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Capítulo 5 - Final


1.


James Sunderland todavía estaba un poco confundido sobre del por qué estaba en público con un carrito de supermercado lleno de decoraciones rosadas y dinosaurios de plástico.

Harry finalmente había cedido a la petición de Heather de hacer una fiesta de pijamas para su octavo cumpleaños, pero había enviado a James a buscar suministros con el pretexto de que necesitaba trabajar en su novela. Eso, y Heather que había insistido en que James la acompañara para escoger las decoraciones.

James tenía la ligera sospecha de que Heather sabía exactamente lo que estaba haciendo cuando pidió que le acompañara; ella ya había logrado que James le comprara un helado, y luego lo arrastró por los pasillos con los bocadillos azucarados que Harry no quería que ella comiera.

James miró críticamente los bocadillos procesados. Había sobrevivido con ese tipo de alimentos durante la mayor parte de su vida, pero de alguna manera, durante el último mes o algo así, había perdido su gusto por ellos. Estaba un poco sorprendido, pero se dio cuenta de que estaba empezando a preferir más la comida fresca y cocinada. Otro pequeño regalo de Harry.

Heather trotó con una bolsa de PixyStix.

—¡Oh, no! ¡No, no vamos a llevar eso!—, Lo último que James quería era un apartamento lleno de niñas saltando como salvajes por una sobredosis de azúcar.

—¡Por favor, James, son muy buenos!

—¿Has probado alguno alguna vez?—, James estaba seguro de que Harry nunca se los habría comprado.

Heather hizo una mueca. —No, pero Joanna de la escuela dice que son realmente buenos.

James le quitó la bolsa y la volvió a poner en la estantería. —Joanna no sabe de qué está hablando—. Seleccionó una bolsa de M&M de mantequilla de maní y se la entregó. —Si quieres dulces realmente buenos, estos son los que buscas.

Miró la bolsa dudosa. —¿Estás seguro?

—Afirmativo. Y confía en mí, yo sé de dulces.

—Bueno—. Ella arrojó a los M&Ms al carrito y luego, imperiosamente le informó que necesitaban más dinosaurios y menos princesas; aparentemente, pensó James con una sonrisa interna, la proporción de dinosaurios a princesas en esta fiesta de cumpleaños de Princesas y Dinosaurios estaba severamente fuera de control. Devolvieron algunas de las decoraciones rosas y seleccionaron unas cuantas más verdes antes de que Heather se distrajera con una exhibición de pistolas de agua. En realidad, James tenía unos cuantos buenos recuerdos de las batallas con pistolas de agua de cuando era un niño, y Heather no necesitaba torcerle el brazo para convencerlo de que necesitaban unas cuantas en el apartamento.

Cuando estaban en la caja registradora, James sintió una punzada de conciencia por las pistolas de agua; no estaba seguro si Harry aprobaba las armas de juguete. —Hagas lo que hagas, no jodas a tu papá con esto cuando esté en la computadora—, le dijo a Hetaher. —Se enojará.

Heather lo miró sorprendida. —¡Papá no se enoja!

—¿No?—, Cuando James pensó en ello, se dio cuenta de que nunca había visto a Harry enojado. Irritado o malhumorado, sí, pero nunca realmente enojado.

—No, él se...—Heather pensó por un momento. —Se decepciona. Eso es peor.

James asintió, sorprendido por su percepción. Tenía toda la razón: él mismo había sido el receptor de la decepción de Harry en algún momento, y era un sentimiento terrible, mucho peor que cuando había sido un niño y su padre se enfurecía con él. Por supuesto (y podía sentir que sus mejillas se sonrojaban ante este pensamiento), sentía mucho más por Harry, de lo que jamás sintió por su padre.

—Papá está mucho más feliz ahora—, dijo Heather despreocupadamente mientras regresaban a la camioneta con sus compras. Ella había agarrado confiadamente una de sus manos cuando llegaron al estacionamiento, y balanceaba su brazo suavemente al ritmo de sus pasos.

—¿Lo es?

—Sí—, le dijo Heather, asintiendo sabiamente. —Le gusta tenerte en nuestra casa, le gusta tener fiestas contigo.

