16.
—A los veintidós días del mes de noviembre del año 2021, siendo las 7:30 de la mañana, día y hora señalada para la celebración del honorable Tribunal de Sentencia, integrado por los abogados Sandra Bettley, Eliandra Ferren, Tommen Lannister, Sandrona Hammel, Elisebo Hawthorne, Stanford Kyndall. — los miembros del jurado se mostraron altivos ante sus menciones—Y Sansara Tarly, quien desempeña el papel de señora Jueza Presidente. Tiene la palabra, señora Jueza.
—Buenos días a todos los presentes. — la mujer sonrió ligeramente, mostrándose afable —Señorita Secretaria, antes de verificar la presencia de las partes, le ruego que comunique el porqué de nuestra presencia en este tribunal.
—Por supuesto, su señoría. — abrió una carpeta y leyó su contenido con voz calmada —Nos trae hasta aquí el día de hoy el caso del Estado en contra la señorita Baela Targaryen-Velaryon por el delito denominado "Lavado de Activos" dicho vulgarmente; lavado de dinero. Se le pide a la audiencia guardar el debido orden y respeto.
Baela contuvo la respiración, su mirada yacía fija en el emblema del "Padre" que se hallaba plasmado en cobre detrás de la jueza. No quería mirar a la mujer a pesar de que le dirigía miradas de pasada, se sentía nerviosa como en ningún otro día y nada lograba calmar el sentimiento de ansiedad que se arremolinaba en su estómago y le subía hasta el pecho.
—En el día y hora mencionado por la encargada de sala se declara abierta la presente audiencia. — la jueza tomó su mallete y lo hizo sonar en el característico sonido de los juicios —Por parte de la fiscalía ¿Quien comparece?
A su izquierda, un hombre que no conocía pero ya detetesba desde antes de hacerlo se levantó, su traje de color gris se veía impecable a la par que su sonrisa dorniense, esa que quería quitarsela a puros golpes. Junto a él, su tío abuelo se levantó, luciendo orgulloso un traje de un celeste cielo.
—Licenciado Criston Cole.
—¿Quién le acompaña? — inquirió Sansara
—Me acompaña el denunciante, Vaemond Velaryon.
El jadeo que contuvieron todos los presentes en la sala fue tan sonoro como si no lo hubieran contenido en realidad. El sonido hizo que Baela se diera cuenta que esto estaba mucho más jodido de lo que ella pensó que estaba, y una parte suya comenzaba a asustarse, siendo sinceros.
Porque una cosa era una denuncia anónima y otra muy diferente era que un miembro de la familia Velaryon le denuncie abiertamente.
—Orden. — demandó Tarly, haciendo sonar el mazo, tras un silencio, volvió a hablar. —Por parte de la defensa, ¿quien nos acompaña?
Abogada Dos se levantó, siendo claramente la alfa de la manada, demostrándolo con su porte elegante y su chaqueta color dorado, sus ojos celestes se fueron fieros cuando con voz calmada pero tajante respondió. —Licenciada Margaery Tyrrell, defensora particular de la acusada, quien se presentará a sí misma.
Baela se levantó, aun conteniendo el aire en sus pulmones. No vestía más que el naranja aburrido de la prisión, sin embargo, se había peinado ligeramente el cabello platinado que ahora estaba más largo de lo normal. Solo había estado dos semanas en prisión y ya se notaban los cambios en la apariencia.
—Baela Targaryen — y aunque no quería hacerlo, tuvo que decirlo —Velaryon.
Se volvió a sentar tras dirigirle una fugaz mirada a los abogados de su lado, quienes sonrieron quedamente antes de volver seriamente la vista al frente. La morena deslizó la mirada hacia delante sintiéndose extrañamente desprotegida a pesar de que toda su familia se hallaba a sus espaldas resguardando.
—Bien. — Samsara apoyó ambas manos en el estrado —Se declara abierto el juicio oral y público, por lo cual procedo a preguntar a las partes si es que han llegado a un acuerdo.
La morena sintió ganas de vomitar el poco desayuno que había ingerido al escuchar esa frase que le había hecho cuestionarse todo en la vida hace tan solo 24 horas.
—Tenemos noticias. — apremió Elana Caswell (o mejor conocida como Abogada Tres) —Ofrecieron un buen trato si te declaras culpable.
—Defina "buen trato" — contestó Rhaenyra con una ceja enarcada —Señorita Caswell.
Margaery fue quien tomó la palabra, viéndose plenamente diplomática —Sus condiciones son... diferentes a las esperadas. Negociamos un buen trato teniendo en cuenta que no tenemos casi información de la denuncia en general... El trato es bastante... decente.
—Si te declaras culpable, serán solo dos años en prisión, nada más. — Lance Frey, el único abogado entre el equipo comentó
—¿¡Dos años!?
El hecho de que tanto Daemon como Rhaenyra soltaran la frase con tal horror provocó que Baela sintiera la cena subiéndole por la garganta con rapidez impresionante. Con tan solo imaginarse a ella misma (una "nepo baby" en toda la expresión de la palabra) yendo a prisión tenía ganas de apuñalarse y desangrarse ahí mismo.
Ella solía burlarse de Joffrey cuando este decía abiertamente que no concebía una vida sin todos los privilegios que poseía, en especial sin su teléfono celular y el plan de infinitos megabytes que sus padres le pagaban para no dejar de estar comunicado. Sin embargo solía dejar caer que preferiría tener un celular barato a dejar de conseguir todos sus productos de skincare y cuidado del cabello.
"¿Qué? ¿Piensas que estos rizos solo existen y se ven bonitos? No-oh, estos rizos existen para verse bonitos"
Baela se había burlado de él hasta que cumplió los 14 tras esa revelación. Pero ahora ella había pasado más de una semana sin tecnología ni sus amadas cremas para manos y se sentía a punto de fallecer.
Tal vez no debió bulear tanto a su hermano menor. El karma era una perra desgraciada y muy rencorosa.
—E hicieron especial énfasis en que la señorita Targaryen-Velaryon no recibirá ningún privilegio allí. — Abogada Uno (Krystal Fossoway) anunció con cierta amargura —Ella compartiría celdas y espacios comunes con las demás reclusas, sin posibilidad de fianza.
