12.
N/A: a ver, lloren jacegon shipers
Tiempo Pasado
Cinco días después del arresto de Baela Targaryen-Velaryon
Por supuesto que el plan de Aegon había fallado. Eso era un evento canónico.
Aunque Jacaerys tenía que darle crédito, el plan había funcionado durante seis gloriosos días. Pero como todo evento canónico, inevitablemente el plan de Aegon había fallado.
De todas formas, Jace tuvo que haberlo previsto, debió haberlo sabido, pues de por sí el viaje había iniciado de forma escandalosa cuando el platinado se apareció en el aeropuerto con un moretón; liláceo con algunas manchas verdes alrededor, que surcaba desde su pómulo hasta el comienzo de su barbilla derecha.
Jacaerys necesitó de toda su fuerza de voluntad para no mandar a Aegon a su casa nuevamente (no mandarlo al carajo, en general) y excusarse con los Stark por ambos, alegando a cualquier falencia que no existía para salvaguardar su honor.
Y es que no podían presentarse así ante los norteños. No tenía ni pies ni cabeza ir a una reunión de negocios (estando pasando por una situación familiar y empresarial tan complicada, al borde de un precipicio por el que caerían cuando la prensa se enterase) con una marca tan violenta y horrible en el rostro.
Simplemente por el jodidamente simple hecho de que no era lo correcto, lo esperado para unas personas de su edad y posición.
Así que meditó sus opciones, y como era de esperarse, lo solucionó.
Porque eso es lo que siempre hace; solucionar el caos que las demás personas desatan a su alrededor.
Ya sea abogar por Luke con su madre cuando ella está enfadada con él, hablar en nombre de su padre (el que todos sus hermanos parecían haber olvidado) cuando Joffrey despotricaba en su contra, razonar con Daemon cuando está en modo su modo imparablemente sanguinario, o llamar a una maquillista de su confianza para cubrir un horrible moretón en el rostro de Aegon en el baño del aeropuerto internacional.
Al aterrizar en el nuevo país, Aegon ni siquiera parecía tan indecente, todo gracias a Dyana y sus manos mágicas, que hasta disfrazaron sus ojeras, haciéndolo ver presentable y hasta atractivo para la ocasión.
El sedán negro que habían alquilado para su movilidad conjunta los había guiado de Moat Cailin (Foso Cailin o El Cuello en jerga popular) hasta Winterfell en cuestión de minutos, minutos en los que Aegon y él estaban distanciados notablemente, y sus guardaespaldas los seguían en motocicletas que iban a la par detrás del vehículo.
Cuando llegaron a Winterfell era bien entrada la noche, habiendo volado todo el día, Jacaerys sentía como sus piernas entumecidas se fundían en sus pantalones negros de vestir y en esos zapatos formales tan incomodos por igual.
—Señor Strong, ¿los llevo al hotel o a la residencia Stark? — preguntó el chofer, un hombre de la confianza del abuelo Viserys
—¿Que haríamos en la residencia Stark, Mormont? — inquirió Aegon —Y también existo, gracias por preguntar.
Mormont se vió contrariado —Lo siento, Señor Targaryen. — se disculpó inmediatamente —Es solo la costumbre... He hecho varios viajes con el Señor Strong y siempre consulto con él la próxima parada cuando no he recibido indicaciones previas... — aguardó unos segundos —Respondiendo a su pregunta, señor, Cregan Stark llamó hace unas horas, preguntando por su agenda.
—Ah.
—Llevanos al hotel, Mormont. Por favor. — dirigió Jace, suspirando al ver la reacción arisca de Aegon ante la mención del castaño —Ya luego hablaré con Cregan.
—Por supuesto... — murmuró enfurruñado el rubio
Jacaerys suspiró nuevamente.
...
Aegon estaba cuánto menos, ofendido y cuánto mucho, furioso.
Cuando llegaron (como no) a una de las seis sucursales de "Harrenhal" que se encontraban en el Norte, había una persona que reconocieron enseguida, parada en medio del lobby, esperándolos con toda una comitiva.
Bueno, a él no lo esperaban, sino a Jacaerys, pero como tenían que estar juntos para salvaguardar las apariencias (jodido Viserys) tenía que fingir que ese recibimiento también le agradaba tanto como al castaño.
