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21.

La carcajada que soltó Rhaena Targaryen-Velaryon luego de visualizar las historias de Instagram de su padre, Daemon Targaryen, asustó a todos los que se encontraban en el bar aquella noche.

"'Cause karma is the thunder
Rattling your ground
Karma's on your scent like a bounty hunter
Karma's gonna track you down
Step by step from town to town
Sweet like justice, karma is a queen..."

La morena se deslizó en su mullido asiento cuando fue consciente de que todas las miradas estaban puestas sobre ella, se levantó el cuello de su polera roja y se acomodó el cubrebocas quirúrgico de color negro que había elegido para la ocasión. Su cabello corto y platinado estaba cubierto por una gorra de lana negra, que le ajustaba lo suficiente como para tener la seguridad de que no se saldría.

Nadie sospecharía (o no de manera inmediata) que se trataba de ella.

Escondida en la mesa de la esquina de un bullicioso bar a las afueras de Duskendale, la menor de las hijas de Laena Velaryon se encontraba huyendo de la prensa (o llamándola a gritos, dependiendo de como lo vieras). Frente a ella yacía una jarra de cerveza de raíz a medio terminar, su única compañía era su teléfono celular, el mismo que le daba constantes actualizaciones sobre sus familiares.

Daemon había subido una historia de instagram con "Karma" de fondo, era una imagen sencilla de él y Joffrey en la sala de la casa, ambos echados en el sillón. Casi parecía que era al azar, sin embargo, en la historia anterior, su padre había compartido una publicación del periódico New York Times acerca de la noticia de que Laena Velaryon no era hija de Rhaenys Targaryen.

Rhaena sabía que estaba mal reírse de las desgracias ajenas, pero no podía evitar la suave sonrisa que se formaba en sus labios cuando reconocía que el karma sí que había llegado por su madre en cuestión de segundos. Un karma que tenía el nombre y apellido de su madrastra.

Siguió deslizando la pantalla media derecha, las demás historias de las personas a quienes seguían (nadie más que su familia y uno que otro amigo del instituto) revelando las actividades de cada una de esas personas.

Jacaerys estaba en el gimnasio, junto con Lucerys. Ambos habían compartido una fotografía en la que sonreía a la cámara, con camisetas de tirantes rojas por igual, sudados con los rizos de ambos aplastados contra sus frentes. Casi podía pensar en que esas historias podrían revolucionar la percepción del mundo acerca de los "rasgos comunes" que compartían sus hermanos, lástima que ambas historias habían sido subidas en el apartado de "Close Friends". Joffrey había subido una imagen distorsionada de telas azules, amarillas y celestes, por lo que supuso que estaba en el instituto al momento del posteo, sus sospechas se vieron confirmadas cuando visualizó en la parte superior de la imagen la etiqueta a la cuenta de instagram de Daeron.

—Disculpe, señorita. — una amable mesera hizo que bajara el celular, enfocó sus ojos negros en ella, vestía un simple conjunto de camiseta blanca, shorts negros y pantimedias del mismo tono, en el corazón traía bordado su nombre en negro, pero no era capaz de enfocar bien para leerlo —Le traigo su bebida.

—Oh. — parpadeó, buscando que los pupilentes se ajusten para ver mejor —Gracias, pero se ha equivocado de mesa.

La mujer sonrió, su cabello pelirrojo envuelto en una coleta alta se movió con ella cuando se acercó unos centímetros. —No lo he hecho. — sonrió pícara, señalando el extremo de la barra, donde un grupo de hombres a los cuales no podía ver bien ¿hablaban? entre sí —Ese caballero de ahí se lo ha enviado, la preparé yo misma así que no le ha puesto nada, puedes tomar la bebida libremente.

—Eh... — sonrió con suavidad, luego quiso golpearse porque debido al tapabocas no se notaba —Gracias, en serio.

La camarera dejó frente suyo una copa alta, con un líquido rojizo matizado hasta el blanco. Reconoció el trago enseguida, sin embargo, no estaba interesada. Solo quería escapar un rato de todos los problemas familiares, beber un rato en soledad y calmarse, sobre todo calmarse.

Terminó su cerveza y abandonó su celular sobre la mesa. No era tan tarde en la noche, apenas iba oscureciendo siendo las 19:00 horas, pero ella ya había estado fuera de casa todo el día; no es que estuviera molesta con Rhaenyra, es solo que no tenía muchas ganas de verla luego de saber que fue ella quien divulgó la paternidad de Corlys. Era una situación algo tensa, no estaba molesta pero... tampoco estaba feliz, no tanto como Baela al menos.

