2.- Vali
Comienzo a preparar algo de almuerzo. A cada instante voy a la sala y lo reviso. Cuando se termina su antibiótico le retiro la vía y también el oxígeno que se ha terminado. Salgo afuera y reviso en los alrededores de donde lo encontré. No hay rastros de armas o de sus pertenencias. Cuando entro en la cabaña él está sentado en el sofá mirando a su alrededor. Luce desorientado mientras mira confuso todo lo que lo rodea.
—Debes tener cuidado, tienes dos heridas bastante profundas. —su mirada muy rápido busca la mía.
—¿Dónde estoy? —pregunta con voz gruesa, profunda e impactante.
—En mi cabaña. —respondo acercándome a él con cautela.
—Sí, es obvio, pero, ¿en dónde? —creo que además de las heridas recibió un fuerte golpe en la cabeza. Quizás necesite una resonancia magnética para descartar un trauma craneal.
—Estás en el parque Yosemite, en Los Ángeles. —me mira frunciendo el ceño ahora.
—Midgard. —susurra muy bajo, pero creo que no escuché bien.
Se pone de pie y se gira mirando a su alrededor. Su estatura y físico son impresionantes. Todo su cuerpo es musculoso y su ancha espalda por un instante me deja sin aliento.
—¿A dónde vas? —inquiero al verlo dar unos pasos, no creo que esté en condiciones de hacerlo.
—Te agradezco por salvarme, pero debo marcharme. —camina nuevamente y tengo que correr a sostenerlo pues se va hacia los lados.
—Has perdido mucha sangre, no puedes marcharte así. No hay nada más importante que tu vida en este momento. —lo ayudo a sentarse en el sofá.
—Si lo hay. Tengo una misión importante que cumplir. —murmura con un quejido de dolor.
—Que puedes hacer cuando te recuperes y te retire las suturas.
Baja la vista hacia sus heridas.
—¿Tú lo hiciste? —pregunta sin poderlo creer.
—Tuviste suerte de que yo estaba cerca y te encontré, esta zona es muy recóndita, una ambulancia habría tardado horas en llegar y para entonces estarías muerto.
—Creo que te debo la vida entonces. Gracias, buscaré una forma de recompensarte.
—Con que sigas mis indicaciones para tu recuperación es suficiente.
—De acuerdo. —me le quedo mirando.
Su pantalón se ha manchado de sangre y su camisa ha terminado en la basura, destrozada. Necesitará ropa si se va a quedar aquí a recuperarse.
—Necesitarás ropa, en la cocina hay comida preparada por si tienes hambre, no tardaré mucho—me dirijo a la puerta—. No te marches por favor.
—No lo haré. —promete mirándome fijamente.
Me pierdo en su intensa mirada. Sus ojos pardos transmiten confianza y seguridad. Doy media vuelta y abandono la cabaña dejando en ella a un hombre herido cuyo nombre desconozco.
Tardo casi dos horas en ir y regresar de la tienda más cercana. Espero haber acertado con su talla de ropa. Y espero también que no se haya marchado. Le he comprado conjuntos deportivos para que esté cómodo y además cosas de aseo personal. También le he comprado varios conjuntos informales y varios pares de zapatos. Bajo del auto cargando las bolsas y al entrar en la cabaña no lo encuentro en la sala donde lo dejé.
—¡Hola! —grito mirando en todas direcciones.
—¡Estoy en la cocina! —responde desde la otra habitación.
Dejo las bolsas en el sofá y me dirijo hacia la cocina. Lo encuentro detrás de la encimera, de espalda a mi sirviéndose pasta en un plato. Me recuesto a la encimera mientras miro hipnotizada su ancha espalda. Su musculatura es impresionante en verdad, imagino que vive en el gimnasio para tener un físico tan definido. Pero más que su físico, me quedo mirando las cicatrices que tiene en la espalda y me pregunto, ¿cómo se las hizo?
—¿Te encuentras mejor? —le pregunto sentándome en una banqueta.
—Sí, necesitaba descansar un poco—vierte un poco de salsa en su mano—. Esto está muy bueno. —se gira hacia mí mientras chupa la salsa de su mano.
Eso no debería provocar reacción alguna en mí, pero lo hace. Lo observo deslizar la lengua por sus labios y sonreír disfrutando del sabor. Entreabro los labios para respirar mejor porque súbitamente está comenzando a hacer demasiado calor en la habitación.
—Buen provecho. —murmuro las palabras de forma inconsciente y en voz baja. Trago el nudo que se forma en mi garganta y deslizo la lengua por mis labios.
—¿Tienes hambre? —y la respuesta sale de mis labios de forma automática.
