7.
Cuando tus padres son Rhaenyra y Daemon Targaryen, uno puede llegar a hacerse con la expectativa del tipo de vida que puede llegar a tener. Ya saben, lo típico de padres millonarios; autos del año cada año, educación de primera, cenas en lugares con nombres impronunciables.
Pero ninguna expectativa se acerca a la realidad.
¿La realidad? Daemon Targaryen era el verdadero cliché de "hombre dominante, dominado por una mujer." Y todos los presentes en la mesa eran testigos de cómo la vida de Daemon se acaba de joder, en grande, gracias a, en sus palabras, un pequeño altercado con Alicent.
Vía mensaje de texto, los chicos ya habían empezado sus apuestas.
De: Chat Grupal
"Hijos del Engaño"
Strong 1:
Esto es incómodo
Strong 3:
Sé que probablemente es mi culpa
Pero...
Quien inicia las apuestas???
Targaryen² B:
Yo digo que termina rogando piedad
Targaryen² R:
Comparto la opinión.
¿Qué dices tú, Luke?
Para: "Hijos del Engaño"
Esto se va descontrolar más rápido de lo que pensamos.
Mantengámonos neutrales y la bomba no explotará cerca nuestro.
Strong 3:
Tu crees que me salvo??
Targaryen² B:
not a chance
Targaryen² R:
nop
Strong 1:
JAJAJAJAJAJA ILUSO
Para: "Hijos del engaño"
JAJAJAJAJAAJA
Con razón no tienes novia
Strong 3:
Mínimo no ando con terroristas
Targaryen² B:
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
Targaryen² R:
Papá 2.0
Strong 1:
AJAJAJAJAJAJA BASTAAA
Lo peor es que es cierto
Strong 3:
Ni duermo con borrachos
Targaryen² R:
JAJAJA
Se volvió personal
Targaryen² B:
Danmmm
Joff está ardidoo
Para: "Hijos del Engaño"
KARMA
—Sin celulares en la mesa. — regañó Rhaenyra con voz firme.
Automáticamente todos guardaron sus celulares y se pusieron rectos. Tal vez sus risas reales delataron de lo que estaban hablando en su chat grupal, pues Daemon les dirigió una mirada cargada de traición.
Todos bajaron la mirada y comenzaron a servirse el almuerzo, sabiendo que la bomba Daemyra –como los habían denominado hace tiempo– estaba a punto de estallar.
—¿Quieres ensalada, papá? — inquirió Rhaena, tratando de apaciguar las aguas
Daemon parecía estar asustado por contestar. Sabía que ni bien hablara, Rhaenyra lo tomaría como una invitación para descargar su furia ahí mismo, en la mesa, con sus hijos viéndolos.
No va a contestar.
—¿Que no tienes boca, esposo? — inquirió la rubia, notando las intenciones de su marido —Nuestra hija te ha hecho una pregunta.
El mayor suspiró —Sí, Rhae. Me gustaría la ensalada.
Ni bien bajó el tazón de la ensalada, la respuesta de su esposa fue inmediata, rápida, certera. No dándole chance a buscar una salida primero, agarrándolo para despellejarlo vivo frente a sus hijos.
"Tuve una buena vida" concluyó Daemon "Hasta los Dioses me abandonarán ahora, es mejor llegar a esa conclusión. "
—Estuviste en prisión.
Iba a poner su mejor pose de inocente, pedir perdón y dar explicaciones lo suficientemente convincentes a su esposa. Hasta que lo escuchó.
Impertinente. Totalmente.
Una pequeña risa que se había escapado de los labios de Baela, como si estuviera viendo la mejor película de comedia del mundo pero no quisiera que nadie se entere. Aunque es malditamente obvio que hay algo que le causa una puta gracia ensordecedora.
Es ahí cuando mira a los demás, a Rhaena desviando la mirada y mordiéndose los labios, a Jacaerys bajando la cabeza y mordiendo su propia sonrisa, a Joffrey uniendo sus labios de manera tan tosca que pareciera que no quisiera volver a hablar, y a Lucerys, mirándolo, intentando no sonreír de manera tan evidente.
"Malditos traidores."
Ellos esperaban que su padre se rindiera. Había algo en sus miradas que los delataba, algo que le decía a Daemon que sabían exactamente lo que haría, que solo estaban expectantes a saber cuándo lo haría.
