23.
N/A: Escucha "BORN TO DIE" INSTRUMENTAL durante el capitulo y reinicia si aún no has terminado de leer, luego me agradeces <3
A los amigos lejos, a los enemigos cerca.
Eso era lo que inicialmente pensó cuando fue prácticamente encadenado a Joffrey Strong. Daeron Targaryen no era exactamente un buen tipo; era un bully prepotente que a la hora de la verdad se escondía detrás de la fachada religiosa de su madre y la sonrisa bonachona de su padre.
Joffrey Strong siempre había sido su peor enemigo.
Él representaba todo lo que su madre siempre la había enseñado a odiar (y por consiguiente, todo lo que nunca pudo realmente odiar), representaba a Rhaenyra y Harwin, unos mimados que habían elegido su pasión por sobre su deber para con sus familias, y representaba también todos los privilegios que su padre les había otorgado incluso cuando vivieron en las Tierras de lo Ríos (Riversland) en un exilio autoimpuesto posterior a su boda, con ánimos de ocultar el embarazo prematuro de Rhaenyra.
Daeron también lo odiaba porque Joffrey era mejor que él en todo. Desde el equipo de esgrima del instituto hasta las actividades académicas; el castaño lo supera en cada asignatura y aspecto de su vida que compartieran y eso le ponía los pelos de punta, (no en el sentido de un miedo paralizante, sino en el sentido de un rayo a punto de atravesarlo en medio de la tormenta) él también tenía una mejor dinámica familiar que él.
Incluso teniendo dos padres y tres tipos de hermanos diferentes, Joffrey tenía una familia funcional en comparación a la suya; tres hermanos mayores raritos, una madre codiciosa y un padre que nunca estaba en casa. ¡Daeron incluso se llevaba mejor con Lucerys que con el mismo Aemond! Eso era una maldita señal por parte de los dioses de que algo definitivamente no iba exactamente bien con su familia.
La verdad era, por mucho que le costase admitir, que a pesar de ser el cuarto hijo de Viserys Targaryen, CEO de Fireblood, la agencia de viajes más reconocida del continente, Daeron solía sentirse como si fuera... nadie.
Mientras crecía, Daeron siempre había vivido bajo la sombra de sus hermanos. Y no ayudaba mucho que se llevara tantos años con ellos. Cuando nació, Aegon, Helaena y Aemond ya eran niños que podían jugar, saltar, correr, gritar y en general, hacer cosas de niños. Mientras él mojaba la cama y tenía pesadillas, sus hermanos pasaban por la preadolescencia; llorando ante cualquier incidente (Aegon) rompiendo cosas en cualquier momento (Aemond) o gritando fuerte durante las cenas familiares (Helaena). Para cuando Daeron por fin pareció alcanzarlos, al cumplir los 15 años, sus hermanos ya habían comenzado una nueva etapa de la vida, la adulta.
Daeron no era brillante como Aemond, ni perspicaz como Helaena, mucho menos creativo como Aegon. No era calmado como su hermana, ni agradable como su hermano, ni precavido como su segundo hermano. No era divertido como Egg, ni inteligente como Hel, y para nada se acercaba a la manera tan perfecta en la que Mondy se comportaba.
Daeron no era nada. Solo Daeron. A secas.
Sabía que una parte suya rechazaba acompañar a sus hermanos porque se sentía inferior a ellos. También esa era la misma razón por la que se burlaba de los demás en el instituto, la misma razón por la que era tan grosero, la misma razón por la que Joffrey lo hacía rabiar, la misma razón por la que nunca se permitió sentir con claridad.
Toda su vida se resumía en ese sentimiento de inferioridad del cual nunca se pudo deshacer.
—Te ves más infeliz que de costumbre, ¿estás bien o necesitas terapia de electroshock? — La voz de Joffrey lo sacó de sus cavilaciones. Le dirigió una mirada mordaz, ante la cual Strong soltó una risa cómplice —¿Qué digo? Siempre necesitas terapia de electroshock, tal vez así se te activen algunas neuronas.
—¿Alguna vez te callas? — Se giró para mirarlo, solo para que este le sonriera socarrón negando con la cabeza. Daeron suspiró pesadamente y achicó los ojos; —De todas formas, ¿no tienes que estar revisando que tu servicio de catering esté en posición?
—Ya lo hice. — sonrió de forma sarcástica —También revisé el Dj, el bar y el escenario dos veces. — balanceó un poco su cuerpo —Soy realmente eficiente, ¿a qué sí?
Daeron gruñó —No sé a qué estás jugando, Strong. Pero detente.
