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18.

Los domingos eran días tranquilos, por lo general.

Hoy, domingo 21 de noviembre del 2021, no era un día tranquilo.

Todo comenzó cuando Rhaena Targaryen-Velaryon, o como los medios comenzaban a llamarla a ella y a su gemela, Rhaena Velaryon, lanzó un grito que resonó en toda la residencia Targaryen-Arryn.

Por supuesto, el primero en aparecer fue Jacaerys, estando su habitación junto a la de la morena, fue el más rápido en reaccionar. El castaño abrió la puerta, aún vestido con sus pantalones de pijama de seda color rojo y la camisa en conjunto del mismo tono, su cabello se encontraba ligeramente desordenado y en rostro se hallaba una expresión de pánico.

—¿¡Qué pasó!? — gritó mientras la puerta chocaba contra la pared con fuerza —¡Rhaena!

El siguiente en aparecer fue Lucerys, que cruzó el pasillo corriendo, vistiendo igualmente su conjunto de pijama, esta vez en color azul, por su parte, la camisa tenía los tres primeros botones abiertos, dejando ver su pecho y parte de sus costillas. El cabello rizado apuntaba en diferentes direcciones y estaba sumamente aplastado.

—¿Qué pasó? — repitió, en su mano portaba una chancla negra con la cual apuntó a la nada cuando ingresó en la habitación —¿¡Qué pasó!?

—¿¡Quién entró!? — Daemon hizo acto de aparición, vestido únicamente con un pantalón largo de seda negra, su torso desnudo hizo que Jacaerys se preguntara qué hacía en esa habitación matrimonial antes de escuchar el grito de Rhaena —¿A quién matamos?

—¡Rhaena! — Rhaenyra lo siguió, su camisón rojo de satín tenía las tiras bajas, en lugar de sostener el vestido por los hombros estaban estaban sosteniendo el vestido en sus tríceps, su cabello estaba desordenado y tenía las mejillas rojas —¿¡Qué pasó!?

Definitivamente algo estaba sucediendo en esa habitación, pensó Jacaerys con cierto asco.

Rhaena, por su parte, se encontraba vestida con una bata larga de seda, anudada en la cintura y de color celeste pastel, el cabello corto y platinado completamente desordenado mientras su expresión reflejaba pánico y sorpresa. Estaba parada al pie de su cama, su celular tirado en la alfombra yacía olvidado mientras la morena parecía no salir de su estupor, con las manos sosteniendo su rostro como si este se le fuera a salir del cuerpo.

—¿Rhae? — Luke bajó el zapato, acercándose lentamente —¿Estás...?

—Mamá. — murmuró

—¿Hija? — Daemon buscó acercarse, pero la morena rehuyó de todo contacto al instante, retrocediendo hasta chocar con la pared de su habitación —Rhaena...

—Es mamá. — repitió ella —Mamá.

—Rhaena. — esta vez fue Jace, quien se adentró en la habitación con firmeza —Rhaena, ¿Qué...?

—Mamá. — volvió a decir, levantando la mirada del suelo —Mamá no es hija de la abuela.

Se hizo un silencio prolongado.

Rhaenyra se adentró en la habitación, las tiras de su ligero camisón bien puestos mientras con pasos lentos avanzaba hasta llegar a Rhaena, quien se dejó tocar con suavidad. Lucerys tomó el celular del suelo, viendo como estaba abierto en Twitter, específicamente, en una cuenta anónima que había publicado su último Tweet hace dos horas.

King's Gossip @kingsgossip
Todos vimos la excelente actuación de @laevelaryonoficcial en el juicio de su propia hija, dónde admitió que sus gemelas no son hijas de sangre de @officialdaemontar , sin embargo, omitió un pequeñísimo gran detalle.
Que ella misma no es hija legítima de Rhaenys Targaryen, esposa de Corlys Velaryon, CEO de @drifmarkyco

Abro hilo y adjunto pruebas.

Junto al Tweet, estaban adjuntadas imágenes de lo que se supone es el acta de nacimiento de Laena, dónde no aparece el nombre de la madre. En el documento, se especifica que el lugar de nacimiento no fue en King's Landing, dónde ubica su biografía de Wikipedia, sino un lugar llamado "Marea Baja" y su apellido de nacida no era Velaryon, sino Marrees. También una imagen dónde explica que a Rhaenys se la había visto durante su tiempo de embarazo con un abdomen excesivamente plano (con fotografías de la misma) y resaltando que en el documento, Laena había nacido con cinco kilogramos.

