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15.-Piedra

El delicioso olor a cacao hace que sonría. Ha sido el mejor sueño que he tenido en la vida y la verdad no quiero despertar. No quiero abrir los ojos y comprobar que nada ha sido real. Porque estoy absolutamente segura que nada de lo ocurrido anoche lo fue, la mayoría no tiene sentido en lo absoluto. Su calor me envuelve desde atrás mientras su brazo aferra mi cuerpo. Me giro entre ellos y mi rostro queda pegado al suyo. Esta es mi oportunidad de besarlo sin que se dé cuenta. Acerco mi boca a las suya y le doy un beso ligero que lo hace dejar escapar un gemido.

—¿Anoche no te fue suficiente de besos? ¿Aún quieres continuar con tu experimento?

—¿Experimento? ¿Besos? —pregunto algo perdida.

Vali enreda sus manos en mi cuerpo con una sonrisa y entonces me percato que debajo del cobertor estoy desnuda y el también. Pega su cuerpo al mío y siento su erección dura contra mi muslo.

—Esto es tan real como lo sucedido anoche, aunque te sea difícil de creer.

—¿La aurora boreal? —el asiente—. ¿El sexo? —eleva la comisura de sus labios mientras siento que mi rostro arde.

—De eso hubo mucho anoche—y se restriega contra mí dejando más que evidente lo sucedido entre nosotros.

—¿El que sea inmune a tu fuego? —esa es la parte menos creíble de todo.

—Dejamos claro anoche que solo eras inmune a un tipo de fuego—acerca su boca a la mía y me roba un beso.

Entrecierro los ojos mientras me pierdo en su mirada. No es de fuego. Levanto el cobertor, no tiene fuego en ninguna parte de su cuerpo. Ni siquiera en su potente erección.

—¿Por qué no tienes fuego por ninguna parte? —el frunce el ceño y se asombra tanto como yo. Pero después sonríe.

—No lo sé, la practica quizás.

—No es como si hubiésemos tenido mucho sex...—pero entonces me quedo callada al ver como el levanta una ceja y contiene la risa—. ¿De qué me perdí?

—Yo tu salgo a coger un poco de aire, necesitas refrescar la memoria, tanto calor creo que te afectó.

Me siento y miro en todas direcciones.

—¿Dónde quedó mi ropa? —entonces recuerdo que el la quemó.

No suelo tener tan mala memoria para recordar eventos que ocurrieron hace solo unas horas. Me quedo pensativa por un instante recordando la noche anterior. Y todo luce irreal en mi mente como si de una fantasía se tratase. Los flashes de su cuerpo ardiente poseyendo al mío, de disimiles formas, regresan una y otra vez a mi mente. Miro una vez más a Vali a mi lado que no deja de mirarme.

—¿Recuerdas lo sucedido? —inquiere sonriente—. O acaso necesitas que te refresque la memoria.

—No puede ser cierto, ¿o sí?

—Asómate y compruébalo.

Me destapo y salgo hacia afuera de la tienda. No me importa el aire gélido o que estoy desnuda, no es como si alguien estuviese cerca. Aún es de noche, aunque el cielo está comenzando a aclarar, indicio de que está por amanecer. En el lugar donde estaba el saco de dormir, solo ha quedado una mancha negra producto del intenso fuego del cuerpo de Vali que lo ha quemado todo. Junto a la tienda, en el gran muro de piedra, hay otra marca negra de quemadura. Las sillas, apenas reconocibles, solo quedan los tubos.

—No recuerdo lo sucedido con las sillas—murmuro en voz baja mientras un escalofrío me atraviesa por completo.

—Por lo visto olvidaste mucho de lo sucedido anoche y eso que no bebimos ni siquiera hidromiel—susurra en mi oído mientras me abraza por detrás.

El calor de su cuerpo comienza a calentarme y el frío que comenzaba a sentir queda olvidado.

—No entiendo que sucedió.

—Sucedió que me tentaste demasiado.

—¡Yo! —exclamo sin creerlo.

—Tú y tus experimentos de besos doctora Jensen—besa mi cuello y yo sonrío.

—No me llames así.

—¿Por qué?

—Solo mis pacientes me llaman de esa forma y tú no eres ya uno de mis pacientes.

