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13-REENCUENTRO

M.K

Luego de lograr tranquilizar el ambiente que se encuentra en la habitación con la situación de Sedna y los chicos, les informé acerca de la salida la cuál aceptaron para relajar sus emociones. Sin embargo, sin dejar a un lado la investigación que debo de hacer, dudo mucho que Padre tenga sombras de ese color, logrando que de esta forma algo me huela mal.

Como Hellen no se encuentra aquí, puedo salir diciendo que la buscaré para poder ir al reino de Padre y obtener respuestas de lo sucedido.

Me teletransporto al reino de Padre, hay algunas pequeñas sombras que me dan la bienvenida y otras que sólo se hacen a un lado al verme. Mi vista se dirige a una mujer con un vestido largo rojo con diseños algo peculiares.

—Amaya, ¿Dónde se encuentra Padre? —ella, como se encontraba de espaldas se asusta al escuchar mi voz y al haber sentido mi mano fría en su brazo.

—¡Que puto susto! —se aleja de mi tacto, fulminándome con la mirada y cruzando sus brazos— ¿Por qué tienes las manos tan frías?

—¿Dónde se encuentra Padre?

—Yo estoy bien, gracias por preguntar —bufa al ver el rostro de seriedad que estoy teniendo, y luego con su dedo índice me señala hacía un bosque—. La mayoría del tiempo se encuentra ahí, sólo ten cuidado con las Pherisminas y las Acutaminas.

—¿Con las qué?

—Las Pherisminas son las sombras que nos brindan poder, están situadas en la entrada a ese bosque, son muy sarcásticas y burlonas. Nunca dejan que nadie entre cuando Padre está ahí.

—¿Y las Acutaminas?

—Son sombras venenosas, sólo se quedan tranquilas cuando Padre lleva a algún invitado y lo presenta ante ellas. De lo contrario, te persiguen y hacen que te pierdas para después proponerte algo.

—¿Proponer qué?

—Con cada persona es diferente, en mi caso no me hicieron nada porque entré con Padre, y soy como una hija para ellas. Pero conocí a una chica que entró y la propuesta nunca supimos cuál fue.

—¿Por qué?

—Estás haciendo muchas preguntas, Koch.

—¿Dejarás que entre y no me dirás?

—Sí, no te pasará nada.

Se desvanece en el viento dejándome ahí con muchas preguntas y pocas respuestas. Mis ojos se dirigen al bosque y con las fuerzas que creo tener me voy acercando.

Mis pasos son rápidos, pero a la vez cautelosos, porque cada vez que me acerco más a la puerta algunas sombras que pasaban charlando me hacen señas con la cabeza que no vaya, pero mi autocontrol no es algo que lo tenga desarrollado.

En la puerta se encuentran grandes sombras que me logran doblar el tamaño algunas quince veces, y eso que yo soy alto. Y logro recordar el nombre Pherisminas, quisiera dejar este bosque y marcharme sin obtener respuestas. Pero alguien quiere atacar a mis amigos, que a decir verdad, se volvieron mi familia, y eso no lo voy a permitir. 

—Matthew Koch, elegido entre las sombras y elegido para todos los poderes —habla una de las Pherisminas que se encuentra ahí, se agacha dejando su rostro a la par del mío y logro a través de esa oscuridad vislumbrar unos ojos azules hipnotizantes—. No es hora de visitas.

—Quiero hablar con Padre.

— No es hora de visitas, elegido. Él está ocupado.

—Pero necesito hablar con él.

—¿De qué quieres hablar con él? —otra de las Pherisminas se agacha tratando de intimidarme, pero sólo logra que de un paso hacía adelante— ¿Quieres hablar con él de como teletransportarte al futuro?

—Ya sé, quieres contactar con Padre para saber si te puedes bañar con agua caliente o fría —otra de las Pherisminas exclama, logrando que las demás rían y la rabia que sentía Sedna en la habitación es similar a la que estoy sintiendo.

—¡Quiero hablar con padre porque hay unas sombras de color blanco! —las carcajadas cesan de golpe y todas las Pherisminas se observan entre sí, antes de que una de ellas indique que me dejen pasar.

Logro entrar sosteniendo una de las lámparas que me entregan, el camino frente a mi es muy rocoso, pero a la vez con olores frescos y cálidos que te llegan a envolver. Los sonidos que se producen cuando camino hacen que todo alrededor de mi se sienta infinito, sólo me causa tranquilidad escuchar a lo lejos la voz de Padre.

