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Oficial.
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Satoru, ¿estás bien? -Una pre adolescente le preguntaba a su hermano mayor por unos años.
Dice mamá, que por favor levantes de cama. -Insistí desde la puerta de su habitación, el albino llevaba días sin querer dar señales o indicios de vida.
Estoy bien, no te preocupes. -Escuché una respuesta con un tono de voz caído.
Soy pequeña, pero no me mientas. -Reproché aún en mi puesto.
Sin aviso previo, comencé a dejar leves pisadas por su pequeña habitación, planeaba acercarme a él.
Mientras más me adentraba, el ambiente se tornaba azul, el desorden era notorio y ni debería mencionar la luz tenue que, apenas y podía traspasar la gruesa y oscura cortina colocada sobre la ventana del lugar.
Todo era opaco en el entorno, el silencio gobernaba sobre las cuatro paredes.
Una vez estando de pie al borde y comienzo de la cama, con cuidado me incliné hacia el rostro de mi hermano, mi ingenuo plan era asustarlo y provocar que me regañase; pero eso haría que al fin se despegue de su colchón.
Y como si fuese piedra, mi cuerpo se detuvo, unas cristalinas gotas asomaban por sus mejillas que recorrían un camino trazado por su nariz y se dejaban caer; como si de un tobogán se tratase.
Su enrojecida nariz, hacía juego con el rubor de sus mejillas.
Estaba estupefacta por lo que veía, el vice capitán más fuerte de la quinta división de las fuerzas de defensa, ¿llorando? ¿le dolía algo? ¿ya no era fuerte? Esas preguntas rondaban por mis pensares.
No comprendía la situación, pero no aceptaría ver llorar a mi cómplice de travesuras, el que me brindaba su cariño inigualable, mi compañero de confianza y único amigo.
Después de todo, era mí hermano... hermano mayor.
En silencio decidí regresar sobre mis pies y dar media vuelta para dejar en tranquilidad a Satoru, quizá, necesitaba su tiempo solo.
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¡Eres un idiota! ¡Idiota! ¡Idiota! -Recordé decírselo antes.
Mi cuerpo sentía sacudidas, ¿qué sucedía?
¡(T/N)! ¡¿Estás bien?! -Oía una voz masculina joven.
¡(T/N)! -El llamado no cesaba y de a poco, mis ojos se cegaron con la intensa luz blanca del área, al intentar frotar con suavidad mi vista, sentí humedad sobre la misma.
¿Eh? -Confundida, traté de estabilizarme, al ver a mi costado, se podía divisar una medicación intravenosa pasar a mi torrente sanguíneo.
Ay, no... el hospital. -Me quejé leve al asimilar la situación para alzar la vista y encontrar esa mirada intensa.
Ichikawa. -Musité. -¿Qué sucedió? -Pregunté leve.
Después de ayudar y cargar a Shinomya, te desmayaste. -Respondió con brevedad instantánea. -Perdón si te desperté, estabas llorando dormida y... -Pausó tranquilo. -Me preocupé. -Finalizó su párrafo.
Auch. -Ambos nos miramos fijos al escuchar ese quejido.
¡Qué lindos! ¡Qué viva el amor juvenil! -Ya sabía de quién se trataba.
Ni estando así, dejas de bromear. -Mi cabeza dolía, haciendo que mi humor no fuera tolerable para los chistes.
Tienes suerte de estar vivo. -El chico joven volteó a mirarlo, ignorando su tonto jugueteo. -Tus heridas son más leves de lo que se esperaba. -Le comentó su situación salubre al mayor.
¿Y Shinomiya? -Pregunté curiosa por la que no me agradaba.
Está en una condición estable, está siendo tratada por el mejor equipo médico del lugar. -Respondía sin tanto interés, mientras pelaba una manzana.
¡¿Por qué ella tiene el mejor equipo médico?! ¡¿Y ese trato especial?! -Kafka se quejó apenas terminó de hablar Ichikawa.
¿Por qué trajiste manzana y no mandarina? -Vi con curiosidad en como despellejaba la fruta con tranquilidad.
¿Te gustan las mandarinas? -Preguntó delicado, para luego responderle al mayor. -Solo tienes fracturas menores. -Le dijo suspirando cansado.
De manera sutil asentí mi cabeza y me removí con dolor muscular en la camilla, y estiré con cuidado mi mano en forma de pedido.
El rubio se dio cuenta de mi acción y sonrió dulce, dándome un pedazo de la manzana, esperando a que me la llevase a la boca, hasta que el mayor decidió hablar.
Todo pasó tan rápido, sin ustedes, no podría haberme armado de valor, gracias chicos. -Kafka estaba sentimental.
Ay, cuidado que lloro. -Dramaticé con la fruta en la boca.
No se habla con la boca llena. -Ichikawa me corregía cálido.
Préstame atención a mi, no a ella. -Kafka comenzaba un teatro. -Yo te voy a querer, ella no, es mujer. -Lloriqueaba.
¡¿Y tú qué?!, eres hombre, mentiroso inservible. -Fruncí mi ceño y seguí el teatro.
El ojivioleta se limitó a suspirar ante nuestro pequeño berrinche, hasta que se sorprendió.
¡Ca-capitana! ¿qué hace aquí? ¿sucede algo? -Estaba nervioso al ver la figura que asomaba por la entrada.
Rápidamente dirigí mi vista a la escena y ella ya estaba dentro.
Les agradezco por ayudar a salvar una vida. -Habló formalmente y con propiedad para dejarnos perplejos al darse la vuelta y sacar sus pasos de la habitación de recuperación.
Ya con el alta dada y los respectivos consejos de autocuidado, como era de costumbre, habíamos regresado a la vida tranquila de limpieza.
La diferencia de ahora es, que esperaríamos los resultados de los exámenes de admisión a las fuerzas de defensa.
Y ahí estábamos, tres amigos, ahora un poco más cercanos; esperando con ansias saber los resultados finales.
¡AH TENGO MIEDO! ¡NO PUEDO HACERLO! ¡AH!. -El estruendo provocado por el hombre mayor era lo más cotidiano de nosotros tres.
¡Ya cállate! Ya ni deberías hablar por anciano. -Me quejé y burlé a la vez.
¡Respeta a tus mayores! -Contraatacó Kafka.- ¡Todo ésto es por culpa de ustedes! - Se quejaba más, su malestar era debido al miedo de los resultados de sus exámenes.
¿Qué? ¿Y yo qué hice? -Me quejaba ahora.
"También ayudaré, después de todo, estamos juntos." -Hibino afinaba su voz, mientras pestañeaba seguidamente, intentando imitar una delicada chica
¡Pero si nos agradeciste todo! -Ahora Ichikawa formaba gritos.
Apenas Kafka hizo esa increíble imitación, un fuerte golpe ya estaba posicionado en su cuerpo.
Tomemos nota, no hacer enojar a (T/N). -El rubio cenizo decía resignado ante la escena.
Mientras nos encontrábamos, quejándonos entre nosotros, el jefe del trabajo nos llamó.
Acaba de llegar algo para ustedes. -Acto seguido mostró unos sobres.
Y como si la velocidad de la luz nos acompañara, el rastro del correo estaba en sus manos.
Todos tres estábamos resoplando nerviosos por resultados.
¡1! -Ichikawa empezó un conteo. -¡2!. -Le seguí la secuencia. -¡3! -Kafka finalizó para que prosiguiente, abriésemos con rapidez el sobre y leyésemos los resultados.
¡Estamos dentro! -Comentamos felices.
¡Nos debes unas carnes! -Hibino cortaba el ambiente.
Interesado, ¡Jum! -Aparté mi mirada.
Era broma, me alegra tanto estar con ustedes. -Y ahí empezaba su sentimentalismo de hombre viejo.
Finalmente había llegado el tan esperado día, nuestra ceremonia de ingreso.
Ya todos estábamos uniformados y mostrando las señas de respeto.
Tras registros recolectados, Shinomiya y Gojo, tendrán mención honorífica. -El chico de ojos rasgados estaba presente en el acto y hablaba. -Gracias a su valentía, dejaron que el resto de miembros evacuaran, finalizando con la vitalidad del kaiju amenazador y resguardando las de sus compañeros. -Estaba confundida, ¿de qué se trataba ésto? Kafka fue el que había derrotado aquello, además, ¿por qué tanto honor? Después de todo, solo fui por Kikoru, con miedo.
La chica rubia al igual que yo, sin rechistar y a su vez confundidas, junto con remordimiento; presentando la típica pose de mando, nos encaminamos sobre el escenario central.
La capitana Mina se nos acercaba a unos escasos centímetros y nos entregaba unos certificados especiales, me sentía como si a un alumno le diesen un diploma por excelentes calificaciones, me sabía mal; ya que Kafka era el que debía recibir ésto.
Pensando en él, ¿por qué no estaba en el salón? Miré confusa a Ichikawa, obteniendo una seña de sus hombros alzándose.
Apenas bajamos de la plataforma, nos ordenaron silencio, la capitana daría unas palabras y antes de que empezase, como si de un llamado de emergencia se tratase, ahí se dignaba en aparecer el mayor.
Buenas, ya llegué. -Dijo apenado, mientras que recibía una mirada amenazante por mi parte, para acto seguido formarse.
"Queridas camaradas.
Blah blah blah blah, no hay garantía de que sobrevivan." -Mi cuerpo pedía ir a comer, mientras escuchaba a la capitana, además ¿cómo Satoru pudo soportar tanto discurso?
No negaré que estaba distraída, tenía pereza, después de todo, los actos o eventos importantes; se me daban mal.
Mis pensamientos se disiparon al oír un fuerte escándalo, asumí enseguida que se trataba de Hibino y no me equivoqué, ya que había tuteado a la capitana; obteniendo como castigo una realización de 100 flexiones de pecho.
Una vez ocurrió aquello, la señorita Mina Ashiro, partió del evento; mientras tanto, iniciaba el show de Kafka y las flexiones.
¡98! ¡99! -Decía cansado, solo escuchaba a los demás apoyar.
¡100! -Dijeron en una sola voz, para ver el cuerpo del hombre temblar y caer sobre sí cansado.
Eres un tonto. -Me coloqué de cuclillas para decírselo al mayor.
Concuerdo, concuerdo. -El rubio opaco acotaba a la situación.
¡Kafka Hibino! ¡Tenemos que hablar! -La rubia se acercaba disgustada.
¿No se puede después? -Se quejó cansado.
¡Vámonos ahora! -Pateó al adulto en forma de capricho.
¡¿Eh?! -Ichikawa y yo estábamos atónitos por su acción.
¡Oye! ¡Respeta a los mayores!- Le dije a la chica exaltada.
¿Y si no quiero? ¿qué harás? -Desafió la muchacha.
¿No quieres? -Mi semblante mostró enojo.
Mejor, vámonos, ¿si? -Ichikawa calmaba el ambiente y tironeaba tanto de Kafka como de mi.
Mi nariz arrugada seguía presente en mi expresión disgustada.
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