4.
Daemon estaba calmado, realmente estaba calmado. Era todo tan silencioso, tan parecido al Norte que no pudo evitar sentir cierta inquietud ante la calma.
¿Podían culparlo? En su hogar siempre había ruido; Jacaerys y Baela discutiendo, Lucerys y Joffrey jugando videojuegos, Rhaena atendiendo al pequeño Aegon cuando lloraba. Rhaenyra y él peleando por alguna tontería matrimonial.
Pero ahora solo había calma.
Y la calma, para alguien tan caótico e inquieto era como un pecado. Desvió su mirada al pequeño Aegon, quien lo miraba atentamente al pie de la cama, no entendía porque tenía que estar acostado todo el día a la espera de sus hijos, o de su esposa. Solo había sido un pequeño tirón en el músculo más importante del cuerpo, se había recuperado ya al día siguiente, no comprendía porque todos tenían que hacer tanto drama.
De todas formas, ¿Aegon no tendría que estar en la escuela?
—Egg, ¿porque no estás en la escuela?
Al menos Rhaenyra le permitía hablar.
Aegon lo miró unos segundos y luego contestó —Sí, escuela. Ocho, bien temprano.
Daemon desvió la mirada al reloj sobre la mesa de luz, y descubrió que eran ya las 7:20 de la mañana. Una idea cruzó su mente y se levantó lentamente de la cama con intenciones de ejecutarla, no tenía quien lo detuviera, Rhaenyra había ido a una reunión de accionistas que empezaria a las 7:30 -reunión a la cual también tendría que asistir, pero bueno- Jacaerys probablemente también estaría en la reunión, Lucerys estaba en la universidad y Joffrey había salido rumbo a la secundaria hace unos minutos, las gemelas también estaban en sus cosas, Bae apenas había llegado a su casa hace una hora y Rhae había salido a comprar para cocinar el almuerzo.
—Vamos a llevarte a la escuela, Egg.
Podía ser padre por una vez, ¿verdad? Era suficiente de ser un padre ausente y moribundo, ya había pasado una semana desde que "casi muere", en palabras de Viserys, aunque él lo tomaba como un descanso del estrés.
Aegon lo miró, serio como él solo. Sus ojos violeta lo escaneaban con interés y sorpresa, como si ver a su padre levantarse de la cama fuera todo un milagro. —¿Papi llevarme a la escuela?
—Así es, campeón.
...
La secundaria no era el lugar favorito de nadie. Mucho menos si se trataba de una secundaria de élite, con niños de élite, con padre de élite y profesores de élite. La clase social más alta, donde todos los adolescentes que algún día heredarán alguna acción, empresa o fortuna se juntaban en un mismo salón.
Joffrey lo odiaba.
Desde que Luke se había graduado, se había sentido terriblemente solo. El instituto "House of the Dragon" instituto que teóricamente tendría que ser dirigido por Daemon al ser el segundo hijo, era un eslabón más en las acciones de los Targaryen. Cuando su padre despreció su herencia, Viserys tuvo que hacer malabares para manejar a la par un instituto de élite y la agencia de viajes multimillonaria, al no encontrar alternativa, puso como director del instituto a su más leal accionista; Otto Hightower.
Desde entonces los hijos de Alicent se creían dueños del instituto. Eso solo lograba que su sangre hirviera con fuerza desmedida.
El instituto era su herencia, era su derecho de nacimiento. Jacaerys, al ser el primogénito, heredará la empresa de viajes, Lucerys, al ser el segundo hijo de Harwin Strong, heredará la empresa de su padre y él, al ser el tercer hijo de su madre, heredará el control del instituto.
Ese era el orden de las cosas.
No así, que Aegon y sus hermanos hereden el instituto solo porque su abuelo era director interino.
