20.
Helaena Targaryen solía pensar que sus sueños y deja vúes eran una señal del universo.
Pensaba que todas esas señales que venían a ella de forma espontánea eran la razón por la cual se consideraba la más cuerda de sus hermanos, en gran parte. Aegon era artista, así que no podía ser muy cuerdo, Aemond se acercaba, pero en realidad todo dependía de sus inesperadas emociones, y Daeron era demasiado mecha corta como para considerarse cuerdo en varios asuntos.
—¡Y entonces simplemente dijo que Jahaerys había mandado matar a Rhaena! — refunfuñó Daeron, desde su sala de estar —¡Es tan estupido! ¡Lo odio tanto!
Y tal vez lo era, porque al momentos que oyó esa frase por parte de su hermano menor, una sensación de nostalgia se adueñó de ella. Cómo si la imagen de ella mirándose en el espejo mientras Daeron se quejaba de Joffrey era algo que ya había pasado antes.
Esto ya ha pasado, pensó entonces, el sentimiento extraño invadiendo y dejándola congelada, Aegon va carcajearse y luego va insinuar algo.
¿Por qué ahora? ¿Por qué sentía eso en este momento?
Se sentía extraña, aunque en realidad ya estaba acostumbrada a ese sentimiento. Su cuerpo temblaba ligeramente, pero al mismo no tiempo no podía moverse, una sensación de reconocimiento se arrastraba desde su pecho hasta su estómago, dónde un nudo fuerte la mantenía atada al presente.
Extraño. Extraño. Extraño.
¿Por qué? ¿Por qué ahora?
Porque fue la calma antes de la tormenta, antes de que Aemond joda la cena familiar.
—¿Qué? — murmuró ante ese último pensamiento, aún pasmada frente a su espejo.
Aegon, también en la sala de estar de la habitación de su hermana, soltó un suspiro cargado de una risa que no dejó salir. Tal vez porque recibió una mala mirada por parte de Daeron.
Bueno, no se carcajeó, suspiró con cierto alivio.
—Hablas demasiado de Joffrey. — señaló el mayor, tras unos segundos.
—Porque lo odio mucho. — gruñó Daeron
El sentimiento momentáneo desapareció entonces, y fue suficiente para calmarla.
La rubia se encontraba en su alcoba, poniéndose con lentitud el vestido que utilizaría para la cena que se celebraría en la mansión de su padre, la misma que quedaba en un barrio privado algo alejado que el de su hermana mayor.
—Uy, sí, sí... — esta vez sí soltó una larga carcajada —Y yo nací ayer, niño.
—Bueno, eso explicaría lo estupido.
—¡Ey! ¡Respeta a tus mayores!
Helaena, aún desde su vestidor, soltó una suave risa. El vestido cuyo cierre aún no lograba cerrar era de un verde olivo, escote ligeramente en corazón, con una pequeña curvatura en "v" al final, era ceñido en la parte del torso y las mangas caían en capas finas de olivo como si se tratase de una camiseta. La falda era suave y estilizada, con dos capas de tela que caían de forma libre hasta sus tobillos.
El vestido era suave y no tan elegante como para una cena familiar. Se sentía cómoda y la hacía sentir bonita, el verde olivo resaltaba su piel pálida y sus rasgos albinos, por lo que le gustaba la forma en la que se ajustaba a su curvilínea figura.
—Mira, — Aemond se metió en la conversación —no estamos insinuando nada, solo señalamos que hablas demasiado de Joffrey últimamente.
—¿¡Y eso qué!?
—Pues por lo general uno tiende a evitar hablar de las personas que detesta.
—Vete a la mierda, Aemond.
—Esa boca. — regañó el mencionado —¿Con esa boca besas a Joffrey?
—¡¿Qué parte de que lo odio con cada fibra de mi ser no entienden?! — las carcajadas en conjunto que soltaron Aemond y Aegon solo lograron que Daeron se enfade más —¡¿En serio no les cabe en la cabeza?! ¡¡Joffrey Strong es mi castigo personal de los dioses, fue enviado para hacerme la vida imposible!!
—Ya, ya. — Aegon se estaba quedando sin aire —Te entendí, te entendí.
—¿Acabas de decir que fue enviado pura y exclusivamente para hacerte la vida imposible? — inquirió Aemond —¿A tí y solo a tí?
—¡Tú, maldito...!
Cuando Helaena salió de su vestidor, se encontró con Daeron tomando a Aemond por el cuello de la camisa, mientras este se reía abiertamente del menor. Aegon, por su parte, estaba echado entre sus sillones de su sala de estar, arrugando su camisa y desordenando su cabello en el proceso, sosteniéndose el estómago mientras se reía a carcajada limpia sin parar.
—Chicos, ya dejen de molestar a Dae. — los mayores guardaron silencio, Daeron sonrió altanero, pero luego una suave sonrisa se deslizó sobre los labios pintados en rosa de la única mujer presente —¿Que no ven que está nervioso por presentar a Joff con nuestros padres?
—¡Helaena!
