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(13) Cuando Shouto duda

"Es bueno dudar de vez en cuando; cuando dudas, eres capaz de reforzar tus metas y desechar aquello que no deseas".

[...]

Los días habían pasado demasiado rápido, para su gusto. Tal vez no quería salir de la burbuja en la que se hallaba escondido, pero necesitaba salir, además, él no era ningún cobarde; saldría de su escondite y finalmente sería aquel que siempre había sido. Ahora, de nuevo se encontraba ahí, cuidando a un montón de niños rebeldes a los que nadie les había puesto un alto, escuchando vagamente lo que Gang Orca les estaba diciendo a sus compañeros reprobados y con la mente puesta en algún lugar de sus recuerdos.

Odiaba esto. Tener que pensar de más era algo que lo ponía tenso; él no era de esos que sobre estimulaba su cerebro innecesariamente y estar distraído no sucedía a menudo; le acongojaba —muy a su pesar— no ser capaz de tomar una decisión coherente ni encontrar una solución a sus dilemas. La charla con su madre solo había generado una línea recta en la cual era muy difícil mantener el equilibrio.

Bakugou sabía que debía hacer algo lo más pronto posible, de lo contrario no podría avanzar en su meta principal; jamás se perdonaría si sus planes se vieran truncados por un enamoramiento que tal vez ni siquiera tenía futuro, pero esconder sus sentimientos no era lo ideal, ni lo que deseaba. Tenía bien claro lo que quería hacer y cómo hacerlo, sin embargo, no sabía cuándo hacerlo.

Sus pensamientos eran una maraña que le cabreaba. ¿Por qué la chica con cara de ángel volvía su mundo una osadía?

Resopló con desgano. Ahí estaba de nuevo la causa de su conflicto interno; Ochako Uraraka siempre era el centro de su universo mental y le enojaba que fuera así, porque no debía serlo. Ella no debería tener tanto control sobre sus sentimientos, ni debería ser el centro gravitatorio de su mirada, que siempre caía ante ella con la más mínima acción. No debería, pero ahí estaba ella y su estúpida sonrisa que le revolvía el estómago de una manera asquerosa.

Ahí estaba ella y su estúpida mirada, siempre que se dirigía hacia él, luego pasaba al idiota de Izuku y ulteriormente bajaba al suelo.

Lo odiaba. ¿Por qué siempre tenía que mirar al nerd después de mirarlo a él? ¿Quería disculparse, o algo? ¿Disculparse de qué, en primer lugar? Ella no tenía la culpa de nada; en todo caso, era él el único culpable de todo lo sucedido. Si su orgullo no se hubiera manifestado ese día, no habría ido a buscarla para darle el beso más inolvidable de su vida y por ende, Todoroki no se hubiera fijado en ella tampoco.

Giró su cabeza hacia su derecha, hacia el lugar donde Todoroki estaba parado, exactamente; y le gruñó, obteniendo como respuesta, una mirada inquisitiva. ¿Es que tampoco sabía captar indirectas?

Era una mierda tener que ser el único que retaba silenciosamente al otro. El rubio regresó la mirada al frente con un resoplido; no le era grato mirar por más tiempo la cara despreocupada de aquel bastardo, si éste no estaba siendo humillado de alguna forma.

—¿Pasa algo?

—¿Uh?

Camie, la chica rubia de Shiketsu que casualmente se encontraba a su izquierda, lo miraba con curiosidad mientras posaba el dedo índice sobre su mentón, para después sonreír amablemente y provocar en él una mueca.

—Has estado distraído durante los últimos cinco minutos —susurró, mirando hacia su instructor y fingiendo atención hacia lo que sea que decía—. Es un milagro que sensei no se haya dado cuenta aún y te haya lanzado por ahí.

—¿Y a ti qué diablos te importa? —bramó bajito, cruzándose de brazos—. Ocúpate de tu trasero y deja de joderme.

Camie no dijo nada más, limitándose a permanecer con su sonrisa de muñeca, algo que cabreó al chico explosivo. ¿Por qué todos querían burlarse de él? No quería pensar más en el tema, por lo que se dedicó a enfocarse únicamente en la tarea que se les encomendó. Cuidar de un montón de mocosos mimados no sería ningún problema.