Sin embargo, me detengo bruscamente cuando a dos pasos se encuentra un acantilado que lleva a un río. ¡¿Por qué Amaya no me dijo acerca de este río?! Yo lo único que sé nadar es en problemas. Observo a varias direcciones, sin poder encontrar otro camino que no sea a través de ese acantilado, pero es inútil cuando sólo es la única forma que hay.

La lampara que sostengo en mis manos comienza a fallar, le doy pequeños golpes lo cual sólo logra empeorarla y provocar que se apague. Mi temor crece cuando me encuentro en la oscuridad y trato de usar mi poder invocando el fuego para iluminar el trayecto, pero no sirve de nada. Mis poderes no funcionan y maldigo a mis adentros.

A pocos pasos de mi escucho unos silbidos que van aumentando su velocidad, y maldigo la hora en la cual la lampara dejó de funcionar. Siento como algo va subiendo por mis pantalones, mientras ese silbido se hace cada vez más fuerte.

Cuando logro encontrar un poco de luz puedo observar lo que se encuentra encima de mí y me paralizo, mis habilidades motoras gruesas no funcionan logrando que de esta manera el color de mi cuerpo se vaya. Aprieto con fuerza los ojos tratando de imaginarme en otro lugar, pero no puedo cuando comienzo a sentir más de esas cosas encima de mi cuerpo.

Serpientes...

¿Así moriré?

Me imagino en las noticias del reino de Padre: el antiguo elegido fue comido por serpientes venenosas en un bosque de procedencia sospechosa.

—¿Tienes miedo, elegido Koch? —una sombra mayor hace su entrada, sosteniendo un bastón y encendiendo la luz de este lugar. Sus movimientos son calmados, pero desesperantes— Las Acutaminas no te harán nada.

—¿Me... las puedes quitar... de encima? —tartamudeo un poco, y su pequeña sonrisa de medio lado se hace presente. Hace que las Acutaminas se retiren de mi cuerpo y puedo sentir un alivio inmenso— Necesito hablar con Padre, por favor.

—Lo sé, —su tranquilidad para hablar me llega a desesperar— lo escuché desde aquí cuando hablaste con las Pherisminas.

—¿Me puede dejar pasar a donde está él? —me hago a un lado cuando una de las Acutaminas trata de subirse en mi pierna nuevamente.

—Claro, sin embargo, primero debes de elegir una de mis opciones —una de las Acutaminas sin previo aviso sube hasta mi cuello, y ella no hace nada para detenerla, palidezco nuevamente—. Después que elijas, podrás pasar donde está él.

—Yo puedo... elegir si... me la quita... de encima —una pequeña risa burlona sale de sus labios, mientras niega con la cabeza y se recuesta de un árbol.

—Es primordial que ella esté ahí —colocando una mano en su cadera me observa sin apartar la mirada ni un segundo—. ¿Qué prefieres elegido Koch? ¿Estar siempre con esa Acutamina o perder a Hellen Weber?

Y la respuesta es más que clara, yo quiero muchísimo a Hellen, somos unidos desde la infancia.

—La Acutamina —ella sonríe al escuchar mi respuesta y chasquea cuatro veces.

La Acutamina que se encontraba en mi cuello ahora siento como clava sus colmillos en mi piel, haciendo que un grito desgarrador salga desde lo más profundo de mi ser. La vista se me torna completamente negra, no puedo ver nada y sólo siento como esa Acutamina va adentrándose cada vez más a mi piel.

Pasaron segundos que se sintió como una eternidad, y cuando logro aclarar mi vista me encuentro del otro lado del acantilado junto a Padre.

—Pequeño Koch, ¿Cómo entraste? —mi garganta está seca, y me molesta cuando trato de hablar, se percata de mi situación y me extiende un poco de agua.

—Por allí —señalo donde me encontraba minutos atrás, y por su parte sólo palidece.

—Las Acutaminas no te hicieron nada, ¿Verdad? —señalo mi cuello y él se posiciona detrás de mi observando esa parte, luego hace aparecer un espejo para que yo pueda visualizar lo que tengo marcado. Es una de las Acutaminas transformada en un tatuaje que reluce en mi cuello en la parte trasera— ¿Qué te pusieron a elegir que decidiste esto?

