8- PRÁCTICAS ll
PRÁCTICAS ll
— ¡Vamos, Matthew! —el silbido de los chicos me hace aligerar aún más mis hombros y dejar ir la tensión para por décima vez dejar que el fuego se expanda por las palmas de mi mano.
Viendo el objetivo, lanzo las bolas sin pensarlo dos veces, subiendo su intensidad cada vez más y deteniéndome cuando siento que ya es justo.
Llevamos unas cuatro horas haciendo esto y que el turno de Hellen donde le fue de maravilla culminó es algo genial, pero a la misma vez fatigante porque el mío varias veces me lleva al extremo.
Respiro hondo y hago lo mismo, en un momento ha llegado un profesor a observar todo, pero no presto atención en su anatomía, sólo en aquel recuerdo de ese chico haciéndome bullying a mis siete años.
Imagino su rostro y las bolas enormes de fuego sobresalen con rabia, lanzándola sin ningún tapujo hasta el muñeco con la capacidad de aguantar todo, no estoy midiendo mi fuerza, y joder, la adrenalina que estoy sintiendo es más fuerte de lo que he llegado a pensar. He caído de rodillas mientras el vivo recuerdo me aturde.
Ese chico con el típico uniforme de la escuela se acerca cada vez más a mí, tratando de lucir inocente ante los ojos de los demás, pero frente a mí es un verdadero monstruo.
— Matty, ¿Quién te viste? Luces peor de lo que un viejito puede vestir—ríe en conjunto de sus compañeros, por mi parte sigo recibiendo sus burlas. Aprieto mis dientes y observo otra zona, pero su mano hace que me percate más en él—. Eres horrible, quiero que recuerdes esto, nada cambiara tu rostro ni cuando la pubertad llegue.
¿Cómo un niño de mí misma edad me dice esas cosas?
¿Cómo es posible que sepa tantas palabras ofensivas?
Agacho mi cabeza un poco agobiado y me levanto con la poco fuerza que tengo de seguir aquí, cruzo la puerta sin mirar a los lados y corro hasta las gradas mientras mis cabellos tapan mi vista, paso mis manos por debajo de mis ojos sintiendo el líquido de las lágrimas empaparlas.
Sin permitirme dejar de verme de nadie, subo mis piernas posándolas contra mi pecho y meciéndome de lado a lado, mientras que una vocecita se escucha no muy lejana de donde me encuentro.
— ¿Matt? —sorbo por mi nariz, levantando de a poco mi cabeza, percatándome de esa chica de mi edad acercándose apresuradamente con la mochila en sus hombros— ¿Qué tienes, Matt?
— Nada —respondo entre lloriqueos, no me cree, pero no insiste y mi plan no es precisamente contárselo. Sé que irá corriendo hacia aquel chico y lo amenazará con su típica regla o rompería su nariz, pero no quiero meterla en problemas.
Pasó todo el tiempo y es algo que, al sol de hoy, no he mencionado hacia aquella chica. Respirando hondo trato de calmarme del vivo recuerdo de Liam. Maldito.
— ¿Estás bien? —Hellen masajea mis hombros tratando de aligerar la tensión.
— Sí —respondo aún más lejano, una voz de un chico reluce en el lugar. Giramos observando a aquel moreno que vi ayer, maldición, estaba rodeado de entes sobrenaturales. Una camisa amarilla situada en su cuerpo, mientras que a cada momento que se cruce pasa la lengua por su arete en el labio y acariciando sus cabellos.
Maldito Liam.
Respiro hondo cuando los ojos de Hellen se abren de golpe y ambos se acercan a saludarse. Ellos llegaron a ser amigos, es normal que lo fueran, nunca se atrevió a insultarla, al contrario, la cuidaba más de lo que yo podía hacerlo.
— ¡Renacuajo!
— ¡Pequeña!
Sedna cruza sus brazos alejándose de la zona, por mi parte hago lo mismo, no estaré presente para que me recuerde una y otra vez lo que me hacía antes.
De lejos se ve la cabellera rubia moverse de lado a lado, por mi parte, corro hasta su lado imitando su acción.
— Tu mejor amiga al parecer se lleva bien con Liam —informa con la voz un poco distorsionada.
— ¿Al parecer? Eso no es nada, si quieres nos devolvemos y vemos cómo deben de estar.
Coloca su mano en mi hombro.
— ¿Liam es bueno? —no debo hablar del tema, sin embargo, la necesidad de decirlo no es que salga. Sin importar su poder, este no hace efecto en mí—. ¿Por qué no hablas?