Una parte suya era consciente de que lo había hecho para protegerlas, para que la atención pública se centre en otra cosa (y tal vez, solo tal vez) por venganza a Laena por exponerlas. Pero también estaba consciente de que su madre había soltado la sopa por la misma razón, para proteger a Baela de la prisión y para protegerlas de... algo más. No sabía de qué, pero sabía que había algo más detrás de la noticia acerca de su nacimiento.

También estaba eso, la noticia en sí de que su padre, no era su padre.

No podía decir que no le afectó. La noticia había explotado un sábado y aún estando en miércoles no podía asimilarla por completo, mucho menos con tanto alboroto alrededor. La casa era un desastre; por alguna razón Baela había tomado un rol más activo en Fireblood, Jacaerys estaba estresadísimo por un acuerdo comercial con Wolf, Lucerys andaba abrumado por sus exámenes de la universidad, Joffrey atacaba a matar a cualquiera que insinuara algo sobre su maldito Baile de Invierno y Daemon... Daemon no salía de su habitación.

Todo se había sumido en un espiral del caos desde que su hermana había sido arrestada y con cada día que pasaba el espiral se enredaba más y más. Por una vez, podía coincidir con su padre en algo, Egg era el único normal en esa casa, y eso que tenía cinco años.

Rhaena se caracterizaba por ser (junto con Jace) la más calmada de sus hermanos, aquella que daba un consejo sabio o consolaba cuando era necesario, la que traía calma en medio del caos que siempre significó su familia. El problema era que ahora el caos se cernía sobre ella con una fuerza distinta a lo normal, no podía ejercer su papel como balanza del caos; ni siquiera podía manejar su propio desbalance emocional y mucho menos el de sus hermanos y hermana.

Por esa razón se encontraba en un ruidoso bar-restaurante, en las afueras de Dunskendale, un día miércoles a las 19:00 horas.

Había salido de su casa muy temprano en la mañana, justamente con la intención de pensar con calma las cosas, distraerse un poco y sobre todo, calmarse con respecto a su situación familiar actual.

—¡Hola!

Giró el rostro, puesto que se había quedado mirando la pared junto a ella mientras pensaba en todos los acontecimientos recientes, sus ojos negros (al fin enfocados de nuevo) visualizaron a un joven pelirrojo, vestido con un traje de oficina azul, tenía los ojos del color de la miel, la mirada amable y el cabello ondulado en un corte sencillo que no le cubría las orejas ni la nuca.

El hombre estaba parado frente a ella, los primeros tres botones de su camisa crema, no tenía puesto el saco, pero sus pantalones eran de un azul firme que remarcaban sus rasgos pelirrojos (las pecas ligeras esparcidas sobre sus pómulos, la piel blanca y suave, las pestañas rojizas). Se veía algo tímido, pero por su mirada podía descifrar que era una persona sumamente amable.

Sin embargo, ella lo saludó sin ninguna amabilidad. —Hola.

—¿No te gustó la bebida? — inquirió, desviando la mirada al trago que le había ofrecido la mesera hace unos segundos

—No.

Rhaena se caracterizaba por ser amable con cualquier ser que se le acerque, por lo general, no le gustaba tratar de forma hostil a las personas, ni siquiera a las que les caía mal. Pero hoy era un día que exceptúa toda regla (en general, todo el mes se había sentido así), por lo que se permitió expresar abiertamente su desagrado hacia el extraño pelirrojo.

Creyó que su falta de amabilidad lo harían desistir, sin embargo, el joven misterioso soltó una pequeña risa nerviosa. Se sentó frente a ella sin ningún tipo de consentimiento, pero lo hizo de manera cuidadosa, con bastante respeto. Aun así, ella chasqueó la lengua y desvió la mirada con molestia, en un intento de imitar los gestos desdeñosos de Baela.

—Estaba algo inseguro acerca de qué invitarte, la verdad. — habló con naturalidad —No sabia que tipo de tragos podrían gustarte y si te lo preguntaba el factor sorpresa se perdería.

—Entiendo.

No quería hablarle, a pesar de que su mirada (de nuevo desenfocada) lo había captado apuesto, no estaba de buen humor para nada. Estaba demasiado ofuscada como para siquiera pensar en pasar aunque sea un buen rato con un extraño, necesitaba respirar aire fresco, necesitaba experimentar calma.

