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3.- Nornas

Vali se marcha de la habitación y me quedo allí, sentada. Aún sus palabras resuenan en mi mente y me niego a creerlo. ¡No puede ser! ¡No es posible! ¡No podemos ser hermanos! Los lazos sanguíneos no se pueden romper. Un estatus social puede ser cambiado, pero no la consanguineidad.

Escondo el rostro entre mis manos y comienzo a llorar. Lo nuestro acaba de ser sepultado, no tenemos esperanza alguna de estar juntos. Es imposible. Levanto el rostro y me limpio las lágrimas.

Mi padre es Odín, eso ha quedado más que claro, tengo un tatuaje, que odio, pero que lo prueba. Pero aún me queda la incógnita, ¿quién fue mi madre? Me levanto del suelo y me acuesto en la cama. No puedo seguir pensando en ello. Ahora ni siquiera me atrevo a pensar en nosotros, eso solo hace que se me revuelva el estómago.

¡Hermanos!

Cierro los ojos con fuerza y no pienso en nada más, necesito descansar. Seguro que cuando despierte por la mañana, todo habrá cambiado.

***

El tatuaje sigue en su sitio. Nada cambia de la noche a la mañana. Ni siquiera mis sentimientos. Un toque a la puerta me hace sentarme en la cama y cubrirme con la sábana, estoy en ropa interior.

—¿Puedo pasar?—su voz continúa enviando escalofríos por mi piel.

Desearía haber sabido desde el inicio quien era y lo que éramos. Así no me habría enamorado de él.

—Pasa.

Pero el no entra, solo se asoma.

—Estamos llegando y pronto desembarcaremos, el resto del trayecto lo haremos a caballo. El desayuno está listo en el comedor.

—De acuerdo.

—Te espero en cubierta—desaparece cerrando la puerta.

Me dejo caer en la cama sin ganas de levantarme.

***

Para cuando subo a cubierta, ya he desayunado y me he vestido como para cabalgar, con un pantalón negro debajo de mi vestido blanco con ribetes negros.

Todo el paisaje a cambiado. El barco se encuentra anclado junto a un pequeño muelle. El mar se ha estrechado al mismo ancho de un canal y junto a nosotros comienza a extenderse un bosque. Observo como bajan dos caballos y los comienzan a preparar.

—¿Estás lista? —me pregunta y lo miro.

—Solo iremos nosotros dos?—pregunto al ver que solo hay dos caballos.

—Sí, los guardias no tienen permitido entrar a ciertos lugares de Asgard—lo miro sin darle crédito a lo que dice—. No es que no queramos, las nornas no le permiten la entrada al bosque a quienes no sean inmortales.

—Oh—observo como preparan las alforjas de los caballos con diferentes paquetes y accesorios.

—¿Cuánto tiempo estaremos allí?

—Hasta que ellas se nos presenten.

—¡Eh! —exclamo sin entender.

—Las nornas son criaturas curiosas en verdad, si no desean hablar con un dios, pues no se aparecerán.

—¿Para cuantos días llevamos provisiones?

—Para tres días, si no se aparecen en tres días, debemos regresar por suministros nuevamente.

—Espero que las encontremos pronto.

—¡Todo listo!—gritan desde tierra.

—Vamos.

Vali me hace un gesto y camino rumbo a la escalerilla para bajar. El guardia que sostiene las riendas me las tiende y subo sobre mi caballo.

Observo el caballo negro de Vali.

—Podíamos haber venido más rápido si hubieses usado tus poderes.

—Ese poder no dura mucho—se sube al caballo—, solo fue un impulso para ganarle a Astrid—me sonríe mientras espolea el caballo.

Hago lo mismo y comenzamos a adentrarnos en el bosque. En un principio seguimos un camino de hierva seca que ha sido marcado, pero después de quince minutos de trayecto, nos detenemos.

El camino ha desaparecido y el bosque de arboles altos y espeso follaje se extiende hasta donde alcanza a ver la vista.

—¿Cómo sabemos hacia dónde vamos?

—Hacia el oeste, no importa que no haya camino. Solo debemos no perder de vista el sol para poder regresar.

Continuamos nuestro recorrido en silencio. Ninguno de los dos habla, y yo ni siquiera puedo mirarlo, no me atrevo. Los minutos se convierten en horas y mi estómago me anuncia que debemos almorzar.

—¿Cuánto llevamos andando? —pregunto mientras busco el sol con la mirada. Están en lo alto.

—Tres horas.

—¡Madre mía! ¡Este bosque no tiene para cuando acabar!—murmuro y entonces él se detiene.

—Deberíamos haberlo cruzado hace tiempo—murmura pensativo mientras salta de su caballo.

—Pondremos el campamento aquí—mira en todas direcciones—. Vamos a prepararlo todo y esperar.

Me bajo de mi caballo y lo observo desatar las alforjas, bajar las cosas y sacarle la montura a su caballo. Le saca las riendas y después le murmura algo al oído. Hace lo mismo con el mío y en cuanto está sin riendas los dos caballos se marchan al galope del bosque.

—¡A donde van! —grito intentando perseguirlos.

—No te preocupes, han ido a pastar, regresaran cuando los llame.

Lo observo sacar un hacha y dejarla junto a un árbol.

—¿Vas a cortar madera? —pregunto estupefacta.

—Necesitamos leña para el fuego—y sin decir nada más lo observo comenzar a alejarse de mí.

«¿Y que se supone que haga?»

Comienzo a revisar las alforjas en busca de una tienda para armarla, pero no encuentro nada, solo comida y agua además unas mantas. Siento unos pasos, Vali regresa cargando varios troncos en sus brazos y los suelta frente a mí. Se saca la camisa, que deja sobre la montura y después toma el hacha. Creo que debo sentarme para esto. Me acerco a mi montura y me siento allí a observarlo.

Corta la madera con mucha destreza y maestría, como si lo hubiese hecho toda su vida. Cuando piensas en un dios, piensas en alguien que lo ha tenido todo y nunca ha tenido que luchar por nada. Cuando piensas en Vali, es todo lo opuesto. Verlo cortar la madera me hace sentir cosas que no debo estar sintiendo por él. No cuando estamos emparentados. Pero no puedo apartar mi mirada de su fornido cuerpo. Cuando ha terminado, comienza a preparar el fuego. Ni siquiera se inmuta en ponerse la camisa y no se lo menciono. Al menos voy a disfrutar de la vista.

—¿Dormiremos aquí? —pregunto al ver que está alistando todo.

—No creo que lleguemos a dormir, más bien esperaremos.

—¿Porque lo dices?

—Ellas están cerca, vamos a preparar el almuerzo.

Lo observo sacar una pequeña marmita que pone sobre el fuego. Vierte agua y después carnes, sonrío porque ya sé lo que está preparando.

—¿Necesitas ayuda?

—Acomoda los platos junto a cada tronco de los que he puesto junto a la hoguera.

Busco los platos y hago lo que me pidió. Entonces me percato que he colocado cinco platos.

—Vali, ¿esperamos a alguien para comer?—inquiero mientras me acerco a él.

—Justo eso es lo que vamos a hacer.

Me siento en mi lugar una vez más y el hace lo mismo. A cada rato revuelve el fuego y añade especias y verduras. El olor que comienza a inundar el bosque es exquisito.

—¿Podemos comer ya?

—No es correcto comenzar antes que las invitadas lleguen—murmura poniéndose de pie.

¿Invitadas? Toma un cucharón, revuelve el cazo y después lo golpea por fuera tres veces. Se aleja de allí y se detiene a mi lado.

—¡Listo! ¡Vamos a comer!—grita.

Entonces una niebla comienza a inundarlo todo. Me levanto rápidamente de mi lugar y me acerco a Vali. No es una niebla normal. Tiene varias tonalidades: negra, blanca y gris. Me aferro con fuerza al brazo de Vali y lo siento contener la risa a mi lado.

—¿Qué sucede?—inquiero nerviosa.

—Las nornas son algo dramáticas para hacer su entrada.

La niebla comienza a dividirse en ráfagas de viento que poco a poco se consolidan en figuras del mismo color. Entonces aparecen tres siluetas junto al fuego. Llevan capuchas, pero se nota que son mujeres por sus voces.

—¡Huele exquisito!—murmura la que lleva la vestimenta gris.

—Sabrá incluso mejor—comenta la vestida de blanco.

—Seguro que no es como el de la última vez—dice la vestida de negro.

—¡Bienvenidas!—murmura Vali llamando la atención de las tres mujeres.

Se giran hacia nosotros y se sacan las capuchas. Abro mis ojos de la impresión. Me esperaba tres ancianas de cabello blanco y jorobadas. Con arrugas por todo el rostro y sonrisas desdentadas con aspecto tenebroso. Pero las tres mujeres que me miran con atención, son hermosas. Las tres tienen el cabello rubio, de diferentes tonalidades, son altas esbeltas y con pechos turgentes, prácticamente son modelos de Vitorias Secrets.

Me suelto del brazo de Vali que he apretado con demasiada fuerza y me alejo unos pasos de él.

—¡Hermanas!—grita la vestida de blanco—. ¡Ya vieron quien es!—todas olvidan la comida.

—Urd—Vali la llama por su nombre y la de negro asiente—. Verdandi—la de gris le sonríe—. Skuld—la de blanco lo mira fijamente.

Me alejo unos pasos de Vali cuando las tres mujeres vienen corriendo sobre él y lo rodean como si fuese un majar.

—¡El dios ardiente!—exclama una de ellas mientras lo toca por el brazo de forma seductora.

—¡El dios del fuego!—exclama otra mientras le toca los hombros y la espalda.

—¡El dios de las llamas!—esta le acaricia el cabello.

Vali ni se inmuta, simplemente les sonríe y gentilmente se aparta de ellas. No puedo creer nada de lo que escucho o veo. Estas mujeres están enamoradas de él o eso me han hecho entender.

—Habíamos quedado en llamarlo "Dios ardiente", ¿recuerdan?

—Cierto, sigue luciendo igual de ardiente como hace dos mil años.

—Sí. Espero que hayas aprendido a controlar tu fuego.

—Lo he hecho, gracias—responde el con una sonrisa—. Comamos, déjenme servirles.

—Añádele un poco más de sal—murmura una de ellas y Vali se acerca y vierte un poco más de sal.

Mientras revuelve, cada una toma un plato y se acerca para que él le sirva. Todas le sonríen y el les devuelve la sonrisa con afecto. Creo que me estoy perdiendo algo aquí. Cuando termina, estas se sientan a comer en los troncos. Vali me tiende un plato que ha servido y yo hago lo mismo. La verdad me he quedado estupefacta y no puedo probar bocado. Solo puedo mirar a aquellas mujeres y analizar su comportamiento con respecto a todo. Entonces lo entiendo.

—¡Ustedes fueron amantes!—dejo escapar asombrada y después me cubro la boca pues lo he dicho en voz alta. Las tres mujeres me miran fijamente y comienzan a ríen a carcajadas.

—Lo fuimos—responde la vestida de negro—. Noches memorables.

No quiero seguir escuchando nada más. Lo que menos necesitaba era conocer a las amantes de Vali.

—¿Podemos olvidarnos del pasado? —pregunta él mientras prueba un bocado.

—El pasado es para aprender de él, hijo de Odín—murmura la vestida de negro.

—El presente es para vivirlo—responde la vestida de gris.

—Y el futuro es para demostrar lo que has aprendido—argumenta la vestida de blanco.

Si mis sentidos no me fallan, la de negro es la que ve el pasado, la de gris el presente y la de blanco el futuro.

—Me gusta mucho más esta versión—comenta una sin apartar su mirada de mí—. Es más atrevida.

—Más adecuada—murmura otra.

—Más capaz—termina la última.

Por sus palabras debo asumir que están hablando de mí.

—¿No vas a comer?—me pregunta Vali en voz baja.

—He perdido el apetito—respondo sin mirar al plato, solo a las tres extrañas mujeres que comen frente a nosotros.

—Brenda, debes comer—comenta Vali en tono de regaño.

Se está comportando como todo un hermano mayor.

—Te has superado a ti mismo hijo de Odín, esta comida te ha quedado perfecta.

—No como la última que comimos.

—Se los dije, está perfecta.

—¿Podemos ir a lo que vinimos?—pregunto dejando a un lado mi comida sin probar, a pesar de que tengo hambre.

—Está ansiosa por saber—murmura una sonriente.

—Pero no quería antes—comenta la otra.

Es la primera vez que solo dos de ellas hablan. La que va vestida de blanco no dice nada. Sigue comiendo y cuando termina deja su plato a un lado.

—Ya hemos comido, creo que debemos pagarles con respuestas. Solo responderemos tres preguntas sanadora, elige cuidadosamente lo que preguntarás.

Sé que es lo que quiero preguntar.

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Este capítulo está dedicado a marcelacastillos GabiMarquez8 YuliAlfaroMora Charry546 2 __eryka__ 2 AnafelMaciasojeda DeyalinAmesty

¿Que cree que quiere preguntar Brenda?

No olviden dejarme sus comentarios y su voto.
Xoxo🐦⭐

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