El hilo seguía, explicando más cosas, pero Lucerys no necesitó continuar leyendo para ver que el alcance del Tweet era mundial, alcanzando el medio billón de likes y el billón de retweets a tan solo dos horas de su publicación.

—Rhaena...

—¡Afuera todos! — habló Rhaenyra, con voz demandante, Rhaena sollozando en su pecho de forma audible —¡Largo!

Y sin más, los hombres se retiraron de la habitación, dejando a madrastra e hijastra consolándose mutuamente.

Cuando Jacaerys cerró la puerta con un suave clic, Daemon lanzó al suelo un cuadro que adornaba la pared frente a ella, a la par que gritaba con frustración —¡Qrimbrōzagon! (¡Maldición!)

El vidrio hizo un fuerte ruido al estrellarse contra el piso, lo que bastó para levantar al pequeño Aegon, quien se deslizó de su habitación con un sigilo espeluznante. —¿Papi?

Jacaerys soltó una maldición entre dientes, luego sostuvo a su padrastro por el brazo, llevándolo con él hasta su propia habitación sin mediar palabras. Un solo intercambio de miradas bastó para que Daemon se dejase manejar, preso de la vergüenza y la ira.

—Ven, Egg. — Luke caminó hasta su hermano menor, levantando en brazos al niño mientras le distraía con murmullos suaves —Volvamos a la cama.

Baela Targaryen-Velaryon, por su parte, se encontraba tirada en el suelo de su habitación, alrededor de varias latas vacías de cerveza que estaban esparcidas en todo el lugar. Su respiración era errática mientras miraba el techo de su habitación con los ojos amatistas bien abiertos.

—¿¡Qué!? — el grito en la habitación contigua se escuchó tan fuerte como si la misma Rhaena estuviera junto a ella en ese momento —¡Pero... pero...!

Baela sonrió con cierta amargura, reconociendo que ella había tenido la misma reacción de no ser porque el sentimiento hacia su madre en estos momentos era pura confusión.

Se lo merece rezó una voz en su cabeza Ella te destruyó a ti y a toda tu familia, esto fué demasiado lejos.

Sí, tal vez su madre biológica fue demasiado lejos.

Pero también era culpa suya por conocer la verdad y no compartirla.

Se sentía miserable. Demasiado miserable como para medir sus acciones lo suficiente. Una parte suya rogaba consuelo y amor, pero la otra le gritaba que no lo merecía, mucho menos de sus hermanos, porque ellos no son tus hermanos, esta no es tu familia. El pensamiento más recurrente se basaba en que no merecía nada de lo que tenía, ni siquiera el amor de Daemon, porque él no es tu padre.

Baela Targaryen nunca se había sentido tan miserable en la vida como lo hacía ahora.

Tras lo que parecieron varios minutos, o bien, pocos (su sentido del espacio tiempo estaba sumamente alterado por el alcohol en su cuerpo, a pesar de que gozaba de buena resistencia a él) una voz se hizo presente en su habitación.

—¿Sabes? Así no solucionarás nada.

La voz firme de Jacaerys logró que quisiera levantarse de su posición, sin embargo, la cabeza le retumbó con fuerza mientras la sangre aglutinada se hacía añicos el cerebro. Gruñó y volvió a acostarse en el suelo, intentando calmar su respiración para fingir que no estaba tan borracha.

—Lo sé.

Jacaerys ingresó en la habitación, cerrando la puerta tras de sí. Caminó hasta sentarse en el alféizar de la ventana de Baela, el mismo que daba al jardín trasero que ahora mismo estaba siendo minuciosamente cuidado por los jardineros de su madre. Su vista se posó unos segundos en la lejana piscina, más cercana a su habitación, que ahora mismo estaba cubierta con una lona debido al clima.

A veces Baela detestaba como Jace y ella se entendían sin siquiera dirigirse una mirada. Eso solo hizo que la culpa fuera más pesada y más dolorosa en su pecho.

—¿Y qué piensas hacer al respecto?

—Sentirme miserable.

Jacaerys desvió la mirada hasta Baela, quien miraba el techo de su habitación con devoción. Su mirada violácea se encontraba apagada, ella estaba utilizando la misma ropa con la que fue arrestada (ya que fue la que se le entregó cuando se la declaró inocente), porque ni siquiera se cambió cuando llegaron a su hogar.

—Puedes hacerlo, pero eso no cambia nada.

