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【Cake!】

—¡Demonios! —gritó con molestia el chico de cabellos castaños. No era posible que haya reprobado el curso de gastronomía, cielos, ¿Acaso era justo que enseñen cocina en su colegio cuando él era pésimo en eso?

—¿Y ahora qué pasó? —preguntó con burla un amigo suyo que se encontraba a su lado—, ¿volviste a jalar otra área? —Le hubiera gustado negar o mentir, pero no era posible, igualmente luego iban a publicar las notas y quedaría expuesto.

—Hey, lo siento, lo dije en broma... —agregó Sunghoon al ver la mirada triste de su acompañante, Jong solo pudo sonreír levemente y asentir para dar a conocer que aceptaba la disculpa.

Siguieron caminando con dirección a la salida, Jay lo hacía cabizbajo y sin muchas ganas y el pelinegro lo entendía, veces anteriores, Jongseong, había reprobado otras áreas junto a esa. Las cuales en su mayoría había logrado recuperar, lastimosamente se había quedado con el historial manchado y eso no le favoreció.

Pues la escuela le notificó que, si llegaba a tener otra área mal, tendría que asistir en vacaciones o, en el peor de los casos, reprobar el año.

Miró la salida la cual se encontraba cada vez más cerca, de repente un chico pasó con unas maquetas y una idea llegó a su cabeza.

Se detuvo de golpe y obligó a su amigo a hacer lo mismo.

—¿Qué-

—¡Ya sé que debes hacer! —Lo interrumpió con mucho entusiasmo, Jay solo lo vio con una ceja elevada—, simplemente debes pedirle que te dé algún proyecto.

El Park mayor pareció pensarlo, era una muy buena idea, pero nunca se había llevado bien con algún maestro así que dudaba de que le acepten la petición, y, como si Sung pudiera leer su mente, habló—. Vamos, no pierdes nada intentando.

Suspiró con cansancio, se sentía estresado, y eso que solo era una materia.

¡Lo había logrado! Resultó ser que el profesor de gastronomía, el cual se llamaba Dongmin, era muy buena onda y le dio otra oportunidad.

Tenía que hacer algunos trabajos escritos, los cuales ya había terminado, y un "pequeño" proyecto. El cuál era su problema ahora.

No era nada de otro mundo, simplemente cocinar un postre y llevarlo a su salón antes del fin de semana. Su mejor amigo lo hubiera hecho enseguida, pero él...

Él se estaba complicando la vida y no sabía que hacer, intentó pedir ayuda a su madre. ¿Qué dijo? Que no podía brindarle apoyo.

—¿Estás seguro que quieres ayudarme? —preguntó por décima vez el chico castaño a Sunghoon, le costaba creer que le haya permitido ir a su casa y hacer su proyecto de cocina allí.

—Que sí, ahora entra que mi mamá a estado viéndonos raro desde que llegaste —aseguró el pelinegro—. Vamos, vamos. —empujó a su mayor adentro antes de cerrar la puerta.

—Mamá, aquí está mi amigo.

—Buenos días, soy Park Jongseong, un gusto —saludó haciendo una pequeña reverencia.

—Buenos días, me llamo Myoui Mina y el gusto es mío —respondió con una dulce sonrisa, a lo que Jay le devolvió una.

Sin nada más que hacer, ambos jóvenes se dirigieron a la cocina del pelinegro para ponerse a preparar el proyecto.

—¿Tienes idea de lo que vas a preparar? —preguntó curioso el menor—. Porque si no es así, puedo llamar a mí mamá, ella es japonesa y sabe preparar muchos postres que tal vez te sean de interés.

—Eso es buena idea, ¿sería mucho pedir si la llamas? —preguntó Jay—, es que a mí me da penita...

Sunghoon asintió para después salir de la habitación con dirección a la sala, donde supuso que estaba Mina. A los segundos volvió el pelinegro junto a la femenina, ésta se acercó a Jay y preguntó si tenía algo en mente.

—La verdad, nada, supongo que sería algún postre dulce. —Mina lo entendió y pensó rápidamente en una opción—. ¿Qué tal un pastel de navidad? Cuando vivíamos en Japón, Sunghoon y su hermano amaban comerlo.

—¿Pastel de navidad? —repitió el castaño confundido, a lo que Mina le explicó que era aquel postre—. El pastel está hecho de bizcocho blando con frosting blanco, fresas y ornamentación navideña.

Navidad estaba cerca, así que pensó que un pastel con esa temática le daría un poco más de puntos, esa idea le gustaba. De paso, si sobraba, podría llevar unas tajadas a casa.

