10.- Noruega
—Regresarás para la exposición, ¿cierto?
Alice me pregunta cuando nos bajamos de mi auto en el aeropuerto a la 1:00 am. No fue tan difícil agilizar los papeles, era solo cuestión de dinero y conocer a las personas correctas. Desde luego no lo hice yo, Alice se encargó. Al ser una figura pública y reconocida como yo, en los Ángeles no pasas desapercibida.
—Aún faltan unos días Alice.
—Faltan 5 días—comenta ella algo triste.
—Estaremos aquí para tu exposición—le dice Vali levantando su ánimo—. Te lo prometo.
—Ves, solo serán unos días.
—No tardes más de lo debido, he preparado esta exposición especialmente para ti.
—No lo haré. Ahora nos vamos, no quiero que perdamos el vuelo. Cuida mi caballo—le pido lanzándole las llaves del auto.
—Lo cuidaré hasta que regreses—se despide de mi con un abrazo y se marcha.
Ser una celebridad tiene desventajas, pero también tiene ventajas, como la facilidad de acceder al avión sin tener que pasar por la tediosa espera en la sala de embarque. Tomo a Vali del brazo y lo conduzco por el aeropuerto, así luce menos desorientado en un mundo que es prácticamente desconocido para él.
Una aeromoza nos conduce hasta nuestros asientos y cuanto estamos sentados otra se acerca a nosotros y nos ofrece una copa de champagne. No creo que sea lo más indicado para su primer vuelo, mucho menos a esta hora de la madrugada.
—No gracias, tráiganos un jugo mejor.
—Enseguida.
La aeromoza desaparece y me quedo mirando a Vali que mira todo a su alrededor como un niño pequeño que monta por primera vez en un avión.
—Así que en esto cruzan los océanos hacia otras tierras.
—Desde luego. Imagino que no tienen aviones en Asgard.
—No.
—¿Cómo viajan hacia otras tierras?
La aeromoza regresa con nuestros jugos, interrumpiéndonos.
—Disfruten del vuelo y si necesitan algo más, solo pídanlo.
—Gracias—respondo con una sonrisa y ella se marcha. Me quedo mirando a Vali expectante—. Vamos sigue contando, ¿cómo hacen para viajar?
—Tenemos caballos—me le quedo mirando a la expectativa de algo más emocionante—, pegasos—abro los ojos expectante—, dragones—esto se pone interesante—, y si tienes suerte de poder verlo, un unicornio.
—Asgard cada vez parece más interesante. Creo que todas las mujeres pasamos por la etapa de querer tener un unicornio de niña, eso y ser una princesa.
Vali se ríe a carcajadas y su risa me resulta contagiosa. Verlo sonreír de esa forma tan jovial hace que se me forme un nudo en el estómago.
—Sé que suena muy excitante todo, pero no lo es. Los dragones están prácticamente extintos, los pegasos solo pueden ser montados por las valkirias y el unicornio nunca nadie jamás lo ha logrado ver, pues solo se les aparece a los seres más puros.
—Imagino que con tu edad has podido ver a cada una de las criaturas.
—A todas excepto al unicornio.
—¿Por qué dices él unicornio? ¿Acaso es uno solo?
—Es la criatura más pura de nuestro mundo y como su nombre lo indica, es único.
—¿Como sabes que existe si nadie ha podido verlo?
—Él unicornio vive más allá de las montañas de Asgard, en El Bosque Encantado que pertenece al Reino de los Elfos. Este bosque se mantiene verde todo el año gracias a la magia del unicornio que lo mantiene así. Incluso durante el invierno, en que todo se cubre de blanco, este lugar se mantiene como si fuese primavera.
—Me gustaría poder conocer tu mundo algún día—pero sé que eso es imposible.
—Quisiera poder llevarte conmigo y mostrarte mi mundo, pero solo puedo llevar conmigo a través del portal a una persona, y debe ser la sanadora.
