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9.- Poder

Entro en mi apartamento cabizbaja y algo decepcionada de John. Voy rumbo a la nevera y saco un bote de helado de chocolate que está ahí para películas empalagosas y romances fallidos, que es el caso.

Me sirvo un poco y me siento en la butaca a comer olvidándome por completo de lo que ha sucedido. Dejo el cuenco vacío en la encimera y entonces veo una caja de pizza sobre esta. Me acerco a ella y la abro, hay dos porciones de pizza de pepperoni dentro. Regreso al sofá con la caja y me siento a comer.

—¿Qué haces aquí? —su voz casi hace que me atragante con la pizza.

—¡Disculpa! Este es mi apartamento—le recuerdo algo ofendida por su pregunta.

—Lo siento, no me expresé bien—se disculpa sentándose a mi lado—. ¿Qué sucedió con la cena con tu novio?

—No es mi novio y no será nada mío, lo nuestro terminó—terminó sin siquiera comenzar, medito.

—¿Qué te hizo el imbécil? —levanto una ceja ante el tono furioso de su voz—. Disculpa mis palabras, pero no tolero a las personas que maltratan o le hacen daño a una mujer.

Esta actitud de él no me la esperaba. Nunca creí que fuera un hombre tan protector. Pero tiene razón, es un imbécil que no supo aprovechar la oportunidad.

—Puedes creer que se tatuó mi nombre en el pecho porque creyó que me gustaban los tatuajes.

—Creo que se sintió intimidado por mí y se puso celoso—sonrío pues incluso Vali se percató de ello.

—Sí, eso mismo pienso yo. Es un tonto al sentir celos por ti. No hay nada entre nosotros.

—¿Tú crees que sea un tonto por sentir celos?

—Desde luego. Las personas sienten celos porque están inseguras y esa inseguridad les genera desconfianza hacia la pareja. Para el tiempo que nos conocemos, debería haber confiado más en mí—lo miro de reojo mientras tomo la última rebanada de pizza—. ¿Quieres?

—No gracias, las dejé para ti—responde con una sonrisa.

—Pues gracias, estaba hambrienta. No cené nada y él ni siquiera se percató.

—Es un imbécil entonces—murmura conteniendo la risa—. Volviendo al tema, los celos son una respuesta al temor de perder a alguien que te importa—me giro hacia él ahora curiosa.

—Esto es un punto de vista interesante, pero creo que, en el caso de John, los suyos son porque creía que yo le pertenecía. Eso en un final no iba a conducir a nada bueno, solo a una relación tóxica y dañina para los dos—su tatuaje fue una prueba de su posesión hacia mi—. ¿Eres celoso Vali? —le pregunto de repente, ahora tengo curiosidad por conocer más del dios con el que comparto ahora mi piso.

—No lo sé—responde encogiéndose de hombros.

—¿No lo sabes? ¿Cómo es eso posible?

—Nunca he estado en una situación en que tenga este tipo de sentimientos.

—¿Nunca tuviste celos ni siquiera de tus hermanos?

—¿Porque debería tenerlos? Soy un dios y tengo mis propios poderes—eso ha sonado algo arrogante, pero tiene algo de razón.

—¿Qué poderes tienes? —inquiero curiosa. Además del magnetismo seductor. Me mira sonriente.

—Puedo lanzar flechas de fuego con mis manos.

—¿Me puedes mostrar? —pregunto emocionada como una niña pequeña.

—Algún día, no creo poder hacerlo aquí adentro—eso me recuerda algo.

—¿Cómo va tu búsqueda? —le pregunto mientras me levanto en busca de agua.

—Nada bien. El no poder sentir la energía de Eir, está complicando la búsqueda.

—Debería haber alguna forma de que puedas canalizar su energía para poder localizarla—comento mientras me sirvo agua en un vaso.

Vali se queda pensativo por un momento.

—Pudiera funcionar.

—¿Qué cosa? —dejo el vaso en la encimera y regreso a la sala.

—Quizás con la piedra del fresno pueda localizarla.

—¿La qué? —no entiendo nada.

—Es uno de los elementos esenciales de los nueve mundos. La piedra del fresno pertenece a la sanadora, es la que estaba en su bastón y se utilizó para volver a crear los nueve mundos.

—¿Y cómo la encontrarás?