—No quiero sonar irrespetuoso... — comenzó a hablar de nuevo, Rhaena desvió la mirada y sus ojos se cruzaron —Pero siento que estás algo triste.

—No es problema tuyo. — cortó, ya comenzaba a impacientarse —Por si no te has dado cuenta, no tengo interés en tí.

—Tienes razón, no es mi problema. — asintió, desviando la mirada —Pero... sé lo que se siente hundirse en problemas que no parecen tener solución. — sus miradas se encontraron esta vez —Y cuando eso me sucede, a veces hablar me funciona. Incluso si soy un completo extraño, creo que eso es hasta mejor. — iba a refutar, pero el joven la interrumpió antes de siquiera comenzar —¿Cuántas posibilidades hay de que nos volvamos a encontrar? No vivo en esta ciudad y a juzgar por tu apariencia, tú tampoco.

Rhaena suspiró pesadamente, no estaba de humor, aún así...

No se conocen de nada y él no la reconoció si confiaba en esa mirada amable y simplona (y podía confiar en ella, algo se lo decía) Aquel joven, ¿siquiera va a saber de quien le hablaba o de qué? No, no lo sabría jamás. Pero seguía siendo una locura, algo que no haría una persona de su posición jamás de los jamases.

Hablar con alguien no podría hacerte tan mal, después de todo, has estado guardando todo desde que estalló. Además, podrías culpar al alcohol que aún no ingieres para no sentirte patética.

Eso... eso tenía sentido.

—No sabes lo que haces. — advirtió —Es una historia muy larga y disfuncional.

Sonrió, grande, brillante y cálido. Algo se removió en su pecho cuando enfocó la mirada, las lentillas ya estaban en su lugar de nuevo, por lo que el rostro se le hizo similar de algún lado, pero Rhaena definitivamente no conocía a nadie pelirrojo. Seguro era por los ojos miel (similares a los de sus hermanos, probablemente) y la piel pálida (no, no similar a sus primos), conocía a muchas personas con esas características.

—Creeme, no quieres hacer una competencia de familias disfuncionales.

—¿Sí? Creo que eres tú quien no quiere hacer esa competencia.

—¿Por qué no querría?

Rhaena sonrió ligeramente, bajando el cubrebocas para sostener el mango de su jarra de cerveza —Porque perderías. — Bebió el contenido de forma lenta —No hay familia más disfuncional que la mía.

—Ok, chica ruda. — el joven tomó el trago que inicialmente le había invitado y bebió un trago corto —Hablemos de familias disfuncionales... Mi padre se casó tres veces, por lo tanto, tengo algunos hermanos de distintas madres.

—Mi padre se casó una sola vez. — dijo Rhaena —Pero lo hizo con quién es como la hija de su hermano, quien a su vez, se casó una vez antes de mi padre, tengo tres hermanos con los que no comparto sangre de su lado.

—Hermanastros.

—No. — conectó sus ojos con cierto enfado —Hermanos.

—Bien, hermanos. — coincidió —¿Tienes nombre, chica ruda?

—Lastimosamente, no soy una chica ruda. — sonrió ligero, levantando la mano para estrecharla —Rhaena.

—Un placer, Reyna. — alcanzó su mano. Ella iba a corregirlo, pero pensó que lo mejor era que piense su nombre mal, después de todo, era más irreconocible. —Mis amigos me dicen Gary.

—¿Ahora somos amigos? — inquirió

—Podemos serlo.

—No, gracias.

Una sonrisa baja se hizo presente en él. —¿Y algo más que amigos? — ofreció

En respuesta, una cruel sonrisa se deslizó por sus labios. —Tampoco.

Se soltaron de las manos, sus ojos no dejaron de seguirse en ningún momento, razón por la cual, toda la conversación tenía un tinte intimo, suave, como si fuera todo y a la vez nada, a Rhaena le gustó esa sensación de calma e informalidad, la hizo sentir segura de alguna forma difícil de explicar.

—Entonces esta conversación no significa nada. — asintió con la cabeza —Bien, Reyna, ¿aún quieres hacer esa competencia?

Una sonrisa aguda fue su respuesta.

...

—Recuérdame, Daemon. — Lucerys gruñó en dirección a su padrastro —¿Por qué estoy aquí?

Daemon, sentado junto a él en los mullidos sillones justo en medio de un amplio vestidor con varias separaciones de tela, soltó un suspiro hastiado. Se giró en su dirección y le habló con voz calmada.

—Porque no quiero sufrir esto solo.

