11- SOL, PRIMERA PARTE
M.K
~ Pequeño Koch, debes saber algo.
~ Padre, ahora no quiero hablar.
~ ¡Es importante!
~ Luego me informas.
~ ¡Matthew Koch!
Corto la comunicación en el momento en el que vuelvo a pisar el instituto Potresheill me hace recuerdo de que debemos continuar con esto, no apegarnos tanto a Alemania y seguir aquí. Aunque la intriga por saber lo de Dermain es más fuerte que lo que me tenga que decir Padre.
Hacemos la entrada a la habitación con maletas en mano, mientras que en cada cama se encuentran los demás del grupo, aunque hay una aura diferente, no todos están, falta uno. Dermain.
— ¡Llegó está belleza! —informo apenas entro, saludo a todos con sonrisas plasmadas en mi rostro y Hellen se mantiene cuchicheando con Sedna— ¿Dónde está Dermain?
— No lo sé, yo tengo hambre —menciona Verlik, levantándose lentamente, observando de reojo a Julieta.
Dejamos las maletas y vamos todos hacía el comedor, el aura que se transmite es distinto, es demasiado frío y creo que algo no tan bueno pasará. A mitad del desayuno, un chico rubio entra de la mano con una chica, donde todos con los ojos bien abiertos lo observamos.
— Matthew, ahí está la razón por la cual querrás golpearlo —mi boca sigue abierta, formando una incansable O para ser cerrada por la mano de Hellen.
— ¿Son pareja? —pregunto con bastante duda, mientras más se acercan.
— Sí —Verlik lleva sus brazos a la mesa—. La verdad es que...
Calla abruptamente cuando el rubio señala las dos sillas vacías, Sedna observa sus uñas, Julieta recuesta su cabeza en la mesa, Hellen continúa incrédula, Verlik gira a ver a Julieta, por mi parte alzo una ceja y, por último, Edén, que simplemente se hace la desinteresada.
— Hazlo —informo para que tome asiento luego de varios segundos, la chica a su lado hace una reverencia hacía Hellen y mi persona; luego Dermain que sonríe.
— Yo iré a la biblioteca, nos vemos luego Dermain —la chica nota la inquietud de todos y marcha, mientras que Edén se levanta, y las demás la acompañan.
— ¿Qué está pasando? —comienza a rascar su nuca.
— Koch, quise hacerlo con ella... de verdad que sí.
— ¿Tus padres no quisieron?
—Ella se negó por miedo, pero joder Koch. Estoy jodidamente enamorado, vine aquí en busca de su amor —un leve sollozo sale dentro de él—. Quiero todo con ella.
Se levanta lentamente sin escucharme, se desaparece a través de un humo negro; Verlik a mi lado frunce el ceño, pero optamos por no indagar. En el fondo duele bastante por el simple hecho de que entre ellos había esa química que aunque no lo mostraran como Verlik y Julieta, sí existía.
Decido ir a entrenar, pero antes teletransporto a una Hellen que se sitúa a mi lado derecho, cantando algunas canciones antes de callarse cuando nos adentramos en la zona de entrenamiento, tomando catanas en nuestras manos.
— Quiero olvidar lo sucedido, por eso —peleo con ella a base de las catanas, mientras nos movemos por la zona—. ¿Cómo te sientes?
— Mejor que nunca —en un punto está por ganar, pero esquivo el golpe—. Pude pasar tiempo con nuestra familia.
— Fue increíble —digo, ella hace que mi catana salga a volar y luego, me vence—. Bravo.
— ¡Te gané! —hace su bailecito antes de reír y hacer una bola de agua.
Mi tatuaje quema y dejo sobresalir aquel fuego ya importante de mí. Formándome en un campo de fuerza y corriendo lejos de ella que envía ráfagas de viento.
— ¡Tramposa! —le grité, tratando de despistarla, corrí en camuflaje y estreché el campo de fuerza con su espalda, logrando derribarla— ¡Cuida tu espalda, Weber!
Se encierra en una burbuja, corriendo y tratando de lanzarme las ráfagas de viento, que intenta derribar el campo. El tatuaje en el cuello arde, pero no le presto atención, cuando con furia la envío a volar, dejando que se estrelle con una pared.
Un grito sale de mi garganta cuando el tatuaje duele más, me acerco a toda velocidad revisándola.
— ¿Hely? —palmeo su rostro— Vamos Hely, no es gracioso.
— Está sangrando, elegido —la voz de la capitana de voleibol se hace escuchar—. Llévala a enfermería o usa curación.
Lo intento, pero el desespero no me deja, haciendo que la alce en brazos y nos teletransportemos hacia la enfermería donde la atienden de inmediato.
— Sólo fue un golpe, estará bien —menciona con alivio, suelto el aire que retenía mis pulmones— pero debes tener cuidado cuando uses tus poderes, llega a ser peligroso.
— Entendido.
Tomo su mano entre la mía, esperando a que despierte y cuando finalmente lo hace creo que he visto la gloria.
— Terminarás matándome si continuas así, estas obteniendo más fuerza de la que tengo yo —menciona con la voz ronca.
— Por las sombras, estás bien —la atraigo a mí, besando repetidas veces su frente—. Me asusté, creo que morí y reviví veinte veces.