—Mucha. —cierro las piernas con fuerza ante el súbito e intenso deseo sexual que estoy sintiendo por este hombre al que no conozco. Esto nunca antes me ha sucedido. Como es posible que alguien pueda desprender un magnetismo tan fuerte que haga que lo desee. El sonido del plato en la encimera frente a mi me regresa a la realidad. Aparto mi mirada de su cuerpo de infarto y miro hacia la encimera donde ha colocado un plato para mí.
—Disculpa por tomarme libertades en tu casa. —comenta sentándose a mi lado.
—Yo te pedí que lo hicieras. —necesito que se coloque una camiseta urgente. Si continúa paseándose así frente a mí, va a pensar que estoy loca por mirarlo de esta forma tan atrevida.
Es obvio que las mujeres seguro le llueven detrás y también seguro que es un rompedor de corazones. Debe estar costumbrado a que lo miren como feroces depredadoras. Con ese cuerpo de infarto y ese atractivo seguro que tiene una diferente en su cama cada noche.
«¿Por qué estoy pensando en esto?»
No me interesa él, solo lo ayudo y ya. Aunque es súper atractivo y ardiente, debe haber mucho más que eso entre dos personas. La química y el magnetismo entre dos personas es esencial para cualquier relación. Además de que deben conocerse antes de comenzar cualquier cosa. Una relación entre dos personas que no se conocen solo sería un rollo de una noche que se extiende demasiado.
Ya mi vida es bastante complicada como para enredarme más. Lo ayudaré y cuando se recupere el se marchará. Tiene una vida a la que regresar y al parecer su búsqueda es muy importante. Además, ya tengo alguien. Sé que no definimos el nombre de nuestra relación y no creo que sea necesario definirla por el momento. De esa forma no crearemos expectativas en un futuro que puede o no puede que tengamos juntos.
Me levanto de la banqueta y me dirijo hacia la sala. Busco en una de las bolsas una camiseta sin mangas y regreso donde él está. Mira con el ceño fruncido la camiseta.
—Gracias. —la toma de mis manos y se la coloca con rapidez.
—Te he comprado más ropa y cosas de aseo para que puedas bañarte y ponerte cómodo.
—Estoy cómodo con estos pantalones. —murmura mirando sus pantalones ajustados.
—No creo que el cuero sea lo más indicado para esta época del año—me mira pensativo y algo desorientado—. ¿Estás bien? —pregunto preocupada.
—Sí, solo algo confundido. —necesito saber al menos su nombre y de donde es.
—¿Cómo te llamas? —inquiero curiosa.
—Vali. —frunzo el ceño ante el nombre.
—Es un nombre extraño.
—De donde vengo todos tenemos nombres raros. —comenta mientras come un bocado de pasta.
—¿Qué te sucedió? —pregunto curiosa de saber como terminó en las condiciones que lo encontré.
—Lo ultimo que recuerdo es luchar contra un gigante de hielo, después de eso no recuerdo nada más.
Me he perdido aquí. No puede estar hablando en serio. O está loco o quizás se refiere a que jugaba uno de esos juegos de realidad virtual.
—No entiendo bien a que te refieres—pregunto preocupada—. ¿Jugabas un videojuego?
Vali aparta su mirada de la mía, luce pensativo.
—Sí, lo siento, no me expliqué bien.
—¿Entonces te asaltaron y te abandonaron aquí? —comento frunciendo el ceño con preocupación.
—Sí, algo como eso. —susurra sin mirarme.
—Antes comentaste que tenías una misión importante, ¿a qué te referías?
—Estoy buscando a alguien que ha desaparecido.
—Oh, ¿eres un investigador privado?
—Sí, algo por el estilo.
Sus respuestas son algo evasivas y no da mucha información. Eso solo significa una cosa, está mintiendo u ocultando información. Espero que con el pasar de los días se abra más conmigo y me cuente la verdad. Por el momento no voy a preguntarle mucho más para no incomodarlo, puedo ver en su rostro que está confundido e incómodo por mis preguntas curiosas. Quizás es que sucedió algo más y él aún no lo comprende.
—Espero logres encontrar a quien buscas, si te puedo ayudar en algo, puedes contar conmigo.
—Creo que has hecho suficiente por mi al salvarme la vida, no sé cómo voy a pagarte.
—Lo haría por cualquiera, me gusta ayudar—le sonrío y el me devuelve la sonrisa—. En la sala te dejé las bolsas que compré para ti. Siéntete como en tu casa.
—Muchas gracias, creo que iré a darme un baño, ¿por dónde es?
