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11- SOL, SEGUNDA PARTE

H.W

El beso. Sigue rondando en mi cabeza sin parar y el que Matt me dé halagos cada dos por tres, tampoco ayuda a superarlo; aunque todo esto lo siento de una manera diferente, es como si el beso hiciera actos en mi ser que creía que eran inexistentes. Me remuevo en la cama sin detenerme, mientras los pensamientos siguen puestos en aquel chico que duerme plácidamente en su cama, con cada hebra de sus cabellos esparcidos por su rostro, sus labios entreabiertos mientras sueltan pequeños rastros de saliva; su cuerpo de lado con su mano izquierda en su nuca me revive aquel recuerdo una y otra vez.

—» Mi pequeña Weber... ¿qué sucede?

—» Reina, ayer Matt y yo nos besamos. Sin embargo, no creo que haya sido lo correcto, es mi amigo, no quiero que nuestra amistad se dañe por eso.

—» Mi pequeña Weber, no se dañará su amistad por un simple beso.

—» ¿Y si sucede? Debemos de estar él y yo juntos, pero usted más que nadie sabe que lo que siento por Matthew Koch es simplemente amor como si fuéramos hermanos.

—» Es entendible tu punto, pero también debes de entender... tú, mi pequeña, no sabes si lo que él siente por ti es sólo amor de amistad.

—» Lo conozco, siempre me cuenta todo por más tonto que sea, no tenemos secretos. Y sé que él sólo me dice cosas bonitas para que yo me dé cuenta de lo valiosa y hermosa que soy, logrando crecer mi autoestima.

—» ¿Estás segura de que sólo lo hace para subir tu autoestima? Oh, espera. No puedes decir que no se tienen secretos, cuando él no sabe que tu guardiana soy yo, y que cada persona que trate de hacerte daño tendrá serios problemas.

—» Shhh, es un pequeño secreto que debe de permanecer.

—» Pequeña Weber, él en algún momento se dará cuenta que tú estás protegida por mí, que a ti es la única persona que le concedo lo que sea con los ojos cerrados. Él no es tonto, pero a la vez te tengo más confianza a ti, el nombre de Koch no se vislumbra bien en el libro y debes de investigar quién lo protege.

—» ¿A cambio que lo descubra que recibo?

—» Todo lo que desees será tuyo, todo. Pero primero, investiga quién lo protege, recuerda mi pequeña Weber, no te confíes de él.  Ahora te sientes confundida por lo que sientes por él, pero su aura me genera cierta inquietud.

Me frustro, sentándome en la cama y observando la ventana. Los árboles moviéndose al compás del viento, mientras que, el amanecer se va presentando frente a mi vista. Si la Reina no lo protege, ¿Quién lo haría?

— Belleza, ¿Qué tienes? —pregunta Sedna, sentándose frente a mí, mientras susurra.

— Nada —respondo en un susurro por igual, aunque en este momento suspiro.

— ¿Segura que no pasa nada?

— Sí, sólo que... —coloca su mano en mi hombro, pero en vez de que yo hable hace que haga silencio.

— Sólo háblalo cuando estés segura y dándome cuenta de la situación trata de aquella persona —se levanta lentamente mientras de reojo observa a Matt.

Me deja sola nuevamente, entre divagues de todo lo acontecido.

— ¿Hellen? —la voz adormilada de él se presenta, luego de cuatro horas en la cual tuve tiempo de bañarme y volver a mi posición anterior, pero ahora con la cama arreglada— ¿No dormiste?

No. Pero aquella respuesta no la daré, respiro forzoso y en un momento le doy una pequeña ojeada: su cabello aún despeinado, apuntando hacía diferentes lugares, estrujando sus ojos a no más poder y bostezos de vez en cuando saliendo de su persona.

— Sí, claro que dormí —respondo luego de unos segundo de detallarlo, por su parte se estira, para levantarse y caminar al baño. Los vampiros presentes niegan con su cabeza, tienen más que claro que desde horas antes estoy despierta y creo que ya uno leyó mis pensamientos, obviando la conversación con la Reina, nadie puede escucharla.