—Oh—. Una vez más, James se preguntó si Heather era buena mintiendo o no, porque realmente no podía creer lo que le estaba diciendo. Le resultaba muy difícil creer que Harry no estuviera cansado de él todavía y que no estuviera contando los días hasta que por fin se fuera.

Heather tiró de su mano para llamar su atención. Cuando bajó la mirada hacia ella vio con alarma que su pequeña cara estaba arrugada y preocupada. Para ser adoptada, se parecía mucho a su padre cuando estaba molesta. —Me gusta tenerte en nuestra casa también—, dijo. —No te vas a ir, ¿verdad, James? Te vas a quedar con nosotros, ¿no es así?

James la miró, sin saber cómo responder. —¿Tú... quieres que me quede?

Ella asintió febrilmente. —¡Sí! Papá no está triste ahora que estás aquí—. Ella se acercó a él con ambos brazos, y él se inclinó para levantarla y la alzó en el aire en el hueco de su brazo. Ella puso sus brazos alrededor de su cuello y lo abrazó. —Yo tampoco estoy triste—, le dijo seriamente.

James estaba completamente desconcertado. O Heather era una mentirosa excepcional, o realmente quería decir lo que decía. —Te diré algo, Poco —. dijo, tratando de ocultar su confusión, — Si tengo que ir a algún lado, te lo haré saber primero, ¿de acuerdo?

Ella asintió con la cabeza. —¿Pero volverás? no te irás para siempre, ¿Cierto?

—Si me quieres de vuelta, volveré—, le aseguró, esperando en silencio que esta fuera una promesa que no tuviera que romper.

Ella sonrió y lo abrazó de nuevo. —¡De acuerdo! —, Luego miró a su alrededor desde su posición. —¡Esto es realmente alto! ¿Cómo es ser tan alto?


2.


Resultó ser que Harry no estuvo muy contento con las pistolas de agua, pero se les permitió quedarse después de que Heather, con la ayuda de James, demostraran en un duelo cuán divertida podría ser una batalla de disparos en el estacionamiento del apartamento. Eventualmente, incluso se dejó involucrar en la pelea, escondiéndose detrás de los autos estacionados y acechando entre los mejores. James se divirtió profundamente al descubrir que, aunque Harry era el más rápido de los tres, no podía apuntar bien y terminó siendo golpeado con más frecuencia que él o Heather.

—¡Está bien, está bien! ¡Me rindo!—, Llamó Harry finalmente, caminando detrás de un SUV con las manos al aire. —¡Mi arma está vacía!—. La parte superior de su cuerpo estaba completamente empapada, su cabello estaba en un total desorden, pero sonreía y se reía en voz baja.

—¡Te tenemos, papi!—, gritó Heather, quien salió corriendo de su escondite y arrojó sus brazos alrededor de la cintura de Harry. —¡James y yo te tenemos!

—Seguro que sí—, le dijo, luego levantó la vista y captó la mirada de James. Harry le sonrió. Una sonrisa amplia y pura, y James sintió que algo se movía en su pecho. ¿Qué era ese sentimiento cálido y confortable, ese sentimiento de... aceptación? ¿Así se llamaba? ¿Era eso lo que se sentía ser parte de una familia? James siempre había asociado a la familia con la ira, el dolor y la humillación; estar cerca de una familia tan feliz y normal como Harry y Heather era completamente extraño para él, pero se encontró deseando desesperadamente que pudiera ser parte de todo aquello.

Apartando los extraños pensamientos a un lado, James caminó hacia ellos, con su pistola de agua colgando de una mano. Miró la camisa húmeda y arrugada de Harry, y su cabello desordenado, y se dio cuenta de que estaba más despeinado de lo que había visto en su vida, pero aún así Harry se las arreglaba para estar preparado y beatífico.

Harry atrapó a James mirándolo fijamente, y sus cejas se levantaron en interrogación. "¿Todo bien?",  articuló en silencio, claramente no queriendo que Heather lo oyera.

James asintió con la cabeza. "Todo bien" , articuló él en respuesta, luego, antes de que pudiera detenerse, levantó la mano y apartó parte del cabello húmedo de Harry de su rostro.

Harry pareció un poco sorprendido por la repentina ternura, pero inclinó la cabeza brevemente en la palma de James, con sus ojos cerrados y una sonrisa en sus labios. Entonces atrapó la mirada de James e inclinó la cabeza hacia Heather. El mensaje era claro: No delante de la niña.