—¿Yo? — se señaló con un dedo —¡Pero si no estoy jugando! Solo estoy diciendo que ya revisé todo y se encuentra en perfecto estado, ¿ahora que mosca te picó? Creí que estarías feliz porque al fin se acabará esta maldita pesadilla.
—¿Qué quieres decir?
—Bueno, si el Baile de Invierno sale bien... El castigo será revocado. — dijo con simpleza —¿No lo sabías? Era una de las condiciones que mi padre le impuso a tu abuelo. Si esto sale bien, dejaremos de estar pegados por la cadera todo el día... exceptuando los proyectos de clases duales que aún no presentamos, pero eso no es realmente importante.
De forma automática, se obligó a contestar. —No sabía.
¿Por qué sentía su pecho hundirse? Sentimiento extraño, nunca se había sentido así antes. Era como si sus esperanzas se derrumbaran, como si sus deseos más profundos fueran frustrados, como si Daeron quisiera...
Como si él quisiera pasar más tiempo con Joffrey.
Ay, no, no, no, no
¿Quería pasar más tiempo con el objeto de todo su odio? ¿Con ese chico de sonrisa altanera y cabello rizado castaño? ¿Con aquel que lucía espectacular con ese traje y camisa que combinan con el evento? ¿De verdad quería seguir viendo esa sonrisa sarcástica, esos ojos agudos, y ese porte inteligente que lo hacía sentir... cosas?
Respira, Dae, respira.
—¿Estás bien? — Joffrey se acercó, poniendo una mano sobre su hombro e inclinando la cabeza —¿Daeron?
No quiso levantar la mirada, porque sabía que sus rostros se encontraban demasiado cerca.
Las luces de tonos azules iluminaban el ambiente como una lámpara nocturna, como si de verdad estuvieran dentro de un cuadro de Vincent Van Gong, pero en vez de generar un efecto efervescente de tranquilidad, a Daeron le provocaba un sentimiento de ansiedad, como si estuviera atrapado en un cuadro resguardado. La música que acompañaba el ambiente no era otra que "Born To Die" de Lana del Rey, logrando que, para Daeron, todo fuera simplemente demasiado.
Al no recibir una respuesta por varios segundos, Joffrey pasó sus manos a su mandíbula y la levantó con dificultad. Sus ojos chocaron entonces y a Daeron se le cortó la respiración. Los ojos marrones de Strong se veían más oscuros de lo normal, y su rostro más pálido por el juego de luces azules y amarillas, haciéndolo ver realmente apuesto. El cálido marrón de sus ojos se derretía en preocupación mientras el suave pero firme tacto en su mandíbula se convertía en el toque de una seda, enviando espirales de sensaciones a través de su piel.
—Daeron. — susurró, buscando una respuesta en los ojos amatistas —Daeron, me estás asustando.
Targaryen quería soltarse de su agarre, quería huir y esconderse lejos, muy lejos. No quería volver a pasar un momento así; uno en el que sus emociones parecen dominarlo de una forma difícil de sobrellevar.
—Déjame. — susurró también, intentando poner un pie de distancia, sin embargo, el agarre en su mandíbula se fortaleció —Joffrey.
—¿Qué pasa? — preguntó nuevamente —¿Por qué...?
Entonces, Daeron se soltó del agarre con un movimiento violento, lo que atrajo un par de miradas. —Nada que te incumba. — respondió mordazmente —Solo estoy emocionado porque al fin podré deshacerme de tí.
...
Auch.
Daeron miró a Joffrey de forma... extraña. Y luego simplemente salió del salón del Director Maegor como alma que llevaba al diablo.
—¿Todo bien, Joff?
Una mano sobre su hombro le hizo dar vuelta, solo para encontrarse de frente a Myrcella Lannister. Llevaba el cabello rubio suelto y pequeñas ondas que le cubrían la espalda, un vestido que simulaba el de "Cenicienta Live Action" en un tono rosa pastel y con la falda larga y suelta. Su maquillaje era sutil y se veía genuina preocupación en sus ojos verde esmeralda, que alternaban la mirada entre Joffrey y la puerta por dónde Daeron había desaparecido.
Myrcella Lannister siempre había sido hermosa, eso era algo que Joffrey Strong siempre supo. Sin embargo, verla vestida de esa forma lo hizo apreciar de forma más directa la belleza estándar que poseía; el cabello rubio, los ojos verdes, los rasgos finos y la sonrisa blanca. Incluso con el constante juego de luces azules y amarillas, cualquiera podía darse cuenta de que Myrcella era preciosa en todos los aspectos.
