para poder hablar con Goku antes que se fuera a entregar el pedido.

—Goku, recuerda lo que pasó la última vez. Unos malhechores te atracaron — llora cómicamente —y si te hubieran hecho terminaré siendo una joven y bella viuda. — termina Milk gritando.

El saiyajin de pelo azabache no sabe qué hacer, nervioso y confuso ante ese suceso tan peculiar y extravagante. El pelinegro ve directamente a Piccolo quien opta por cruzarse de brazos y marcharse volando de allí.

—Milk, no digas tonterías. Esos sujetos no se saldrán con la suya. — termina Goku con una gran sonrisa típica de él. —Es más, esta cosecha se venderá muy bien, te lo aseguro.

—¿Lo dices en serio? — dice Milk muy confundida y alegre a la vez.

—Por supuesto. Bueno, ahora me iré al mercado. Adiós, Milk. — dice  sonriente el saiyajin subiéndose a su camión partiendo al lugar donde él vende sus verduras.

Una vez allí procedió a acercarse a su cliente más habitual, sabe con claridad que no lo defraudaría nunca. El hombre, muy decidido a comprarle los vegetales al saiyajin ganando éste último una enorme cantidad de dinero.

Dándose media vuelta y despidiéndose fue en camino a su casa para sorprender a Milk con lo bien que se vendió aquella cosecha, Goku admiraba el paisaje con una sonrisa mientras conducía su camión por aquel sector desértico y adornado por montañas.

Un par de minutos más bastaron para que el saiyajin arribara a su hogar y muy alegre, como ya es típico en él, abre la puerta.

—Milk, ya llegué. —exclamó alegremente el saiyajin.

—Qué bueno, Goku. ¿Cómo te fue? — dijo la terrícola mientras hacía el almuerzo de ese día, mostrando un leve entusiasmo.

—Te dije que se vendería muy bien. También creo que fue la mejor cosecha que haya recolectado. — sonríe ampliamente.

—Me alegra mucho, sientate debes  tener hambre. Y conociéndote. — Milk, en tono de broma, se refiere al modo tan particular que tiene el saiyajin de comer.

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Universo Siete

Espacio Sideral

Caulifla y Kyabe sostenían una discusión bastante acalorada debido a que el saiyajin olvidó decirle con anticipación a Caulifla que iría al universo siete a entrenar además empezó a molestarla con el saiyajin Son Goku, Kale luchaba por mantenerse calmada pero ese par seguía.

—Si no se calman, no los llevaré directamente a donde se supone que nos recibirían el señor Bills y mi hermano, Whis. — advirtió Vados pero hicieron caso omiso. —De acuerdo. — el ángel golpeó su cetro una vez absorbiendo a Kyabe y Caulifla.

—Ya era hora de que se calmaran. — mencionó Kale muy aliviada. —Gracias, señorita Vados.

—Sé de un lugar donde podrás estar más tranquila. — contesta Vados de una manera tranquila. —El androide que ganó el torneo de la fuerza vive en una reserva natural, talvez quieras ir allí. ¿No? —  Kale recordó que en su infancia se llevaba bien con algunas de las criaturas de Sadala, sin desaprovechar miró al ángel.

—Sería buena idea. Pero ¿y mi hermana? — pregunta confundida la chica de piel canela.

—No te preocupes por ello, la dejaré en un sitio muy especial. — dice sonriendo con malicia y reanudando el viaje.

Vados arribó a una región al norte del mundo, una región bastante fría y montañosa donde dejó a Caulifla que se había quedado dormida durante el viaje. Después decidió irse a un islote cercano de la reserva natural de número diecisiete dejando allí a Kale.

—Muchas gracias, Vados. — le sonríe con amabilidad la saiyajin de piel canela.

—Con gusto, ahora llevaré a Kyabe donde tengo planeado dejarlo. — responde Vados y golpea el piso dos veces marchándose de allí.

El ángel del universo seis lleva a Kyabe a un área desértica en la región del sur, su plan para que entrenaran se basa en que los chicos aprendieran a usar el ki para encontrar a sus respectivos maestros.

Una vez cumplió con su misión, Vados procede a irse a su universo con una sonrisa en su rostro sabiendo que el trío se esforzaría en hallar a sus maestros.

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Planeta Tierra

Montaña Paoz

Goku sintió un enorme ki, no estaba seguro de qué fuera. El saiyajin dejó lo que estaba haciendo para levantarse e ir por su dogi, sabe con seguridad que Piccolo o Gohan se darían cuenta.

—Papá, ¿a dónde vas? ¿Puedo ir contigo? — preguntó el pequeño Goten que veía a su padre por la puerta entreabierta.

—Goten, talvez pueda ser peligroso, quiero que te quedes aquí para que protejas a tu mamá. — le pidió Goku con una actitud seria denotando preocupación.

El saiyajin mayor salió y observó a su esposa una vez más antes de marcharse, la mujer terrícola vio con preocupación a Goku que decidió devolverle una sonrisa reconfortante.

La pelinegra asintió mientras, a pasos acompasados, Goku se acercaba a la puerta de la casa en la montaña Paoz.

Una vez afuera se dispuso a emprender vuelo cuando llegó alguien más, se trataba de Número 18 y Krillin.

—Goku, ¿también lo sentiste? — mencionó el terrícola viendo a su amigo de infancia.

—Sí, es inmenso, creo haber sentido este poder durante el torneo de la fuerza. — explicó el saiyajin haciendo una pausa —. Pero no estoy seguro de quién o quiénes sean.

—Por eso iremos contigo, talvez necesites ayuda de alguien. — intervino la androide mirando al saiyajin que esbozó una pequeña sonrisa.

—Está bien. — un aura blanca lo cubre elevándose a gran velocidad guiándose por el ki de aquella persona.

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