El hotel era hermoso, tenía que admitirlo.
Todo estaba decorado en colores marrones, como si se tratara de la misma mansión en Harrenhal, como si en vez de un hotel fuese una casa, un hogar. La estructura era magnífica, pero imponente, sin pasar a ser estrafalaria como en los hoteles de "Fireblood", predominando los detalles en madera tallada y cuadros ilusionistas pintados con tonalidades azuladas y verdosas.
El salón era enorme y extenso, decorado de mesas, sillones y lámparas que le daban un aire cálido junto al piso de baldosas perfectamente lustrado. Una chimenea crepitaba suavemente en medio del mismo salón, el ascensor a su izquierda y la mesa principal con la secretaria a su derecha.
Le agradaba, en realidad.
Se sentía extrañamente hogareño, familiar, y una parte suya entendía el rotundo éxito que tenía la cadena de hoteles "Harrenhal", pues ofrecía esa experiencia.
"La experiencia de encontrar tu hogar en cualquier lugar."
Aegon no conocía su casa como un hogar, pero lo consideraba de cierta forma así porque allí se encontraban su padre y sus hermanos menores. Pero por alguna razón diferente, este hotel lujoso y que se hacía pasar por humilde, lo asociaba con cierta nostalgia a la mansión en la que vivió toda su vida.
Ya había olvidado el porqué de su disgusto inicial.
—¡Creg!
Ah, ya lo había recordado.
Cregan Stark, alto, castaño y sonriente se encontraba en el mismísimo lobby del hotel, vestido con unos pantalones de vestir marrón tierra y una camisa blanca pulcramente planchada. Sus hombros anchos y su barba bien cuidada le daban aspecto de tener más edad que unos simples 20, y esa sonrisa cálida que esbozó cuando Jacaerys se acercó a él para primero estrechar su mano hizo que Aegon quisiera golpearlo.
—¡Strong! — sonrió más grande, acercando al mencionado para abrazarlo fraternalmente durante varios segundos —Ha pasado un tiempo, ¿no es así?
Que ha pasado un tiempo, dice.
¿Que acaso estos dos no tenían una relación de mierda luego de que...? Bueno, hubieran arruinado su amistad besandose por inmadureces de la edad. ¿Se puede abrazar tan cálidamente a tu ex? Porque eso era lo que Cregan y Jacaerys eran, una especie de ex's algo.
—Ha pasado un tiempo, sí. — admitió cuando se separaron luego de palmear la espalda del otro —¿Qué haces aquí? Creí que nos veríamos mañana a primera hora.
—Era el plan inicial, sí. — adoptó una pose relajada, viendo de reojo como los trabajadores del hotel llevaban sus maletas hasta la suite reservada —Pero a Rickon se le ocurrieron otros planes y aquí estamos.
Aegon en serio, en serio, en serio quería golpearlo por hablar de una manera tan despreocupada solo para ignorarlo completamente.
O sea, estoy aquí, ¡Helloooo! ¿Qué acaso no me puedes ver, maldito norteño?
Junto a él, Rickon Stark, su hermano menor, sonreia despreocupadamente, ataviado con unos pantalones igualmente de vestir de un negro carbón, vistiendo una camisa de color café a juego, y junto a él, una señorita que no conocía, pero que tenía los mismos rasgos norteños que los otros chicos. Ella vestía unos pantalones elegantes de corte campana blancos, y un cuello de tortuga del mismo color, su cabello lacio y azabache le llegaba hasta la cintura, dándole un aire casi etéreo a su figura.
Jacaerys sonrió y luego estrechó la mano de Rickon, quien también lo atrajo para un abrazo más breve. El más joven le susurró algo al oído y luego se rió de sus propias palabras, siendo seguido de cerca por Jace, quien también soltó una risa despreocupada. Luego la saludó a ella, para el horror de Aegon, con dos besos en las mejillas y un posterior abrazo lleno de nostalgia.
Él se quedó ahí parado, viendo como Jace saludaba a sus amiguitos del Norte, sin saber que carajos hacer.
