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17.- Magia

Camino entre la multitud, pero no lo encuentro. Miro en todas direcciones, pero no hay rastros de él por ninguna parte.

—Sanadora, la veo preocupada, ¿sucede algo?—la reina madre me pregunta deteniéndose a mi lado.

—¿Ha visto a mi hermano? —inquiero mientras miro hacia todas partes.

—El dios del fuego se ha marchado.

—¿Como? ¿Y ahora como regresaré a Asgard?

—Yo te escoltaré—la reina madre se disculpa y se marcha de mi lado.

Me giro hacia donde proviene la voz que me es familiar y me encuentro con una armadura negra, un cabello oscuro y unos ojos azul zafiro.

—¿Astrid? ¿Qué haces aquí?

—Ha habido un asunto de máxima prioridad en Asgard, Vali ha tenido que regresar urgente.

—¿Que sucedió?—debe haber sido muy importante para que ella abandone la fortaleza y venga en su búsqueda.

—Vili está delicado de salud.

—Regresemos entonces, puedo curarlo con el bastón—me giro rumbo a la salida, pero ella me detiene por el brazo.

—No. Debemos terminar la misión y restaurar el Yggdrasil, Vali se nos unirá allí. Partiremos en la mañana—se aleja de mi y unos guardias la acompañan lejos de la fiesta imagino a su habitación.

Me siento tan impotente en este instante. Tenía la ilusión de contarle todo lo que había descubierto. Ahora tendré que esperar. Este es uno de esos momentos que desearía que estuviésemos en Midgard. Una llamada telefónica y rápidamente le podría contar todo.

Salgo del salón rumbo a mi habitación. Creo que la fiesta ha terminado para mí.

Me saco toda la ropa y me coloco la bata de seda blanca para dormir. Me acurruco en la cama y cierro los ojos pensando en Vali. Y con ese pensamiento me sumerjo en un sueño profundo.

Me despierto temprano antes de que salga el sol. Cuando estoy terminando de vestirme tocan a la puerta.

—Adelante—grito mientras termino de recogerme el cabello.

Astrid entra en la habitación y se queda mirándome.

—¿Estás lista?

—Sí—confirmo mientras me acerco a ella sosteniendo mi bastón.

—Vamos entonces, es un largo camino el que tenemos por delante.

—¿No podemos ir en tu pegaso las dos? Llegaríamos más rápido.

—No creo que una distancia tan larga resista, así que iremos al ritmo del caballo que han preparado para ti.

Abandonamos la ciudad con las alforjas de mi caballo cargadas con suministros para el viaje. Todos los elfos se reúnen haciendo un camino a nuestro alrededor para despedirnos. Mientras salimos de la ciudad miro a la distancia donde debería estar el bosque encantado.

—Necesito pasar por el bosque encantado antes, debo hacer algo importante allí.

—De acuerdo.

Al mediodía nos detenemos en las cercanías del bosque encantado a comer algo. Es extraño. La temperatura se siente diferente a cuando salimos de la ciudad de los elfos. Después de una breve pausa, continuamos nuestra travesía. A medida que nos acercamos al bosque, comienza a descender. Puedo verlo en la distancia, pero luce muy diferente a como lo recuerdo. Solía ser de un color verde radiante y ahora luce como una tundra helada de la Siberia. A medida que el bosque comienza a aparecer frente a nosotras, todo a nuestro alrededor comienza a cambiar. Los campos comienzan a ser cubiertos por una fina capa de nieve que se vuelve más densa a medida que nos acercamos. Nos detenemos justo en el borde del bosque y lo miro asombrada. Los arboles están completamente congelados y carámbanos de hielo cuelgan de sus ramas como hojas afiladas.

—Esto no me gusta para nada Brenda, ¿es necesario que entremos?

—Debo hacerlo. Necesito restaurar el balance.

Mi caballo relincha asustado mientras lo insto a adentrarse en el bosque. Astrid me sigue de cerca. Caminamos cuidadosamente agachándonos para pasar debajo de las ramas congeladas. Cuando diviso el prado, detengo mi caballo y me bajo. Desato el bastón del costado y me encamino hacia el prado.

—¿Para que necesitas el bastón? —me pregunta mientras camina con cuidado a mi lado.

—Debo restaurar algo que no debió suceder.

Camino cuidadosamente mientras las hojas afiladas del prado helado cortan mi vestido y arañan mis piernas. Contengo el dolor mientras sigo el camino que se ha formado hasta el centro. Justo en el centro, una enorme cueva con lanzas de hielo punzantes se alza, como una bóveda que oculta algo importante.

—¡Brenda! Esto no me gusta para nada.

—No tienes por qué temer, no podremos hacer más daño del que ya se ha hecho.

