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Track 3: Conan Gray: Heater

Dicen que... Lo único realmente persistente es el cambio, a mis 14 años de edad no comprendí del todo a que se refería mi madre. A los 17 años apenas lo comprendía y a mis 19 años lo veía como algún tipo de maldición normalizada en donde si algo va a salir mal pasara. Pero, ahora a mis 20 años de edad me di cuenta a que se refería realmente.

Las cosas cambian, lo hacen constantemente con cada día. Sea bueno o sea malo eso depende de nosotros. Lo sé, una conclusión bastante vaga para mis años de duda pero es la forma más fácil de contar o de entender mejor dicho mi atormentada menté. Años de extremo gozo pasaron de ser oscuros y sombríos a lo más bajo de mi memoria, no tengo con cariño el recuerdo de mi sufriendo de insomnio causadas por las pesadillas de los abusos de mis compañeros o madre, pero si tengo el gusto de recordar mi primer café o el porque me gusta escribir.

Cosas tan vagas que rozan lo absurdo para algunos mientras que para mí son todo mí ser, mi yo. Un quejido débil me obliga a dejar de pensar en el pasado para enfocarme de nuevo en el presente, un presente en donde Amity está durmiendo al lado de mi con su cabello tan desordenado que me da risa el solo verlo en ese estado.

-A-M-I-T-Y- deletreo en mi mente su nombre –L-U-Z- continuo con el mío que al ser más que corto solo me provoca risa

-¿Ya despertaste?- pregunto Amity sin abrir los ojos

-Si- respondo como si nada –Me gustaría decirte que te ves hermosa durmiendo pero roncas más que yo-

-Idiota- se quejó sentándose en la cama -Mi mamá me va a matar-

-¿Y cuál no?- respondí sonriendo -Es casi obligatorio que te quieran matar por lo menos una vez en la vida-

-Es cierto- respondió acostándose de nuevo –Solo quiero dormir a tu lado un rato más, solo un poco-

-No veo por qué no- acepte regresando a la cama

Amity suspiro y cerró los ojos, de nuevo. Me quede embobada viéndola casi como si fuera la última vez que lo haga, su cabello verde y castaño se juntan en su frente formando una línea de colores. Tome la mano que descansaba en mi almohada y me aferre a ella como si esta fuera a desaparecer de un momento a otro.

-¿No vas a dormir de nuevo?- pregunta sin abrir los ojos

-No puedo, una vez despierto se me dificulta el dormirme de nuevo-

Amity suspiro, se sentó de nuevo en la cama pero me prohibió pararme. En su lugar está comenzó a acariciar mi cabeza como yo hice el día de ayer, el sentir sus dedos entre mi cabello me relajo, una torpe sonrisa apareció en mi rostro mientras que mi cuerpo se relajaba cada vez más.

-¿Mejor?- pregunto casi en susurro

-Mejor-




Murmullos, risas y blasfemias. Todo eso en el salón de clases, estoy parada siendo humillada nuevamente por mi maestra, no recuerdo el que me pregunto, estaba más ocupada quitando el poco pegamento que le quedan a mis zapatos.

-¿Y bien?- pregunto -¿Acaso sabes algo?-

-Lo siento...- respondí con la cabeza baja y las piernas temblando

-Solo siéntate- pidió molesta

Tengo miedo, miedo de ver más allá de mis zapatos. Mi respiración es rápida y agitada mientras que mis manos tiemblan del solo pensar en que parte de la escuela me deberé ocultar o desde que ventana salir para que no me sigan a casa.

-Buena esa- me palmeo el hombro el de al lado –Me hiciste la tarde-

-Gracias...-

La clase acabo y todos fueron saliendo de uno en uno mientras yo esperaba a que todos salieran. Al pararme de mi asiento lo pensé en salir por la ventana, pero estoy en un segundo piso. Pensé en pedir ayuda a la maestra pero ella solo lo empeoraría y el conserje que me ha ayudado en muchos escapes no está pues está enfermo.

-Estoy sola- pensé saliendo del salón solo para ser cargada por más de tres personas

Todos ven, absolutamente todos ven el cómo tratan de meterme en el enorme contenedor de basura que está afuera de la escuela, veo rostros molestos, preocupados o incluso tristes pero nadie hace nada, nadie dice nada. De poco en poco esas miradas de compasión fueron opacadas por cientos riendo y grabando.