—No. — respondió Rhaenyra de forma tajante —No hay una sola posibilidad de que eso pase.
Baela, sin poder contenerse, tuvo que levantarse de la silla para vomitar en el basurero más cercano toda la cena que había ingerido hace apenas media hora.
—¿¡Cómo es posible que eso se considere un trato decente!? — Daemon golpeó la mesa con ambas manos, asustando a los presentes a excepción de Margaery y Nyra —¿Qué es lo que tienen en la cabeza para considerarlo de esa forma?
—Señor Targaryen... — Margaery sonrió calmadamente —El trato es decente en sí, puesto que bajo los cargos acusados, su hija podría llegar a pasar hasta 10 años en prisión. Sin embargo, — expresó con calma —teníamos presente la posible negativa de su parte. Por lo que negociamos bajar la sentencia a un año, con posibilidad de libertad condicional, en caso de que la señorita Targaryen-Velaryon se declare culpable.
—Fue el mejor trato que pudimos conseguir. — secundó Krystal —Es una opción viable, pero...
—Mientras negociabamos con el Fiscal, nos dimos cuenta de una cosa bastante interesante.
Rhaenyra se levantó con precisión, tomando del brazo a su hijastra para preguntarle con la mirada si se encontraba bien. La menor asintió con la cabeza y se dejó guiar hasta la mesa, donde la mujer que consideraba su madre la tomó de la mano en un gesto de acompañamiento.
Baela pudo relajarse un poco ante el ligero toque de su madrastra, quien dejaba suaves caricias por su mano en son de tranquilizarla.
—¿Qué encontraron? — su padre tenía "la mirada" en los ojos —Algo útil, espero.
—Tenemos al denunciante.
Rhaenyra levantó sus ojos verdes, que estaban enfocados en el agarre de su hija, quien también levantó la mirada, más avergonzada que interesada. Daemon agudizó los ojos para luego compartir una mirada con su esposa.
—Quién.
Los cuatro abogados se miraron entre sí, nuevamente fue Margaery quien se animó a hablar, debido a que se veía acostumbrada al humor tan susceptible del hombre.
—Vaemond Velaryon.
—No, su señoría. — Gwayne habló, sacando a Baela de sus recuerdos —La Fiscalía no ha llegado a ningún acuerdo.
—Bien, entonces. Licenciado del Ministerio Público, tiene usted el uso de la voz para hacer sus alegatos de apertura.
Cole se levantó con fluidez, como si supiera que las cosas iban a darse a su favor. Caminó hasta quedar frente al estrado, y mirando hacia delante, comenzó sus alegatos del porqué carajos ella había lavado dinero en la empresa de su madre, siendo que su madre ni siquiera le había llamado al enterarse de la noticia.
—Gracias, su señoría. — las miradas de Baela y Criston chocaron por breves instantes, antes de que este último la apartara con cierta repulsión —Su señoría, el día de hoy, esta fiscalía probará más allá de toda duda razonable el hecho delictivo de Lavado de Activos. — hizo una pausa que a la morena se le hizo innecesariamente dramática —Delito que fue cometido descaradamente ante los ojos del hoy denunciante y víctima; el señor Vaemond Velaryon.
Traicionada por su propio tío.
Empezaba a entender cómo se sentía Simba en estos momentos.
Vaemond tenía un rostro de entera templanza, como si de verdad ella hubiera lavado dinero frente a sus ojos (¿Cómo siquiera alguien veía eso, para empezar?), como si él estuviera tranquilo luego de acusarla de un crimen que no cometió. Gwayne, a su lado revisaba unos documentos, a pesar de las deplorables circunstancias, Baela no podía negar que el tipo era guapo.
Es decir, ese cabello castaño pulcramente peinado, ese traje gris y esas manos (sí, tenía un fetiche por las manos) hacían que su mirada se desviara ligeramente de Criston a Gwayne. Criston se veía como un presumido, pero Gwayne parecía más tranquilo y una parte suya se interesaba por ello. Además de que el porte inteligente le sumaba puntos que no sabía que podían sumarse.
Concéntrate, Baela, no seas estúpida.
Su voz interior, que constantemente sonaba como Jacaerys, le devolvió a la realidad, dándose cuenta de que no había estado escuchando nada de cómo fue que supuestamente cometió ese crimen. Quiso golpearse la cabeza con la mesa de madera frente a ella, pero no lo hizo porque era plenamente consciente de que la cámara que se encargaba de grabar el juicio se desviaba constantemente hacia su persona.
—Todo comienza un día lunes 12 de enero del año 2020, hace casi dos años...
Sé valiente, mi dulce niña...
Esta vez, su voz interior sonó igual a Rhaenyra por lo que suspiró para luego acomodar su postura, manteniendo una mirada fija en Cole. Su madrastra tenía razón, todo saldría bien; tenían un plan que estaba saliendo a la perfección hasta el momento.
Baela solo tenía que demostrar fortaleza y prestar suma atención a los detalles que comentaba el abogado, escudriñando hasta encontrar un hueco en su palabrería, uno que ayude al hueco ya encontrado con anterioridad.
Todo saldrá bien, lo prometo.
Baela Targaryen-Velaryon no era ninguna cobarde. Ella se tragaría su bilis y continuaría mirando altivamente al Fiscal, ella no daría su brazo a torcer. Lucharía hasta el final y se mantendría en su papel hasta el final de todo, hasta lograr demostrar su inocencia.
Ella era un dragón, y los dragones no les temen a simples serpientes.
Mucho menos si estas eran de agua.
...
El hecho de que hayan anunciado que su jodido tío abuelo era el maldito denunciante había puesto a Rhaena Targaryen-Velaryon en una posición imposible de soportar.
Era difícil de creer que el mismo hombre que las defendía a capa y espada de su abuelo Corlys (el mismo que siempre las consentía en exceso en todo momento) era el mismo que se encontraba arrojando a su hermana gemela a la boca del lobo.
Vaemond condujo a Baela a una exposición directa a todo aquello contra lo que habían luchado siempre. La había expuesto a problemas legales que repercutirían en su futuro si no fueran personas con dinero. La había expuesto a la prensa. La había expuesto a la cruel opinión pública. La había expuesto a la cárcel misma.