—Eh, sí. — sostuvo la mano en su hombro con la propia —Solo una pequeña discusión, ya sabes, Daeron y yo siendo Daeron y yo.
Myrcella sonrió suavemente. —Está bien. — luego le revolvió el cabello con la mano que antes estaba en su hombro, para luego estirar su brazo en su dirección —Ahora vamos, hay que disfrutar de nuestro primer Baile de Invierno.
—¿No crees que debería ir a buscar a Daeron? — inquirió de forma inquieta
Lannister detuvo sus pasos y luego le miró con una sonrisa condescendiente, esa que solía utilizar cuando ella conocía sobre algo que él no conocía. Le guiñó un ojo con galantería, luego le acomodó los rizos castaños que ella misma había desordenado, y le sonrió de nuevo, esta vez con más cariño, dándole dos palmadas en el hombro.
—Ve por tu hombre.
—¡Myrcella! — se quejó, pero ella lo dió vuelta y lo guió hacia la entrada del baile —¿Qué haces?
—Apoyo el ship más famoso de todo el instituto.
—¿Qué? — luego se retiró del empuje con suavidad y la encaró —¿De qué...?
—¡Prometo no hacer de esto un "Business Salseo"! — lanzó rápidamente —A menos que quieras, claro.
—¿De qué mierda estás hablando?
—Daeron y tú. — respondió con simpleza, al ver el rostro desconcertado de Joffrey, Myrcella arrugó el entrecejo —Espera, ¿no están juntos?
—¿¡Qué!? — gritó tan fuerte que las personas cercanas se dieron vuelta para mirarlos con interés —Lo siento... — se disculpó con los presentes, para luego tomar a Myrcella por los hombros y acercarla —¿De qué estás hablando, Myrcella? No te entiendo.
Los ojos de Myrcella se dispararon de un lado a otro. —¿En serio Daeron y tú...?
—En serio que no entiendo de qué hablas.
—Joffrey...
—Señor Strong, Señorita Lannister. — Otto Hightower los interrumpió, mirándolos con suficiencia —Entendemos sus afectos, pero este no es un lugar para publicarlos.
Entonces ambos fueron conscientes de la posición en la que se encontraban. Strong mantenía sus brazos sobre la cintura de Lannister, puesto que cuando ella levantó sus propias manos para ponerlas sobre los hombros del castaño, él bajó las suyas. Sus rostros estaban cerca, puesto que luego de haber gritado, Joffrey comenzó a hablar en susurros directos.
Joffrey la soltó de manera rápida, girando el cuerpo para enfrentarse a Otto con toda la suficiencia que Daemon le había enseñado. Sonrió de forma mordaz, balanceando su cuerpo de un lado al otro y deslizó un brazo por la cintura de Myrcella, acercándola a él con suficiencia; la chica se dejó arrastrar, no sin antes darle una mirada cautelosa al hombre mayor. Las luces azuladas ocultaron el suave sonrojo que floreció en su rostro ante el firme agarre del castaño en su cintura.
—No sé de qué "afectos" está hablando, director. — soltó con elegancia —Mi amiga y yo solo estamos disfrutando de la velada.
—Señor Strong, debo recordarle que las demostraciones públicas...
—Disculpe, director, pero debo preguntar... — interrumpió, ensanchando su sonrisa con petulancia —¿Ha saludado ya a mi padre?
Otto se puso inmediatamente rígido. A juzgar por la expresión de haber chupado un limón, Joffrey estaba seguro de que esperaba que Daemon no asistiera al evento. El hombre se ajustó las solapas del traje verde musgo y ladeó el rostro, escudriñando con la mirada a ambos jóvenes.
Otto emuló una expresión de fingida sorpresa. —Oh, qué sorpresa tan agradable. — dijo con una expresión calmada y satisfactoria. —No sabía que Harwin Strong seguía en el país. Siempre es... bastante grato cruzarse con él. Tu padre es un buen hombre, muy educado y consciente de su posición.
Joffrey torció su gesto altanero en una mueca de disgusto. —Mi padre, Daemon Targaryen, ha asistido. — refutó, luego levantó su mentón —¿Ha pasado a saludarlo, Director? Tengo entendido que son viejos amigos.
—No he tenido la oportunidad. — comentó, terminando con el asunto —Señorita Lannister, — ante el gesto de victoria del castaño, Otto se dirigió a Myrcella —está previsto que el anuncio de los reyes de la noche sea poco antes del banquete. Tenga usted todo preparado para dentro de 30 minutos.