—¿Aegon? — Cregan pareció reconocerlo, justo cuando estaba a punto de seguir a los empleados hasta su habitación —Hombre, ¿eres tú?
Ay, carajo.
Debió escapar en cuanto tuvo la oportunidad. Ahora tenía que fingir que el maldito Cregan Stark le caía bien porque a su hermana le había parecido buena idea mandarlos a perderse en el Norte durante quién sabe cuánto tiempo.
Fingió su mejor sonrisa —En vivo y en directo, trata de no desmayarte.
El menor soltó una larga risa, y para su espanto se acercó hasta él para ponerle una de sus manos en su hombro, apretando con calidez. —¡Casi no te reconozco! — admitió —Si me lo permites, te ves mucho mejor de lo que te veías en el instituto, ¿que es de tu vida?
Sabía que Cregan lo odiaba tanto como él. Así como sabía que solo estaba siendo amable por el simple hecho de que venía con su querido Jacaerys.
Es que, en serio, ¿Qué tipo de persona venía hasta el hotel de su maldito ex para recibirlo en su país luego de que le haya rechazado una posible invitación?
¡Jacaerys y Cregan deberían de odiarse! ¿¡Qué demonios está pasando!?
—Gracias, Cregan. — fue su escueta respuesta —Tú también has cambiado... la ultima vez que te vi eras un mocoso con aires de grandeza.
Se suponía que Stark se ofendería y cortaría la conversación ahí mismo, que pasaría a otra cosa mariposa y lo dejaría en paz. Esa era la maldita intención del comentario mordaz que lanzó.
No así que el hombre vuelva a reír para levantar y dejar caer de nuevo la mano en su hombro.
—Por eso me agradan los Targaryen... — soltó luego de reír —Siempre andan con un comentario directo debajo de la lengua.
Esta interacción se estaba alargando demasiado, por lo que Aegon sonrió falsamente y dijo —Sí, ya ves como somos.... todos unos loquillos.
Cregan rió nuevamente. —Tienes razón, blondie. — y luego lo guió hasta el grupo, donde un cómodo Jacaerys hablaba con Rickon y la joven —Te presento a mi hermano, Rickon, aunque seguro ya lo conoces, si no estoy haciendo malos calculos tendria la misma edad que Luke, el hermano de Jace.
Rickon desvío la mirada de la conversación que mantenía y lo miró lentamente, de pies a cabeza y sonrió quedamente.
—Bienvenido a Winterfell, Aegon Targaryen. — le estrechó la mano, sus ojos oscuros ocultando una intención divertida —Espero que encuentres divertido nuestro hogar, con el tiempo uno se acostumbra a la nieve.
Como habían estado con la calefacción en el avión, en el aeropuerto, en el auto y ahora en el hotel, Aegon no había notado realmente el cambio de temperatura por sobre sus pantalones de vestir verdes y su camisa del mismo tono opaco. Sin embargo, a juzgar por los abrigos que los jóvenes Stak sostenían con desinterés, el clima sí que era diferente al de King's Landing.
—Gracias por el cálido recibimiento. Es un honor conocerte.
Le agradaba más Rickon, con su cabello ondulado castaño cobrizo recordado en una tasa descuidada, esa sonrisa perezosa y las esquinas de los ojos agudizadas.
Por alguna razón tenía pinta de ser un libertino y eso le agradaba, le daba seguridad el hecho de encontrarse con alguien como él en medio de Jace y Cregan, que eran dos gotas de agua en cuanto a comportamiento ejemplar.
—Y ella, — Cregan interrumpió la conversación del hijo de su hermana y la joven, quienes ni siquiera repararon en su presencia —Es Sara Snow, mi hermana.
Oh.
Así que ella era Sara Snow.
Había leído algunos artículos sobre Sara Snow, la media hermana de Cregan Stark. Era lo que muchos llamarían una bastarda; hija de nada más y nada menos que una aventura del siempre bien portado Rickard Stark, nacida unos meses después de su primogénito dentro del matrimonio.
Se decían muchas cosas de ella, pero Aegon no creía casi ninguna de ellas. La muchacha era conocida por mostrar un interés interesante en el feminismo y en la historia del arte, pero actualmente contaba con un puesto laboral en la empresa de su padre. Si no recordaba mal, era gerente del área de Marketing.