Vaemond Velaryon no era el mismo hombre que Rhaena conoció alguna vez. Vaemond ya no era aquel tío que amó con todo corazón. Vaemond ya no era aquel hombre que asumió un rol paternal cuando Daemon se enroló. Vaemond ya no era aquel familiar en el que confió ciegamente de niña.
La rabia la consumía, cada fibra de su ser se sentía en llamas calientes que viajaban por sus venas, un recorrido imparable que solo la llenaba de más enojo. Enojo que solo aumentaba cuando veía a su dichosa madre, la mujer que las parió, sentada del lado izquierdo del lugar, con la cabeza gacha.
Ni una llamada. Ni un solo mensaje. En todo este tiempo que llevaba viviendo con Rhaenyra, Laena no se había hecho presente en sus vidas desde hacía mucho más que simples cinco años. A veces solía mandarles un mensaje por sus cumpleaños (una vez cada dos años, de hecho) pero no hacía falta tener dotes en brujería para saber que el mensaje estaba escrito con un rostro estoico y aburrido.
Laena Velaryon había desaparecido luego de que Daemon Targaryen reclamase su tenencia. Y aunque tanto a ella como a su hermana les dolió en el alma la separación tan abrupta con su madre, supieron sobrellevarlo con ayuda de terapia emocional.
Baela y Rhaena Targaryen-Velaryon habían crecido en más de una forma, ahora ambas tenían 20 años de edad; ya no eran aquellas preadolescentes inseguras que se sentían celosas al ver el trato que tiene su madrastra con sus hermanos.
Pero eso no quitaba el hecho de que doliera inmensamente saber que no le importaban a su madre en lo absoluto, aún con toda la situación del arresto y la separación directa de una de ellas. Era como si Laena las hubiera abandonado. Y su pobre padre...
Rhaena tenía razones para estar enfada, excesivamente enfadada. Ella tenía razones de sobra para quemar todo a su alrededor y salvar a su hermana de este circo de la perdición.
Lucerys, quien anteriormente había compartido miradas con Aemond, le tomó de la mano con suavidad, dándole silencioso apoyo, sacándola de sus intensos pensamientos agresivos. Agradeció el gesto inmensamente puesto que los alegatos de apertura fueron un montón de mierda.
Según el detestable fiscal (a quien ya quería despellejar vivo) desde hacía dos años, Baela había sido aceptada en Driftmarkyco. como asistente contable del mismo denunciante, su tío Vaemond. Seis meses después, la joven habría sido ascendida al puesto de socia contable, y desde entonces su tío habría estado notando ciertas irregularidades en las rendiciones de cuentas hechas por su sobrina.
Tras "investigarlo" Vaemond había descubierto una cantidad impresionante de negocios fantasmas (habían citado cinco en total) a nombre de Baela, dos de ellos que tenían relación con los Strong. Por lo que su hermana había estado lavando dinero sigilosamente desde hacía año y medio, ni bien había sido "descubierta" Vaemond la había denunciado llevando todas las pruebas reunidas a la fiscalía, lo que desembocó en el arresto de Baela hace dos semanas.
La jueza, Sansara, había escuchado los alegatos de apertura con interés, desviando la mirada de vez en vez a los documentos que mantenía en su poder, aquellos que reafirmaba las palabras de Criston Cole. Los demás miembros del jurado se mantenían al margen, algunos anotando cosas y otros prestando plena atención a las palabras del fiscal.
Si algo tenía que admitir Rhaena, era el hecho de que Criston Cole tenía un poder impresionante con sus palabras. Por mucho que le generase rabia, admitía que las palabras que salían de la boca del dorniense eran bastante convincentes, incluso llegaban a ser creíbles.
Y eso la enfadaba aún más.
—Bien, tras escuchar por completo los alegatos de apertura, damos comienzo a la ronda de preguntas a los testigos correspondientes. — Sansara martilló el mazo —Licenciada Tyrrell, tiene el espacio correspondiente para que comience con sus testigos.
Margaery se levantó de su asiento con gracia y elegancia, haciendo que sus rizos reboten su cintura, su vestido elegante de color dorado (en la tela se lograban vislumbrar espirales negros que simulaban rosas) se ajustaba a su cuerpo con coquetería. La mujer caminó hasta el estrado, obteniendo la atención de todos en el lugar y sonrió encantadoramente.
Rhaena la admiró, derrochaba seguridad y actitud dominante. Era como si el montón de mierda que había dicho Cole hace algunos minutos no le afectaba en nada, como si de hecho, ya se lo esperara. Margaery actuaba como si el juzgado no fuera más que un lugar donde demostrar su belleza, uno donde sabía que todos la admiraban, también como si ya tuviera el caso ganado desde hacía rato.
Entonces entendió porque su padre la había contratado.
Que empiece el juego, malditos.
...
Margaery Tyrrell nunca había perdido un caso desde que comenzó a trabajar en el buffet de abogados de los Hightower a los 18 años.
Los Tyrrell eran amigos de los Hightower desde hacía milenios y su misma madre era una prima lejana de Alicent Hightower. En Altojardín, las cosas no se manejan igual que en la capital, por lo que trabajar en el buffet de abogados en Antigua fue una oportunidad que no desaprovechó en su momento. Ahí conoció a Cole, quien para ese entonces ya estaba terminando su carrera, y el hombre le había propuesto múltiples veces salir a almorzar o cenar.
Ella lo había rechazado todas esas veces puesto que tenía novia, y Sansa Tully era una mujer bastante celosa aunque no lo demostrara. De todas formas, Cole no era su tipo, era demasiado... insistente. Tanto en la forma de trabajar como en la vida personal y eso la agobiaba a niveles impresionantes. Claro que el hombre se había tomado muy mal sus múltiples desplantes, por lo que terminó con ser completamente desagradable con ella, al punto de lograr que la echen del despacho.
Margaery tenía tan solo 22 años cuando eso ocurrió y sintió que el mundo se le venía abajo.
Si no hubiera sido por Arya, la hermana menor de Sansa, quien le recomendó ir a Braavos y aprender sobre los métodos legales de Poniente con Silvio Forel, probablemente Margaery no hubiera estado donde estaba hoy día. Continuó con su carrera y tras culminar sus estudios con honores, el mismo hombre que le enseñó todo lo que sabía le hizo una carta de recomendación para Wolf, una empresa en el Norte.