—Eso es cuestionable—me giro entre sus brazos y me pierdo en su mirada—. Aún no estoy curado del todo.

—¿Cuál es tu diagnóstico?

—Fuego eterno—susurra contra mis labios mientras sus ojos comienzan a volverse de fuego—. Ves, necesito que me ayudes a controlarlo.

—No tengo ningún doctorado en este tipo de dolencias—murmuro mientras él se pega a mí.

—Seguro puedes encontrar alguna forma de curarme.

—Llevará un tiempo hacerlo—susurro con la voz entrecortada.

—No tengo nada en mi agenda en los próximos milenios—susurra con una sonrisa. Pero eso me recuerda el motivo por el cual vinimos hasta aquí.

—¿Pensé que tenías prisa por encontrar a la sanadora?

—Y la tengo. Solo necesito regresarla a Asgard y ella se encargará del resto. Apenas y me tomará unos segundos ir y volver, ni siquiera lo notarás. Y podremos continuar donde lo hayamos dejado.

No puedo creer que estoy escuchando lo que estoy escuchando.

—Pensé que lo nuestro estaba prohibido, que no podías estar con una mortal.

—No me importa el castigo que tenga que soportar, pero no puedo seguir ignorando lo que siento por ti.

—¿Lo que sientes por mí? —me he quedado sin palabras. Nunca pensé que el tuviese sentimientos por mi como los que yo tengo por él.

—Desde que nos conocimos sentimos esta extraña atracción uno por el otro. Esta química entre nosotros imagino que no es muy frecuente de ver—niego con la cabeza—. Te deseo con todo el fuego de mi cuerpo Brenda.

No creo que deba decirle que lo que siento por él o lo que estoy comenzando a sentir va más allá que el deseo.

—Yo también te deseo—enredo mis manos en su cuello—. Llevo tiempo mintiéndome a mí misma sobre lo que siento por ti y no puedo aguantarlo más.

—Creo que entones ambos tenemos algo en común.

—Solo espero que el deseo no nos consuma—murmuro contra sus labios.

—Por el contrario, dejemos que el deseo nos consuma—pega su boca a la mía dándome un beso intenso.

Cuando separa su boca de la mía, sus manos son de fuego.

—Volviendo al tema que nos incumbe. ¿Dónde está Ingrid? Se suponía que nos daría la piedra, ¿cierto?

—Disculpen la interrupción—su voz suena muy cerca.

Me aferro al cuerpo de Vali mientras intento en vano esconder mi desnudez de ella. Vali gira la cabeza buscándola y yo escondo mi mirada avergonzada contra su pecho.

—Podemos ir al asunto por el cual he venido, tengo algo de prisa—le dice mientras siento los pasos de ella acercándose hacia nosotros.

—Vístanse primero, los turistas comenzarán a llegar en unas horas—dice mientras siento un golpe fuerte en el suelo y sus pasos alejándose.

—¿Se ha ido?

—No. Solo se ha alejado para darnos privacidad.

Me giro entre sus brazos y veo una mochila en el suelo. La recojo y corro dentro de la tienda. Abro la mochila y saco toda la ropa. Esta mujer debe ser adivina o algo por el estilo. Vali entra en la tienda y comienza a vestirse. Hago lo mismo, pero me distraigo mientras lo observo a él.

—¿Cómo supo que necesitaríamos ropa? —le pregunto cuando ha terminado y yo aún estoy por mi ropa interior.

—No lo sé. Te espero afuera—comenta mientras sale de la tienda.

Termino de vestirme e intento en vano acomodar mi cabello. Es todo un desastre. Cuando salgo de la tienda los veo a unos metros de mi conversando. Me acerco a ellos y es inevitable que escuche parte de la conversación.

—¿Tu madre lo sabe? —le pregunta enojado.

—¿Qué cosa?

—No te hagas la tonta Ingrid, sé que estás teniendo visiones del futuro—ella resopla.

—No, no lo sabe, y pretendo que se mantenga así.

—Deberías decírselo—Ingrid aparta su mirada de Vali y la fija en mí.

—Si han terminado, recojamos todo, debemos regresar.