—Eso no importa, lo que sí quiero saber son dos cosas —se posiciona frente de mí prestándome atención—. ¿Siempre tendré esta Acutamina?

—Sí, pero también te sirve para ayudarte en lo que sea, en la guerra puedes aclamarla y será fiel a ti. Si la madre de ellas te dio esa opción y otra un poco clara, fue para hacer esto.

—¿Me hará daño?

—No, a ti no, ya es parte de ti —luego frunce el ceño— ¿Qué otra cosa quieres saber? Me imagino que por eso es por lo que estás aquí.

—¿Tienes sombras de color blanco?

Sus hombros se tensan, pero mi vista vuelve a nublarse cuando recibo las aclaraciones de Padre.

Joder, ¡Esto es un problema!

[...]

Conduciendo el auto de Verlik —es excesivamente grande— por las calles comenzando a oscurecer y los murmullos de los demás de fondo. Aquí dentro es cómodo, bastante limpio y con decoraciones minimalistas: una foto de él y su familia, otra con su "no se sabe qué son" y, por último, una sólo.

Todo eso pegado frente a una cajonera del asiento de copiloto. Es de color rojo, con una gran V.F adueñándose del cristal de atrás.

— Sujétense fuerte, cruzaremos —indiqué, luego de fijarme en mi seguridad. Ellos, por lo tanto, se sostienen como si la vida dependiera de esto. Padre me indicó que me distrajera un rato, y eso es lo que haré.

Y al cruzar hay un fallo, ¡Uno muy grande!

El sol ilumina todo, por acto reflejo proporciono que no dé en lleno en el carro. Los vampiros exhalan aliviados y por mi parte, sigo con los nervios de punta.

— Son las cuatro de la tarde —cuando salimos de Potresheill eran las siete, por lo tanto, la diferencia de hora es de tres. Bufo.

El hecho de que yo vaya conduciendo es que Verlik no sabía a donde carajos iba, entonces, como buen amigo que es me lanzó las llaves indicándome que condujera.

¡Gracias, padre por haberme enseñado!

Las calles están atestadas, muchas personas van con bolsas en sus manos y otras ignorando el mundo con audífonos puestos. En mi tiempo yo era del segundo grupo.

Giro en una calle y acelero un poco. Los mismos puestos de comida están ahí, los vendedores con sonrisas en el rostro entregando el pedido a sus clientes y la manera que lucen me indica que algunos sólo fingen sus sonrisas.

— Mis abuelos pueden llegar a ser un poco... bromistas —indiqué lo obvio, luego de carraspear—. Y los estarán bombardeando de preguntas.

— Suena a que quiero volver a Potresheill —dice Edén, mordisqueando su dedo índice.

— Tarde —inquiero, después de haber accedido al gran portón. Toco el claxon y mi abuela desprendiendo alegría sale, dándole a un control remoto y abriendo las rejas de las puertas del garaje. Nos adentramos al susodicho lugar, respiro hondo y salgo de primero.

La abuela me apretuja entre sus brazos donde a base de su algarabía el abuelo sale con bate en mano.

— ¡Al fin! —indicó, acercándose y apretujándome. Luego saludan a Hellen de la misma forma y observan severamente a los invitados.

— Abuelos, ellos son nuestros amigos —mientras voy mencionando los nombres de cada uno, los señalo para que tengan una idea clara.

— Tú sí estás pálida, ¿Tienes hambre, cariño? —le mencionó a Sedna que habitaba removiéndose en su lugar.

— No, muchas gracias.

Mientras ellos los bombardean con preguntas, yo voy a mi habitación exhalando. Seguiré adelante. Las chicas compartirán habitación, por lo tanto, yo con los chicos. Antes de volver con los demás, me llega una notificación al celular.

Suri🦋: la tierra te dice... ¡Hola!

Sonrío de lado, antes de teclear una respuesta. Recibo un toque en mi cabeza, la levanto con lentitud encontrándome con la mirada de mi abuelo, se deja caer a mi lado de forma dramática.

— Que agotador es entrevistar.

— ¿Ya le preguntaste qué signo son? —ironicé.

— Es cierto —corre a la puerta, mientras va gritando sandeces, casi cae cuando tropezó y yo apreté los labios para no reír— ¡Quién sea Géminis se va!

— Que forma tan extraña de pedirme el divorcio —ironizó la abuela, nosotros reímos por su ocurrencia y el abuelo está rojo por su respuesta.

— No, cielo, hablo de los recién llegados.