— Ya es hora de despertarse —menciona Verlik, después de quitar a su hermano del medio— ¡Julieta, es hora de despertarse!

La chica con reflejos se levantó asustada, pero enredándose con las sábanas para caer al piso, Edén por el ruido se despierta sobresaltada para convertirse y tener sus ataques de defensa.

— Hey, —río por lo acontecido, logrando que me observe con inquietud— todo está bien, tranquila.

Me acerco a la loba y acaricio su cabeza, la bruja sigue enredada en las sábanas maldiciendo todo a su paso y entre divagues y gritos, Matthew salió con el cepillo dental en la mano.

— ¿Qué demonios pasa con ustedes? —preguntó con intrigas incluida, también tratando de no chorrear el enjuague.

— No pasa nada —indica Sedna—. Tú termina de alistarte, Verlik ayuda a Julieta, Edén vuelve a tu cuerpo común y corriente, Hellen... tú nada.

Todos acatan su orden, para que después de unos largos minutos estemos listos para ir a desayunar. Matthew va conversando acerca de querer ver las dichosas películas que estaban pactadas para ayer, por lo tanto, lo escucho sin objetarle, no quiero confirmar.

— ¿Entonces...?

— Hoy tenemos competencia contra Pherisheill —mencioné, su entusiasmo baja un poco, pero luego vuelve más fuerte.

— Eso es fantástico, Hely —se detiene para observarme con los ojos entrecerrados— ¿Cuál es mejor capitana de Camila o Ailén?

— Ailén —lo arrastro conmigo.

En el trayecto comienzo a parlotear tratando de bloquear el recuerdo de aquel beso, después de desayunar, entrenar e ir con las del equipo, me toca despedirme.

— Te veo más tarde, diosa del Olimpo —mencionó, abrazándome, acaricio sus mejillas y luego las beso.

En aquel autobús donde seremos llevadas, me mantengo al lado de Julieta y Edén que van conversando acerca de Pherisheill, por mi parte, soy oyente de todo. En un momento Sedna se sentó cerca antes de que Ailén apareciese con aquella sonrisa plasmada.

— Hola, bellezas —le sonreímos de vuelta, se acomoda el uniforme de capitana, es negro completo la representante y en las demás es negro con líneas verdes—. Hoy hay que patearles la vida a los de Pherisheill, ustedes vinieron de ahí, pero ahora son de Potresheill.

— Entendimos, Ailén —respira aliviada, el trayecto más largo de la historia. Chistes bien malos, alistarnos mentalmente y darnos ánimos.

El momento ha llegado, cuando bajamos las doce chicas del autobús y nos acomodamos perfectamente, sabemos de sobra que es hora de andar. El juego no empezará todavía, falta una hora, por lo tanto, da tiempo a que los chicos lleguen.

Entrenamos en una zona y luego de tanto, el otro autobús llega, donde Matthew, Verlik y Dermain bajan acompañados de la pareja de Sedna.

— Doble seguridad, éxito —se dice ella misma, palmeo su hombro. Ellos saludan de lejos antes de irse a las bancas más cercanas para ver el juego.

Seis de nosotras nos posicionamos en nuestra parte, donde podemos apreciar cómo Camila nos observa mal. Respiro hondo y mantengo mi mente en lo que pasará.

Los cuatro sets que debemos pasar colocan nuestras almas en nerviosismo, pero centrándonos, juego limpio, tratando de que, en medio de todo, Potresheill tratar de ganar.

En el último momento, quinto sets o más bien, el decisivo, una chica del otro equipo nos hace una mala jugada.

— ¡Pherisheill gana! —gritan por los altavoces.

— ¡Hicieron trampa! —le grité a Rodolfo que estaba a pocos pasos de distancia. Ellos toman su tiempo para volver a ver la toma y luego carraspean.

— ¡Por el fraude del equipo de Pherisheill, proclamamos Potresheill el ganador!

Saltamos de alegría y en gritos, Camila cruza sus brazos y alejándose con su grupo. Entre el medio de los gritos, escuché mi nombre, buscando con la mirada aquella persona y hallándola. Entrecierro mis ojos y continúo con mi grupo, cuando da el momento de irnos y que nos hemos lanzado las suficientes fotografías, una mano se posa en mi hombro.

— Felicitaciones, mi señora —la voz de Liam se escucha, dando así una pequeña reverencia, sacudo mis hombros.

—Gracias.

—Te extraño amiga.

—Amiga tus nalgas, ¿te digo por qué no te envío lejos? Para evitarme problemas a futuros —tomo de un tirón su oreja acercándolo hacia mí, susurrándole palabras que logran volverlo pálido, su semblante cambió repentinamente y al ver mi rostro y fijarse que no bromeo corrió angustiado del lugar.

[...]

M.K

Cuando estamos nuevamente en el instituto Potresheill, logré poder abrazar a mi mejor amiga donde ella exclama de felicidad por el logro del grupo. Mientras la algarabía no muy lejana se escucha, las felicitaciones por parte de la inspectora y la caminata hacia las habitaciones me deja vía libre para preguntarle lo que lleva merodeando por mi cabeza.

— Oye, Hely —me observa de reojo, acomodando su cabello negro— ¿Liam te estaba molestando?

Su palidez aparece y aquella felicidad que habitaba en su ser va decayendo y me reprendo por arruinarlo.

— No, lo puse en su lugar. No te preocupes —indica llevando sus manos al suéter.

Con un poco de pesadez hablo nuevamente—. ¿Cómo te sentías en el juego?

— Se sentía bien —responde, luego palmea mi hombro—. No pasa nada, Liam no me volverá a molestar.

— Hely...

— Tenlo por seguro —continúa el trayecto, pero algo dentro de mí me dice que no es así, Liam no se dará por vencido por obra del Espíritu Santo. Ella aprieta ligeramente mi hombro antes de continuar el trayecto, suspiro siguiéndola.

En la habitación se encuentra Ailén y Ada muy tranquilas conversando, nos ven llegar y saludan. Sus parejas se encuentran en una esquina de la habitación discutiendo.

— El pan de cada día —digo, Sedna y Dermain gruñen como si fueran algún lobo—. Edén, no debes morder a los vampiros, mira ya como están.

— Idiota —dijo en un bajo murmullo, Hellen se lanza hacia ella gritándole en el oído ganando que la suelte y lance al suelo.

— Todo esto está muy divertido, pero es hora de dormir —dice Julieta, estirándose después de que todos nos hubiéramos duchado, respira hondo antes de acomodarse bajo las sábanas azules.

— Opino lo mismo —le sigue la corriente Hellen.

— Sedna, ¿Vamos? —la recién nombrada marcha de la habitación en conjunto a Ailén, los restantes permanecemos intrigados y Dermain suspira llevándose a Ada del lugar.

— ¿Belleza? —Verlik zarandea a Julieta cuando acaba de llegar— ¿Te dormiste?

No les presto atención, lanzándome a mi cama, visualizo mi computadora y la uso por un largo rato en los cuales han quedado todos dormidos. Coloco audífonos en mis oídos y emprendo en busca de aquella película. Es de romance, pero a la misma vez de misterio.

Siento un pinchazo en mi brazo, logrando que me asuste y visualice a la chica al lado de mi cama con los ojos cerrados. Sonámbula, tenía tiempo que no le sucedía.

Me levanto para llevarla a su cama, pero pareciese un bloque sin poderse mover, entonces, decido llevarla conmigo y acostarla a mi lado. Acaricio sus cabellos cuando se acomoda y continúo con la vista fija en la pantalla de la computadora.

En un momento me entra rabia, es casi igual como aquella película que vimos: el chico la trata mal y ella se deja como si no hubiera un mañana, le pide perdón y luego vuelve a dañarla en menos de cinco minutos.

Al final terminan juntos, aprieto los ojos con fuerza y cierro la computadora, desconectando los audífonos y luego, acomodándome para poder dormir.

Boca arriba me encuentro, Hellen se remueve y le paso un brazo para que sienta cercanía, pero entre sueños me hace abrazarla correctamente.

A la mañana siguiente, escucho el sonido del flash, me remuevo un poco y abro los ojos con pesadez encontrando a mis compañeros con cámaras en mano.

— Eso da miedo —mencioné, con la voz totalmente ronca, ellos ríen y después de una larga ducha en mí ellos callan por culpa del humo entrar y precisamente no es el de Sedna, ya que, se encuentra aquí.

— Oh, no —aquel humo lo recuerdo por el libro de hechizos, esto será bien feo—. Hely —la zarandeo con miedo— ¡Hellen Weber!

Se despierta del miedo, nuestro tatuaje en conjunto comienza a arder y luego nos mantenemos observando aquel humo.

— Hellen ve dúchate —indica Sedna, mi compañera no indaga en nada y corre hasta la zona—. Arreglen este desastre, vendrá hoy.

Así lo hacemos, cada quién arregla parte de la habitación, manteniéndola más limpia y adecuada para aquellas visitas que se están acercando. No permitimos que Ailén y Ada vengan, por lo tanto, cuando estamos los sietes juntos, respiramos forzosos. Cada quién en su cama.

El humo va tomando forma, convirtiéndose en aquellas dos mujeres que colocan el piso a temblar, mordisqueo mi dedo con nerviosismo, La Reina y su mano derecha —hermana oculta— están aquí, vestidas de negro y con aquellas bellezas resplandecer.

La Reina con una sonrisa en su rostro y su hermana de brazos cruzados.

— Buenos días, Magic Group —nos levantamos haciendo una reverencia.

— Soy Zaina —se presenta la mujer de cabello negro, ojos azules y con el rostro serio, antes de inclinarse con los ojos entrecerrados—. Necesitan entrenamiento, parecen cucarachas mediocres que no podrán con la guerra sin terminar muertos en el proceso.

— ¡Zaina! —le reprende su hermana.

— No seré gentil con ustedes, soy su entrenadora de hoy en adelante, desde la mañana hasta la hora que se me...

— Zaina —secunda su hermana, nuevamente, ella rueda sus ojos y suspira.

— Quiero que sean el dichoso Magic Group que dicen ser —informa Zaina, caminando por toda la habitación—. Que los elegidos sepan usar sus poderes perfectamente y que los demás no tengan tantos conflictos.

— ¡Cariño, tenemos entrenamiento! —grita Ada, al otro lado de la puerta. La Reina alza su ceja en dirección a Dermain que trata de esconderse bajo su propio poder.

— ¿Qué tal la boda, Dermain? —él alza su pulgar derecho y por mi parte bufo, es una tontería. Al menos padre, no actuaria de esta forma— Tienen entrenamiento con Zaina —la observa—. Nivel cinco.

[...]

Creí que el entrenamiento iba hacer tranquilo, ¡No pelear con un jodido dragón inspirado en Zaina donde nos ataca con fuego azul!

Lanzo la bola de fuego, pero el animal me devuelve más vapor, respiro hondo y a la vez dejando aparecer una catana, corro, distrayéndolo y corto la parte de atrás, sólo ganando que se gire para lanzarme al suelo.

Sedna con su humo negro lo distrae, logrando volverlo loco, gira sin parar y es en el momento que Dermain lo derriba, Edén se convierte y empieza a atacar, Verlik juega con su mente y Julieta lo somete a amarrarlo.

Hellen une nuestros poderes dejando que nos levantemos con el ardor en el tatuaje y lancemos aquella bola hacia el dragón.

— ¡Era entrenar, no matarme! —se altera Zaina, apareciendo nuevamente en su cuerpo— Den gracias a todos los dioses de que soy inmortal.

— Yo también lo soy —dice Dermain.