Al principio fue difícil tener que lidiar con la actitud repugnante de un montón de niños sin atención parental, pero claro, él era un héroe excepcional, el que se convertiría en el número uno; claro que podía hacer ese examen sin más problemas. Aunque —muy a su pesar— con un poco de ayuda.

Todoroki no pareció afectado en ningún momento, es más, en todo el tiempo que duró el examen, parecía bastante concentrado en su labor, sin contradecir el plan que los cuatro alumnos acordaron. Incluso podría decir que se encontraba más que enfocado; ido, con su presencia y atención en el examen, pero la mente vagando por cualquier otro lugar.

Katsuki resopló de nueva cuenta. ¿Qué le importaba Todoroki? ¿Qué le importaban las demás personas? Lo único que debería tener prioridad en su cabeza, era el cómo avanzar para convertirse en el héroe que quería ser... Y por supuesto, cómo se acercaría a la cara de ángel que le robaba el pensamiento.

Ya tenía una idea.

«Hacer lo que tu corazón dice... ¿Qué te impide eso?»

Por más que le diera vueltas a esa simple frase dicha por su madre, Shouto se revolvió entre las sábanas de su futón. Eran las dos con treinta de la madrugada, pero su cerebro había decidido correr a mil por hora justo cuando debía dormir, sin mencionar el asfixiante calor que en nada ayudaba; era un hecho que las ojeras se harían notar en un desagradable tono azulado a la mañana siguiente. Bufó ante el pensamiento.

No era que le importaba demasiado su apariencia, sin embargo, preocuparía a Midoriya, Iida... Y Uraraka. Ella preguntaría si se encontraba bien y lo que menos deseaba era alertar a la chica. Quería verse bien para ella.

Espera, ¿qué?

¿Por qué quería verse bien para ella?

Se volteó, quedando boca abajo en el futón y deseando que le faltara el aire antes de perder el conocimiento, aunque obviamente eso no sucedería. Pensar de más le hacía padecer de migraña; justo ahora sentía su pulso acelerarse ante el mero pensamiento de lucir bien ante Ochako. Ella era su amiga, nada más. ¿Por qué querría ella fijarse en su apariencia?

No era una persona que juzgara a la gente por cómo se veía, al contrario, era una chica excepcional que no distinguía entre clases sociales ni personalidades. Lo había aceptado como su amigo sin siquiera pedirle nada a cambio y llenaba sus días de gratos recuerdos que difícilmente olvidaría. Era amable, altruista y pensaba en los demás antes de sí misma, incluso los héroes, cuyo entrenamiento era más que suficiente para cuidar sus propios traseros; De por sí era hermosa físicamente, aquellas cualidades la hacían ver mucho más hermosa, como un ángel en un mundo de simples mortales.

¿Pero qué estaba diciendo?

Era culpa de todos aquellos que se encargaron de confundirlo. Ashido se la pasaba diciendo que harían una pareja espectacular, justo antes de que Hagakure la secundara; Yaoyorozu últimamente le daba consejos sobre cómo cortejar correctamente a una mujer, consejos que él no necesitaba porque no había nadie a quién cortejar; luego aparecía Iida y Tsuyu con comentarios que él mismo no entendía y habría pasado por alto, de no ser porque los involucraban a Uraraka y a él; y al final estaba Midoriya, con esa sonrisa comprensiva, pero a la vez desconcertante que le lanzaba instantes después de mirar a su exnovia.

Aunque tal vez no estaban tratando de confundirlo, sino de ayudarlo.

Pero, ¿ayudarlo en qué?

No necesitaba ayuda de nadie, mucho menos si se trataba de lo que estaba pensando: porque no estaba enamorado de Uraraka, ni en lo más mínimo.

—Hey Todo... Shouto —se corrigió—, ¿te encuentras bien?

Ya en el aula, observar los ojos preocupados de Uraraka le supo como una patada en el estómago. ¿Por qué lo llamaba por su nombre? ¡Ah, cierto! Él le dijo que se sentía más cómodo si ella lo llamaba así, por lo que no había vuelta atrás con ese tema; aunque no le disgustaba, de hecho, seguía pensando que sonaba mucho más dulce su nombre en los labios de la chica.

—¿Por qué lo preguntas?

Tonto.

Qué pregunta tan tonta había lanzado, sabiendo que la noche anterior sí le pasó factura a su apariencia, asimismo, se encontraba distraído desde que comenzó el día.