Aegon, Aemond y Helaena lo habían entendido bien, luego de que el mismo Viserys, hace un año, haya dejado en claro quien heredara que con su testamento. El único que no parecía entenderlo era Daeron, el último hijo de Alicent, quien juraba que el instituto era el derecho de nacimiento de Aegon, al ser el segundo hijo nacido de su padre.
Joffrey odiaba a Daeron con cada fibra de su ser.
Había aceptado que Jace anduviera con Helaena, después de todo, ella era gentil y amigable. Había aceptado que Luke se emparejara con Aemond, eran tal para cual de todas formas. Había aceptado, también, que Jace tenga una "aventura" con Aegon, ambos eran asquerosamente iguales y sinceramente, no era su problema.
Pero Daeron era arena de otro costal.
Era el más odiable de los Hightower y ninguno de sus hermanos se lo discutía. Era egocéntrico, rebelde sin causa alguna, se tomaba libertades que no le corresponden, obtiene las peores notas en los exámenes y aún así, es un miembro "honorable" del club de esgrima.
Era un desgraciado y Joffrey nunca lo vería de otra forma.
Así que, cuando Joffrey Strong pudo visualizar a Daeron Targaryen burlándose con sus amigos de algo en sus celulares, la risa petulante fue como un detonante. Se acercó lentamente, fingiendo buscar algo en su casillero para escuchar de que tanto se reían, y la conversación que escuchó lo enfermó de todas las maneras posibles.
—¡Solo mírenla! ¿Ves eso? Las tiene de diferente tamaño — dijo uno de los chicos, su odiable primo, hijo de Larys
—Vamos, eso no importa. — insistió otro de los chicos, de apellido Stark —¿Tú qué dices, Daeron?
—Tienes razón, lo único que importa es que tenga las piernas bien abiertas.
Ahí estaba.
Eso era lo que lo enfermaba, lo que lo hacía sacar su instinto más primitivo, lo que lo hacía sentir que la única persona en el mundo que podía hacerlo sentir de esa forma era Daeron, el único que podía enojarlo tanto con unas simples palabras.
—Asqueroso. — dijo mientras cerraba su casillero con fuerza
Los tres muchachos lo miraron, Daeron sonrió divertido, los otros dos chicos se miraron entre ellos y retrocedieron unos pasos. Ya habían aprendido a no meterse en los momentos de Daeron y Joffrey, sobre todo porque se trata de un Strong y un Targaryen, incluso el mismo Strong que se codeaba con Daeron, retrocedía cuando su primo y amigo comenzaban sus peleas.
—¿Qué has dicho, bastardo? No te escuché bien.
—Dije; asqueroso. — repitió Joffrey, arrastrando las palabras, con una sonrisa petulante —¿Acaso tu sucia sangre ambiciosa te hace aparte de asqueroso, sordo?
—Repite eso. — gruñó Daeron
—Sangre sucia, ambiciosa.
El primer golpe llegó, la mejilla izquierda de Joffrey se vio afectada al igual que su equilibrio, los amigos de Daeron salieron corriendo y los demás presentes en los pasillos sacaron sus celulares para comenzar a grabar la pelea.
—Repítelo.
Joffrey escupió una mezcla de saliva y sangre, el golpe había hecho que su boca sangre, pero no iba a quedarse callado, ni mucho menos de brazos cruzados. Daeron era más alto que él, pero él era más corpulento y tenía por modelo a Daemon.
La sangre de ambos comenzó a correr con más fuerza, sintiendo la pasión del odio eterno llenar sus entrañas, y eso, era lo único que necesitaban para continuar. ¿Qué hacía a los hijos de las personas mas poderosas del país, otro llamado de atención escolar? No tenían nada que perder, Joffrey solo quería golpearlo hasta que le suplique, le implore, piedad, y Daeron quería empujarlo hasta descubrir hasta dónde llegaban.
Hasta ver de que eran capaces.
—Odioso Hightower.