—¿No es algo temprano? — inquirió Joffrey —La presentación de los reyes de la noche suele celebrarse alrededor de las 22:00, y ahora son solo... — sacó el teléfono celular de su bolsillo —Las 21:00.
—Hará bien en escuchar a sus superiores, Señor Strong. — le dirigió una mirada mordaz —Se hará como lo he dicho y no escucharé ninguna apelación irreverente. — sonrió con calma —Si me disculpan, jóvenes.
Y con eso, tan rápido como llegó, Otto Hightower se perdió entre las demás personas. Joffrey quiso castañear los dientes, sin embargo, lo primero que hizo fue bufar y soltar la cintura de Myrcella. La joven se excusó con una sonrisa pequeña, diciendo que debería de reunir al Equipo de Comunicación (al cuál ella pertenecía en calidad de coordinadora) para el anuncio de los reyes de la noche.
Las suaves manos de Myrcella se posaron sobre sus hombros y le sonrió con suavidad, como si ella supiera todos sus secretos, lo cual, podría ser ciertamente cierto. Myrcella sabía los secretos de todos, excepto, claro, los de Joffrey. O al menos eso quería creer él.
—Está bien, Joff. — le dijo —Ve por Daeron y tráelo antes del anuncio, sabes que debes hacerlo con él.
—¿No podría hacerlo solo? — se quejó —Daeron es terrible para leer y estoy seguro de que no se aprendió el discurso que le escribiste.
Lannister suspiró. —Solo traelo aquí, donde podamos vigilar que no cause problemas. Sé que ahora están conectados por un cordón umbilical invisible, pero sigue siendo un Targaryen y los Targaryen tienden a hacer que las cosas exploten.
Strong le dedicó una mirada en blanco y Myrcella se dió cuenta de forma tardía que sus palabras podían malinterpretarse rápidamente. Las especulaciones del juicio y el misterioso incendio que lo rodeaba no daban chance de menguar, incluso ella había hecho un video mencionando el tema y por la mirada de Joffrey, podía descifrar que él no estaba nada feliz.
—Limítate a tus labores, yo me encargo de él.
Y con eso, Joffrey Strong desapareció por la entrada, dejando a Myrcella Lannister con un vago presentimiento de que las cosas no saldrían perfectamente como esperaban.
...
Viserys I Targaryen había asistido a varios Bailes de Invierno. De hecho, llevaba más de 30 años asistiendo a ellos.
Cada Baile de Invierno es excepcional a su manera, de eso siempre estuvo seguro, sin embargo, no podía evitar pensar que este era diferente. Tal vez era la decoración minimalista y creativa que aplicaron o el hecho de que el ambiente fuera tan elegante como jovial. También, existía la posibilidad de que fuera cosa del esfuerzo del que era testigo por parte de su hijo.
—¿Estás disfrutando de la velada, querido?
Se giró para admirar a Alicent, quien lucía excepcionalmente hermosa esta noche. Su esposa le sonrió con calidez cuando sus miradas se cruzaron, por lo que respondió el gesto con la misma sonrisa y una mano sobre su muslo. A Viserys le gustaba lo que la iluminación hacía; lograba que todo el ambiente se sintiera etéreo y calmado. Era como si los suaves tonos de azul evocaban la calma en medio de un evento que suele destinarse para la diversión desenfrenada.
—Lo estoy. — asintió —Debo reconocer que Joffrey es una buena influencia para Daeron, ¿no te parece?
Viserys fingió no notar como Alicent torcía el gesto ante la mención del hijo de Rhaenyra. También fingió que no le dolía como la castaña rojiza retiraba con lentitud su mano del muslo.
—No lo sé. — dijo Alicent —Quiero decir, ese niño es la viva imagen de Daemon en sus años rebeldes, Vis. — hizo un pequeño puchero —Y sabes que nuestro Dae es sensible y algo frágil de espíritu... no me gustaría saber que Joffrey lo lastima con su lengua mordaz y ese comportamiento salvaje.
Viserys se tragó su suspiro y conectó miradas con su esposa. Los ojos castaños de la mujer que amaba le devolvieron una mirada preocupada, ligeramente bañada en lágrimas; podía leer en su lenguaje corporal que estaba sumamente nerviosa, a la expectativa de un mal. Alicent Hightower podía ser algo arcaica, pero Viserys sabía que era una madre amorosa que se preocupaba por sus hijos.
—Daemon es sangre de dragón. — comentó —Al igual que Daeron, de hecho, les encuentro varias similitudes en la actitud...
Alicent contuvo un jadeo —¡Vis...!