La noche anterior, Baela había abrazado a Egg con cariño cuando este corrió a su encuentro, le dió un suave beso en la sien, ignorando las decoraciones de colores que se encontraban por la casa, la mesa llena de comida recién hecha y el pastel de color blanco que rezaba "Bienvenida a casa, Rogue Princess" en letras rojas.

Lo ignoró todo cuando después de besar a su hermano, subió las escaleras y se encerró en su habitación.

Por supuesto que nadie estaba de ánimos para festejar, por lo que su madre despidió a la niñera de Aegon, Dalya, quien también se encargaba de cocinarles el desayuno siempre (exceptuando, claro, el día en que Daemon había vuelto del Norte) para luego pedirle que durante los siguientes cinco días, se encargue de seleccionar minuciosamente a quienes entrarían en la casa a trabajar por la limpieza del hogar.

Dalya, quien también era la ama de llaves cuando se trataba de la limpieza del hogar, le había sonreído fielmente a su empleadora y había prometido que solo ingresarán a la casa tres personas contando ya a ella. Por lo que los jardineros que trabajaban con cuidado las enredaderas y plantas de la casa, debían de ser, probablemente, sus pupilos más confiables.

Pero eso no la tranquilizaba.

Debería de hacerlo, decía una voz en su cabeza, debería de darle paz que las personas que estén ahora cercanas a su entorno familiar (¡este no es tu entorno familiar, tonta!) sean de la completa confianza de su madre (ella no es tu madre) y por lo tanto aseguraban que sus reacciones y convivencias de momento no serían tema de farándula.

Pero no era ningún consuelo.

Porque esta familia no era la suya.

—Lo sé también.

Jacaerys suspiró, se levantó y caminó dos pasos hasta la posición de Baela, para apartar algunas latas con su pie y acostarse boca arriba en el suelo junto a la morena. Sus ojos pardos miraron el techo con sumo interés también, descubriendo que la posición no era muy diferente a la suya el día de ayer antes de ir al juicio.

—Lo importante es que estás bien, Bae. — susurró —Estás en casa, con tu verdadera familia. Sin importar nada.

Baela guardó silencio por unos segundos, sin embargo, respondió. —No lo entiendes, Jace.

—No, creéme que lo hago. — le dijo con calma —Que el mundo sepa que no perteneces a un lugar, que tu herencia no está justificada.

—No es lo mismo. — refutó —Eres hijo de Rhaenyra.

—Y Rhaenyra no es hija de Viserys.

—Jace...

A Baela no le gustaba por donde iba la conversación, ya que era la misma que se repetía en su cabeza desde hace dos años, cuando su tío Viserys (no es tu tío, no eres hija de su hermano) le entregó acciones en Fireblood.

No las mereces, le susurró una voz en su cabeza, no mereces las acciones, no mereces el prestigio, no mereces este dinero.

Baela creyó que con el paso de los años, guardar el secreto sería más fácil, más llevadero y que en algún punto podría hasta olvidarlo si se centraba en ello lo suficiente. O mínimo, pensó que la culpa y el sentimiento de inferioridad disminuirían una vez que lo aceptase del todo.

No fue así.

Ella nunca lo aceptó del todo y los sentimientos negativos nunca se fueron, sino que fueron creciendo en su corazón hasta llegar a contaminar su alma.

—Podrá ser ella la heredera, pero yo no tengo porqué serlo. No tengo ni una sola pizca de sangre Targaryen corriendo por mis venas, y estoy feliz por ello. — Jacaerys sonrió con ironía —Deberías pensar lo mismo.

Muchas veces durante los últimos cinco años, Baela no encontraba forma de consolarse.

Durante ese tiempo, siempre pensó que podría contarle la verdad a Jace. Pensó que él le consolaría, que la abrazaría y le diría que estaba bien, que no importaban los papeles, que ella siempre sería una Targaryen.

Pero jamás lo hizo.

En cambio, se refugió en las fiestas. En el alcohol y a veces, muy pocas veces, en las drogas. Su primo Aegon (no es tu primo) estuvo presente con ella en varias de esas veces, cuando su padre fue lo suficientemente maduro como para dejar que entablen una relación amistosa (Daemon es una pequeña perra rencorosa).

También fue el mismo Aegon quien le recomendó, hace ya cuestión de dos años, que deje de hacerlo. Baela no le escuchó.

Estaba francamente ofendida. —¿Cómo podría...?