James miró hacia abajo y se dio cuenta con vergüenza de que Heather los miraba a ambos atentamente. Dejó caer la mano y dio un paso atrás.

Heather lo observó por un momento más, luego se encogió de hombros (un gesto muy al estilo de Harry) y se volvió para estar junto a su padre, con uno de sus brazos todavía alrededor de su cintura. —Ven aquí, James—, ordenó, haciéndole señas con una pequeña mano.

A regañadientes se acercó a ella, esperando una patada en las canillas o algún otro pequeño acto de retribución por sus avances hacia su padre. En su lugar, Heather puso su otro brazo alrededor de su cintura y le sonrió, estirando su cuello para poder ver su cara desde ese ángulo cercano. —¿Ves? ¡Te dije que papá está más feliz!

James se estremeció e hizo una mueca, humillado. Mantuvo la cabeza gacha, temeroso de encontrarse con los ojos de Harry, y trató de alejarse de Heather, pero ella la sujetó con un agarre sorprendentemente fuerte. Casi como si hubiera esperado que él intentara escapar.

—¿Crees que soy más feliz, cariño?—. Escuchó a Harry preguntar, y no sonaba molesto. Casi sonaba... divertido.

—¡Lo eres, papá!—, Heather insistió. —¡Has sido feliz desde que James llegó aquí!

James mantuvo la cara vuelta hacia otro lado. Podía sentir sus mejillas arder y sabía que probablemente estaba de un color rojo brillante. Odiaba cómo Heather tenía aquella extraña habilidad para hacer anuncios sobre lo que él y Harry estaban sintiendo, y lo peor era que ella por lo general tenía razón. Por otro lado, cuando ella lo decía, él y Harry no tenían que hacerlo, y a veces ella lograba vocalizar cosas que él estaba sintiendo pero que no podía expresar.

—Tienes razón—, escuchó decir a Harry. Levantó la cabeza y miró hacia arriba, pero Harry estaba mirando a Heather. —Estoy feliz—, dijo Harry, y luego levantó la vista, encontrándose con los ojos de James, antes de que James pudiera recordar apartar la mirada. Había ternura en los ojos de Harry, amabilidad, y (¿se atrevía siquiera a pensar en eso? No, estaba siendo estúpido, Harry acababa de mirar a Heather, esto no era para él), incluso amor.

Ninguno de ellos habló durante unos minutos; Harry sostuvo la mirada de James para que no pudiera apartarla, y Heather les sonrió a ambos. Luego anunció: —Tengo hambre—, y el momento se rompió. —¿Podemos cenar pizza esta noche?

—Oh, no sé, ¿qué te parece, James?—, preguntó Harry.

James volvió a agachar la cabeza, agradecido de que su cabello fuera lo suficientemente largo como para ocultar sus ojos desde ese ángulo. —Pizza sería genial.

Regresaron al apartamento, Heather con los brazos todavía alrededor de las cinturas de ambos. A medio camino de su edificio, Harry cargó a Heather en sus hombros y puso su mano en la espalda de James. James optó por no pensar en cuánto significaban para él estos pequeños gestos de afecto y simplemente disfrutó de la cálida presión de la palma de Harry.


3.


El día siguiente era viernes, y Heather pasaría la noche en la casa de una amiga. Llegó a casa de la escuela emocionada y ruidosa, queriendo cambiarse su ropa y luego irse inmediatamente a casa de su amiga. Harry la obligó a empacar una mochila, y que comiera la merienda. Luego sorprendió a James preguntándole si le gustaría ir al parque con ellos para encontrarse con la amiga de Heather y su madre.

—¿Por qué?—, preguntó James, confundido.

Harry se encogió de hombros. —Es un buen día. Pensé que podríamos pasar un rato al sol. He estado encerrado demasiado tiempo trabajando durante estas últimas semanas.

James se esforzó por ocultar lo complacido que se sintió de que le preguntaran, pero tenía la sensación de que Harry lo sabía, de todos modos. Además, era cierto que ambos tenían ese aspecto pálido, ligeramente enfermizo, de personas que pasan todo el tiempo en el interior.