— ¿Quién te preguntó? —alza su ceja derecha, luego gira sacudiendo aún más su ropa, nos presenta frente a nosotros a robots— Con ellos practicarán, tienen que estar atentos, se aprenden sus tácticas de una vez, así que, por lo que más quieran, no lo coloquen tan fácil.

Al parecer su opinión nos la pasamos por el culo, porque literalmente hacemos todo fácil, los robots nos vencen unas diez veces y unas quince Zaina nos ha gritado.

— Descansen —dice, con el rostro rojo de la rabia y de momentos mordisqueando su labio tratando de no insultarnos, luego, sin poder aguantarlo exhala—. ¡Es que son mensos, lo primero que les digo y lo primero que hacen! Creo que son fan de Anuel AA.

— ¿Y ese quién es? —pregunta con duda la rubia.

— Cómo sea —hace un ademán de manos—. Quiero que se esfuercen, no que se dejen vencer por robots. Tal vez suene dura, pero así se deben entrenar —resopla, moviendo aquel cabello que cae por su frente—. Sé qué pensarán que soy una sin alma, pero cómo dije: se deben entrenar así, luego me lo agradecen —se acerca a cada uno de nosotros y su rostro se torna pálido, la inquietud aparece cuando se aleja a pasos apresurados—. Por mi hermana, ustedes huelen a perro muerto.

— No huelo... —olisqueo mi vestimenta y creo que ya entiendo su razón, parece que tengo cuarenta días sin pasar jabón por mi cuerpo y creo que yo mismo me desmayaré.

— No hay más entrenamiento por hoy —sus mejillas se inflan, posiciona la mano en su nariz y sigue con el drama—. Báñense, se los sugiero.

El humo negro aparece, aquel que representa a la Reina y por instinto todos nos alejamos un poco. Bonita forma, olemos a demonio y la superior vuelve a visitarnos.

— ¿Cómo va el...? —calla, tapando su nariz— Por mí misma, ¿Desde cuándo no se bañan?

— Creo que voy a... —las arcadas en Zaina aparecen— vomitar.

— Los amo, pero nos vemos —el humo negro de ambas desaparece y por un segundo pensé que Zaina iba a vomitar en algún momento. El olor a nuestros sudores resplandece en el lugar y en un momento hasta yo mismo me doy asco.

— Huelo como mi abuelo —indica Edén—: a perro muerto.

— Ya somos dos, parece que un bebé me cagó encima y ahora yo soy la viva imagen de lo sucedido —anuncia Julieta, arrugando el entrecejo.

— Con razón huyeron —indiqué, asienten lentamente y cuando estamos nuevamente en la habitación, optamos por ir por turno al baño.

En mi turno —al ser el último— me tomo mi dulce tiempo, restriego mi cuerpo y repito las acciones una y otra vez, no me pondré de tan mal olor nuevamente. Desde pequeño he tenido cuidado con mi higiene y el hecho de que hoy casi me desmayo por mi propio mal olor, hace que restriegue más veces.

— Matt, debes salir ya —escucho la voz de Hellen, retiro los cabellos que estorbaban mi vista y con cuidado le respondo.

— ¿Sucede algo?

— Tengo hambre y los demás marcharon —tomo una profunda respiración—. No tardes.

Asiento, aunque no pueda verme, es una mala costumbre desde... ¿Siempre? Sólo sé que no vuelve a interrumpir. Salgo de la ducha finalmente y me doy cuenta de que por mi desespero no traje la ropa, he visto gente idiota y luego de verme al espejo me corono cómo su presidente.

Coloco la mano un poco temblorosa en el pomo de la puerta, la toalla la afianzo más a mi torso y nuevamente paso la mano por mi cabello húmedo. Después de varias reclamadas a mi idiotez, salgo.

— Al fin, pensaba que... —calla al verme, luego finge leer dando la vuelta a donde estoy y la verdad lo agradezco, antes de continuar le doy una pequeña ojeada: vestido corto de color negro, mientras que, su cabello está atado en una coleta alta—. Sí te lo preguntas, hoy tenemos reunión general, podemos ir cómo queramos.

Su voz tranquila me produce paz y armonía, después de varias respiraciones empiezo a secar mi cuerpo para colocar mi ropa interior y luego, rebuscar en mi ropa: un pantalón negro rasgado en las rodillas, una camiseta negra en conjunto a el suéter gris con rayas rojas, unos tenis blancos que sin duda alguna no quiero que lo pisoteen.

— Listo —indico, luego de haberme lanzado más perfume, ella por su parte gira con las mejillas rojas y tratando de esconderse detrás de su cabello, me acerco con una sonrisilla de tonto antes de abalanzarme para abrazarla. Casi siempre, aclaro, casi... hago esto, ya que, dice que el olor de su perfume no huele a nada.

Remuevo un poco mi cabello al alejarme y ella sonríe aún más con las mejillas acaloradas, mi pecho se infla de ternura y extiendo la mano que sin duda alguna acepta.

Después de tomar nuestros celulares, salimos al pasillo donde todos parecen que van a una fiesta por la ropa tan casual. Ojeo nuevamente a mi acompañante y sonrío por inercia, acaricio con mi pulgar su mano, a lo que ella me observa.

En la mesa de siempre se encuentran los demás cuando llegamos con nuestros aperitivos en la mano que no llevábamos agarrados.

— Okay escuchen —empieza Sedna con la voz un poco firme—, si están saliendo díganlo, no hay problema.

— No estamos...

— Sólo nos vemos cómo amigos —indica Hellen, asiento muy convencido. Los demás asienten sin creérselo del todo.

— La dichosa reunión es acerca de los fallecidos —indica Dermain, con su esposa en las piernas, exhala—. Mi más sentido pésame por esos dos fallecidos.

— ¿Cuándo murieron? —ellos se observan con dudas cuando abrí la boca.

— Hoy —decidió responder Ailén comiendo como si su mundo dependiera de ello.

Entre poca conversación me sumerjo en mis pensamientos, divagues y situaciones que no saldré. Tal vez esté de paranoico, pero no quiero que esos fallecidos sean conocidos.

En el momento de la reunión hay un extenso silencio, ni siquiera los chicos hablan y sé que es momento de respetar a los fallecidos. Tomamos lugar en unas sillas, mientras la inspectora pasa de vez en cuando su delicado pañuelo debajo de sus ojos.

Ella toma aire por su boca antes de tratar de relajarse.

— Hoy es un día lo bastante triste para Potresheill, sin duda alguna esto qué pasó es duro —comienza con la voz temblorosa—. Guerreros excelentes que en su último respiro decidieron seguir con la lealtad hacia la Reina. Sin duda alguna, siento tanto por el hijo de aquellas personas, hagamos un minuto de silencio por...

Calla cuando el humo negro ya conocido aparece, haciendo que cada parte del lugar tiemble, sin duda alguna La Reina está aquí junto a Zaina, ambas con los ojos cristalizados.

Cuando íbamos a inclinar la cabeza, ella niega.

— Guerreros, protectores, personas que sin duda alguna no era su momento de morir, lo hicieron bajo las sombras y serán recordados por cada uno de nosotros —indica la Reina, algo no está bien—. Demos un minuto de silencio por los señores Koch —yo me levanto como un resorte del asiento, niego repetidas veces con la cabeza. Esto es una broma.

—» Padre, ¿por qué los has abandonado?

—» Déjame explicarte lo siguiente...

—» ¡NO!

¡Esto debe ser una puta broma!

¿Mis padres? No, ellos están bien, ellos me llamarán para informarme que estaba aprueba de algo.

Pero la Reina no está en condiciones de estar bromeando, mi mundo se paraliza, mientras sigo negando como un maniático. Es que debe ser una broma.

Zaina a su lado nos da una ojeada, al igual que el resto de las personas. Ahí lo comprendo.

No es ninguna broma, es la realidad, la realidad a que no habrá bromas, no más chistes, no un: «padres, les presento a mi pareja que me soporta y no sé cómo». Todo se fue por la borda, lo único que mi cerebro hace es gritarme a los cuatro vientos.

Mis piernas tiemblan, mi garganta está seca y sólo pensarlo mis ojos empiezan a cristalizarse. Sin dudarlo me alejo del lugar a pasos apresurados y torpes, mientras los ojos cada vez más se empañan.

No más: hijo, no seas pendejo y salgamos a dar un paseo cómo familia que somos.

Mis padres... corro sin importarme con que choco, sólo sé que aquí no es que quiera estar. Mi cabeza martillea cuando llego a la habitación, cerrando de un portazo y yendo a la esquina cerca de mi cama, deslizándome por la parte sintiendo que mi mundo está abajo, que nada es igual y que los poderes no los traerán a la vida.

Esto es una mierda, la respiración varías veces se me atasca y las lágrimas no dejan de danzar por mis mejillas cómo alguna bailarina de ballet. Grito en desesperación, ¡Ellos no!

El sonido de la puerta abrirse no me detiene el lloriqueo, no es fácil, enterarte que tus padres...

Lloro con más fuerza, mis pilares, mis padres amorosos, esas personas que estuvieron ahí desde el principio y que me brindaron una infancia sumamente normal.

Los brazos ya conocidos, me estrellan a su anatomía, acariciando mi espalda dándome confort. Pero sólo quería tenerlos conmigo, contarles chistes malos y presentarle a la mujer que me soportará.

— No están —sollozo audiblemente, las palabras de mi padre de: nos veremos pronto, hijo, pero recuerda, te amo sin importar lo que suceda. Y sumándole a esto, sus palabras de que si llegaba a faltar fuera con los Salem, esto hace que mi corazón se apretuje aún más— ¡Se fueron!

Quisiera comenzar a pegarme a mí mismo, pero en vez de eso sólo me mantengo llorando cómo magdalena, mi dolor, ¿Esto era el dichoso momento donde entras en pánico y sientes que te ahogas? Porque la verdad, yo me siento cómo la mierda.

Ella por su parte no habla, está dándome el espacio a desahogarme, pero con cada pensamiento todo se vuelve más penoso.

No sé en qué momento mis lágrimas dejaron de salir y el hecho en que no haga nada me lo recuerda. Estoy en shock, no salgo de mi trance, pero tratando por dentro de mí de qué digan que fue broma y que seré ascendido rápidamente a Elegido en su puesto.

Pero nada, lo único que se percibe es el ruidoso sonido de la lluvia comenzar y de los sollozos que salen de mí.

¿Me esperaba esto? No.

¿Seguiré en mi trance o volveré a llorar? Las dos opciones suenan tentativas.

¿Invocarlos por la Ouija y recriminarles por haber muerto? Quizás.

Pero en este momento sigo sorbiendo por mi nariz. Respiro hondo tratando de tranquilizarme, pero el hecho de que ella también estaba llorando me parte en dos.

Vuelvo a llorar está vez más fuerte, el Magic Group aparece, formando una enorme y gran abrazo, que sin duda en otro momento diría que es extraño, pero en esta ocasión mi lado bromista se apagó.

Creo que, de tantas lágrimas terminé dormido con la cabeza entre el cuello de Hellen, mientras que hasta en sueño me persigue lo mismo. Dolor.

————————

¡Hola, personitas de la locura!

Un capítulo más largo que mi sueño.

Tantas emociones en el mismo lugar, yo sólo tengo ganas de llorarle a los Koch (bromita), pero tengo tanto sueño que no lo estoy pensando mucho.

Espero les haya gustado, un minuto de silencio por los padres de Matthew.

...

...

¿Ya dejaron que pase el minuto? Bueno, entonces hasta aquí mi reporte.

Con amor: este intento de Escritora 🧚🏽‍♀️🖤🧚🏽‍♀️

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