Lanzó un golpe al rubio, quien lo esquivó y volvió a defenderse. El castaño lanzó una patada que le dió en la mejilla derecha, el rubio lanzó un puño que fue a parar en su ya lastimada mejilla izquierda. Parecían animales, ambos golpeándose con fuerza y soltando gruñidos guturales.
Daeron tomó del cabello a Joffrey e hizo rebotar su cabeza contra los casilleros, el castaño cayó al suelo aturdido, pero no lo suficiente como para dejarse volver a golpear, logró enrollar sus piernas a los pies de Daeron y lo hizo balancear hasta chocar contra los casilleros también. Una vez que ambos estuvieron en el suelo, las posiciones cambiaban continuamente; Joffrey sobre Daeron, Daeron sobre Joffrey.
Ambos mirándose a la cara y sonriendo ladinamente cuando tomaban el control de la situación, ambos totalmente enfrascados en su propio mundo de violencia.
Los golpes iban y venían, y nadie hacía nada para detenerlos. Los estudiantes se quedaron mirando y ninguno hizo esfuerzo por separarlos o llamar a un prefecto; cuando alguien intentaba separarlos, su rostro quedaba arruinado, y cuando alguien los acusaba, su nivel social bajaba al ser despreciados por los chicos más importantes del instituto.
Nadie se metía cuando Joffrey y Daeron comenzaban. Nadie se metía hasta que terminaran.
—¡Strong! ¡Targaryen! — se oyó una voz al final del pasillo y todos desviaron la vista hacia el prefecto que de pura casualidad estaba allí —¡Separense inmediatamente!
Joffrey dió el último golpe en la nariz de Daeron cuando el prefecto llegó hasta ellos y le tironeó del saco rojo del uniforme, Strong escupió nuevamente una mezcla de sangre y saliva y el Targaryen hizo lo mismo, para luego limpiarse la sangre que escurría por su nariz con el antebrazo.
Ambos se miraron por un momento, el odio burbujeando en su sangre, el sentimiento apoderándose de ellos.
—Odioso Hightower.
—Estúpido Strong.
...
—Egg, ¿sabes donde es tu escuela?
El niño observó a su padre unos segundos y luego suspiró, como si lo hubiera visto venir desde el momento en que Daemon se levantó de la cama. El mayor suspiró y negó con la cabeza, siendo un adulto de ya 50 años no quería admitir que tenía miedo de preguntarle a su esposa dónde quedaba la escuela de su hijo.
"Tal vez Luke o Jace sepan..." pensó
Su primer instinto fue llamar a Lucerys, pensó que tenía más posibilidades de que le conteste él a Jacaerys, después de todo, Jace debería de estar en la reunión de accionistas. Luke contestó al primer tono.
—Querido tío.
No era Luke quien había contestado.
—Pásame a mi hijo, necesito hablar con él.
—No puedo, él está ocupado.
—Aemond, voy a cortar tu cabeza si no me pasas a Lucerys ahora mismo.
Aegon miró como su padre se rabiaba más y más desde el asiento de copiloto del Aston Martin DB11 color negro de Daemon, el auto que habia comprado hace apenas un mes, cuando volvió del Norte. El niño, en su seriedad, tenía una mirada curiosa y divertida.
—No estoy jugando, tío — la voz de Aemond se escuchaba con el deje divertido —Lucerys Strong está sumamente ocupado ahora mismo.
De fondo se oyó un sonido bajo, primitivo, que Daemon reconoció perfectamente.
Si su hijo buscaba darle el golpe final que el infarto no logró, estaba apunto de conseguirlo.
La rabia y la vergüenza se mezclaron, no supo cómo reaccionar. ¿En serio Aemond había contestado su llamada solo para hacerlo escuchar como lo hacían? ¿Tanto quería verlo en la tumba? Sus nervios se dispararon, su presión arterial también, ¿que podía hacer, aparte de intentar que lo escuchen sobre sus asquerosos gemidos?
¡Era su hijo, santo cielo! No quería tener esa imagen en la cabeza.
—Aemond. Suelta a Lucerys y dale el maldito teléfono. — nadie contestó —¡Aemond! — los sonidos al otro lado de la línea se intensificaron —¡Lucerys Strong, estás castigado un mes! — fue lo último que dijo antes de cortar la llamada, no necesitaba seguir escuchando. —Tu hermano es un desgraciado. — comentó, mirando a su último hijo —Estaba haciendo cosas sucias con el enemigo.
—¡Cosas sucias!
—Sí, cosas sucias. — Daemon suspiró, intentando calmar sus nervios —Va escucharme cuando llegue a casa, créeme, Egg, no lo dejaré volver a ver a ese maldito Hightower.
—Maldito... Hightower.
—Así es, Egg. — Daemon sonrió complacido unos segundos —¡Espera! ¿¡Qué dijiste!?
—Maldito... Hightower.
—¡No! ¡No vuelvas a repetir eso!
—Maldito Hightower.
—¡Aegon!
—¡Maldito Hightower!
—Tu mamá va a matarme si sigues repitiendo eso. Ten piedad de tu anciano padre, ¿quieres?
—No, maldito Hightower.
Daemon suspiró, con el corazón en la boca y los nervios intentando consumirlo. Rhaenyra iba a matarlo de todas formas por salir de la cama, añadir "enseñar groserías al niño" a la lista de reclamos no debería de preocuparle, después de todo, no era la primera vez que iba de lengua larga con alguno de los niños... Baela había aprendido a decir "coño" antes que "hola" y Joffrey había repetido en una cena familiar la palabra "coito" cuando apenas tenía seis años.
—¿Maldito Hightower? — preguntó Daemon a su hijo, esperando su reacción
—¡Sí, maldito Hightower!
El mayor soltó una carcajada, logrando calmar sus nervios —Está bien, tienes mi sangre después de todo.
...
—¡Eres de lo peor! — gritó Lucerys —¡Daemon se está recuperando de un jodido infarto! ¿Cómo es que tienes los cojones para enseñarle lo que estábamos haciendo?
Aemond chasqueó la lengua —Te gustó. No tienes porque armar drama.
—¡Vas a matar a Daemon, Aemond! ¡Esto no es gracioso!
—No me dijiste que parara.
—Lo hice, de hecho. — gritó Lucerys, con la cara roja —Pero estabas tan fascinado por molestar a Daemon que dejaste de escucharme.
Aemond se acercó tres pasos en un santiamén, la discusión que tenía lugar en su habitación ya no tenía sentido para él, lo hecho, hecho estaba y nadie podía cambiarlo, además, su tío no iba a morir por una estúpida llamada. Así que una vez que llegó hasta el castaño tomó del mentón a Lucerys con fuerza y lo obligó a mirarlo a los ojos, justo como sabía que le gustaba aunque siempre lo negara.
La cercanía lograba que los sentidos de Luke se mareen, esos intensos ojos violeta mirándolo con atención incluso después de tanto tiempo podían hacer que sus piernas tiemblen. Odiaba cuando Aemond conocía sus debilidades y las usaba en su contra.
—Lo único que escuché, Lord Strong, fue esa vocecilla tuya gimiendo y pidiendo más. — susurró, palabra por palabra, todas dichas contra sus labios —No me vengas con cuentos, Lucerys. — apretó su agarre en el mentón del castaño, sus ojos nunca abandonando los del otro —Te gustó, admítelo.
—Jamás.
Aemond metió una mano en la camiseta del chico, sus dedos largos y fríos rozando la piel caliente, Lucerys sintió un escalofrío recordarle la columna por lo que hizo el ademán de apartarse, pero el rubio presionó con aún el agarre en su mandíbula, manteniéndolo en su lugar con sus uñas rozando su piel.
Sus dedos hicieron un lento recorrido por el tronco, hasta llegar a los pezones, donde se detuvo unos segundos, presionando uno de ellos con su pulgar, haciéndolo girar y luego retorcerse, justo como sabía que le gustaba a su novio.
—Te gustó. — demandó nuevamente, sus labios mucho más cerca que antes —Tú lo sabes, y yo también.
—No.
Aemond tomó la negativa como un arranque para subir su mano lentamente, bajando la otra para que con la ascendente tomar el blanquecino cuello de su novio, de forma lenta, Lucerys sintió el juego de manos de Aemond; como la mano que bajaba iba con una lentitud tortuosa hacia su entrepierna y como la mano que subía rodeaba su cuello con sus dedos, inclinando su cabeza de manera casi imperceptible hacia atrás.
El rubio, fascinado, observando cada facción del chico, como su cara buscaba la calma que no sentía, como buscaba esconder el fuego que habitaba en él.
—No saldremos de aquí hasta que lo admitas, Lucerys.
Quería oírlo. Quería escucharlo decir que le había gustado, que quería repetirlo, que su toque nunca lo había molestado y que nunca lo haría.
Porque sabía que así era y nadie más que Lucerys iba a negárselo. Aunque no por mucho tiempo, el mayor sabía cómo presionar, como llevarlo al límite, como hacerlo gemir y pedir más, como convencerlo de hasta quemar el mundo con un solo roce.
Sin embargo, Lucerys siempre había sido un hueso duro de roer, uno que a pesar de que Aemond tuviera la razón lo provocaría llevándo la contraria una y otra vez. Y eso le fascinaba.
Esa era la razón por la que se había fijado en él, en primer lugar.
—Pues no saldremos nunca, Aemond.
...
—¡Son una vergüenza! — el grito de la Vicedirectora se escuchó hasta en el despacho de la secretaria —¡Son los hijos menores los hombres más ricos de Westeros y aún así no logran comportarse como tal!
Daeron y Joffrey, con los brazos cruzados y los vendajes limpios, se miraron entre ellos, el resentimiento surgiendo como una flor en primavera. Luego miraron a la vicedirectora, quien los miraba desde su escritorio con reprimenda, como si ya no estuviera acostumbrada a lidiar con ellos y sus peleas.
—Daeron empezó.
—¡Fuiste tú el que dijo improperios sobre mi familia!
—Tu familia se las ha ganado a pulso, odioso.
—El único odioso aquí eres tú.
—¿En serio? — Joffrey lo miró con esa sonrisa "comemierda" que había heredado de Daemon —Vicedirectora, — miró a la mujer —¿Qué dice el reglamento escolar sobre el uso inapropiado del lenguaje? ¿Y que dice sobre la pornografia que pueden llegar a consumir los alumnos?
—¡Tú, maldito...!
—¡Suficiente! — la mujer golpeó su escritorio con una mano —Esto ha ido demasiado lejos. Llamaremos a sus padres ahora mismo, esto se resuelve aquí y ahora.
Los adolescentes se pusieron rígidos, si bien, siempre habían peleado, Otto siempre los regañaba y luego les dejaba volver a clases, nunca había visto la necesidad de llamar a sus madres o padres, porque estaba plenamente consciente de sus vidas ocupadas. Lo máximo que había hecho con ellos era mandarlos a la psicóloga escolar, lo que derivó en la renuncia de la mujer, pues también se pusieron a golpearse frente a ella.
Pero Otto estaba en la importantísima reunión de accionistas de "Fireblood" y quien decidía su destino en ese momento, no era otra que la vicedirectora.
Pues bien, si ella quería hablar con su padre, Joffrey llamaría a su padre.
...
El hecho de que Daemon esté entrando, como si fuera dueño del lugar, en las mismas instalaciones que había despreciado parecía casi... irreal. Cómo si se tratase de una especie de mala broma por parte de los dioses, o de quien sea que esté allá arriba.