— Sí cómo no. Espera, dijiste... ¿Por las sombras? —su ironía aparece, pero es detenida por la pregunta, joder.
— Escuchaste mal, dije por la reina —frunzo el ceño, tratando de que olvide mi error—. ¿Por qué mencionaría a la sombras? El golpe te hizo mal.
—Sí, es lo más probable —pasa su mano por sus cabellos, luego suspira—. Creo que tantos problemas y este golpe me ha sentado mal.
— Qué bueno que ya despertó —informa la enfermera con alegría, logrando detener nuestra pequeña conversación, dándole un breve chequeo y luego darle de alta.
La llevo con el brazo derecho enredado en su cintura, mientras que, caminamos a la par. Algunas personas se atraviesan y otras sólo se mantienen haciendo quehaceres.
— ¿Practicamos?
— Absolutamente no, casi te desangras allá dentro —informo, apretándola un poco más hacia mi cuando un chico va corriendo con bate en mano—. No pasaré hoy otro susto.
— Uy, sí claro.
— Te despertaste irónica —ríe, golpeando ligeramente mis costillas, para después continuar caminando.
— Hely —susurro en su oreja, me observa con una ceja alzada y llevando un mechón de cabello hacia atrás—. A pesar del golpe, te ves absolutamente hermosa como siempre.
El calor en sus mejillas es palpable, las apretujo levemente dejando que ella quede anonada por mi oración. Sigo el trayecto con una sonrisa en el rostro, mientras ella abanica el rostro.
— Gracias, Matt.
— No debes de agradecer cuando te diga lo hermosa que eres, total, eso deberías de tenerlo en claro —su sonrojo incrementa y se detiene tapando su rostro, me acerco con una sonrisa, retirando sus manos—. No debes avergonzarte por eso, Hely.
— Es que —hace un pequeño puchero, tomo sus manos volviéndola a guiar con dirección a la biblioteca—, es raro que lo digas así de la nada.
— Entonces ve acostumbrándote, lo diré sin importar en las condiciones que estemos —entramos a la biblioteca para poder investigar acerca de las sombras, temas que sencillamente yo sé en secreto—. Así que, pequeña Hely, veamos que encontramos.
~ Pequeño Koch, deja de ignorarme. Es urgente.
~ Ahora no puedo, padre.
Corto la comunicación para concentrarme en Hely, su rostro sigue cómo un tomate, ganando una pequeña risa de mi parte que termina cesando cuando la bibliotecaria me sisea desde su puesto.
— Las sombras son seres malignos que tratan de dañar a los más poderosos, queriendo derrotar a la Reina y siendo enviados por personas desterradas de su reino, donde ahora, cada sombra hace un ejército —comienzo a narrar, pausadamente. Esto es raro la verdad—. Pueden lograr dañar, destruir o generar traumas a sus objetivos.
— Cómo también, logran hacer que todos queden enemigos por un mal momento —continúa esta vez una sonrojada Hellen—. Su objetivo es retirar a los brujos, lobos, vampiros, únicos y a los elegidos.
— Mientras que, tratarán de desintegrar el habitad de todos ellos.
— Ciudad Pherisheill y Potresheill —culminé, cada segundo qué pasa es un temor más grande, en vez de enterarnos quien es el causante de esto, lo único que nos percatamos es que esas sombras nos quieren desintegrar. A uno más que otros.
Pasamos largos minutos en el mismo lugar, releyendo, pero nada vale, es lo mismo. Respirando hondo nos alejamos, cruzando el sol para ir hasta una parte de Potresheill, zona tranquila, pero la lluvia empieza logrando empaparnos un poco, hago aparecer un paraguas para refugiarnos.
Comenzamos a caminar tan rápido que en leves momentos casi caemos, aliviados al llegar a la habitación, está todo en silencio y Dermain se encuentra en una esquina, observando hacia afuera.
— No quiero pescar un resfriado, así que, me largo a cambiar mi vestimenta —informa Hellen, alejándose hasta entrar al baño con su ropa seca en manos.
Sedna me observa y luego a los presentes, para hacer unas señas no muy ocultas de que me acerque a Dermain. Niego, indicándole con el dedo que me siga al pasillo.
— ¿Ustedes dos se arreglaron? —inquiero, sintiendo las gotas de agua resbalar por mi cabellera oscura y deslizándose por mi mandíbula marcada.
— Sí, —encoge sus hombros— es mi hermano después de todo.
— ¿Entonces por qué allá dentro están tensos?
— Edén —susurra, antes de volver a entrar. Lo hago también, esta vez, acercándome a un Dermain de brazos cruzados totalmente enojado, pero que en su rostro se nota un poco de ¿Decepción?
— Dile a Hellen que guarde silencio, su cantar produce jaqueca —informa, apoyo mi brazo en su hombro.
— ¡Hellen, cantas horrible! —le grito, sobresaltando a los demás.
— ¡Pero con sentimientos!
— ¡Qué asco de sentimientos! —le responde Dermain.
— ¡Yo salgo de aquí y...! —calla por el estornudo— ¡Koch, es tu culpa, me dará gripe!
— ¡¿Por qué gritan?! —esta vez lo hace Julieta.
— ¡Porqué sí! —respondo.
— ¡Inmaduros, dejen de gritar! —Verlik se altera.