—Al ser creados los mundos, los elementos esenciales vuelven a retornar a su lugar de origen. Y solo hay un lugar donde pueda encontrar la piedra—me le quedo mirando a la expectativa—. Noruega.

—¿Noruega? Sería demasiada coincidencia—murmuro en voz baja.

—¿Cómo dices?

—Nada, que hace mucho tiempo no voy a Noruega.

Vali se pone de pie y se dirige hacia la habitación. Lo sigo y lo observo tomar unas ropas y meterse en el baño.

—¿Hace cuánto que no vas? —me pregunta desde adentro.

—Unos años—murmuro en voz baja. Creo que debo hacerme un tiempo e ir de visita—. ¿Entonces te marchas a Noruega? —le pregunto sentándome en la cama.

—Sí—grita.

—¿Necesitas dinero para el pasaje?

—No—sale del baño con su pantalón de cuero negro y una camisa blanca sin abotonar. Su abdomen definido me llama a gritos para que me acerque y lo toque. Cuento mentalmente y aparto mi mirada de él. Luchar contra esta atracción no está siendo nada sencillo.

—¿Cómo llegarás a Noruega entonces? —pregunto mirándolo a los ojos.

—Astrid me llevará hasta allí.

—¿Quién es Astrid?

—La guardiana del Bifröst—se detiene frente a mí y me toma por las manos—. Gracias por todo lo que has hecho por mí.

—Lo haría por cualquiera—murmuro sin aliento.

—¿Me puedes hacer un último favor?

—Desde luego—respondo sin dudarlo.

***

Conduzco hacia las afueras de Los Ángeles, rumbo al bosque nacional. Vali mira hacia afuera y no habla en todo el trayecto. Detengo el auto en el estacionamiento junto a la autopista cerca del cañón de San Gabriel. Es de madrugada y todo está desierto. Nos bajamos del auto y él mira en todas direcciones.

—Necesito adentrarme un poco, aquí sería demasiado visible.

Comienza a caminar rumbo a las montañas y yo por un instante me quedo allí congelada. Pero después mis pies comienzan a moverse por instinto y lo sigo hacia el oscuro bosque.

—¡Espérame! —le grito mientras lo alcanzo.

—No necesitas acompañarme, Brenda, ya has hecho suficiente por mí.

—Lo sé, pero quiero asegurarme que todo vaya bien en tu partida—Vali me sonríe con cariño.

—¿Te preocupas así por todos tus pacientes?

—Sí—y también lo hago por mi familia y amigos.

Cuando nos hemos apartado bien de la carretera él se detiene. Solo puedo apreciar su silueta gracias a la luna que ilumina todo el lugar. No hay rastros de luz o civilización por ninguna parte.

—Voy a necesitar que te alejes unos metros de mí—al instante pongo distancia entre nosotros—. ¿Querías ver mi poder? —asiento con la cabeza—Ahora te mostraré algo de lo que puedo hacer.

Lo observo sin perderme nada como se desabotona la camisa y se recoge las mangas hacia los codos. Extiende el brazo izquierdo y cierra la mano con fuerza y en esta se forma un arco de fuego que sostiene sin quemarse. El tatuaje de la flecha de su antebrazo se vuelve de fuego. Con su otra mano estira desde la muñeca hacia atrás y puedo ver la cuerda del arco formarse de fuego. Es como si su brazo fuera la cuerda del arco. Cuando llega atrás y separa su mano del brazo, puedo observar la flecha de fuego que sostiene. No solo eso, sus dos antebrazos están cubiertos de fuego.

Esto demuestra que es quien dice ser y el poder que tiene. No es que lo dudara, pero ahora, ahora todo parece sacado de una historia de aventuras fantásticas. Vali inclina su brazo hacia arriba y lanza la flecha que desaparece en el cielo en un parpadeo. Deja de apretar su mano izquierda y el arco de fuego desaparece por completo.

—¿Hacia dónde fue? —pregunto aun mirando al cielo cubierto de estrellas.

—Ya lo verás—un segundo después de sus palabras, una luz radiante lo ilumina por completo—. Muchas gracias por tu ayuda, prometo recompensártelo.