Todos guardamos silencio y él suspira de alivio, pobre de los Géminis siempre los bombardean.

Las charlas transcurren normales, hasta que es momento de alistarnos para ir en busca de Suri.

— Parecen de estos narcos de televisión, pero con estilos y en forma —indicó el abuelo al vernos a todos—. ¿La ropa de color negro la regalan en Potresheill?

— Sí, los lunes y viernes —indica Dermain, recibe un pellizco de su hermana—. Es verdad, allá ustedes si no me creen.

— Mejor larguémonos antes de que Fairchild ataque.

Nos despedimos de mis abuelos y volvemos a subir al auto de Verlik, esta vez sí le doy la razón a mi abuelo. Parecemos narcos: parte superior de color negro y los pantalones rasgados. Aunque el de las chicas son unos simples shorts.

Suri🦋: al lugar que siempre íbamos los tres.

Leí en la pantalla. Entendí perfectamente, era un puerto donde pocas personas transitaban cerca y había puestos de comida. Hellen, ella y yo íbamos al lugar por la tranquilidad que generaba.

— Sí tu ex se vuelve loca la convertiré en cucaracha —indicó Julieta— y a mí me asquea las cucarachas.

— Suri no se volverá como las ex's de Dermain.

— Eso, tómenme de ejemplo.

[...]

Cuando bajamos, las farolas iluminaban todo a su paso, por lo tanto, reconocer la espalda de Suri no fue difícil. Solté la mano que Hellen sostenía y caminé a pasos sigilosos hasta aquella mesa de nueve sillas.

La asusté y creo que su grito se escuchó en donde quiera que estén mis padres en estos momentos.

— ¡Koch! —luego de recuperar su respiración, se levantó de un salto y me abrazó. Sus cabellos cortos ondulados permanecían a cada lado de su rostro y sus ojos con los lentes puestos son aún más intensos.

Ella va igual de negro, sin duda alguna pareciese que fuera una combinación de todos.

Se aleja para ir a saludar a Hellen que instantáneamente empiezan con su típico saludo que tenían.

— Esto es raro, ¿Y lo tóxico? —inquirió Abadón, recibe un codazo de mi parte.

— Mucho gusto chicos, soy Suri —les sonríe de forma cálida.

— Dermain Fairchild —el rubio le sonrió de manera forzosa, luego relajó sus músculos y le extendió la mano, dejando que ella la apretara de forma amistosa.

— Verlik Fairchild —el pelirrojo hizo una reverencia medio estúpida.

— Julieta Sálem —ella le sonrió de manera cálida.

— Edén Ainsworth —la chica de brazos cruzados la observó de arriba abajo antes de relajarse y extender su mano.

— Sedna Fairchild —la rubia imitó a su hermano, pero en vez de extenderle la mano, le sonríe de lado. «Vaya, al parecer sí eres amiga, te llevaré a casa con mamá. Ailén, luego me castigas, cariño» ¡Alto ahí, loca, que acabo de leer tus pensamientos!

Ella me busca con la mirada y le hago señas de que pare el caballo, sonríe con supremacía.

— Abadón Ainsworth, pero puedes llamarme el amor de tu vida —estallamos en risa con lo que ha dicho, pero lo que no pensó es que Suri sigue las bromas.

— Increíble, ya eres el amor de mi vida —tomamos asiento, por mi parte en medio de Suri y Hellen, la última nombrada tiene la vista fija en sus uñas.

— Cosas de la vida, ¿Cuándo nos casamos?

— El treinta de febrero —el chico frunce el ceño y yo río, los demás aprietan los labios tratando de contenerse.

— Bien hecho —Edén levanta la mano para que choque los cinco, se están todos llevando bien con ella.

— ¿Estudian algo, chicos? —Suri observa a Abadón— Tu debes de ser comediante.

— Estudiamos ficción —indica Dermain, llamando su atención.

— Es un tema bueno —responde con simpleza.

— ¿Crees en lo surrealista? —indicó Verlik.

— Sí —rasca su nuca, mi mirada se dirige hacia esa zona y me percato de que tiene un tatuaje, igual al de Julieta. Maldición.

— Interesante.

La charla se expande y en un momento me he levantado de la mesa con la excusa de que iría en busca de un baño.

En realidad, estoy huyendo. Trepo un árbol con el culo hecho nervios y ahí en medio de la oscuridad tanteo mis bolsillos. La cajetilla de cigarros no está.

