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12-TRISTES DESPEDIDAS, SEGUNDA PARTE

La vestimenta al pisar el reino cambió radicalmente a un traje negro ajustado, con una corona flotando encima de mi cabeza y una capa de color rojo colocada en mi espalda, logrando visualizarse algunos humos saliendo de cada poro de mi cuerpo.

El reino de padre se encuentra más oscuro que de lo habitual, las sombras que antes corrían de un lado al otro se encuentran cabizbajo, las voces de las sombras mayores se encuentran apagadas y es algo que en cierta parte me produce inquietud.

Suspiro y comienzo a caminar, tratando de ser lo menos llamativo, pero es inevitable cuando muchas de las sombras que se fijaban en mi hacían una reverencia antes de volver a estar tranquilas. Padre se encuentra a unos cuantos pasos, de espaldas a mí, desde donde estoy puedo percatarme en como su respiración va tornándose más pesada en el momento que sube y baja sus hombros.

A su lado se encuentra Amaya, alterada pegándole en el brazo a Padre mientras recita algunas palabras que son poco audibles por la distancia en la que me encuentro.

—¿Qué sucede? —ella, por su parte, gira hacía mi y puedo visualizar sus escleróticas de un rojo carmesí, completamente. Sus manos están manchadas de sangre lo que me asegura que algo más está pasando.

—Sucede qué padre no quiere que yo me encargue de la Reina.

—¿Tú sola? —inquiero y luego respiro hondo haciendo que él me observe—, quiero ver las evidencias que dices tener.

Amaya con la rabia adentrándose en su ser me observa, endereza su espalda y luego extiende sus manos hacia adelante, tendiéndolas y logrando que las tome. Padre realiza lo mismo, pero por su parte es diferente, él volviéndose humo nos envuelve, logrando de esta forma que mi cabeza por el repentino movimiento se eleve. Comienzo a temblar de la magnitud de ambos poderes juntos; mi cabeza da vueltas, y el grito desgarrador que sale de mi garganta produce el aturdimiento de varias sombras que se encontraban cerca.

Siento como una parte de mi se va oscureciendo y luego aparecer en otro lugar, ambos poderes juntos producen que me estrelle en una pared, el remolino que siento en mi cuerpo me hace quejarme para después escuchar la voz de Amaya.

—Te voy a curar, Koch. No te muevas.

—Estoy bien, puedo hacerlo —me quejo preso del dolor. Ella por su parte no me escucha y recita algunas palabras para después ayudarme a levantar—. Gracias, Amaya.

— No hay de qué.

— Koch, estamos una hora antes de que ocurriese la tragedia —se acerca padre inesperadamente, señala hacía diferentes zonas—. Si te fijas bien, ahí se encuentran pequeñas sombras, en esos lugares. Allá dentro están tus padres, sólo quiero decirte que después de ver esto pienses bien tu bando. En el cuento me describen como el malo, pero no solo yo "vengo siendo el malo".

Visualicé a mis padres y las rodillas comenzaron a fallarme, las lágrimas que ya pensaba que había liberado se encuentran ahí, deslizándose una y otra vez. Amaya a mi lado se sienta en el pasto, meciéndose en su lugar y padre simplemente pasa su brazo por encima de mi hombro atrayéndome a su anatomía.

Y durante los siguientes minutos puedo ver lo feliz que estaban, preparaban galletas, corrían de un lado al otro o simplemente se demostraban ese afecto y el amor que siempre habitaba en ellos. En la lejanía se puede proyectar como padre se encuentra merodeando por la zona, dándole ordenes a las sombras y luego tocando la puerta de la casa haciendo que mi madre abriera y se saludaran.

—¡Padre, hola! —emocionada, y con ese gran carisma que yacía en ella lo deja pasar. Nosotros aquí presentes nos vamos acercando, traspasando las paredes y permitiéndonos visualizar y escuchar la armoniosa charla dentro— Padre, hay algo que me tiene inquieta.