— ¡Tú también gritas, animal! —le respondió Edén, ahora con más ánimo.
— ¡Parecen niños de cinco año gritando! —Sedna se une a la función.
Y así pasamos por varios minutos, volviéndose una guerra de gritos que sin duda termina sacando a Hellen del baño con la nariz roja.
En un momento observé a Dermain que está un poco tranquilo y palmeo su hombro.
— ¿Estás bien? —susurré.
— No —susurró de vuelta—. Pero lo hecho ya está.
— Hermano, sé que debe haber algo muy al fondo, pero estoy aquí.
— Gracias, elegido ahumado.
Cruza por mi lado, yendo hacia su cama y rescatándose de la cabecera. Por mi parte entro al baño para retirar la ropa mojada de mi cuerpo y bañarme para colocar una absolutamente más cómoda: musculosa de color negro, pantalones un poco ajustado, descalzo, unos cuantos anillos en mis dedos ahondar en ellos, el cabello despeinado dando contraste con mi facha, los tatuajes bastantes notorios, la fuerza notoria en mis brazos y la mandíbula demasiado marcada junto con la manzana de Adán.
Antes de salir, alzo un poco la musculosa percatándome del abdomen marcado en conjunto a cómo se ven las piernas, ejercitadas.
— Te pareces a Rodolfo —indiqué cuando salí del baño y vi a mi mejor amiga tratando de peinar su cabello, me fulmina con la mirada, yendo a su cama para agarrar un libro de su mesa de noche y empezar su lectura diaria—. Yo quiero.
— Entonces ven —informó, palmeando su lado. Me acuesto felizmente y los demás permanecen tranquilos, por unos leves segundos sentí la mirada de Dermain en nosotros, cuando giré a verlo, disimuladamente observó a aquella cama. Niego, él por su parte frota sus ojos, acostándose boca abajo.
Cada vez entiendo menos esto.
Decido alejarme de Hellen e informarle que estaré realizando unas cuantas cosas en la biblioteca, pero solo quiero comunicarme con la Reina. Dialogar algo que está poniendo en peligro esto.
Así que fuera de la habitación me teletransporto hacia el reino de ella, haciendo caso omiso a la ropa que me colocaron en el momento que piso este lugar. Por otra parte, la brisa se siente extraña, pesada.
Camino hacia las grandes puertas en busca de la Reina, y en el momento en el que la encuentro, de espalda, acariciando una rosa roja.
—Reina —ella me observa frunciendo el ceño.
—Elegido, no me informaste que venías.
—¿Debí avisar? —ella niega, sonriendo.
—No, tranquilo. Eres bienvenido siempre que quieras venir. ¿Qué te trae por aquí?
—La Regla NO. 11 del libro de reglas, sanciones y consecuencias habla acerca del matrimonio. —vuelve a fruncir el ceño dejando de lado a la rosa que le daba algo de cariño— y dice que si ambas partes están en contra del matrimonio arreglado da por finalizada, ¿Me equivoco?
— No te equivocas, pero no sé de dónde viene todo esto.
—Dermain se va a casar por obligación de sus padres —suelta un suspiro y levanta sus manos haciendo una reverencia para que guarde silencio.
—Koch, en el altar ellos dos deben de decir que no.
—Usted es la Reina, puede evitarlo desde ahora, por algo realizó las reglas.
—Ahora mismo no puedo hacer nada Koch, ellos deben de decir que no en el altar. Si me disculpas, tengo algunas cosas que hacer.
—¿Prefieres cuidar esa flor que ir al instituto a negar todo?
—Sí. —aprieto mis manos y me giro en mi lugar, el calor creciendo en mi es tan poderoso que llega a lograr que mis ojos ardan. Su voz se escucha tras de mí, pero hago caso omiso y marcho.
Vuelvo al instituto, pero la furia sigue presente. Ja, una flor. ¿Y nuestros deseos, dudas no pueden solucionarse?
Pienso en mi padre, ha querido comunicarse conmigo y eso haré ahora. Hablar con él. Me concentro en busca de su anatomía y lo logro, mis cuerpo se zarandea de lado a lado, y cuando abro los ojos siento una necesidad horrible de venganza. Este lugar hace que mi cuerpo perciba diferentes sentimientos, la neblina esta presente y por ahí corren algunas sombras.
Una en especial se acerca a mí, su energía se siente fuerte, lo bastante para destruirme.
—Bienvenido Koch —su anatomía aparece detrás de ese humo negro. Es una mujer alta, casi de mi tamaño, su cabello es un negro azabache que hace contraste con sus ojos...—¿Ya terminaste de admirarme?
—Quizás.
Una sonrisa se expande en su rostro, es bella, no lo puedo negar y algo me atrae. Sin embargo, no me puedo distraer y debo realizar todo lo antes posible.
—Pequeño Koch, —escucho detrás de mí, giro lentamente y lo observo. Una sonrisa esta expandida —viniste por decisión propia, eso significa que necesitas algo.
—¿Si dejo de ser el elegido de la Reina...?
La chica sin nombre a mi lado se carcajea, frunzo el ceño cuando sin parar continua riendo.
—Koch, ¿Qué sucede? —su aura cambió radicalmente, no lo percibo del todo, pero no es algo que me moleste ni me incomode— Se armaría una guerra, y tenlo por seguro que por ahora no quieres eso.