En el parque, Heather y su amiga corrieron inmediatamente hacia los juegos infantiles y trepadores, riendo con entusiasmo, y Harry pasó unos momentos charlando con la madre de la niña. James miraba al vacío, sin prestar mucha atención a la discusión de las reuniones de la PDP y los proyectos escolares, cuando se dio cuenta de que la mujer le había hecho una pregunta y no había oído ni una sola palabra de ella.

—Uh... ¿Disculpe?—, tartamudeó, pensando que debía parecer un completo idiota.

—Le pregunté que, ¿por cuánto tiempo planea usted quedarse en Portland?—, gorjeó la mujer, y miró a James con aprecio. ¿Ella lo estaba... lo estaba examinando? James no tenía ni idea de cómo responder a su pregunta, ya sea la que ella preguntó o la que él creía reconocer en su mirada. ¿Cuál era el maldito problema de esa mujer? Miró a Harry desesperadamente.

—James está trabajando en algunas cosas—, rellenó Harry suavemente. —Él estará aquí por un buen tiempo.

—Oh, ya veo—. La mujer asintió con la cabeza y le sonrió a James con los dientes, y le recordó vivamente a un tiburón que huele sangre en las aguas. —Bueno, no seas tan enigmático, James, ¿Cómo dijiste que estabas relacionado con Harry?

Mierda. Oh, mierda. ¿Cómo iba a responder a eso?

Harry vino a su rescate de nuevo. —James es un viejo amigo. Fuimos juntos a la escuela secundaria.

—¡Maravilloso!—, exclamó la mujer. —¡Los viejos amigos son los mejores!

Las dos niñitas volvieron dando tumbos entonces, y la mujer las escoltó hasta su minivan y se alejó con un gesto. Harry le devolvió el saludo, pero James ni se molestó en hacerlo.

—No me agrada tampoco—, le dijo Harry una vez que la furgoneta se había ido. —Sin embargo, Heather y su hija se llevan muy bien, así que, ¿qué se puede hacer?

—¿Cuál es su problema?—, preguntó James, contento de no estar solo en su aversión.

—Un matrimonio aburrido y desdichado, lo de siempre—, explicó Harry— ¡Sin embargo, ciertamente le gustaste!—, Y hundió un codo en las costillas de James.

James gruñó. —No es mi tipo.

Harry le sonrió y luego hizo un gesto hacia un banco del parque cercano. —Ven a disfrutar del sol conmigo.

Se sentaron en el banco juntos, y James se encargó de sentarse más lejos de lo que realmente quería, dando a Harry su espacio. Harry enganchó los codos detrás del respaldo del banco, estiró las piernas frente a él y volvió la cara hacia el sol. James le observó por el rabillo del ojo, maravillándose de nuevo por la simple elegancia de Harry y su suave armonía. James estaba seguro de que se vería como un revoltijo de miembros y ángulos extraños si intentaba imitar la postura de Harry, pero Harry parecía un semidiós reclinado, como la representación de un artista que salió de un lienzo. Sus ojos siguieron la línea de la mandíbula de Harry desde la línea de su cabello hasta su garganta, y se encontró preguntándose una vez más cuál sería el gusto de la piel de Harry debajo de sus labios.

James se sacudió mentalmente. No podía seguir haciéndose esto a sí mismo, especialmente en público. Tal vez Harry lo había permitido en casa y con Heather cerca, pero cuando eran solo ellos dos, James estaba completamente convencido de que Harry despreciaría cualquier insinuación que intentara hacer. Se hizo tronar los nudillos, sólo para tener algo que hacer con sus manos, y se preguntó qué era lo que Harry tenía que lo hacía sentir como un virgen de quince años de nuevo.

—No deberías hacer eso—, dijo Harry con sus ojos todavía cerrados. —Es malo para las articulaciones.

—Quizá—, murmuró James. Tenía más cosas en mente que lo de la artritis, pero sabía que Harry tenía razón. Dejó caer las manos sobre sus rodillas y las apretó.

Harry giró la cabeza y le sonrió perezosamente, abriendo los ojos a medias. —¿En qué piensas? Te tronas los nudillos cuando tienes algo en mente.

En ese momento, James estaba pensando en lo alegre que estaba de que su camisa estuviera suelta, ya que ocultaba el bulto en su regazo, pero no estaba dispuesto a decirle eso a Harry. —En ti—, respondió con sinceridad, y lo lamentó instantáneamente.