La luz se vuelve más intensa y tengo que cubrir mis ojos por un segundo dando unos pasos hacia atrás. Después, esta desaparece por completo sin dejar siquiera un rastro en el suelo. Vali también ha desaparecido con ella. Eso ha sido asombroso. Vuelvo a mirar al cielo sin aún poderlo creer. Doy media vuelta y comienzo a caminar de regreso al auto, creo que mi misión aquí ha terminado.

Me subo al auto y en cuanto enciendo el motor, veo una luz iluminar el bosque, seguido de un estruendo, en el mismo lugar en donde me despedí de Vali. No creo que eso sea normal.

Me bajo a toda velocidad del auto y salgo corriendo hacia el lugar en donde nos despedimos. Al llegar allí todo ha cambiado. Algunos árboles están quemados y otros han sido derribados. En el centro hay un cráter donde puedo ver en medio de la oscuridad el cuerpo de Vali envuelto en llamas. Sé que el fuego no le afecta, así que no me preocupo por eso. Me preocupa más los guardabosques que deben estar por llegar al lugar.

—¡Vali! —le grito y el comienza a incorporarse.

El fuego de su cuerpo se extingue por completo y aparto la mirada de él al ver que está totalmente desnudo.

—¿Qué sucedió? —pregunta al verme allí.

—No lo sé, estaba en el auto, vi una luz y sentí el estruendo, supuse que algo no iba bien—respondo mirando al suelo.

—Algo ha ido mal con el Bifröst, ni siquiera he llegado a Asgard.

—¡Debemos marcharnos, deprisa! Los guardabosques están por llegar y no quiero darle explicaciones de porque estás desnudo en medio de un cráter ardiente.

—Sí, será mejor apresurarnos.

Salgo corriendo hacia el auto y abro las puertas con el mando a distancia. Ambos entramos rápidamente y acelero saliendo a toda velocidad de allí. Tengo la respiración acelerada por la adrenalina y ni siquiera puedo mirar hacia mi lado donde llevo a un dios nórdico desnudo sentado como si eso fuera lo más normal.

—No me molesta que me mires—comenta de repente.

—¿Qué no tienes pudor? —lo miro de reojo y aparto mi mirada rápidamente.

—Estar desnudo es lo más natural del mundo—responde y me parecer verlo encogiéndose de hombros.

—¡No me jodas! —lo miro con brevedad y aparto mi mirada de él una vez más.

—¿No me digas que te pone nerviosa ver a un hombre desnudo? —pregunta en tono jocoso.

—¿Acaso a ti no te pone nervioso ver una mujer desnuda? —pregunto sin mirarlo. No creo que pueda volver a echarle un vistazo a su cuerpo sin provocar un accidente de tránsito, a pesar de que la autopista está prácticamente desierta a esta hora.

—No.

—¿Acaso eres de hierro? —susurro más para mí que para él. ¿Cómo es posible que no se excite al ver a una mujer desnuda?

—Soy un dios, hemos aprendido a controlar nuestro lívido. El deseo sexual puede ser controlado si se tiene una intensa fuerza de voluntad.

«Creo que no tengo fuerza de voluntad.» —me digo a mí misma mientras acelero el auto a máxima potencia.

Me detengo en una gasolinera y compro unas ropas para él, que le lanzo dentro del auto sin siquiera mirar, y espero afuera a que se las ponga. Después me subo y continuo nuestro camino de regreso a la ciudad.

***

De vuelta en el apartamento me dejo caer en el sofá de la sala de estar. Ha sido una intensa madrugada y casi debo irme para la guardia sin siquiera haber dormido. Vali se deja caer a mi lado y cierra los ojos.

—¿Estás bien? —le pregunto ahora preocupada al ver la mueca de incomodidad que acaba de hacer.

—Mis heridas escuecen un poco, pero me siento bien.

—Espera, déjame revisarlas.

Me levanto del sofá y voy por el botiquín. Cuando regreso, él se ha sacado la camiseta que traía puesta con el logo de AC/DC. Sus heridas se ven muy bien, demasiado bien, prácticamente están sanas.

—¿Cómo las ves? —inquiere mirando hacia abajo.

—Debo sacarte los puntos, tus heridas se han curado en menos tiempo del que pensé.

—El fuego debe haber ayudado, siempre lo hace.

—No sabía que el fuego podía curar las heridas de los dioses.

