Con el corazón en la palma de tu mano
Luego de aquel incidente, las cosas volvieron a la normalidad, tan normal como podía ser el cuerpo de cazadores de demonios.
Al verse superados por unos sujetos con espadas, los maleantes que contratara el demonio parásito se dieron a la fuga, no los mataron, pero eso no quería decir que muchos caminarían de nuevo en meses (o años).
Uzui, por supuesto a pesar de haberse retirado hizo un magnífico trabajo poniendo a salvo a la familia Ubuyashiki que se encontraba prisionera. Él era un ninja, nadie lo vio venir. Sus tres esposas kunoichi eran el apoyo perfecto para esa clase de misión.
Encontraron a Sanemi en una de las habitaciones, atado y amordazado, lleno de moretones, al parecer, ni drogas le habían dado para “no estropear la calidad del manjar”. No podía decirse lo mismo de la paliza que le propinaron para dejarlo inconsciente. Cuando lo soltaron, echaba chispas y quería ahorcar a alguien naturalmente. Volvió a sus funciones al día siguiente, desatando un huracán de odio por los esbirros de Kibutsuji, y decidido a acabar con esa plaga lo más rápido posible.
Al pilar de la Roca lo encontraron lleno de narcóticos en una de las celdas más profundas. Nadie tenía idea del plan de Tadashi, pero cuando Rengoku les conto como le había confiado que quería un cuerpo poderoso, más o menos se hicieron la idea. A Himejima le tomo poco menos de una semana para estar en pie nuevamente.
No hubo pérdidas que lamentar en las filas de los cazadores, una verdadera muestra de habilidad y trabajo bien coordinado por su parte.
Tomioka no notó que estaba herido hasta mucho rato después, cuando la adrenalina dejó su cuerpo y sintió que la tela de sus pantalones estaba empapada. Por suerte ya todo había terminado y luego de cerciorarse de la condición estable del patrón Kocho lo atendió eficazmente.
Por supuesto, no todos estaban contentos con ese desenlace.
Cuando todo se calmó Obanai Iguro no pudo contenerse.
- ¡Nada de esto hubiera pasado si hubieras hecho tu maldito trabajo desde el inicio! ¡Deberías abrirte el estómago como disculpa!
Varios pares de ojos se giraron hacia él.
Tomioka que estaba sentado en el suelo ni siquiera levantó la mirada.
- ¡Obanai! – exclamó Mitsuri.
- ¡¿Que estás diciendo?! – dijo Inusuke poniéndose de pie de un salto.
- ¡Nada de esto es culpa de Tomioka san! – exclamó Tanjiro, sin poder contenerse.
Uzui silbó por lo bajo y Tokito ladeó la cabeza. A ellos les faltaba información para entender la situación del todo, pero conociendo a Tomioka, probablemente era cierto lo que Obanai decía.
Pocas veces el pilar de la serpiente voceaba sus pensamientos desagradables delante de Kanroji Mitsuri, pero esta vez las cosas habían llegado demasiado lejos. Por culpa del cara de rata el patrón había sido poseído por un demonio y ellos casi caen en su trampa.
- ¡Tienes razón Iguro! – asintió Rengoku sentado junto a Tomioka.
Nadie se esperaba eso así que todos lo miraron, incluso Tomioka levantó la vista y lo miró fijamente con sus fríos ojos azules.
- No puedes estar hablando en serio Aniki…- dijo Zenitsu un poco más alejado.
Hasta se podía notar lo perplejo que estaba Urokodaki detrás de la máscara de Tengu.
- Tomioka no mató al demonio. Si lo hubiera matado probablemente nada de esto hubiera ocurrido. ¡Pero nada más! ¿Qué culpa tuvo Tomioka de que ese demonio huyera y se escondiera? ¡Tomioka solo ha dejado a un demonio vivir en toda su carrera como pilar, y es la hermana del joven Kamado! Además, ¡ese demonio había recuperado su consciencia! ¡Sus planes estaban guiados por sentimientos puramente humanos! A pesar de ya no necesitarlo, ese sujeto siguió devorando personas. ¡Nuestro pilar del agua no es responsable de ninguna de esas acciones!