—Un placer. — el rubio le pasó la mano, pero ella en cambio lo abrazó y tal como hizo Jacaerys le besó ambas mejillas —Eh...
—¡No pongas esa cara! — ella sonrió al separarse —En el Norte, es de buena educación saludar a las damas con dos besos en la mejilla. Es algo normal. Incluso los hombres de una misma familia lo hacen.
—Oh, lo siento — sintió la pesada mirada de Strong junto a él —No lo sabía.
—No te preocupes. — le restó importancia —Sara Snow. Bienvenido a Winterfell... ¿qué digo? ¡Bienvenido al Norte!
—Aegon... Aegon II Targaryen. Gracias por el cálido recibimiento. — asintió con gratitud —Si me disculpan, ha sido un viaje largo y tenemos una agenda bastante apretada para mañana...
—Sube a la habitación. — mustio Jacaerys —Nos vemos mañana a primera hora.
Y ni siquiera lo miró cuando volvió a entablar conversación con Sara, quien se despidió de él con una sonrisa agradable.
Aegon iba a matarlo, en serio.
Tiempo Pasado
Seis días después del arresto de Baela Targaryen-Velaryon
Había hábitos que nunca se perdían, solo decirle su madre cuando le cuestionaba el porqué mantenía una relación tan estrecha con Laenor Velaryon luego de haberlo rechazado tan drásticamente.
Jacaerys Strong no lo había entendido del todo hasta que chocó bruscamente contra el escritorio de madera maciza en la habitación personal de Cregan Stark, mientras ambos se devoraban la boca con cierta necesidad.
El beso era desesperado y apremiante. Las manos de ambos estaban por todos partes del cuerpo ajeno, buscando desesperadamente un trozo de piel libre por encima de sus abrigos, que pronto, para desgracia de todas aquellas personas que se encargaban de lavar sus prendas, caerían al suelo de forma pesada.
Cuando Jace abrió su boca en busca de más contacto y la lengua de Cregan se introdujo en su cavidad, un suave suspiro se hizo presente por su parte, centrando así su atención en el beso, dejando de lado la urgencia de sacarse la ropa de cualquier forma, aunque sea a jirones de tela cara.
—Dioses, Strong, se nota que me has extrañado. — murmuró contra sus labios una vez que se separaron para tomar aire —No pensé que estarías tan necesitado.
Jace lo vuelve a besar, esta vez mordisqueando su labio inferior para sacarle un gruñido a Cregan, cuyas manos bajaron a su espalda baja, atrayendo para gruñir nuevamente cuando dejaron de besarse.
—Vamos, Stark. — exaltado, suspiró contra los labios ajenos —Sabes bien quién necesita de quién aquí.
Cregan sonrió confiado, sus ojos brillando de deseo desmesurado y volvió a besarlo. Esta vez con más parsimonia, con más calma, con más pasión redirigida, subiendo una de sus manos hasta la cintura de Jacaerys, atrayéndolo más hacia su propio cuerpo, sus pelvis rozando en pleno movimiento.
Strong sabía perfectamente que su amigo tenía una fijación con mantenerlo bien cerca cuando se besaban o hacían cualquier cosa que el mundo juzgaría de conocer la naturaleza de su relación. De igual manera, no puede evitar gruñir ante el movimiento brusco, ante el aplastamiento de su miembro contra el ajeno.
El roce siempre es bienvenido, pero Cregan siempre había sido un maldito bruto.
—Por lo que escuché durante la reunión, eres tú quien me necesita ahora mismo, Strong.
Dioses, es que ni siquiera ambos se preocupaban en fingir que no estaban mezclando su amistad, el sexo y los negocios.
Cuando muele su erección contra la otra, puede sentir cómo tiembla. No está muy seguro de que si el que tiembla es él o es Cregan, pero sí que está seguro del suspiro tembloroso que se le escapa cuando el mayor logra por fin desabrochar el último botón de su gabardina negra y la lanza al suelo.