—Chico, te faltan muchas cosas por aprender —luego de su ardua risa incontrolable, ella decidió opinar—. Te puedo enseñar.
—Totalmente, Amaya te puede enseñar mientras tanto, pero evita una guerra. Puedes salir herido o tu amada.
—No tengo ninguna amada —la chica se acerca a mí, ignorando las quejas de Padre. Su mirada es seductora, logrando que logre hipnotizarme por completo.
—Pequeño Koch, no estarás con una de mis mejores guerreras —la tensión de ambos es tan fuerte que logra hacerlo bufar y se marcha con los brazos cruzados.
La chica cerca de mi se relame los labios, mi vista viaja hasta ese lugar sin poder detenerme.
—Creo que debo irme —su rostro está tan cerca que logra hacerme sonreír de lado.
—Nos vemos pronto Koch —entre sus dedos aparece un pequeño papel de color rojo carmesí, donde me lo entrega mientras guiña un ojo. Se voltea y contoneando las caderas marcha.
[...]
La hora de cenar está fría, por lo tanto, todos permanecemos con abrigos en nuestros cuerpos. Pareciese que estamos en temporada ciclónica porque no se ha detenido la torrencial. En la mesa estamos callados, ya que, la novia de Dermain está cerca.
Por debajo de la mesa siento cómo Hellen trata de buscar mi mano y aunque permanezco pensando en aquella chica la tomo; por su parte se mantiene tranquila.
— ¿A qué se dedica Magic Group?
— A no tener parejas, pero lastimosamente eso pasó —la rubia recibe una mala mirada de la bronceada—. Digo, sirve para...
— Sedna, un jugador y jugadora—le volteo la cabeza y ella felizmente se mantiene observando aquel lugar con ilusión en sus ojos.
— Bueno... Mandy se acerca—Ada informó, mordisqueando su labio.
— ¡Ada, que alegría verte! —Edén rueda los ojos y se levanta, seguida de Julieta.
— Debemos ir al baño, nos vemos —de un sólo trago termino mi jugo al igual que Hellen. Cuando estamos a punto de irnos, volteo a ver a Sedna—. Hey, tú también debes ir.
— Claro, es cierto —se levanta, saliendo de su observación hacia aquella voleibolista, Verlik desaparece, siendo absorbido por una luz azul.
Nos marchamos de la zona, eso ahí se pondrá feo y no quiero estar para presenciarlo. La lluvia continúa y ni estando en la habitación completamente encerrados calla el ruido.
A la mañana siguiente, olfateo el lugar, algo anda mal. Alzo la cabeza restregando mis ojos y yendo a ducharme apresuradamente. Los demás están listos, pero falta alguien.
— Mi hermano no llegó anoche —informó Sedna, mordisqueando su dedo.
Un alarido se escucha no tan lejano, es como si estuviera siendo trasladado, todos prestamos atención al ruido y corremos hasta donde se encuentra. Es después de una puerta, el ruido se intensifica y logré visualizar a un chico con cadenas siendo llevado por una sombra con dirección al sol.
~ ¡Padre!
~ No te pasaré el número de Amaya.
~ ¡Eso no! ¿Por qué las sombras se tratan de llevar a Dermain?
~ Si son pequeñas sombras son unos niños que me sacarán canas, no les hagas daño que son más propensos de morir.
— ¡Dermain! —corremos mientras gritamos, pero los vampiros se detienen, si cruzan las puertas se harán polvo.
— Sálvenlo, por favor —indicó Verlik.
Los cuatro restantes tratamos de llegar, pero dos son detenidas, Hellen y yo seguimos el trayecto corriendo y cómo practicamos, fusionamos nuestros poderes. Su poder es fuerte, pero trato de minimizarlo para no hacerle daño a esas pequeñas sombras.
Logramos crear una oscuridad en el cielo en conjunto a una neblina, las dichosas sombras sean estrelladas contra el suelo y esfumándose. Suelto a Hellen y corre a ayudar a Dermain a volver a estar seguro —su ropa dañada, rostro con rasguños y débil—.
El sol vuelve y con el sudor recorrer mi sien regreso con los demás, están verificando al chico y en un momento de inseguridad me acerco, recitando aquellas palabras del libro de hechizos, tratando de usar curación.
Esto es definitivamente loco, pero comienzo a creer que debo de elegir un bando.
Ya en la tarde, observo mis brazos o más bien, donde yace una dormida Hellen. Según ella, no pudo dormir bien por culpa del resfriado en toda la noche. La pared tras de mí no es un punto muy delicado por la posición en la que estoy, recito aquellas palabras, dejando aparecer dos almohadas. Para el cuello de ambos.
Utilizo el celular por un rato, pero nada es igual, de mi mente no sale lo que sucedió esta mañana con el demacrado Dermain, pero a la misma vez quiero bloquear el pensamiento.
Hellen se remueve, sorbiendo por su nariz y continuando, durmiendo. La maestra de "Formación a los poderes" de este lugar aparece con manos en sus bolsillos, nos ve y enarca una ceja.
— Deben de entrenar, no perder el tiempo con amoríos estúpidos —«no estamos en un amorío, loca»—, ¡Señorita Weber!