—¿Y la piedra? —pregunto mientras ella nos sonríe.

—Está en un lugar seguro, vamos.

No puedo creerlo. Hemos venido hasta aquí y la piedra no se encuentra aquí. No entiendo nada. Vali y yo intercambiamos una mirada, pero él tampoco dice nada. Creo que ambos pensamos lo mismo. Ingrid nos ha traído aquí solo para que tuviésemos sexo e imagino que esto tiene que ver con una visión que tuvo.

Recogemos las cosas que sobrevivieron a nuestro fogoso encuentro mientras intercambiamos una sonrisa cómplice.

—¿No pensarán que son extrañas las marcas de quemadura en la roca?

—No te preocupes, desaparecerán antes de que llegue el primer grupo—comenta Ingrid mientras emprendemos el camino de regreso.

No pregunto nada más. Ingrid es una mujer que sabe demasiado, mucho más de lo que hace creer al resto.

—¿Estás bien? —me pregunta Vali mientras Ingrid se adelanta y nosotros bajamos la marcha.

—Sigo sin comprender sus motivos para hacer lo que hizo.

—Su poder apenas y está comenzando a aparecer y sus visiones pueden no ser siempre claras. Es por eso que debe contarle a su madre, ella pasó por lo mismo y solo con la ayuda de Heimdal pudo entender cómo funcionaba su poder.

—¿Por qué no quiere contarle a su madre?

—La relación de Ingrid con su madre no es la mejor que digamos.

—¿Qué sucedió? —pregunto mientras el mira a Ingrid asegurándose se que no escuche.

—Al Astrid asumir la guardia del nuevo Bifröst, sus hijas pequeñas se quedaron en la nueva tierra con su padre, él fue quien las educó. Ingrid tenía 6 años, lo recuerda mejor que su hermana que apenas tenía 1. Veían a ver a su madre una o dos veces al año. Con el pasar de los años él les contó a sus hijas lo que su madre y ellas eran en realidad. Valkirias. Al cumplir la mayoría de edad fueron a Asgard, se entrenaron y después regresaron a la tierra, cada una con una misión. Ingrid nunca le ha perdonado el que las abandonara.

—Yo no lo veo de esa forma. Su madre se tuvo que sacrificar por el bien de los nueve reinos—Vali me sonríe.

—Díselo a ella.

—Yo en el lugar de Astrid, hubiese hecho exactamente lo mismo. Debes pensar en los demás antes de pensar en ti mismo.

—Hablas como ella.

—¿Quién?

—Eir. Pensaba primero en proteger a los dioses y al resto del pueblo de Asgard, antes que en su propia seguridad.

Esta diosa de la que tanto habla Vali, creo que me gustaría conocerla. Miro a Ingrid caminar en la distancia frente a nosotros.

—Puedo hacerte una pregunta personal.

—Adelante.

—Ingrid y tú, ¿tuvieron algún romance? —Vali me mira alzando una ceja.

—¿Qué te hizo pensar eso?

—La forma en que le sonríes y como le hablas.

—Su madre y yo éramos prácticamente inseparables. Somos como hermanos. La ayudé en parte de su misión para restaurar los nueve reinos y eso convirtió a sus hijas en mis sobrinas. Las vi nacer a ambas, no puedo pensar en ellas de otra forma.

Creo que su respuesta me calma un poco. No me gustaría pensar en Vali e Ingrid juntos. No me gustaría pensar en Vali con nadie más.

«Pero que estoy pensando»

¿De dónde ha salido esta inseguridad y dudas? No soy una persona insegura y mucho menos celosa. No debo tener celos de ninguna de las mujeres que rondan a Vali porque él ha dejado claro que me desea a mí.

Cuando llegamos al campamento, dejamos las mochilas en el mismo local desde el que partimos y después Ingrid nos lleva hacia su casa, justo en un extremo apartado del campamento. Nos invita a pasar hacia el patio posterior y nosotros la seguimos sin entender nada. Vali se detiene en cuanto salimos al patio y casi choco con él.

—¿Un fresno? ¿Debes estar bromeando? —murmura mientras mira al árbol que se eleva casi 30 metros frente a nosotros. Es de proporciones enormes y su tronco es muy ancho.