Se explicó Kyojuro, de forma muy enérgica para alguien que evidentemente tenía anemia.
-Ara, Tomioka san… ¡ya ni siquiera necesitas defenderte! ¡Tienes un muy buen abogado! – comentó divertida Kocho.
Tanjiro suspiró, por un momento pensó que su maestro estaría de acuerdo con las palabras crueles del otro pilar, y se dio un manotazo internamente por sus dudas.
Uzui se rio bajito, a su amigo que normalmente era muy denso, de vez en cuando le daba por soltar discursos tan lógicos que era difícil discutirle algo.
Iguro lo miró con rabia y salió de la mansión echando humo por las orejas.
- Parece que se enojó – comentó Tanjiro.
- Jajaja, ¡eso lo dices porque no has visto a Sanemi jajajaj!
- Gracias Rengoku… por lo que dijiste…- susurró Tomioka.
El pilar de las llamas asintió una vez con la cabeza y le sonrió.
°°°
Pasadas un par de semanas, ya el suceso era una anécdota más para los cazadores de la organización. Giyuu estaba en su casa, bebiendo él te tranquilamente, cuando llamaron a la puerta.
Naturalmente era el pilar de la llama, esperaba encontrar a los tres discípulos tras él como siempre que lo veía, le causaba mucha gracia el parecido que tenían con una madre pato con sus patitos siguiéndole a todas partes, unos patos muy hiperactivos y ruidosos, pero que se iba a esperar de ellos.
Esta vez, sin embargo, Rengoku Kyojuro venía solo.
Traía una canasta de picnic en el brazo.
- ¡Giyuu! ¡Qué bueno que estas en casa!
- No me han asignado ninguna misión aún, ¿dónde iba a estar si no?
La respuesta cortante no disminuyó en lo absoluto la sonrisa del otro, por el contrario, el ojo carmesí brilló aún más contento.
- ¡Cierto! ¡Mejor así! ¡De esa forma quizás quieras acompañarme a ver los cerezos en flor!
Ah, ¿ya era esa época del año? Se preguntó Tomioka, pero si estaban en otoño…
- Creo que la anemia te afectó el cerebro Kyojuro, es otoño.
El otro pilar se echó a reír.
- ¡Lo sé! Pero, Kocho me habló de ese cerezo que como las glicinias florece todo el año. Al parecer fue modificado para que floreciera por los antiguos científicos de la cofradía. ¡¿No es maravilloso?!
- Ya veo.
- ¿Es un mal momento? ¿Todavía te duele la herida? - preguntó Rengoku con cara de preocupación.
- No, mi herida está bien.
- ¡Perfecto! Mira, ¡Senjuro y Tanjiro nos prepararon todo esto! – le mostró con orgullo el contenido de la canasta.
- … - Tomioka no dijo nada y salió un momento de la habitación, regresó con su haori puesto. – vamos.
Kyojuro casi salta de la alegría.
°°°
Tardaron un par de horas en llegar al lugar. al divisar el árbol, el pilar de la llama tomó de la mano a su compañero y lo llevó cerca de su copa, desde aquel sitio se podía disfrutar perfectamente la vista. Allí tendieron una manta sobre la hierba Kyojuro se sentó medio de espaldas al árbol, dejando lugar para que Tomioka apreciara la vista sin tener que girar su cuello.
- No creo que veas mucho sentándote ahí. – Dijo Tomioka sacando las cosas de la cesta.
- Todo lo que deseo ver esta frente a mí. – Respondió Rengoku mientras ordenaba la comida sobre el mantel. – Quiero decir, no te preocupes Giyuu, veo perfectamente ¡jajajaja!
El cazador de cabello negro levantó la mirada, y Rengoku desvió la suya, su rostro estaba completamente rojo.
Almorzaron allí en aquel prado, y charlaron de muchas cosas sin importancia, el rosado de los pétalos de las flores de cerezo contrastaba con el oscuro verde y el rojo dorado de las hojas del resto de los árboles que allí había. Incluso sopló un poco el viento arrancando unos cuantos y haciéndolos volar hasta donde ellos estaban sentados.
Kyojuro nunca olvidaría la imagen que tenía delante aun si pasaran cien años de calamidad, la atesoraría por el resto de su vida. Tomioka tenía la vista en el cielo azul de la tarde. El mentón ligeramente alzado y la mirada azul clara como un espejo, una pequeña sonrisa se había dibujado en sus finos labios. Realmente no era nada del otro mundo. Solo una mirada pacífica, como pocas veces había visto Rengoku. Y el pilar de la llama decidió encender su corazón allí mismo. Tenía que decirle, Tomioka debía saberlo. Si no aprovechaba esta oportunidad, ¿quién sabe cuándo tendría otra?
Tomó uno de los pétalos que habían caído sobre su regazo y lo levanto entre sus dedos suavemente. Con su otra mano envolvió los fríos dígitos de su compañero.
- Nuestras vidas son muy parecidas a estos pétalos de cerezo ¿no crees? – dijo Kyojuro – frágiles y simples, pero infinitamente hermosas.
El otro hombre no respondió, se limitó a mirarlo fijamente con intensidad.
- Jajaja, quizás pienses que soy un tonto…- continuó, el cazador del aliento del agua notó que la punta de las orejas de Kyojuro estaban rojas, y que poco a poco, mientras hablaba el sonrojo se esparcía por todo su rostro y bajaba por su cuello – pero Giyuu yo…mi más grande deseo es que tú y yo seamos como estos pétalos, florecer juntos bajo el sol, ser arrancados por un vendaval y marchitarnos juntos sobre la tierra…si tú quieres, por supuesto.
Rengoku Kyojuro dijo eso con una mirada muy seria, sin apartar su ojo rojidorado de los azules de Tomioka. El pilar del agua no abrió la boca y parecía bastante concentrado. Kyojuro no se arrepentía de lo que había dicho. Su corazón hacía rato pertenecía a la persona frente a él. Era indigno del pilar de la llama hablar con otra cosa que no fuera la verdad. Así que lo hizo. Puso su corazón en su mano, y se lo ofreció a Tomioka Giyuu, a quien admiraba, respetaba y amaba profundamente. Si el otro no lo deseaba, solo tenía que decirlo.
Por la cara del pilar del agua Kyojuro empezó a preocuparse. ¿Acaso se enredó mucho con sus palabras y Giyuu no lo había entendido? ¿O no decía nada porque estaba molesto?
- ¡Discúlpame si te ofendí Tomioka! – dijo, soltando su mano y haciendo una profunda reverencia luego de cinco minutos completos de silencio.
- No te disculpes, no estoy ofendido. – respondió el otro luego de un rato.
- Uff, ¡Qué bien! ¡Espero que lo que dije no afecte en lo absoluto nuestra amistad y nuestro trabajo conjunto como pilares! - exclamó Kyojuro aliviado, aunque le dolía el pecho como si hubiera tragado mil agujas se esforzó por sonreír. – Estos sentimientos que tengo hacia ti, Giyuu…juro por mi honor como pilar de la llama que no obraré de palabra ni de actos de forma alguna en que pueda resultarte incomodo, pero si te resulta muy desagradable yo…
- Kyojuro – lo detuvo – no te he dado mi respuesta aún – Tomioka parecía un poco exasperado.
- ¿Ah? – el primogénito de los Rengoku lo miro anonadado. ¿Respuesta? ¿No estaba bastante claro ya?
Lo cierto era que después de la confesión del otro a Tomioka se le derritió el cerebro. Se había dado cuenta de que el pilar de la llama sentía algo por él, sobre todo los últimos días atrás, el pobre Kyojuro era demasiado obvio. Cuando quería serlo. Naturalmente Giyuu no se imaginó que le llegase a gustar de ese modo. ¿O quizás lo estaba malinterpretando?