Una apuesta. Una maldita apuesta.
Desgraciados.
"Da igual. No voy a dar el brazo a torcer tan rápido."
Mientras veía a sus hijos compartir una mirada cómplice, aguantando las risas, no pudo evitar pensar que le debían todo y aún así se burlaban de él en una situación como esta. En un momento en el que su vida pende de un delicado hilo como lo es la consciencia de su propia esposa, de su propia madre.
"Malditos traidores."
—Tonterías, eso no es una prisión. He visto todo tipo de prisiones a lo largo de mi vida, y esa era solo una sala de castigos.
Desde la perspectiva de Daemon, esto se había exagerado un montón.
—Peleaste con Alicent.
—Yo lo llamaría más bien, una diferencia de opiniones.
Si, peleó con su cuñada, pero ¿quién no lo hace? Las diferencias familiares existen desde los tiempos de los australopithecus.
—Joffrey estaba al borde de un colapso. Lo asustaste.
—Eso fue culpa de la perra maliciosa.
Si tan solo no hubiera abierto su bocota frente a sus hijos... Este resultado es su culpa, no suya, ella había lanzado el primer golpe, él solo respondió.
—No la llames así. Es la esposa de tu hermano.
—Es tu madrastra también.
Además, ¿por qué todo tenía que ser su culpa? Esa mujer había dicho cosas terribles, él sólo había protegido a su hijo de esa bruja.
—Eso no te da derecho de hablarle así, ni a ti ni a mí.
—¡Llamó bastardos a nuestros hijos! Y tú la defiendes.
No se había dado cuenta de lo enfadado que estaba hasta que soltó esa frase. Pero Rhaenyra tenía que admitir que él tenía un punto, ¿hasta donde estaba dispuesta ella a llevar esa discusión solo para hacerle saber que era él quien había estado mal?
El ambiente se enfrió de repente. Ya no veía a sus hijos compartir sonrisas cómplices, ya no los escuchaba aguantar las risas que amenazaban con escaparse de ellos, ya no los veía apostar quien daría el brazo a torcer primero, –y por qué sería Daemon– ni cuánto tiempo tardarían en volver a ser ellos mismos.
—¿Ella dijo eso?
Se hizo un silencio ensordecedor, uno que no habían tenido en el hogar desde hace tiempo. Era una cuestión de que había mencionado la única palabra que Rhaenyra no soportaba que le dijeran a sus hijos.
Bastardos.
¿Cuántas veces lo había escuchado a lo largo de los años? Millones, sin duda. Por parte de la prensa, por parte de accionistas ajenos al seno familiar, por parte de su propia familia. Todos llamaban a sus hijos de apellido Strong de esa forma tan repugnante.
Bastardos.
—"¿Cual es tu idea de felicidad? ¿Criar a los hijos bastardos de un matrimonio fruto de tu propia insensatez?" — repitió —Ha cruzado la línea.
Silencio nuevamente.
Rhaenyra siempre se ha caracterizado por ser un poco más sensata que él. Tal vez tan impulsiva, pero un poco más sensata.
Daemon es consciente de que su esposa tiene unos pequeños momentos en los que la sensatez que los diferencia brilla por su ausencia, pequeños momentos en los que enloquece y simplemente... enloquece. Es que no hay otra palabra para describirlo, tal vez "poseída" podría acercarse, pero, ¿es lo realmente acertada? definitivamente no.
Es por ello, que cuando al mirar con atención a la mujer que ama, puede distinguir con seguridad de que aquello a lo que toda competencia para "Fireblood" conoce y denomina como "Locura Targaryen" está apoderándose de ella con rapidez.
Como una mísera chispa de fuego estirada por el viento consumiendo un campo seco en tiempo record.
Tiene que intervenir. Hacer algo. Lo que sea
Porque prefiere ser él el que pierda la cabeza a que la pierda ella, después de todo, todos esperan de Daemon Targaryen este tipo de arranques, –"es el segundo hijo" "creció falto de atención" "es de esperarse" "solo quiere llamar la atención, ¿en serio no puedes verlo?" "¿acaso no viste venir?"– pero, ¿de Rhaenyra Arryn? Ese tipo de comportamiento dejó de ser previsible cuando se embarazó por segunda vez, –"se la ve más madura" "la maternidad ayuda a sentar cabeza" "ese matrimonio fue un error, pero le sienta de maravilla tener dos niños que la ayuden a madurar"– una vez que se volvió madre.