Margaery dudó. Ya había dejado Altojardín para ir a Antigua y luego había dejado Antigua para ir a Braavos. Su familia nunca la había cuestionado sobre ellos; sus hermanos nunca le pusieron pero a sus decisiones y su madre nunca le cuestionó su despido en "Lighthouse" el buffet de los Hightower. Sin embargo, tras unas semanas, fue a Winterfell, donde se estableció en su puesto laboral sin problemas.
Rickon Stark era un hombre honorable y ella estaba complacida de trabajar para él.
Por esos años fue que conoció a su ahora cliente, Daemon Targaryen. Margaery era joven, joven y tonta en un país nuevo, por lo que cuando fue a los clubes nocturnos que se encontraban cerca de la base militar norteña, no pensó que se encontraría con tantos soldados que habían salido de su guardia recientemente.
Decir que se sintió ligeramente atraída por Daemon era poco; el hombre era alto, de rostro estoico, cabello platinado largo y ojos amatista que te analizaban el alma. Pero nuevamente, Margaery tenía novia y Sansa había notado enseguida a quien estaba mirado. El encanto desapareció rápidamente cuando visualizó las ligeras arrugas en su rostro y supuso que el hombre probablemente tenía edad para ser su padre. Y no se equivocó.
Con el tiempo, las visitas a aquel bar fueron recurrentes. Acudía con Sansa todos los viernes, para bailar, reír y emborracharse. Tal vez juguetear con los militares, jugando entre ellas a cuantos podían conquistar en una noche. Y Daemon solía estar allí, por lo que una noche interrumpió su juego preguntando el porqué de su actuar.
—¿Celoso? — Sansa había preguntado, risueña y con las mejillas sonrojadas por el alcohol —¿Quieres ser uno de ellos?
Daemon negó —Solo tengo ojos para la mujer que amo. — y luego se burló —Tampoco te tengas tanta estima, pelirroja, tienes edad para ser amiga de mis hijas.
Margaery solo pudo reír contra la palma de su mano ante la expresión de pánico que demostró su novia. Y luego de esa noche, Daemon Targaryen había sido una compañía recurrente en sus noches del viernes.
Nunca podría agradecer del todo a Daemon Targaryen.
Él le había enseñado muchas cosas durante su estadía en el Norte, y la comprendió cuando le dijo sobre lo mucho que extrañaba a su familia de Altojardín. Sí, tenía a Sansa y sus hermanos, todos establecidos en Winterfell desde hacía ya un tiempo, puesto que Robb se había casado con una norteña de ascendencia en Volantis y Jon tenía hijos con una mujer de Free-People una ciudad limítrofe del país.
Pero Sansa y sus hermanos no eran su familia de sangre. Y Daemon entendía eso.
Margaery adoraba al hombre, a él y a sus hijos, a quienes sólo había conocido por fotos y anécdotas de un padre enamorado. Así que cuando recibió su llamada no dudó en juntar a sus mejores compañeros y formar un equipo formidable de defensa para ayudar a Baela.
Después de todo, sabía que si su viejo amigo le había llamado a tan solo unos meses de abandonar el Norte, era porque la necesitaba de verdad.
Ahora mismo, miraba a su izquierda y veía el rostro de Criston Cole desfigurado en disgusto mientras que Gwayne Hightower le hacía señas indiscretas para que disimulara el ceño. Una parte suya se sentía retorcidamente poderosa en momentos como este, en los que veía lo que su belleza y seguridad causaba en la competencia.
Oh, sí. Ellos tenían un plan. Y ellos ganarían.
De eso ella se aseguraba con su espectacular defensa, aquella que había preparado como desquiciada desde hacía dos semanas. Y el hecho de que Gwayne esté allí solo lo hacía más fácil.
Los Hightower eran tan jodidamente inteligentes, pero a la par, tan jodidamente estúpidos al subestimarla que ese caso había sido ganado desde que pusieron un pie en el estrado.
—Gracias, su señoría. — bajó la cabeza en un gesto de respeto —Debo comenzar con mi alegato, llamando a mi primer testigo; Viserys Targaryen.
El pánico que se extendió por el rostro de Gwayne y Cole fueron dignos de un cuadro, sobre todo cuando visualizó por la periférica como la misma Alicent se ponía rígida en su asiento. Casi sonrió con suficiencia cuando Viserys, el hermano de su cliente, se levantó de su asiento con elegancia e ingresó al estrado con confianza, posicionándose en el asiento junto a la jueza.
Un guardia caminó hasta él y posicionó frente suyo un ejemplar de "La Estrella de Siete Puntas" para luego indicarle que debía de poner la mano sobre el libro y jurar que diría la verdad.
—Yo, Viserys Targaryen. — la mano del hombre descansaba sobre el texto sin dramas —Juro por mi vida y por Los Siete aquí presentes omniscientemente decir la verdad y nada más que la verdad en este juicio.
Si tan solo supieran que venera a las 14 Llamas y no a Los Siete Dioses.
Margaery sonrió con sutileza tras terminado el juramento y luego se acercó al juzgado con seguridad. Viserys la miraba con una sonrisa bonachona, esa que siempre utilizaba para su hermano, en su espalda, las miradas de Gwayne y Cole quemaban tanto como las cámaras que no se perdían ningún detalle del evento.
Ella de verdad estaba disfrutándolo. Toda la tensión en el ambiente, la expectativa de lo que pasaría, el sabor metálico de la espera y la emoción conjunta. Justo por esto se había metido a estudiar derecho y lo disfrutaba con creces.
Que empiece el juego, malditos Hightower.
...
—¿Hace cuanto que es el CEO de Fireblood, señor Targaryen?
—Hace 30 años que asumí el mando de Fireblood, luego de la muerte de mi padre Baelon Targaryen.
Helaena observaba con ojo crítico la situación. Objetivamente hablando, tenía sentido que su padre fuera llamado como testigo. Objetivamente hablando, no tenía sentido alguno que su padre fuera llamado como testigo... sin que estén seguros de que mentiría.
—Y en todos estos años... ¿Qué es lo más destacable de los miembros de su empresa?
