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20.- Equilibrio

Sobrevolamos el bifröst y la vista desde aquí arriba es aterradora y escalofriante. Las hojas del Yggdrasil lo cubren por completo. Esto no es bueno. En la distancia, ya no se visualiza el enorme árbol de la vida que se perdía entre las nubes. Cuando aterrizamos en el borde de la isla, es imposible distinguir la tierra por la cantidad de enormes hojas que cubren todo a su paso. No hay niebla y el enorme árbol que antes se perdía entre las nubes ahora ha disminuido en tamaño. Es como si la isla hubiese sido azotada por un poderoso huracán y este arrasado con todo a su paso.

Caminamos rumbo al árbol y este no luce para nada bien. Nada a su alrededor lo hace. El pozo de la sabiduría casi que ha desaparecido por completo, el agua ha bajado considerablemente su nivel. Todas las hojas del Yggdrasil han caído al suelo y sus ramas, apenas y queda alguna intacta. Prácticamente es un enorme tronco agrietado y sin vida que cruje con el viento. Me acerco a su tronco y lo toco. La madera cruje debajo de mis manos cual quejido doloroso y una rama en protesta cae junto a nosotras. La tierra comienza a temblar y el agua del lago comienza a desaparecer.

—¡Brenda! Será mejor que te des prisa.

Me saco la corona y al instante está se transforma en mi bastón.

—¿Dónde está Vali? —pregunto mientras sostengo el bastón con ambas manos.

—No lo sé, pero no podemos esperar por él.

Miro hacia el árbol que se queja mientras la tierra retumba. No tengo idea de que debo hacer. No es lo mismo sanar a una persona que curar al árbol de la vida. Y en los recuerdos de Eir no hay absolutamente ninguna pista que me indique como hacer algo que nunca antes se ha hecho. Así que solo me queda seguir mis instintos, como mismo hice cuando le devolví la vida al unicornio.

Levanto el bastón con ambas manos y con fuerza lo entierro en una de las raíces del árbol. La tierra tiembla ahora con más fuerza y la rama que le quedaba al árbol cruje y cae.

—¡Cuidado! —me grita Astrid mientras me empuja a un lado y la rama cae justo en donde está el bastón.

Entonces la tierra comienza a agrietarse, grietas enormes que comienzan a devorar todo a su paso. Las grietas se abren y la tierra, las hojas y el agua del pozo comienzan a caer al vacío. Nos alejamos del árbol intentando no caer al vacío. Todo el lago desaparece y solo quedan los restos del árbol flotando en el aire. La luz comienza a desaparecer quedando todo sumergido en la oscuridad. La única luz en todo el lugar es la dorada que escapa de mi bastón.

Me acerco al borde del precipicio que se acaba de formar entre nosotras y el árbol y calculo la distancia. Es muy largo para saltar, pero debo llegar allí. Aún no he terminado. Moonlight aterriza a mi lado y rápidamente me subo en él. A pesar de que tengo alas, necesitaré que Astrid me muestre como usarlas y no tengo tiempo para errores y fallos justo ahora.

"No puedo volar durante mucho tiempo sobre el vacío. Tendrás que saltar cuando estemos cerca."

—De acuerdo.

Moonlight levanta vuelo y se acerca al árbol. Justo cuando está lo suficientemente cerca de mi bastón, salto hacia él y me sostengo con fuerza. El aire que sopla desde al abismo es intenso y casi me hace perder el equilibrio. Miro hacia la orilla donde dejé a Astrid, pero su silueta está comenzando a desaparecer y hacerse más pequeña. El árbol se está moviendo, alejándose cada vez más de todo lo que le rodea. Al mirar el Yggdrasil me percato que está comenzando a desaparecer. Su tronco comienza a caerse a pedazos hacia el abismo, las raíces, apenas y quedan unas pocas, incluyendo la que me encuentro parada. Debo apresurarme.

Me sostengo con una mano del bastón y apoyo la otra en la corteza del árbol. Cierro los ojos y puedo sentir su sufrimiento, pero también puedo sentir su poder. El poder de sostener los nueve reinos. El poder de la vida y de la creación.

—¡La vida no se termina hasta que no se hayan agotado todas las esperanzas!—grito desesperada.

Y en ese instante una intensa luz explota desde el bastón con el sonido de un trueno en la distancia. La luz se extiende por todo el árbol y se pierde en el cielo infinito alumbrando todo a su paso. Pero no sucede nada más. Debo intentarlo una vez más. Cierro los ojos, siento la energía fluyendo en mi interior. La libero y dejo que escape de mi cuerpo hacia mis manos y hacia el árbol y el bastón. Otro relámpago suena en la distancia y la luz vuelve a desaparecer en el cielo.

Nada, no sucede absolutamente nada más. El árbol continúa desapareciendo poco a poco. El tronco ya ha menguado mucho más debajo de mi estatura y de las raíces solo queda una fracción de la que me encuentro parada. Miro todo a mi alrededor y solo encuentro el vació. Todo ha desaparecido. En la distancia todo es oscuridad y millones de estrellas que se reflejan en el mar del espacio. Me siento impotente y solitaria. Siento que soy la única que queda en todo el universo. La única que debe resolver este caos y ni siquiera eso puedo hacerlo.

¿Qué sucederá cuando el árbol desaparezca por completo?

¿Moriré?

¿Un ser inmortal puede morir?

¿Acaso me quedaré flotando en el vació por toda la eternidad?

¿Es este mi destino?

Siento una lágrima caer por mis mejillas. Los recuerdos de mis padres de Midgard y mis hermanos me hacen sonreír y al mismo tiempo llorar. Ya nada existe.

—Vali—susurro—. Siento que hayas fracasado en tu misión. Siento haberte decepcionado como sanadora suprema. Perdóname por no poder curar al árbol de la vida. No pude contarte mis descubrimientos recientes. Solo espero que nuestros destinos vuelvan a cruzarse en el nuevo mundo. Espero amarte allí tanto como lo hice en este. Tendré que conformarme con verte en mis recuerdos.

Más lágrimas caen de mis mejillas.

El rostro de todas las personas que he conocido comienza a desfilar por mi mente, como un recordatorio de mis últimos minutos en esta vida.

El aire intenso dejado de soplar. Todo es calma y silencio. Quito el bastón de la raíz y vuelvo a colocarme la corona en la cabeza antes de dejarme caer en mis rodillas sobre la enorme raíz del árbol que apenas y ahora cubre unos metros. Me limpio las mejillas con las manos y las apoyo en la raíz.

—Gracias por brindarnos la vida—le murmuro al árbol mientras recuesto mi cabeza en su corteza y cierro los ojos.

Puedo sentir el latir de un corazón. Debe ser el mío. Los últimos latidos que dará en este mundo. Abro los ojos cuando comienzo a sentir calor debajo de mi cuerpo. Me incorporo y de repente una luz dorada se eleva hacia el cielo y forma la silueta de un árbol.

¿Qué está sucediendo?

Del árbol solo ha quedado el pedazo de raíz donde me encuentro parada, el resto, está formado por luz. ¿Porque no termina de desaparecer? Acerco mi mano a la silueta del árbol hecha con luz y al tocarla puedo sentir el latido. No es mi corazón. Cientos de luces doradas comienzan a emerger desde la raíz y ascender por el tronco del árbol, formando su corteza. Toco otra luz y esta late más deprisa. Cambio y toco otra más. Cada una es diferente. Cada una es vida.

Intento envolver mis manos alrededor de todas, pero es imposible, así que solo recuesto mi cabeza contra ellas y sonrío. El árbol comienza a crujir una vez más. Puedo ver la corteza comenzar a formarse y solidificarse. Observo como las ramas comienzan a formarse y las hojas a crecer una vez más. El vacío, comienza a llenarse de vida. La luz del árbol se hace más intensa a medida que este se solidifica. Me sostengo como puedo de él mientras todo a mi alrededor comienza a ser engullido por la intensa luz. Los temblores y sacudidas duran unos minutos y después la luz comienza a desaparecer permitiéndome ver lo que ha sucedido. El árbol a ocupado nuevamente su lugar en el centro de la isla y el lago de la sabiduría, aunque vacío, a regresado a su lugar.

—¡Brenda! —escucho a Astrid gritar mi nombre mientras corre hacia mí.

—¡Astrid! —grito mientras las lágrimas de felicidad caen de mis ojos hacia el suelo. Entonces comienzo a sentir humedad debajo de mis pies— ¿Qué es esto?

Justo de donde cayeron mis lagrimas, el agua a comenzado a brotar siguiendo un camino hasta el lago que poco a poco vuelve a llenarse. Astrid y yo intercambiamos una mirada. El lago de la sabiduría se ha formado con mis lágrimas. Entonces siento un retumbar de pisadas fuertes cerca de nosotras. Me giro hacia donde provienen y un gigante aparece junto a nosotros.

—Estaba predicho que todo ocurriera así. Gracias sanadora. —hace una reverencia ante nosotras.

—¿Quién eres?

—Soy Mimir, el custodio del Pozo de Urd.

Recuerdo que vi sus restos cuando vine con Vali, ¿cómo es posible esto?

—Todas las profecías se cumplen—escucho una voz de mujer provenir de entre las raíces del árbol.

—De una forma u otra—ahora es otra voz diferente.

—El destino es algo a lo que no puedes escapar—murmura una tercera voz.

Entonces tres figuras femeninas salen de entre las raíces. Son las nornas.

—Regresamos a nuestro lugar sagrado sanadora. Bien hecho—hacen una reverencia ante mí.

Levanto mi mirada hacia el cielo. El Yggdrasil reluce su verde follaje de enormes hojas. Su tronco, nunca ha lucido con más vida como ahora.

—Creo que debemos marcharnos y comprobar que todo haya vuelto a la normalidad—comenta Astrid a mi lado.

—¿Aún no recuperas tus poderes? —le pregunto curiosa.

—No—responde ella preocupada.

Eso quieres decir que aún hay cosas que no han vuelto a ser como eran antes de que el árbol se enfermara. Subimos sobre nuestros corceles y cabalgamos ahora rumbo a Himinbjob.

Al llegar allí Astrid corre a abrir las puertas y entra como un relámpago en su interior. Cuando llego donde ella está, la encuentro abrazando a su hija.

—¿Restauraron el árbol? —pregunta Ingrid de repente.

—Sí, Brenda lo logró.

—Entonces porque mis visiones han desaparecido—murmura Ingrid.

—No lo sé, las mías tampoco han regresado.

—Solo puede haber una persona con el don de la visión—una voz gruesa se escucha a nuestras espaldas.

Las tres nos giramos hacia donde proviene la voz. Conozco a esa persona gracias a los recuerdos de Eir. Pero no tiene sentido alguno que esté frente a nosotras en estos momentos. Eso no es posible.

Él no puede estar vivo.

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