—Lo entiendo. Y te ayudaré a encontrarla.
—Por favor, deben abrocharse los cinturones de seguridad—nos pide la azafata con amabilidad.
Comienzo a abrocharme el mío y me quedo mirando a Vali que no tiene idea de cómo hacerlo. Contengo la risa y me pongo de pie para acercarme mejor a su asiento.
—Nunca creí que podría enseñarle algo a un dios—susurro en voz baja mientras tomo los dos extremos de las cintas y le ajusto el cinturón sobre las piernas.
—Que sea un dios no quiere decir que lo sepa todo—murmura mientras me pierdo en su mirada cerca de la mía—. No soy mi padre.
—Claro, era el dios de la sabiduría—recuerdo.
—Me gustaría tener un poco de la sabiduría que poseía él—responde con nostalgia—. Así sabría lo que debo hacer.
Me quedo mirándolo más tiempo del debido sin entender a qué se refiere. Me aparto súbitamente y pongo distancia entre nosotros. Su cercanía comienza a ponerme nerviosa. Regreso a mi asiento y me coloco el cinturón con manos temblorosas. La presencia de Vali cerca de mí está comenzando a afectarme. Cuando termino de abrocharme el cinturón intento no mirar en su dirección, pero mi mirada termina encontrándose con la suya y él me sonríe.
El avión comienza a moverse por la pista y tomar velocidad hasta elevarse en el aire. Cuando llega a la altura crucero, las luces que indican el uso obligatorio del cinturón se apagan y me lo desato, Vali hace lo mismo.
—Espero lleguemos rápido—murmura y yo contengo la risa mientras lo observo acomodarse en el asiento.
A pesar de que vamos en primera clase, el asiento resulta pequeño en comparación con su estatura y fortaleza.
—Es un vuelo de casi catorce horas, así que creo que le tomarás cariño a ese asiento, aunque puedes levantarte y caminar, si deseas ir al baño también puedes hacerlo.
—¿Por qué tanto tiempo? ¿Acaso esto no va más rápido?
—Créeme, va rápido, pero nuestro planeta es bastante grande y algunos países quedan muy distantes.
—Me urge encontrar a Eir—comenta mientras mira hacia su ventanilla.
Su rostro de preocupación es evidente. Eir es muy importante para él.
Las luces del avión se apagan para que los pasajeros puedan dormir y solo nos queda la que tenemos sobre nosotros, que la podemos encender o apagar a nuestro antojo. Me coloco unos audífonos con música para intentar descansar, pero el calor que siento cada vez que lo miro, no ayuda en lo absoluto. Me anudo la camiseta debajo de los senos y me acomodo en el asiento para poder descansar. Reclino el asiento, apago la luz y cierro los ojos.
Este calor es infernal. Me siento de repente y me saco los audífonos. Miro hacia Vali que descansa en su asiento. Ni siquiera lo ha reclinado para dormir, se me olvidó explicarle como funciona. Me acerco a él y lo observo dormir plácidamente. Su luz aún está encendida. Cruzo frente a sus piernas y me acerco para apagarla, pero me quedo mirando su boca. No creo que pueda resistirme más a esto. Desde que lo conozco siento algo muy fuerte que hace que me acerque cada vez más. Y justo ahora en lo único que puedo pensar es en su boca sobre la mía y sus manos en mi cintura. Me siento sobre sus piernas y el abre los ojos con sorpresa en su mirada.
—¿Qué haces?
—Necesito tocarte y que me toques—murmuro acercando mi cuerpo al suyo.
—Brenda, esto no está bien.
—Lo sé, he intentado mantenerme alejada, pero no puedo—muevo mis manos hacia su pecho.
—No debo involucrarme con una mortal—murmura mientras me pierdo en su mirada.
—¿Ni siquiera cuando sentimos esta atracción? —susurro desabrochando su camisa—. Sé que también la sientes, ¿o me equivoco?
—El fuego quema Brenda, y solo yo soy inmune.