—Aguarda, mi amor. — le sonrió, tomando su mano entre la suya y poniéndola sobre la mesa en la que estaban sentados —Escúchame. — pidió con cariño, depositando un beso sobre su dorso —Daemon tuvo años rebeldes, sí. Tu lo conociste, pero sabes que se hizo responsable cuando nacieron las gemelas. Sin mencionar que sentó cabeza por completo cuando se casó con Rhaenyra...
—Muy a pesar de nuestra recomendación de no hacerlo.
—Oh, Ali. — con su pulgar, hizo girar el anillo de su madre en el dedo de la castaña —Daemon y Rhaenyra iban a casarse incluso en el fin del mundo. Nuestra recomendación iba más enfocada al escándalo que armarían los medios.
—Y que ciertamente armaron.
—Sí, lo hicieron. — coincidió —De todas formas, Daeron tiene muchas cosas de Daemon. — sintió el agarre en la mano de su esposa tensarse —Tiene su mente aguda y su creatividad para los insultos, — le dedicó una mirada bonachona a la mujer —ningún adolescente es completamente santo, cariño. — aclaró —También su tenacidad y su corazón sensible, como dices. Daemon es un hueso duro de roer, pero tiene un corazón suave y vulnerable, Alicent.
—Bueno, ciertamente...
Hightower se vió interrumpida cuando una adolescente rubia se acercó a la mesa, dirigiéndose a su esposo.
—Señor Targaryen. — inclinó la cabeza ante Viserys, luego se dirigió a Alicent —Señora Targaryen. Disculpen la molestia, pero debo guiar al Señor Targaryen al escenario, pronto se anunciarán a los reyes de la noche, pero antes el Señor Targaryen debe de dar su discurso de bienvenida.
El mayor se giró para mirar a la joven, al reconocerla, sonrió de forma cálida. —Oh, pero si es Myrcella Lannister.
Myrcella aún mantenía la cabeza baja, dejando que su cabello rubio ondulado le cubra una pequeña parte del rostro. Ella sabía que no era del agrado de Alicent, quien la miraba con cierta reticencia, por lo que no quería causar ningún inconveniente. Aún así, la rubia sonrió de forma amable ante la mención del hombre, quién seguía sonriendo.
—Así es, Señor Targaryen.
—¡Pff! Tonterías. — dijo con voz calmada —Nada de "Señor Targaryen", Myrcella. Para tí, soy el "Tío Vis".
—Viserys. — llamó Alicent con cierta molestia —La joven te ha dicho que debes dar tu discurso.
—Ah, cierto, cierto. — se levantó con lentitud —Vamos, Myrcella. — con un beso en la frente, se despidió de su esposa y emprendió camino, enlazando su brazo al de la joven —Sabes, no he sabido mucho de tu padre últimamente, quiero decir, lo veo con regularidad pero no tenemos el tiempo necesario para charlar. ¿Qué tal está él?
—Mi padre está bien, Señor. — dijo ella, algo incómoda por la mirada penetrante que sentía en la espalda por parte de la esposa del mencionado —Mucho trabajo, pero eso en realidad es bueno, así que no me quejo.
—Jaime trabaja demasiado, siempre lo he dicho. — admite Viserys —Últimamente Fireblood está hecho patas para arriba, luego del juicio, ya sabes. Tú padre ha trabajado un montón desde que la noticia de mi sobrina salió a la luz, nunca he conocido a un escribano tan leal como Jaime Lannister. — luego inclinó el rostro hacia la joven —Solo dime cuando quieres que le dé unas vacaciones para que las gaste contigo, ese hombre trabaja tanto que casi no tiene tiempo de ver a su esposa e hija.
Myrcella soltó una risa suave, menguando su incomodidad. —No se preocupe, Señor T. Mi madre también trabaja mucho, así que la mayor parte del tiempo la paso sola en casa o en el instituto.
Viserys paró su caminar abruptamente —¿Me lo dices en serio? — ella asintió —Eso no puede ser. Siempre que estés sola en tu casa, ven inmediatamente a la Mansión Targaryen, es peligroso para una chiquilla como tú estar sola tanto tiempo.
—No es necesario, Señor T.
—¿Cómo que no? Lo hacías todo el tiempo cuando eras niña, no veo porqué no hacerlo ahora de nuevo. — siguieron caminando en medio de las luces tenues, que ahora proyectaban el cuadro de "Noche Estrellada sobre el Ródano" —¿Tú y Dae siguen siendo amigos?
—Algo por el estilo. — Myrcella se removió incómoda —Daeron es... diferente a cuando éramos niños. Ya no compartimos muchos gustos, en realidad, pero aún nos llevamos bien.