—Parece que algo te preocupa —acotó con las cejas fruncidas—. Sabes que puedes confiar en mí, ¿verdad?

—No es nada.

Quiso maldecir por decir aquello mientras apartaba la vista de ella, luciendo indiferente; Uraraka pronto se vio con un semblante herido, como si sus palabras hubieran roto algo en ella, sin embargo, pronto se recuperó y en cambio, mostró su sonrisa más brillante. Si hubiera sido el Shouto de hace unas semanas, el que no conocía en nada a la castaña, lo habría dejado pasar. Pero ahora podría decirse que era su amiga; la conocía al punto de diferenciar sus expresiones faciales y no sabía desde cuándo ocurrió eso. Le preocupaba.

—E-entiendo. —Ella jugó distraídamente con un mechón de su cabello—. Supongo que yo me iré a...

—¡Uraraka!

Shouto no analizó sus acciones hasta que observó la reacción de sorpresa en el rostro de la fémina; no se detuvo a pensar en lo que estaba haciendo hasta que fue tarde. Miró hacia abajo y, en efecto, su mano sostenía la de ella en un intento por retenerla. Y mentiría si dijera que su tacto no se palpaba tan cálido que le hacía anhelar más, que le enviaba señales a todo su sistema nervioso como descargas eléctricas y que, le hacían aflorar sentimientos que no sabía que tenía escondidos.

¿Estaba enamorado de Uraraka?

No lo sabía. Lo único que sabía era que en ese momento no quería soltarla; deseaba aferrarse a ella si se lo permitía. Así que, en un acto inconsciente buscó entrelazar sus dedos y percibir lo que era el sentimiento completo y no a medias. Necesitaba saber qué era exactamente lo que esa mujercita provocaba en él como para tomar una decisión y salir de todas sus dudas. Lo que no esperaba, era que Ochako se alejara de él tan súbitamente que le dejó una sensación helada en la piel, como si su toque la quemara, o no quisiera experimentarlo más.

Aquel acto lo decepcionó como no tenía idea, empero, fingió que no le importaba. Tenía que seguir fingiendo que sus toques le eran indiferentes, de lo contrario, temía por hacerse una idea equivocada y lastimar a su amiga. Él no quería eso.

Se produjo un silencio incómodo, obligándolo a desviar la mirada hacia cualquier otra parte que no fuera ella. No supo qué decir —de por sí, no era un chico de muchas palabras—, pero tenía la necesidad de confesarle su preocupación, de expresarle sus sentimientos confusos, tal vez así ella podría ayudarlo a esclarecer sus pensamientos. Abrió la boca dispuesto a hablar, sin embargo, la llegada perezosa de su profesor lo interrumpió antes de siquiera pronunciar palabra alguna.

—Buenos días, vayan a prepararse. Hoy tenemos entrenamiento práctico.

Uraraka corrió a su lugar, para después salir detrás de sus compañeros hacia los vestidores, sin dirigirle la mirada... Evitándolo.

Gruñó exasperado. Ya tendría tiempo para hablar con ella.

—Tú... ¿Estás enamorada?

—¡¿Eh?!

Decir que estaba sorprendida era poco. Momo casi se desmayó después de escuchar la pregunta tan directa que Shouto le hizo. De pronto, él se había acercado a ella a la hora del almuerzo para preguntarle algunas cosas, pero cuando le hizo tal pregunta, no pudo evitar jadear impactada, llamando la atención de varios alumnos que se encontraban cerca, esperando en la fila de la cafetería.

—¿Estás enamorada?

Como si no fuera la gran cosa, el de cabello bicolor repitió en un tono un poco más alto, aludiendo a que ella no lo había escuchado anteriormente. La chica solo se sonrojó más mientras chistaba, observando que volvían a llamar la atención; él ladeó la cabeza a modo de confusión, sin entender por qué actuaba tan raro.

—¿P-por qué me preguntas eso?

—Porque quiero saber exactamente qué es lo que se siente al estar enamorado —explicó, avanzando conforme la fila se acortaba—. Creí que tú lo entenderías mejor que yo.

Yaoyorozu hizo un ruido poco agradable, sintiéndose agotada por la conversación. No era la mejor en esos temas, aún cuando se la pasaba soñando despierta con los romances de cuentos de hadas; explicárselo a Todoroki seguro lo confundiría más, así que decidió que ella no sería de ayuda.