—¿Has escuchado el dicho de que los Targaryen están locos? — interrumpió —Cada vez que un Targaryen nace, los dioses tiran una moneda y el mundo contiene la respiración.

—Orando por saber de qué lado caerá... — completó tras un largo silencio —Si grandeza y poder, o destrucción y locura.

Aegon y Baela llevaban dos años sin hablarse desde aquella pelea. Cuando el rubio le insistió en que dejase esa vida, que solo traía dolor e injurias y ella le sacó en cara que, en años pasados, él había sido el primero en empujarla a vivirla.

—Así es. — Strong estiró la mano hasta que encontró la de Velaryon, sosteniendola entre las suyas, devolviendo el calor a la fría piel morena —Eres una Velaryon, Baela. O una Targaryen de corazón, como lo es Joffrey. El punto es, que la decisión está en tí. — luego, con un tinte más cómico, soltó —Solo no dejes que tu cara de la moneda sea la incorrecta.

—Pero...

—Daemon te ama. No importa la sangre, él siempre lo hará. — Jacaerys apretó el agarre con firmeza —Al igual que nosotros.

—Jace... — no encontraba las palabras adecuadas, las lágrimas habían comenzado a juntarse en las esquinas de sus ojos —Yo...

—Pero eso ya lo sabes. — continuo el castaño —Así que dile a tu hermano que es lo que te preocupa.

Jacaerys siempre había sido bueno leyendola. Eso era algo que Baela había aprendido cuando comenzaron a relacionarse.

Él siempre le ponía un ojo a su hermano y a ellas, siempre creyendo que tenía la gran responsabilidad de cuidar a todos a su alrededor. Pero no era consciente de lo transparente que parecían ser los demás a los ojos de Jace hasta que una vez le preguntó sin pelos en la lengua por qué no le agradaba Harwin.

Pero esa historia la dejaba para otro día.

Una fina lágrima cayó por su mejilla, siendo para Baela imposible de contenerla cuando sentía el cálido tacto de Jacaerys sobre su mano, devolviendole el calor que había perdido mientras nadaba en un espiral de sentimientos negativos, devolviéndole la fuerza que dejó de buscar cuando ingresó en esa habitación la noche anterior.

—Tantos años... — murmuró con la voz rota —Tantos años guardando en mi corazón esta pena... — un sollozo se le escapó —Para... para que ella...

Jacaerys se levantó de su posición, tomando a Baela con cuidado entre sus manos, sosteniéndola por la cintura para levantarla. Abrió las piernas y ubicó el cuerpo de la morena entre las mismas, así, su cabeza estuvo ubicada contra su pecho, contra el cual sollozó fuertemente.

La posición le recordaba cuando eran niños y los padres del castaño estaban en pleno divorcio. Solo que la posición solía ser del revés; era Jacaerys quien lloraba incontrolablemente contra su pecho todas las noches, escondidos en los pasillos oscuros de la mansión del tío Viserys, con sus ojos marrones inyectados en sangre y la nariz trancada al punto de no dejarle respirar.

Habían adoptado esa posición de consuelo durante esos años, en los que todo para Jace había sido difícil de comienzo a fin. Después de todo, él único de los Strong que no se tomó bien el divorcio fue él, mas nunca objeto ni berreó, siempre se mostró fuerte y amigable con su madre y hermanos.

Pero con Baela era diferente. Él la leía a ella con tanta facilidad como con la que ella lo leía a él.

—Está bien, cariño. — sus manos viajaron de su cintura hasta su espalda baja, acariciando lentamente la zona —Estás bien ahora.

—La odio. La odio. La odio. — lloró en su pecho, profiriendo con furia las palabras —Se merece lo que le hizo Nyra, se lo merece. Se merece eso y mucho más.

—Bae...

—Iba a decírselo, Jace. — sollozó nuevamente —En serio. Iba a decírselo. — las lágrimas seguían saliendo sin parar —Iba a hacerlo... mi padre... — lloró amargamente, incapaz de terminar la frase por unos segundos —Oh, mi pobre padre.

—Sh. Sh. — las caricias eran lentas y tranquilizadoras, las palabras susurradas eran un bálsamo para su alma —Está bien, cariño. Eso está bien

—¿Y si no tengo familia, Jace? — inquirió, asustada —¿Y si ni Rhae ni yo no tenemos más familia además de nosotras mismas? ¿Y si estamos solas en el mundo?