—No de todos, solo las mías—tomo el bisturí y la pinza y comienzo a sacar las suturas mientras el continúa explicándome—. Cada dios tiene un elemento que lo fortalece, en mi caso es el fuego.

—Ser un dios suena alucinante en verdad.

—No es tan alucinante como crees—levanto mi mirada hacia la suya.

—¿Porque lo dices?

—¿Te imaginas tener que llevar literalmente el peso de los nueve reinos sobre tus hombros?

No, no creo que me lo pueda imaginar. Pero entonces su pregunta me devuelve una interrogante importante.

—Vali, si Odín falleció en el Ragnarök, ¿quién es el rey de Asgard ahora? —por la forma de hablar me hace suponer que es él. Pero no creo que el dios supremo abandone Asgard en una misión, por muy importante que esta sea.

—Mi tío, Vili.

Sabía que no podía ser él.

Termino de sacar las suturas de sus costillas y me levanto para ir a la herida de su hombro. Me siento en el brazo del sofá y comienzo a retirar los puntos de allí.

—Ni siquiera puedo llegar a imaginar cómo sería llevar el peso de un reino—comento distrayéndolo, puede incomodar a veces sacar las suturas, pero él no parece inmutarse ante lo que le hago.

—Es una labor agotadora en verdad.

—¿Lo dices por experiencia?

—A cada dios de los que sobrevivimos, Vili nos asignó un mundo para custodiar y proteger.

—¿Cual te asignaron a ti? —inquiero curiosa, aunque imagino la respuesta.

—¿No adivinas? —me sonríe con diversión.

—¿La tierra? —pregunto mientras él gira su rostro sonriente hacia mí y asiente.

—Se suponía que debíamos dejar que todo evolucionara a su ritmo y nunca ir hacia los mundos, solo vigilarlos desde la distancia. Pero el que el Yggdrasil se enfermara, no estaba en los planes del universo.

—¿Por qué te enviaron a ti a buscar a la sanadora?

—Por mi conexión con ella y porque soy el mejor guerrero de Asgard.

—He terminado—murmuro mientras saco la última sutura.

Preparo un algodón y paso desinfectante por sus heridas a pesar de que solo tiene una ligera y casi imperceptible marca en la piel. Se coloca la camiseta nuevamente, recojo todos los desechos y guardo el botiquín.

—¿Y qué vas a hacer ahora? ¿Cómo llegarás a Noruega? —le pregunto de regreso en la sala.

—Creo que después de todo, si voy a necesitar de tu ayuda, una vez más.

Sonrío ante sus palabras.

—¿Imagino que no tienes pasaporte o identificación? —el niega con la cabeza—. Bueno eso será lo primero que haremos en la mañana. En cuanto todo esté listo, sacaremos pasaje y nos iremos hacia Noruega.

—¿Nos? ¿Irás conmigo? —pregunta alzando una ceja asombrado.

—Desde luego, puede que necesites mi ayuda nuevamente, y ya así estaré cerca—sonrió divertida.

—¿Y tu trabajo? —pregunta preocupado.

—Ya es hora de que me tome un año sabático lejos de todo.

Vali comienza a reír a carcajadas y yo lo acompaño. Pero entonces pienso en lo ocurrido esta noche y viene a mi mente el día del accidente en que no lo vimos frente a nosotros.

—Vali, ¿puedo preguntarte algo?

—Desde luego.

—El accidente que tuviste con el auto de John, ¿qué sucedió exactamente?

—Regresaba de Asgard, Astrid había logrado canalizar la energía de la sanadora y abrió el portal para mí, pero parece que algo fue mal porque me lanzó frente a tu auto.

—¿Por qué dices que algo fue mal?

—Porque el portal nunca se abre en lugares habitados. Y esta noche, se ha vuelto a repetir.

Ni siquiera puedo pensar en cómo debe sentirse Vali en estos momentos. Está viendo como su mundo colapsa cada día que pasa sin encontrar a la sanadora que busca. Imagino que ahora deberá utilizar el portal para regresar a Asgard. Y me pregunto, ¿en dónde se encuentra este?

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Este capítulo está dedicado a taniaclesme ZULLELOMBARDO AMO_EDIT lbebe97 lubajess

¿Creen que encuentre a la Sanadora?

No olviden dejarme sus comentarios y su voto.
Xoxo🐦⭐

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