—¿Qué sucede? —agarra una taza que se encontraba en la encimera y se acerca a la cafetera sirviéndose un poco.

—Creo que algo se está acercando, y no me digas negativista. Sé que las pequeñas sombras nos cuidan, y que tú personalmente lo estás haciendo. Pero quiero decirte que estoy intranquila. Si nos llega a pasar algo quiero que cuides bien de Matt, no lo dejes solo. Ella no es buena, siempre nos ha dado la espalda, pero tú no eres así —unas lágrimas brotan de sus ojos los cuales hacen que yo tenga que sostener la mano de Amaya para no desfallecer en este lugar—. Cuida de él, es un buen muchacho.

— No les pasará nada, están a mi cuidado.

— Mi esposa tiene razón, si nos llega a pasar algo cuida de nuestro pequeño Matt e informa hacía él que tanto los Salem como los Fairchild tienen muchas respuestas que le puede ayudar. Pero que los Fairchild le enseñará un plan perfecto.

Padre frunce el ceño y hace una pequeña mueca en sus labios de total disgusto: — Estaré siempre cuidando de Matt, pero no les pasará nada.

Después de eso ellos cambiaron de tema, y después de varios minutos padre marchó dejando a mis padres en aquel lugar, cuidados por las pequeñas sombras. 

Un estruendo se escucha dejando la puerta totalmente abierta y que las ventanas se rompieran, esto provocó un grito desgarrador para ambos y pude ver a diferentes personas protectores de la Reina intentando matarlos.

—¡No lo maten! —grito, aunque no soy escuchado. Ellos no me pueden escuchar. Mis rodillas comienzan a temblar nuevamente y caigo, haciendo un estrepitoso sonido que hace que Amaya se preocupe observando a Padre.

La guerra frente a mis ojos produce que mi corazón se apretuje cada vez más, pero a la vez la ira invadirme al ver como las pequeñas sombras han sido derrotadas.

—No puedo creer como me traicionaron, dejando que Matthew Koch sea protegido por él. ¡Ustedes sabiendo lo cruel que él llega a ser!

—¡No nos hagas daño! —lloro aún más fuerte cuando la Reina saca dos espadas y las atraviesa en sus cuerpos. Seguido a esto ver como el humo de ambos va subiendo y ella los atrapa en un pequeño frasco seguido de esto tomando una jeringa y cruelmente inyectándose aquel humo, sus manos cambian de color, no sin antes llegar a soltar un grito desgarrador.

—¡¿Qué hiciste?! —Padre hace su entrada, temblándole las rodillas cuando observa el perímetro.

—Me traicionaron, y sabes bien como se paga la traición —ríe audiblemente y luego se posiciona frente a él—. Tú tienes a Koch, pero yo tengo alguien mejor. Esta guerra la ganaré sea como sea.

—Subestimas a mi pequeño Koch, y lo que acabas de hacer solo demuestra que tienes tan pocas ganas de vivir —se acerca a ella tomando sorpresivamente ambas espadas que crujen al sentir el poder de Padre, ella por su parte retrocede—, y solo recuerda, si tu hermana se entera... no estará de tu lado, Reina.

A mi lado preso de la ira me levanto, las lágrimas que adueñaban mi rostro las seco y luego en un humo nos envuelve a los tres apareciendo nuevamente en el reino.

—¿Cómo rayos hiciste eso? —padre coloca su mano en la boca de Amaya para que deje de hablar y por mi parte los dejo atrás, no sin antes preguntar algo que me intriga.

—¿Ustedes que son?

—Solo unimos nuestra fuerza, tú tienes tu fuerza unida con Hellen.

Vuelvo a caminar, recordando cada detalle logrando que el fuego salga de mis manos, esta vez adueñándose de mi brazo completo lanzando llamas a diferentes zonas sin herir a ninguna sombra. Mis pasos son firmes y la venganza que quiero hacer es alta, y a la vez consume mi ser.

Vuelvo al instituto, adentrándome a la habitación y encontrando solo a Sedna que escucha música. Me acerco y retiro sus auriculares logrando que me fulmine con la mirada.

—¿Por qué hueles a quemado?

—¿Dónde viven tus padres?

—En una casa —ríe por su mal chiste, al ver que no produce nada de gracia en mi se detiene—. ¿Para qué quieres saber?

—Investigo algunas cosas.

—Te puedo llevar.

—Bien, antes del fin de semana, debe ser en la noche.

— No puedo, creo que estaré enferma —vuelve a intentar bromear, sin embargo al ver mi rostro totalmente serio recobra su postura—. Antes del fin de semana en la noche sin falta.

[...]

El humo negro ya característico que conozco se presenta en el lugar, donde su melena está ondulada y ahora en su cuerpo reluce ropa cómoda; leggins, blusa con tirantes de color negro, botas y una chaqueta de cuero. Por un instante se me hizo extraño verla sin aquellos vestidos que deslumbran a todos.

— Necesito a Hellen Weber y Matthew Koch —informa, donde la maestra que trataba de explicarnos algunos datos de como volar se muestra cohibida por aquella nueva presencia, sin rodeos asintió, apoyo mi mano en el hombro de mi amiga y seguimos a Zaina que va tarareando una canción que por extraña razón me resulta conocida.

Es atrapante, pero a la vez algo tenebrosa. Carraspeo tratando de llamar su atención, pero continua en su concierto. Pero, ¿De donde he escuchado esa canción?

Cuando llegamos a una parte apartada de los demás, Zaina nos da el entrenamiento del día, junto con los demás del grupo, en un momento dado nos explica la forma de volar, por lo cual, entiendo un poco mejor de lo que antes la maestra trataba de explicar.

— Un momento —mencionó al escuchar un ruido de algún celular sonando, los colores suben a mi rostro al diferenciar el tono, ella alza una ceja negando—. Contesta, ¡Luego continuamos!

Desaparece, los demás exhalan yendo a la habitación y por mi parte tecleo en mi celular, hallando un mensaje. El corazón se acelera cuando me percato de quién es, al igual, que el rojo en mis mejillas se vuelve más intensas. Trago saliva con dificultad, releyendo muchas veces el mensaje.

Suri🦋: Sé que las palabras de que lo siento mucho por tu pérdida no es algo que te anime, te conozco y odias con toda tu alma eso. Por lo tanto, sólo me queda decir que pese a la distancia estaré aquí.


«Mis padres» recordarlos nuevamente sacude mi corazón cómo si estuviera en un torneo y la sed de venganza revive aún más, trago saliva aún más fuerte, pero no soy capaz de responder al mensaje de aquella chica que a mis quince alborotaba mis sentimientos.

— ¿Matt? —vuelvo al presente, fijándome en el ceño fruncido de Hellen— ¿Vienes?

Asiento lentamente, aunque mis pensamientos siguen en tres cosas: mis padres, venganza y ahora Suri.

— ¿Estás bien? —inquiere con duda, asiento lentamente, ella suspira y acaricia mi espalda— ¿Hambre? ¿Sed? ¿Sueño? ¿Cansancio?

— No, Hely, estoy bien —menciono con la voz ronca, carraspeo antes de acceder a la habitación. El baño está ocupado, por lo tanto, tomo lugar en mi cama tecleando finalmente una respuesta concisa para aquella chica.

Agradezco tus palabras, Suri.

Más corto no podía ser, su respuesta llega más rápido de lo que pensé.

Suri🦋: He vuelto al país, ¿Podríamos vernos?

Me paralizo. Recordar que había marchado a España por su familia fue un golpe para el chico de quince, tanto que, no le prestaba demasiada atención a su alrededor. Pero en la relación que llegamos a tener todo fue bonito, incluso, diría que mi primer amor fue excesivamente bueno.

Recobrando la postura levanto la cabeza, Hely está tecleando en su celular, mientras que, los hermanos Ainsworth permanecen hablando acerca de algún tema familiar.

Julieta sale del baño, por lo tanto, tomo el turno para poder ducharme. Bajo el agua pienso en todo, desde mis ojeras y ojos hinchados, hasta las sombras y la aparición de mi ex.

No sé cuánto tardo bajo la lluvia artificial, pero es lo suficiente para relajar mi tenso cuerpo. Al salir con la ropa ya bien colocada, Hely entra al baño donde informa que todos están locos.

Verlik se encuentra acunando el rostro de Julieta. Edén y Abadón continúan hablando ahora sin gritarse. Dermain y Sedna no se encuentran.

Julik se levantan de sus lugares, despidiéndose y marchando de la habitación. Los otros dos restantes hacen exactamente lo mismo.

Hellen poco tiempo después vuelve del baño, colocándose los aretes.

— ¿Puedes abrazarme? —le pido, ella asiente, caminando hasta mi dirección y fundiéndose en mis brazos. Su aroma, calor y respiración se completa con el mío, acaricia de vez en cuando mi espalda y otras veces los cabellos. Se estira un poco y deja un beso en mi frente. Pienso si sería bueno contarle, al cabo lo medito, es mi mejor amiga y ellas dos se llevan muy bien— Suri me escribió.

Aleja su cuerpo un poco del mío para observarme sorprendida.

— ¿De verdad? Eso es...

— Raro.

— No lo es —se separa, encogiendo sus hombros—. ¿Y qué te ha dicho?

— Ha vuelto a Alemania y quiere saber si podríamos vernos —abre exageradamente sus ojos antes de empezar a saltar como retrasada.

— Eso es bueno, Matt —frunzo el ceño—. Puedes entrar y salir cada vez que quieras.

Palidezco: — ¿Entrar y salir de dónde?

— ¿Entrar y salir de la ciudad? —menciona con intriga, luego capto y rasco mi nuca.

— Sí, eso —queda dudosa, cambio radicalmente el tema—. No sé si hacerlo, apenas llegué de Alemania después de...

— Salgamos una noche, con todo Magic Group. Tú y Suri en una parte y nosotros en otra, así ustedes hablan en privado —medito sus palabras antes de asentir.

— Buena idea —le respondo a Suri donde ella acepta salir este fin de semana, respiro hondo y vuelvo mi atención a la chica más pequeña que yo, pero el sonido de mi teléfono interrumpe nuestra cercanía, una videollamada entrante de ella— ¡Pánico!

— Contesta, hombre.

Ruedo los ojos y ella aprieta mis mejillas, me envía a mi cama donde me posiciono cómodamente sentado.

— Koch —menciona del otro lado. Sus cabellos están cortos, llegan hasta sus hombros y los ojos ya conocidos se presentan: azul intenso. Su voz ha cambiado bastante y su sonrisa se expande al verme.

— Hola, Suri —silencio... Hely en una esquina de la cama golpea su frente, negando.

Hablamos acerca de lo acontecido recientemente, ella al ver que mi ánimo decae decide cambiar estratégicamente de tema.

— ¿Y Hellen? —la recién nombrada sonríe como el gato con botas— Tengo tanto tiempo sin saber de ella.

— Está cerca —ella exclama de felicidad. Como he dicho, ellas dos se llevan de maravilla.

— Boxeadora, un gusto volverte a ver —Suri ríe por el comentario de mi compañera.

— El gusto es mío por ver a la preciosa capitana de voleibol —un trueno se escucha y me estremezco—. ¿Ya se admitieron las cosas, lentos?

— ¿Cuáles cosas? —finjo demencia, ella niega acomodando sus lentes.

— Que ustedes dos... —calla al percibir un estruendo en la puerta de nuestra habitación, la cual fue abierta por los restantes del Magic Group, su rostro se muestra con intriga—, ¿Pasa algo?

—No, tranquila —y es inevitable conversar cuando en la habitación todos parecieran estar en guerra—, Suri, nos vemos este fin de semana. Debo resolver algo aquí.

—Está bien, Matt.

