4- CAMBIAR
Hellen Weber
Buscar a Matthew es una tarea difícil cuando muchas personas aparecen en tu camino, empujando, pisando y gritando. Me estoy por rendir a buscarlo, pero ver estas caras muy desconocidas que no me generan ni una pizca de confianza me da aún más deseos de buscarlo, de encontrar esa otra camisa negra como la mía.
— Hellen —mencionan a mi lado, giro encontrando esa camisa roja que he conocido bastante bien por ser uno de los compañeros de habitación de Matthew, sus iris no están y el hecho de que su sonrisa retorcida no desaparece produce nervios dentro de mi ser, escalofríos recorrerme sin cesar y algunos temblores ser muy evidentes—, ¿tu amigo Matthew no estará hoy fuera?
— Aquí estás —hablan a mi otro lado, el cuello comienza a picarme y el tatuaje es el culpable, abrazo por la cintura a Matthew tratando de que el rubio se aleje, algo que parece no importarle en lo más mínimo.
— Matthew, momento inoportuno de llegar —menciona él de regreso, me observa para luego extender su mano, la estrecho por cortesía— soy Dermain —besa los nudillos de mi mano y con demasiada gentileza la aparto de inmediato, da miedo.
— Y yo Verlik —aparece otro chico, bastante sonriente, le doy un codazo a mi compañero que inmediatamente capta. Nos despedimos y como alma que lleva el diablo nos vamos a la biblioteca.
[...]
— Bien, estos dos son los libros más antiguos acerca de la Reina —señalo ambos libros que son absolutamente pesados, pero que tienen poco tiempo de haberse lanzado a estas bibliotecas— sí leemos tranquilo podríamos entender algunas cosas.
— De acuerdo, averigüemos esto.
Leer y memorizar cada palabra de este dichoso libro es algo que me mantiene con dolores de cabeza, respiro hondo al hallar algo.
— Matt —alza su cabeza dejando que sus ojos conecten con los míos, comienzo la narración— cuando la reina obtuvo sus hijos: vampiros y lobos, sabía que ambos clanes iban a estar en guerra, pero los creó con amor y mucho tiempo después uno de ellos, rubio, comenzó a sentir cosas por una loba.
»» Todo lo bueno llega a su fin porque tiempo después, el rubio la encontró con otra persona. Un vampiro, se lamentaba, pero nada volvió a ser igual. El chico herido armó una coraza frente a él y desde ese día, la rebelión se volvió aún peor.
Volteo el libro hasta su vista, enseñándole la imagen del rubio.
— Dermain —susurra, niego lentamente.
— Se parece, pero no lo es, es todo lo contrario. Abajo sale el nombre, pero se me hace difícil poder leerlo. Continuaré con la lectura para que entiendas lo siguiente: No le importa herir a los demás, pero en muchos casos ha defendido a una loba en especial —continúo leyendo—, cada vez que se acerca a ella y alguien la hiere termina sacando al demonio dentro.
— Espera, —alza mi mentón— me estás diciendo que esa persona está enamorado de otra loba, pero que a la vez trata de colocar una coraza de hielo.
— Sí, presta atención —vuelvo a girar el libro mostrándole la imagen en concreto de una loba—. Ella es el amor prohibido de él.
— No tengo ni la más remota idea —dice.
— Esto es un caso por resolver, pero esa chica se parece a alguien que está aquí.
—Pero si no es Dermain, ¿Quién puede ser? Es el único rubio que se hace notar entre todos los vampiros.
Toma el libro que le extiendo, respira hondo y frunce el ceño al final.
—¿Qué pasa?
—Dereck Fairchild y Erileida —frunzo el ceño.
—Hely, abajo dice que ellos murieron.
—Espera, ¿Qué? ¿Y si la historia se repite con Dermain y la chica que he visto?
Cierro de golpe el libro al ver cómo los dos vampiros se acercan, se sitúan a nuestro lado y carraspean.
— Hellen, no es por echarte, pero —Verlik golpea el hombro de Dermain— tienes que ir con las que compartes habitación.
— ¿Por?
— No lo sé, tal vez hacen asado contigo —Matthew tiene la cara roja, palmeo su hombro al cruzar por su lado— aunque no creo que lo hagan, no te ves como si llenaras el estómago de un lobo.
— ¿Quieres probar cómo te verías bajo el sol? —digo observándolo por encima del hombro, traga grueso y cruza sus brazos.
[...]
Matthew Koch
La voz del maestro de enseñanza suena demasiada alta, me remuevo en mi asiento cuando finalmente calla, pero no por mucho.
— Hoy haremos equipos para conocernos mejor, —la demanda en su voz es clara y concisa— seré el que elija sus acompañantes.
Varias quejas se presentan, pero ninguna es escuchada. Visualiza todo el salón hasta que hacen finalmente silencio. Va señalando y diciendo los nombres hasta llegar a mí.