Sí, en Winterfell había sido un día con vientos fuertes y congelados. Cuando salió a correr a primera hora del día en compañía de Creg había sentido como los vientos del Norte buscaban darle un resfriado. Pero ahora mismo, Jacaerys sentía un fuego ardiente en su interior, uno que ningún viento norte podría siquiera pensar en apagar.
—Pronto, serás tú quien esté caliente y necesitado, Cregan.
El otro contuvo un suspiro, uno que le supo a gloria.
Sabía que le gustaba que lo llame por su apellido, pero era muy consciente de lo que su nombre pila ocasiona en estos momentos. Después de todo, los mejores orgasmos que le había dado a Cregan tenían tatuada esa palabra, todas las veces en diversas sinfonías, pero todas con el mismo tinte erotico e indeleble.
Era inevitable e irremediable, la forma en la que le rompió el saco elegante y con los bordes peludos intentando sacárselo. Sus encuentros siempre terminaban con su ropa rota y alguna que otra cosa que tenían que reparar antes de que alguien preguntara que tipo de huracán pasó y dejó tal camino de destrucción.
La tela se rasgó con una facilidad envidiable entre sus dedos y Jace tiró de ella hasta dejarlo con el hombro derecho vestido con la simple camisa gris que había elegido para la elegante cena en la que se habían visto envueltos para dejar claro a todos los curiosos que sí, seguían siendo tan buenos amigos como lo fueron en el instituto.
—Salvaje. — murmuró Creg con regaño cuando descubrió su abrigo destrozado, el hombro y las solapas del lado derecho cayendo por su espalda —Era mi abrigo favorito.
Jacaerys le retiró con fuerza la manga del lado derecho, que aún cubría su brazo, y la lanzó el retazo de tela al suelo, acomodo su posición contra ese escritorio que serviría de buen soporte si es que de casualidad las ganas les ganaban y no llegaban a la cama.
—Lo siento.
Realmente no lo sentía y ambos lo sabían.
Cregan le mordisqueó los labios con esmero antes de dejar caer un golpe sobre su cadera, uno que no lo sorprendió —No.
—Dime qué hacer. — exigió cuando el mayor se negó a darle otro beso —Dime que hacer para que me perdones.
Estaban tonteando, en medio de esa habitación de una plaza, en medio de un escritorio lleno de documentos importantes, uno que se hallaba a tan solo cinco metros de la enorme cama que podrían utilizar si tan solo no fueran tan idiotas.
Pero eran Cregan Stark y Jacaerys Strong, por supuesto que no iban a hacer uso de una tonta cama pudiendo tener un escritorio de madera listo para ser profanado.
—No. — repitió, comenzando a desabotonar la camisa bermellón del menor con prisas —Piensa tú.
Era impresionante como todos decían que los hombres del Norte eran poco habladores y como todos se callaban y rodaban los ojos cuando conocían a Cregan. El tipo era de lo más amigable y parlanchín, pero se volvía escueto y simple cuando Jace lo tocaba en lugares donde no estaban permitidos siendo solo amigos.
Pero ellos eran los herederos de unas de las familias más importantes de todo el maldito continente. Ellos eran los primogénitos perfectos, quienes liderarán esos imperios construidos una vez que sus padres se hayan ido. Y ellos eran quienes hacían sus propias reglas, incluso si eso significaba romper las estipuladas normalmente cuando la gente desviaba la mirada.
Jacaerys sonrió, llevando su mano hasta la entrepierna del otro y acariciándola por encima del pantalón —Bien, sabes que se me da genial pensar en formas de rogarte. O de que me ruegues, por qué no.
Cregan se tensó y luego gruñó por la interrupción a la fricción de sus miembros. Pero simplemente no dijo nada más antes de terminar por arrancarle la camisa, logrando que los botones de sus puños y algunos otros que no lograron zafarse se rompan en el acto, cayendo al suelo junto con la prenda.
—Estamos a mano. — fueron sus palabras antes de comenzar a repartir suaves caricias por sobre su cuello —Jodidamente a mano.
—No quiero que estemos a mano, quiero tu perdón — insistió, echando la cabeza atrás ante la sensación —Y también la unión de nuestras empresas, si no es mucho pedir.
Cregan mordió ligeramente un punto de sus clavículas, sacándole el primer gemido de la noche. —Tendrás que esforzarte más para conseguirlos, Strong.