Preso del pánico tanteo el otro bolsillo y puedo respirar con alivio.

Un cigarrillo no hace daño. Eso decía el de la esquina antes de morir por culpa de cigarrillos.

En mi defensa, sólo es uno, lo juro.

Lo coloco en mis labios y lo enciendo, desde aquí puedo verlos a ellos, conversando animadamente y en sus rostros hay felicidad. Hellen en un momento se ha levantado, caminando sin ninguna dirección.

Inhalo y luego dejo expulsar el humo a través de mis labios. Mientras mi mirada sigue fija en ella, coloca su mano en el cuello —donde habita la M— ¡Mierda, me está localizando!

¡Miedo! ¡Terror! ¡Anuel AA!

Espera, ¿Qué? Volviendo al tema... ¡Me está localizando y yo tengo un cigarrillo recién empezado en mis dedos!

¡Me lleva...!

La veo caminar decidida hasta el lugar donde me encuentro, trepar el árbol y yo esconder el cigarrillo.

— Creo que Suri es... —huele el alrededor, ¡Ayuda 911! Lo deja pasar— Vi en la nuca de Suri el tatuaje que representa a las brujas, ¿Crees que sea posible?

No opino, se dará demasiada cuenta de que sí estoy fumando y tomará mi cabeza para volverla piñata para navidad.

— ¿No dirás nada? —¡Hellen por las sombras, quiero fumar tranquilo!

— Creo que te llaman —indico, girando la cabeza para que no huela el olor que desprende mi boca. Toma mi quijada y me hace observarla.

— Cuando termines, bajas, estaré investigando acerca de su tatuaje —retira los cabellos que caen por mi frente—. ¡Y se te dañarán los pulmones, Koch!

Baja de un salto de donde estábamos y camina hasta los demás, observo el cigarrillo, ¡Lo mojó!

¡Por el amor a las sombras!

Bajo de un salto, caminando de brazos cruzados hasta donde ellos se encuentran.

— Yo no lo sé, creo que borracha me hice este tatuaje —es lo primero que escucho al sentarme en la silla—. Es raro, no recuerdo nada de tatuajes en mi borrachera.

— Tal vez dejaste pasar algo —mencioné, luego de darle un trago a la soda que habitaba en la mesa junto a más vasos—. Con la borrachez hacemos cosas estúpidas.

— Exacto, Hellen por ejemplo es un peligro —indica Sedna sonriéndole a Suri, ¡Sedna te sigo leyendo la mente, puerca!

[...]

La velada fue exquisita, estando de regreso las dos personas que más hablan son Abadón y Sedna.

— Sedna, bloquea tus pensamientos, puerca —dije por enésima vez, ella se sonroja y aparta la mirada.

— Confirmado: tu ex me cae bien —Julieta se inclina entre el medio de los asientos—. Creo que habrá otra bruja en el grupo.

¡Santa papaya, estuve rodeado de entes sobrenaturales sin darme cuenta!

— No está confirmado, aún —indiqué, apretando ligeramente el volante.

— Uy, sí, porque es normal salirte tatuajes —Edén se estira para hacer lo mismo que Julieta, estar entre el medio de los asientos.

— Es cierto, no es normal —decide mencionar Hely, con la cabeza pegada a la ventana, lleva rato ignorándome. De repente se endereza en el asiento y grita, por el susto pego un frenazo que termina de ganarme reclamos de todos.

— ¡¿Qué?! —grito, asustado.

— ¡¿No los vieron?! —se sostiene tan fuerte del auto que creo que se quiere unir a dicho objeto.

— ¡¿Ver qué cosa?! —la voz de los demás aumenta mi ritmo cardíaco, creo que tendré que ir a chequearme el corazón.

Ella, presa del pánico señala hacia delante, observo y creo que mis ojos saldrán de las cuencas.

— ¡Maldición, acelera Koch! —grita Sedna, antes de aferrarse más en su hermano. Con temor acelero, mientras por el retrovisor veo a aquellas personas correr hacia nosotros.

Aquellas cosas que nos siguen son en carne y hueso mis padres: ensangrentados, sin ojos, el rostro con líneas negras, mientras van descalzos.

— Padre nuestro que estás en los cielos...

— ¡Dejen de aumentar mi miedo!

Las gomas rechinan en el asfalto cuando pego un frenazo frente a la casa de mis abuelos, accedo y entro al garaje como alma que lleva el diablo. O como muertos que nos persiguen.