No podía dejar que ella se hunda por el simple hecho de que Alicent Hightower se atrevió a dar su espinosa y desvergonzada opinión.
—Y es por ello, — habló, recibiendo la atención de todos en la mesa —Que queda prohibida la entrada a cualquier Hightower en esta casa. — luego le dirigió a Luke una mirada significativa —Sin excepciones. No puedo prometer contenerme si veo a alguno de ellos rondando por aquí.
Luke comprendió sus palabras al instante —¿Qué harás si te encuentras con uno de ellos?
Daemon sonrió, como amaba a ese niño —Pues lo obvio. — admitió, restando importancia al asunto —Lo dejaré calvo con mis propias manos.
La mesa se sumió en un gran silencio nuevamente. Como si toda su familia estuviera en un debate muy serio consigo mismo, decidiendo si lo que había dicho el rubio era gracioso o era una amenaza de la que tendrían que advertir a los demás.
Lucerys fue el primero en soltar una risa larga, que le brotaba desde muy adentro suyo, como si su propio novio no corriera riesgo de quedar calvo. Daemon sospechó que era exactamente eso lo que le daba tanta gracia, imaginar a Aemond Targaryen, conocido por su cabello rubio platinado completamente lacio y envidiable, totalmente pelado. Sin un solo pelo en la cabeza.
Daemon tenía que darle crédito a esa cabecilla. Tenía un toque especial, sin duda.
Porque lo siguió riendo él mismo, siendo su risa seducida por la imagen de un Aemond, enfurruñado y pelado, corriendo de su propia casa con el rabo entre las patas. No podía dejar de reírse, mucho menos cuando la imagen cambió drásticamente a un Otto Hightower vociferando palabrotas y su típico "tu hermano se enterará de esto" mientras corría lejos de él.
Rhaenyra fue la tercera en ceder, probablemente contagiada por la risa de su hijo y marido, relajándose por completo y dejándose ser mientras sus demás hijos continuaban con ese gesto tan propio de Daemon, y en muy contadas ocasiones, de Rhaenyra; reírse a viva voz de los Hightower.
De los malditos Hightower.
"Malditos Hightower" la expresión le dió un deja vù, y de repente, no sabía porqué tenía la sensación de que se había olvidado de algo.
Maldito Hightower...
O de alguien.
—¡Aegon! — gritó Daemon, saliendo de su burbuja, levantándose de la mesa en un santiamén —¡Luke, nos hemos olvidado de Aegon!
Y la burbuja de risa y barullo familiar que Daemon Targaryen había creado para evitar que Rhaenyra Arryn pierda la compostura estalló estrepitosamente por él mismo.
—¡¿Qué ustedes qué?!
De esta si que no se salvaban.
...
El pequeño Aegon había estado encerrado en el auto durante una media hora entera, y no se había mostrado molesto, de hecho, lo encontraron durmiendo plácidamente, como si el auto siguiera en movimiento.
Lucerys no podía decir lo mismo de su madre.
Estaba hecha una completa fiera, les había mandado al carajo en los cuatro idiomas que se sabía y ni siquiera Daemon pudo arreglar la situación, ni hablar de cómo se puso su madre cuando él intentó apelar a su debilidad por su hijo mediano, poniendo un rostro desconcertado y triste. Todo empeoró cuando Rhaena Targaryen, su propia hermana atacó a completa traición, estando de acuerdo con su madrastra y mandándolos a ambos a la mierda como nunca antes lo había hecho con nadie.
Joffrey y Jacaerys, los muy malditos, habían fingido estar de acuerdo con ellas, poniendo sus brazos en posición de jarra y mirándolos con enojo, hasta que Rhaena y Rhaenyra se enfocaban en otra cosa, y ellos se reían en silencio de su sufrimiento.
Y luego estaba Baela, quien los miraba sentada al pie de la escalera, con el pequeño Aegon entre brazos, grabando con su celular la desgracia que les estaba ocurriendo, solo para burlarse de ellos con el pequeño rubio y enseñarle, palabras que ni el mismo Daemon le había enseñado.
