CAPÍTULO 24
*Capítulo 24*
— Solo serán tres días— digo mientras bajo del auto.
— ¿Y decides avisarme que te vas justo antes de subir al avión?— cuestiona, tengo que apartar el teléfono de mi oreja a causa de su grito.
— Apenas estoy bajando del auto— Logan toma mi mano y me guía dentro del aeropuerto.
— ¡No importa!— otro grito— ¿Qué clase de amiga eres?.
— La mejor— me burlo, un grito de exasperación se escucha al otro lado de la línea— Relájate, volveré.
— Ni siquiera me despedí de frijolito — solloza y yo río— Mala amiga.
— Te amo— exclamo.
— Yo también, adiós.
— Adiós— cuelgo.
Me acerco a Logan y él no duda en rodearme con sus brazos, besa mi frente y yo dejo caer mi cabeza en su pecho.
— Creo que estoy libre— murmuro.
— No debiste hacerlo por teléfono— su pecho vibra por su risa— Va a golpearte.
— No puede— me separo de él y lo miro con una ceja arqueada— Estoy embarazada, eso sería un crimen.
— Loca— muerde mi mejilla.
— Bobo— me separo de él completamente— ¿Falta mucho?.
— Veinte minutos— dice mirando su reloj— ¿Por qué?.
— Tengo que ir al baño— me muevo incómoda.
— ¿No fuiste antes de salir?— cuestiona.
— Es culpa de tu hijo— le saco la lengua y me giro para ir a buscar un baño.
Esto de estar embarazada, no es malo pero si estresante. Sobretodo porque me dan muchas ganas de ir al baño y eso no me gusta.
Aunque todo sea por mi frijolito.
— ¿Ya llegamos?— cuestiono fastidiada, Logan niega y una de sus manos se pasa por mi cabello.
— Ya falta poco— dice, sonríe cuando me quejo otra vez.
— Me duele el trasero— me siento de lado y de ese modo estoy de perfil.
Una de las manos de Logan va hacia mi vientre y este se mueve de inmediato, arrancándome una risita.
— Voy a acostumbrarme a esto— murmura.
— ¿Qué harás cuando esté afuera?— arqueo una ceja divertida— ¿Qué harás cuando no te deje dormir?.
— Acostumbrarme a él— afirma con voz suave— Ya me acostumbré a tus ataques de locura, no creo que haya algo más difícil.
— Cállate— pellizco su brazo— Pero en serio, hay que cambiar muchas cosas. El bebé llegará a volvernos locos.
— Así como llegaste tú— acaricia mi mejilla, cierro los ojos— Llegaste como un huracán.
— ¿Cuándo te diste cuenta?— cuestiono.
— De que estabas loca, desde el primer instante en el que te vi— se burla, lo golpeo— De que estaba enamorado de ti… ese día afuera del restaurante. Cuando te negaste a mi oferta de llevarte a tu casa— relata.
— Ese día nos conocimos— digo un nudito en la garganta.
— Exacto— sonríe, limpia una lágrima que salió de mi ojo sin permiso— Estoy enamorado de ti desde el primer día.
Un leve lloriqueo sale de mi garganta y la sonrisa de mi novio se hace más grande.
— No llores, amor— seca las pequeñas lágrimas que salen de mis ojos.
— Entonces no me digas esas cosas tan bonitas— frunzo el ceño y hago un puchero, a cambio recibo un beso en los labios.
— Dramática— susurra en mi mejilla.
— Culpa de tu hijo— murmuro.
— Aún no ha nacido y ya lo estás culpando de todas tus escenas— ríe— Te amo.
— Yo también me amo— me cruzo de brazos, su sonrisa me hace sonreír— Yo también te amo.
— ¿Hace cuánto no vas a la playa?— cuestiona.
— Si te soy sincera… creo que desde los catorce o menos— pienso— Si, cuando vivía con mamá en Brooklyn, solo fui un par de veces y pues en Alaska— río— Por Dios, es una locura.
— Estás muy pálida— toca mi mejilla.
— Es normal— abrocho mi cinturón y tomo la mano de Logan para apretarla.
— Hasta que no parezcas un tomate no regresaremos— afirma y sonrió con los ojos cerrados.
— Eso quisieras— el vacío en mi estómago se hace intenso cuando él avión va aterrizando— Ya me dio mareo.
— Respira profundo— dice, trato de hacerlo.
— No, apenas esto se detenga… vaciaré mi estómago— asiento.
— ¿Estás bien?— me pregunta cuando salgo del baño.
— Ahora si— sonrío, uno de sus brazos me rodea y lo dejo guiarme por el pequeño pasillo del avión. Cuando salimos, la brisa fresca golpea con mi rostro— Okey… esto es raro— sonrío y él también lo hace.
— ¿Te gusta?— pregunta, asiento.
— Es muy bonito— observo todo a mi alrededor— No había visto tanto sol desde hace mucho.
— ¿Estás cansada?— asiento.
— Y tengo hambre— hago una mueca.
— Bueno, vamos al hotel y pedimos algo ligero— asiente— No quiero que vomites todo.
— Yo tampoco quiero vomitar— concuerdo. Un último beso es dejado en mis labios y luego soy encaminada a un auto.
Van a ser unas extrañas mini vacaciones.
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¡Otro capítulo!
Seguimos con el maratón.
2/4
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