— Matthew y Edén —busco con la mirada a la dichosa chica, cuando la encuentro se levanta del asiento y se sitúa a mi lado. El maestro continúa— van a presentarse, conocerse, cosas que hacen los jóvenes hoy en día.
— Bien —todo el salón de clases habla moderadamente, la chica presta suma atención. Edén, la que sale o bueno, la que se parece de aquel libro— no sé ni por dónde empezar.
— Ya somos dos —informa, cruzando sus brazos encima de la mesa—. Okay. Soy Edén, pertenezco a los lobos y... ya no sé qué más decir.
— Vaya, —digo lentamente— soy Matthew, pertenezco al bando de los elegidos y no sé usar ningún poder.
— ¿Qué? ¿No puedes? —abre sus ojos exageradamente, niego con la cabeza— A ver, mi poder es cambiar formas, pero no sabría cómo enseñarte.
— ¿Es difícil?
— No tanto, le puse empeño y fui aprendiendo poco a poco —encoge sus hombros de forma despreocupada—. Al principio salía mal y después es relativamente fácil.
— Sería un gusto que me enseñaras. Apenas y sé respirar —ríe por mi mal chiste. La puerta del salón la abren de un tirón dejando que el chico sombrío aparezca, todos guardamos silencio y la risa de Edén cesa por completo.
Dermain sin sus iris nos observa, niega pasando distraídamente su mano por el cuello. Se acerca al profesor, le informa algunas cosas y luego marcha cerrando de un portazo.
— Que el vampiro no los distraiga, continúen —dice el profesor golpeando su mesa. Hablar con Edén acerca de su poder es increíble, su risa en momentos aparece y luego continuamos charlando.
— Tengo una conocida aquí, —rasca despreocupadamente su nuca— ella en momentos me ayudó cuando no podía volver a mi forma habitual.
— Eso es genial, al menos te ayudaron —su vista baja a sus manos iba a continuar hablando, pero el timbre suena. Recogemos nuestras cosas y caminamos a la par. Mis malos chistes salen al aire en un momento inoportuno, pero el silencio no es incómodo.
— ¿Almorzamos? —señala las puertas dobles del comedor, asiento mientras vamos entrando.
Mi desayuno en la bandeja y el suyo lobuno en el dichoso lugar, nos situamos en una mesa aparte donde comemos tranquilamente.
— Podemos entrenar acerca del poder cambiador de forma —limpia su boca con una servilleta—, en una hora.
— Sería bueno —acepto su petición, Verlik aparece dando pequeños saltos de horror.
— Te van a patear el trasero, Koch —dice antes de marcharse de la misma forma. A lo lejos distingo a Hellen entrando al lado de Dermain. Esto debe de ser una broma.
— Hoy se come elegida ahumada —el susurro de Edén hace que gire a verla, su mandíbula está apretada y sus ojos están cargados de ira, trata de levantarse, pero la retengo.
— No puedes matarla, Dios —ella cruza sus brazos—. ¿Por qué lo harías?
No responde, sólo se levanta y marcha del comedor. Hellen se acerca junto con Verlik y Dermain. Sus ojos me demuestran que quiere comunicarse conmigo, respiro hondo y le doy acceso.
»— Dermain te quiere lanzar a un estanque de tiburones —remueve la cuchara alrededor de su desayuno, mientras su voz hace eco en mi cabeza—, deberías levantar la mirada y observarlo, parece querer hacerlo.
»— ¿Por qué me haría eso?
»— A veces creo que tu mamá te dejó caer recién nacido —suspira y Verlik la observa con una ceja levantada—. ¡Por Edén!
Bloqueo la comunicación y recibo un golpe en mi pierna por parte de ella, Verlik sigue con una ceja alzada, aunque ahora quiere saberlo todo.
Dermain pasa su mano por su cabellera rubia, agarra el cuchillo para cortar el filete sin cocinar y haciéndolo con furia. Grandioso, estoy dentro de un problema amoroso.
[...]
— Peleas como niño de cinco años —grita Hellen con la catana en manos y desafiándome cada vez más, golpea mis piernas con el objeto y decido invocar el agua para esparcirle por el rostro— ¡Eso es trampa!
— Koch, pelea cuerpo a cuerpo, no uses tus poderes —repite por milésima vez la maestra.
Lanzamos las catanas a un lado y nos preparamos, separamos los pies suficientemente y los puños alzados. Trata de impactar su pie en mi estómago, pero lo agarro y hago que de un vuelco hacia atrás, me alejo un poco cuando se levanta y vuelve con la misma velocidad.
Un golpe en mi estómago me deja sin respiración y me tambaleo, agarro su puño y la aviento hacia atrás, enredo mi brazo en su cuello y trata de resistirse, falla vilmente golpeando la lona.