Ahora si que la habían jodido en grande.
Nada ni nadie podía salvar a Lucerys Strong y Daemon Targaryen de la ira de Rhaenyra Arryn y Rhaena Targaryen-Velaryon.
—¡Primero le haces perder un día de escuela...! — gritó Rhaena, ofendida —¡Y ahora lo traumas abandonándolo! ¿¡Sabes lo mucho que lloró cuando los guardias te sacaron del instituto!? ¡Hizo un maldito escándalo!
—No puedo creer el nivel de irresponsabilidad de ambos... — Rhaenyra respiraba lento, como si temiese gritar y enloquecer por completo —No sé... no me explico cómo es que pasó esto.
Daemon pensaba que esta vez, solo esta vez, el reclamo estaba un poco más justificado que el de Alicent, el pequeño rubio era una fibra sensible, pero también le parecía algo bastante dramático.
Cuando tenía ocho, Baelon se había olvidado de él en el Aeropuerto Internacional, luego de llevarlo a él y Viserys a un viaje de negocios. Obviamente, solo Daemon se había quedado en el aeropuerto, aunque luego de cuatro horas fue a buscarlo la niñera.
Al menos su padre se había recordado de él. Luego de cuatro horas, pero, hey, se había hecho amigo de unos muchachos bastante interesantes, que aunque no le habían dicho su verdadero nombre, se hacían llamar Sangre y Queso.
Le agradaban Sangre y Queso, a día de hoy sigue pensando en ellos.
El punto era, que pudo haber sido mil veces peor que solo dejarlo en el auto, frente a su propia casa.
Era un desliz.
Se consideraba mucho mejor padre que Baelon, teniendo en cuenta que la vez del aeropuerto no fue la última ni primera vez que sucedía.
—Es que en serio... — Rhaenyra pareció lograr articular las palabras —¡Es tu maldito hijo, Daemon! ¿Cómo pudiste olvidarte de él?
—Mamá, — interrumpió Lucerys, con tono suave mirándola —Daemon no fue quien se olvidó de Aegon... fui yo — parpadeó con los ojos cristalizados en culpa, casi de forma lenta —Estaba hablando con él, y estábamos tan enfrascados en nuestra conversación que lo demás pasó a segundo plano — avanzó unos pasos, posicionándose cerca de la rubia, quien lo miraba expectante —No te enfades con él, mami — la tomó de las manos, el enfado de Rhaenyra deshaciéndose como arena entre sus dedos —Si tienes que enfadarte con alguien que sea conmigo, ¿Si?
Por todos los dioses existentes.
¿De dónde Lucerys había sacado esas habilidades manipulativas tan perfectamente pulidas?
Ese control de la mirada, los pasos lentos y la voz aterciopelada, casi arrepentida, que sonaba como si el mismo cielo se hubiera caído a su cargo. El cómo los grandes ojos castaños verdosos se habían cristalizado momentáneamente, siendo expresivamente arrepentidos en el momento necesario.
"No te enfades con él, mami"
Y luego estaba eso. Era admirable. Lucerys Strong conocía todas las debilidades de su madre, sabía que era sus hijos era de sus puntos más débiles, así como también sabía que él mismo era el consentido de todos.
Demonios, Daemon reconocía que el chico tenía talento.
Rhaenyra estaba a punto de ceder. No era un secreto para nadie que Luke siempre había sido su punto más débil en cuanto a los hijos de Harwin, siempre lo había protegido un poco más que a los demás.
—¡No le creas! — gritó Rhaena, ofendida como ella sola —Te está manipulando, ¿Qué no lo ves?
Y rompió el hechizo.
La mirada suavizada de Rhaenyra se endureció de repente ante la sorpresa de Luke por haberse descubierto. La mujer le soltó las manos con fuerza y miró a ambos con desdén, como si fueran la bajeza moral más horrible jamás inventada.
La rubia no dijo nada, se dió vuelta y subió las escaleras con agilidad. Todos guardaron silencio, expectantes, todos, excepto Luke.