—Como sea, será mejor preguntarle directamente a Uraraka.

—¡Espera! —Una vez más volvió a llamar la atención—. Quiero decir, eh... Quizás deberíamos sentarnos juntos y charlar sobre eso, ¿qué dices?

—Seguro.

Así que se trataba de Uraraka. Bueno, ya lo intuía, estaba casi segura de ello; Todoroki solo se acercaba a ella o a la castaña con naturalidad, podría incluso afirmar que ambas eran sus únicas amigas del género femenino; además, el chico le confesó hacía algún tiempo que no sentía especial atracción hacia su mismo sexo, por lo que no le fue difícil adivinar que Uraraka era de quien quería hablarle.

Cuando obtuvieron sus alimentos, ambos fueron a sentarse en una mesa más o menos alejada del resto de sus compañeros; lo que menos quería Momo, era que alguien los escuchara y se armara un malentendido.

—¿Y bien?

—¿Bien, qué?

—¿Estás enamorada?

A veces odiaba lo directo que era su amigo. Shouto ni siquiera era consciente del gran sonrojo en sus mejillas, o el tartamudeo en su siempre elocuente vocabulario; de una u otra manera, tenía sentido. Nunca leyó entre líneas y difícilmente comenzaría a hacerlo ahora, las interacciones sociales no fueron su punto fuerte, por lo que se compadeció al verlo con una expresión inquisitiva mientras la miraba con intensidad.

Suspiró, pasándose el flequillo por detrás de la oreja, buscando las palabras que lo dejaran más tranquilo. No mentiría, ella admitía tener la misma densidad que él cuando se trataba de hablar sobre temas involucrados con terceros; las ocasiones en que se reunía con sus amigas, siempre hablaban sobre chicos lindos y fiestas de las que no sabía qué opinar, quedándose callada la mayoría de las veces, o siendo forzada a dar su opinión. Aunque en los últimos días se había esforzado por darle consejos amorosos a su mejor amigo, si era honesta, no tenía idea de lo que hablaba.

—Yo... —Comenzó con voz queda—. No creo estar enamorada. Pero...

—¿Pero? —Él interrumpió.

Verlo aferrarse a una mínima posibilidad por una respuesta positiva le dio un poco de lástima. De pronto se sintió como si estuviera en medio un examen final sin haber estudiado; casi quiso decirle que sí estaba enamorada y adivinar las respuestas a su próximo cuestionario para que no la presionara más y terminar con su nerviosismo. Sin embargo, se trataba de su desesperado mejor amigo y su deseo por salir de dudas con respecto a su situación sentimental de una vez por todas. Lo compadecía.

—No estoy enamorada —repitió—, pero creo que... sí me gusta alguien.

La última parte la soltó con un atisbo de duda. Ella tampoco estaba segura de aquella respuesta, empero, fue lo primero que se le vino a la mente después de mirar a los ilusionados ojos del chico.

—¿Puedo preguntar quién?

Temía que esa pregunta llegara. No era que no confiara en Todoroki para decir el nombre que tenía en mente desde hacía ya un tiempo, pero simplemente no podía. Aún no estaba segura de lo que estaba diciendo y necesitaba tener sus ideas claras para no generar malos entendidos.

Por otro lado, la mirada en él se suavizó hasta esbozar una sonrisa que le decía que estaba bien, él era su amigo y la apoyaría, e incluso la ayudaría con su enamoramiento si ella se lo pedía. No supo si fue esa expresión amable la que le dio fuerzas para hablar, o en qué momento se le escapó de los labios el nombre que comenzaba a hacerla suspirar:

—Midoriya.

Agrandó los ojos ante su propia confesión, sintiéndose estúpida por compartir algo tan íntimo. ¿Pero en qué estaba pensando? Todoroki era uno de los amigos más cercanos de Midoriya, casi podía afirmar que él lo consideraba su mejor amigo; no lo iba a admitir, pero desde su ruptura con Uraraka, el de cabellera bicolor se mostró protector con el chico. Le bastó con observar el repentino acercamiento a la muchachita en cuestión y su afán por hacer que se alejara de él para que no lograra hacerle más daño del ya causado.