Jacaerys atinó a dejar que Baela llorase con fuerza contra su pecho, a acariciarle la espalda baja y luego los rizos mientras ella descargaba toda su furia interior llorando. No importa, él podía hacerlo sin problemas, él podía ser ese apoyo que su hermana necesita.

Jace podía secar sus lágrimas y darle todo el consuelo necesario. Jace podía abrazarla y murmurar palabras de apoyo. Jace podía acariciar su cabello y escucharla quejarse. Jace podía hacerlo, eso y mucho más.

—No vuelvas a repetir eso. — las firmes manos de Jacaerys tomaron su rostro, obligando a sus ojos purpuras mirar los pardos a través de sus lágrimas —Tú tienes familia. Yo soy tu familia. Mi madre es tu familia. Mis hermanos son tu familia. Mi padrastro es tu familia.

Después de todo, Jacaerys siempre sería indudablemente su hermano mayor. Aquel que siempre, siempre estaba ahí, quien se encargaba de cuidar y arrullar, el que te veía llorar y reír sol tras sol.

Ese era su deber. Y Jacaerys amaba tener ese deber.

Volvió a llorar con fuerza, abrazándolo sin decir palabras. Aspirando el olor a sándalo reconfortante de su pelo, sintiendo sus enormes manos cálidas envolviendo su cintura, escuchando los suaves arrullos que le eran dirigidos.

—Déjalo salir, Bae. — murmuró, abrazándola más, rozando su mejilla contra el corto cabello rizado de su hermana —Estoy aquí. Estoy aquí contigo, puedes dejarlo salir.

Los domingos solían ser tranquilos, pero hoy, no lo fue. Y sin embargo, luego de largos años de incertidumbre, Baela Targaryen-Velaryon, halló su hogar entre los brazos de Jacaerys Strong.

...

Viserys Targaryen siempre se caracterizó por ser una persona calmada y amorosa. Era analítico en cierto punto, pero también bastante ingenuo, puesto que traía su corazón en la manga y no lo ocultaba.

A veces, su primer hijo le recordaba algo a sí mismo.

Con su elegida libertad, su música y su corazón siempre cerca. Con ese cabello albino cayéndole por sobre las orejas, esos ojos amatistas llenos de vida y esa sonrisa juguetona que siempre le tenía guardada. Su hijo viviría una vida elegida por él mismo, no como él, quien no tuvo opción.

Viserys lo amaba tanto que no podría soportar ver el corazón noble de su hijo hundirse en la miseria por tomar una responsabilidad que no quería, un deber que no respondía a un porqué más simple que el de "porque eres mi hijo, mi primer hijo". De eso, de proteger su corazón, se encargaba él.

Aegon se encontraba en su habitación, tocando una pieza en el violín color marfil que le había regalado en su último cumpleaños, mirando bastante concentrado las partituras adyacentes en el atril color verde musgo que siempre usaba. Cuando la pieza culminó, Viserys aplaudió, haciendo notar su presencia.

—Papá. — saludó Aegon con una sonrisa ligera —¿Cuánto tiempo llevas ahí?

—El suficiente. — le sonrió de vuelta, avanzando unos pasos para dejar caer su mano en el hombro libre de su hijo —Ha sido una hermosa manera de decirme buenos días, Aegon.

El menor se avergonzó —No he estado en mi mejor momento... — murmuró —Esta sinfonía suele salir mucho mejor, es solo que.. — desvió la mirada —Tengo mucho en la cabeza.

—Han sido unos días difíciles, sí. — Viserys levantó la mano, para sentarse en el pequeño asiento acolchado de la ventana —Dime, ¿has hablado con alguna de tus primas?

—¿Has hablado con mi tio? — contraatacó

Ambos desviaron la mirada, decepcionados de sus acciones. O mejor dicho, de las acciones que no han hecho.

No era un secreto para nadie que desde que Daemon había vuelto del Norte, hace cuestión de casi tres meses, Viserys y él no habían tenido una conversación decente. La familia había organizado una cena de bienvenida, a la que todos habían asistido, sin embargo, Daemon tenía unos deseos explícitamente asesinos para con su tercer sobrino, por lo que no le prestó mucha atención a su hermano.

Y en cuanto a Aegon... Su relación con Baela se había torcido desde esa pelea a las afueras del bar de los Greyjoy, por lo que la morena la evitaba como si fuera la plaga cada que coincidían en alguna cena o evento familiar. Y Rhaena, desde aquella vez que se besaron borrachos en la navidad del año pasado, no habían tenido la dicha de hablarse más allá de lo superficial porque... porque en ese entonces ambos se creían primos.

—¿Qué te parece si...? — Viserys rompió el silencio, Aegon le prestó atención —¿Hacemos una cena familiar esta noche?

Aegon lo pensó, de verdad que sí.

Se imaginó a sí mismo, sentado en el gran comedor de la mansión de su padre, vistiendo prendas casuales y bebiendo jugo de calabaza mientras Rhaenyra y los suyos entraban por la puerta principal. Se imaginó la incomodidad de Jacaerys, los ojos soñadores de Lucerys, el asco de Joffrey y las miradas entrecortadas de las gemelas. Y casi, casi, se negó rotundamente.

Hasta que vió el amor fraternal en los ojos de su padre. La premisa de que su relación con su hermano podría volver a ser lo que fué antes de que ocurriera esa gran pelea meses antes de que el menor parta al Norte. Se imaginó a su tío Daemon ingresando por esas puertas, con los ojos suavizados y la mente lista para abrazar a Viserys, dirigiéndose palabras en valyrio que solo ellos entenderían y luego disfrutando de la cena juntos.

Y Aegon no pudo negarle esa oportunidad a su padre. No pudo decirle que no a algo que lo haría feliz. No cuando su padre había respetado una y otra vez sus deseos de mantenerse lo más acertadamente posible de Fireblood, no cuando le dió todas las herramientas necesarias sin chistar para que se dedique a su arte.

No cuando su padre no ha hecho más que hacer de todo para verlo feliz.

—Suena bien, papá. — respondió —Y mañana declaras como día festivo en Fireblood.

Viserys soltó una carcajada, extendiendo el brazo para acunar el rostro de su hijo con cariño. Aegon resistió el impulso de apartarse al ver que quería tocarle la cara. No porque Viserys le haya levantado la mano, sino porque el impulso de apartarse siempre que alguien quería tocar su rostro era más fuerte que todo pensamiento coherente.

—Está bien, está bien. — el mayor sonrió bonachonamente —Haremos eso. — la caricia en el rostro paró, bajando la mano con lentitud —Pero primero tendremos que lidiar con los accionistas.

El menor dejó salir un largo gemido. —¿Tenemos que hacerlo? ¡Eres el dueño, no le debes explicaciones a nadie!

Viserys soltó otra carcajada, esta vez menos contenta. —También me gustaría pensar así, hijo mío. Pero, sí, tenemos que hacerlo. Gracias a esas personas, es que nuestra empresa sigue en pie y con las acciones en ascenso en vez de en picada.

Cuando su padre mencionó aquello, la indudable curiosidad le llenó. No era afín a los escándalos empresariales, después de todo, casi no entendía sobre el tema, pero cuando lo pasaban por la televisión y todos los medios de comunicación, la información se filtraba por sus oídos con cierta facilidad.

—Papá. — el mencionado le miró con atención —¿Qué pasará con los Velaryon?

—Eso... — Viserys soltó un suspiro —No lo sé. — admitió —Depende de como lo encaren, sin embargo, están perdiendo rating.

—Desde que ayer se filtró la noticia de lo de la Señora Laena... — dijo Aegon —El mundo los tacha de hipócritas, mentirosos y ambiciosos. Llama a Laena "Bastarda Cazafortunas" sin pudor alguno.

Viserys se levantó lentamente, teniendo ya 60 años, no estaba en su mejor forma tras una vida de sedentarismo encerrado en reunión tras reunión, sin embargo, solía contar con buena salud. Le acarició el cabello ondulado a su hijo y caminó hasta el final de la habitación, luego de dejarle la caricia.

—Solo debemos agradecer a las Catorce Llamas que este escándalo no nos está salpicando del todo. — murmuró —Vistete, la reunión de accionistas es en dos horas.

Y con eso, la puerta de la habitación de Aegon II Targaryen, se cerró con un suave clic. Totalmente diferente a los portazos de Alicent Hightower, su padre siempre era atento y suave con él, como si temiera que su propio hijo le odiase.

Aegon lo amaba con todo su corazón.

...

Los accionistas no estaban felices.

—No me importa lo que digan esos papeles, — gruñó —las gemelas se quedan. Punto final.

Daemon tampoco estaba feliz.

—Hay que tener en cuenta varios factores, señor Daemon. — puntualizó Otto, comandando la reunión —Las jóvenes...

—Usted no tendrá en cuenta nada. — cortó Targaryen —No después de que toda la defensa del Estado tuviera su apellido entre las filas. — le dirigió una afilada mirada —Sucio traidor, no dejaré que tenga las acciones de mis hijas.

—¿Sus hijas? — Viserys se masajeó el puente de la nariz ante las palabras de Beesbury —Lo siento, señores. — el hombre se levantó con sutileza —Creo que este es un asunto familiar en el que no debemos meter nuestras narices.

—Concuerdo con Lyman. — Harwin, en representación de sus acciones, le dió un asentimiento de cabeza a Daemon —Este asunto no nos incumbe del todo a nosotros.

—En retrospectiva, las gemelas podrían servir como catapulta para... — Aemond, habló con serenidad —Para arreglar las relaciones con los Velaryon una vez que se recuperen de la crisis que están sobrellevando.

—Mis primas han sido criadas como Targaryen. — secundó Aegon —Y por más opiniones del entorno público, siempre lo serán.

—Conocen el manejo de la empresa, tal como todos los presentes. — habló Jacaerys, intercambiando una lánguida mirada con Aegon —No veo el porqué deberían de dejar de lado sus acciones. Nuestra familia ha tenido hijos sin la misma sangre desde hace un tiempo, y tal y como lo dijo mi padre y el señor Beesbury, el asunto es más familiar que empresarial.

Viserys sonrió con un atisbo de alivio, Rhaenyra se removió ligeramente incómoda, mientras que Daemon apretaba su agarre por debajo de la mesa para calmarse. Los demás accionistas se miraron entre sí, decidiendo si era justo o no tomar una decisión así.

Se pudo notar, sin embargo, como aquellos más afines a Otto Hightower dudaban de que lado ponerse en esta situación, después de todo, gran parte de los miembros enfadados por la situación eran aquellos que compartían la misma opinión que Otto sobre el reclamo de Rhaenyra.

—Sabías palabras, nieto mío. — alabó Viserys, cortando el silencio —Debo agradecerles la gratitud recibida a los señores Strong y Beesbury. — le dirigió una sonrisa a ambos hombres, quienes habían tomado asiento hace tiempo —Sin embargo, la opinión de todos los accionistas es importante para nosotros. Bien sabido es que las hijas de mi hermano podrán no compartir su sangre, pero la sangre nunca ha sido un impedimento para nosotros. — le dirigió una mirada a Rhaenyra —Mi hija, Rhaenyra, heredará Fireblood algún día y después de ella, lo hará mi nieto Jacaerys. El asunto familiar, por otro lado, lo tratamos siempre a puertas cerradas.

Los accionistas asintieron convencidos, mermando un poco el ambiente tenso.

—Bien. — asintió Otto, mordiéndose la lengua —Los que estén a favor de que las gemelas conserven la herencia, levanten la mano.

Más de la mitad de los accionistas, incluyendo a algunos de los aliados de Otto, levantaron su mano. Llevaban en reunión dos horas, entre discusiones de Daemon y los accionistas, palabras de Viserys y defensa a las gemelas por parte de los miembros de la familia. Lo curioso había sido que Rhaenyra se mantuvo callada toda la reunión, aunque fue de las primeras en levantar la mano.

—Entonces hemos llegado a un acuerdo. — confirmó Aegon, con simpleza —Mis primas conservan sus acciones.

—También el apellido Targaryen. — interrumpió Daemon —Cualquiera que se atreva a mencionar algo sobre su herencia o su legitimidad, será revocado de su puesto de inmediato. — amenazó, Viserys le dedicó una mirada cansina, pero no le interrumpió —Harán bien en recordar que muchos de ustedes me deben favores, y que hay mucha gente que me es leal entre la prensa y la farándula.

—No puedes amenazarnos. — irrumpió Otto —Eso es abuso de poder. Está penado por la ley.

—Abuelo. — cortó Aemond —Será mejor que no hables sobre el asunto.

Daemon sonrió ladinamente.

No quiso admitirlo, pero una mirada de orgullo se formó en sus ojos cuando oyó como el mismismo Aemond Targaryen le ponía un paro a su propio abuelo. Tal vez lo había juzgado mal cuando lo encontró con Lucerys hace casi tres meses, tal vez el chico era más leal e inteligente de lo que podría ser.

—Harías bien en escuchar a tu nieto, Otto. — los accionistas miraban a Daemon con sumo interés —Puede que seas el secretario privado de mi hermano y el padre de mi cuñada, pero entederás que... — sonrió nuevamente —Cuando se trata de los hijos, uno se pone como fiera.

Y con eso, Otto Hightower simplemente se mordió el interior de la mejilla, guardando silencio. Todos los accionistas, o al menos los que tenían hijos, habían asentido fervientemente con la cabeza ante las palabras de Daemon, dándole la razón sin siquiera hablar.

Era la primera reunión a la que el Príncipe Canalla asistía desde su vuelta a Westeros, sin embargo, sus adeptos se habían mostrado extasiados de por fin volver a verlo, de tener sus espinosas pero consistentes opiniones y sobre todo, de tener su apoyo y protección.

Han pasado años, pero algunas cosas nunca cambian.

—Sin más establecido en nuestro orden del día. — interrumpió Rhaenyra, levantándose de la silla para alisar su falda color rojo sangre —Podemos dar por culminada la reunión.

Y con eso, todos cerraron la sesión. 

N/A:

Buenas buenas!! He vuelto!

Debo decir que escribir este capítulo fue toda una odisea porque no sabía muy bien que acciones abarcar ni que sucesos escribir. Sin embargo, me gustó el resultado.

Finalmente, ahora sí, damos cierre al arco Targaryen-Velaryon. Estoy bastante contenta con el arco en si, me gustó mucho las ideas que abarque y como lo hice y me agradó lo enorme que se volvió el fandom de la historia a lo largo del arco.

Sobre el capítulo. Trabajar la relación de Bae y Jace siempre ha sido de mis cosas favoritas desde que comencé el fic. Sé que no han tenido mucho desarrollo, pero siento que son los mejores hermanos que pueden existir.

Creo firmemente que Jacaerys puede mostrarse tal cual es con Baela y ella igual con él. Su relación de hermanos es algo que me encanta trabajar.

Amé excesivamente poner la encrucijada de Baela, esos sentimientos contradictorios que se guardó por mucho tiempo. La culpa y la decepción sobre su vida cuando descubrió que todo lo que conocía era una enorme mentira, creo que ese fue un punto muy bajo para ella, especialmente porque era algo que no conversaba con nadie. 

Y sobre su relación con Aegon, creo que pudieron haber sido grandes amigos si no usurpaba el trono de su madrastra y no era tan... Aegon. Creo que tienen personalidades ligeramente a fines y que serían buenos compañeros de copas. 

También vimos sobre la relación de Aegon II con Viserys. Creo que Viserys ama a sus hijos a su manera (una MUY estúpida) pero lo hace. En mi fic, el Viserys que vemos con Nyra en el show es el mismo que vemos con todos sus bebés, claro que yes.

El hecho de que Aegon ame a su padre se debe mucho a que su padre lo ama a él, y como mencioné, Viserys es un poco el padre de mierda que es el show porque no está mucho en casa, pero sin duda alguna ama a sus hijos. Y no quiere lo mismo que tuvo para ellos, quiere algo mejor y esa cualidad se me hace sumamente fascinante porque es una cualidad muy humana que vemos en los padres. 

Y sobre los accionistas.. bueno. La escena es simple pero transmite mucho. Además de que vimos a Harwin 👀 no crean que eso es solo porque sí. Justo que mencionamos que el más afectado por el divorcio de Nyra y Harwin fue Jace. 

Solo digo que se viene drama y del buenoo. 

Hablando de Nyra, no se crean que todo ha terminado para ella. Aún quedan cosas en el tintero y su venganza solo se ha mostrado superficialmente, Laena sufrirá y por consecuencia los Velaryon también. Con Mami Nyra nadie se mete.

Además, ¿Se dieron cuenta de que Bae sabía que fue Rhaenyra quien filtró lo de su madre? Hmmm. Se vienes cositas.

OJO POR OJO HIJA POR HIJA, PERRAS.

Lo siento, tenía que decirlo. Ya me calmo, ya me calmo.

Ahora las teorías, ¿creen que el bendito Baile de Invierno de Joff y Dae saldrá bien? ¿que pasará en esa cena familiar? ¿habrá fluff domestico y se partiran a madrazos? ¿Alicent podrá contener sus muecas? ¿Daemon podrá dejar pasar su pelea con su cuñada? ¿Por qué pelearon Vis y Daemon antes del Norte? ¿por qué Viserys no mencionó nada sobre la defensa del Estado-Hightower? ¿Acaso nadie se dió cuenta del incendio de papeles? 

Pronto lo sabremos, si que sí. 

Eeeen fin.

Eso ha sido todo por hoy. Nos leemos pronto, espero.

-Iby <3

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