—Objeción, irrelevante. — Gwayne interrumpió a Viserys, quien había abierto ya la boca para responder
—Tengo un punto, su señoría. — contestó con calma la abogada —Uno bueno.
Sansara desvió la mirada hacia Gwayne y luego hacia Margaery, tras unos segundos de meditación, habló: —Al lugar, Hightower.
Aegon, junto a ella, se removió ligeramente incómodo y eso la desconcertó. Su hermano había estado genuinamente extraño desde que volvió del Norte, no hablaba, se encerraba en su música y salía todas las noches con sus amigas.
Helaena había intentado acercarse, pero su el mayor solo la repelía como si tuviera alguna enfermedad sumamente contagiosa. Ni siquiera había dejado que Aemond se acerque, por lo que la joven supuso que (teniendo en cuenta que no quería hablar con sus hermanos y había vuelto a su hábito fiestero) tenía que ver con Jacaerys.
Jacaerys.
Que lindo se sentía volver a pensar en su nombre.
—Como iba diciendo, señor Targaryen, — la mujer se veía realmente poderosa en esa pose; con las manos entrelazadas frente a su estómago —¿Qué es lo más destacable de los trabajadores de su empresa?
Su padre no dudó —El hecho de que la mayor parte de los accionistas y empleados somos familia. Mis sobrinas Baela y Rhaena son accionistas, esta última se había iniciado en el mundo de las acciones hace apenas una semana, pero mantenemos fé en sus decisiones, los Siete nos guían.
Helaena quería reír a carcajadas ante esas palabras. Su hermano mayor, por supuesto, no lo dejó pasar, dándole un pequeño empuje con los hombros para luego compartir miradas y desviar los rostros en busca de no querer reír en tal momento.
Ambos sabían que Viserys Targaryen era de todo menos devoto a la Fé de los Siete. La única devota en su hogar era su madre, quien miraba con ojos soñadores a su marido tras decir aquello.
Ay, si supiera.
—¿Desde hace cuanto tiempo mi cliente es accionista en Fireblood, señor Targaryen?
—Desde que cumplió los 18 años. — su padre asintió con la cabeza de manera tranquila —Es tradición de Fireblood que los primeros hijos de los miembros más importantes de la familia reciban acciones al cumplir la mayoría de edad. Mi hija Rhaenyra, obtuvo las suyas a la misma edad, mi primogénito, Aegon, también. Baela es, clínicamente hablando, la primera de las gemelas de mi hermano Daemon en nacer, por lo que su privilegio de nacimiento se cumplió cuando llegó a la edad estimada.
Helaena desvió el rostro de forma suave, hasta quedar cerca del oído de Aegon, quien miraba atentamente hacia delante.
—Primogénito. — le susurró con voz ronca y luego soltó una risita
Su hermano se removió incómodo, disimulando la creciente carcajada que salió desde el fondo de su garganta con una tos bien disimulada. Eso solo causó que la menor quisiera reírse más fuerte.
Si Aemond estuviera sentado junto a ellos, ya los habría pateado por lo bajo para hacerlos callar. Pero como había elegido su libertad al sentarse junto a Lucerys, su hermano menor solo los miraba con desaprobación desde el otro lado del juzgado.
—Una última pregunta, de mi parte, señor Targaryen. — Margaery sonrió, sabiendo robar la atención del momento —Teniendo en cuenta que mi cliente es accionista de Fireblood ¿Cree usted que tiene el tiempo necesario para poseer un puesto como contadora en la empresa Driftmarkyco.?
—Oh, por supuesto que no. — Viserys sonrió, aún negando con la cabeza se veía sincero —Ser accionista de Fireblood es un trabajo de tiempo completo. Sin mencionar que mi sobrina ha sido desestimada por su familia materna hace ya varios años, no es un secreto que la relación entre los Targaryen y los Velaryon ha visto mejores días.
Tyrrell asintió con la cabeza, conforme con las respuestas del hombre mayor. Caminó con gracia hasta el estrado e inclinó ligeramente la cabeza ante la jueza.
—No hay más preguntas de mi parte, su señoría.
El tío Gwayne se levantó cuando Margaery volvió a su lugar, dando a entender que era su turno de hacer las preguntas correspondientes. Su padre se mostró impasible, aún con esa mirada suavizada y la comisura de los labios ligeramente levantados, en una expresión amistosa.
—Señor Targaryen, ha mencionado que su sobrina, la acusada, es miembro de su mesa de accionistas desde los 18 años. Curiosamente la misma edad desde ha estado trabajando en la empresa de mi cliente.
—Objeción, su señoría, especulaciones.
—Al lugar, Tyrrel.
Sansara ni siquiera parpadeó antes de mandar callar a la abogada de su prima. Acción que hizo que Helaena se replanteara por completo la situación del juicio y su actuar inmaduro en él.
Sabía que este no era un juicio justo, lo sabía desde que había soñado con él muchísimo antes de que pasara. El problema recaía en que sus sueños solían ser contradictorios entre sí y muy confusos. En algunos, Baela perdía, en otros, lo hacía Vaemond.
—¿Cuál es su pregunta, licenciado? — inquirió su padre con voz calmada, esa sonrisa bonachona no abandonaba su rostro —¿Puede decirla claramente?
—Solo tengo una pregunta para usted, señor Targaryen. — su tío avanzó unos pasos —¿No era usted tanto accionista de Fireblood como trabajador social en sus días de juventud?
—Objeción, irrelevante.
—He dicho que al lugar, Tyrrell.
Helaena se pronto se sintió ligeramente mareada. El deja vú era demasiado intenso como para contenerlo sin mostrar signos físicos. Si esto seguía así, entonces...
—Ey, Hel. — su hermano mayor tomó su mano, ella no se había dado cuenta que había comenzado a destruirse las cutículas, sus uñas sangraban por sobre su pantalón de vestir —Calma, Hel, estoy aquí.
Sabía que Aegon estaba ahí con ella, pero eso no lo hizo más fácil. Helaena sabía lo que pasaría, lo había soñado hace más de dos meses, sabía lo que estaba por pasar, lo que estaba por revelarse y eso no era bueno. Eso era malo. Muy, muy malo.
—S-sí.
—Lo fuí. — asintió su padre con orgullo —Comencé con el servicio social a par que tomé mi lugar en la junta de accionistas en Fireblood.
—¿No había dicho usted que ser accionista de Fireblood era un empleo de tiempo completo?
—Sí, lo dije. — Viserys se removió en su asiento —Pero los tiempos han cambiado, ya no es lo mismo que hace 40 años y...
—Gracias, señor Targaryen. — el menor lo interrumpió y luego observó a la jueza —No tengo más preguntas, su señoría.
...
Laenor Velaryon estaba nervioso.
Desde que esa mañana había encontrado a su hermana mayor mirando la ventana supo, innegablemente que algo malo pasaría en el juicio. No tenía muchas pruebas del porqué pensaba aquello, sin embargo, una parte suya, la más primitiva e intuitiva, le decía que algo andaba mal.
Y que estaba relacionado con su hermana, Laena Velaryon.
—Su señoría, permítame comenzar con las preguntas a mi testigo, por favor. — la voz de Gwayne sonaba calmada mientras Sansara Tarly asentía con la cabeza sin pensárselo dos veces —Gracias. Procedo llamar a mi primer testigo, Laena Velaryon.
No.
Se suponía que Laena era la última testigo. Se suponía que ella solo pasaría al estrado de ser necesario. Se suponía que ella no tendría nada que ver con esto.
Laena, ¿qué demonios estás haciendo?
Su hermana se levantó de su asiento, ante la ligera conmoción de los presentes. Caminó con elegancia hasta el estrado y tras hacer el juramento con una mano puesta en La Estrella de Siete Puntas, Gwayne Hightower comenzó con sus preguntas.
Para Laenor todo estaba pasando demasiado rápido.
Veía por la vista periférica como su padre apretaba los dientes mientras su madre se mostraba impasible, calmandolo con la mirada. También veía a lo lejos como los ojos de Daemon se inyectaron en rabia cuando Laena comenzó a hablar, como Rhaenyra tomaba su mano para calmarlo, como Joffrey imitaba el gesto con Rhaena, como Baela se notaba sorprendida y asustada.
—Laena. — volvió a llamar con calma —¿Ellas lo saben?
—Baela lo sabe.
—¿Rhaena?
—No.
—No. — repitió casi al mismo tiempo que su recuerdo, la realización golpeándolo de pronto —Laena, no.
—Te quiero Laenor.
No.
Esto no estaba pasando.
Era solo una idea que cruzó su cabeza. Laena no sería capaz de arruinar a sus hijas de esa forma. Laena no sería capaz de anunciarlo de manera tan pública. Laena no sería capaz de arruinar a Daemon así. Laena no sería capaz...
Cruzó miradas con su hermana, quien ya estaba respondiendo con calma a la segunda pregunta que le hacía el abogado. Cuando Laenor vislumbró el brillo en los ojos amatistas, ese brillo que era producto de lágrimas contenidas, supo que lo que pasaría a continuación no podía ser evitado de ninguna manera, Laena ya había elegido su camino y nada de lo que hiciera ahora lo cambiaría.
Tercera pregunta.
—Señora Velaryon, el anterior testigo ha mencionado que es tradición de Fireblood que los primogénitos de los miembros importantes de la familia Targaryen reciban acciones en la empresa al cumplir los 18 años.
—Eso es correcto.
—¿Está usted de acuerdo con esto, teniendo en cuenta que su hija, la acusada, también tenía edad para acceder a su derecho como trabajadora en Driftmarkyco.?
—Objeción, irrelevante. — antes de que Sansara la mande callar, Margaery se adelantó —La testigo no tiene derechos por sobre mi cliente al ser esta mayor de edad, la tenencia de las entonces menores la tuvo su padre, Daemon Targaryen.
La jueza escudriñó con la mirada a la abogada de Baela, para luego bufar y rodar los ojos. —Cambie su pregunta, Hightower, la licenciada Tyrrell tiene razón.
Gwayne no se mostró enfadado, más bien contrariado. Bajó la mirada unos minutos y luego la subió, asintiendo con solemnidad a la jueza para luego volver a mirar al testigo.
—Le ruego que olvide mi anterior pregunta, señora Velaryon. — la mujer asintió con firmeza —¿Cree usted que la acusada, Baela Targaryen-Velaryon, puede llevar el peso de sus apellidos sobre sus hombros?
—Objeción, su señoría, irrelevante.
—Al lugar, Tyrrell. — Sansara le dirigió una mirada a Gwayne —Pruebe su punto de una vez, Hightower.
—La acusada, la señorita Targaryen-Velaryon, se declara inocente del delito de Lavado de Activos, sin embargo, tenemos pruebas contundentes de que el acto delictivo se llevó a cabo...
—Eso es correcto, licenciado. — interrumpió Laena —Sin embargo, no tienen pruebas de que el hecho delictivo fue realizado por mi hija.
La Fiscalía se mostró sorprendida ante el cambio de acontecimientos. Recientemente, Laena estaba respondiendo sus preguntas, colaborando con su defensa, y de pronto, había interrumpido al abogado para soltar aquello. El jadeo colectivo no se hizo esperar, eso solo logró que Laenor se sintiera cada vez más nervioso.
Llámenlo loco, pero algo le decía que todo se iría a la mierda en cuestión de segundos.
—Señora Velaryon, no he terminado mi monólogo. — el castaño se mostró calmado —Si me permite...
—No, no se lo permito. — los susurros en toda la corte no se hicieron esperar —Ha hablado suficiente. Ahora tengo que hablar yo.
—Señora Velaryon, ha dicho suficiente.
—No. — Laena levantó la mirada para enfrentarse a Sansara —Usted ha dicho suficiente.
—¿¡Cómo se atreve!?
—El hecho delictivo comenzó durante el año 2020, es verdad. Hace casi dos años que una persona está lavando dinero de la compañía de mi padre con empresas fantasmas. — continúo a rajatabla —Las pruebas demostradas son verídicas. Pero le ruego, señora jueza, que lleve las pruebas hasta los jurados. Ellos mismos podrán verificar que al nombre que figuran esas empresas fantasmas no es el de mi hija.
—Señora Velaryon... — Gwayne se mostró alarmado, desviando la mirada constantemente hacia Criston, quien tenía los puños apretados de la rabia —Señora Velaryon, el tiempo de preguntas ha terminado.