Aegon se rió con más fuerza, cayendo deliberadamente al suelo en su ataque de risa y Aemond lo imitó, manteniéndose sentado en el sillón contiguo al de su hermano. Para este punto el menor de los Targaryen tenía la cara roja de vergüenza, el cabello platinado desordenado por estarlo jalando y un adorable puchero en sus labios.
—Perdón, Dae. — la mayor le revolvió el cabello y luego le besó la mejilla —Sabes que es una broma inocente.
—Además, no tendría nada de malo. — continuó Aemond, luego de calmarse —Los Strong no son feos, creéme.
—¡Guacala! — gritó Daeron —No quiero saber que haces por ahí con Lucerys.
—Lo decía objetivamente hablando.
—Mond tiene razón. — siguió ella —Jace es guapo, al igual que Luke. Joffrey seguirá el mismo camino cuando crezca más, ya verás.
—¡Ustedes tuvieron relaciones con ellos! ¡Así que no cuentan! — se quejó Daeron —El único aquí que no tiene nada que ver con ellos es Aegon.
El mencionado se puso rígido en el suelo, se levantó de un salto, sentándose en el sillón y con un movimiento de mano se llevó todo el cabello platinado para atrás. —Yo no me meto en estos asuntos.
—¡Tú eres el único que no se ha enrollado con un Strong! — acusó el menor —Eres el único que puede ser objetivo aquí.
—Bueno... yo... — de repente las mejillas se le pusieron de un furioso rojo —Bueno...
Aemond entrecerró los ojos, escaneando con la mirada al mayor, Helaena por su parte, sonrió de manera burlona ante el nerviosismo de su hermano. Era algo obvio que se pasaba de miradas con Jace a veces, aunque lo que ella desconocía era el trasfondo de esas miradas, por lo que asumió que le parecía guapo.
No le molestaba en lo absoluto, cualquiera que tuviera ojos se daría cuenta de que tanto Luke como Jace tienen buena apariencia.
Desde la musculatura naturalmente gruesa, el cabello castaño rizado y suave, la piel blanca que se tostaba con el Sol, la calidez de la grandeza de sus manos y esas personalidades cordiales, educadas y calmadas. Sin mencionar los ojos y la belleza que tenían al hablar con ese tono de voz grave, tranquilo y animado.
De manera objetiva, tanto Jacaerys como Lucerys eran guapos. Joffrey probablemente seguirá la misma línea porque la genética lo respalda; Harwin y Rhaenyra no son personas feas, por lo que sus hijos tampoco lo serán.
¿Que a su hermano mayor le parezca guapo su ex novio era un problema para ella? No. ¿Le daba celos pensar que pudiese intentar algo con Jace? No. ¿Se sentía insegura acerca de esa situación? Tampoco.
Después de todo, Jace es guapo, demasiado.
Tal vez no se dé cuenta del efecto que tiene en las personas por estar siempre tan centrado en el trabajo y el estudio, pero Helaena sí que conoce a más de una amiga suya que se ha quedado babeando cuando lo vé. Luke, en cambio, sí que se ha dado cuenta de ese detalle en las personas de su entorno, y con el tiempo ha aprendido a usarlo a su completo favor.
Pero ambos hermanos tenían una buena genética, incluso ella lo admitía. ¿Qué le impedía a las demás personas con ojos funcionales darse cuenta de ello? Exacto, nada.
—Los Strong son guapos. — dijo tras unos segundos de tartamudeo —Lo siento, Dae. Nadie te culpará por caer por Joffrey.
Se trata de Aegon, su hermano mayor, aquel que siempre la cuidó y protegió, su dúo, su otra mitad, su compañero más leal y aquel con el que siempre contaba. Él jamás la traicionaría de ninguna forma y si lo hiciera, estaba segura de que la primera en enterarse de lo sucedido por su boca sería ella.
Confiaba en él.
—¡Qué yo no estoy cayendo por él! — gritó Daeron —¡Lo odio con todas mis fuerzas! ¡Jamás caería por él!
Los tres mayores compartieron miradas significativas y luego soltaron una carcajada uniforme para la disconformidad del menor. Continuaron riendo hasta que la ama de llaves tocó la puerta de la habitación, anunciando que su madre requería de su presencia en el lobby.
...
Alicent Hightower es una mujer bastante devota.
Y su hogar, por lo tanto, era un hogar lleno de fé hacia los Siete, los dioses que siempre proveen cuando todo parece ir mal. En la mansión Targaryen, antes de cada comida, acostarse y al despertarse siempre rezaban una oración a la Fé de los Siete, como símbolo de familia devota y conservadora que eran.
—¿Tenemos que repetir esa porquería? — murmuró el último Strong a su padrastro —¡Jace, auch!
Estaba claro que en la casucha en la que vivían Daemon y los hijos de Rhaenyra no era igual.
Jacaerys le dirigió una frívola mirada a su hermano menor, quien al instante juntó sus manos e intentó imitar la oración que Alicent dirigía. Daemon, el muy bastardo, había soltado una risa entre dientes, pero también pareció calmarse cuando Rhaenyra le dirigió una mirada calcada a la de su hijo mayor.