Los alumnos que pasaban por los pasillos se le quedaban viendo –¿Y cómo no hacerlo?– su cabello rubio platinado lacio y corto peinado hacia atrás, su vestimenta casual que constaba de unos pantalones de pijama gris y y una camiseta que se cernía sobre su torso color blanco, calzando sus tenis deportivos favoritos.
Era aún más vistoso, teniendo en cuenta que iba de la mano con el pequeño Aegon, quien iba vestido con su uniforme escolar, que se trataba de una camisa blanca y pantaloncitos negros. Temiendo al frío, Daemon le había puesto el chaleco de lana del uniforme, el cuál era de un carmín tendiendo a granate.
Los alumnos lo reconocían de las revistas, de las fotos en las redes sociales de Joffrey y de los rumores que habían existido sobre él desde antes de sus propios nacimientos.
—Creció como un príncipe, rodeado de todas las comodidades... — murmuró una joven
—Pero las negó todas cuando Rhaenyra Arryn se casó con Harwin Strong... — comentó otro chico, del lado contrario del pasillo, a sus propios amigos
—Negó su herencia, su derecho de nacimiento... — continuó otro joven, a medida que avanzaba podía distinguir que todos estaban murmurando lo mismo
—Desde ahí lo llaman...
Daemon llegó a la puerta que conectaba la rectoría, sabía que su pequeño hijo escuchaba lo que murmuraban y sabía que lo miraba con una curiosidad seria. No tocó, no hacía falta, sabía quién estaba detrás de esa puerta y esa persona también lo conocía.
Abrió la puerta sin más, y la mismísima Alicent Hightower lo recibió parada frente al escritorio de la secretaria, a espaldas suyas, pidiendo respuestas.
La mujer volteó al escuchar el abrir de la puerta, y lo miró, su mirada juzgona, esa que Daemon odiaba, se posó en él y sin poder evitarlo, la frase salió de sus labios tan rápido como lo reconoció.
—El príncipe canalla. — luego desvío la mirada hasta Aegon, quien la miraba con su eterna seriedad —Y su heredero.
Daemon fingió su mejor sonrisa, esa que solo usaba cuando Rhaenyra lo pinchaba por detrás para que sea amable, o al menos, se comporte.
—Alicent Hightower... — murmuró, con una expresión inteligible —Esperaba que mi hermano hubiera enviudado otra vez, como sabes, es algo que se le da muy bien.
—¿Hightower? — murmuró Aegon, mirando a su padre con curiosidad
Daemon sonrió socarronamente, devolviéndole la mirada al niño —Así es, Egg. Ella es una Hightower.
—¡Maldito Hightower! — señaló Aegon, totalmente orgulloso de sus palabras.
La mirada que Alicent puso cuando el niño le señaló con el dedo y la llamó de esa forma no tuvo precio, el como su mueca se arrugó significativamente hasta volverse una expresión de espanto santurrón. Daemon sabía que iba a contárselo a su hermano y su hermano a su esposa, pero el momento valió totalmente la pena.
Así es, maldita Hightower.
N/A:
BUENAS BUENAS
Para ser sincera, tenia otra cosa planeada para este capitulo, pero me agradó como quedó. Estuve introduciendo un poco al Lucemond, que es de mis parejas favoritas, y también he escrito la relación existente entre Joffrey y Daeron. De hecho, esa fue mi parte favorita del capitulo, aparte de Daemon enseñándole groserías a Aegon.
¿Qué creen que pase cuando Lucerys llegue a su casa? ¿Cuándo Rhaena llegue de las compras y descubra que ni su padre y hermano están ahí? ¿Qué creen que haga Rhaenyra cuando descubra que Joffrey anduvo peleando en la escuela, y en vez de ir ella fue Daemon?
Y, no leyeron mal en el anterior capitulo. Sí, Daemon le dijo a Joffrey que no había lugar para él en la empresa familiar, aunque si lo había y era el instituto, ya sabrán porque.
Esto es todo por hoy, nos leemos pronto, gente bella.
-Iby <3
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