Harry siguió sonriendo pero no hizo ningún comentario, cosa que mantuvo a James muy agradecido, y en su lugar volvió su rostro al sol. —Estoy pensando en comprar una casa—, dijo en voz baja.

James se sobresaltó; no había esperó esa respuesta en absoluto. —¿Una... una casa?—, Dijo estúpidamente.

Harry asintió. —Sí. Con el nuevo libro y todo, ya es hora. Heather necesita más espacio y un patio para jugar en lugar de un estacionamiento. Podría tener un estudio en lugar de un escritorio en la sala de estar—. Hizo una pausa por un momento, aparentemente sumido en sus pensamientos. —Es el momento—, concluyó. —Es hora de que nos mudemos de ese apartamento a un lugar propio.

Un lugar propio. James se preguntó amargamente cómo sería eso, nunca lo había sentido, excepto por las seis semanas que había pasado en el apartamento de Harry. Y ahora, uno de los únicos lugares en lo que alguna vez había sentido como un hogar, se lo estaban quitando. Abrió la boca, dispuesto a preguntarle a Harry si quizás podría arrendarle el complejo (al menos podría tener el edificio, si no había gente en él), cuando una mujer que empujaba un cochecito se detuvo cerca de la banca.

—Hola, señor Mason—, dijo con rigidez, formalmente.

Harry abrió los ojos para mirarla y luego se puso de pie de un salto. —Hola, señora Kincade—, dijo, sonando extrañamente formal y cortés. —¿Cómo está usted hoy?

—Muy bien, gracias—, dijo ella, y lo fulminó con la mirada. —Lamento decirle que Janice no asistirá a la fiesta de cumpleaños de Heather.

—¿Está segura, señora Kincade?—, Preguntó Harry, y James detectó una ligera nota de suplica en su voz. Le hizo fruncir el ceño; eso fue extremadamente inusual, Harry nunca suplicaba por nada. —Janice es la mejor amiga de Heather.

—Bastante—, resopló, y empezó a alejarse. —No es el tipo de ambiente al que quiero que mi hija esté expuesta.

Harry se dejó caer de nuevo en la banca, toda su gracia y elegancia se habían ido, y suspiró. —A Heather se le romperá el corazón—, le dijo en voz baja a James.

—¿Qué quiso decir con eso del "ambiente"?—, James le preguntó, secretamente complacido de tener algo más de que hablar, además de lo de la casa.

Harry gimió y abrió las manos con las palmas hacia arriba. —Ella piensa que porque estoy criando a Heather por mi cuenta, soy algún tipo de pedófilo al que le gustan las niñas pequeñas.

—¿¡QUÉ!?—, James se puso de pie de golpe y persiguió a la mujer que se retiraba antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo. Una pequeña voz en la parte posterior de su cabeza le susurraba que probablemente no era la mejor idea hacer lo que hacía, pero fue ahogada por la ira incandescente que lo invadió. —¡Señora Kincade!—, gritó. La vio detenerse y mirar por encima del hombro.

Él se detuvo a unos cuantos metros de distancia y la miró furiosamente. —¿Qué demonios le pasa?—, Preguntó en voz baja, conteniendose; nunca antes había golpeado a una mujer en su vida, pero en ese momento lo estaba considerando seriamente.

Su rostro palideció y dio un paso atrás. —¿Dis... disculpe?—, preguntó ella.

James pudo sentir a Harry tirando de su brazo, escuchándolo decir que no valía la pena, pero todo parecía lejano, como el recuerdo de un sueño. —Este hombre —, dijo, señalando a Harry con su mano libre, —Es un padre increíble. Nunca ha tocado a Heather y nunca la lastimaría. Vive toda su vida por esa niña—. Hizo una pausa, vagamente consciente de que Harry había dejado de tirar de su brazo y que la mujer lo miraba con una expresión que no reconocía. —Es un buen hombre y una gran persona, y usted... usted sólo desearía que su marido fuera la mitad de padre de lo que Harry Mason es—. Acabó con dureza, su ira repentinamente de desvaneció al darse cuenta de lo estúpido que estaba actuando.

La mujer los miró unos instantes más, luego asintió brevemente y siguió su camino, aunque considerablemente más rápido que antes.

