Capítulo 05: Es mi vida.
Era sorprendente el avance del equipo, los entrenamientos siempre daban en el clavo, al igual que las estrategias —si es que éstas no eran pisoteadas por la rebeldía de Haizaki. Nadie le decía nada, nadie se atrevía, cosa que sólo hacia crecer el ego del chico.
Estaban en la cancha, a punto de salir para el primer cuarto contra Kaijo. Shiroda se acuclilló delante de los jugadores de Fukuda Sogo que estaban sentados en la banca.
—Kaijo es un equipo fuerte, todos aquí lo sabemos, así que sólo queda confiar en ustedes y, ¡den lo mejor!
—¿Qué es todo ese estúpido discurso? —llegó Haizaki, se sacó la chaqueta que tenía la insignia de la preparatoria y la tiró sobre Shiroda—. Sólo aplastémoslos. Después de todo, sabemos que Ryouta jamás me ha ganado.
—La verdad es que en los videos que vimos de Kaijo cuando tú estabas holgazaneando por ahí, pudimos observar que los chicos de Kaijo han tenido un crecimiento tremendo, no sólo Kise —respondió el capitán.
—¿Qué dijiste, bastardo? —Haizaki se acercó al capitán con mala cara.
—Haizaki-san, está a punto de empezar el partido y el público nos está viendo, por favor, tranquilícese.
—Tsk. Sólo denme el balón, malditos inútiles.
**
Después de ese partido, Haizaki había desaparecido. Shiroda agradeció a Kaijo por haber tenido un partido limpio.
—Buen trabajo, Kise-kun. Lamento mucho lo de su pie —ambos se dieron las manos.
—No te preocupes, Mamoru-chan. Tú no tienes la culpa de lo que haga Shougo-kun.
—Sí... —Shiroda bajó la mirada con aspecto algo triste.
El momento fue interrumpido por Moriyama, que llegó de manera «sutil» (casi salta sobre la chica) y se presentó.
Shiroda sonrió y le dio la mano de manera formal, pero luego se extrañó al ver que... Moriyama no le quería soltar la mano. Kise palmeó la espada de su senpai queriendo decir «Ay, nunca cambias», para que luego llegara Kasamatsu gritándole que no fuera un acosador.
—Fue un buen partido, Kasamatsu-san, es usted un buen capitán. Un gusto, soy Mamoru Shiroda, la manager de Fukuda Sogo —le extendió la mano mientras sonreía.
Kasamatsu se puso de piedra, hasta sus orejas se pusieron rojas y comenzó a tartamudear, se movió como un robot oxidado, pero finalmente le pudo dar la mano a Shiroda.
Antes de entrar a los vestidores, Shiroda detuvo al equipo y les sonrió.
—Muchas gracias por no defraudarme, estuvieron estupendos hoy, y también lo estarán mañana.
—¡M-M-MAMORU...! ¡SHII-CHAN! —algunos chicos se lanzaron contra la castaña, abrazándola y lloriqueando.
—¿Shii-chan...? —tartamudeó, tratando de no ahogarse por todos esos músculos que la rodeaban.
Al día siguiente no hubo mayor problema, Haizaki faltó todo el día y la práctica fue igual que siempre. Shiroda se preocupó, pues Haizaki por lo menos se presentaba la primera hora del día a clases. Fue a la oficina del director a contarle que estaba preocupada por el chico y también pidió la dirección de éste. El director pareció pensárselo, pero al final buscó en los archivos y le dio la dirección de la casa de Haizaki a Shiroda.
La castaña frunció ligeramente el ceño al ver la dirección. Sabía que ese no era un buen barrio, pero tampoco se sorprendió tanto, por algo Haizaki tenía la personalidad que tenía.
Miró su falda, si quería llegar a la casa del pelioscuro conservando su virginidad, tendría que ponerle algo menos... revelador. Fue a su casa, saludó a su madre, se cambió de ropa, poniéndose ropa deportiva que no dejaba nada de su piel expuesta. Salió de casa diciéndole a su progenitora que tenía que ir a dejarle las notas a un compañero de clase.
A un paso algo apresurado, se dirigió a la casa de Haizaki. El sol ya estaba escondiéndose, así que sólo se tardaría unos pocos minutos más y luego volvería en tren o taxi.
Asegurándose de que no era la dirección equivocada, corroboró una vez más en el papel que le había entregado el director. Suspiró, y cuando estaba a punto de tocar la puerta, una voz furiosa la interrumpió.
—¡¿Qué mierda crees que haces?! —Haizaki la apartó de un fuerte empujón de la entrada.
Las piernas de Shiroda temblaron y le miró.
—Y-Yo... yo venía porque estaba preocupada por usted, Haizaki-san —balbuceó—. E-El director me dio la dirección, así que vine-
—¡No te estoy preguntando nada de eso! ¡No me interesa quién te dio la maldita dirección! —volvió a empujarla.
Los ojos de la de menor estatura se llenaron de lágrimas.
—Sólo quería saber si se encontraba bien...
Haizaki soltó una carcajada amarga y sin gracia.
—¡¿Eres Blancanieves o algo?! ¡En la vida real a nadie le interesa el bienestar de otra persona! ¡Tú no me interesas a mí, y yo no te intereso a ti!
—Se equivoca —habló bajito—. Usted no puede querer a nadie porque primero no se quiere a usted mismo. ¿Cuántas veces se ha sentido verdaderamente orgulloso de lo que ha hecho?
—Cada vez que veo a una perra cualquiera gemir mi nombre y diciéndome que soy lo mejor del mundo, ahí es cuando me siento orgulloso.
—Entonces... ¿está orgulloso de ser el mejor del mundo por una noche?
Fue suficiente. Shiroda cayó al suelo luego de que el puño de Haizaki se estampara contra su rostro. El corazón de la castaña comenzó a latir rápidamente y temió por su integridad física. Un sollozo de dolor escapó por sus delicados labios. Sintió que le jalaron del cuello, Haizaki hizo que sus pies dejaran de tocar el suelo, comenzó a ahorcarla.
—Escucha —su voz estaba cargada de odio—, no te quiero ver. Esta es MÍ vida, no te metas en ella, NO TE NECESITO.
Y ella volvió a caer al suelo, en más de una forma.
Bien, sé que a pasado tiempo, pero todo tiene su explicación. Mi mamá me castigó por un mes *cry in malas notas (?*, y ahora me encuentro actualizando desde el celular c: ta-dahhh.
¡Hasta la próxima~!
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