Las calles son solitarias, ni un alma en pena se atreve a pasar por ellas, ¿Y quien lo haría a estas horas?, el toque de queda en muy estricto.

"Si sales de casa a estas horas, te matan de un solo tiro."

Más de una vez lo vi, fui testigo de cuantas personas fueron asesinadas a sangre fría solo por poner un pie fuera de su casa.

El gobierno tenía muy bien guardado y al margen a su ganado, ¿y como no hacerlo?, si les difundia miedo a sus vidas cada día y a todas horas.

Pero eso debía de terminar.

—De nuevo estas hasta en lo alto. — No miro hacia atrás, escucho su voz seria pero a la vez burlona. —Bajate del tejado o te romperás la cara. —

—Estoy bien, sabes que tengo un buen equilibrio. —Me pare en el techo de aquella catetral, hice un voltereta sobre mi lugar, haciendo a mi compañero regirse, a él siempre le preocupaba mi seguridad, las tonterías que hacía cuando estaba en lo elevado de cualquier edificio siempre le ponían los pelos de punta.

Pero a mi eso poco me importaba.

Disfrutaba de poder ser el causante de esas sensaciones, y no sólo de él.

— ¡Idiota , no hagas eso!. — Me regaño otra voz. Un chico con más cara de Búho se nos acercó, su cabello albino revoloteo por el viento y lo hizo temblar un poco, sus manos estaban agarradas de un pedazo de mármol.

—Miren quien está aquí. — Reí gustoso de ver al menor del grupo. —¿No se supone que debes estar en casa  tomando lechita de fresa?. —

—¡No!, ¡y no me gusta la leche de fresa!, ¡me gusta la de plátano!. —

Me empecé a reír como mi otro compañero que portaba la máscara e un gato y el otro, comprendió de inmediato mi chiste de doble sentido.

—¡Asqueroso!. —Me recriminó.

—No me importa. Siempre caes. — Le dije y volví a mirar hacia la ciudad. Era tan silenciosa como siempre, casi penumbra por la falta de luz. —¿Hay algún reporte nuevo, Búho?. —

Mi compañero de cabello albino, carraspeo su garganta y después dijo:

— Así es capitán, se han visto a las gárgolas andar por los barrios bajos.saqueando cada casa.—

Alce una ceja, eso era curioso las gárgolas no eran de sacar las casas de los barrios bajos, ¿qué andaban haciendo por ahí?.

—¿Solo eso sabes?. —

—Por ahora. —Me contestó. — La verdad es que quisiera investigar esa área, pero la jefa a dicho que debo de ir acompañado por mi capitán. —

Sonreí.

—La jefa nunca se equivoca. —Le dije gustoso, adoraba que la líder de nuestro clan confiara en mi. —Iré contigo. —Me reincorpore y aún dándole la espalda, levante aquella bolsa de papel que cubría mi rostro mostrando mis labios. —Aseguremonos de ser lo más sigilosos posibles al andar por ahí, no queremos ser asesinados, ¿Verdad?. —

—N-no. — Respondió Búho. Baje la bolsa y después mire a mi otro compañero.

—¿Y tú?, ¿tienes algo que decirme?. —

—Muto se volvió a pelear en la clase. —Me dijo. Incline mi cabeza a un lado, quería escuchar más. — No te preocupes, tu chico está bien, no se llevo ningún castigo debido a que tu hermana a testigo por el como sus compañeros de clase, los que sí sufrieron fueron esos mocosos que lo molestaban. —

—¿Y?. —

—Fueron ejecutados esa misma tarde por causar el desorden. —

—Qué mal... Pero en fin, ellos se lo buscaron. —Aplaudí. — Por favor Kato, este a pendiente Muto. —

—Sí, capitán. —

*Continuará...