un extraño aliado
El mismo pasó el contenido de la pasta color gris sobre mi mano.
—Te ayudará a aliviar el dolor. Solo debes vigilar que no se infecta, ya que podrias tener temperatura y no llegar a pasar la noche.
—¿Por qué me ayudas?—sin discrepar, la pregunta salio. Él no me conocia ni yo a el. No habia por qur haber bondad. Me observo, guardo los elementos de curación en su bolso y suspiro.
—Se que una bruja de tu edad aún no a desarrollado sus habilidades culinarias. Menos para sobrevivir en este lugar. No dudarias ni un segundo aquí.
—¿Por qué lo dices? La curiosidad me inundo.
—Porque las criaturas malignas salen a la noche y ademas es luna roja.
—Tú no pareces alguien maligno, a simple vista. Me encogi de brazos. ¿El tenia razon, no?
Si queria matarme ya lo hubiera hecho. Ambos empezamos a caminar hacia un paradero el cual no sabía. La arboleada era grande y oscura. La luz de la luna roja era lo unico que nos iluminaba.
—¿A caso hay más como tú?
—¿Cómo yo?
—Un caballo humano.
—El termino validero es centauro y si, Helena. Hay muchos de nosotros. Solo que nos ocultamos muy bien y no socializamos con su raza.
De repente su caminar paro, al igual que el mio. El viento y las hojas comenzaron a correr. Mis mechones se pegaron en mi rostro y en cuanto iba a soltar una palabra el me callo.
—Ella viene. Helena.—su voz fue seria—Debes escapar, no la veas a los ojos. Busca a tu compañero.
¿De qué tengo que escapar? Me sarandio paea asi poder reaccionar. Vio mis ojos de preocupacion y trago saliva.
—¡Corre!¡Ahora!
Mis pies obedecieron e inmediatamente empece a correr entre los arboles. En poco tiempo me adentre hasta lo profundo del bosque. Mi respiracion estaba fuerte y entre cortada. Hasta que me detuve a descansar sobre un árbol.
—¿Quirón?
Silencio.
—¡Esto no es divertido!
Cuando iba a seguir mi camino, un brazo me detuvo y derribo hacia el suelo. Mi espalda choco contra el frio suelo de tierra y de mi boca escapo un quejido. Sentí algo filoso en mi cuello. Cerré mis ojos, atemorizada. ¿El final estaba por llegar?
—¿Quién eres?
Abrí mis ojos al escuchar una voz masculina. Un chico de no más de veinte años estaba frente a mi. Usaba una camisa llena de suciedad y unos pantalones vaqueros. Su rostro estaba arañado y con rastros de sangre seca; su cabello era negro con ciertas ondas y sus ojos eran azules. Tan azules como el mar celestial.
—¡Te dije que quién eres!
La espada que tenia sobre mi cuello produjo que una pequeña hilera de sangre roja escarlata empiece a correr sobre mis ropajes sucios.
—Helena. Mi nombre es Helena.
Con la voz temblorosa, lo observé.
—¿Helena de dónde?
—Helena de la ciudad del hielo. Hija de Margaret y....
—La hija de Aubin.—susurró para sus adentros.—Lo lamento. Su espada lentamente se separo de mi cuello. Su otra mano se dirigio hacia mi. Sin entender, la tome. —Venia escapando de esas horribles criaturas. Pensé que eras una de ellas.
—¿De qué?
—Un grupo de harpías.
—¿Harpías?
—¿En la ciudad de la riqueza no estudian, princesa del hielo? Frunci mi entrecejo.
—No soy una princesa y si, estudio.
El rió de una manera arrogante.
—Por cierto mi nombre es Acker, hijo de Vukan. De la ciudad del fuego.
Acker me miró con una mezcla de curiosidad y diversión. Su sonrisa me hizo sentir un escalofrio.
¿A caso el seria un nuevo elegido?
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