—No, no lo eres. No eres inmune a este tipo de fuego—susurro uniendo mi boca a la suya.
Y el calor se intensifica aún más en mi cuerpo. Sus labios queman y sus manos que ahora se aferran a mi cintura también. Tira de mi cuerpo y súbitamente me veo sentada a horcajadas sobre él.
—¡Odin, lo siento! —murmura contra mis labios.
Sus manos bajan hacia mis nalgas y comienza a moverme sobre su erección que comienza a despertar debajo de mí.
—¡Dios! —dejo escapar un gemido.
—¡Brenda! —murmura mi nombre mientras su erección roza contra mi centro de placer.
Solo me gustaría no tener este short de mezclilla de por medio y estar en otra posición. Me aferro con fuerza a sus hombros mientras me muevo siguiendo el ritmo que ha marcado. Me muerdo el labio inferior para contener un gemido. No quiero despertar a todos los pasajeros.
—¡Vali! —susurro su nombre cuando el inevitable orgasmo comienza a atravesarme con solo el roce de nuestros cuerpos.
—¡Brenda! ¡Despierta!
Me siento de repente en el asiento. Tengo la respiración acelerada y estoy sudando. Miro hacia mi short y después a mi alrededor. Vali duerme, su luz está encendida. No puedo creer lo que acaba de suceder. Me levanto de prisa y voy hacia el baño para deshacerme de mis bragas mojadas. Tomo unas servilletas de papel y limpio entre mis piernas. Me refresco el rostro y regreso a mi asiento aún con las piernas temblorosas.
Eso se sintió tan real.
Me acomodo una vez más en el asiento e intento volver a conciliar el sueño, pero sé que lo voy a tener complicado. Cierro los ojos y solo escucho su voz murmurando mi nombre mientras yo me corría en sueños.
***
—¡Señorita! —la dulce voz de una aeromoza me despierta. Abro los ojos y la miro soñolienta—. Su desayuno—me sonríe y se marcha.
Me acomodo en el asiento y miro la bandeja del desayuno que han dejado para mí.
Aún faltan cinco horas de vuelo y a pesar de que mi estómago está hecho nudos, me fuerzo a comer algo. Mientras el avión surca el cielo despejado, observo el océano atlántico que se extiende debajo de nosotros e intento no pensar en el dios nórdico sentado a unos metros de mí. Me coloco una vez más los audífonos y escucho música para intentar evitarlo, pero es imposible no hacerlo cuando las azafatas pasan por nuestro lado con más frecuencia de lo usual. Le dan un servicio mucho mejor de lo que usualmente dan en primera clase y él les sonríe con amabilidad. Su sonrisa es hermosa y me veo hipnotizada por ella al igual que el resto de las féminas del avión.
Me levanto para ir al baño y el hace lo mismo. Me acompaña y le indico donde es. Contengo la risa afuera mientras lo espero y lo escucho maldecir por lo pequeño que es para su estatura. Regresamos a nuestros asientos y vuelvo a colocarme los audífonos.
Durante el almuerzo, apenas puedo comer, esto nunca antes me había sucedido, no tantas veces seguidas. Creo que la cercanía de Vali está afectándome cada vez más. Él tiene razón, cuanto más tiempo estoy cerca de él, más me atrapa su efecto hipnotizante. Y el que mi estómago esté echo nudos desde que salimos del apartamento, es un claro indicio de ello.
***
Cuando salimos del aeropuerto de Sola, en Stavanger son más de las 11:00pm. Todo luce exactamente como lo recuerdo. Aquí la temperatura, a diferencia de en Los Ángeles, es considerablemente más baja. Por eso me he cambiado en el avión antes de bajar. Vali ni se ha inmutado con el cambio de temperatura.
—¿Por qué te has cambiado de ropa? —pregunta mirándome de arriba abajo.
Me he cambiado el short por unos jeans y me he puesto una chaqueta de cuero negro.