—¿Es que acaso no podías quedarte jodidamente callada? — masculló, enfadado
Rhaena sonrió victoriosa, de forma torcida y egocéntrica, como si una de sus fantasías de pequeña se hubieran cumplido ante sus ojos. A veces, todos olvidaban que era hija de Daemon.
—Siempre he querido hacer eso. — masculló con tranquilidad
—Cuando te conviene... — corrigió Luke —Bien que cuando salías con Aegon y querías que te cubriera no te molestaba.
—¿¡Qué!? — el grito de Daemon retumbó en las paredes
—No me jodas, Lucerys. — gruñó Rhaena, enfadada hasta la médula —¿Es que acaso no podías quedarte jodidamente callado?
Strong sonrió, triunfal —Es que siempre he querido hacer eso.
Rhaenyra volvió entonces, con un semblante serio, calmado. Miró a Lucerys y luego a Daemon, escaneándolos con la mirada, para luego soltar unas palabras que asustarían a cualquier niño rico.
—He cancelado sus tarjetas.
—¿¡Qué!? — Ahora fue el turno de Lucerys de gritar —Mamá, no puedes hacer eso, ya tengo 18.
—¿En serio? — Rhaenyra lo miró, escéptica —Aquí la mayoría de edad uno lo cumple a los 21 años.
—¡Eso es mentira! ¡La legalidad en Westeros es a partir de los 18!
—No en esta casa.
—¡Eso es injusto! — se quejó, nuevamente —¿Por qué cancelar mis tarjetas?
—Porque te he consentido demasiado. — respondió con franqueza
—Mamá, sabes que yo...
—No quiero escuchar una palabra más, Lucerys.
El castaño se calló inmediatamente, guardando la compostura. No podía perderla ahora, recuperaría su tarjeta, pero si le perdía el respeto a su madre, ella jamás volvería a confiar en él.
—Nyra, creo que esto es... — Daemon no pudo terminar la frase
—Y tú, — lo miró con enojo —No dormirás aquí.
¿Qué?
—Qué.
—Así es. Tú no dormirás aquí.
—¿Y entonces dónde?
—Pues ese no es problema mío.
—¿Qué? Espera, ¿me estás echando?
—¿Echarte? Es solo una sugerencia — ella lo contempló, divertidísima —Es eso, o dormir con un ojo abierto.
—Rhaenyra...
El timbre de la casa sonó en ese momento, alertandolos a todos. Súbitamente, Jacaerys fue a abrir la puerta sólo para encontrarse con dos policías, completamente serios.
—¿Baela Targaryen-Velaryon vive aquí? — inquirió uno de ellos
La morena que se hallaba en las escaleras, infinitamente divertida, borró su sonrisa al escuchar esa voz
—Mierda.
Y sin más, se echó a correr.
N/A:
BUENAS BUENAS!!!
Capitulo cortito, solo porque no sabia como extenderlo más sin que llegue a ser cansino y deje de ser cómico, aunque igual me agradó. Me encantó escribir el chat grupal de los hermanos, ¿les gustó? ¿quieren más chats?
A que todos pensábamos que Daemon iba a rogar el perdón de Rhaenyra. JAJAJAJAJAJAJA, ese nunca deja de sorprendernos. ¡Habemus nueva portada, btw!
Llegamos a los 1K en vistas!!
Para celebrarlo, les doy tres opciones para un capitulo especial:
-Como es que Jace y Aegon terminaron enredándose, con detalles, obviamente. (Seria una especie de capitulo especial, ya que se basaría en un recuerdo)
-Cena familiar con los Strong (seria como un spin-off)
-Dos capítulos enteros desde el punto de vista de los Hightower (esto seria más un regalo que un especial, ya que seguiría el hilo de la historia)
Sean libres de elegir, la opción con más votos será la publicada en el siguiente apartado.
Ahora, demos paso a las teorías. ¿Rhae con Aegon? Esa si que no la vieron venir, eh. ¿A Bae la busca la policía de verdad, no era que iba a unirse a la armada?, esa niña si que tiene los genes de Daemon. ¿Por qué Rhaenyra tuvo una reacción tan drástica con Daemon y Luke? ¿Es normal tomar ese tipo de decisiones con las hormonas tranquilas? ¿Cuál es la consecuencia de Daeron y Joffrey?
Espero lo hayan disfrutado!!
Sin más que decir, me despido
-Iby <3
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