—Hace mucho que no te hago una mamada, — consiguió decir entonces, en medio de su líbido —Podríamos comenzar por allí.
Cregan lo besó entonces, entusiasmado por la idea y esta vez fue el mismo Jacaerys quien lo tomó de la cintura e intercambió lugares, posicionado al mayor contra su propio escritorio de madera. —Eres más listo de lo que aparentas.
—Y tú más lujurioso de lo que piensas.
El beso fue apasionado y lento, suave y calmado mientras se disfrutaban mutuamente. Sus lenguas danzando y su rudeza combinada haciendo lo suyo en sus entrepiernas.
Tras el desastre que significaron en su vida Helaena y Aegon, Jacaerys había buscado conversar con Cregan sobre lo que había pasado esa fatídica noche de su cumpleaños 17 y arreglar aunque sea un poco de su amistad.
El mayor le mordisqueó los labios nuevamente y pasó sus manos por su propia ropa, también rasgada, en busca de lograr quitarse el resto de su abrigo y de la camisa que se interponía entre Jacaerys y él. La urgencia le pareció graciosa, por lo que sonrió en medio del contacto y luego le arrancó varios botones a la camisa ajena como lo habían hecho con la suya.
Luego de esa charla sucedió que retomaron la antigua camaradería, limpiando asperezas más rápido de lo que cualquiera hubiera pensado.
—Deja de romper mi ropa. — volvió a gruñir Cregan ante el ruido de la tela siendo rasgada —Es jodidamente cara, Jacaerys.
Y solo los Dioses sabían lo mucho que le gustaba que Cregan gruña contra sus labios enfadado y lo llame por su nombre con esa voz grave, firme y varonil que reverenciaba a todos aquellos con los que hablaba.
Ambos eran un desastre, y lo sabían. Y les encantaba.
—Sabes que te gusta.
Pero su relación cambió drásticamente la noche de su graduación, cuando ambos, luego de varios shots y conversaciones profundas habían terminado follando en el cuarto de Jacaerys, en King's Landing.
Y no es como si se arrepintieran de romperse la ropa y besarse con una pasión llameante, mordisqueando sus labios y rozandose con insistencia contra un maldito escritorio que, demonios, le había pertenecido a quien sabe cuantas generaciones de Stark antes que Cregan.
Después de todo, esa era su esencia.
Lo rudo, lo fuerte, lo vibrante e irremediable.
Eso eran ellos.
Desde esa noche en King's Landing, se habían vuelto algo así como follamigos. Lo cual era sencillamente fantástico, pues se entendían tanto dentro como fuera de la cama y su relación no significaba un simple amorío o un compromiso formal.
Era solo sexo; a veces por desestrés, a veces porque apetecía, a veces porque alguno estaba aburrido y pues ya qué. Pero al día siguiente, luego de despertar con el cuerpo adormecido y el olor a intimidad impregnado en el ambiente, ellos seguían siendo amigos.
—Cállate y chupa de una vez. — cambió bruscamente de tema, una mano delineando la figura de la cadera ajena mientras su pecho era por fin despojado de los vestigios de lo que alguna vez fue su camisa —Me muero por saber si has perdido la práctica, Strong.
Jacaerys le soltó un bufido mientras desabrochaba el pantalón ajeno —Si vas a morir, primero has que tu padre firme el acuerdo con Fireblood.
Y luego se agachó, abriendo su boca con maestría ante la hombría de su mejor amigo.
...
Aegon estaba inquieto, bastante en realidad.
Jacaerys, el jodido, maldito y hermoso de Jacaerys lo había dejado plantado (por décima vez en aquellas sencillas 24 horas en Winterfell) para ir con sus amiguitos del Norte a hacer quién sabía qué.
El único momento en el que se había mantenido a su lado desde que cruzó palabra con Cregan y sus hermanos en ese maldito lobby había sido durante la reunión matutina con Rickard Stark y sus allegados. Por supuesto que el hombre ya conocía a Jacaerys por la boca de su hijo, así como ya lo conocía a él por lo que decían las revistas.
