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Capítulo 1

1.

James se sentó en un banco del parque, sintiendo el sol en la cara y las manos, y así se mantuvo observando a Heather perseguir a Harry por la zona de juegos del parque. La niña corrió detrás de su padre, riéndose histéricamente y gritando de alegría, y Harry corría delante de ella, controlando sus pasos para que nunca se adelantara demasiado. Seguía mirando por encima de su hombro, riendo, y no parecía notar las miradas de los otros padres en el parque. Nadie más parecía existir para él, excepto Heather.

Mientras James los miraba, Harry dejó de correr y dejó que Heather se enfrentara a él, empujándolo contra el suelo para caer. La niña le trepaba por todas partes, gritando —¡Te tengo, papi, te tengo!—, Y metía sus manitos en la chaqueta de Harry para hacerle cosquillas. Harry se echó a reír, tratando a medio corazón defenderse, hasta que ambos se desplomaron con risitas desamparadas.

James sintió un punzanzo de lágrimas en las comisuras de sus ojos. Antes de que ella se enfermara, él y Mary habían intentado tener un bebé propio. Tal vez, en un mundo diferente, en un tiempo diferente, podría haber sido él, un padre jugando con un niño propio, mientras Mary los miraba y reía.

Suspiró profundamente, luchando contra las lágrimas. Había estado llorando demasiado últimamente, dejando que sus emociones se desbocaran con él. Por alguna razón, la pura realidad del mundo real, después del propio y oscuro paisaje de pesadilla de Silent Hill, sintió que le afectó más profundamente de lo que podría haber imaginado posible. Al ver el sol nuevamente, comer, dormir sin miedo, sentir el calor en un ambiente agradable... todo aquello parecían ser increíbles regalos. Y Harry. Harry era el regalo más grande de todos.

Harry lo entendió. Harry había estado allí, sabía de Silent Hill y sabía que James no estaba loco, algo que James con frecuencia se preguntaba. ¿Era posible compartir delirios? No lo creía así, lo que significaba que Harry estaba diciendo la verdad cuando dijo que había estado en ese lugar también. Y sin embargo, él lucía tan increíblemente normal, tan... intacto. Podía trabajar y cuidar a su hija, y ahora también estaba cuidando de James, y James no podía entender cómo hacía todo eso. Era invulnerable, como un héroe amable y paciente, y James sabía que no podía entrometerse en su hospitalidad para siempre, pero la idea de irse llenó su pecho con una desesperación horrible y retorcida. Había estado durmiendo en el sofá de Harry durante una semana, y Harry no había hecho alguna mención sobre querer que se fuera, pero James sabía que Harry se cansaría de él, y quería retrasar ese momento durante el mayor tiempo posible. Para siempre, si pudiera.

El sofá, eso era otra cosa. A James no le importó nunca dormir allí, pero recordó haber despertado aquella primera mañana en la cama de Harry, con los brazos envueltos alrededor de él. Recordó que alguien le estaba peinando el fleco de su cara, y recordó que había agarrado a Harry y le había pedido que se quedara. Aquello hizo a James enfermar de vergüenza cuando lo pensó, no por lo que había hecho, sino por lo mucho que quería hacerlo de nuevo. Aquello de abrazar a Harry se había sentido bien, como estaba destinado a ser, y no creía que pudiese soportarlo si Harry no sentía lo mismo... ¿Y por qué lo haría, por el amor de Cristo? El hombre tenía una hija, James había tenido una esposa, ¿De verdad se sentían tan solos como para compartir una cama con otro hombre al lado, sólo para sentir algún compañerismo, algo de calor? ¿Y por qué toda esta maldita situación se sentía tan desleal ante la memoria de Mary?

Alguien puso algo en las manos de James.

Reaccionó, consciente de que se había vuelto a perder en sus pensamientos y que el mundo se había alejado mientras pensaba. No le gustaba cuando eso pasaba, era un poco demasiado parecido a la niebla descendente de Silent Hill. Miró hacia abajo y vio que sostenía en sus manos una caja de jugo.

—Es hora del almuerzo, James—, anunció Heather. Había subido a la banca y se encontró sentada a su lado. James la miró con ojos desorbitados por un minuto, se aferró una vez más a su perfecta e inocente confianza y luego miró a su alrededor en busca de Harry.