Su confesión fue perfecta, por supuesto que el pilar de las llamas se confesaría de la manera más tradicional y romántica posible, bajo un maldito cerezo que florecía incluso en otoño. Y luego se había disculpado con él, ¿por qué se disculpaba? ¿Quién en su sano juicio tendría el corazón para rechazar a Rengoku Kyojuro? él podía tener todas las dudas, ¡pero Kyojuro no debería tener ninguna!
Tomioka aun no podía creer que le gustara a Kyojuro, había estado ahí, lo sabía, el roce de sus manos, las cálidas miradas que enviaba en su dirección, la insistencia en hablarle y comer juntos, los comentarios salidos de la nada siempre elogiando a Giyuu y el sonrojo en sus mejillas cuando el pilar del agua aceptaba sus avances. Aunque se veía venir, él no lo creía. "¿Quién querría a un fraude como yo?" Él no era merecedor de aquello, del amor del pilar de las llamas, ¿cómo podría serlo? ¿Qué podría ofrecerle a un hombre noble como Rengoku? Él no era nada, su apellido uno más del montón, sus logros una bagatela comparados con los del otro, no ha podido proteger las cosas importantes en su vida, no sabe tratar con las personas, no tiene buenos modales, según algunos compañeros tiene cara de rata… ¿cómo podría darse el lujo de corresponderle?
Y, sin embargo, otra parte de su cerebro se rebelaba contra todos aquellos pensamientos, una parte que, sin dudas, sonaba bastante como aquel niño que había sido como su hermano. ¡Compórtate como un hombre por una maldita vez en tu vida! Podía oír la enfadada voz de Sabito en su oído. Si el chico estuviera allí seguramente le halaría las orejas.
Él no era merecedor del amor de Kyojuro, pero se esforzaría por serlo algún día, trabajaría duro, el doble o el triple, para compensar por todos sus fallos, ¿o acaso iba a ser él, el que rompiera el corazón del pilar de las llamas? Hasta Urokodaki le daría una paliza, y ni hablar del resto de los pilares, y probablemente alguien intentaría algo con Rengoku. ¡No! ¡Él no iba a permitir eso! la verdad es que Tomioka Giyuu era un sujeto muy competitivo, y si tenía que competir contra el mundo y contra su propio lado más deprimente por Kyojuro, en este punto lo haría.
Aquel hombre que siempre se esforzaba por hacerlo sonreír también lo había salvado. Cuando le comentó luego de ser perdonado por el patrón, que no se consideraba un verdadero pilar, Rengoku lo miró y se encogió de hombros. Luego le dijo como si nada: realmente a nadie le importa si crees que eres un pilar verdadero o no. A la gente que salvas no le importa, ni al demonio que eliminas tampoco. Lo único que realmente importa es el resultado, tú puedes creer que no eres suficiente, pero para los que te vemos no es así. Eso habría podido sonar un poco mal, pero para Tomioka fue liberador. El : "Yo te veo Giyuu, y te admiro" también fue muy agradable de oir...Era cierto, él no merecía a alguien como Kyojuro, pero tampoco quería negarse esa felicidad, por pequeña que fuera. Los seres humanos son después de todo seres egoístas.
Murmuró algo, que obviamente no fue escuchado por su contraparte.
- ¡Lo siento! ¿Podrías repetir lo que dijiste? – dijo Kyojuro con una evidente desesperación en su voz.
¡Díselo maldito mediocre! ¡Un hombre debe ser directo! Volvió a oír la voz de Sabito.
El pilar del agua se fijó bien en el hombre frente a él. Varios pétalos rosados se habían enredado en el dorado cabello. Incluso tenía uno en la punta de la nariz y no parecía notarlo. Extendió su mano y tomó el pétalo, luego enredó sus dedos en la suave melena. Rengoku frente a él estaba conteniendo su respiración.
- Yo también, - dijo por fin – mientras viva quiero estar a tu lado.
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