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extra navideño.

Yuna se encontraba sirviendo la cena navideña para ella y Yeji, era su tercera navidad siendo novias, así que habían decidido pasarla solas, ya al siguiente día irían con sus familias. Ambas habían decidido mudarse juntas al cumplir siete meses de noviazgo. 

Yeji sale de su habitación y se acerca a la menor rodeando sus lindas caderas.

— Se mira delicioso... pero no tanto como tú.— Yuna ríe y se voltea para encarar a su hermosa novia.

— Lamento decirte que tendrás que esperar para tenerme como postre...— la menor deposita un lento beso en los labios de su novia, provocándola.

— Si sigues besándome no podré esperar.

La más alta ríe una vez más y se aleja de la mayor.

Ambas toman asiento frente a frente y comienzan a cenar con tranquilidad, disfrutando de la cálida compañía de la otra. Sus miradas demostraban amor compartido con lujuria.

La cena se baso en una amena conversación entre risas y anécdotas por parte de ambas. Sin darse cuenta el reloj marco las doce y los fuegos artificiales anunciaron que ya era navidad.

— Por más navidades juntas.

— Espero que sean todas las navidades que pueda vivir.— Ambas vuelven a besarse con cariño y esta vez metiendo también la pasión.

— Mmm me parece que alguien quiere sexo navideño...— Yuna ríe siguiendo aún con el beso.

— Si, es justo lo quiero y necesito, cariño, pero eso tendrá que esperar un poco más...— Yeji se arrodilla frente a la menor sacando una cajita color vino de su abrigo. Yuna lo mira con sorpresa y pequeñas lagrimas comienzan a asomarse por sus ojitos.— Mi dulce y encantadora Yuna... no sé que me hiciste pero, te ame tan rápido, jamás imagine amar a alguien así como te amo a ti. Tus bellos ojos los cuales me miran con dulzura, no quiero dejar de verlos nunca—un sollozo escapa de la garganta de Yuna.— Quiero que tu bella sonrisa siempre sea para mi... quiero cada despertar a tu lado, quiero que tu coquetería siempre sea dirigida para mi... por eso quiero pedirte que, te cases conmigo, que aceptes compartir una vida a mi lado y tener ese hermoso final feliz, no puedo prometerte que no habrá dificultades, pero mi amor siempre será sincero para ti, ¿quieres casarte conmigo, Nana?.— La nombrada asiente frenéticamente y llora aun más.

— C-claro que quiero casarme contigo... ¡Te amo, Hwang Yeji!.— con una gran felicidad Yeji pone el hermoso anillo color dorado en el dedo anular de Yuna para después levantarse y juntar sus labios con los de la menor. 

Yeji carga a la más alta y la lleva a su habitación cerrando la puerta tras ellas. La posiciona sobre la cama para después comenzar a desnudarse, de igual manera el menor hace lo mismo.

Ya completamente desnudas, Yeji se posiciona sobre Yuna y la besa con desespero y anhelo, la menor corresponde con el mismo entusiasmo.

Yuna mueve sus caderas en busca de más contacto mientras suelta pequeños gemidos de placer al sentir su centro rozar con el miembro de Yeji. Con la respiración un poco agitada Yeji bajo sus besos por el cuello de la menor succionando la zona, marcando a la menor para que todos supieran que ya tenía dueña.

— ¡Maldición, u-unnie...! Te quiero dentro.— Las desesperadas manos de la menor empujan el trasero de Yeji a su entrada, rozandola.

La mayor toma los muslos de Yuna entre sus manos y les da un apretón para después hacer que La menor enrrede sus piernas en sus caderas.

— Di que eres mía, cariño...

— Soy completamente tuya.— Un jadeo escapa de los labios de Yuna al sentir la fuerte estocada que Yeji le proporciona. Las manos de la pelinaranja se entrelazan con las de su amada mientras toma una vez más sus labios, los cuales ya se encontraban hinchados por los besos.

Estocada tras estocada hacen que ambas se pierdan en un profundo placer, la habitación se lleno con sus fuertes gemidos y el rechinar de la cama.

Solo la luna era testigo de aquellas dos amantes.

Su amor se volvió tan profundo que no tenía comparación. Y pensar que los frutos de todo aquello fue gracias a una caliente noche, pensando que solo era un acostón más.

Pero ambas se equivocaron. A veces lo inesperado era lo más duradero y hermoso.

La menor araña la espalda de su ahora prometida mientras empuja con sus piernas a ésta para que llegue más profundo. De un momento a otro Yuna queda sobre Yeji y comienza a dar saltitos sobre este, sintiéndose malditamente llena.

— Mmh... te amo, unnie.

— También te amo, cariño... y no sabes cuanto.— La rubia sonríe con felicidad mientras sigue cabalgando a Yeji.

Minutos más tarde ambas logran llegar al orgasmo y sellan una vez más su promesa con un dulce beso.

Una promesa verdaderamente pura, en la cual juraban que su amor y lujuria jamás se apagará....

¡gracias por leer!

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