— Está enferma, déjela dormir —bajo nuevamente la cabeza de la chica que se alzó por el susto.
— ¿Sombras buscándolos y ustedes muy tranquilos? No lo puedo creer.
Se aleja a grandes zancadas, pero antes hace que un trueno resuene y la palidez llegue a mi rostro, trago saliva y Hellen se levanta.
— Ni dormir dejan —su voz ha cambiado a una más áspera, carraspea—. Ella tiene razón, debemos entrenar.
— ¿No estabas durmiendo?
— Sí, pero entre sueños escuché —hace que nos teletransportemos a la cancha de voleibol, donde están esperando por ella—. Si quieres ve y practica o aprende, hoy me toca entrenamiento de voleibol.
— De acuerdo —gira, tratando de correr hasta el dichoso lugar, pero la detengo—. Te ves bien hasta somnolienta.
— Gracias, Matt, ahora entrenaré roja —alza sus brazos con dirección al cielo, huyendo de la escena, rio y giro para ir a clases, respiro hondo al entrar y hallar asiento al lado de la ventana.
El maestro informa acerca del poder leer mentes: cuenta con tenerlo bastante en práctica, puedes tú mismo apagar o prender ese modo de escuchar los pensamientos de los demás, pero a la misma vez puedes jugar con sus mentes, aniquilarlas si es a un enemigo, cómo, por ejemplo, las sombras o la Reina.
[...]
Los dos permanecemos viendo una película de romance en la noche después de haber cenado, justamente cuando los chicos están dormidos. Menos los vampiros que habitan tranquilos en sus camas.
Hellen se apoya en mí, mientras que, acomoda mejor la laptop donde la estamos viendo. Ajusto mejor el auricular y acaricio el brazo de ella.
Me parece una buena amiga, pero no la veo como algo más que eso. Siento que nos quieren ver juntos porque somos elegidos, no por sentimientos. Ella no tiene ninguno, ¿Verdad?
En la película podemos darnos cuenta de cómo la protagonista sufre por un chico que la trató horrible, frunzo el ceño cuando después que él le pide perdón, ella acepta sin importar nada. Pauso la película, indignado.
—» ¿Y ahora qué? —escucho la voz de Hellen.
—» Sí un día alguien se acerca a ti y te trata de esa forma, aléjate.
—» Lo haré.
—» Y sí un día comienzo a actuar de esa forma no me perdones, aléjate totalmente.
—» No lo harás, tranquilo, sigamos con la película.
—» No, cámbiala, no quiero ver cómo terminan juntos.
Ella ríe levemente, cambiándola por una de comedia, ya la hemos visto anteriormente, pero nunca puede faltar tan dichosa película: ¿Y dónde están las rubias?
Es risa tras risa y más por el final, cuando ya es momento de dormir, coloco la laptop en la mesa de noche y me acomodo mejor, sigue haciendo frío, logrando que las sábanas nos cubran hasta los hombros. Se acomoda y va cerrando sus ojos, antes de yo hacerlo me fijo en un Dermain revisando su rostro de vez en vez y sus hermanos con el ceño fruncido hacia nuestra dirección.
No les presto atención y aseguré la puerta y ventana con un encantamiento realizado, no quiero que mientras duerma sean llevados todos, por lo tanto, los protejo.
Me dejo llevar por los brazos de Morfeo, en un pozo sin fondo y oscuro.
Al despertar, encuentro a todos todavía durmiendo y lo recuerdo: hoy estamos libres. Por lo tanto, me acomodo boca abajo para continuar durmiendo, sintiendo un brazo en mi cintura. Hellen. Su cabello despeinado y dándole un toque más somnoliento me sorprende, beso su frente y luego vuelvo acomodar la cabeza en la almohada. Dejándome llevar.
Despierto sudoroso por la pesadilla que tuve, observando la habitación con desesperación despertando a Hellen por mi reacción.
— ¿Qué sucede, Matt? —menciona, estrujando sus ojos, por mi parte continúo observando todo— ¿Matthew?
Siento como me mueve un poco tratando de hacerme reaccionar, pero mi pánico sigue y la verdad es que no quiero que ese sea el final de ambos. Trago saliva fuertemente y con las manos temblorosas las paso por mi rostro. La inquietud en Hellen es palpable, me remueve mencionando una y otra vez mi nombre.
— Matthew vamos —«no quiero ese final, para ninguno de los dos». Siento gotas de agua salpicar mi rostro, provocando que finalmente recapacite, sus ojos no se apartan de mí y con un poco de temblor en mi voz trato de negar la razón por la cual estoy así.
Me levanto, tomo un ducha y luego, colocando una ropa cómoda para volver con Hellen que decide hacer lo mismo, para que luego trate de indicarme que le explique.
— Vamos al comedor —los chicos quieren salir, por lo cual, bajo las barreras y todos salimos, pero nosotros dos vamos alejados un poco del grupo. Posicionándonos en una mesa aparte para poder respirar hondo y explicar—. Soñé contigo, pero la verdad es que tu no salías bien. Estabas en mis brazos, ensangrentada mientras llorabas.
— Solo fue una pesadilla, Matt.