Luego de las presentaciones y de haber puesto las cartas sobre la mesa, la reunión había ido sobre la seda y el trato había sido super cordial en todo momento.
Pero Rickon Stark no firmó el acuerdo. Aún.
Y eso le ponía los nervios de punta, porque significaba más tiempo en ese maldito país donde el frío era insoportable.
Aegon era un Targaryen, y en sus venas corría sangre de los primeros hombres en conquistar Poniente; la misma sangre de sus antepasados valyrios, donde el clima era cálido y las personas que vivían allí también lo eran.
Así que no entendía porque regla de tres Jacaerys disfrutaba tanto ese lugar. Debía de ser la sangre Arryn, o tal vez la sangre Strong. Ha oído que el clima en las Tierras de los Ríos, de donde eran oriundos los dueños de la planicie de Harrenhal, tenía inviernos bastante templados en comparación a las Tierras de la Corona, donde se hallaba King's Landing.
Y luego estaba ese maldito guardaespaldas que ahora sí que no le quitaba la mirada de encima.
Aegon era consciente de que Jacaerys estaba acostumbrado a moverse con su guardaespaldas, Erryk Cargyll, y que lo consideraba un hombre confiable, él, en cambio, estaba bastante, mucho, muy molesto con la presencia de su guardaespaldas, Arryk Cargyll, hermano gemelo de Erryk.
Vive esquivando a su guardaespaldas desde que era un adolescente y se le asignó uno. Odiaba tener que estar constantemente acompañado por Arryk, pues el hombre no era como su hermano que hablaba y sonreía, el hombre era una piedra y siempre lo trataba de "Joven" y para su horror, a veces le decía "Joven Amo" o "Joven Targaryen".
Aegon prefería vivir huyendo del hombre que escucharlo o ver su aburrida cara todos los días. Así que eso hacía.
Él mismo le había enseñado a Jacaerys cómo se escapaba del pobre Arryk hace dos años, y le había dado un par de consejos para deshacerse de Erryk por la misma época, consejos que Jace sí había utilizado contrario a lo que creerían.
Los había utilizado para escaparse con Hela a sus paseos nocturnos. Y luego para escapar contigo a varias fiestas.
Jacaerys siempre iba a ser ese sentimiento que nunca olvidaría y que la vida se encargaría de recordarle mil y una veces. Había actuado mal, lo sabía, y por eso se merecía toda esa culpa (lo menos que podría sentir en una situación como esa) por fallarle a su hermana menor, con quien siempre había compartido gran parte de su vida, y por fallarse a sí mismo al desear a alguien como Jacaerys Strong.
Pero aún así no se merecía que él mismo lo dejara plantado en el maldito Norte por nadie más y nadie menos que el maldito Cregan Stark y sus hermanos.
Aegon estaba inquieto, bastante, en realidad.
Había algo, algo que no encajaba del todo, algo que andaba realmente mal.
Él no era Helaena, cuyas intuiciones y sueños siempre terminaban por cumplirse de alguna forma u otra, pero debía admitir que tenía sus momentos en los que sus sospechas eran bastante acertadas.
Aunque no pudo evitar sentirse ligeramente inquieto cuando su pecho que le gritaba que dentro de muy poco todo se iba a ir a la mierda.
Oh, vamos, ¿Cuál es la posibilidad de que tenga una corazonada acertada ahora mismo?
No sucedía siempre, no había nada de que preocuparse. Era simple inquietud causada por la soledad en un país extraño, mezclado con la rabia que sentía por Jacaerys en estos momentos.
Nada más.
De todas formas, salió a la calle en compañía de Arryk, pues no estaba de humor para hacer sus mañas evitativas, y los dioses saben cuando Aegon le rogó que caminara a su lado para que no se viera tan obvio que estaba jodidamente solo.
Estaba muy aburrido cuando pasó por una revisteria, caminando al auto que lo llevaría a algún lugar que aún no tenía definido, pero que probablemente tendría que ver con la música, ya que Jacaerys había sido muy claro cuando despegaron.
"Los clubs nocturnos están terminantemente prohibidos"
Ajustó su gorra negra que cubría completamente su cabello platinado y se subió la bufanda color verde musgo (la única prenda de esa color, pues hoy había elegido el negro) para ocultar el moretón que aún le dolía, ese mismo que habían tenido que maquillar en pleno pánico al amanecer para que se vea decente en la reunión con Rickard Stark.
Fue entonces que desvió ligeramente la mirada hacia la revisteria, totalmente de paso, cuando lo vió.
Una misma revista, millones de un mismo ejemplar en todas las muestras del mueble, un hombre sonriente se había ajustado su abrigo color marrón cuando Aegon se encontró a sí mismo mirando las ediciones en pánico.
La conocía, por supuesto, era la revista de cotilleo más famosa de todo Poniente, "Champiñón" era la fuente de información morbosa más accesible en todo el continente. Era del tipo de revista que leían los adolescentes y las personas que odiaban su trabajo.
Él mismo había salido en varias ediciones de la revista, por supuesto que en primera plana, y sabía que el daño que llegaba a generar que te publiquen ahí era prácticamente irremediable.
—Disculpe, señor. — se acercó al hombre, quien le sonrió toscamente —¿Cuándo salió la nueva edición de "Champiñón", esa que tienes aquí?
El hombre lo miró extrañado, pero le contestó —Hace unas horas, joven. — y luego sonrió orgulloso —¡Siempre tengo las primicias!
El pánico se extendió por todo su cuerpo cuando comprendió que si esto ya se había publicado hace horas y ni él ni Jace habían recibido una maldita llamada desde King's Landing, significaba que su familia aún no estaba enterada de la publicación.
Me trago el nudo en su garganta lentamente.
—Arryk, — llamó, desviando la mirada —Arryk, llama a Rhaenyra.
—¿Disculpe, Joven Amo?
—¡Haz lo que te digo! — farfulló, presa del pánico creciente —Llama a Rhaenyra e infórmale que la prensa lo sabe.
Justo en la portada de la nueva edición de "Champiñón" se mostraba una foto sacada de las redes de Baela, su prima, en ella sonreía y tenía sus cabello rizado resuelto en un moño bajo elegante, justo encima de su sonriente rostro podían leerse las palabras:
"De tal palo, tal astilla... Baela Targaryen-Velaryon sigue los escandalosos pasos de su padre Daemon Targaryen"
Ay, carajo.
Sí, el plan de Aegon había fallado, como todo evento canónico que era imposible de evitar.
Esto se va a descontrolar.
N/A:
HE VUELTO! BUENASSSS
Primero que nada, me disculpo por tardar un día más de lo previsto en actualizar (fin de semana ajetreado, que les digo) con un capitulo de más de 5mil palabras, espero lo hayan disfrutado.
Sobre la escena de Cregan y Jace... no hay mucho que decir. Siempre los vi en ese concepto de follamigos, y cabe aclarar que sí, AMIGOS, porque no hay ningún sentimiento romántico de por medio... por ahora. Lxs amo jacegon shipers, no lloren, ya tendrán su dosis (creo) dentro de unos tres o cuatro capítulos.
Sobre el Norte, dejé claro que es un país aparte. Poniente es el continente, en él están los diversos países, como Westeros (o las Tierras de la Corona), las Tierras de los Ríos, Dorne, etc. Solo para aclararlo.
Hablando de los países y sus familias, me gustó bastante poner a los hoteles de los Strong como un hotel hogareño, y poner a los de Fireblood como bien lujosos y estrafalarios, siento que es un gran contraste entre Harwin y Rhaenyra. Y hablando de ellos, dejé caer uno que otro comentario de Jace acerca de que Joffrey considera a Daemon su papá, uisss.
Y sobre Aegon, bueno... EN MI DEFENSA siempre quise escribir a Jace súper feliz con sus amiguitos del Norte y a Aegon modo celoso/aburrido, porque siento que eso es algo CANON.
En fin, ¿Qué les pareció el capitulo? ¿Quién creen que filtró lo de Baela? ¿Creen que Aegon necesita saber que Jace y Creg son MUY buenos amigos? ¿Notaron que Egg pensó en decirle primero a Nyra a Jace?
El juicio de Baela está cada vez más cerca... Ready for it?
Espero que les haya gustado, de mi parte, me despido.
¡Los quiero!
-Iby <3
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