Le señalo la dirección y el se marcha. Me le quedo mirando su ancha espalda que sobresale de la camiseta de tirantes. Este hombre es una montaña de músculos por donde lo mires. Ni siquiera la ropa ha logrado disimularlo.
Cuando ha desaparecido de mi vista, comienzo a almorzar. No he podido probar bocado con el frente a mí. Recojo los platos cuando termino y después salgo hacia mi auto a sacar mi mochila. Necesito cambiarme de ropa y una ducha. La coloco sobre la cama y justo en ese instante la puerta del baño se abre. Me giro hacia allí y me quedo mirando a Vali salir mojado con una toalla enredada en la cintura.
—¡Dios! —dejo escapar un jadeo mientras me siento en el borde de la cama.
—Se me olvidó coger la bolsa con la ropa. —murmura mientras sigue hacia la sala y regresa muy rápido hacia el baño otra vez cerrando la puerta.
Me dejo caer hacia atrás en la cama. Estoy cien por ciento segura que el no es mortal. No puede serlo cuando su cuerpo parece esculpido por los dioses. El color bronceado de su piel y su físico te hacen perder el aliento. Cuando la puerta se vuelve a abrir, me siento muy rápido en la cama. Sale con unos pantalones de chándal y la camiseta sin mangas. He acertado con la talla de ropa. Sonrío mientras levanto la mirada hacia su rostro. Se ha recortado la barba, aunque sigue cubriendo por completo su rostro, ahora la lleva más corta. Su cabello continúa recogido de la misma forma.
—Necesito un baño. —murmuro apartando mi mirada de él.
Saco muy rápido mi ropa y corro dentro del baño. Cierro la puerta y dejo escapar el aire. He ayudado a cientos de personas en mi vida, pero ninguna me ha hecho sentir de esta forma. Su mirada sobre mi hace que mis piernas tiemblen. Me meto en la ducha y abro el agua fría, creo que mi cerebro se ha sobrecalentado. Cierro los ojos e intento pensar en algo que no sea en Vali del otro lado de la puerta.
Cuando salgo del baño lo hago abriendo muy lento la puerta. Él no está en la habitación. Cuando llego hasta la sala, lo encuentro acostado en el sofá. No puedo dejarlo dormir ahí, no con esas heridas.
—No me has dicho tu nombre. —murmura mirando en mi dirección.
—Es verdad—comento llegando a su lado—. Brenda. —le ofrezco mi mano y él sonríe.
—Un placer conocerte. —estrecha mi mano con la suya después de sentarse.
Aparto muy rápido mi mano de la suya ante el súbito calor que comienza a recorrer mi piel y se extiende por todo mi cuerpo.
—Eso ha sido extraño. —murmuro.
—Debe ser la estática. —lo más probable, aunque muy raro. Regresando al asunto que traía en mente. Me siento en el sofá.
—No creo que este sofá sea muy cómodo para ti con esas heridas, puedes dormir en la habitación.
—¿Dónde dormirás tu? —pregunta preocupado.
—No te preocupes por mí, puedo dormir donde sea, tu necesitas un lugar cómodo para descansar y recuperarte.
—Suelo recuperarme bastante rápido de las heridas.
—Pero deberías seguir las indicaciones de tu doctor al pie de la letra.
—Y las seguiré...—lo interrumpo.
—Y tu doctor está diciendo que dormirás en la habitación, no te preocupes, estoy acostumbrada a dormir en cualquier lugar menos en la cama. —se me queda mirando frunciendo el ceño.
—¿En qué trabajas?
—En el hospital Regan, soy cirujana allí.
—Eres una sanadora entonces.
—¿Sanadora? —pregunto sin entender.
—Disculpa mi vocabulario, de donde vengo a las personas que curan a los enfermos los llamamos así.
—¿De dónde eres? —su semblante cambia en un instante.
—No me gusta hablar de donde provengo—murmura con nostalgia—. Hace mucho tiempo que no veo a mi familia.
—¿Huiste de casa?
—No. Te comenté que busco a alguien—asiento con la cabeza—. Pero la búsqueda está tardando más de lo que debería.
—Es alguien importante para ti.
—Lo es para todo mi—hace una breve pausa—... pueblo, no puedo regresar sin ella. —ahora está más que claro, a quien busca es a una mujer.
Iré a dar una vuelta por el lago—digo de repente levantándome del sofá—. Ponte cómodo.
Y me marcho con rapidez.
Sentarme junto al lago siempre me ayuda a pensar con claridad. Tuve que escapar con urgencia de la cabaña pues mi corazón se acelera ante su presencia. Miro mi mano y recuerdo su toque ardiente. Sé que eso no ha sido estática, no ha sido electricidad, ha sido fuego quemando mi piel.