—Mi hija, Baela Targaryen-Velaryon ha sido exiliada por parte de su familia materna. Hace 20 años que los Velaryon no tenemos relación con ninguna de las gemelas, debido a una disputa familiar entre los Targaryen y los Velaryon. — Laena miró directo a los jurados, quienes se mostraban impresionados —No hay forma de que mi hija haya sido siquiera tomada en cuenta para ser contratada en Driftmarkyco.
—Señora Velaryon...
—Mis hijas tuvieron que criarse con Daemon Targaryen y su nueva esposa, Rhaenyra Arryn. Pues, ante la ley, Daemon Targaryen es su padre biológico y al serlo, tiene derecho a reclamar la tenencia de sus hijas.
Laena se levantó del estrado, caminando con elegancia y rapidez hasta la mesa de la defensa, donde reposaba un sobre azul con el logo de un hospital. Del sobre, sacó un papel que solo podía reconocerse como un acta de nacimiento, y adjuntada a ella, se notaban los resultados de alguna prueba hecha.
Ya nadie interrumpió a Laena Velaryon. Nadie se movió cuando ella llevó el papel hasta el estrado nuevamente, presentando las pruebas a la jueza Tarly, quien la miró ligeramente interesada.
Gwayne Hightower se mostró tan desconcertado como Criston Cole y Vaemond Velaryon, quienes se miraban entre ellos en busca de una explicación a todo lo que estaba pasando. Margaery se mostró comprensiva ante la situación, cediendo el sobre que, en primer lugar, Laena había dejado ahí de forma discreta cuando fue llamada a testificar.
—¿De que se trata esto, señora Velaryon? — inquirió Tarly, revisando los papeles —¿Qué busca con esto?
—Esa es el acta original de nacimiento de mi hija Baela, la acusada. — señaló —Como es de conocimiento público, Rhaena como Baela son gemelas monocigoticas, es decir, gemelas idénticas. Un mismo óvulo fecundado que se dividió en dos a temprano desarrollo del embarazo. — luego señaló el otro papel en las manos de la jueza —Y eso, es una prueba de sangre, hecha en junio del 2016, un mes después de que Daemon Targaryen fuera a cumplir con su servicio militar al Norte.
Todos guardaron silencio.
Laenor contuvo el aliento, sabía lo que se venía y sabía que una vez que Laena lo dijese no habría vuelta atrás.
La vida como la conocía él, su familia, sus sobrinas y el esposo de su mejor amiga cambiaría para siempre una vez que su hermana dijera aquello que calló durante 20 años. El secreto mejor guardado de la familia Velaryon. El porqué Vaemond defendía a Baela y Rhaena y de su padre. El porqué la situación era tan complicada aunque parecía no serlo. El porqué Laena había desaparecido de la vida de sus hijas.
—La prueba fue pedida por la acusada, Baela Targaryen-Velaryon, quién ya conocía el resultado de la misma, a razón de un proyecto escolar que no tiene importancia demostrar. Y es por eso, que todo este juicio está construido en base a una enorme mentira. Toda la vida de la acusada está construida en base a una gran mentira. Mi hija no es reconocida como mía ante mi familia, y, por lo tanto, no posee ningún derecho en la empresa familiar.
Dioses, denme fuerza.
—Señora Velaryon. — interrumpió Sansara, con cautela —¿Qué es lo que busca demostrar?
Laena Velaryon no dudó.
Ahí, parada frente al estrado, frente a abogados, fiscales, jueces y jurados, ella se mostró impasible en su declaración. Las cámaras no se perdieron ningún momento, todas apuntaban a su rostro mientras su fiera mirada acompañaba sus palabras.
Entonces, del escote de su vestido reveló un tercer documento, el público no contuvo su jadeó ante el acto —Esta es una copia del testamento de mi padre, Corlys Velaryon. Como puede ver, en el apartado final admite que no reconoce a Baela y Rhaena como sus nietas, explicando explícitamente que no tienen ningún derecho por sobre su empresa ni sus privilegios.
—Señora Velaryon, ha sido suficiente.
Gwayne volvió a hablar, pero Sansara lo calló con una simple mirada.
—Baela Targaryen-Velaryon no tiene derecho a ninguna empresa, su señoría. Su trabajo como accionista en Fireblood se desestima con estas pruebas presentadas. Y su supuesta participación en el delito de Lavado de Activos de Driftmarkyco. también.
—¿Por qué su derecho a Fireblood estaría desestimado, señora Velaryon?
—No hay manera de salvar a Baela sin decir la verdad. Las pruebas son tan verídicas como tú y yo, es imposible salvarla de la prisión si esas pruebas llegan a presentarse... — suspiró —Pero ella no lo hizo, Laenor. Ella es inocente.
El inconfudible sonido de las olas bailando en su vaivén común, de alguna forma, suavizó las palabras. Ambos Velaryon se encontraban mirando la playa con calma, cuando el viento marino se llevó la declaración de la mayor.
Había sido un día movido en Mercaderiva, con la visita de Joffrey, Laenor no había tenido tiempo suficiente para acompañar a su hermana en su visita a un abogado, por lo que Laena terminó por ir sola a la cita legal.
Ahora, bien entrada la noche, ambos sentados en la arena de la playa, admirando como el mar se movía tranquilo bajo la tenue luz de la luna, Laenor se permitía pensar con calma en las palabras que había soltado Laena.
No preguntó. Sabía de cuál verdad hablaba su hermana.
—Ha de haber otra forma. — sugirió
—La hay. — ella le dió la razón, mirándolo con suavidad esta vez —Y voy a tomarla, aunque es muy arriesgada.
—¿Qué tan arriesgada?
—Padre se enfadará muchísimo.
—Creo... — desvió la mirada hasta conectarla con su hermana —Creo que el enojo de padre puede superarse. En cambio, la cárcel...
Asintió —Tienes razón.
—Entonces, ¿la otra opción...?
—No dejaré que arruinen a mis niñas de esa forma, Laenor.
Él le creyó.
Él no debió creerle.
Laenor debió saber que su hermana solo se lo advirtió para que comprendiera sus razones. Laenor debió saber que su hermana lo haría. Laenor debió saber que en realidad no había otra forma de evitar que su sobrina fuera a la cárcel.