Cuelgo la llamada, y presto atención a mi alrededor tratando de asimilar la situación que está un tanto alocada; las pupilas de Dermain están dilatadas y una Sedna con la ropa descuartizada se encuentra tirando algunos objetos de cristal a la pared.

—¿Qué está sucediendo aquí? —Sedna me observa, de la comisura de sus labios sale sangre como si anteriormente estuvo en una pelea, y ni se diga de sus cabellos apuntando a diferentes direcciones—. ¿Qué te pasó a ti?

—Estaba en clases y... ¡unas sombras aparecieron!

—Debo recalcar que el humo era blanco —explica notoriamente Dermain, tratando de detener el desastre que está haciendo su hermana en la habitación.

Mi ceño se frunce notablemente al escuchar las últimas palabras que salieron de la boca de Dermain. Padre no tiene sombras blancas.

—Pero sólo los atacaron a ellos —señala Julieta a los vampiros—, a nosotras nos pasaron por el lado como si no nos estuvieran viendo.

—Pero el humo de las sombras es de color negro —una Hellen dudosa inquiere, pasando su mano izquierda por su ahora cabello enmarañado.

— Eso pensaba yo, y mira el desastre que soy —la voz furiosa de Sedna hace eco por toda la habitación. Le ayudo en todo lo que puedo, pero a decir verdad investigaré más adelante acerca de esas sombras.

[...]

H.W

Cuando todos están concentrados con la colérica de Sedna, decido alejarme informando que investigaré algunos datos relevantes en biblioteca. Sin embargo, esto siendo una vil mentira.

—Mi pequeña Weber —sus manos se posicionan en mis mejillas tratando de hacer que mis ojos se posicionen sobre los suyos que me reciben cálidamente—, me alegra que hayas venido. Necesito urgentemente mostrarte lo siguiente.

Me mantengo a su lado en todo el camino del reino, pero hay algo en el ambiente que me relaja. Los arbustos prominentes que se encuentran alrededor de una gran puerta, con hojas coloridas que relucen el equilibrio entre la belleza y la puridad.

Madre —su mano recae encima de mi hombro, y por el rabillo del ojo puedo ver como sonríe. Le gusta que le diga de esa manera, quizás porque así se asegura de que soy fiel a ella. Y siempre estaré del lado de la bondad, no de la oscuridad —Gracias por confiar en mí, no la voy a defraudar.

—Confío plenamente en que tu eres la indicada para cumplir con mi plan de acabar con las sombras malignas, —toca tres veces la puerta y luego hace un proceso de verificación que hace que podamos entrar, sus tacones hacen eco en todo el lugar— sé que eres valiente, sin embargo, no quiero que en el futuro cuando sepas mi plan te niegues o quieras relevarte contra mí.

—Madre, soy fiel a ti —hago una reverencia, lo cual logra hacerla sonreír completamente—. Siempre lo seré.

—Me alegro, mi pequeña Weber.

Me hace continuar caminando, sin embargo, logro visualizar unas celdas donde habitan sombras de color blanco. Algunas se encuentran realizando algunas entrenando, otras creando objetos y las demás reflexionando.

—Acerca de ellas le quería preguntar —me giro totalmente hacia ella que se encuentra con los brazos cruzados—, ¿Qué son?

—Ellas...

Cuando escucho la explicación quedo atónita, mis oídos comienzan a crear un sonido que hace que la visión se me nuble.

No...

Yo no sería capaz de eso.

—————————————

¡Hola, personitas de la locura!

¿Cómo les va en esta vida?

¿Alguna emoción por el nuevo personaje? Porque yo sí tengo muchas.

Juro que la muerte de los Koch me duele, ¿o no?

No me extenderé tanto, pero amo el capítulo siguiente, no soy tan cruel cómo creían, creo que vienen risas. Creo, soy muy mala para hacer reír.

¿A quién engaño? Mejor agárrense fuerte.

Hasta aquí mi reporte.

Con amor: este intento de Escritora 🧚🏽‍♀️🖤🧚🏽‍♀️

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