Bajamos del auto, cerrando con suficiente fuerza y entrando a la casa. Mis abuelos se encuentran viendo Miraculous, pero se detienen a observarnos.

— Mierda, ¿Tan mal les fue con Suri?

— Mis padres nos perseguían —suelto, sin anestesia, sin tapujos, sin pelos en la lengua... lo único que sé es que quedan con sus rostros lleno de confusión.

— Matt, debes dormir mejor.

— Mire, se lo juro por el poco amor que nuestra madre nos tiene a los tres —Verlik hace un juramento extraño.

— ¿Qué drogas usaron? No la usen, hacen daño.

Un golpe en la ventana más cercana aparece y ellos quedan pasmados al ver aquellas personas: mis padres muertos.

Ellos alzan un cartel con un nombre plasmado, los leemos en voz alta y nuestros ojos tratan de no salirse de nuestras cuencas.

Sonríen de forma siniestra y desaparecen, tomo con manos temblorosas mi celular buscando entre mis contactos a aquella chica.

¡SURIIIIIIIII!

¡Código rojo, negro, naranja, arcoíris, #ALoJbalvin!

Suri🦋: ¿Te sientes bien?

¡Pásame tu dirección!

¡Date prisa!

Suri🦋: espera hombre.

Tarda tanto en mandarla que mi culo ya empieza a vibrar de los nervios, creo que están haciendo un baile al ritmo de mi corazón.

— Teletranspórtense —indica el abuelo, cuando estamos nuevamente en el auto con ellos dos incluidos. No mencionaré la forma en la que todos estamos aquí.

Bueno, sí lo diré. La abuela anda en modo shippear y ordenó a Edén subir a las piernas de Dermain, a Julieta en las de Verlik y a Sedna que viniera delante junto con Hellen. Abadón era el que iba cómodo sin nadie encima.

Tomo la mano de Hellen y nos concentramos, ordenándonos rastrear a Suri para poder aparecer frente a una casa pequeña. Pareciese como si hubiéramos llegado como cualquier otro auto.

Bajamos todos de golpe, pero nos detenemos al ver a mis abuelos transformarse: parecen salidos de una puta televisión, más jóvenes y con unas espadas en mano.

— Señor, yo me he portado bien —empieza Verlik cuando nos acercamos a la puerta.

— Eso ni tú te la crees —responde Julieta, con la voz un poco baja.

Ojeamos la casa, hay un aura diferente: se torna dañino, asfixiante, espantoso. Por lo tanto, saco el celular de mis bolsillos nuevamente.

¡Suri, contesta!

Suri🦋: No es por asustarte, bueno, sí lo es... ¡Hay alguien dentro de mi puta casa que está ensuciando mi piso!

¡¿Has visto a la persona?!

Suri🦋: No, el closet donde me he adentrado está mejor que allá afuera.

Segundos después me envía la ubicación, respiro hondo y les señalo una ventana que está abierta. Mi trasero sigue vibrando de los nervios y creo que el de los demás está igual.

Nos adentramos al lugar con movimientos sigilosos y cuidadosos.

Mis abuelos utilizando sus espadas brillantes logran alumbrar el alrededor, mientras que Hellen se mantiene formando un torbellino de agua enfocándose en esa parte; por otro lado, Sedna se convierte en humo, para de esta forma volverse más poderosa.

Los hermanos Ainsworth se convierten en lobos, aullando y colocándose uno delante y el otro detrás de todos nosotros, protegiéndonos.

Verlik sostiene una espada que mi abuelo le otorga y con fuerza la recibe, con la seriedad apoderándose de él. Su hermano, Dermain, se vuelve invisible tratando de localizar lo que se encuentra en la casa. Julieta haciendo algunos llamados invoca una luz azul que con cada paso que damos se vuelve más grande.

Y por último, yo, invocaría a la Acutamina que tengo en el cuello. Sin embargo, sería muy extraño para ellos que yo saque una serpiente venenosa.

Investigamos el alrededor sin bajar la guardia, mis abuelos ocultan las espadas cuando no hallamos absolutamente nada. Volvemos a la normalidad y abro la puerta con el nombre de Suri pegado.

— ¿Suri? —observo el closet, los demás me hacen señas y voy a abrirlo. Ella alza el bate a punto de golpearme cuando la detengo.