—Me parece bien, ¿empezamos ahora? —La pelinegra asintió.

Solo era cuestión de tiempo, y suerte, para que Jay pueda pasar de grado sin ningún inconveniente más.

Un chico de estatura pequeña y cabellos tan oscuros como la noche, caminaba con algo de velocidad con dirección al salón de cocina de su escuela. Él no tenía la clase ese día, pero tenía un recado muy importante que hacer.

—Sunghoon hyung~ —canturreó el de ojos avellana en busca de su hermano mayor. Miró a su derecha, miró a su izquierda, vio arriba, vio abajo y, aun así, no encontró rastro de su único hermano.

—Qué raro, mamá dijo que estaría aquí. —Sin haber rastro del pelinegro mayor, se dispuso a salir e ir al salón del más alto en su búsqueda, pero su vista se fijó en la mesa del centro. Una gran caja con una bonita decoración había allí, se alejó de la puerta de salida y a paso lento se acercó al objeto.

Vaya sorpresa que se llevó al ver su interior, ¡era un pastel! Pero no cualquier pastel, ¡era uno de esos que servían en las cenas navideñas de su anterior hogar, Japón!

¿Quién habrá sido aquella persona?

—¿Sunghoon dejó esto aquí? —pensó, era posible, Mina dijo que su hermano lo estaría esperando ahí, así que el mayor pudo haber dejado aquel pastel para él.

Sonrió en sus adentros, no había desayunado y comer un pedazo del postre le haría bien. Buscó un cuchillo en el lugar rápidamente, al final, solo sería un pedazo, ¿no?

—¿Irás por tu trabajo? —preguntó el pelinegro al ver que su amigo se levantaba se su asiento—. Sí, la próxima clase es la de gastronomía y le dije al profesor que venga más temprano de lo normal para mostrarle el pastel —respondió Jay.

—¿Te acompaño? —El castaño negó.

—Quédate aquí por si el profesor viene, y de paso cuida mis cosas. —El Park menor solo pudo hacer una mueca y asentir a lo dicho.

Jay salió velozmente con dirección al salón de cocina en donde mayormente hacían las clases del profesor Dongmin, pero al estar en los últimos días, solo se estaba haciendo trabajos escritos y el aula quedaba vacía.

Abrió la puerta al llegar al lugar y vaya la sorpresa que se llevó.

—¿Quién eres y qué haces aquí? —La pregunta salió con mucha molestia, entró al salón y se acercó al chico de estatura baja.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca, notó pequeños rastros blancos en los labios contrarios. Miró asustado al lugar donde había dejado su pastel, pero ahora solo había un plato vacío con pequeñas migajas. ¡Eso debía ser una broma!

—¿¡Te lo comiste!? —gritó esperando que la respuesta sea negativa y solo haya puesto su trabajo en otro lugar.

—Sí... —respondió en un susurro bajo el chico menor—, ¿Acaso los pasteles no son para comer? —La respuesta que recibió no le gustó para nada. Sin duda alguna, no iba a salvar la materia.

—¿Sabes lo que acabas de hacerme? —El contrario negó lentamente—. No tiene caso hablar contigo, ah.

Suspiró con molestia, tal vez tristeza, pero sobre todo impotencia. Se había esforzado tanto haciendo aquel postre el día anterior, y ahora, todo eso se había ido a la basura. Jaló sus cabellos molesto, y sin decir nada al pequeño chico frente a él, se marchó del lugar.

No podía hacer otro en ese instante, no sabía la receta, bueno, se había olvidado la mayor parte de ella. Además, no contaba con el tiempo suficiente. Sin duda, estaba frito.

—¿Cómo? —cuestionó el mayor, le resultaba imposible lo que acababa de decir su alumno.

—¡Es verdad, profesor! ¡El perro fue quien se comió mi tarea! —se excusó el chico castaño. Solo deseaba que el profesor se lo creyera.

—Jongseong —llamó con un suspiro a su, peor lamentablemente, estudiante—, puedo creer o esperar aquella tonta excusa de un chico de inicial, ¡incluso de primaria!

Bueno, hoy era el fin Park Jongseong.

—¿Pero de alguien de secundaria? Si no hiciste el proyecto de la cocina te entenderé, ¿por qué mentirme? —Bueno, prácticamente era verdad, sí se habían comido su trabajo.

—Sí hice mi trabajo, era un pastel de navidad japonés —habló y Lee levantó la ceja dando a entender que continúe—, lamentablemente un perro se lo comió.

Remarcó al animal y lo pronunció con cierta molestia, un perro con estatura pequeña, cabellos oscuros, hombros algo anchos y piel de tono claro.

Cuando el maestro estaba a punto de decir algo, un fuerte estruendo se escuchó, las puertas habían sido abiertas y los estudiantes empezaron a entrar para iniciar con su siguiente clase.

—Hablamos a la salida, anda a tu asiento —ordenó, y Jay no tuvo de otra que acceder a lo dicho.

—¿Cómo que un perro se comió el pastel? —preguntó Sunghoon cuando llegó a su asiento.

—Es una larga, y algo extraña, historia.

La mirada del pequeño pelinegro se posó en el chico de cabellos castaños, el cual, al perecer, estaba siendo regañado por un maestro.

Era hora de salida, muchos ya se habían ido a sus hogares, pero él se había quedado y seguido al chico alto que vio esa mañana.

Con el pastel en manos, el cual había hecho en el salón de cocina envés de entrar a clases, se acercó lentamente a los dos mayores.

—Hyung —llamó, y al no especificar quien, ambos giraron a su persona.

—¿Jungwon? —Reconoció la voz con facilidad, era un maestro muy conocido en el lugar.

—Buenas tardes, profesor —saludó para después dirigir su atención a Jay—. Toma. —Levantó el pastel.

Dongmin vio al castaño pidiendo una explicación, pero al parecer Park estaba tan confundido como él.

—Es una disculpa por haber comido el pastel, acéptalo —explicó el menor al ver la confusión en el rostro de su mayor.

Entonces Jay lo recordó y con cierta timidez, sin saber la razón del porqué tan repentinamente, tomó el plato con el postre. Por su parte, el maestro pareció atar cabos y tan pronto como lo hizo, estalló en risa.

—Entonces, ¿tú eres el famoso perro? —El rostro de Jung hizo una mueca de confusión, mientras que Jongseong sintió vergüenza al recordar que le había dicho al maestro que un perro, que claramente era ese chico de nombre Jungwon, se había comido el pastel de navidad que hizo el día anterior.

—¿Perro? —preguntó con gracia.

—Bueno, es que Jongseong dijo que- —Fue interrumpido por el nombrado.

—¡Profe! ¿Ahora me cree? ¿Significa que me considera el trabajo? —Soltó una risilla nasal algo incómodo.

—Me entregaste los trabajos escritos, y teniendo en cuenta sí realizaste el proyecto... —Colocó su mano en su barbilla e hizo un sonido para darles a entender que lo estaba pensando—, te consideraré, claro, el pastel que hizo Wonnie quedará conmigo y será como si tú hubieras sido el que lo hizo.

Jay solo agradeció, pero en sus adentros, estaba chillando y saltando de alegría.

Lee tomó el postre y estaba a punto de decir algo más, pero su teléfono sonó. Miró de quien se trataba y, al ver que era su pareja, se despidió para después alejarse de ellos.

—¡Me has salvado! —Gritó de felicidad el más alto antes de correr en dirección del pelinegro y abrazarlo fuertemente—, bueno, prácticamente tú has sido quien me puso en esta situación en primer lugar, pero da igual. ¡Me salvaste!

Jungwon sonrió tímidamente ante la cercanía.

—¿Jungwon? ¿Jongseong? —Escucharon a alguien conocido y ambos voltearon la mirada en dirección de donde vino la voz.

—¿Hyung?

—¿Sunghoon?

Ambos jóvenes hablaron a la vez y se despegaron del abrazo. Al ver el rostro del pelinegro mayor, Jungwon sabía que le debía una explicación a su hermano.

¡Pero daba igual! Hoy había sido un día muy divertido y raro para él, además, el buen ánimo que le dio el ver que aquel chico castaño estaba feliz por haberle "salvado"–no sabe de qué o quién, la verdad–al llevar ese pastel, nadie se lo quitaría.

—¿Qué pasó? Necesito una explicación de porqué estaban abrazados como si en cualquier momento se fueran a besar —pidió el chico con el lunar, a lo que Jung se ruborizó un poco por lo dicho y Jay, pues, fue Jay.

—Solo le agradecía al perro que se comió mi tarea —respondió con gracia, intentando ocultar su vergüenza.

—¿Qué-? —Y antes de que pueda terminar su pregunta, Jongseong tomó al menor del brazo y salió corriendo de la vista del pelinegro junto a Won.

¡Aquí estoy! He vuelto, ¡he revivido! Para después volver a morir, es que-

No me culpen :(

Muchas tareas y estoy a final de año, además, vengo a avisar que es posible que esté inactiva en lo que es la escritura hasta junio dle próximo año.

No me peguen—

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