— No sé, vi todo tan real —tomo su rostro entre las palmas de mis manos—. No quiero eso para ti, te voy a cuidar pase lo que pase. Si de casualidad no estamos en el mismo bando quiero que sepas que te cuidaré. Eres mi amiga, mejor amiga, todo.
— Matt, tranquilo —retira los cabellos que caen por mi frente—. Sólo fue un mal sueño.
— O algo que pasará en el futuro.
Alza una papa de mi desayuno, llevándola a mi boca.
— Come, todo estará bien, ¿De acuerdo? —suspiro y llevo cada alimento a mi boca, ella por su parte me observa de reojo y luego palmea mi hombro.
El desayuno es en silencio y en unos minutos nos encontramos ambos deambulando por los pasillos, mientras se afianza a mi brazo. Mi mente sigue en aquel sueño, pero ella trata de que me despiste. Por momentos sorbe por su nariz, sonando algo graciosa.
Pellizca levemente mi brazo, río por eso y la alejo un poco, su plan está funcionando, pero en un momento siento como si el mundo se hubiera paralizado, hay una aura extraña, tomo la mano de Hellen que sin duda alguna me observa con nerviosismo.
Una mujer vestida de negro aparece, con sus cabellos largos y su estatura alta, dejando que sus labios rojos resplandezcan. No es la Reina, porque ella no porta un aire negativo, por lo tanto, se parece.
Aquel anillo con círculo rojo es visto y ahí recuerdo lo que llegué a ver en aquel libro: la hija oculta de la Reina tiene cómo poder borrar un recuerdo de la mente de alguien... o todo.
Tratamos de alejarnos, pero no podemos, es como si estuviéramos estancados en el mismo lugar. Entonces sucede, aquella luz resplandece volviéndose un círculo rojo en su mano.
— Koch y Weber, lamento lo que pasará ahora —y cierra la mano, nuestros cuerpos caen desplomados al suelo, respiro forzoso.
Algo está saliendo mal, algo muy malo y percatándome del alrededor me doy cuenta de que a los demás les está pasando lo mismo.
[...]
— Hely, ¿Qué hacemos en el suelo? —inquiero con duda, ella por su parte rasca su nuca.
— Me estoy cuestionando lo mismo —nos levantamos cómo podemos y luego, siento que algo falta en mí.
Todo el instituto está extraño, algo debió de pasar, pero no recuerdo nada, sólo que estaba bromeando con mi mejor amiga, pero no sé más.
— ¿No sientes que te falta algo?
— ¿El ego y autoestima? Sí —responde, contoneando sus caderas y me recuerda a aquella chica, ruedo los ojos deteniéndola.
— No es eso, Hely.
— Entonces no tengo idea —palmea mi hombro.
— Déjalo —suspiro, ella ríe contagiándome—. ¿Esta noche veremos películas?
— Claro —exclama feliz, dando pequeños saltos, luego rasca su mandíbula.
Volvemos a la habitación donde tecleamos en nuestros teléfonos y nos posicionamos en la ventana, nuestro grupo no ha llegado, por lo tanto, nos quedamos viendo algunos videos.
— ¡Esto es el colmo! —entra gritando Verlik, sobresaltándonos, lo observamos con duda y él pasa su mano con frustración por la recién barba creciente.
— ¿Qué sucede?
— ¡Dermain sucede! —agarra la almohada de mi cama y la lanza hacia la esquina de la habitación.
— ¿Y ahora qué? —cuestiona Hely.
— ¡Se casará esta noche! —justo cuando menciona eso, me pongo recto con lentitud.
— Pero...
Aquel chico entra, recogiendo algunas cosas. Desapareciendo al instante. El día se pasa rápido, que al caer la noche andamos todos teletransportándonos hacia la zona de la boda.
Respiro hondo, lo apoyaré en cada momento, aunque sé que a una del grupo le dolerá, debe tener algo en mente o eso espero.
[...]
Acomodo el traje negro con rojo en mi cuerpo —la camisa es roja—, mientras que no dejo de pensar en todo. Se ciñe perfectamente en mi cuerpo, logrando que en un momento me admire a mí mismo, respiro hondo por enésima vez, removiendo mis cabellos.
Salgo de aquel apartado buscando a Hellen que va con un vestido rojo largo, llegándole hasta los pies donde en una parte tiene una abertura, tiene el cabello suelto dejándolo de una manera sorprendente y hermosa, sus tacones la hacen ver alta y me agacho un poco admirándola más de cerca.
— ¿Alguna vez te has dado cuenta de que eres absolutamente hermosa? —un sonrojo reluce, sonrío de lado antes de besar su mejilla, le extiendo la mano— ¿Vamos, bella dama?
La acepta, comenzando a caminar a la par mía, en donde nos encontramos hay una alfombra por donde entrarán los que se casarán y cada vez más me fijo en que es una jodida locura. En la primera fila se encuentran los chicos, vestidos elegantes y dando un toque serio para la situación.
— Debí de venir de negro —cruza sus brazos la chica vestida de rojo con cabellera rubia—. No está muy lejano a convertirse en un funeral con tantos gritos.
— Y también recordar que Ailén está aquí —ella palidece más de lo normal, buscando con la mirada a aquella chica.
— Iré a saludar a los invitados.
— Sí, claro —indica su hermano con sarcasmo, reímos, pero callamos cuando es el momento de la ceremonia.