—¿Y yo que tenía que ver?

—Estás insufrible desde que peleaste con el Hightower Gay. — respondió como si fuera obvio —Necesitas relajarte.

—Papá tiene razón. — Joffrey salió de una de las separaciones del vestidor, luciendo un traje color azul —Estás insufrible.

—Cualquiera pensaría que uno está feliz luego de discutir con su novio en una cena familiar. — rodó los ojos

—Pues si tu novio es ese, sí, cualquiera lo pensaría. — contestó Daemon

—¿Quieres hablar sobre parejas? — giró su cabeza con interés —¿Tú?

—Oye, no te pongas a la defensiva.

—Sí, Luke, cálmate. — defendió el menor

—¡Tu ex te expuso en televisión nacional! — le gritó Lucerys, Daemon y Joffrey contuvieron una carcajada —¡Y a tí Myrcella te vendió a las mujeres del internet como carne de ganado! Así que ninguno de ustedes es quien para opinar sobre mi relación.

—Se re ofendía. — soltó Joffrey

—Shhh. — silenció Daemon, aún conteniendo su risa —Déjalo, está sensible.

—¿Y bien? — preguntó Luke, ignorando a los otros dos presentes —¿Te gusta o vas a torturarnos más horas?

Joffrey vestía una camisa de tela suave, de color azul oscuro (él juraba que era Azul Turquí y nadie había querido discutirle) con trazos suaves en amarillo y celeste que simulaban el cuadro de La Noche Estrellada de Van Gogh. La tela hacía un contraste maravilloso con sus rizos oscuros, que ahora mismo estaban sujetados en una coleta baja, dejando solo unos mechones rulientos rebeldes que colaban por su frente y parte de los ojos.

—Me gusta este. — afirmó, mirándose en la enorme pared espejo del pasillo —La tela se siente suave y creo que irá perfecto con mi traje negro. — se dió media vuelta para verse la espalda —¿Qué dices, papá?

Lucerys conocía a Daemon lo suficiente como para saber que había odiado cada momento desde que Joffrey le rogó que lo ayude a conseguir una camisa para el Baile de Invierno. Según el castaño, había encargado la confección especial de una camisa que demuestra el cuadro con la temática del baile de forma sutil, sin embargo, su modista le había llamado para informarle que su taller había sufrido un incendio y todos sus proyectos murieron ahí.

Entonces, el menor de los Strong se vió obligado a buscar por su cuenta una camisa que lo haga sentir satisfecho.

Luke conocía a su padrastro y sabía lo mucho que odiaba comprar ropa, y lo sabía con exactitud porque Jace también lo odiaba, mientras que él y Joffrey habían salido más a su madre y su apego por las compras, por lo que en las salidas familiares de esa índole, Jacaerys y Daemon siempre terminan por abandonarlos en las tiendas para ir a comer algo, alegando que ellos le elijan la ropa.

—Está linda, sí. — contestó el platinado —¿Vas a llevártela? — preguntó con impaciencia

—Hmm, no lo sé. — tarareó —¿Tú qué dices Luke?

—Bueno, te queda bien. — asintió, levantándose de su asiento, ya era la quinta tienda a la que entraban y la veinteava prenda que se probaba su hermano —Pero no sé si irá acorde con un traje negro, tal vez puedas contrastarlo con uno blanco...

—Tienes razón. — admitió Joffrey, se giró hasta encontrar a una dependienta de la tienda, Daemon casi lo regañó puesto que cada que llegaban a una tienda pedían específicamente que nadie los atendiera hasta que lleguen a la caja, pero Lucerys lo retuvo —Disculpe, ¿tiene más modelos similares pero en tonos más suaves?

Lucerys sonrió cuando Joffrey siguió a la mujer por el amplio pasillo hasta el comercio, dónde ella comenzó a mostrarle más camisas con diseños similares. Daemon volvió a lanzarse sobre el sillón con un bufido, vestía unos pantalones de chándal negros, un canguro color bordó y traía el cabello amarrado en un moño suelto que le cubría la mitad de la nuca. Se veía cansado, claro, sumamente cansado, enormes manchas grises cubrían la parte inferior de sus ojos, las gemas amatistas de vez en vez se veían lejanas, como si estuvieran en otro plano que no fuera el mismo, movía su pierna con inquietud y luego miraba a ambos lados, como si estuviera buscando algo.

—Daemon... — cuando lo tomó ligeramente del hombro, este se tensó —¿Estás bien?

El mayor levantó la mirada lentamente, Luke ya sabía la respuesta, tanto la que le iba a dar como la verdadera, sin embargo, no presionó ninguna de ellas. Daemon buscó una pizca de burla en los ojos verdosos, tan parecidos a los de su amada Rhaenyra, pero tan iguales a los de Harwin, y no encontró nada más que infinita bondad. Se vió casi obligado por su sentimentalismo a contestar, pero se guardó sus sentimientos para luego desviar la mirada hacia el suelo.

—Todo bien, Luke. — le revolvió el cabello de forma rápida —Solo algo cansado de estar aquí.

Fue entonces que Joffrey apareció por el pasillo con una enorme sonrisa. —Lo encontré, vámonos.

Lucerys quiso decir algo más, algo así como "Te quiero, Daemon" "Somos una familia, no importa lo que digan los demás" o un simple "Estoy aquí para tí" Sin embargo, ninguna palabra salió de su garganta y se sintió terriblemente mal por no lograr apoyar al hombre que siempre lo apoyó. Con un suspiro pesado, se levantó de su lugar y ambos fueron hasta la caja.

No importa, se dijo así mismo, en otro momento será.

...

Aegon II Targaryen nunca había sido bueno con las disculpas.

Mucho menos si es él quién tiene que disculparse.

Pero había algo en la expresión aburrida de su prima-no-prima que le decía que debía disculparse, incluso si él había hecho lo correcto. Sí, los Targaryen eran personas orgullosas, eso lo sabía de antemano, pero a veces sentía que su propio orgullo era un impedimento para su realización personal.

En buena hora te das cuenta.

A veces, quería maniatar, amordazar y meter a su consciencia (o mejor conocida como su dragoncito del raciocinio) en una habitación insonorizada dentro de su propia mente. A veces, sospechaba que incluso tomando ciertas medidas lo escucharía en su cabeza y la posibilidad lo aterraba.

Durante la emocionante cena, (sí, en realidad el giro de los acontecimientos era bastante predecible teniendo en cuenta que las "facciones" de su familia eran muy diferentes entre sí) le tocó sentarse bastante cerca de su prima y anterior mejor amiga, Baela Targaryen, o como los medios comenzaban a llamarla, Baela Velaryon. Pero ese no era el dato importante, sino el hecho de que durante el desastre provocado inicialmente por Joffrey y Daeron (esos adolescentes tenían planes maquiavélicos, él lo sabía) se encontró a sí mismo buscando la mirada de Baela, su apoyo, su risa y su antigua complicidad.

No sabe si fue en ese momento en el que descubrió que debería de dar el primer paso para recomponer lo que la mala vida rompió, pero ahora que tenía otras piezas del rompecabezas, todo tenía sentido para Aegon. En el juicio habían dicho que Baela conocía la verdad sobre su padre desde hace cinco años, periodo que coincide con la rebelde adolescencia de ambos y el comienzo de su turbulenta relación con el alcohol y las drogas.

Muy bien, sabes contar con los dedos.

De todas formas, alguien tenía que limpiar los platos rotos (y en caso de él conseguir unos nuevos exactamente iguales para hacerlos pasar por los anteriores) así que aquí estaban, o mejor dicho, aquí estaba él. En la casa de la familia Targaryen-Arryn, sentado en una pequeña mesa de café fusionada con la pared de la sala, con vistas al jardín delantero de la casa, a las plantas que en su momento fueron orquídeas, pero que con el frío se cerraron.

Frente a él y en pleno silencio, su prima Baela vestía unos pantalones de algodón blanco y una camiseta negra tres tallas más grandes, la cual contrastaba con su cabello morado oscuro, rizado y corto. Los rizos le caían por la frente con naturalidad y el cabello ya comenzaba a alargarse lo suficiente como para parecer un peinado tazón mal formado, cubriendo ya gran parte de las orejas y llegando hasta los hombros.

Ambos tenían una taza de café frente a ellos, pero ninguno había tocado siquiera su taza y ninguno se atrevía a hablar o a mirarse concretamente.

Vamos, usa tu extroversión.

—¿Dónde te teñiste?

Baela levantó la mirada, luego la desvió. —Dónde siempre, ya sabes.

—Madame ha hecho un excelente trabajo, — se inclinó hacia delante para captar un mechón entre sus dedos y examinarlo —me gusta la combinación del negro y las líneas moradas. Se ven bien en tí.

—Oh, gracias. — susurró con una sonrisa —¿Qué tal va la orquesta?

Aegon sonrió orgulloso, le encantaba hablar de su música y por fin había un tema de conversación en el cual no tendrían silencios incómodos. Le aliviaba y alegraba en partes iguales que Baela aún recuerda esos detalles importantes, esos temas que los hacían hablar por horas y horas, de los cuales nunca se cansaban y siempre terminaban con sonrisas en la cara.

Tal vez por eso eran tan cercanos, tal vez por eso se entendían tan bien, tal vez por eso su sangre ardía con cada travesura que cometían. Eran sangre de dragón, digan lo que digan esos papeles, nada cambiaría que ambos se criaron como dragones y ambos eran dragones.

—Bien, ¿sabes? A Dorian se le rompieron los dedos cuando su madre se los cerró por la puerta del coche por accidente... — la morena hizo un gesto de dolor en el rostro —Sí, ha sido una osadia, ¿sabes lo horrible que es quedarse sin chelista en esta época del año? Sin mencionar que iremos a Dragonstone por dos semanas...

Los minutos de conversación se convirtieron en horas de risas y anécdotas. No quedaba nada de las tazas de café y los bizcochuelos dulces que anteriormente rebosaban en la pequeña mesa del compartimiento, en cambio, había migas y pequeñas gotas de café dulce derramado.

El corazón de Aegon se comprimió de alegría sin que se dé cuenta, antes de siquiera pensar en que era un buen momento, ya estaba riendo y derramando su café por la nariz ante los comentarios de Baela, quien al ver esto se echó a reír con tanta fuerza que casí tumbó las tazas de café de la mesa.

Así se siente estar en casa.

No, en realidad, así se sentía volver a casa. 


N/A: 

HE VUELTOOOOO! 

Buenas, con permiso, sí, sí, he llegado para actualizar un fanfic con *se aclara la garganta* ¡¡25.200 visualizaciones!! 

La verdad no puedo creer que Fucking Hightower esté por igualar en vistas a mi fanfic  más leído, cuyo nombre es Cupidiotas, pertenece al fandom de Naruto y fue publicado en el año 2020. Simplemente, impensable. 

Les agradezco las vistas y todos los comentarios bonitos que siempre me dejan, tienen que saber que me llena el corazón saber que hay personitas detrás de la pantalla a las cuales les gusta este fanfic tanto como a mí. Me da mucha risa todas sus teorias y adoro ver como quedan impactados cuando les spoileo por tiktok AJAJAJAJAJA 

Pero ya, vayamos a lo que nos compete. 

El capitulo de hoy es algo monótono y corto. Han pasado cosas interesantes, pero vendrán más, el próximo capitulo veremos el Baile de Invierno y solo les adelanto que se vayan preparando (por si las dudas) para ver caos, porque la combinación de Daeron Targaryen y Joffrey Strong puede salir o muy bien o muy mal. 

En cuanto a Rhaena, no les diré nada, solo les avisaré que es un personaje canon, no un personaje original y que hay grandes posibilidades de que siga apareciendo en el fanfic, solo para que darle el golpe de gracia a Daemon. Siento que es tremendamente obvio de quien se trata, pero no diré nada porque aquí hay personas que no se han leído los libros (me incluyo). 

DAEMON SE ESTÁ HACIENDO SWTIEEEEEEEEEE AJAJAJAJAJAJAJA

En realidad me hizo mucha gracia, siento que es algo que Daemon haría, eso de poner indirectas en internet, más aún si es para Laena porque, ajá, #daemondramaqueentargaryen y pienso que es hermoso, nadie te juzga, Daemon, todos haríamos lo mismo en tu lugar. 

La escena de Lucerys y Daemon, aunque parece tonta, era necesaria. Voy a sacar un capitulo aparte sobre la infancia de Daemon y gran parte de lo que es como persona en la actualidad del fanfic se debe a eso, así que esperen mucho porque se me hace que ese será un capitulo largo. 

Y finalmente tenemos la reconciliación de Baela y Aegon, algo que también quiero retratar aparte es su pelea, aunque no estoy segura si lo haré en un capitulo común o tendrán su apartado mientras suena The Great War de fondo JAJAJAJA, ya veremos dice el ciego. 

Eso es todo por hoy!! Teorías, ¿que pasará en el baile? ¿será desastroso? ¿será la noche estrellada o la noche de las estrellas estrelladas? JAJAJAJA yo solita me rio de mis chistes, pidoperdon. 

Nos leemos luego!!

-Iby <3

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