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8.

Baela Targaryen-Velaryon nunca había sido particularmente bien portada. Se metía en constantes problemas de niña, y de adolescente a Rhaenyra le sacó canas verdes, mientras que Daemon solo se burlaba de ella evitando el problema en el Norte.

Laena Velaryon era, cuánto mucho, una dama de la corte. Y Rhaena había heredado todas su características; la bondad en la mirada, la risa suave de una dama y el comportamiento ejemplar de una señorita de clase alta.

Baela, en cambio, era un espíritu libre.

—¡Señora Targaryen-Velaryon, deténgase! — gritó uno de los policías

—¡Señorita! — corrigió ella, huyendo por su vida, saltando una reja —¡Y es Targaryen!

Algo así como Daemon, su padre.

—¡Policía de Westeros, deténgase ahora mismo!

—¡Conozco mis derechos! — farfulló, doblando en una esquina —¡Sin una orden no pueden detenerme!

Baela corrió hasta el final del pasillo, siempre había sido atlética, pero llevaba corriendo ya 15 minutos y estaba algo cansada, sobre todo teniendo en cuenta que había salido corriendo sin más, impulsada únicamente por la adrenalina.

No sabía porque la estaban persiguiendo.

No tenía idea de que de todas las cosas en las que estaba involucrada habían descubierto, y aunque correr la hacía más sospechosa, no pudo evitar que ese sea su primer impulso.

Podría ser por entrar a clubes nocturnos siendo menor de edad –bueno, de eso habían pasado ya dos años–, consumir sustancias ilícitas –solo había sido una vez, con su primo Aegon–, encubrir a un ex convicto –Borros merecía una segunda oportunidad–, irrupción de la vía pública –a veces simplemente sucede–, o...

Uno de los policías la tomó de los hombros, alcanzando su cuerpo para luego estamparlo contra la pared más cercana, sus huesos crujieron ante el duro concreto, las frías esposas rozando su piel morena en segundos.

—Queda detenida por ser sospechosa de lavado de dinero...

Hey, eso no estaba entre sus delitos propios.

Sí, tal vez le había vendido un poco –¡no mucho!– de marihuana a Joffrey hace dos semanas para una fiesta de niños ricos, y solo lo había hecho porque el niño insistió hasta el hartazgo y ella había cedido sólo para que se calle de una vez.

Pero, ¿lavado de dinero? Solo a los estúpidos los atrapan por eso. Con lo fácil que es lavar dinero hoy en día.

En primer lugar, si de verdad hubiera sido culpable, no sería siquiera sospechosa

—¿Disculpa? — hasta ofendía que la acusaran de algo tan estúpido

—... en su posición de contadora de la empresa "Driftmark y Co."

—¿¡Qué!?

¿A poco su familia materna la había reconocido?

...

Daeron Targaryen era una persona, cuanto menos, detestable y cuánto mucho, insoportable. Todos lo sabían, no era ningún secreto.

Y Joffrey Strong lo odiaba. Lo odiaba como nunca había odiado a alguien. Y todos lo sabían, eso tampoco era ningún secreto.

Es por eso que cuando les tocó compartir banco en todas las clases que compartían, el mundo escolar convulsionó. Ni que decir cuando fueron los encargados de organizar el baile de invierno, que estaba más cerca de ellos que cualquier examen regulador, cuyas fechas generales eran entre la primera y segunda semana de diciembre.

Joffrey se encontraba en clase de Geometría del Espacio, una de las únicas clases que no compartía con Daeron, y estaba feliz por ello. Estaba tan malditamente feliz de que el burro infeliz de Daeron estuviera en el plan humanístico y él en el científico que a veces creía que la grandeza de los Dioses era inmensa.

Eso hasta que la clase terminó y tocaba uno del plan común; Gramática y Ortografía.

Genial, ahora tendría que compartir banco con el jodido Daeron Targaryen y soportar todas sus putas interacciones en esa clase de mierda. ¡Él ya sabía hablar y escribir! ¿Por qué esa materia lo perseguía incluso hasta ahora?

Odiaba el plan común. Y sobre todo, odiaba a Daeron.

Estaba a punto de llegar al salón, todos los demás alumnos incluido el profesor habían salido de este debido a un pequeño receso de 10 minutos entre clases.

