Capítulo 02: Juego.
Shiroda sabía que estaba perdida desde el momento en que los ojos de Haizaki pasaron despreocupadamente sobre ella, sin observarla; él ni siquiera se había dado cuenta de que ella existía. En Teiko, cuando acababan los entrenamientos Haizaki solía coquetear con algunas fans de Kise, muchas le hacían caso al peligris dado que el rubio modelo no era muy de salir con chicas y sólo divertirse un rato con ellas, entonces no le daba mayor importancia a todas esas jovencitas que mojaban sus bragas viendo sus sesiones de fotos.
La castaña sabía que Haizaki Shougo no era alguien bueno, y que tampoco se daba la molestia de pretender serlo. Sabía que él no hacía cosas debidas para su edad, que se juntaba con pandillas y a menudo llegaba a las prácticas con un fuerte olor a tabaco persiguiéndolo.
—No deberías fijarte tanto en él. —Le aconsejaba Akashi calmadamente, Shiroda no le replicó al capitán de la Generación de Milagros, él lo sabía todo con sólo dar un vistazo al panorama.
—Lo siento... —murmuró, mirando al suelo tristemente— no puedo evitarlo.
—Eres muy fuerte, Mamoru.
—¿Ah? ¿Qué cosas dice, capitán?
Akashi dio una pequeña sonrisa.
—Que eres muy fuerte —repitió, con voz un tanto más firme—. Aunque sabes que Haizaki no es bueno y él apenas sabe de tu existencia, tú insistes en protegerlo, ¿no?
—¿Protegerlo, dice?
—¿Creíste que no me daba cuenta de las veces que le rogabas a Nijimura-san para que fuera más suave con Haizaki?
Shiroda recordó esa conversación que había tenido con Akashi hace algunos años atrás, ella siempre había querido proteger a Haizaki de todo peligro, aún cuando no tuviera ni la más remota fuerza, seguía sin entender por qué Akashi le había dicho eso, pero de todas formas, había dejado de pensar en ello, porque, muchas cosas de las que Akashi decía para ella no tenían mucho sentido.
Y, ahora que lo pensaba, a pesar de que ella siempre fue tan buena y suave con Haizaki, ahí estaban en este momento, con el peligris tomándola con fuerza del rostro y desabrochándole los botones de la blusa lentamente, seguro abusaría de ella.
—Haizaki-san, deténgase por favor —suplicó Shiroda por enésima vez, pero sus lastimeros pedidos no hacían más que enfadar a Haizaki.
—Siempre siendo tan delicada —la mano del chico abandonó las mejillas de Shiroda, para ir al cuello y apretarlo, algunas lágrimas escurrieron por la cara de la castaña—, te enseñaré todo lo que te puede lastimar la vida.
Haizaki acercó su rostro al de Shiroda, y cuando estaba a punto de rozar sus labios con los de la chica, se escucharon pasos y la voz de un hombre mayor. Haizaki retrocedió, tomó su bolso y desapareció por la puerta de los vestidores antes de que ella siquiera pudiera reaccionar. Cuando vio las sombras de dos hombres aproximarse por la entrada al gimnasio, se abrochó rápidamente los pocos botones de la blusa que Haizaki le había alcanzado a desabrochar.
—¿Ah? ¿Qué hace una alumna aquí a estas horas? —Preguntó uno de los hombres—. ¿No se supone que el entrenamiento había acabado ya?
—S-Sí... —asintió nerviosamente— pero como soy la man-manager me quedé un poco más para... ya sabe, esas cosas de manager —balbuceó—. ¡Me retiro! ¡Con su permiso!
**
En cuanto llegó a su casa, saludó a su madre y subió corriendo las escaleras hasta llegar a su habitación, se encerró y suspiró. Tocó sus mejillas y cuello, dónde habían estado las manos de Haizaki.
Se sentía mal: él la odiaba. O quizás... sólo habían empezado con el pie izquierdo. Shiroda era muy optimista y algo tonta como para darse por vencida tan pronto.