—Buscabas la piedra del fresno, está oculta entre sus hojas—comenta mientras se sienta en una banqueta.

Miro hacia la copa del árbol y los millones de hojas que este contiene. ¿Cómo vamos a encontrar la piedra?

—¿Y cómo se supone que la encuentre? —le pregunta girándose hacia Ingrid.

—Con fuego—murmuro pensativa.

—¿Cómo dices? —Vali se gira de repente hacia mí.

—Si es una piedra, es inmune al fuego. Si quemas el árbol solo quedará la piedra entre sus cenizas.

—Gran idea.

Da unos pasos lejos de mí y se acerca al árbol. Conjura su arco de fuego y lanza una flecha ardiente contra él. Al instante este comienza a arder rápidamente y en cuestión de segundos su imponente altura queda reducida a un poco de ceniza negra. Algo reluce entre ella. Me acerco y remuevo la superficie. Una hermosa piedra verde con forma de hoja es lo único que ha quedado. Voy a cogerla, pero Vali se me adelanta y la toma en sus manos.

—¿Es esa? —pregunto curiosa.

—Sí—se gira buscando a Ingrid, pero esta no está—. ¡Ingrid! —le grita y esta aparece con una mochila colgando de su hombro—. Muchas gracias por tu ayuda, ¿ahora que harás?

—Mi misión en la tierra ha terminado.

—¿Regresarás a Asgard?

—Va siendo hora que le dé una vuelta a mi hermanita pequeña. Nos vemos a tu regreso—y se marcha.

Me quedo mirando la hermosa piedra que Vali sostiene en su mano. Llama mucho mi atención y me dan ganas de tocarla, pero no creo que el me deje. Se guarda la piedra en el bolsillo del pantalón de cuero que lleva y nos marchamos de allí.

—¿Y ahora hacia dónde? —le pregunto mientras caminamos hacia el auto.

—Debo regresar a Asgard con la piedra para que Astrid logre canalizar la energía de la sanadora.

—¿Ingrid no puede hacerlo? —si tiene los mismos poderes que su madre, debe ser capaz.

—No sabe cómo. Debemos regresar a Los Ángeles.

Mientras caminamos hasta el parqueo del campamento, gestiono en el teléfono los pasajes para regresar.

—Nuestro vuelo sale mañana en la noche, nos podemos quedar en el hotel cerca del aeropuerto hasta entonces.

—De acuerdo.

Mientras nos subimos al auto me le quedo mirando intrigada. Lleva la misma ropa que cuando lo conocí.

—¿Por qué tu ropa no ardió con el fuego? —pregunto mientras enciendo el auto y lo pongo en la carretera.

—Esta tela es de Asgard, está fabricada por los elfos de la luz, tiene propiedades mágicas para resistir el fuego.

—Me gustaría un hermoso vestido de una tela como esa—murmuro mientras Vali ríe a carcajadas.

—Veré si puedo traerte uno de allá.

—Si debes regresar a Asgard, ¿por qué vamos a Los Ángeles?

«Solo hay una forma de regresar Brenda, piensa»

—El portal está allí—me confirma lo que ya suponía.

***

Mientras bordeo el aeropuerto de Sola rumbo al hotel Scandic, no dejo de pensar en mis padres y en cuanto los extraño.

—¿Podemos dormir en otra parte que no sea en el hotel?

—Podemos dormir donde tú quieras—me responde seductor.

Le sonrío y sin pensarlo dos veces continúo por la autopista 510 y después tomo Grannessletta. Cuando llego a la intersección que conozco de memoria, tomo izquierda.

Lo que Vali a dicho con respecto a mi decendencia, me ha hecho tomar esta decisión. Debo averiguar si Vali tiene razón y si mis ancestros en realidad provienen de Asgard. Sé que mis padres se llevarán una sorpresa cuando me vean llegar sin avisar y mucho más cuando me vean llegar con un hombre.

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Este capítulo está dedicado a slamos54321LaBuenaPipaEditorial ashleypatricia933 VanessaJimenezchacon AriamMilinEnrique

¿Creen que la piedra ayude a encontrar la sanadora?

No olviden dejarme sus comentarios y su voto.
Xoxo🐦⭐



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