—Por lo visto las temperaturas bajas no te afectan en lo absoluto.
—No hay mucha diferencia para mí entre el frío y el calor.
Lo suponía.
—Y bien, ¿ahora que haremos?
—Creo que necesitamos descansar, a esta hora no creo que podamos hacer mucho.
—¿Y mañana? —pregunto mientras le hago seña a un taxi y este se acerca a nosotros.
—Necesitaremos un auto.
El taxi se detiene y rápidamente nos subimos.
—¿Hacia dónde los llevo? —nos pregunta el taxista mirándonos por el espejo retrovisor.
No conozco mucho de hoteles de lujo porque cuando he viajado, alguien más se ha encargado de hacer las reservaciones por mí.
—Llévenos a algún hotel con una buena vista.
—Enseguida.
—¿Por qué con una buena vista? —me pregunta en voz baja.
—Eso es lo más importante. Y si vamos a estar en Noruega unos pocos días, que mejor que disfrutar de las mejores vistas de la ciudad.
—¿Están de luna de miel? —pregunta el conductor curioso.
—¡No! —exclamamos al unísono—. Solo hemos venido a visitar a unos amigos—Vali le responde al taxista.
—Discúlpenme, es que lucen muy bien juntos.
—Somos, buenos amigos—respondo mientras le sonrío a Vali y el me devuelve la sonrisa.
***
El taxi se detiene quince minutos más tarde frente a un suntuoso hotel. Le pago al taxista y nos bajamos. Caminamos hasta la recepción y nos reciben con una sonrisa.
—Buenas noches—la mujer de la recepción nos saluda muy cordial, mirando más de la cuenta a Vali—. ¿En qué puedo ayudarlos?
—Una habitación para dos—le respondo mientras tomo a Vali por el brazo—. Estamos de luna de miel—Vali me sonríe ante lo que he dicho y aferra mi mano a su brazo con cariño.
—¡Felicidades! —nos dice ella mientras teclea en la computadora—. ¿Cuántos días se quedarán?
—Solo una noche, es que estamos viajando por todas las ciudades—respondo mientras siento como el calor del contacto de su mano sobre la mía me quema.
Contengo el aliento mientras mi corazón se acelera.
—¿Me permite una identificación?
—Enseguida—le tiendo mi identificación y la tarjeta para que nos registren—. Si pudiera gestionarme un auto con el depósito lleno para la mañana se lo agradecería.
—Desde luego, llamaré a la agencia para que se lo preparen Srta. Jensen, aquí tiene—me tiende mi identificación y la tarjeta de la habitación—. El botones los acompañará hasta su habitación y en un rato les subirán un regalo de nupcias—nos responde con amabilidad.
—Muchas gracias.
Tiro del brazo de Vali rumbo al ascensor, siguiendo al botones que ha colocado nuestras mochilas en un carrito y lo empuja con lentitud. Me aferro con fuerza al brazo de Vali pues mis piernas están comenzando a flaquear por su cercanía y su calor. El me mira y sonríe un poco, pero no dice nada.
Nada de esto puede ser normal. Sé que me dijo que su cercanía me afectaría cuanto más esté a su lado, pero creo que no puede ser solo el efecto que el produce en los mortales, ¿o sí?
He visto como le sonríen las mujeres sin apenas conocerlo y como lo miran derretidas. Pero no me siento así. Debo admitir que es muy atractivo, eso es más que evidente, pero no es su atractivo lo que hace que mi respiración se acelere. No sé explicar lo que siento sin parecer una tonta, necesito hablar con Alice con urgencia, ella seguro sabrá aconsejarme.
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Este capítulo está dedicado a loki-88thebest0902 MartinaCNP Rhianon34
Les anuncio que esta historia estará participando en los pgp2024. Disfruten la lectura. ❤️❤️❤️
¿Que les ha parecido la conversación?
No olviden dejarme sus comentarios y su voto.
Xoxo🐦⭐
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