— Muy bien chicos —Hellen se levanta con mi ayuda y sacude su ropa, cruza sus brazos observándome y recriminándome con la mirada. La maestra tiempo después ha marchado y en el lugar de entrenamiento quedamos ambos con botellas de agua en manos.
— Casi rompes mi columna —refuta, apretujo sus mejillas y se queja, pero termina riendo. Coloca la cabeza en mi hombro, suspirando—. Matt, ¿Cuándo veremos a nuestros padres?
— No lo sé Hely —pensar en ellos me trae recuerdos. Estar aquí dentro sin tener contacto con sus vidas produce pánico en mi ser, ya que antes cuando obtenía algún logro ellos eran lo que estaban en la primera fila celebrando; sin embargo, aquí adentro sólo puede pensar en ellos con un sabor amargo en la boca, los extraño. Joder, claro que los extraño, son mis padres y quisiera que al menos estén junto a mí, dominar los poderes que alguna vez me proporcionó la reina para dominar este mundo.
Observo la hora en mi celular, en unos minutos Edén llegará y enseñará cómo utilizar su poder, aunque claro, Hellen tiene algunas dudas al respecto, pero estará ahí para ver todo. Algo que internamente agradezco es que ella está aquí, quizás porque estamos pasando la misma desgracia o simplemente porque nos conocemos desde niños y soy la única persona aquí en la que puede confiar plenamente.
— ¿Pasa algo? —cuestiona luego de unos segundos, niego observándola— has callado de golpe.
— No pasa nada, Hely —un chico entra, Dermain en concreto, buscándome con la mirada. Sus ojos traen los iris rojos y se detiene al ver a Hellen.
— Al fin te encuentro —observa hacia atrás y Edén aparece, no me acostumbraré a los cambia formas.
— ¿Por qué usaste la apariencia de Dermain? —cuestiona Hely con una duda característica en ella.
— Me andaba escondiendo de mi profesor de canto y él odia con su alma a Dermain, así que —hace una pose diva— le dije algunos insultos que terminó de enloquecerlo, disfrutaré tanto ver cómo lo castigan.
— Sus guerras son absurdas.
— Y sí, —respira hondo antes de indicar que me acerque. Hely besa mi mejilla y luego se coloca en un lado, pero veo el cansancio en su mirada y ambos le indicamos que vaya a descansar— la estoy considerando de no hacerla comida de lobos.
Cruzo mis brazos en señal de indignación, bufa con una ceja arqueada.
— Bien, quiero que coloques tu mente en blanco —sus peticiones son órdenes— te relajes todo lo que quieras —descruzo los brazos— y sin dudarlo comienza a pensar en lo que quieres cambiar. Ya sea tú color de cabello, cuerpo, voz... cualquier cosa.
Mi mente se concentra en mi padre, sus facciones, su voz... Todo de él. Verifico mi apariencia, doy saltos de alegría.
— ¡Lo logré! —la voz áspera de mi padre es idéntica, asiente con una sonrisa de triunfo en sus labios.
— Ahora vuelve a ser tú mismo —lo intento nuevamente, pero nada sucede— Matthew, no es broma, vuelve a ser tú mismo.
— No puedo.
Intento repetidas veces, ella llama a alguien y a los pocos segundos llegan dos personas que ya anteriormente había visto.
— Julieta, él no puede volver a su habitad —la chica allegada trenza su cabello y aparta a Verlik que la sostenía.
— Juli, estás débil, no puedes... —la voz de Verlik es callada por su negación de dedos. La chica se acerca hacia mí y pide que me concentre en mi cuerpo.
Una luz azul aparece en sus manos cuando la va moviendo, mientras recita algunas palabras.
— ¿Estás invocando al diablo? —el temor crece en mi ser. Julieta deja todo y exhala.
— No Koch, no estoy invocando al diablo. Ahora concéntrate —hago lo que ha pedido, mantengo mi mente ocupada en volver a mi cuerpo, pero con algo de temor. La luz azul vuelve a salir de entre sus manos y las palabras empiezan a sobresalir de sus labios— Epistrépste ton Máthiou sto kanonikó tou sóma.
Un pequeño temblor aparece en mi cuerpo y luego de verme bien he vuelto a ser yo mismo.
— ¿Qué están haciendo? —pregunta la instructora del instituto Pherisheill, quedamos estáticos en nuestros lugares—: los cuatro, a mi oficina. Elegido, vampiro, loba y bruja.
Avanzamos con la palidez en nuestros rostros, bueno, Verlik ya era pálido. Respiramos hondo antes de atravesar las grandes puertas del lugar de entrenamiento.
Esto será interesante.
—————————
¡Hola, personitas de la locura!
Un nuevo capítulo, sacado del horno bien fresquito.
Bueno, no me extenderé tanto.
Con amor: Lisa 🧚🏽♀️🖤🧚🏽♀️
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