—Si tu intención es sacarme la verdad, tengo para decirte que no está funcionando.
Retira su mano de mi hombro y resopla, no es el momento perfecto para decir aquellas cosas. Visitamos todos los lugares del instituto, menos donde da el sol. Y en un momento de la situación, hemos decidido volver a donde estábamos. Los demás no están, sólo una Hellen y Liam conversando muy animadamente.
— Está noche cenaré elegida —Sedna pasa su lengua por sus afilados colmillos, tapo su boca cuando se percatan de nuestra llegada y se despiden. Liam cruza por mi lado, pero se devuelve para susurrar en mi oído.
— Sí supieras que tú querida mejor amiga besa increíble —aprieto mis dientes—. A mí no me rechaza, es difícil resistirse a un moreno como yo.
Se aleja a pasos lentos, formé un remolino con mis manos enviándolas a sus pies. Cae estrepitosamente, provocando que Sedna y yo riamos.
Se levanta con la poca dignidad que le queda y marcha. La rubia se va en busca de alguien interesante y por mi parte me acerco a Hellen que está formando su posición de indio.
— ¿Relajación?
— Sólo trato de distraer mi mente —objeta, luego me analiza por un segundo— ¿Quieres probar fusionar nuestros poderes?
— Vamos —hago que con lentitud se levante, pero el olor a Liam de su perfume se impregna en su ropa, la suelto delicadamente.
Extiendo mi brazo hacia delante, dejando que el tatuaje de fuego comience su función. Luego, la bola expandirse, Hellen hace lo mismo con su lado de agua para después unir las palmas de nuestras manos.
La concentración no se rompe, pero sólo lo hago cuando aún aquel olor sigue en el aire, abstrayendo mi bloqueo de recuerdos.
El intento es fallido, caemos a cada lado y respirando con pesadez.
— ¿No tienes hambre? —trato de buscar la forma de salir de este lugar.
— No, calor sí —asiento. Comenzamos a caminar a la par, pero no estoy lo suficientemente perfecto para atravesar todo, nos teletransportamos hacia el departamento hallando a Edén limando sus uñas.
Mi acompañante marcha a bañarse y con las palabras acordes hago invocación de Dermain y Verlik, uno está despeinado y el otro con un cuaderno en mano.
— Lo peor que pudo pasar es que aprendiste hacer eso —dice Verlik con pesadez.
— ¿Qué quieres, intento de alemán? —indica Dermain de brazos cruzados y tratando de acomodar su camisa.
— ¿Cómo hago que su hermana no saque la verdad en mí? O sea, no ha podido lograrlo, pero es para evitar.
— No dejándote tocar los hombros o dejarte besar —mencionan, frunciendo el ceño— ¿Te besaste a nuestra hermana?
— ¿Qué? ¡No! —ruedo los ojos. Sus risas invaden el lugar y sé que es un caso perdido.
[...]
Coloco la ropa de ejercicio en mi cuerpo, mientras siendo atacado por cuatro chicas que están al otro lado de la puerta.
Cuando estoy listo salgo, encontrándolas con la ropa de voleibol colocada y la representación del instituto. Pantalones cortos de color rojo en conjunto de una blusa deportiva negro con su número y nombre, mientras que en sus cabellos está una venda roja apartándole cada mechón que no estropee sus caminos.
— ¡Hasta que por fin! —menciona Hellen al verme salir, comenzamos a caminar mientras van hablando acerca de algo que no estoy prestando tanta atención.
Verlas entrenar me hace aplaudir varias veces cuando sus movimientos son rápidos y concisos.
— Lo están haciendo bien —indica Verlik con los brazos cruzados observando a las chicas, asiento sin dirigir ni una sola palabra— ¡Eso! —grita Verlik cuando después de aproximadamente tres horas de entrenamiento las chicas pueden retirarse, chocan sus manos con las nuestras y nos alejamos del lugar, para ir lentamente hacia el comedor. Los vampiros decidieron ir a cazar.
— Muero de hambre —indica Julieta removiendo su cucharilla en aquel plato lleno de puré de papa.
— Se nota —dice Edén que por su parte tiene casi la misma cantidad de puré.
He estado lo suficientemente callado desde que ha llegado Liam, el puede causarnos problemas y no estoy preparado para poder pelear.
— ¿Qué sucede, Matt? —«nada, solo un moreno que ha llegado a molestar»— Casi siempre estás de bromista.