—Oh, es una pena. — contestó Viserys —Tenía la ilusión de comprometerlos alguna vez.
Myrcella estaba segura de que si estuviera bebiendo agua ahora, la escupiría de la impresión. ¿Myrcella Lannister y Daeron Targaryen? Eso jamás pasaría. Nunca. Jamás de los jamases.
De alguna manera, comprendía ahora porque Bella tenía toda una canción sobre por qué jamás se casaría con Gastón.
—Oh.
Viserys soltó una carcajada. —¡Es broma! Anda, vamos. Deberías haber visto tu cara, Myrcella...
—Ah, sí. Una broma...
Ahora Myrcella entendía porque Joffrey decía que Viserys era algo tonto con sus bromas.
...
El denominado "Jardín de Rhaenys" era una obra de arte arquitectónica del siglo XIX. Al estar lejanos al sector académico de House of The Dragon, su locación aseguraba que los internos pasen el rato en el mágico entorno silvestre. Una escalera de piedra pulida rodeada de altos setos y pequeñas estatuas de dragones tallados en obsidiana en los escalones finales daban inicio al hermoso recorrido. En la explanada principal, un camino de piedra pulida se extendía en espiral; cada camino conllevaba a una parte diferente del enorme jardín, que se rodeaba de enormes setos y plantas colgantes por arcos tallados en granito mientras que un suave pasto se encontraba en el suelo donde los caminos con convergían.
Sin embargo, había un camino que no se cortaba en espiral, que más bien seguía derecho hasta dos pilares de obsidiana tallada en forma de dragones enroscados. Varias plantas se enredaban alrededor de los pilares, destacando las orquídeas, las flores favoritas de Rhaenys Targaryen, madre de Aenys Targaryen, el segundo director de House of The Dragon. En su temporada, las bellas flores poseen un color rojo sangre, que contrastaba con el negro de los pilares. Esos pilares, a su vez, estaban cubiertos por las enredaderas de orquídeas tan amarillas como el oro, que colgaban elegantemente y daban la ilusión de un techo que se sostenía sobre otros dos pilares idénticos, colocados en paralelo a los primeros.
Joffrey Strong avanzó con sutiliza, con pasos ligeros, bajando los escalones de piedra pulida, estéticamente iguales a los que daban comienzo al jardín, para llegar hasta el camino inicial, que conllevaba a la pequeña casa de orquídeas y obsidiana. No hacía falta ser un experto para conocer que aquel era el lugar favorito de Daeron Targaryen, quién estaba sentado en un banco de mármol, que se sostenía gracias a dos dragones pulidos en la misma piedra. El banco tenía forma de semicírculo en dirección vertical a los pilares de obsidiana, y estaba totalmente escondido tras las enredaderas de las orquídeas, aún así, desde dentro, se veía de forma perfecta el resto del jardín.
Quien diría, que el mismo banco que era utilizado unos cuantos años atrás por Daemon Targaryen (quien se sentaba en aquel banco a leer cuando buscaba comprensión luego de la muerte de sus padres) hoy era ocupado por Daeron Targaryen, su sobrino (quien se sentaba en ese banco para comprender un poco sobre sus turbulentos sentimientos).
—Hey.
Joffrey mantenía las manos en los bolsillos de su abrigo estilo gabardina de color celeste pastel, su cabello castaño rizado se movía ligeramente en su espalda con el viento. Daeron, en cambio, vestía un traje color hueso; ni muy blanco, ni muy beige. También lucía una camisa de un extraño púrpura, lo que inicialmente llamó la atención de Joffrey cuando lo vió por primera vez en la noche. Por supuesto, no llevaba corbata y los primeros botones de su camisa estaban desabotonados, su cabello platinado caía con ligeras ondas sobre su frente, en un ligero mullet que no excede el largos de su nuca, sin embargo, sus ojos amatista combinaban a la perfección con el tono de la camisa, dándole un aspecto hasta intimidante.
Joffrey sabía, muy a pesar suyo, que Daeron se veía bien. Muy bien. Incluso más que él, quien cuidaba con sumo cuidado su apariencia. Nada competía con la belleza etérea de un Targaryen, ni siquiera la belleza corpórea de un Strong.
Los Targaryen están más cerca de los dioses que de los hombres.
—No quiero hablar contigo.
—Bien, no lo hagas. — el castaño se sentó junto al platinado y pronto ambos contemplaban el resto del jardín en silencio —Sin embargo, debemos volver pronto.
Daeron suspiró pesadamente. —Lo sé, mi madre me matará si no doy ese maldito discurso. — luego bufó —Antes de que preguntes, imbécil, sí. Aprendí esa mierda que escribió Myrcella, incluso podría recitarla ahora para lo que me importa.