Mi manzana de Adán sube y baja, dándole el toque un poco más serio cuando Dermain aparece en conjunto a Ada, ambos se posicionan en su lugar, tomados de la mano. Mientras que, la felicidad de los señores Fairchild no desaparece, deben ir a terapia.
— Estamos aquí reunidos para unir a dos almas que están destinadas a estar juntas —«destinadas las almas de otras personas»—, pero antes de continuar quisiera que el padre de la novia diera unas pequeñas palabras.
Un hombre medio robusto camina hacia el altar, tomando el micrófono y suspira antes de empezar: — Hoy es un día muy especial para mi familia, este momento se ha estado esperando con mucha ilusión, finalmente mi hija está cumpliendo su sueño de casarse con el amor de su vida —Ada hace una mueca, pero trata de disimularla—. Dermain, eres afortunado de tener a alguien tan preciado en mi vida. Te entrego a mi querido ser de luz para que la cuides y la protejas con todo el amor del mundo.
El hombre continúa con la típica charla del amor, donde en el momento, logra hacer que aburra.
El padre con una sonrisa en el rostro luego de escuchar al señor se posiciona en el lugar de antes: — Estas dos almas que están destinadas a estar juntas, finalmente dan comienzo a una nueva etapa en sus vidas. Ese gusto y placer de hacer las pases entre los Vampiros y los Lobos... Dermain y Ada darán un comienzo a las aventuras que les prepara el futuro. Les pido a ambos que las enseñanzas impuestas por La Reina siempre estén presentes en ustedes. Que el amor que hoy los une nadie lo pueda romper.
>> Ahora, Dermain y Ada, tomen sus manos derechas y hagamos este acto llegar tan fuerte al corazón de La Reina.
Observo a Edén, sus ojos se encuentran fijos en Dermain, respirando forzado y apretando sus manos en algunas ocasiones, sus labios tiemblan y creo que tendrá un ataque de ansiedad.
—Edén, —sus ojos se encuentran con los míos, estos intentan evitar que una lágrima se deslice— vamos afuera.
Niega repetidas veces, el padre sigue hablando, pero ahora mi preocupación no es la respuesta de Dermain... ahora es la salud de Edén.
— ¿Alguien se interpone entre este compromiso? —nadie opina, pero Edén se levanta y sale rápidamente del lugar, la sigo para evitar que ocurra un desastre y dejo a los demás atrás—. Los declaro...
—¡Edén! —grito desesperado, mientras veo como trata de respirar pegada a una pared. La tomo en brazos y puedo sentirla tratando de luchar por respirar—. Estoy contigo. Sígueme con la respiración —inhalo y exhalo tranquilamente para que pueda alcanzar el aire que necesita—. Lo estás haciendo bien, tú puedes.
—No quiero morir —la atraigo hacía mi aún más sintiendo como su corazón late tan rápido que pareciera que va a estallar. Me mantengo con ella en silencio, mientras al paso me voy meciendo en mi lugar. Pasaron largos y arduos minutos para que su corazón se tranquilizara y su respiración se apaciguara. —Perdón por asustarlo.
—Somos amigos, los amigos no se dan la espalda —me levanto y sacudo mi traje, luego de eso la ayudo a levantarse—. ¿Crees que quieres seguir aguantando esto?
—Estaré bien —las voces de los demás del grupo se hace presente—. No les digas nada, sólo Julieta y tú saben acerca de mis momentos más tétricos.
—Secreto guardado.
[...]
En el momento de la fiesta nos trasladamos a esa zona, donde hay banquetes de comida, música y tantos vampiros con sed de sangre. Cada uno con su respectiva pareja, pero en este caso, Sedna llevando de un lado al otro a Edén.
La música suave provoca que nos movamos al compás bailando, esto logrando que Hellen enrede sus brazos alrededor de mi cuello. Trago saliva cuando su aroma llega a mis fosas nasales, inclinando su cabeza hasta un lado.
— Tus ojos bajo la oscuridad son cómo dos estrellas —indico—. Brillantes y hermosos.
— Dios, Matthew —gira su cabeza a un lado, pero la tomo para que me observe, para luego volver mis manos a sus caderas.
— Ya dije, acostúmbrate a estos tipos de cosas —acerco mi rostro.
— Matt —menciona, acercando su rostro aún más.
— ¿Sucede algo? —inquiero.
— Bésame —sus palabras salen sin ningún tipo de filtro de su boca, me acerco aún más, pero la persona que se abalanza hacia nosotros nos hace separarnos.
— ¡Julieta, rayos! —exclamo con frustración, Hellen rasca su brazo con nerviosismo y se aleja un poco hacia donde está Sedna.
— Perdón, perdón —exclama, alejándose con su... ¿Qué rayos ellos dos son?
Con la mirada busco a Hellen, sin dudarlo me acerco al hallarla, Sedna está con los ojos entrecerrados con dirección a Ada y luego volviéndose humo.
— ¿Vienes? —le pregunto a mi acompañante en sus oídos, todavía con la mirada en otra parte, asiente. Entrelazo nuestros dedos y la guío afuera, siento el nerviosismo palpable a través de su mano, por lo tanto, con delicadeza la alzo y beso dicha zona.