Laenor debió suponer que Laena no dejaría que nada malo le pasara a sus hijas. Laenor debió saber que había males necesarios.
Pero él era débil, fácil de engañar debido a su corazón noble. Demasiado ingenuo cuando se trataba de personas que amaba, demasiado débil cuando menos se lo necesitaba.
—Sabes que siempre tendrás mi apoyo, Laena.
—Y tú el mío, Laenor.
Su hermana le había sonreído en medio del viento que azotaba, en medio del sonido de las olas chocando, en medio del caos que se había formado. Y eso fue suficiente para creerle.
Eso no debió ser suficiente para creerle.
Segundos después de la declaración de Laena, Laenor pudo verlo todo.
Visualizó como el rostro de Daemon se descomponía hasta llegar a ser irreconocible. Vislumbró como Helaena Targaryen se tapaba los oídos con los dedos, bajando la cabeza mientras su hermano mayor se acercaba a ella para preguntarle que sucedía. Vió como Jacaerys Strong, al igual que sus otros hermanos, abrió los ojos de forma desmesurada. Y fue testigo de cómo los ojos de Rhaena se llenaron de lágrimas al instante.
El mundo de tres familias distintas cambió con las últimas palabras dichas por su hermana. Y nadie pudo hacer nada para evitarlo, ni siquiera él.
—Su señoría, los resultados de la prueba de sangre demuestran que Baela y Rhaena Targaryen-Velaryon... No son hijas de Daemon Targaryen.
N/A:
AHORA SÍ QUE BAELA CHINGÓ SU MADRE (literalmente)
HOLAAAAA, HE VUELTOO! Tras dos semanas de no publicar, tienen aquí el capitulo 15 y el capitulo 16 de Fucking Hightower. No quería extenderme mucho en las notas de capitulo anterior porque todo va muy enlazado y pues les iba a spoilear grande.
¿Qué les parecieron los capis? Espero que los hayan disfrutado.
No saben las ganas que tenía de escribir desde el punto de Baela. De todo lo que va en el arco no habíamos sabido nada de ella además de que estaba en prisión y que no quería preocupar a Daemon. Btw, creo que es necesario reafirmar que los hijos de Nyra y Daemon SON NEPOBABYS, o sea, creo que no hace falta explicar nada más además de eso (? Se les nota en el actuar.
Ahora vayamos por puntos.
Sobre la escena en el capitulo 15 de Luke y sus hermanos; a pesar de que puede verse como innecesaria, me gustó agregarla. El saber que todos los hermanos tienen su respectivo TOC y que compartan un momento difícil a su manera se me hizo espectacular, sinceramente, nunca escribí una escena tan sincera. El hecho de que Lucerys cocine para menguar su ansiedad es algo mío, lo de que Jacaerys trabaja en exceso lo saqué de mi hermana mayor (de hecho Jace está algo basada en ella), que Rhae limpie lo saqué de una de mis amigas y lo de Joff con los videojuegos de mi hermano menor.
En cuanto a Laena, tanto en este capitulo como en el anterior... ¡Ya me estaban picando las manos por sacarla! El hecho de que Baela supiera que no era hija legitima de Daemon solo me hace pensar en que quiero sacar más de mis gemelas Targaryen-Velaryon, debo decir que les veo muchisimo potencial como personajes. En cuanto a Laena, mientras escribía su escena solo podía pensar en "All for Us" de Euphoria, tal vez no haya sido una buena madre en términos generales, pero sin duda ama a sus niñas.
Me debatí un montón sobre la perspectiva de quién debía de escribir el momento en que Laena hablase. Al principio sería desde la suya, luego desde la Daemon, luego pensé en hacerlo desde la perspectiva de Rhaena y finalmente quedó en Laenor, que es un amor y lo amo un montón, pero mi bebé necesita escudriñar más en las personas que ama.
Sobre el pequeño Egg en el capítulo anterior... Necesitaba escribir una escena Daemyra con su primer bebé y simplemente me pareció perfecto hacerlo ahora. Creo que nuestra bebé es un abrazador mañanero, de esos que quieren y buscan mimos a primera hora. Y también que busca a sus hermanos mayores en primera instancia, porque escuché que canónicamente, Egg adoraba a sus hermanos Velaryon-Strong <3
Siento que realmente todo esto es un mal necesario (?) No sé, me gusta ver el mundo arder, pidoperdón
Otra cosa que añadí que es interesante es que todos los apellidos de los miembros del jurado son casas vasallas de los Lannister. Si van unos capítulos atrás, recordarán que cierto alguien quería aliarse con los Lannister 👀
Y como explique con Margaery, lo que en el universo original de GOT se conocen como "Casas Vasallas" en este fic (al tratarse de un universo moderno) son familias que comparten una relación amena, basada en los negocios y la amabilidad.
Hablando de Margaery, llámenme loca, pero creo que realmente sería una buena amiga de Daemon. Siento que la forma en la que ella juega el juego tronos se complementa con los métodos tajantes y sanguinarios del príncipe canalla.
En el siguiente capitulo veremos a nuestros chicos fuertes enfadados, esto se pondrá emocionante.
Ohhh, dejenme sus teorías de como fue que Aemond decidió cambiar de bando, los leo 👀 Yo solo sé que siempre me imaginé a Aemond apoyando el reclamo de Rhaenyra (si es que no le hubiera envenadado la mente o simplemente SACADO EL PUTO OJO) lo mismo con Aegon II.
Hablando de él, creo que es un excelente hermano mayor y que es realmente gentil con Hela, quien tiene sueños premonitorios (no de forma tan traumatica como en el canon) pero los tiene, aunque estos son confusos pues, como está escrito, se contradicen mucho. Como unos deja vú, más o menos.
Y ESO ES TODO POR ESTA SEMANA!!
Nos leemos pronto, espero. Déjenme saber que les pareció este capitulo y el anterior y como andan de la cabecita con la reciente revelación.
Los amoo!!
Si les sirve de consuelo, siempre que llovió salió el Sol (?)
Capitulo sin editar porque quería que sintieran la misma desesperación que yo cuando lo escribí.
Ahora sí, sin más que decir, me despido.
-Iby <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro