❀- ʆaɭɭҽɾ - ❀
Él era un animal y ella la presa que por amor se dejó cazar
La lluvia caía sin parar del hermoso cielo nublado, las gotas traslúcidas iluminadas por la luz de la sentellante Luna.
Aquellas gotas que mojaban y empañaban los lentes de aquel hombre, obligándole así a quitárselos y arrojarlos a alguna parte de aquella gran ciudad; bien sabía él que no los necesitaba.
Sus cabellos ahora rubios cubrían sus ojos, a la par ,que la lluvia limpiaba los últimos rastros de aquel aroma inconfundible para él. Su sangre, aquel néctar tan peculiar que ella poseía, ni dulce, ni agrio, sino que la perfecta combinación de ambos.
"El amor es agridulce, ¿lo sabias Karl?"
Caminaba sin rumbo, sus zapatos de cuero resonaban al pisar los charcos de agua, llamando la atención de muchos pero el interés de pocos, después de todo...no era su asunto.
Su mente apenas y procesaba lo que había hecho horas atrás, había llegado a su mansión con una furia incontrolable, sus planes no estaban resultando como deseaba, porque ella interfería, ella lo estaba cambiando todo y ese cambio, le molestaba
"Cuidado...incluso el 1% puede inclinar la balanza"
Ella se lo había advertido y no la escuchó pero ahora aquel 1% había desaparecido, él la eliminó por un ataque de furia descargando toda su rabia en ella, sin tener piedad, ni misericordia.
No era algo nuevo, había matado, jugado y torturado con diversos seres sin experimentar la más mínima culpa.
Alto, ¿qué era esa sensación? ¿punzadas dolorosas en el pecho? Él jamás había sentido algo como eso..hasta hoy.
"Estaré siempre contigo, hagas lo que hagas, te amo "
-"Sal de mi cabeza, ya estás muerta "- se dijo así mismo respirando con pesadez por la boca.
No supo el porqué, sus pasos fueron en dirección contraria y sin darse cuenta se dirigía a la mansión, como si su mente no admitiera lo que había hecho horas atrás.
abrió las puertas con fuerza generando un sonido sordo en el lugar y finalmente la vió
Ella estaba ahí, tirada en la alfombra ahora roja por la sangre, su cuello se veía desnucado, un fino hilo carmín resbalando de sus delicados labios que él había probado más de una vez, sus ojos miel sin brillo de vida y pérdida en la nada.
Estaba muerta, él la había matado con sus propias manos, había decidido hacerlo para que no interfiriera en sus planes de morir.
"Entiende que si mueres... ¡Yo moriré contigo!".
Los recuerdos sacudían su mente, cada palabra que ella le había dado, retazos de luz que él no merecía.
Trago grueso tocando su mejilla con lentitud. tocando un cadáver sin rastro de vida, el fuego que encendía sus emociones se había existiguido junto a la flama de la vida que él mismo había apagado.
-Elizabeth...--la llamó con suavidad esperando que ella conteste pero nada.
Un nudo se formó en su garganta al igual que en su estómago, no lograba razonar bien, cualquiera que lo viera diría que estaba loco
¡Pero espera! ¿Qué son esas gotas saladas que resbalan de su rostro?, ¿le duele? ¿la extraña? ¿Por qué? ¿No era eso lo quería? que ella dejara de ser un estorbo, que dejara de venir cada mañana y empezara a hablar con su chillante voz, que dejara de meterse en sus asuntos y problemas.
"Sino sabes lo que es el amor, yo te enseñaré"
Claro que deseaba todo eso pero...lamentablemente, la quería.
le gustaba que viniera todos los días a verlo por muy cansada que estaba, que le sonriera de forma sincera y llena de amor, le encantaba....que no lo odiara, porque aun que su rostro no mostrara expresiones había nuevas cosas que empezaba a sentir gracias a ella.
-"Eres lo único hermoso que a entrado en mi vida, aun que esto nunca lo escuches salir de mi boca "-pensó abrazando su cuerpo inerte.-Mi reina....
Volvió el tiempo atrás como diversas veces lo había hecho, solo que ahora era una noble causa.
Los acontecimientos presentes retrocedieron como si fuera una película yendo en reversa, se decía así mismo que nadie jamás sabría de esto, era un secreto que callaría eternamente
Finalmente llegó en el momento donde todo empezó, escuchó la puerta de su despacho abrirse.
-¡Karl! Mira lo que Laito me regaló
¡Tin!¡Tin!, hicieron sus oídos al escucharla e involuntariamente sonrió poniéndose de pié mientras ella seguía hablando.
-¿No son adorables?- preguntó ella abrazando los peluches de cuerpo espín - Te rega..-
No logró terminar la oración ya que sintió el cuerpo masculino atraer el suyo como imán, obligándola a contener un suspiro.
--Eliza...- susurró el rey con la voz ronca mientras se escondía en su cuello, miles de preguntas rodaban por la cabeza del vampiro, ¿quién era esa mujer? ¿ en que momento pasó de ser un 1% a algo de alto riesgo?, ¿quién era realmente ella?.
-¿Quién eres Eliza?- preguntó contra su oído, sabiendo bien lo que respondería
Ella sonrió y correspondió a su abrazo sonrojada sin borrar la mueca de ternura en su rostro
-Yo soy el fuego
"Porque ella era el fuego que derretiría su helado corazón"
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