Alicent fingió no escuchar ni ver como su hijo mayor, Aegon, reprimía una carcajada contra sus manos juntas, también fingió que no veía como su Aemond se pasaba de miraditas con Lucerys, ambos sentados uno junto al otro en una esquina de la larga mesa, y sobretodo, fingió no ver como Daeron hacía pucheros en dirección a Helaena, quien parecía sumamente divertida con algo que no entendía.
—Amén. — culminó Alicent, todos replicaron la palabra —Bien, podemos comenzar.
—Gracias por la comida, Alicent. — sonrió Rhaenyra con educación, sentada justo frente a ella —Estoy muy contenta de compartir esta cena con mis hermanos, su madre y nuestro padre.
En el centro de la mesa se encontraban sentados Viserys y a su derecha, Alicent. Junto a ella, Helaena sonreía amablemente, Daeron, junto a Helaena, hacía muecas en dirección a Aemond, quien estaba justo a su frente al lado de Lucerys. Justo al lado de Viserys, hacia la izquierda, Aegon bebía el agua en su copa de manera calmada, junto a él, Rhaena miraba con interés a su hermana, quien también estaba sentada a su frente. Del otro lado de la mesa y también en el centro, Daemon y Rhaenyra se susurraban entre sí mientras contenían risitas.
Del lado izquierdo, el de Rhaenyra, estaban sentados Jacaerys y luego Joffrey, ambos mirando con mucha atención las bandejas llenas de comida frente a ellos. Del lado derecho, el de Daemon, Aegon III se mostraba serio, hablando con su (no) hermana mayor, Baela. Aemond y Lucerys compartían la punta de la mesa, justo en medio de Joffrey y Daeron.
Alicent estaba algo contrariada. No mucho, en realidad.
Viserys, junto a ella, sostenía su mano con dulzura mientras miraba feliz como toda la familia Targaryen estaba reunida. Una parte suya estaba demasiado feliz por su marido, pero la otra se encontraba enormemente disgustada de tener a toda la prole de Rhaenyra en su casa.
Particularmente no tenía nada en contra de sus tres hijos mayores.
Pero Jacaerys había sido una muy mala influencia para Helaena cuando salieron; salían a reuniones de amigos todo el tiempo, a caminar, a comer, a bailar, a ver teatro, cine, danza, entre más cosas. Casi que parecía que el castaño quería a su adorada hija todo el tiempo posible fuera de casa, lo cual la molestaba en exceso, puesto que si Helaena no estaba a su lado, no podía controlar sus actos ni sus apariciones públicas.
Sin mencionar que ese bastardo y su madre le quitaba el derecho de nacimiento a Aegon.
Aunque, nuevamente, no tenía nada en contra de esos tres.
Pero Lucerys era una calca perfecta de su madre. Utilizaba todos sus encantos para conseguir lo que quería sin siquiera pestañear, doblegando a todos a su voluntad con una simple sonrisa. También había guiado a su buen Aemond al camino del pecado, de la inmoralidad y la lujuria, separándolo de la fé que ella le había inculcado a su hijo con tanto amor.
Sin mencionar que ahora Aemond ya no iba a rezar con ella al Septo todos los domingos, hacía apariciones públicas con la prole de Rhaenyra y era el perro faldero de la misma en Fireblood.
Sin embargo, la Madre profesaba el perdón, así que ella, como buena creyente, perdona a Aemond por dejarse llevar por Lucerys por el camino incorrecto. Aún trabajaba en perdonar a Luke, después de todo, no es su culpa ser criado de esa forma.
No, no tenía nada en contra de esos tres.
Pero Joffrey había golpeado a Daeron en el instituto. La habían mandado llamar solo para encontrarse con el desvergonzado de Daemon defendiendo a ese engendro que ni siquiera era suyo. El chico era una copia exacta del Príncipe Canalla y le ponía los pelos de punta el pensar que su bebé tenía que compartir espacio, ambiente y materias con ese bastardo canalla que no tenía de bueno ni la cara.
Todos los días le rezaba a la Anciana para que le diera la sabiduría para afrontar la situación y al Padre por justicia divina, que su pequeño no se deje influenciar por el castaño.
No, Alicent no odiaba a los hijos de Harwin y Rhaenyra.
Pero definitivamente los chicos Strong no eran santos de su devoción. Los quería más que alejados de sus dulces y bonitos hijos, pero entendía que uno no siempre podía tenerlo todo.
—El placer es nuestro, Rhaenyra. — contestó con una sonrisa tensa —Siempre es un honor recibirte a tí y a toda tu familia.
Una sonrisa de medio lado, sarcástica por parte de Daemon y un asentimiento tranquilo acompañado de una sonrisa suave fue su respuesta. Por el costado, visualizó como Aemond y Lucerys compartían miradas llenas de significado oculto, uno que no entendía pero que sabía que se trataba de ella.
La bilis subió rápidamente por su garganta, la contuvo con un largo trago a su copa de vino. Con una seña, su mayordomo le volvió a servir la copa hasta el tope y nuevamente le dió un sorbo, solo para opacar el sabor a vómito.
Voy a necesitar mucho vino para sobrevivir a esto.
...
Daemon Targaryen quería reír.
Había muy pocas veces en las que Daemon Targaryen, el nombrado Príncipe Canalla, tenía ganas de reírse por algo. Y con reírse, nos referimos a reírse por gracia genuina, no por ser un sádico irónico sarcástico.