Por su parte, el más alto se quedó sin habla durante un rato, procesando la información obtenida. No obstante, después de segundos tortuosos para la azabache, se recompuso, estirando su mano hasta alcanzar la suya y le dio un apretón, despejando uno a uno sus temores.

—No sabes cuánto me alegro.

—¿Eh?

No lo entendía. En ese momento, Shouto le estaba dando una de las sonrisas más brillantes que le había visto hacer.

—Midoriya se merece una nueva oportunidad de conocer a alguien —acotó, ladrando la cabeza—. Y el que tú digas eso, te convierte en la persona perfecta para él.

—Yo —musitó cabizbaja, insegura de sus palabras—. Esto es solo un enamoramiento pasajero... A-además... no creo ser lo suficientemente buena para alguien tan increíble como él.

El chico negó con la cabeza con una risita, apretando su agarre.

—Yaoyorozu, eres mi mejor amiga —declaró orgulloso—. Te conozco lo suficiente como para decir con seguridad que eres una persona honesta, amable y leal... Sin mencionar lo hermosa e inteligente que eres y el gran corazón que tienes. Midoriya y tú son el uno para el otro.

Momo suspiró trémula ante los halagos de Todoroki. No era eso lo que esperaba escuchar, ni por asomo. Él la consideraba su mejor amiga, además, no era tan denso como creía; le había tomado la suficiente atención como para decir algunos de sus atributos sin siquiera titubear, mostrándose entonado también. Quería llorar, se sentía tan feliz de tenerlo a su lado.

Avergonzada, miró hacia otro lado, justo a la mesa lejana donde almorzaba Izuku y compañía. De verdad, no sabía lo que había hecho ese chico para tenerla mirándolo como si fuera un ángel. Ella, que tan dispuesta estaba a ser de ayuda para su amigo, terminó siendo escuchada por él. Tenía que devolverle el favor.

—Estar enamorado... —Carraspeó para llamar la atención del bicolor—. Es algo que solo podrás experimentar tú mismo para afirmar lo que se siente.

Observó el semblante del contrario decaer un poco ante la respuesta, empero, se recuperó de inmediato, incluso sus ojos se llenaron de esperanza al escuchar las siguientes palabras:

—Pero, puedo hablar desde mi experiencia cuando digo que todo se siente tan diferente cuando alguien te gusta —explicó con un leve rubor—. El amor es un sentimiento que aporta solo cosas positivas; te da fuerza, confianza y valor para afrontar tus miedos e inquietudes, te brinda una felicidad indescriptible, te impulsa, te llena el alma... Y lo más importante, no significa un obstáculo, sino un peldaño en el que te apoyarás para vivir en el presente y esperar por el futuro.

Cuando Momo hubo terminado su discurso, su corazón latía furioso y sus dedos hormigueaban entre los de ella. Ciertamente era un vocablo muy bello para alguien que afirmaba no estar enamorada, pero a la vez, bastante acertado para él, porque cuando estaba con Ochako, era capaz de sentir todas esas cosas que mencionó, y mucho más. No solo deseaba experimentar todo eso, sino que también quería hacerla a ella experimentar los mismos sentimientos y, ¿por qué no? Tomar su mano, mirarla a los ojos y hacer tantas cosas con ella a su lado.

Era muy consciente de que una vez se dijo a sí mismo que no se enamoraría nunca, sin embargo, aquí estaba, rendido ante las virtudes y defectos de su compañera de clases, dispuesto a sacar a flote sus más puros sentimientos.

Se levantó de golpe de su asiento, golpeando la mesa con ambas manos. Con la realización en todo su ser.

Necesitaba decírselo.

Porque sí, ahora estaba seguro de lo que sentía por Ochako Uraraka.

—Estoy enamorado de ella. 

Notas: 

1.- El hiatus de casi dos años se rompió, yeiii~ ¿Quién aún lee esta historia? 

2.- A partir del próximo capítulo comienza la cuenta regresiva. A lo sumo le quedan cuatro o cinco capítulos más. Igualmente, lo que viene se centrará mucho más en Ochako y, por supuesto, Bakugou entrará en acción.

¡Gracias por leer! 


Siguiente capítulo: Tiempo a solas. 



Boku no Hero Academia © Kōhei Horikoshi 

Fuego y Tú 2018 © Sultiko 

(Septiembre 24, 2022)

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