Las risas se apagan pues las bolsas y la basura tapan parte de mi audición, las lágrimas siguen saliendo mientras que yo me aferro torpemente a mi mochila. De golpe tiran el contenedor solo para que yo salga sucia y pegajosa a no más poder.

Risas, risas y más risas. No escucho nada más, dejo de ver bien pues las lágrimas aparecen de nuevo pero en lugar de parar se burlan más, la multitud ríe y sé que si sigo llorando pedirán más y más pero no puedo parar por más que lo intente. No puedo.

Mi grito aterra a una Amity con cara asustada. Miro mí alrededor y veo mi vieja habitación.

-Sigo aquí- pensé dejando salir las lagrimas

-Mal sueño- dice Amity abrazándome

-Es un estúpido recuerdo- digo entro sollozos –Amity- la llamo con desesperación -¿Me protegerás. De ellos?- pregunto con la esperanza de que la antigua Luz escuche y se sienta menos basura de lo que la gente la obligo a ser por años

-Claro que sí, de todos- respondió limpiando mis lágrimas –Lo juro-

Vaya día, la paz de Amity solo me hizo recordar el infierno que fue mi adolescencia y el martirio del inicio de mi adultez. Pero.... Dentro de todo eso, me alegra el ver, el sentir como Amity me abraza con la misma intensidad que con la que tome su mano.

Temblorosa, con miedo. No quiero que dejar de tomar su mano, más hora. Sobre todo ahora.


Dejo que el humo suba sin pensar realmente en las consecuencias a futuro, Luz Noceda. La chica asustadiza que conozco desde hace años es toda una adulta ahora, con sus problemas y soluciones. Con sus consecuencias negativas como positivas.

No dejo de pensar en lo cercano que aún tengo el recuerdo de aquel rostro lloroso; Cubierta de heridas y rodillas raspadas al caer de su primera bicicleta. O, el día en donde casi se ahoga al ser empujada de más en su pastel por mi hermana, su cara asustada pero graciosa calmo todo ese día. Siempre la vi como la niña dulce que busca el lado positivo al fin del mundo pero mientras más pasaba el tiempo más veía el cómo ese brillo se apagaba.

-Sí que cambiaste- me queje apagando el cigarrillo en el barandal de la escalera exterior de mi casa

Ojos apagados cubiertos de ojeras, mirada perdida y molesta por todo pero ante las cosas más oscuras que veía en Luz, yo no dejaba de ver a esa chica risueña que sonriera cada que iba a casa y a la niña que consolé al ver como su arduo trabajo ardía en el patio trasero de su casa.

-Mi niña- llame a la nada misma –Aun te debo una disculpa-

No he visto a Luz desde hace unas dos semanas, antes (desde que dejo la escuela) Ella me visitaba constantemente, pero ahora no. Supongo que está ocupada y no la culpo por nada pues debe de seguir su vida.

Suspiro al recordar lo emocionada que estaba al subir sus escritos a cualquier página, en la gran mayoría yo era un lector fantasma que disfrutaba de sus fantasías románticas o de sus relatos épicos. Tome el teléfono y marque molesta.

<-¿Qué pasa- pregunto Camila del otro lado de la línea

-Debes de resolver las cosas con tu hija- me queje –Ahora-

-Ella no quiere hablar conmigo y yo con ella, es un trato justo-

-No hablamos de "tratos" Camila, es tu única familia. Debes de arreglar las cosas con ella de una vez por todas-

-¿Por qué te interesa tanto?->

Silencio, no dije nada al recordar el cómo mi hermana menor me odia y dándole la razón de odio que me tiene pues fue mi culpa el que ella no ingresara a la universidad que siempre quiso. Dolida como molesta solo respondí:

<-Porque ustedes también son mi familia, no quiero perder otra-

-... Lo entiendo- respondió cortada –Veré que hago- dijo finalmente cortado la llamada>

-Eda- llame a la nada –No dejare que Luz se aparte de su familia- confesé tomando otro cigarrillo –No te dejare también a ti- 

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