— Sólo pensaba, Hely —no me creé nada, tal vez debió de fijarse en mi ceño fruncido en todo este tiempo y los hombros tensos.
Trata de sacar la verdad de mí, pero sigo negando sin poder adquirir una oración decente. Sé que vendrá a darme su charla de tener comunicación, pero la verdad es que no me imagino el día de que el la busque para salir ambos, solos. No, me niego rotundamente.
Traté de cambiar el rumbo de las cosas, dejándola con la palabra en la boca y la duda presente en su rostro, todo esto es una locura. Atravesamos los pasillos que lucen ligeramente limpios, mientras que, algunos que otros se atraviesan con sus camisas de diferentes colores.
Llegar al departamento e ir a tomar una ducha por un rato antes de salir nuevamente y caminar a la habitación, encerrándome. Quizás no sea la gran cosa y esté quemando mis neuronas por esa persona tan insignificante.
Me alisto con la gran pijama cómoda, removiéndome en la cama y estando con dirección al techo, observando la luz que se adentra por las ventanas y las sombras que hacen bajo el contraste de los árboles y la oscuridad.
En un punto pude haberme quedado dormido, pero hubo sueños que hacían que abriera los ojos de golpe. Más que sueños parecían recuerdos de mi pasado. Cumpleaños, discusiones, burlas...
Tal vez pensar tanto en aquello provocó revivir estos momentos, un calor se extiende por la habitación y con dos ademanes de manos, hago que comience a enfriar. La lógica en esto era no pensar tanto en las cosas, pero aquí un claro ejemplo de que las reglas pautadas por mí mismo no son cumplidas.
El amanecer en un punto ha comenzado a pronunciarse, haciéndome estirar de la cama y caminar de un lado al otro en la habitación, visitando el baño haciendo mis diligencias y luego visitando la cocina en busca de un vaso con agua, allí se encuentra Sedna, utilizando su aparato electrónico. Al verme frunce el ceño, quizás por las ojeras pronunciarse en mi o solo porque llevo la cara de muerto.
— Bueno días, señor —hace la reverencia dejando el celular a un lado—. Usted se ve muy cansado. ¿Algo sucede en lo que puedo ayudar?
— ¿Por qué hiciste la reverencia? —pregunte extrañado, ninguno de ellos la hacen cuando me ven.
— Es algo de lo cual debo empezar hacer, cuando sea su coronación debo rendirle respeto total, ¿O no? —dijo, luego frunció el ceño—. Koch, no te ves bien.
Se acerca lo suficiente hace mí, toma mi mano con gentileza entre las suyas que son suaves, observo cada uno de sus movimiento
— Estoy bien —miento descaradamente, en realidad no lo estoy, mis pensamientos me están agobiando una y otra vez. Suelto con lentitud su mano y me dirijo hacia el refrigerador para que en un vaso servirme un poco de agua.
—Cualquier cosa que necesites estaré en mi habitación, Koch —hace otra reverencia y marcha. Bufo, mucha responsabilidad en alguien tan inestable.
[...]
H.W
El día ha estado tenso, lo bastante desde que me he levantado. Matthew se ha mantenido sumergido en sus pensamientos que todos nos hemos dado cuenta.
Pero un moreno ha venido unas cuantas veces a visitarme, en parte es bueno, sin embargo, he estado intrigada y angustiada de la situación con Matthew. En las practicas se nota ido, como si no fuera el, he intentado conversar y la única frase que se le ocurre decir es: estoy bien, tranquila.
Liam se cruza en mi camino cuando llevaba una hamburguesa para poder brindársela a mi amigo.
—Weber —hace una reverencia, es la única persona por el momento que lo ha hecho. Sin embargo, algo en el ambiente se siente extraño, una corriente eléctrica pasa por mi tatuaje donde se sitúa la M.
Mi vista se nubla y siento el cuerpo sin fuerza alguna, la hamburguesa que llevaba cae estrepitosamente en el suelo. La voz del moreno se escucha con desesperación, pero no logro ver correctamente.
De pronto, algunas imágenes pasan frente a mí como una ráfaga de viento. Recuerdos, pero precisamente míos no son y aunque duela aceptarlo, bonitos no son.
Cuando logro estabilizarme veo las paredes que he llegado a conocer bien, enfermería, pero dos chicos se hayan en una disputa.
—¿Qué le hiciste? Ella estaba bien hasta que tu apareciste —la furia con la que habla es palpable Y logra hacerme estremecer.