James se volvió hacia Harry. Toda su ira había desaparecido, pero fue reemplazada por la vergüenza, Harry lo miraba con un rostro inexpresivo e inescrutable. —Mierda, Harry, yo lo... lo s-...

Harry dejó caer su brazo, se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la camioneta sin decir una palabra. James corrió tras él, seguro de que eso era todo. Harry lo iba a echar. Después de comportarse como lo había hecho, James sabía que se lo merecía, y solo esperaba que Harry tuviera la amabilidad de dejarlo sacar sus herramientas del apartamento primero.

En la camioneta, Harry se metió en el asiento del conductor y lo puso en marcha bruscamente. James se deslizó hacia el lado del pasajero, con la cabeza gacha y los hombros encorvados. —Harry, yo...—, lo intentó, pero Harry levantó una mano y se la tendió en un gesto inconfundible.

—No ahora, James—, dijo, con la voz cortante y brusca. —Espera—. Puso el automóvil en marcha y se alejó del parque.

James se encogió en el asiento del pasajero, miserable y deprimido. Finalmente había ido y lo había hecho, finalmente había mostrado sus verdaderos colores a Harry y ahora lo iban a dejar solo. De nuevo.


4.


Harry manejó a casa sin decir una palabra, y James estaba demasiado triste como para tratar de hablar con él. Se dio cuenta de que Harry estacionó la camioneta en la esquina más alejada del estacionamiento del complejo, lejos de todos los demás autos y relativamente en una zona privada. Sabía que si Harry iba a golpearlo y no querría ningún testigo. James se dio cuenta que estaba esperando que Harry lo golpeara, y casi le dio la bienvenida, porque significaba que Harry lo tocaría por última vez.

Harry estacionó la camioneta, la apagó y se volvió hacia James. James se alejó, alzando las manos en un gesto de bloqueo que apenas recordaba de su infancia. Entonces Harry apartó las manos del rubio, y se movió a través del asiento de la camioneta y se sentó sobre su regazo. Se sentó a horcajadas de él, cogió el rostro de James entre sus manos y lo besó con avidez.

James se detuvo un momento; de todas las formas en que esperaba que Harry reaccionara, esta era la que menos se había atrevido a esperar. Parpadeó un par de veces, esperando despertar de esta alucinación, pero Harry no se desvaneció. Se quedó en el regazo de James, y era cálido, pesado e inconfundiblemente real, y todavía lo besaba, sus labios y su lengua exploraban las grietas de la boca de James. Harry nunca lo había besado así antes, y la miseria de James fue repentina y completamente reemplazada por deseo, el deseo que no había sentido en años. Gimió y acercó a Harry, muy apegado a él, y le devolvió el beso ferviente.

Se tocaron a tientas como un par de adolescentes durante unos minutos hasta que Harry se alejó con un suspiro ahogado. —Nadie... nadie me ha defendido así antes—, jadeó, con las manos sobre el pecho de James, resistiendo los intentos de James de atraerlo de nuevo. —He estado luchando contra los rumores de pedofilia durante años, y nadie... ninguna persona, jamás me ha defendido como tú lo hiciste.

James gruñó y lo jaló un poco más, deseando besarlo de nuevo. —Es una maldita estúpida—, murmuró, sabiendo que Harry quería algún tipo de respuesta.

Harry asintió con la cabeza. —Sí, lo es, pero... ¡Maldita sea, James!—, Y lo besó otra vez, y deslizó sus manos por debajo de la camisa de James para acariciar su pecho. James respondió quitándole la chaqueta y arrojándola al asiento del conductor. Buscó los botones en la parte delantera de la camisa de Harry cuando él abrió la puerta de la camioneta y salió dando tumbos al estacionamiento.

—No aquí—, susurró pesadamente. Parecía desorientado, sofocado y extremadamente deseoso. —Al apartamento...—, y luego se encontró corriendo por el estacionamiento como si se tratara de una persecución, sin mirar hacia atrás.

James se tomó unos minutos para recuperar la compostura (francamente, pensó que habría tenido problemas para cruzar el estacionamiento con su estado actual), luego cerró la camioneta y corrió hacia el apartamento.

La puerta estaba entreabierta, se deslizó dentro y la cerró detrás de él. Tan pronto como lo hizo, Harry se abalanzó sobre él desde el pasillo y lo empujó contra la puerta cerrada, con sus manos en el cabello de James y sus labios en su garganta. James lo envolvió en sus brazos y se inclinó para que Harry pudiera alcanzar su boca. Harry se apretó contra James y gimió profundamente en su garganta.