Al día siguiente todo fue normal. Entró al gimnasio unos minutos antes de que el entrenamiento comenzara: preparó botellas de agua, toallas y barritas energéticas para los chicos, incluso se había tomado la molestia de hacer limones con miel. El capitán fue el primero en llegar, se sorprendió al ver lo mucho que Shiroda se estaba esforzando.
—Buen trabajo, espero que sigas así —la había felicitado.
La castaña asintió contenta. Los demás jugadores llegaron en conjunto después... todos menos Haizaki. El entrenamiento iba por la mitad cuando el de rastas se dignó a aparecerse.
—Oh... —fue el suspiro de muchos cuando vieron el capitán se acercaba a grandes zancadas hacia el rebelde chico de primer grado.
—¡¿Quién te crees que eres llegando tarde a los entrenamientos?! No puedes llegar cuando se te dé la gana.
—Me creo el jugador más fuerte de Fukuda Sogo —respondió Haizaki altaneramente.
—No por eso tienes el derecho a llegar más tarde que los demás chicos —remarcó el capitán, frunciendo el ceño.
—¿Para qué entrenar tan arduamente, si ya soy más fuerte que todos aquí? Es estúpido.
—Tú eres el estúpido al decir esas cosas.
Haizaki se detuvo en seco.
—¿Cómo me has llamado?
—Estúpido.
Shiroda se acercó a los jugadores que parecían más corpulentos y les dijo que se metieran en medio del capitán y Haizaki; le hicieron caso, pero eso sólo hizo que el pelioscuro se tomara más honores.
—¡Oh, temen que le parta la cara a su lindo capitán! —se burló haciendo gesticulaciones con sus manos.
—Haizaki-san, por favor vaya a los vestidores, cámbiese y vuelva para entrenar —le pidió Shiroda con voz calmada, aunque sus temblorosas rodillas la delataban.
El chico obedeció sin decir nada, cosa que sorprendió a todos ahí. Shiroda sabía que eso no era algo bueno.
La castaña miró su cuadernillo dónde tenía los pocos datos anotados del equipo, miró el entrenamiento de Haizaki, este era más duro que el de los demás.
Antes de que el entrenamiento terminara, Shiroda les informó a todos sobre los puntos fuertes y los débiles que tenían. Los felicitó por su trabajo con una radiante sonrisa en el rostro, más de alguno se sonrojó. Shiroda se aseguró de que aún quedaran personas cuando se acercó a Haizaki para hablar con él.
—Haizaki-san, ¿podría escucharme un segundo?
—¿Qué quieres? —preguntó con su típico tono de voz hostil.
—¿Podría dejar de fumar aunque sea un poquito? Su respiración estuvo muy agitada y temo que su rendimiento ha ido bajando, además —un pequeño sonrojo creció en las mejillas de Shiroda—, estoy preocupada personalmente de su salud.
Haizaki apretó su mandíbula, ¿por qué esa mocosa era tan jodidamente insoportable? ¿Y por qué se preocupaba tanto?
—No me interesa en lo más mínimo si estás preocupada o no, haré lo que yo quiera.
—Entonces sería una pena que los demás jugadores lo alcanzaran en resistencia y fuerza física, ya no serías el mejor de aquí.
Shiroda podía ser insoportable y tan obstinada que llegaba a ser torpe y no darse cuenta de las cosas, pero también podía (algo) ser inteligente. Haizaki la miró con el ceño extremadamente fruncido, demostrando su enojo, pero Shiroda siguió con su firme posición. Irritable.
—Haré lo que yo quiera —repitió, aunque esta vez, con algo de duda en su voz.
Cuando Haizaki se fue, una pequeña sonrisa de autosuficiencia se dibujó en el rostro de Shiroda, ya estaba aprendiendo a tomarle rienda y manejarlo.
En el momento en que Shiroda estaba cerrando el gimnasio, su celular sonó.
—¿Diga? —preguntó, era un número desconocido.
—¿Estoy hablando con Mamoru Shiroda? —era la voz de una mujer, sonaba profesional.