Joffrey sonrió con sinceridad ante las palabras malsonantes de Daeron, de alguna forma, lo aliviaba saber que el mayor había aprendido el discurso en conjunto que debían de dar.
—Bien, un peso menos. — comentó, para luego mirarlo y darse cuenta de algo importante —No llevas abrigo.
—Gran observador. — respondió Daeron —Has estado aquí, sentado como imbécil durante horas y apenas te das cuenta de que no llevo un maldito abrigo.
—Volvamos. — lo tomó por el antebrazo, ignorando los insultos que ya empezaba a ver como nuestra de camarería —Te enfermarás y no podrás ir a Dragonstone la siguiente semana.
Daeron forcejeó. —¿Y quién te ha dicho que quiero ir a esa maldita isla olvidada por dios?
—Es tu hogar ancestral. — refutó Joffrey, resistiendose al forcejeo —Además, será mi cumpleaños y no puedes perderte la fiesta del año.
—¿Y quién te ha dicho que yo quiero ir a esa jodida fiesta? — los dedos del castaño se inyectaron en su antebrazo —¡Ya suéltame, por el amor a los dioses!
—No.
De un momento a otro, el forcejeo, algo tan común en ellos, se volvió constante. Ocasionando que el único sonido presente fuera el roce de las telas de sus prendas de vestir, sin embargo, de forma abrupta, el forcejeo se vió interrumpido cuando Daeron, en un arrebato para intentar alejar a Joffrey, jaló su brazo lo más cerca posible a su cuerpo, ignorando que la mano de hierro de Joffrey lo impulsaría con él.
Ambos quedaron en sumo silencio, completamente quietos, cuando sus rostros estuvieron de pronto muy cerca.
Joffrey sabía que por su mente estaban pasando malas ideas cuando no le desagradó por completo la vista. El rubor había subido por completo al rostro de Daeron, por lo que su piel de porcelana parecía más un pequeño tomate cherry, uno que tenía pecas muy bonitas y ojos violetas preciosos.
Strong sabía que no debía, pero aún así, bajó sus ojos de forma paulatina hasta los labios del mayor, quien al ser sumamente consciente de los movimientos del castaño, soltó un suave suspiro que acompañó el leve respingo que se llevó. Con su mano restante, Joffrey tomó de forma suave la mejilla de Daeron, quien dió otro respingo al sentir el contacto de su fría piel con la mano más regordeta y cálida.
—¿Q-qué... — se armó de valor para preguntar —...haces?
Joffrey no lo sabía. Él no sabía nada. Ni siquiera era consciente de que si le preguntaban su nombre en este momento, probablemente no recordase ni la consonante que lo inicia.
—Estás helado. — respondió en cambio —Debemos volver.
Incluso con el enrojecimiento de su piel, Daeron estaba parcialmente frío, lo que se explicaba con el hecho de que llevaba afuera sin un abrigo decente durante demasiado tiempo. Algo, que en realidad era sumamente preocupante para Joffrey, quien estaba concentrado en como el arco de corazón de los finos labios de Daeron se veían de un pálido azul.
—Suéltame. — pidió sin convicción
Joffrey levantó la mirada y sus ojos se cruzaron de manera intensa. —¿En serio quieres que te suelte?
Algo muy primitivo dentro de ambos se encendió, algo que llevaba tiempo ardiendo, algo que buscaba desesperadamente salir. Algo a lo que ninguno de los dos se atrevía a ponerle nombre todavía, algo que no querían nombrar, algo que no querían que exista en realidad.
Pero existía.
Ese algo existía y cada día ardía con más fuerza.
—No.
Ambos mantuvieron la mirada por largos instantes que parecieron horas. Joffrey se memorizó como los suaves tonos de azules se mezclaban con el intenso púrpura de los ojos de Daeron, como su iris relucía aún en la oscuridad y como lentamente su mejilla se sentía más caliente bajo su mano.
Parecía que este instante no tenía fin, y para este punto, ambos olvidaban que había tenido un comienzo.
Entonces, Daeron se removió de forma inconsciente y sus labios se rozaron. Fue solo un minúsculo movimiento antes de que el mayor se retraiga nuevamente, lo cual no le duró lo suficiente, puesto que Joffrey acentuó el agarre en su mejilla y lo atrajo nuevamente hasta él. Presionando sus labios. Besándolo.