Me observa un poco cohibida, pero su vista se dirige a Edén que sale con los instintos de convertirse, más atrás viene Dermain llamándola sin parar.
Ambos corren sin importarle ser vistos y perdiéndose por alguna parte. El pequeño apretón de mano que me da Hellen me hace observarla nuevamente.
Nuestros ojos se conectan, la oscuridad alrededor de nosotros le da el toque y la respiración sincronizada, posiciona sus manos en mis hombros acercándose un poco.
La halo hacia mí un poco más y sosteniéndola bien, me agacho un poco y uno nuestros labios. Bajo el aullido de una loba cercana y la rebelión de alguna vampira, continuamos sin importarnos el alrededor.
— Matthew, hermano, te estaba buscando para que me ayudes a separar a Sedna de Ada—la voz de Verlik se presenta, pero ambos continuamos sin darle reverenda importancia— ¿Hellen, Matthew?
Hellen baja sus manos para después abrazar mi cintura. Con un poco de pesadez le indico a Verlik con un ademán de manos que se aleje, mientras continúo en lo que estaba.
— Grandioso, esto es sinceramente genial —mencionó irónico. Acaricio con una mano el cabello de Hellen, mientras la otra se mantiene en su mejilla—. Matthew, no es broma, mi hermana la matará.
— Que lo haga —menciono, separándome un poco, él abre su boca de par en par.
— ¡Hellen háblale!
— No estoy en el momento adecuado de regañar a nadie —indica trazando líneas en mi espalda.
— Verlik, ven —el chico se aleja con los brazos cruzados y maldiciendo entre sus dientes, para después finalmente retirarse con Julieta.
Hellen se mantiene en su sitio antes de volver a unir nuestros labios, pero... El aullido de otra loba resuena.
— ¡Por todos los dioses! —mencionamos frustrados, guiándonos por el aullido y encontrando a Edén maldiciendo a su paso a Dermain.
— ¡Te lo expliqué, Edén! —calla al percatarse de nosotros dos.
— ¿Todo bien?
— Sí —menciona Edén—. Creo que Sedna necesita ayuda, vayan a ver, los sigo en un momento.
Asentimos poco seguros y nos devolvemos, aunque en el proceso escuchamos cómo se forma un rasguño.
— No mires, Weber —le indico cuando veo su intención.
— No lo iba hacer, Koch —menciona reprimiendo las ganas de volver atrás, tomo su mano y nos dirigimos en busca de Sedna que habita con el vestido un poco destrozado, pero después todo bien, aunque... Ada se encuentra despeinada, con el vestido dañado y el maquillaje corrido—. A ver, ¿Qué pasó?
— La miré, me tentó y la golpeé —menciona de lo más seria posible, pero guarda silencio cuando Ailén y otro chico aparecen llevándosela consigo.
— Hasta que por fin se separan —inquiere Verlik.
— ¿Son...? —inquiero señalando a Sedna, Ailén y el otro chico.
— Vampiro, loba, brujo —mencionó tranquilo—. Pareja los tres, ¿tienen hambre?
Hellen gira de golpe hasta donde se encuentran aquellas personas, niego con la cabeza por su intriga.
— Vamos, hermosa obra de arte —decidí obviar aquella información, Verlik ríe acompañado de Julieta, y Hellen se vuelve roja como un tomate.
Comemos algo, pero cuando llega Edén furiosa seguida de Dermain que habita con la cara rasguñada sé que es momento de irnos. La fiesta acaba cuando el casado lo menciona y nos teletransportamos a Potresheill.
La rubia se aleja con sus acompañantes, los recién casados se marchan a alguna parte, Julik —así les diré— se alejan bromeando, Edén se mantiene de brazos cruzados yendo a la habitación y por parte de los últimos dos restantes nos movemos al patio trasero.
— Salgo bien —indica, después que nos hemos tomado varías fotografías y nos colocamos a observarlas.
— Siempre sales bien en las cosas.
— Volvamos con el sonrojo, ¡Que viva! —río por lo que ha mencionado y la abrazo levemente—. Estaré aquí en todo momento, si te quieres desahogar puedes contar conmigo y sí en algún momento nos alejamos y me necesitas, llámame y llegaré rápido.
Mencionó lentamente, observo su rostro que está cerca, nos acercamos, pero gira la cabeza para estornudar.
— Grandioso Hellen.
— Perdón, rey del Olimpo, pero recordemos que estoy enferma.
— Tan enferma no estás —recuerdo cuando ella se enfermaba no podía levantarse de su cama y mencionaba sin cesar que se iba a morir.
— Al menos —hago aparecer un pañuelo y se lo extiendo.
Pasamos lo que resta de la noche en el mismo lugar, hasta que recordamos que en unas pocas horas debemos de estudiar y practicar.
[...................................................................................................................]
HELLO, CRIATURITAS.
MUCHO TIEMPO SIN PASAR POR AQUÍ, PERO YA FINALMENTE VOLVER CON LAS ACTUALIZACIONES :)
TUVE QUE CORTAR EL CAPÍTULO PORQUE SE IBA A FORMAR MUY EXTENSO, ASÍ QUE NO SE PIERDAN EL SIGUIENTE QUE VIENE FUERTE.
¿QUÉ TAL LA BODA DE DERMAIN? ¿TODO COOL? #NOMEFUNEN
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro