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8

Debut.

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Entre risas y palabras, habíamos llenado nuestras barriguitas.

Siento que explotaré. -Kafka sobajeaba con cautela su abdomen.

Me siento igual. -Ichikawa se quejaba satisfecho.

Estamos llenitos. -Me sumé a la escena de ambos.

Por cierto, muchas gracias, (T/N).- El rubio cenizo, sentado a mi lado, esbozaba una sonrisa agradecida.

No es nada, descuida. -De igual manera le dejé ver una suave curvatura en mis labios.

¿Qué tanto se sonríen? -El castaño ocupó el espacio céntrico que había entre el muchacho y yo. ¿En qué momento se movió de su asiento?

Viejo metiche. -Hablé con un tono risueño, mientras el mesero depositaba de vuelta, la cartilla donde había colocado mi tarjeta bancaria, para realizar el pago de la cuenta consumida. -Muy amable, gracias. -Le sonreí al trabajador.

Y así, finalizamos nuestro día, esperando con ansias al siguiente; donde todos comenzaríamos un arduo trabajo.

Por la mañana, desperté con suma pereza, pero estaba lista para iniciar el gran entrenamiento.

El tiempo pasó rápido, ya habíamos superado 3 semanas de movimientos y aptitudes físicas; entre ello, pude destacar el camino de obstáculos.

No olvidemos los típicos trotes a los alrededores, obteniendo una escena peligrosa y graciosa por parte de la mascota de la capitana y mi amigo Hibino.

Los días continuaban de manera rápida, aunque, espero mejorar.

Hola, guapa, ¿por qué tan solita? -Oí al lado de mi asiento en el comedor.

¿Ah? -Respondí sin interés, volteando a ver el causante de ese saludo; pude ver unos cabellos pelirosas casi naranjas, quizá color coral y sus ojos color almendra.

¡Soy Iharu Furuhashi! -Se presentó animado.

Ah, si, el ruidoso. -Reí leve al comentar aquello. -Soy (T/N). -Devolví la presentación.

¡Hey! -Entrecerró sus ojos indignado. -¿Eres la amiga de Ichikawa? -Preguntó, sentándose a mi lado.

¿Algún problema? -Otra voz masculina se hizo presente del lado contrario, fijando mi vista en el sitio, ya sabía que era el mayor.

No, solo quería que sepa que le ganaré en el próximo entrenamiento. -Se notaba un aire de rivalidad, pero no uno malo.

Se lo haremos saber. -Sonreí al muchacho, mientras daba la respuesta junto a Kafka.

Y tal como dijimos, se lo habíamos hecho saber al rubio cenizo.

El día estaba por finalizar, no quería hacer nada más que dormir, pero debía bañarme. Con mis cosas necesarias me encaminé al gran baño de mujeres, escuchando unos fuertes estruendos.

¡Wow! ¡Miren! -Asomé con cuidado mi cabeza por la pared, dejando ver a una chica peliceleste, intentando mostrar sus trabajados bíceps.

¿Eso qué? ¡Mira ésto! -Otra chica de cabellosás oscuros, le mostraba sus piernas musculosas.

¿Y tú, Kikoru? -La peliceleste observó con una sonrisa genuina a la rubia.

Jum. -Su ceño se frunció sonrojado y se dejó esconder en las aguas de la gran tina.

¡¿Dije algo mal?! -La de fuertes brazos estaba apenada al ver la escena.

Sin más preámbulos, decidí entrar saludando a las chicas, dejando caer con cautela la toalla que cubría mi cuerpo, dejándome mojar por las aguas cálidas del sitio.

Y así, solía finalizar mis días.

Dos meses, ese era el tiempo aproximado que había pasado; mi cuerpo ya se acoplaba a la resistencia física, ¿quién lo creería?

Nuevamente nos encontrábamos en entrenamiento, el día parecía ir tranquilo o eso creía.

El ejercicio marchaba bien, incluso ya habíamos empezado un leve descanso.

¡Kafka!-Llamé alegre a mi amigo, intentando acercarme a su sitio, tan siquiera me encaminaba, sentí un fuerte empujón sobre mi lado derecho, acompañado de unas risitas características.

¿Qué te pasa? -Pregunté rápidamente, al voltear a mirar el o la causante de la molestia.

Ups, es que estabas en mi camino, estorbando. -Se trataba de la rubia, desde que ingresamos, no ha parado de molestar un solo segundo.

¿Enserio? Yo solo veo un trozo de papel que estorba por aquí. -Le continué el desagrado, mirándola fija, mi ceño se fruncía al igual que mi nariz.

¿Qué? Pero si las miedosas no son tomadas en cuenta. -Su arrogancia iba traspasando su límite.

¿Por qué no te rindes? -Dije irritada.

Ríndete tú, Gojo, después de todo; no está tu hermanito para salvarte de los kaijus. -Eso había derramado la gota del vaso, sin prestar atención a mi alredor; me abalancé sobre ella, dejándola tendida en el suelo, boca abajo.

Me posé sobre su espalda y coloqué sus manos detrás de ella, agarrándole las mismas para evitar movimientos bruscos por su parte.

¡¿Ah?! -La chica estaba sorprendida de mi actuar, entre quejidos se removía debajo de mi.

Discúlpate. -La miré enojada.

¿Debería? ¡Ja! -Su engreímiento no favorecía la situación, provocando que agarrara con una de mis manos,  sus coletas y las jalara ligeramente.

¡Suéltame! ¡Loca! -La bajita llamaba la atención de todos.

(T/N) -La voz de Kafka entraba a mis oídos. -¡Basta! -Escuchaba su tono, se lo notaba como un regaño.

Sin obedecer regla alguna, seguí tironeando de sus coletas. -¡Discúlpate! ¡Ahora! -Le pedía sin paciencia, mientras que la mano que sujetaba sus muñecas, la apretaba con mayor fuerza.

¡Me estás lastimando! -Un leve sollozo dramático se escapaba de su boca.

¡Tú empezaste! -Mi humor había sido cegado por el estúpido comentario de ella, era una, una, una... ¡Una idiota!

(T/N) -Ahora, una voz suave y dulce se acercaba a mi, tomando mis muñecas con delicadeza, haciendo que soltase las hebras amarillas de la chica y a su vez, el agarre hacia ella.

Vámonos, ¿si? -La voz que antes regañaba con sutileza, también acompañaba, mientras me agarraba del torso, levantándome sin esfuerzo alguno de encima de la contraria.

Sin poner resistencia, detuve el acto, dejando que un par de lágrimas corriesen por mis rojizas mejillas.

¡Eres una estúpida! -Fue lo que mis labios esbozaron, tenía intenciones de volver a atacarla, pero una figura robusta se colocó delante de mi, como si de un tronco de árbol fuera.

No llores, reina, se te corre el make up. -Intentó consolar, obteniendo una tonta risa de mi parte.

Qué vergüenza, reír entre un llanto.

Solo me limité a abrazarlo y quedarme ahí, como un pequeño koala en el árbol.

La noche se había asomado, mi rutina ya estaba completa, sin embargo; no quería dormir aún.

Con curiosidad dejaba mis pisadas por las salas o habitaciones disponibles del lugar, hasta que una de ellas llamó mi atención; podía oír jadeos y la luz estaba encendida.

La gente es cochina. -Musité para mí misma, mientras un fuerte ardor se presentaba en mi cara.

La curiosidad humana me invadía, así que con sumo cuidado me acerqué a la puerta del lugar y me asomé con cautela, encontrando al vice capitán entrenando.

Mis ojos de forma inquieta se posaron en su tan trabajado torso, la camisa que utilizaba lo hacía notar y resaltar, wow, qué envidia. (Así es, le miramos las Hoshichichis)

¿Por qué no estás en tu dormitorio? -Habló sin dirigir tan siquiera la mirada a la entrada del sitio, ¿me había notado?

Lo lamento, aún no tengo sueño. -Hablé bajito, esperando que él mirase.

Ah, eres tú. -Se había volteado. -Lo que pasó con Shinomiya, estuvo mal, pero no te culpo ¡Ja Ja Ja! -Su leve regaño era burlón.

Ya veo porque eras amigo de Satoru. -Nuevamente había musitado para mis adentros al ver su acción.

Ten. -Lanzó una katana de entrenamiento. -Debes dormir ya, yo te cansaré. -Comentó con ese típico semblante de progenitor responsable.

Sin dejarme acomodar en una posición adecuada de combate, ya lo tenía delante de mi con su katana atacante, acercándose sin piedad alguna.

Y como si de un baile se tratase, mis pasos se movían a sus alrededores, esquivando cada imitación de corte.

Vaya, te mueves bien. -Agregó en el ambiente. -No esperaba menos de tu porcentaje. -Halagó.

Bueno, aprendí del mejor. -Sonreí orgullosa, intentando acercarme a él, blandiendo la arma de entrenamiento, intentando juntar la fuerza sobre mis muñecas y dejando escapar un leve ataque.

El fuerte sonido de las falsas armas chocar habían retumbado en el lugar, él había detenido mi golpe.

Descansa, Gojo. -Dijo amable con un tono suave, mientras tomaba de mis manos la katana que él me había proporcionado. -Lo hiciste bien, pero te falta. -Animó calmado.

Cuando estaba dispuesta en regresar sobre mis pasos, el llamado alarmante se había hecho presente en la base.

¡¿Qué diablos sucede?! -Hoshina rápidamente preguntó por su microradio.

¡Alístate! -Me ordenó serio, creo que ya se sabía el asunto, algún kaiju.

Velozmente fui en busca de mi traje y armamento; mientras me encontraba alistándome, mi celular vibró y sonó violentamente, se trataba de una llamada.

¡¿DÓNDE ESTÁS?! -Mi tímpano había sido explotado al haber contestado el teléfono móvil.

Alistándome. -Respondí tranquila al mayor que llamaba.

Vamos a pasar por ti. -Comentó serio y preocupado.

Está bien, estoy en la primera sala de cambio. -Le di la indicación debida.

Al colgar, terminé de recoger las suficientes municiones.

Tanto Kafka como Ichikawa, habían pasado por mi y de manera rápida, sin estorbos, acudímos al sitio de llamado de la base.

Luego del conteo rápido de tripulantes, ya nos encontrábamos en el transporte, mis compañeros al igual que yo, teníamos un semblante nervioso.

Ay, siento que... -Kafka al lado de mi, imitaba unas arcadas fuertes.

¡Ugh, qué asco! -Shinomiya se quejaba desde su asiento.

Es que tengo nervios. -El mayor explicó.

En el transcurso del recorrido, el vice capitán nos daba las debidas indicaciones de la misión.

Ya estando en el lugar, las formaciones ideaban sus planes adecuados para la exterminación de la alarma.

Bienvenidos a su primera misión, novatos, su gran debut. -El de ojos rasgados habló con la atención de todos en él.

El de mirar cortante se encontraba dando los ánimos necesarios para los nuevos, es decir, nosotros.

Al momento que desvié mi vista de él, pude ver aquella bestia con la que combatiríamos, sin duda alguna, era horrenda, como los demás.

Claro que aún tenía cierto nervio a los monstruos, pero debía aplicar lo que Kafka e Ichikawa me enseñaban en los entrenamientos.

||Y recuerda, si tienes mucho miedo, puedes llamarnos. -Ambos seres masculinos esbozaban una sonrisa cálida, amable y tierna.

Tú solo ataca. -Kafka intentaba que pierda el temor.||

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