Joffrey soltó un suspiro que no sabía que estaba conteniendo, mientras que Daeron solo lo imitó. Sus labios yacían inmóviles unos contra otros, simplemente permaneciendo ahí en una suave presión que parecía el beso de una pluma, algo intangible, algo que no tenía razón de ser, pero que era.
Y pasaron los segundos, y con ellos, algunos acontecimientos.
Uno.
Joffrey cerró sus ojos con suavidad.
Dos.
Daeron cerró los suyos con fuerza.
Tres.
Los labios de Daeron se movieron contra los de Joffrey, solo un poco, un suave movimiento, casi imperceptible.
Cuatro.
Joffrey correspondió el movimiento, uniendo al fin sus labios en un beso decente.
Cinco.
Marcaron un ritmo suave, simple, en el que poco a poco ambos se fueron relajando. Se besaban con una suavidad y ternura que no sabían que podían tener con el otro, una que no sabían que estaban reservando para ellos. Joffrey bajó su mano hasta el cabello platinado, masajeando el cuero cabelludo con suavidad, mientras Daeron subía sus manos a los fuertes hombros ajenos.
Seis.
Daeron se separó de repente, muy consciente de lo que estaban haciendo. Sus manos aún puestas en los hombros de Joffrey, su mirada aún incandescente por el beso compartido.
Siete.
Sus miradas se encontraron, Joffrey sonrió de forma pícara y Daeron de forma avergonzada. Lentamente, se quitaron las manos de encima y se miraron ahí sentados, uno frente otro, por lo que parecieron nuevamente horas.
Ocho.
Joffrey se levantó de la banca y le extendió una mano a Daeron para que también lo hiciera. Incluso de forma inconsciente, se reconoció a sí mismo que quería seguir en contacto físico con él.
Nueve.
Daeron aceptó su mano y se levantó, Joffrey entrelazó sus dedos en un movimiento rápido antes de arrepentirse demasiado rápido.
—Tus labios estaban muy pálidos, parecía que ibas a morir.
—¿Así que debo darte las gracias?
Diez.
—Claro, evité tu muerte por hipotermia.
Ambos emprendieron el sinuoso camino en dirección al salón del baile, mientras ligeros copos de escarcha caían del frío cielo, sus manos entrelazadas dictaron el inicio del camino hasta el Baile de Invierno, juntos.
N/A:
HEY HEY HEY! Volví!
Casi un mes después, pero volví. En realidad fueron casi que tres semanas, pero ¿Quién lleva la cuenta de todas formas? (Yo)
La verdad no tengo justificación, solo sé que de un día para otro me sentí sobrepasada emocionalmente así que... Paré con todo y simplemente me puse a leer.
Pero ya volví! Y con este PEDAZO de capítulo. Inicialmente, no iba a terminar así, se suponía que el primer beso de Dae y Joff sería en Dragonstone, pero para variar, el momento y los personajes me dictaron que esta no es mi historia sino suya y ¡pam! que escribo un tierno beso en una fría noche de invierno.
No importa, mis niños preciosos se merecen todo el romanticismo del mundo.
En fin!! ¿Qué les pareció el capitulo? La verdad que al inicio lo sentí flojo, pero creo que todo se ve recompensando con el último apartado. El hecho de imaginarme el Jardín de Rhaenys fue un desafío para mí, puesto que no he descripto escenas de lugares en un buen tiempo, pero creo que lo logré. Y sí, esa es la misma banca dónde dos capitulos atrás, Daemon y Laena conversan.
En defensa de Daeron, dijo que quería mantener a sus enemigos cerca, solo que nunca especifico cómo. JAJAJAJAJAJA
¿Les gustó el beso Daeffrey? ¿Se imaginaban algo diferente? ¿Creen que esos dos van a ponerse a andar? ¿Qué tenemos de Myrcella Lannister? ¿Quién es su madre y porqué no Cersei? ¿Jaime como escribano? ¿Alicent siendo desagradable? ¿Daeron y Daemon siendo similares? ¿Dragonstone en una semana? ¿Daeron y Joffrey dando un discurso en conjunto luego de succionarse hasta el alma? ¿Qué no se odiaba este par? ¿Castigo revocado si todo sale en orden? ¿¡Todo saldrá siquiera en orden!?
¡Demasiadas preguntas y muy pocas respuestas!
Espero que lo hayan disfrutado, en verdad. Lo hice con mucho amor para ustedes y para mí, porque ya merecía sanar a mis bebés.
Oh, y no se preocupen por Viserys y Myrcella, el hombre solo quiere ser agradable y conoce a la niña desde que usaba pañales.
Sin más que decir, me despido
¡Nos leemos pronto!
-Iby <3
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