Alicent lucía un vestido verde musgo de mangas largas y cuello alto, tenía la falda larga hasta los tobillos y amplia. Tal vez el diseño era bueno, pero el vestido tenía un gran defecto, los cuales eran los grandes lunares rojos que estaban regados por toda la tela.
A su criterio, su amada cuñada se veía como un flacucho-culo-plano árbol de navidad. No ayudaba la delicada diadema en forma de estrella dorada que se posaba sobre el cabello castaño rojizo recogido en un moño elegante. Sí, definitivamente era un árbol de navidad desnutrido.
—Si te ries. — susurró Rhaenyra, escondiendo sus palabras con su copa de vino —No serás bienvenido en nuestra habitación esta noche.
Daemon contuvo la carcajada que amenazaba con salir de su garganta con una mueca en la cara. Frunció los labios como si fuera a besar a alguien y achicó los ojos para ocultar las arrugas de la diversión en sus esquinas. Falló estrepitosamente cuando Rhaenyra lo pateó por debajo de la mesa; soltó una pequeña risa que ocultó rápidamente con un bocado de carne asada.
La cena había sido servida hace apenas unos minutos, tras la interminable oración iniciada por el flacucho-culo-plano árbol de navidad, los mozos pasaron a servir en cada plato un jugoso pedazo de carne, vacuna o de cordero a elección. Tras rellenar las copas de vino de cada integrante mayor de edad en la familia los mismos se retiraron por petición del mismo Viserys.
Un suave tintineo atrajo la atención de todos. Viserys sostenía su copa carcasa de vino en dirección a todos en la mesa, se paró con movimientos lentos, llevaba puestos unos pantalones negros a juego con una camisa rojo sangre, su cabello platinado en el cual ya podían deslumbrar algunas canas que pasaban desapercibidas estaba peinado ligeramente hacia atrás. Sonreía, como no, aquella sonrisa suave y bonachona que siempre lo caracterizó, el corazón de Daemon se calentó ligeramente ante la imagen tan viva y alegre de su hermano mayor.
—Quiero hacer un brindis. — sus ojos violeta se suavizaron mientras las palabras se deslizaban por su boca —Por mi hermosa familia; sé que hemos estado algo distanciados últimamente, no ha sido nuestra mejor época. Sin embargo, el tenerlos a todos ustedes aquí reunidos hace que el corazón de este viejo se conmueva intensamente. Aún recuerdo cuando mis sobrinas, Baela y Rhaena — las mencionadas intercambiaron miradas —apenas habían vuelto de Driftmark, cuando vivieron una temporada aquí en esta mansión, que luego de su partida se sintió ligeramente vacía. En aquellos tiempos este aburrido lugar estaba lleno de risas, mis adorados hijos por fin conocieron cómo se debe a sus primas y cada día rompían una parte diferente de esta mansión. — soltó una risa suave, sus ojos estaban lejanos, recordando las muecas inocentes de los entonces niños de cabello platinado —Un brindis, — levantó de nuevo su copa, bajando la mirada hasta su hermano menor, Viserys lo miró con los ojos amatistas conmovidos, llenos de lágrimas por salir y recuerdos que sangraban felicidad —por Rhaena y Baela Targaryen, amadas hijas de mi hermano, apreciadas primas de mis hijos y adoradas sobrinas mías. ¡Salud!
Daemon no sabía donde meter su cara para ocultar las pequeñas lágrimas que se formaron en sus ojos. Atinó a dejar que su esposa lo tome de la mano por sobre la mesa, sosteniendo en alto su copa con la otra en un vago intento de romper en significativo contacto visual con su hermano.
Recordaba a la perfección la época de la que hablaba Viserys. Se trataba de un tiempo después de que él había vuelto de su formación en la milicia, cuando recuperó la tenencia de las gemelas. En ese entonces, Aegon, Helaena y Aemond eran sus únicos sobrinos. Aegon contaba con 5 años, Helaena con 3 y Aemond con apenas un año de vida, mientras que las revoltosas gemelas ya iban a cumplir 5 años, siendo ellas menores que Aegon por tan solo unos meses.
Daemon había buscado primeramente vivir en una casa de alquiler, sin embargo, Viserys se interpuso, alegando que las niñas se quedarían solas la mayor parte de tiempo por su trabajo, mientras que sus hijos contaban con niñeras y podrían compartirlas, sin mencionar que los lazos familiares se afianzarían. Aceptó, y terminó viviendo con su hermano durante siete años, hasta que se casó con Rhaenyra y fueron a vivir todos juntos en su residencia actual.
Su hermano mayor tenía razón; cada día que llegaba a la mansión sus niñas le contaban sobre una aventura nueva, mientras que la estricta niñera que Alicent había contratado para Aegon (y la misma que era la encargada de cuidar a las gemelas) lo apartada después de la cena para informarle sobre las travesuras que habían cometido las niñas en compañía de su primo.