El rostro de Vali no abandona mis pensamientos y es que no puedo dejar de pensar en él. Siento que falta algo en su historia. No entiendo como terminó en el medio del bosque con esas heridas. No creo que lo hayan asaltado, no luce como un nerd que pasa todo el día jugando videojuegos. Sé que está ocultando algo con respecto a su pueblo y a la mujer que busca. Pero no puedo forzarlo a que me lo cuente y tampoco creo que tenga mucho tiempo. Solo estaré aquí hasta el domingo. Pero tampoco puedo dejarlo abandonado con esas heridas. Debo pensar que hacer y tomar una decisión antes de marcharme.
¡No puedo creerlo!
De regreso en la cabaña busco por todas partes, pero no hay rastro de Vali. Las bolsas con la ropa que compré para él, están aún aquí.
—¡Vali! —grito su nombre, pero no obtengo respuesta alguna.
No puede haber ido muy lejos con esas heridas. Quizás fue a dar una vuelta y tomar aire.
Cuando cae la noche más me convenzo que se ha marchado. No entiendo que sucedió.
«¿Acaso hice algo indebido?»
No creo, fui muy cortés y gentil con él. Quizás se molestó porque le preguntara tantas cosas. Creo que mejor me olvido de todo y disfruto de mis dos días de descanso.
El domingo en la tarde estoy entrando al apartamento y me dejo caer en el sofá. Alice ante el estruendo sale de su habitación y se deja caer a mi lado.
—No me digas que no descansaste.
—Sí, lo hice. —murmuro aún con los ojos cerrados y la cabeza inclinada hacia atrás.
—Tienes cara de no haberlo hecho, ¿qué sucedió?
Abro los ojos y la miro dudando si contarle.
—Cuando llegué allí me encontré a un hombre en la parte de atrás de la cabaña herido con varias puñaladas,
—¡Dios mío! —grita estupefacta—. ¿Estaba muerto?
—No, lo ayudé a entrar y le curé las heridas.
—¿Y cómo se encuentra? —me pregunta con preocupación.
—Supongo que bien.
—¿Cómo que supones que bien? —inquiere ahora frunciendo el ceño.
—No lo sé, se marchó ese mismo día cuando yo estaba en el lago.
—¿Pero no estaba herido?
—Sí, al parecer se recuperó muy rápido.
—¿Acaso era superhumano?
—Bueno por su físico, lo parecía. Es uno de estos hombres que pasa más horas en el gimnasio que en su casa.
—Oh. Al menos sabes cómo se llama, ¿cierto?
—Vali. Y sí—le digo poniéndome de pie—, su nombre es super raro. —me acerco a la cocina y me sirvo agua en un vaso.
—Eso te iba a comentar—dice riendo—. ¿Sucedió algo más que deba saber? —inquiere recostándose a la encimera.
—No, nada más. —respondo mientras bebo el agua.
—¿Segura? —asiento con la cabeza—. Porque John llamó preguntando por ti. Sonrío ante el recuerdo de lo ocurrido con John—. ¡Por Dios! ¡Cuenta!
Olvidé contarle de mi aventura con el sexy jefe de urgencias.
—Tuvimos sexo en el salón de descanso.
—¡No te creo!
—Pues sí.
—Pensé que no querías tener relaciones con nadie porque era una pérdida de tiempo con tus horarios.
—John y yo tenemos los mismos horarios y creo que debemos intentarlo a ver que sucede.
—Deberías llamarlo, quiere ir a cenar contigo esta noche si no llegabas muy cansada. —sonrío mientras me muerdo el labio inferior.
—¿Debería llamarlo? —le pregunto conteniendo la risa.
—Mujer, que le da un infarto si no lo haces.
—Seguro. —sonrío mientras busco su contacto para llamarlo.
—Yo no estaré esta noche, voy saliendo para la galería a entregar los últimos cuadros y después me quedaré con mi madre, hace más de quince días que no la veo y debe estar preocupada. —murmura mientras entra en su habitación.
Marco su número y responde al segundo tono.
—No voy a mentir, estaba esperando tu llamada. —sonrío ante su honestidad.
—Acabo de llegar.
—¿Cenamos esta noche? —pregunta con ansiedad y no voy a decirle que no, yo también deseo verlo.
—De acuerdo.
—Pasaré por ti a las 7:00pm, hay un restaurante al que siempre he querido llevarte.
—Estaré lista entonces, nos vemos.
Cuelgo y comienzo a prepararlo todo para esta noche.
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Este capítulo está dedicado a NadiaSaucedoParedes PeluqueriaclaraLopez albalindomacia TaquitodeKimchi
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Xoxo🐦⭐
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