James estaba teniendo problemas para procesarlo todo. No podía creer que Harry estuviera perdiendo completamente la calma como en ese momento, siendo tan agresivo y tan... tan necesitado. James se dio cuenta con un sobresalto de que por lo general era él quien necesitaba a Harry, y este cambio de roles fue tan delicioso como inesperado. Trató de apartarse un poco, poner algo distancia entre ellos para poder desabotonar la camisa de Harry, pero Harry no lo permitió. Se apoyó contra James, casi escalándolo como a un árbol.

James no pudo evitarlo, y comenzó a reírse de lo absurdo que parecía todo eso.

Harry inmediatamente dejó de besarlo y lo miró a la cara. —¿Qué?—, Preguntó, despeinado y un poco sin aliento.

—Tú—, le dijo James, todavía riendo.

El rostro de Harry cayó y dio un paso atrás. —¿Quieres que me detenga?—preguntó, aturdido.

—Oh, no—, dijo James, y se inclinó hacia su cintura y cargó a Harry, lanzándolo sobre su hombro como un cargamento de bombero. —Sólo creo que deberíamos ir a otro lugar—, y se dirigió hacia el dormitorio.

Harry, atravesado por la espalda de James, se disolvió en una carcajada impotente. —¡Bájame, idiota!—, ordenó entre risas, y comenzó a sacudirse ineficazmente sobre la espalda de James. James se detuvo un minuto para sujetar las piernas de Harry para que no pudiera patearlo; lo último que quería en ese momento era un golpe en la ingle. Sin embargo, Harry no mostró inclinación a patear, y siguió riendo y golpeando en su espalda.

—¡Para!—, Advirtió James, tratando de sonar amenazador, pero incluso en él se pudo oír la risa en su voz. —Sólo estás empeorando las cosas contigo mismo.

—Sí, estoy muy asustado. ¡Bájame!

Cuando llegó al dormitorio, James arrojó a Harry a la cama y luego se lanzó tras él. El colchón crujió bajo su peso combinado, y James tomó ambas muñecas de Harry en una mano y sujetó los brazos de Harry por encima de su cabeza. Deslizó su otra mano por debajo de la camisa de Harry y comenzó a palpar alrededor, maravillándose de la definición de los músculos magros y la fuerza discreta del torso de Harry. Harry se retorció debajo de él, pero no hizo ningún movimiento para intentar escapar, incluso se inclinó a sí mismo para facilitar el acceso cuando James comenzó a desabotonarse la camisa.

James tenía la camisa abierta y pasaba los labios por el pecho de Harry, cuando Harry dijo entre jadeos: — Cuando compremos una casa, podremos hacer esto todas las noches si queremos.

James se detuvo en seco y miró a Harry, seguro de que lo había oído mal. —"¿Compremos?"

Harry abrió los ojos y se encontró con los de James, quién parecía un poco confundido. —Bueno, sí, tú también vienes —. Captando la expresión de James, añadió, —¿No es así?—, Con una nota de pánico en su voz.

—Si así lo quieres—, dijo James, aún sin creer que hubiera oído bien. ¿Harry quería que fuera con él? ¿Lo quería en su nueva casa? ¿No iba a ser apartado, desechado, abandonado a su suerte de nuevo?

—Oh, por el amor de Dios—, murmuró Harry rodando los ojos con fuerza hacia atrás, y de repente se apartó del agarre de James. Antes de que James estuviera seguro de lo que estaba haciendo, Harry lo volteó sobre su espalda y se montó en él a horcajadas de nuevo. James normalmente odiaba ser dominado, le recordaba demasiado a su padre, pero de alguna manera Harry lo hacía parecer cariñoso y gentil y muy, muy sexy. Harry puso sus manos en los hombros de James y lo retuvo en la cama. Él se inclinó cerca, casi a la distancia de un beso, y susurró, —Sí, quiero que vengas con nosotros. Sí, te quiero en mi nueva casa. Sí, te quiero en mi cama. Sí, sí, sí... ¿qué más necesitas?

—Todo—, respiró James, y Harry lo besó.


5.