— Maldición, Koch —suelta un suspiro de alivio al verme. Se percata de los demás y tiembla— ¿Y la sangre?

Camina hasta estar en el medio de todos, se hace una coleta alta y con más facilidad aprecio su tatuaje brillar.

— Mejor larguémonos de aquí —indica Sedna cuando tenemos a Suri en el auto, con varias maletas de ropa en el maletero, asiento—. Hablo de Alemania, Matthew.

— ¿Eh? —inquirió con duda, removiéndose en su lugar. Encima de Abadón.

— No tenemos con certeza si es cierto o no —dije angustiado, conduciendo por aquellas calles. Mis abuelos piden que vayamos a la casa para ellos llevarse ropa, estaciono en la zona esperando que se den prisa.

— ¿A dónde vamos? —mencionó por enésima vez "la no sabemos si es bruja".

— Listo, marchémonos —dijo la abuela.

— ¡No, esperen, ¿Dónde me llevan?!

— La única solución de saber si es o no es cruzando aquel túnel —acelero el paso—. Sí lo es pasará como si nada, de lo contrario... estará igual que mi hijo.

Trago saliva, Hellen en un momento ha palmeado mi hombro.

— Sujétense bien —Suri sin entender lo hace. Trago fuertemente saliva y cruzamos el túnel, no quiero ver por el retrovisor para saber si está o no. No me perdonaría otra muerte.

— Vaya, una nueva belleza a Potresheill —indica Sedna luego de varios minutos, luego su celular suena— y dos parejas solas, viva.

Con el valor —que no tengo, debo aclarar— observo finalmente por el retrovisor. Encontrándola a ella con un semblante de confusión y pánico por el cambio brusco de ambiente.

— ¿Me golpeé la cabeza y ahora estoy alucinando?

Hellen gira la cabeza hacia ella, extendiéndole la mano.

— Tranquila, estaremos todos para aclarar tus dudas.

— Al fin otra de mi especie —dice sin tapujos Julieta, recostándose en Verlik.

Llegamos al instituto Potresheill y mis abuelos van en busca de la inspectora, mientras los demás nos vamos a la habitación. Creí que explicarle a Suri que era un ente sobrenatural iba a hacer lo más difícil del mundo.

Spoiler: sí lo fue.

Creo que quedé sordo por sus gritos unas diez veces, escuchar sus lamentos unas veinte y verla entrar en pánico tres veces.

— Entonces soy algo así como una bruja con poderes —Julieta asiente, el sol está saliendo y la iluminación hacia la habitación no da de lleno, gracias a los patrones de seguridad nuevos instalados.

— Sí, Suri, eres una de las mías —Julieta hace una mueca rara cuando ella vuelve a gritar, Ailén hace su aparición en la habitación y frunce el ceño.

— Amor, ¿Qué sucede? —le cuestiona a su novia, ella rasca su nuca tratando de negarlo. Uh, ya te cargó el payaso. Suri vuelve a gritar del horror, sí, está es una de las reacciones en mi interior cuando descubrí que era "el elegido"— ¿Por qué ella grita?

— Apenas y se da cuenta de que pertenece a este mundo.

— Creo que me drogaron —indica nuevamente, Hellen se le acerca poco a poco—. ¿Estoy drogada, Hellen?

— No —y ella vuelve a gritar.

— Dios, no sabías que eras tan gritona, si así eres sólo con una noticia no pensaría en la... —Sedna es callada por Ailén que la observa despectivamente.

— ¿Quieres dormir? —Suri palidece al ver a Ailén acercarse hasta ella— Vamos a dormir —chasquea sus dedos enviándola a un largo descanso—. Cuando despierte estará tranquila, por un largo rato.

— Gracias —mencionamos todos al unísono.

— No hay de que —observa a Sedna—. Tú y yo tenemos que hablar, preciosa.

Día más extraño, loco y yo con ganas de investigar. Esto de mis padres me mantiene alerta, es que... ¡Eran ellos, pero demacrados!

Me va a dar algo a mí.

——————————

¡Hola, personitas de la locura!

Hoy con un capítulo más corto que mi nivel de resucitar a los Koch.

Nueva noticia, tres personas MUY importantes en mi ser narrarán el siguiente capítulo, así que... suerte.

No me extenderé tanto, hasta aquí mi reporte.

Con amor: este intento de Escritora 🧚🏽‍♀️🖤🧚🏽‍♀️

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