Helaena era más afín a Rhaena, mientras que Aegon y Baela eran como uña y mugre. Donde uno había puesto la mirada, la otra había puesto la flecha. Eran terribles, tanto en la escuela como en la mansión, siempre corriendo y gritando por todas partes, peleando entre ellos, yendo a los golpes para que luego ambos vayan llorando con sus padres acusandose mutuamente. Rhaena era más tranquila, por lo general se llevaba mejor con Helaena, ambas solían sentarse en alguna de las espaciosas habitaciones de la mansión a jugar con sus Barbies, solían bailar, peinarse el cabello y jugar juegos "para niñas" en palabras de Alicent, aunque siempre que Aegon y Baela tramaban algo, de alguna u otra forma las otras dos se veían involucradas.
En cuanto a Aemond, siempre había sido retraído. Solía llevarse con Rhaena, puesto que consideraba que Aegon y Baela eran unos sucios que solo ensuciaban todo lo que tocaban con sus manos llenas de barro y sudor. Daemon podía reconocer la influencia de Alicent en cada comentario ponzoñoso del niño, pero no podía hacer mucho, puesto que era el único de los niños que no tenía niñera al ser el "nene de mamá" que siempre andaba tras sus faldas.
Sin embargo, cuando Alicent quedó embarazada por cuarta y última vez, Aemond tuvo una niñera que lo seguía a todas partes al día siguiente de que la pelirroja se enterase de que estaba encinta. Fue así que logró convivir más con sus hermanos y primas, haciéndose, con el tiempo, gran amigo de Baela, contra todo pronóstico, siendo la gemela con la que mejor se llevaba.
Daemon recordaba esos días con el corazón palpitante y la mirada cálida; sus dulces y terribles gemelas eran tan pequeñas e inocentes, ajenas a todo el escándalo que las rodeaba por ser hijas de sus padres. Eran felices en esa enorme mansión, ambas jugando y compartiendo lazos fuertes con su sangre, con su verdadera familia que siempre las contuvo con todo el cariño que podían dar.
Hay días, muy pocos, en los que Daemon Targaryen extraña vivir con la familia de su hermano. Extraña las travesuras de Aegon y Baela, extraña los bailes en las cenas de Helaena y Rhaena, extraña los balbuceos del bebé Daeron, extraña la mirada inquieta de Aemond, extraña ver y abrazar a su hermano todos los días, sus largas charlas luego de las cenas que compartían, o el desayuno que tomaban juntos en la galería con miras al jardín, pero sobre todas las cosas, extraña hacerle la vida imposible a Alicent Hightower.
Una sonrisa suave se extendió por su rostro ante los recuerdos que inundaban su mente, ante la sensación de sentirse protegido por su hermano mayor, ante el sentimiento de pertenencia de sus hijas a su familia.
Sí, qué buenos tiempos eran aquellos.
—Gracias, Vis. — murmuró con cariño
—También quiero hacer un brindis. — Baela sorprendió a todos desde su punta de la mesa, parándose en toda su altura para levantar su copa de vino —Por mi familia. — cruzó miradas con Jace de forma momentánea —Por mi verdadera familia. ¡A su salud!
Daemon sonrió complacido, todos levantaron sus copas sonriendo, repitiendo "Salud", el mismo Aegon III había levantado su copa, que contenía tan solo un jugo de arándanos. La mano que Rhaenyra sostenía se sentía tan cálida como su corazón, el cual no dejaba de latir con fuerza en su pecho. Se sentía feliz, tan feliz que pasó desapercibido como Alicent se removió incómoda en su lugar ante las palabras de Baela.
—He estado pensando... — admitió Daemon, captando la atención de todos
—Oh, qué gusto me da saber que sabes pensar, tío. — se burló Aemond con una sonrisa torcida, el mayor supo de inmediato que Lucerys lo pateó por debajo de la mesa porque... —¡Auch! — murmuró, dirigiendo una mirada a su novio
—Oh, qué gusto me da saber que sabes escuchar, sobrino. — devolvió, dirigiendo una mirada al menor, el agarre de su esposa se apretó —Como iba diciendo... todos están conscientes de que el cumpleaños de mi hijo Joffrey se acerca. Está estipulada una celebración en Dragonstone, como de costumbre, todos están invitados al evento. — todos asintieron ante las palabras de Daemon —Sin embargo, como es de público conocimiento, estos últimos días han sido una odisea en cuanto al público en general. Pensé que, en vista de que el cumpleaños de Joffrey se celebrará en Dragonstone, así también como tradicionalmente la navidad, podríamos ya quedar en la isla hasta la fecha festiva.
En la mesa se hizo un silencio espeso. Alicent se removió bastante incómoda ante la idea de compartir no sólo la cena de navidad, sino dos semanas con la familia de Daemon, mientras que Viserys sonreía como si le hubiesen dado la mejor noticia del mundo. Aegon, el mayor, se notaba tenso, más aún cuando cruzó miradas con una estoica Baela. Helaena, codeó a Daeron, quien le devolvió el codazo cuando vió las platinadas cejas de su hermana levantadas en dirección a Joffrey, quien a su vez, se mostraba horrorizado por compartir dos semanas enteras con los Hightower.
—Eso suena espectacular, hermano. — Viserys rompió el silencio, el agarre de Alicent en su mano tembló —Haremos las maletas esta semana, nos darán los detalles sobre la celebración de Joff pronto, ¿verdad?
Jace empujó levemente a su hermano, quien, estupefacto, dejó de mirar a su padrastro para mirar a su abuelo-tio. Sonrió de forma tensa, cuadrando los hombros y llevando su copa de Coca-Cola a la boca, solo para tragar el nudo en su garganta.
—Hmm, sí. — jugueteó con la copa —Es una fiesta de disfraces, nada espectacular. — desvió la mirada —He invitado a algunos amigos del instituto, ya saben. Pero ellos solo se quedarán en la isla esa noche, luego ya deben de volver, después de todo, ellos viajarán con sus familias al exterior.
—¿Cualquier disfraz es bienvenido? — inquirió Aegon II, intentando romper el hielo junto a su padre —Quiero decir, no queremos que el disfraz del cumpleañero se repita.
—Oh. — Joffrey torció su boca en un gesto de desagrado, a la par, Rhaenyra y Jacaerys lo patearon por debajo de la mesa para que parara. Él lo hizo ni bien sintió dolor en sus piernas. —Bueno, mi disfraz es algo tonto, la verdad. Pero me disfrazaré de Spiderman, o bueno, esa es la idea.
—Eso es genial. — animó Aemond, la persona menos favorita de Joffrey —¿El Spiderman de Tom Holland?
—No. — cortó —El de Andrew.
—Faltaría nada más una Gwen Stacy. — Aemond sonrió con malicia en dirección a su hermano menor —Oh, si tan solo existiera alguien dispuesto a...
—Cállate, Aemond. — gruñó Daeron, rojo de la vergüenza —A ti nadie te anda molestando cuando metes a Luke a la casa a escondidas.
Alicent automáticamente se atragantó con el pedazo de carne que estaba ingiriendo, Viserys se apresuró a golpear suavemente su espalda, intentando calmarla. Pero la castaña ya le había soltado de la mano, tosía con fuerza mientras se llevaba ambas manos al pecho.
—¡Daeron! — regañó Helaena, codeando nuevamente —No digas tonterías, Mond y Luke llevan una relación seria, eso de meterse a escondidas en las casas lo dejaron en la adolescencia.
Alicent tosió con más fuerza, pero finalmente tragó —¿¡Qué!?
...
Ni Judas fue tan traicionero, pensó Joffrey.
Sinceramente, se lo esperaba de Daeron. Aunque según su criterio, todos en la familia conocían la extraña tendencia a salir con los (no) tíos, el saber que la tia-abuela Alicent no conocía sobre la relación de Aemond y Lucerys fue algo que disfrutó.
Pero no se esperaba que en un arranque de nostalgia, su padrastro invitara a todos los Hightower no solo a su cumpleaños, sino a la escapada familiar que Luke y él llevaban planeando minuciosamente con Daemon. Eso fue bajo. Pero más bajas fueron las palabras de Helaena, que terminaron por hundir a la pareja que yacía en la punta de la mesa.
—Oh, locuras de adolescentes, Ali. — Viserys sonreía, una mano en la espalda de su esposa dando suaves vueltas y la otra agitándose en el aire, restando importancia al asunto —No te estreses, Mond y Luke siempre se llevaron bien después de todo, y los veo muy felices juntos. Además, Nyra y yo tenemos la situación controlada.
—¿¡Tú lo sabías!? — tanto Daemon como Alicent gritaron a la par —¿¡Y no me lo dijiste!?
—Cariño, no comiences de nuevo. — murmuró Rhaenyra
Joffrey veía con cierta cautela como la cena daba un giro de 180, y aunque no le gustaba la idea, tenía que ser él quien salve el día con un tema trivial. Teniendo en cuenta que Rhaena estaba demasiado ocupada mirando su celular, Baela y Aegon compartían miradas rancias, Helaena se concentraba en que un receloso Daeron no metiera más la pata y Jacaerys intentaba calmar a Daemon junto a su madre. Los restantes en la mesa se reducían a un niño de cinco años que comía de manera perfecta sin inmutarse y dos jóvenes que no sabía donde mirar sin sonrojarse.
—He estado pensando... — interrumpió la linea del caos drasticamente —Acerca de que...
—¿Tu pésimo gusto para elegir colores de manteles?
Joffrey quiso elegir el camino de la paz. Daeron se lo impidió.
Bueno, nadie puede decir que no lo intenté.
—Elegimos tu jodido Azul Turquí, así que cierra la boca.
—Joffrey Strong no le hables así a tu tío. — regañó Rhaenyra
—No te preocupes, Nyra. — sonrió Daeron, para este punto, Alicent estaba hiperventilando, Daemon estaba extrañado y Lucerys y Aemond estaban felices de que la atención se haya dispersado —Es solo que me dijiste que Baile de Disfraces era aburrido, pero resulta que es el tema para tu fiesta.
—¡Porque es aburrido! — refutó Joffrey —Para un baile escolar, quiero decir. Además, no te afecta en nada que el tema lo haya elegido si al final los manteles son de tu precioso Azul Turquí.
—Disculpen la intromisión. — Rhaena hizo acto de presencia, desde la otra punta de la mesa, la cabeza de todos los adultos giraron en su dirección —¿Pero cuál era la otra opción?
—Azul de Prusia. — contestó Joffrey, ante la expresión sorprendida de su hermana sonrió —Es mejor que el Azul Turquí, ¿verdad, Rhae?
—¿Que no son el mismo azul? — preguntó Jacaerys
—¡No! — gritaron Daeron y Joffrey a la par
—Ah, ok. — Jace se hundió ligeramente en su asiento
—A ver, — Aegon soltó una risita —dejame ver si entendí. — bebió un trago de su copa de vino, uno muy pequeño —Has estado insoportable todo el día, Daeron. Queja y queja sobre Joffrey solo porque... ¿qué? ¿Él quería un color diferente (no muy diferente por lo que veo) de manteles en su estupido baile?
—¿Hablas de mí con tus hermanos? — inquirió Joffrey, aunque no supo descifrar porque esa información hacía que se sintiera ligeramente orgulloso y con ganas de pavonearse —Aw, que detalle, Dae.
—¿Podemos volver a hablar sobre Aemond y Lucerys? — pidió el menor de los Targaryen
—Oh, no. — Luke sonrió detrás de su copa de vino —La estoy pasando de lo lindo aquí, con este tema de conversación.
—Claro, porque no se habla de cómo casi embarazaste a Daella Celtigar en la secundaria. — se burló Daeron
Rhaenyra escupió el vino de su copa, el cual fue a parar directamente en la cara de una constipada Alicent. La rubia miró con pánico como el líquido rojizo se escurría por la cara de su madrastra, quien tenía los ojos cerrados y la boca abierta de manera tensa. Viserys contuvo su carcajada mientras tomaba una servilleta, dispuesto a limpiar el rostro de su esposa, quien lo apartó de un manotazo cuando se escuchó la carcajada de Daemon.
—Bueno, al menos tu hermoso vestido no se manchó — se burló Daemon —Por cierto, te queda espectacular, 10 de 10, Ali.
—¿Qué? ¿Tú cómo sabes eso? — saltó Luke, asustado
—¿Daella? ¿Es en serio? — gruñó Aemond —Tú me dijiste que no pasó nada entre ustedes.
El castaño palideció —¡Y-y así fue! Pero, bueno, ella, yo, ya sabes. Alcohol, eh, Dalton es una terrible influencia y... bueno...
—Espera, — Targaryen levantó una mano en dirección a Strong, ahora todos miraban la escena que montaba la pareja —¿pasó en la fiesta de Dalton? ¿Esa a la que me dijiste que no fuiste?
—Bueno, supongo que en la sangre se lleva lo infiel. — murmuró Joffrey, todos giraron la cabeza en su dirección —¿Qué? No me miren, miren a Ja- ahbsdhjbajdsbja — su hermano mayor le puso un pedazo exageradamente grande de carne asada en la boca antes de que termine la oración
—Estos niños de hoy en día, comen demasiado. — sonrió de forma tensa
—Te confundes de fiesta. — refutó Luke, la atención de todos volvió a ellos —Pasó antes de que saliéramos, Moony, no puedes enfadarte.
—¿Ahora me dices por qué debo enfadarme y por qué no?
—Sí. Digo, no.
—Impresionante, — Aemond se levantó de la mesa con fuerza —eres impresionante, justo cuando pienso que vamos bien, tu hermano va y me cuenta que la jodiste.
—¡Ni siquiera fue una alarma real! — Luke también se levantó —Sí, se rompió el condón, pero es porque los hacen jodidamente frágiles. — para este punto, el rostro de Rhaenyra estaba de varios colores diferentes —¡No es mi culpa heredar la gran polla de mi padre!
Jacaerys se removió incómodo en su asiento, a su vez, Helaena soltó una risa incómoda. Rhaena y Baela se carcajearon mientras que Joffrey y Daeron se miraron asqueados, Aegon, el menor, miró extrañado a su hermano mayor, como intentando descifrar las palabras, Aegon, el mayor, ocultó su sonrojo con otro trago a su vino.
Viserys abrió los ojos de forma desmesurada, Rhaenyra se sonrojó tan fuerte que se veía como un tomate, Daemon miró ligeramente hacia abajo, como si comparara su entrepierna con la de Harwin y Alicent tuvo un espasmo ligero, como si hubieran contaminado su sagrada mesa con esas palabras. Ligeras gotas del vino derramado en su rostro se movieron junto a ella.
—¡Pues tú y tu gran polla pueden salir de mi casa en este instante! — rugió Aemond
—Moony, cariño, no te pongas así. — Lucerys intentó tomar por los hombros al rubio, quien se soltó furioso y dió zancadas en dirección a la puerta —¡Aemond! — menor lo siguió enseguida
Una vez que la problemática pareja salió del campo de visión de todos, Joffrey soltó un suspiro, apurando su trago a su bebida sin importarle siquiera los buenos modales. Se volvió a servirse otro trago, solo para que el espeso silencio de la mesa sea interrumpido por Aegon II Targaryen, quien, parado en toda su altura y con una copa en alto, sonrió con dientes nacarados de forma incómoda.
—¡Por la familia Targaryen! — dijo Aegon —Un brindis, por esta hermosa familia. — levantó un poco más su copa —Y porque nunca nos aburrimos en las cenas familiares. ¡Salud!
Bueno, al menos podía salir peor.
Todos levantaron sus copas con sonrisas tensas, fue solo cuando todos bajaron las mismas que Helaena habló, con voz suave, casi como si lo dijera para sí misma.
—Hmmm, pero Daella si tuvo un hijo. Solo que sus padres lo ocultaron, haciendo pasar al niño por un primo lejano. — todos le dirigieron la mirada, pero ella no se inmutó, siguió mirando su copa de vino —Que curioso, el niño tiene el cabello castaño y rizado.
Rhaenyra volvió a escupir el poco vino que había tratado de ingerir, nuevamente, el rostro de Alicent se encontró empapado. Daemon se carcajeó sin medidas, contagiando a Viserys, el cual se calló cuando su esposa le dirigió una mirada enfadada. Los demás jóvenes de la mesa se rieron con ganas, ni siquiera pararon cuando Hightower se levantó indignada y caminó hacia la misma puerta por la que salieron Aemond y Lucerys hace un momento.
—Alicent. — el mayor se levantó tras ella —¡Ali, esperame!
La mesa quedó nuevamente en silencio luego de las risas, todos se miraron incómodos un segundo, hasta que volvieron a reír. Rhaenyra estaba muy pálida, al igual que Daemon, este último ya había mandado un mensaje urgente a Margaery para pedir asesoría sobre un posible hijo no reconocido, mientras Rhaenyra pensaba con qué cara miraría a la familia Celtigar en la mañana.
—Terminé. — Aegon III miró de forma inocente a todos, con la boca completamente limpia y el plato vacío frente a él —¿Hay postre?
Las risas inundaron la habitación de nuevo, todos sin excepción rieron ante la pregunta del menor de los Targaryen-Arryn. Aegon, el mayor, sonrió y contestó que se lo pediría a los del catering en breve, mientras que Jacaerys regañaba a Aegon, el menor, por ser tan directo con sus deseos.
Al menos Joffrey estaba seguro de que, aunque sabía que los Hightower irían a su fiesta si o si, tal vez podría no ser tan aburrido como pensó. Sí, sus tíos tenían bastante Targaryen aunque no le gustaba admitirlo, y lo que dijo el mayor de ellos era bastante cierto.
Definitivamente, uno nunca se aburría con los Targaryen.
N/A:
ALOOO, VOLVÍ!
Sí, lo siento, ande desaparecida otra vez. Pero en recompensa les traigo este Divague de capitulo, ya pueden imaginarse que me costó un poco escribirlo porque le añadí DEMASIADAS emociones, pero me gustó cómo quedó.
Qué les pareció? Creen que fue de relleno?
Me gustó explicar más como va el don de Helaena en esta historia. Cómo les dije antes, es más un pequeño sentimiento que algo concreto, algo así como una persona que puede sentir vibras y cosas por el estilo. Además de que es algo que en lo personal suele sucederme y quise añadirlo.
Me gustó mucho la escena de los Targaryen-Hightower, últimamente he visto mucho hate en el fandom hacia los Team Green y si bien no soy la fan número uno de ellos, hay veces en las que ya se pasan... así como los Team Green se pasan con les Team Black. En fin. Además de que me encanta relatar los distintos tipos de hermanos mayores y bueno, particularmente veo a Hel como una hermana muy cálida y Aemond y Aegon como muy burlones. Sin mencionar que me encantó que los mayores admitieran que los Strong son bellos, claro que yes.
Sobre la cena, no sé por dónde empezar. El punto de vista de Alicent era necesario, créanme que verán más de ella y lo que piensa sobre Rhaenyra y todo está justificado porque aquí no creamos personajes vacíos, cariño. Sé que ella merece amor, pero alguien tenía que ser la tía criticona tóxica, aún así, Viserys la ama muchísimo, aunque no lo crean.
En cuanto a Daemon, qué les puedo decir. Es algo sentimental, sobre todo cuando se trata de sus dulces y terribles niñas. El discurso de Vis le tocó el corazón y terminó por invitar a toda la familia a Dragonstone, ahora veremos que sucede por allá. JAJAJAJAJAJAJA
Y sobre Mondy y Luke, ya les faltaba algo de drama a esa pareja. No se preocupen, todo se arregla y bueno, obviamente Lucerys no tiene un hijo, eso fue solo una frase que Helaena dijo para molestarlos, aunque de repente las bromas no se le dan bien, pobre de mi niña.
ALICENT CON LA CARA LLENA DE VINO JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA TENÍA QUE PONERLO, PERDÓN
En fin. Creo que eso es todo de mi parte. Llegó el momento de las teorías...
¿Que pasará en el dichoso Baile De Invierno? ¿Daeron está comenzando a sentir algo más por Joffrey? ¿Que pasará en Dragonstone? ¿La fiesta de Joffrey será tan salvaje como quiere? ¿Los Hightower podrán soportar a los Targaryen durante dos semanas? ¿Aegon hablara con Jacaerys en Dragonstone? ¿La navidad será caótica? ¿Y año nuevo que tal?
Nos leemos pronto! Los amo!
-Iby <3
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