Harry estaba a unos metros de distancia, con una manta bajo un brazo y un cooler en la mano. Estaba observando a James y a Heather con una pequeña sonrisa en su rostro, y James de repente, incómodamente, se dio cuenta de lo elegante, lo guapo que parecía. Harry no era muy alto, no más que él, era demasiado delgado, pero irradiaba amabilidad y calor, y su rostro brillaba cada vez que miraba a Heather. James había notado la manera en que todas las madres del parque lo miraban cuando venía con Hetaher, y él sabía que examinaban su cabello liso y oscuro, sus pómulos sobresalientes y sus movimientos graciosos y suaves. Junto a él, James se sentía como una monstruosidad torpe y descomunal, un vestigio horriblemente roto que no pertenecía al paisaje de esta familia pequeña y feliz. Se preguntó, no por primera vez, dónde estaba la madre de Heather y por qué Harry no tenía una mujer en su vida.

—¿No sabes cómo abrirlo?—, Heather le arrebató la caja de jugo de sus manos y apuñaló la pajilla en la abertura, y luego se la devolvió. —Es difícil a veces, me gustan más las cajas que las bolsas plateadas, son más fáciles de abrir.

Cheryl, cariño—, Harry le reprendió suavemente, llamándola así como una forma de cariño que le tenía a su antiguo nombre. —Estoy seguro de que James sabe cómo abrir una caja de jugo.

—Pero, papi, él no...

—No, no lo sabía—, James interrumpió, no queriendo que el día se arruinara con discusiones. —Gracias, Heather.

Ella le sonrió. —¡De nada!

James captó los ojos de Harry, quien sonrió y negó con la cabeza. Su movimiento hizo que el sol se reflejara en su cabello oscuro, y James de repente se preguntó a qué olería su cabello, y cómo se sentiría pasar la mano por él.

2.

Salieron del parque, y James se conmovió absurdamente cuando Heather tomó su mano mientras cruzaban la calle. Ella no se soltó cuando cruzaron, simplemente se detuvo y continuó charlando, dirigiendo sus comentarios primero a Harry y luego a James. En la camioneta, camino a casa, se apoyó contra James y se durmió.

Harry miró a los dos por el retrovisor y sonrió. —Le agradas—, le dijo a James.

James no estaba muy seguro de cómo responder. ¿Por qué alguien, en cualquier lugar del mundo, como él, sería del agrado de dulce e inocente niña?

Pareciendo leer sus pensamientos, por lo mismo, Harry continuó. —Ella no piensa en las cosas como nosotros, ve a las personas como realmente son, a veces mejor de lo que ellos mismos se ven.

James gruñó. —La haces sonar como a una profeta.

Harry rió en silencio. —No, no como una profeta, sólo alguien que no ha aprendido a juzgar aún, y quiere lo mejor para todos los que a ella le importan—. Hizo una pausa durante un minuto y añadió, —Incluyéndote.

James rió, pero no hubo humor en su tono. —No me conoce muy bien.

—Ella te conoce bastante bien—, le dijo.

Heather se movió en su sueño, y un pequeño ceño arrugó sus rasgos. —No peleen...—, murmuró ella.

—No estamos peleando, pequeña—, dijo Harry. —Vuelve a dormir.

—¿Papi...?

—¿Sí?

—¿Por qué James siempre está tan triste?

Ni Harry ni James tuvieron una respuesta para eso. Sus ojos se encontraron desde el retrovisor, y James se sorprendió al ver en el dolor en los de él.

Heather se movió de nuevo y volvió a los reinos más profundos de los sueños.

3.

Más tarde esa noche, después de la cena (James se encontró constantemente sorprendido de lo bien que Harry cocinaba. Él apenas podía con las sopas instantáneas, o los hotdogs, y eso era todo), y después de que Heather se hubiese ido a la cama, Harry había suspirado y sacado una botella de vino de la nevera. James estaba completamente sorprendido ahora, no sabía que Harry bebía alcohol.

Mal interpretando la expresión de James, Harry explicó, —La amo con todo mi corazón, pero Heather a veces simplemente logra agotarme, también. ¿Quieres una copa?

Normalmente James prefería la cerveza (y con los últimos tres años, prefería el licor fuerte, y estar ebrio en exceso), pero el vino de Harry era delicioso, ligero, fresco y refrescante. Harry le dijo que era un Ensamblaje Chileno, y expresó su opinión de que los vinos californianos eran vulgares bombas de frutas y que si querías un buen vino debías comprar los de Chile o Europa. James se había reído, asombrado y divertido por la pasión de Harry en el tema. Harry había reído con él, y por un momento James sintió que era parte del mundo dulce y normal. Un mundo donde Silent Hill nunca existió.

Harry lavaba los platos, mientras que James se encontraba sentado en la mesa de la cocina, ligeramente borracho, y más que un poco avergonzado por su completa ineptitud en la cocina. No podía cocinar, no sabía cómo lavar los platos, apenas podía hervir agua. Dios, era tan malditamente indefenso que fue un milagro que no hubiese muerto de hambre después de la muerte de Mary.

—¿Dónde está la mamá de Heather?—, preguntó abruptamente. El vino había comenzado a aflojar su lengua.

La espina dorsal de Harry se irguió un poco, y sus manos dejaron de moverse por un minuto. Luego siguió lavando y dijo, —Es adoptada.

—¿De verdad?—, James frunció el entrecejo y tomó otro trago de vino. —Pensé que los hombres solteros no podían adoptar niños. Especialmente niñas.

Esta vez la espina dorsal de Harry se puso rígida, y encorvó los hombros sobre el fregadero. —Tuve una esposa cuando la adopte—, dijo en voz baja, —Ella murió cuando Cheryl... bueno, ahora Heather, era sólo una bebé.

—Oh, Dios... oh mierda, lo siento mucho—, James tartamudeó. Podía sentir que se ponía rojo, y se dio cuenta que no era sólo el alcohol. —Dios, yo siempre me meto el pie donde no debo, soy tan...

—No, no, está bien—, le tranquilizó Harry, como si él fuera el que acababa de decir algo estúpido. —Fue una pregunta honesta—. Puso un plato en el tendedero y luego preguntó vacilante, —¿Qué pasó con... Mary, creo que se llamaba?

James suspiró y sintió que las lágrimas brotaban detrás de sus ojos una vez más, como siempre lo hacía cuando pensaba en ella. —Ella... ella era mi esposa—, le dijo a Harry, mirando profundamente las zonas vacías de su copa de vino. —Hace unos tres años, murió. Cáncer de pulmón.

Harry tomó aliento. —Lo siento mucho. Mi padre murió de cáncer de pulmón; es una terrible manera de morir.

James asintió con la cabeza, consciente de que nunca había hablado con nadie tan abiertamente del tema. —Llevó... mucho tiempo. Ella estuvo enferma... por tanto tiempo. Hasta el final... fue como si ella... ella ni siquiera fuera mi esposa...—, y ahora él sollozaba abiertamente, su rostro enterrado en sus manos, con sus hombros temblando. Se sentía como si estuviera tratando de llorar su alma en sus manos, su alma podrida, dañada; tal vez se sentiría mejor sin ella. Así no tendría que sentir todo el tiempo esa dolorosa y asquerosa soledad...

De pronto sintió una mano en su espalda. Fue Harry, dándole palmaditas y diciendo, —Oye, hombre, shhhh, shhhh, está bien—. James apoyó la cabeza en la mesa y lloró en sus propios brazos. Después de todo este tiempo, ¿Por qué le dolía tanto? Harry se mantuvo a su lado y acarició su espalda, dejándolo llorar.

James lloró por lo que estuvo sintiendo por tanto tiempo, pero finalmente sus lágrimas se secaron y él se pudo controlar de nuevo. Se dio cuenta entonces de que cualquiera que los mirara, pensaría que él y Harry eran una pareja en esa posición, y se sentó, dejando que la mano de Harry se deslizara de su espalda. Harry lo dejó, ¿Pero, fue un resplandor de arrepentimiento lo que James vio cruzar su rostro? ¿Podría ser que a Harry le gustara estar cerca de él? James apartó ese pensamiento. A nadie le gustaría estar cerca de James Sunderland.

Harry volvió al fregadero. Una vez que se encontró dando la espalda a James y sus manos se encontraron en el lavavajillas otra vez, él dijo, —Lo siento mucho por tu pérdida. Si yo no hubiese tenido Heather cuando mi esposa murió... bueno... ella lo hizo más fácil. He tenido que estar bien, trabajar en ello, porque ella me necesitaba. Siento mucho que hayas tenido que pasar por todo eso solo.

James olisqueó y soltó una carcajada acuosa. —Gracias. Lo siento por tu esposa también.

Permanecieron en un silencio incómodo, pero amigable, hasta que Harry sacó el tapón del fregadero y el agua empezó a girar por el desagüe. Luego se volteó y notó que la botella de vino estaba vacía. —¿Quieres un poco más?

James sonrió tristemente. —¿No he llorado ya lo suficiente por una noche?

—Heather me dijo una vez que nadie llora a menos que realmente lo necesiten—, dijo Harry seriamente. —Creo que tiene razón.

James cogió su copa de vino y la inclinó hacia él. —En ese caso, hasta el fondo.

Harry se volvió hacia el fregadero y abrió el estante más alto de la cocina. Buscó a tientas en él durante un minuto, y luego maldijo por lo bajo. —La botella está muy atrás—, le dijo a James. —¿Qué tal una mano?

Ser alto era algo con lo que James podía ayudar. Se levantó, tambaleó un poco, y se acercó al estante. Se aproximó a Harry y agarró la fría botella redonda con una mano.

Tan pronto como lo hizo, se dio cuenta de lo cerca que estaba del otro hombre. Su pecho estaba tocando ligeramente la espalda de Harry, y su brazo siguió la línea de él hacia arriba hasta que sus manos estuvieron una al lado de la otra en el estante. Se dio cuenta de lo mucho más anchos que eran sus hombros a los de Harry, y lo mucho que de repente quiso estrecharlo en sus brazos, y solamente abrazarlo. La parte de atrás de la cabeza de Harry estaba justo cerca de la cara de James, y James captó la ligera nube de olor del cabello ajeno. Olía a gel de cabello, hierba recién cortada y sol, aunque hubiesen sido horas de haber regresado del parque.

James respiró profunda y temblorosamente, completamente helado y sin saber qué hacer, y fue Harry quien dio un paso atrás para que su espalda se golpeara contra el pecho de James.

Difícilmente consciente de lo que estaba haciendo, James rodeó con un brazo la cintura de Harry. Harry sacó la mano de la estantería y apoyó ambas en el antebrazo de James. Su rostro todavía apuntaba lejos de James, se recostó en el pecho del otro hombre y suspiró en silencio.

James soltó la botella de vino. Bajó su otro brazo y lo enganchó en forma de V sobre el pecho de Harry, sujetándolo por el hombro. Harry movió su mano izquierda hacia arriba y la puso sobre la de James, luego volvió su rostro hacia el otro hombre y apoyó su frente en la mandíbula de él.

James se aferró a Harry como si fuera su vida la que dependiese de ello, deseando que nunca tuviera que dejarlo ir. Esto era lo más cercano que habían estado desde esa primera noche, y lo más cercano que había estado de otra persona desde la muerte de Mary. Era increíble, pensó, cómo había logrado convencerse de que no necesitaba esto, de que podía vivir sin esta cercanía, sólo para recordar lo tan dolorosa y rápida que su vacía vida se encontraba sin ella. Mucho más vacía...

Harry se movió en sus brazos, volviéndose un poco y levantando la vista para que pudiera encontrarse con los ojos de James. —Tú... uh... no dormirás en el sofá esta noche—, dijo, y de inmediato se puso rojo.

Los ojos de James se ensancharon de sorpresa, lo que Harry malinterpretó. —Quiero decir, a menos que quieras—, repitió él, poniéndose más nervioso y colocándose más rojo con cada palabra.

—No—, James le aseguró, sintiéndose un poco extraño al ver que él era el que tranquilizaba a Harry, en vez de ser al revés. —No, está bien, yo... uh... dormiré en la cama esta noche—. Ahora podía sentir que se ponía rojo también, y una pequeña y cálida llama de felicidad crecía en su estómago. Así era como se sentía la felicidad, que casi había olvidado.

—Eh... necesito escribir por un momento primero—, le dijo Harry, rompiendo el contacto visual y mirando hacia abajo con vergüenza.

—Claro—, dijo James, y lo dejó ir. Los dos hombres se apartaron, y la cocina repentinamente pareció estar más fría y pequeña de lo que pareció ser momentos antes.

4.

James se había tendido en el sofá con un libro en sus manos. Harry se lo había dado unas horas antes, admitiendo que era uno de sus libros, escrito bajo un seudónimo. James en general no era un gran lector, pero sí estaba disfrutando inmensamente de ese libro. La historia de Harry era interesante, sus personajes eran agradables, y James podía ver la personalidad de Harry detrás de cada uno de ellos. Aquella cálida llama de felicidad y emoción aún brillaba y ronroneaba en su estómago, y tal vez eso lo hacía sentirse más caritativo para hacer alguna actividad que normalmente no disfrutaba, como leer. Además, y vacilaba en admitirlo, pero leer uno de los libros de Harry le hacía sentirse más cerca del autor, y le gustaba la intimidad implícita.

Harry se sentó al otro lado de la sala, tecleando ligeramente una vieja computadora y murmurando para sí mismo. En realidad, James se dio cuenta de que no había oído el tecleo alguno de la computadora durante un buen tiempo. Había estado demasiado atrapado en el libro para darse cuenta.

Sonriendo a sí mismo (¿Quién lo habría pensado, James Sunderland, perdiendo la noción del tiempo mientras leía?), Dejó el libro y se sentó para mirar a Harry. La cálida llama en él se apagó repentinamente, y murió.

Harry estaba dormido en el escritorio de la computadora, con la cabeza entre sus brazos. El monitor de la computadora proyectaba una luz fantasmal sobre él, volviendo su cabello gris y pintando su piel de un blanco pálido.

Así que así era...

James se maldijo en silencio. Harry solamente había sido complaciente con él en la cocina para no hacerle sentir mal, sí, era una persona demasiado bondadosa y agradable como para rechazarlo abiertamente, y ahora estaba quitando su ofrecimiento eligiendo dormir en el escritorio de la computadora. James no podía culparlo, en realidad, ni siquiera podía invocar la energía para enojarse con él, Harry era un tipo demasiado bueno como para ensuciarse con la cercanía de alguien como él. Era un tonto al pensar que Harry había hablado en serio cuando se ofreció a compartir su cama.

—¡Estúpido, estúpido, estúpido!—, James murmuró entre dientes apretados. Empuñó su mano y la estrelló contra su muslo.

La sonora paliza alarmó a Harry y levantó la mirada a través de sus ojos adormecidos. —¿James?—, preguntó, con la voz llena de sueño.

El rubio asintió con la cabeza, todavía demasiado enfadado para hablar, mirando hacia el frente.

—¿Por qué estás en el sofá?—, preguntó Harry con indolencia. —¿No quieres ir a la cama?

La cálida llama volvió a la vida en un segundo. —¿Lo dices en serio?—, le preguntó James.

—Dije que sí... que lo dije en serio...—, murmuró Harry, y luego se durmió de nuevo. Seguramente ni se había percatado que estaba sobre su escritorio.

¿Harry realmente lo dijo en serio? James se preguntó, a lo que se levantó del sofá y se acercó al escritorio de la computadora. Guardó el archivo de Harry (no sin antes leer algunas frases) y apagó la computadora. Luego acarició suavemente el rostro ajeno. —Vamos, Harry, despierta, tienes que ir a la cama.

Harry movió su cabeza hacia el calor de la mano de James, pero no mostró ninguna señal de despertar. James pensó por un momento, luego se agachó y cuidadosamente cargó a Harry.

El hombre era más ligero de lo que James esperaba. Harry se despertó un poco ante la sensación de ser levantado, y enganchó un brazo alrededor del cuello de James antes de caer de nuevo a dormir. Su cabeza se inclinó sobre el hombro del rubio, y el mismo, se maravilló de lo perfectamente que cabía en el lugar entre su hombro y su cuello.

Usando la luz de su lámpara de lectura para guiarlo, James llevó a Harry al dormitorio y cuidadosamente lo acostó en la cama. Harry estaba tan suelto y deshuesado como una muñeca; el día en el parque debió haber sido realmente agotador para él.

James se quitó sus boxers en silencio (Harry había tenido la amabilidad de llevarlo de compras uno de sus primeros días aquí, ya que llegó sólo con ropa puesta), y luego se quedó mirando a Harry, pensando. Movió cuidadosamente uno de los brazos de Harry para que estuviera en un ángulo recto de su cuerpo. Luego se metió en la cama junto a él, hurgando contra el otro hombre y metiéndose en el costado de este.

El movimiento despertó a Harry, al menos un poco, y sonrió soñoliento a James, pasando su brazo por sus hombros. Se inclinó y peinó la frente de James con los labios y así durmió de nuevo.

James sonrió en la oscuridad, sintiendo el calor del beso de Harry contra su piel. Se acurrucó tan cerca de él como pudo, tocó con sus labios el cuello del otro, y luego se dejó dormir, sintiendo que, por primera vez en años, podía dormir sin temer a lo que le esperaba en sus sueños.

5.

James se despertó ante la sensación de que alguien tocaba su cabello.

No se movió al principio, fingiendo estar dormido aún. Tenía miedo de que si Harry supiera que estaba despierto, dejaría de acariciarlo, y no quería que terminara todavía. El tacto de Harry era tan ligero, tan suave, que le recordaba a James las veces en que las mariposas aterrizaban en su piel. Tan pronto como pensó eso, la mano en su cabeza se detuvo.

—¿James?

¡Maldita sea! James abrió los ojos a regañadientes para encontrar a un Harry sonriéndole. —¿Cómo sabías que estaba despierto?

—Sonreíste.

Todavía estaban entrelazados, parecía que habían dormido toda la noche en los brazos del otro. Harry estaba todavía de espaldas con un brazo alrededor de James, pero James se había movido durante la noche para estar más boca abajo, con la mitad encima de Harry, con una pierna entre las piernas del otro. De repente, avergonzado por su erección matinal, que presionaba notablemente en la pierna de Harry, James saltó hacia atrás al otro lado de la cama.

—Uh... esto está bien, ¿No?—, preguntó James, tratando de cubrir su mortificación.

Harry frunció el ceño, pareciendo confundido y un poco herido. —¿Por qué no lo estaría?

—Tú... te dormiste anoche en tu escritorio... pensé...—, James tartamudeó, buscando palabras para describir lo que había pasado, gesticulando frenéticamente sus manos.

—James—, dijo Harry con severidad, apoyándose en un codo. —Me quedo dormido en mi computadora todo el tiempo, es un mal hábito que tengo desde la universidad, no significa nada.

—Así que...—, La esperanza revoloteó en el pecho de James, con una emoción tan ajena a él que apenas reconoció a lo que se debía. —¿Así que no te importa que yo esté aquí? ¿No has cambiado de opinión?

Harry suspiró y se sentó, colgando sus pies sobre el lado de la cama, de espaldas a James. —¿Quieres que lo haga?

—¿Qué?—. De todas las respuestas posibles, ésa era la que James menos se esperó.

Harry encorvó los hombros hacia adelante, y James se dio cuenta de que podría contar cada una de las vértebras de ese hombre en su espalda. —No juego jueguitos, James, cuando digo algo, lo digo en serio—. Miró por encima del hombro y atrapó los ojos de James. —¿Quieres que te haga daño? ¿Quieres que te aparte? porque si eso te hace feliz, lo puedo hacer.

James sacudió la cabeza, más triste y confundido que nunca. —No, no es eso lo que quiero, en absoluto.

—¿Entonces qué quieres?

—Quiero... quiero...—, James se esforzó por articular lo que estaba sintiendo. —¡No sé lo que quiero!—, gritó finalmente. —¡Todo esto es tan jodido, tan raro, y no sé qué es exactamente lo que quiero! Pero ya no quiero estar solo...—. Colgó su cabeza, mirando a los pliegues torcidos de las sabanas entre sus piernas. —Estando aquí... contigo y Heather... ha sido la primera vez en mucho tiempo en donde no me he sentido solo—, admitió, prácticamente ahogándose en sus palabras.

Él sintió una mano en su mentón, y entonces Harry le giró su cabeza para que se encontraran mutuamente con la mirada. Se inclinó sobre la cama, apoyándose sobre sus rodillas y una mano. Sus ojos azules ardían en los verdes de James. A decir verdad, James nunca se había sentido tan observado, o (y odiaba admitirlo) tan excitado antes en su vida con una mirada tan penetrante.

—¡Entonces - Deja - De - Apartarnos!—, Le dijo Harry, enunciando cada sílaba.

El momento se detuvo. El tiempo pareció retardarse, alargarse. James juró que podía ver cada mancha de polvo en el aire, cada pelo en la cabeza dormida de Harry, cada línea de color en los iris de Harry. Entonces, sin saber lo que estaba haciendo hasta que lo hizo, James se inclinó hacia adelante y besó a Harry en los labios.

El tiempo se adelantó de nuevo. Harry se congeló por sólo una fracción de segundos, lo que James reconoció ahora como incertidumbre y no como rechazo, y luego avanzó hacia el beso de James y hacia su abrazo. Cayeron de lado sobre la cama, y James sostenía a Harry, y luego Harry abrazaba a James, y luego no importaba porque estaban abrazados, besándose y riéndose bajo la luz del sol de la mañana.

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