Mientras James yacía acurrucado sobre el pecho de Harry y disfrutaba del resplandor cálido, sudoroso y ligeramente pegajoso, sonó el teléfono.

Harry empujó suavemente a James y lo alcanzó, diciendo, —Podría ser algo de Heather—, cuando James trató de hacerlo retroceder. Se sentó en el borde de la cama, de espaldas a James y contestó el teléfono que sonaba.

—Oh, hola... sí... sí... por supuesto que no...

Sabiendo que si algo anduviera mal con Poco, Harry ya estaría a medio camino de la puerta. James se inclinó y comenzó a besar los botones de la columna vertebral de Harry. Harry arqueó la espalda en los labios de James, pero mantuvo el teléfono en la oreja.

—Sí, me doy cuenta de eso... está bien... no, no es necesario...

Sonriendo a sí mismo, James siguió con los besos (ahora casi en los los omóplatos de Harry), y serpenteó una mano para acariciar su estómago. Harry apartó la mano con un manotazo, pero estaba lo suficientemente distraído como para que James pudiera retirarla después de solo unos momentos. Esta vez, Harry lo dejó solo, concentrándose en la llamada telefónica, y James, sintiéndose audaz, movió su mano hacia su pecho.

—Sí, gracias... muy bien, nos vemos pronto. Gracias de nuevo, adiós—. Harry suspiró y colgó.

—¿Quién era?—, preguntó James con su voz amortiguada contra la nuca de Harry.

—La señora Kincade.

—¡Mierda!—, James saltó hacia atrás, horrorizado. —No te metí en problemas, ¿verdad?

Harry negó con la cabeza, con su espalda todavía mirando a James. —No, de hecho me lo sacaste de encima—. Volvió a colocar el teléfono en su soporte y se acomodó en el colchón. James se quedó sentado, mirándolo con preocupación..

Harry sonrió y le hizo señas. —Ven aquí—, le invitó, y James obedientemente se acostó junto a él, acurrucándose a su lado. Harry pasó sus brazos alrededor de él y suspiró de nuevo. —Ella se disculpó. Eso es increíble, Margaret Kincade nunca se disculpa con nadie.

—¿Qué dijo?—, preguntó James, descubriendo que en realidad no le importaba tanto, ahora que sabía que no había puesto a Harry en problemas.

—Dijo que ella no sabía de que yo era homosexual y que con eso en mente, Janice estará encantada de asistir a la fiesta de cumpleaños de Heather—, dijo Harry, imitando los patrones de habla formal de la Señora Kincade.

James abrió mucho los ojos a la luz tenue y se apoyó en un codo para poder ver el rostro de Harry. —¿Así que es eso lo que somos ahora?—, preguntó, sintiéndose confundido, enojado y aliviado, todo al mismo tiempo. —¿Un par de maricones?

Harry se encogió de hombros y lo miró a los ojos. —En primer lugar, esa palabra es de mal gusto. En segundo lugar, ¿qué piensas? ¿Te sientes de esa forma ahora?

James pensó en ello. No había estado mirando a otros hombres, pero tampoco había estado mirado a las mujeres. Realmente no había estado mirado a nadie en mucho tiempo, no hasta que Harry entró en su vida. Tal vez, y se sentía como un pequeño rayo de luz que entraba en su pecho ante esta revelación, tal vez era sólo Harry, y se sentiría así por él, ya fuera un hombre o una mujer o cualquier otra cosa en conjunto.

—No... no me siento como un ma-... uh, gay—, dijo dudoso. —Me siento como el mismo de antes, sólo que... mejor, más feliz. Más vivo de lo que me he sentido en mucho tiempo.

Harry lo atrajo hacia sus brazos y así James se inclinó para acercarse, acomodando su rostro en el lugar suave y cómodo donde el cuello de Harry se unía a su hombro. —Entonces eso es todo lo que necesitas—, Le dijo Harry con su voz tranquila.

—Pero ¿qué le decimos a la gente?—preguntó James.

Harry silenció unos momentos. —¿Qué tal "estamos enamorados"?

James levantó la cabeza y miró a Harry. El rostro de Harry era serio pero amable, y cuando James lo miró a los ojos, se sintió como volver a casa.

Volvió a apoyar su cabeza en el hombro de Harry y rozó sus labios con su cuello.—Suena bien.

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