004.
La tarde estaba tranquila cuando la familia Jeon decidió tener una pequeña reunión en casa para conversar sobre temas familiares. Era un día especial para la señora Jeon, ya que se sentía optimista respecto a su nuevo comienzo con Taehyung. Por eso, decidió preparar una comida reconfortante para toda la familia, con la esperanza de que todos pudieran conectar de manera natural.
La casa estaba llena de risas y murmullos. Taehyung estaba sentado en la esquina del salón, con una copa de vino en la mano mientras observaba a cada uno de los miembros de la familia con una atención casi inquietante. No era una reunión formal, pero se sentía ese ambiente de tensión invisible, como si cada mirada estuviera cargada de algún tipo de juicio interno.
Jungkook estaba cerca de la barra, sirviendo jugo para sus primos pequeños. Tenía una sonrisa relajada, pero sus hombros tensos delataban algo: seguía sintiéndose incómodo alrededor de Taehyung.
El sonido de risas y música de fondo hacía que todo pareciera normal, hasta que, de repente, Taehyung se acercó a Jungkook con un paso firme, como si estuviera buscando algún tipo de interacción.
—Jungkook —dijo con un tono suave pero algo grave, llamando su atención—. Ven un momento.
El corazón de Jungkook dio un salto. Se giró con algo de nerviosismo, dejando el vaso a un lado.
—¿Sí? —preguntó con un tono casual, intentando no sonar alarmado.
Taehyung lo miró directamente, sus ojos oscuros brillando con una intensidad difícil de descifrar. Se acercó un poco más hasta que solo estuvieron ellos dos, alejados de las voces de los demás.
—No te preocupes, no voy a comerte o algo así —dijo con una sonrisa juguetona, como si estuviera bromeando—. Solo me gustas.
El comentario fue tan repentino que Jungkook no pudo evitar mirar hacia atrás, asegurándose de que nadie más los escuchara.
—¿Qué estás diciendo? —su voz salió un poco más alta de lo que hubiera querido, con un leve temblor.
Taehyung inclinó la cabeza hacia un lado, con una sonrisa que parecía tan suave como peligrosa.
—Nada en particular, solo que tienes algo que me resulta... intrigante. —Se inclinó más cerca, sus labios casi rozando su oído—. Eres atractivo, Jungkook.
Jungkook sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo. Trató de mantenerse calmado, pero su respiración se aceleró, y no pudo evitar apartarse un poco.
—Estás loco, ¿verdad? —respondió casi en un susurro, tratando de poner distancia.
Taehyung se echó hacia atrás, sonriente pero con una expresión que no perdió su intensidad.
—Tranquilo, solo estoy bromeando... o quizás no. —Soltó una risita leve, antes de girarse y empezar a caminar hacia donde estaban las demás personas—. Ven, la comida está deliciosa.
Jungkook se quedó quieto un momento, con el pulso agitado. No podía quitarse de la cabeza la manera en que Taehyung lo miró, cómo sus palabras lo habían tocado. Se sentía vulnerable, y el hecho de que él tuviera ese efecto sobre él lo irritaba aún más.
Intentó sacudirse esos pensamientos y se dirigió hacia el grupo, intentando actuar como si nada hubiera ocurrido.
—Todo está bien —se dijo a sí mismo—. Solo está jugando.
Pero no lo estaba.
Durante el resto de la tarde, Jungkook intentó ignorar a Taehyung tanto como pudo. Sin embargo, cada vez que lo miraba de reojo, se encontraba con su sonrisa o con ese par de ojos profundos que parecían leerlo como un libro abierto. Cada comentario, cada gesto, se sentía más invasivo que el anterior.
Minhyuk se mantenía cerca de él, como una especie de escudo emocional. Su novio no era tonto y había percibido las miradas, aunque no dijo nada al respecto. Aún así, Jungkook no se sentía seguro; cada vez que Taehyung se acercaba, sus nervios aumentaban.
—¿Todo bien? —preguntó Minhyuk con un tono suave mientras estaban sentados en el sillón después de la comida.
Jungkook intentó sonar despreocupado, pero su voz no fue del todo convincente.
—Sí, todo bien. —Hizo una sonrisa, pero la tensión seguía allí, como un peso que no se podía sacudir.
Minhyuk lo miró de reojo, como si estuviera tratando de detectar alguna mentira.
—Ese tipo es raro, ¿no? —agregó después de un momento—. Me da mala espina.
Jungkook asintió sin decir nada.
—No te preocupes. Estoy bien.
No lo estaba.
La noche llegó rápido. La reunión había terminado, y la familia se dispersó para descansar. Taehyung se retiró hacia su habitación, dejando que el silencio invadiera la casa. Sin embargo, no pudo evitar sonreír para sí mismo mientras se recostaba sobre la cama.
—Me gusta jugar —murmuró, mirando el techo—. La diversión apenas comienza.
Taehyung se sintió satisfecho, aunque no por completo. Sabía que lo que hacía era peligroso, que sus juegos de poder y seducción eran peligrosos, pero el deseo de mantener el control sobre Jungkook, de tenerlo cerca y en su poder, era demasiado fuerte para resistirse.
—Estás delicioso, Jungkook —susurró en la oscuridad, con una sonrisa peligrosa—. No puedo esperar para probarte.
La casa permaneció en calma mientras sus palabras se perdían en el aire de la noche, una promesa inconfesable y peligrosa.
Jungkook, ya acostado en su habitación, no podía quitarse de la cabeza la manera en que Taehyung se acercó a él esa tarde, con esos comentarios ambiguos y ese tono tan suave pero inquietante.
—¿Por qué me siento así? —se preguntó a sí mismo—. No puede ser nada.
Pero la duda lo persiguió hasta que se quedó dormido.
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