—No le hice nada malo, solo la salude —responde de golpe el moreno, aun no se han dado cuenta de que he abierto los ojos.
—Vete.
—No la dejaré aquí sola.
—No está sola, está con alguien que la cuidará bien —cuando el mencionó aquello el moreno comenzó a reír tan fuerte que podía romper una ventana.
—¿Tú la cuidarás? No puedes ni cuidarte tú mismo, Koch. ¿O acaso hacías algo cuando yo te hablaba de pequeño?
Matthew preso de la ira lo toma por el cuello levantándolo sin miedo alguno, su rostro esta teñido de rojo, cada vez aprieta más y más fuerte: —No soy el mismo que llegué a ser cuando pequeño, respeta a tu superior.
El moreno tosiendo y con la poca falta de oxigeno que tiene le responde entre titubeos: —Mi superior... es un idiota.
El golpe en seco que suena en el momento que Matthew golpea su nariz hace eco en toda la habitación, y un grito desgarrador sale de mi garganta. Nunca lo había visto de esa forma, siempre se mantenía sereno a cualquier problema que se atravesara, sin embargo, mi grito no fue por la forma en la que actuó Matthew, sino por la sangre que esta saliendo de la nariz de Liam.
—Weber —dice soltando finalmente al moreno y viniendo de inmediato hacia mí, sus pupilas están dilatadas, lo bastantes para poder ver a través de ellas la furia que destilan. Se relame los labios intentando calmar la sed que siente a través de esa acción.
— Me partiste la nariz pedazo de...
—Respeta a tu superior, Liam —indico sin pena alguna, aunque la manera correcta no fue partirle la nariz como lo hizo Matthew, pero los recuerdos que me atravesaron para yo estar aquí no fueron bellos. Recuerdos de momentos tediosos del pasado.
—Pequeña...
—Weber para ti —el moreno agarrando su nariz intenta buscar a una enfermera, ignorando mi petición, mientras que Koch a mi lado sigue intentando calmar sus emociones—. ¿Por qué no me lo habías dicho?
—¿Decir qué?
—El abuso de él hacia ti cuando eran niños.
—Ya no tiene caso, olvídalo —hace un ademan con las manos restándole importancia. Suspira observando mis ojos—, ¿Cómo sigues?
Me levanto mostrándole que estoy lo suficientemente cuerda, lo cual el con algo de inseguridad agarra mi mano para poder dirigirnos hacia la biblioteca, no tengo deseos de encerrarme en el departamento.
— Hay una fiesta esta noche —digo, luego que nos adentramos a la biblioteca y empiezo a susurrar—. Lo supe antes de pasar todo este alboroto, podemos ir.
—Acabas de despertar de un desmayo sin razón alguna y estas pensando en fiesta, grandioso.
—Solo fue un gran choque de recuerdos, no los pude retener y por eso me desmaye, es lo más lógico.
—Bueno, ya que insistes en ir, pero no ingeriré más gotas de alcohol —susurra también, moviendo sus manos con exageración y buscando los libros antiguos
— Sí, claro —mi sarcasmo se activa en un nivel impresionante, recibiendo una mala mirada de su parte—. Mejor leamos y luego hablamos de la fiesta.
— De acuerdo.
— Hay un mito donde los vampiros quieren seguir, sí se pueden bañar, pero quieren hacer creer al ojo humano común y corriente que no lo hacen —«nos engañaron bien feo»—. Odian el ajo con su vida.
— Y mi cabeza explota, genial —dice con ironía un Matthew algo despeinado.
Pasamos minutos leyendo acerca de ellos, los brujos y lobos, donde cada vez más nos sorprende lo fuerte que ha sido cada bando. En el momento que salimos de la biblioteca volvemos al tema de la fiesta.
— Es con temática de... —espera impaciente— será en una piscina.
— Me niego, no seré comediante de nadie —«ya lo eres»— y no, no lo soy, Hellen Weber.
— Ándale, Matt —ignoro el que mencionó mi nombre completo—. Será divertido.
Después de zarandearlo un par de veces, accede, aplaudo llena de felicidad, tratando de ignorar el hecho de que hay poderes fuertes que pueden llegar a nuestra vida de repente. Cuando entramos al departamento les informo a los chicos que están aquí.
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¡Hola, personitas de la locura!
Este capítulo está dividido en dos partes, porque era demasiado extenso.
Pasen a la siguiente parte que está disponible.
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