Me detengo frente a la bóveda helada. Es más, como una cúpula. Coloco una mano en el hielo y este se derrite formando una puerta que me permite el acceso. Su interior es completamente diferente al exterior. Todo es verde y cálido y nada está congelado. Camino hasta el centro donde yace el cuerpo del unicornio al que le quité la vida.

—Está...

—Sí. Yo lo maté—me acerco a este y me agacho a su lado. Coloco el bastón sobre su cuerpo y acaricio la cabeza del animal. Acerco mi rostro y le susurro en la oreja—. Se cual era tu deber, y yo sé cuál es el mío.

—¿Estás segura de lo que haces? —pregunta Astrid dando un paso atrás.

Lo estoy. Nunca he estado tan segura de algo en mi vida.

Sostengo el bastón con una mano y con la otra toco el lugar donde debería estar su cuerno. Cierro los ojos y unas palabras se forman en mi mente.

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Abro los ojos mientras el aire gélido del exterior se cuela dentro de la estancia. Observo como el bastón se ilumina por completo y debajo de mi otra mano comienza a salir una luz dorada. Puedo ver como filigranas de oro escapan de la luz de mis manos hacia la frente del corcel y se entretejen. Siento calor desbordarse de mi cuerpo y veo como el cuerno comienza a formarse desde la base.

Mi mano comienza a temblar, al igual que la cúpula que nos cubre.

—¡Brenda! —grita Astrid cuando varios carámbanos caen a mi alrededor enterrándose en la hierba—. Debemos salir de aquí.

—¡No! ¡Aún no! —grito sin apartar mis manos del corcel.

El cuerno está tomando forma lentamente como si de un tejido se tratase. La luz se entreteje y se acumula extendiéndose, formando lo que una vez fue el cuerno. Comienzo a sentirme débil, lo siento en mis manos que comienzan a temblar y en mis piernas que se doblan ligeramente haciéndome caer de rodillas.

—¡Te tengo! —Astrid me aguanta por los hombros.

—¡Ya casi! —murmuro.

Intento mantener mis ojos abiertos. No dejo de observar el cuerno terminar de formarse. Solo debo resistir hasta que esté completo. La mano del bastón tiembla también y lo dejo caer. Apoyo ahora la mano en el pecho del animal. Mis ojos se cierran por instantes, pero los abro. Cuando la ultima filigrana de luz termina de formar el cuerno una explosión de luz nos tira a ambas al suelo a unos metros de distancia. Respiro agitadamente y dejo caer mis manos mientras un sonido sordo hace eco en mis oídos.

Veo el rostro de Astrid frente a mí, difuso. Observo sus labios gesticular, pero no escucho lo que dice. Parpadeo varias veces hasta que no puedo mantener los ojos abierto y todo se vuelve oscuridad.

Siento el murmullo de agua corriendo, como una cascada cerca de mí. Abro los ojos y me encuentro con un paisaje de colores vivos. Las ramas del sauce llorón acarician mi cuerpo y me brindan sombra. Me incorporo y miro a mi alrededor.

«¡No puedo creerlo!»

Todo el bosque encantado ha vuelto a ser como era antes.

—¡Has despertado! —observo a Astrid acercarse a mi con unas manzanas entre sus manos.

Se sienta a mi lado y me ofrece una.

—¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? —pregunto dándole una mordida a la manzana.

—Varias horas. ¿Cómo te sientes?

—Algo aturdida, pero bien—miro a mi alrededor, pero no veo más que un prado lleno de vida, pero al mismo tiempo desierto.

—¿Qué sucedió?

—La explosión derritió todo el hielo del bosque.

—¿Dónde está? —pregunto poniéndome de pie.

Camino lejos del sauce y hasta el centro del prado deslizando mis manos por la hierba. Cierro los ojos y entonces los sonidos de las aves y de los animales moviéndose por el bosque vuelven a escucharse. Sonrío. Abro los ojos cuando una melodía resuena en mis oídos.

Y entonces los veo. Sus cascos y relinchos resuenan en el prado mientras corren hacia donde estoy. No es solo uno. Es una manada de hermosos unicornios y pegasos. Todos de diversos pelajes y colores. No solo sus pelajes son distintos, sus cuernos tienen diversas formas y colores también. Los hermosos animales me rodean y finalmente forman un camino. Miro hacia el final de este y mis ojos se llenan de lágrimas al verlo. Es el único de color blanco y se detiene frente a mi haciendo una leve inclinación de su cabeza.

—¿¡Qué ha sucedido!? —le pregunto asombrada.

El unicornio levanta la cabeza y posa sus grandes ojos en mi.

"De la luz nace la vida. Cuando me reviviste, mi cuerno estalló en millones de partículas de luz. Y estas crearon toda la vida que había abandonado este bosque. Gracias a ti, mis hermanos han vuelto a correr por estos bosques como lo hicieron hace muchos milenios atrás."

—Nunca creí que funcionaría.

"Tienes un gran corazón sanadora y el mío ahora te pertenece a ti."

—¿Qué quieres decir?

"Seré tu fiel protector y sirviente desde ahora."

—¿Puedes abandonar el bosque?

"Ahora que mi magia y la tuya están vinculadas, puedo hacerlo."

—¿Puedo acariciarte?

"Puedes hacerlo sin temor, mi cuerno ya no volverá a caerse."

Acerco mi mano a su cabeza y acaricio su cuerno. Puedo sentir como la luz llena mi cuerpo y me brinda calor. Es algo increíble.

—¡Brenda! ¡Su cuerpo! —exclama Astrid llegando detrás de mí.

Miro hacia el cuerpo del unicornio que reluce con luz en ambos costados. Es una luz dorada, del mismo color que su cuerno. Cuando esta se apaga en su totalidad en su lugar quedan dos hermosas alas plegadas.

Doy unos pasos detrás y admiro fascinada lo que acaba de suceder.

—¿Qué ha sido eso? —le pregunto mientras deslizo mi mano ahora por su lomo.

—No lo sé—responde Astrid sosteniendo mi bastón en una mano.

"Me acabo de adaptar a tus necesidades. Además de sanadora, eres una Valkiria y toda valkiria tiene un pegaso."

—No eres un pegaso—murmuro mientras deslizo mis manos por sus alas que se extienden ante mi contacto. Son largas y suaves—. Eres un alicornio.

"Desconozco ese término."

—Un alicornio es un unicornio con alas—murmura Astrid a mi lado.

—¿También querías uno cuando pequeña? —inquiero curiosa conteniendo la risa.

—Mis hijas siempre quisieron uno—responde mientras reímos a carcajadas—. ¿Estás hablando con él? —me pregunta ahora con curiosidad.

—Sí. Me habla en mi mente—el unicornio gira su cabeza hacia Astrid.

"Hija de Heimdal un honor conocerla al fin" —inclina su cabeza ante ella.

—¿Como es posible que sepas quién soy? —le responde ella ahora intrigada.

"Tu fiel compañero nos ha contado todo sobre ti." —el pegaso de Astrid se acerca a ella y roza con su hocico su brazo al tiempo que relincha—. "A pesar de que no posee la magia del unicornio para comunicarse contigo, entiende lo que dices."

—Es un fiel compañero—responde ella mientras le acaricia la cabeza.

—Deberíamos ponernos en marcha—comento mientras acaricio el hocico de mi alicornio.

—Tienes razón, pero no es prudente sobrevolar el mar de Marmora de noche. Lo mejor sería atravesar el dominio de los Gigantes de las Montañas, estarán dormidos y pasar la noche en Vanaheim.

—Pues entonces partamos.

Mi alicornio se agacha y me subo sobre su lomo sosteniéndome de su crin. Astrid me tiende el bastón y entonces me percato de muchas cosas.

—¿Cómo se supone que lleve el bastón sin alforjas?

"Toca tu frente con él y se convertirá en una corona"

Hago lo que me ha dicho y en cuanto lo he hecho el bastón se desvanece de mis manos. Siento algo en mi frente formarse y acomodarse alrededor de mi cabeza. Subo las manos y puedo notar la corona que tengo ahora.

Observo a Astrid colocarse una bolsa en su espalda que imagino que tiene suministros para nuestro viaje. Sube de un salto sobre su pegaso y este comienza a correr antes de salir volando al trote por el aire.

"¿Estás lista?" —me pregunta.

—Desde luego.

Comienza a trotar y extiende sus alas antes de elevarse suavemente en el aire sin el menor esfuerzo.

—¿Tienes nombre? —le pregunto mientras alcanzamos a Astrid.

"Todos me llaman Moonlight".

—Hermoso nombre.

La vista desde esta altura es increíble y puedo observar mucho mejor el paisaje que nos rodea. Justo frente a nosotras y hacia la derecha se eleva una cordillera de montañas.

—¿Hacia donde está Asgard? —le pregunto a Astrid algo desorientada.

—Mas allá de las montañas a tu derecha.

—¿Y no sería más fácil sobrevolarlas?

—Eso es imposible, ningún pegaso sobrevive a las frías temperaturas que hay en la cima, mucho menos cruzar las ventiscas y heladas.

—¿Y podremos cruzar las del frente?

—Sí, esas no son tan altas.

Las montañas frente a nosotras comienzan a cobrar vida. El sol está comenzando a ponerse y aún nos queda un buen tramo por delante.

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Este capítulo está dedicado a ROMU1964 LuciaGastelumAvitia MariangelesNavarro  JennydelValleGarciaT NidiafabiolaMendozat

¿Como creen que las reciban en Vanaheim?

No olviden dejarme sus comentarios y su voto y recomendar mis historias.
Xoxo🐦⭐

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