—Sí, ¿ocurrió algo?
—Mamoru-san, la llamamos desde la agencia para decirle que su audición ha sido aceptada... —Shiroda no escuchó más, el celular casi se le cae de las manos y juró que podía ponerse a saltar y gritar de emoción en ese momento.
En cuanto llegó a casa, su madre ya la estaba esperando para darle las felicitaciones, pues también habían llamado a su casa para dar los detalles. Tomó té y comió un delicioso pastel de fresas con su madre antes de irse a acostar.
**
Estaba emocionada, eso era obvio, con sólo verle la sonrisa en el rostro era evidente. Le informó al capitán que iba a tener menos tiempo libre ya que iba a estar trabajando parcialmente como Idol, pero eso no quitaba que iba a seguir esforzándose para darle lo máximo al equipo. El capitán la felicitó y le deseó lo mejor, entendió lo que Shiroda le decía.
Haizaki faltó a ese entrenamiento.
Para demostrar que iba en serio con su trabajo de manager, programó un partido de práctica con una preparatoria de Tokyo. Haizaki, para dejar su superioridad en evidencia, participó los 4 cuartos de tiempo. Fukuda Sogo se llevó la victoria y los rumores de que tenía un jugador mega fuerte que había sido titular en Teiko no se hicieron esperar. Eso solamente alimentaba el ego de Shougo.
En cuanto terminó el partido, Shiroda se marchó rápidamente. Haizaki se preguntó por qué, una pequeñísima parte de él —casi minúscula o inexistente— extrañó los «me preocupo por usted, Haizaki-san» de la castaña. No, eso era algo demasiado sentimental para él. Simplemente, se preguntó que más podría estar robándole la atención de Shiroda.
Mamoru Shiroda entró corriendo a la agencia, iba casi atrasada. Entró a los camarines e inmediatamente le dieron su atuendo para la sesión de fotos, la maquillaron y le acomodaron los accesorios.
**
A la semana, la revista que contenía las fotos de la sesión en la que había participado Shiroda salió a la venta. Obviamente, se vendió en cosa de pocas horas.
—Ah, Satsuki, ¿esta chica no estaba en Teiko con nosotros? —preguntó Aomine flojamente apuntando la foto dónde salía Shiroda.
Momoi inspeccionó la foto: la castaña utilizaba una linda vestimenta veraniega, toda la página estaba llena de vivos colores e imágenes de hermosas chicas por todas partes... las típicas revistas que Aomine solía llevar consigo para pasar el rato.
—Sí... su nombre es Mamoru Shiroda, ¡sí, Aomine-kun, ella era nuestra compañera!
—Me pregunto por qué no me la habré follado cuando estábamos en Teiko... —suspiró.
—¡Aomine-kun estúpido pervertido!
—Kuroko... no sabía que tenías esos gustos...
—Kagami-kun, usted está equivocado. Sólo estaba viendo la foto de una chica que se me hizo conocida —dijo el peliceleste, dejando la revista en la estantería. Mentalmente le deseó suerte a Shiroda: por lo que recordaba, ella era una chica muy amable y que siempre se estaba esforzando.
—¿La conoces? —preguntó el pelirrojo rascándose la nuca.
—Sí, era de Teiko y de vez en cuando ayudaba en los entrenamientos.
Kagami pensó que Kuroko era suertudo: primero, tenía una manager en Teiko que era bastante linda y con un físico envidiable (además de esta profundamente enamorada del peliceleste), y ahora una ayudante Idol.
Haizaki de vez en cuando compraba —robaba— revistas de chicas lindas, y ese día no había sido una excepción. La hojeó rápidamente, con descuido y mirada despreocupada. Se detuvo en seco cuando vio la ya conocida cara de Shiroda.
—¿Qué mierda...? —fue cosa de segundos para que una sonrisa nada saludable se dibujara en los labios del chico.
¿Por qué no jugar un poco con ella y presumir que salía con una Idol?
Capítulo aburrido, pero bueno, ya se vendrá lo interesante :L
¡Hasta la próxima~!
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