—¿Eso de estar pegado a Strong es temporal, verdad?

Joffrey paró en seco, estaba a punto de entrar cuando escuchó la voz de una chica, a quien reconoció como Alys, la "mejor amiga" de Daeron, quien se encontraba Segundo Año de Bachiller, con especialización en Ciencias Sociales y Humanidades, como Daeron.

Al menos tengo chisme gratis, pensó mientras rodaba los ojos, pero al costo de escuchar antes de lo estipulado la voz del oxigenado.

Porque si Alys estaba ahí, Daeron también. Y él en serio, en serio, en serio que odiaba a Daeron y su estúpida voz de estupido.

—Créeme, tampoco me agrada bastante esta idea.

—De hecho... — la escuchó vacilar —Creo que podría ser fructífero.

—¿Un ejercicio para mi paciencia? — lo escuchó chasquear la lengua —Aegon los fines de semana ya me ayuda lo suficiente para trabajarla.

—No. — dijo ella, con voz cautelosa —Podría ayudarte a sacarle el instituto. Ya que estás pegado a él todo el rato, puedes aprender sobre sus fortalezas y debilidades, y así hundirlo como tanto quieres.

La sangre de Joffrey rugió en sus venas ante esas palabras, corriendo más rápido de lo normal mientras el enojo se apoderaba de su cuerpo junto con el instinto Strong de golpearlo, hasta que retire sus palabras o hasta que las repita.

Si por algo se caracterizaban los Strong era por dar buenos golpes y por la poca paciencia para esperar a repartirlos. Sin olvidar esa impulsividad tosca que los diferenciaba de los demás. Pero él era la mezcla perfecta entre Strong y Arryn y había sido criado por un Targaryen.

Joffrey solo necesitaba una pizca más, un algo, lo que sea, para salir de su escondite y golpear a Daeron en la cara hasta que sangre. Y "ese algo" eran sus propias palabras ante la propuesta.

Necesitaba su respuesta.

—Yo no quiero hundirlo.

Dicha respuesta lo mareó unos segundos, como si sonara antinatural.

Y es que suena antinatural, le recordó su consciencia, se odian mutuamente desde el kínder, ¿Cómo no va querer Daeron Targaryen hundirte?

—Vamos, Dae. — Alys soltó una risa larga —No te queda el papel de policía bueno.

—Hablo en serio, Al. — de hecho, él sonaba completamente serio —No quiero hundirlo. Podrá ser un desgraciado infeliz, pero mi madre se pasó esa vez. Mi hermana y sus hijos no merecen ese trato, son buenos chicos, después de todo.

—Ni siquiera es tu sangre. — reclamó Alys

—Mucho menos la tuya. — contraatacó

—Pero...

—Y nunca más — hizo una pausa, su voz sonando amenazante —Nunca más, vuelvas a sugerir que me vuelva en contra de los deseos de mi padre, ¿me escuchas? Puede que estés aquí porque Lyonel Strong se apiadó de esa mujer que embarazó hace 16 años, pero eso no te hace una hija legítima, ¿me entiendes?

—Daeron...

—Recuerda cuál es tu lugar, Alys.

Joffrey pudo escuchar el enojo de Daeron en cada palabra, y no pudo evitar sorprenderse por ello; el rubio enfadado por una propuesta que bien lo beneficiaría, insultando a su mejor amiga por su clase social y defendiéndolo... a él, entre todas las personas.

Daeron lo había defendido a sus espaldas, incluso había admitido que su madre se había pasado aquella vez. Y lo había defendido. A él.

¿Por qué demonios estaba sonriendo?

—Yo... — la escuchó sollozar, despacio, quedo —Lo siento, Daeron, yo no quise...

—Tienes Artística ahora. — le cortó la frase —Tienes que ir a clase.

Y con eso, Joffrey supo que tenía que desaparecer antes de que Daeron y Alys descubrieran que lo había escuchado todo. Así que se apartó y volvió al pasillo, como si no hubiera estado a punto de llegar al aula cuando la pelinegra salió de esta con lágrimas en los ojos.

—Quítate del camino, Strong — le rugió Alys cuando cruzaron miradas

—Ya quisieras, Rivers.

"Ya quisieras apedillarte como yo"

Ella salió corriendo, llorando aún más, Joffrey no sabía si del enojo o de la humillación. Al castaño poco le importó de igual manera, pues entró en el aula como si nada encontrándose con Daeron y su expresión fúnebre que había cambiado cuando lo vió.

Se mostró un poco menos furioso, y más fastidiado, dedicando al Strong una mirada cansina y luego un bufido hastiado. Un pequeño y simple cambio de actitud, uno que Joffrey notó enseguida.

—Todas las noches rezo para que tengas un accidente de venida aquí. — comunicó —Y puedo jurar que mis plegarias son escuchadas.

—Júralo cuanto quieras, Targaryen. — sonrió sarcásticamente —Yo sigo creyendo que solo ruegas por mi presencia.

—Cuando los cerdos vuelen, idiota.

Joffrey sonrió aún más grande, como si el rubio hubiera apaciguado el hambre mundial, aunque en realidad no había hecho más que defenderlo de su tía bastarda, la misma palabra que había usado madre contra él hace apenas una semana.

Daeron defendiendolo, a él, a Joffrey.

Alucinante.

...

Lucerys Strong nunca ha sido muy apegado a las mentiras. En general, las odiaba y le parecían innecesarias. Excepto, claro, por las que le convenían.

Por lo que cuando Aemond Targaryen trepó la pared que llevaba a la ventana de su habitación, sabía, que mentir era la única opción para que su padrastro no termine por matar a su novio, y que lo envíe a él al seminario para convertirse en Septón. O cambiarlo a la religión católica y hacerlo Cardenal.

No era personal, solía decirle, pero Luke estaba segurísimo de que si lo era.

Tampoco es como si estuviera en contra de Daemon, el hombre era su maldita figura paterna y estaba seguro de que el rubio iniciara una guerra por él y sus hermanos de ser necesario. Y no es como si Lucerys fuera muy afable a los Hightower, de todos modos.

No después de lo que Alicent le había dicho a Daemon en el instituto, no después de escuchar la versión de Joffrey y Daeron.

Y por supuesto, que no después de escuchar sobre la infancia de Aemond.

De todas formas, tenía mejores cosas que hacer además de pensar en cómo su suegra podría llegar a ser tan despiadada y nerviosa de acuerdo a las cosas con las que no estaba de acuerdo.

Caminó por la habitación en silencio, abriendo el seguro de la ventana, logrando que el rubio ingrese en la habitación como todo un ninja.

—¿En serio tienes que traerla? — murmuró cuando Aemond abrió la chaqueta de cuero negra, mostrando a una vieja gata persa dormitando contra su pecho —Sabes que su pelo se queda en mi cama y a mi madre le disgusta.

—Vhagar no puede quedarse en casa, menos un viernes de noche. — contestó, acariciando a la gata en la cabeza —Aegon la encuentra y le pinta la cara con pintura, o la viste de Minotauro.

—¿Y? — inquirió Lucerys, levantando una ceja

—Y me extraña. — refutó Aemond —Y a ti también. — levantó a la gata y la puso a la altura de su estoico rostro, solo para que Luke bufe ante el intento de "manipulación gatuna" de su novio —Vhagar no ve a su otro papá hace semanas.

—Yo no soy el "otro papá" de esa cosa. — declaró el castaño

Aemond abrazo a su gata con fuerza, sacándole un bufido —¡No llames así a nuestra hija!

Esa cosa no es hija mía. — se negó Luke

El rubio apretó la cara de Vhagar contra su pecho, con la otra mano le tapó el oído restante y luego miró ofendido a su novio.

—No lo escuches, Vhagar. — musitó, dándole un beso en la sien a la gata —Tiene crisis de paternidad, no sabe lo que dice...

—¡No soy padre de esa cosa!

—Entonces págame la manutención, — gruñó Aemond —¿Sabías que solo come comida con Pedigree? ¡Eso es jodidamente caro!

—Tu la malacostumbraste, — negó nuevamente —Y primero necesitas una demanda para que te dé dinero. Actualízate, cariño.

Aemond soltó un bufido a la par de Vhagar, ambos parecían sumamente ofendidos por las palabras de Lucerys.

—No puedo creer que seas un tacaño.

—No es que sea tacaño, — Luke se mostró molesto —Mamá canceló y confiscó todas mis tarjetas.

—¿Qué? — el rubio abandonó el drama de la gata, bajándola en el suelo —¿Desde cuándo?

—Desde hace unos... no sé, ¿dos días? — suspiró —¿No lo mencioné?

—No. — ambos tomaron asiento al pie de la cama —El juicio de Baela es todo lo que está en tu cabeza últimamente.

—Te lo concedo, esta vez tienes razón. — volvió a suspirar —Es solo que estoy muy preocupado por ella...

Aemond tomó las nerviosas manos de Lucerys, que comenzaban a arrancarse las uñas en un acto de nerviosa ansiedad. Con su pulgar rozó la piel sensible del dorso y luego su toque del pulgar se volvió circular, en un intento de tranquilizarlo.

—Bae es fuerte, sobrevivirá en la cárcel. — declaró el rubio con total serenidad —Es hija de Daemon, después de todo.

Lucerys, con la mano que no estaba sosteniendo a Aemond, le encestó un golpe en el hombro con fuerza, logrando que el rubio suelte una carcajada quebrada.

—Cállate, Aemond. — respondió mordaz, intentando zafarse del agarre del rubio luego del golpe —Nadie pidió tu opinión. 

El rubio rió nuevamente, volviendo a sostener la mano del castaño—Vamos, cariño. Es un chiste...

—Pasaste demasiado tiempo con Aegon si piensas que eso es gracioso. — concluyó Lucerys, conforme ante la mueca de asco que hizo su novio —Baela es inocente.

—¿Baela Targaryen, inocente? — el sarcasmo en su voz era palpable —Vamos, cariño. Ambos sabemos que mi prima es de todo, menos inocente.

—Inocente de este delito, entonces. — Lucerys volvió a golpearlo para luego suspirar —Es que no lo entiendo, Aemond. Corlys la desheredo hace más de cinco años y aún así...

—La inculparon. — concluyó el rubio, tomando en serio el asunto esta vez —Ni siquiera se le dan los números, de todas formas. — se burló nuevamente

Luke guardó silencio unos segundos, viendo como Vhagar se acicalaba por el borde de su cama, soltando un bajo y gratificante ronroneo. Ella de verdad estaba feliz de estar en compañía de ambos, sobre todo en la habitación de Lucerys, dónde las fragancias de ambos se mezclaron innumerables veces.

—Daemon está cabreado. — atinó a decir luego de unos segundos —Y Daemon cabreado es... difícil.

Aemond tomó la cabeza de Luke con su mano libre y la depositó sobre su hombro, sin soltar el suave y rizado cabello castaño repartiendo caricias tanto en su cabeza como en su mano a la par.

—¿Sabe lo de tu madre? — murmuró contra sus rizos

—Ni siquiera lo intuye. — volvió a suspirar Luke —Y nadie más aquí tampoco. Sigue siendo una teoría nuestra, de todas formas.

—Sabes que no es normal que se ponga así por una pelea con mi madre, — repuso —Rhaenyra es la primera en saltar en defensa de ustedes cuando ella da su "humilde opinión" acerca de su casta.

—Reconozco el patrón de los embarazos de mi madre, Aemond. — contestó —Es solo que... hay tanto en que pensar ahora mismo. El abuelo Viserys piensa regalarme acciones para Navidad, ¿sabes?

—¿Acciones? — inquirió, confundido —¿En Fireblood?

—Sí. — Lucerys cerró los ojos ante las caricias relajantes de Aemond, dejándose mimar por él —No sé cómo irá a tomárselo mi padre. Harrenhal y Fireblood son competencia desde el divorcio. — se sobresaltó cuando Vhagar brincó hasta su regazo, acomodando su cuerpo en sus piernas y su cabeza sobre sus manos unidas —Y no es como si mi padre odiase a mi madre, es solo que... a veces es incómodo, ya sabes. Sobre todo con el abuelo Lyonel y el tío Larys, nunca aceptaron el matrimonio de mis padres.

—Luke, ¿puedo hacerte una pregunta?

El tono con el que Aemond se lo había preguntado debería de ser merecedor de castigos.

Nunca lo admitiría en voz alta, pero si Lucerys era un buen manipulador, Aemond era el doble de bueno que él.

Lucerys no tenía que mostrar piel o pagar para que la gente hiciera lo que él quiera sin pestañear. Solo bastaba con un par de palabras inteligentes, una mirada que valía más que mil palabras y, vòila, tenía a la gente comiendo de su palma.

Pero Aemond no era así. Él era imponente, su manera de conseguir las cosas se basaba en el infalible "porque lo digo yo" y todos estaban a su favor cuando la cara se le enrojecía de la furia al ser contradicho.

Sin embargo, cuando estaban a solas, Aemond Targaryen solía usar en su contra la más sucia de las artimañas para hacerlo hablar.

Quererlo.

El juego de Aemond se basaba en quererlo hasta que Lucerys le de todo lo que quiera y luego Aemond lo seguiría queriendo, incluso si ya no hubiera nada que dar.

No tenía sentido alguno.

Ellos no tenían sentido alguno.

—Ya estás haciendo una.

—Hablo en serio, Luke.

—Bien.

El castaño aún mantenía los ojos cerrados, disfrutando de los mimos y el momento callado que estaban viviendo. Recordando a detalle la sensación de las manos de su amado sobre su cuerpo, sonriendo quedamente cuando un bostezo se le escapó.

—¿Por qué no le dices a tu padre que no quieres sus empresas? — murmuró, como si fuera el secreto más grande el mundo

Lucerys no abrió los ojos para responder —Porque mi opinión no cuenta en esta ocasión. Heredaré "Harrenhal" y "Strong" aunque no quiera, y luego la heredarán mis hijos y luego sus hijos.

—Pero no te hace feliz.

—Mi padre quiere que herede "Harrenhal", y también "Strong" — repitió, aún sin abrir sus ojos —Y yo quiero a mi padre. Tal vez me anime a pedirle que Jace herede también "Harrenhal", después de todo, la Industria Hotelera definitivamente es lo suyo. Aunque debo buscar una estrategia correcta para unir ambas empresas, ya sabes,  "Fireblood" es bastante competitiva, pero creo que al abuelo Viserys le agradará que vuelvan a ser socios, tendría que preguntarle. Y sí no lo logro, pues "Harrenhal" también será mía.

—Pero tu felicidad... — insistió Aemond —La vida de un Ingeniero Civil ya es lo bastante pesada, como para incluirle las maestrías en "Ciencias de la Hospitalidad" y, — continuó —Si ninguna carrera te agrada del todo... 

—Encontraré una manera. — le restó importancia, interrumpiéndolo —Y no es como si ninguna carrera me llame la atención del todo, "Construcciones Civiles" no está tan mal cuando en base a eso puedes heredar todo un imperio millonario. He estado hablando con Daemon, y creo que va enseñarme sobre gestión administrativa, para poder dirigir ese imperio. 

—¿Daemon enseñarte? ¿Algo que de verdad te sirva para la vida? 

—Sé que tienen sus diferencias...

—Intentó matarme con almohadas y se jaló de las greñas con mi madre frente a nuestros hermanos pequeños.

—...pero en verdad me gustaría que pudieran llevarse bien.

—Sin olvidar la vez que casi me ahorca en el auto de Rhaena. O la vez en que me abandonó en la playa a propósito cuando tenía cuatro años.

—¡Ey! Daemon es incapaz de...

—Termina la frase solo si estás completamente seguro de ello.

Lucerys no completó su oración.

—El punto es que Daemon me ayudó a entender que... no sé, tal vez no es tan malo como lo he estado pensando durante los años. Mi padre me crió para heredar Harrenhal, o bueno, en sus tiempos libres lo intentó.

—Es el siglo XXI, Lucerys, ya no estamos en la época en que no podías elegir ser rey o no. — Aemond seguía hablando —Puedes declinar tu herencia, Daemon lo hizo y míralo, está bien. No es nada del otro mundo.

—La quiero. — comentó Luke —Harrenhal. No la he querido nunca, pero ahora la quiero.

Aemond suspiró, sabiendo que no podría convencer a Lucerys. Inclinó la cabeza y dejo su casto beso sobre la manta de rizos castaños, para luego dejar su cabeza sobre la que ya descansaba sobre su hombro.

—Si es lo que quieres, sabes que tienes mi apoyo.

—Te adoro, ¿lo sabes, verdad?

—Lo sé, ya me lo has dicho.

—Que manera tienes de arruinar nuestros momentos... — bufó el castaño —¿Alguna vez te lo he dicho?

—Varias veces.

Lucerys volvió a suspirar, para luego sonreír abiertamente en la oscuridad de su habitación.

...

Jacaerys Strong tenía una vida llena de desvaríos, incluso cuando se esforzaba al máximo por ocultarlos.

El simple hecho de que sus padres, o peor, sus hermanos, se enteren de sus problemas le hacía sentir una inmensa culpa imposible de acarrear.

Así que los ocultaba y hacía el máximo esfuerzo para que no le molestaran a la hora de trabajar o estar con su familia. Aunque esa estrategia ya no estaba dando resultados.

Era tarde en la noche, probablemente de madrugada, no había visto la hora hace demasiado tiempo. Llevaba horas estudiando para sus parciales cuando escuchó como la ventana del cuarto contiguo, el de Lucerys, se abría despacio.

Y no es como si fuera un secreto que era lo que sucedía.

En otras circunstancias, regañaría a Luke por meter a Aemond en la casa a escondidas de sus padres a altas horas de la madrugada. Les daría un sermón a ambos sobre cómo tendrían que llevar su relación y luego le pediría a Aemond que vuelva por dónde vino, para evitarles problemas a todos.

Pero no hoy, hoy no.

Había resaltado un párrafo particularmente largo de su ejemplar de Educación Financiera, e intentaba desde hace ya largo rato concentrarse lo suficiente como para que algunas palabras se queden en su memoria.

Pero no lo estaba logrando.

El encuentro con Aegon en la reunión de accionistas de hace dos días aún estaba fresco en su memoria, y lo que más le frustraba era la sensación que se había quedado en su pecho desde entonces.

Porque Aegon se veía sano.

Y hermoso.

Toda la belleza Targaryen que alguna vez deseó poseer para que las revistas dejaran de llamarlo usurpador. Todo lo que alguna vez deseó para él, y sobre todo, todo lo que alguna vez deseó ver.

Aegon está sano.

Aegon ya no bebe tanto.

Aegon ya no consume drogas.

Aegon está sano.

Aegon se ve hermoso.

Y, esa revelación fue un shock tan fuerte que trajo a colación los recuerdos de la turbulenta relación que tuvo con el rubio hace ya dos, casi tres, años.

Su primera vez. Su primera vez en un club nocturno. Su primer trago. Su primera vez en un concierto. La primera vez que consumió. La primera vez que sintió la necesidad de escapar del ojo público.

Y la primera y única vez en toda su vida que saboreó la libertad.

Era insoportable, todos esos recuerdos que alguna vez le pertenecieron, que pertenecían a otro Jacaerys, a uno más valiente, a uno más fuerte. Todos esos recuerdos que alguna vez fueron suyos dolían en su pecho como una herida que nunca había dejado de sangrar, que nunca lo haría.

Y con esos recuerdos había uno en particular que sangraba mucho más que los demás, uno que era el triple de doloroso e insoportable.

Helaena...


N/A: 

¡Buenas, buenas!

El capitulo de hoy es algo corto, pero importante. En el siguiente habrá Jacelaena, mucho Jacelaena. Aún no se trata del especial que prometí sobre el Jacegon, es más bien un capitulo especial por capricho propio, y sirve de complemento para el Jacegon, ya que ambos van de la mano así que mucha atención a los detalles. 

Las teorías de hoy. ¿Quién incriminó a Bae y por qué? ¿Qué hará Daemon al respecto? ¿Las sospechas de Luke y Mondy son ciertas? ¿Qué carajos pasó entre Jace, Aegon y Hel? ¿A Joff le está empezando a agradar Daeron? 

¡Lo averiguaremos pronto! Muchas preguntas y pocas respuestas. I know. 

Pronto, pronto. 

¡Los leemos en breve! 

Los quierooo 

Iby <3

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