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Con el rostro oculto en los brazos de aquella que consideraba su segunda madre, teniendo a la cabeza las caricias de esas manos moldeadoras de sueños, teniendo en un oído palabras de aliento que nunca en su vida había escuchado y en el otro los latidos de aquel corazón, ahí estaba Shaina, inundada en un mar amargo que se desbordaba por el par de esmeraldas que tenia por ojos, preguntándose ¿Por qué?, lamentándose por haber dicho que amaba a Marín, no, no era de eso por lo que se lamentaba, no, se lamentaba por haber nacido en el seno de una familia como la suya, por estar bajo la mirada de un dictador que se creía padre, por eso y por otras cosas más.
La madre de Marín acunaba a la de cabellos verdes como lo hacía cuando la castaña era pequeña, cuando corriendo en el patio se había raspado la rodilla, como cuando le habían roto el corazón por primera vez, como cuando había llegado a este mundo, como cuando el mundo estaba en su contra; queriendo calmar el dolor en el alma de aquella que también se había convertido en su pequeña, la suerte le había sonreído por haber encontrado una madre amorosa y comprensiva, aunque no compartían un lazo sanguíneo, compartían uno sentimental y eso... eso era mucho más importante.
A sus espaldas, derramando lágrimas silenciosas estaba Marín, viendo como la luz de su vida estaba siendo opacada por el dolor y la desesperación, la impotencia y el horror, como aquella fuerte mujer se derrumbaba en llanto y como buscaba refugio en los brazos de su madre, de una madre que daba gracias a los dioses por tener, ella había corrido con esa suerte a diferencia de Shaina, pero no la dejaría sola, Shaina no estaba sola en esa guerra contra el poder opresor de amores, no estaba sola pues la tenia a ella y a la mujer que le había dado la vida y el apoyo para vivirla.
Por más que quisiera no podía irse, no porque aún le faltaba poco menos de una mes para ser mayor de edad, pero tampoco podía volver a casa, su mente estaba en dilemas muy amplios, por lo pronto, aquel techo que yacía en su cenit seria su refugio y su fortaleza hasta encontrar una solución, estaba deshecha, por dentro y por fuera, sus ojos llenos de lágrimas poco a poco sucumbieron ante las seducciones del sueño y se dejó vencer por él, en brazos de su consoladora quien le miró con la mirada más dulce como si en sus brazos descansara un ángel, un ángel que había sido herido, expulsado y condenado eternamente al sufrimiento.
◘♥◘
Entro a casa sin dejar de pensar en lo que aquella mujer le había pedido, estaba en un punto desconcertado por aquello pero a la par estaba dudando en que ello fuera la mejor solución, aunque sus ideas eran similares a las de aquella mujer, no dejaba de pensar en el dolor que esa decisión causaría en Shaina, hace tiempo la había conocido, aquella muchacha que en aquel entonces tenía 13 años, intrépida, valiente, aventurera, sin miedo de mostrar su alma la desnudo, ella iba a ser atada a una vida que no quería; suspiro tratando de calmar su mente, por más que quisiera no podía hacer nada por ella o quizá sí, solo tenía que saber cómo.
Aunque tampoco veía con muy buenos ojos la relación de Shaina con aquella otra mujer que no tenia el placer de conocer, tampoco desechaba la idea de verlas juntas y poder sacar por él mismo sus propias conclusiones, Shion sabía que aquello estaba mal pero el corazón le decía otra cosa, él siempre se preocupó por el bienestar de sus hijos y por su felicidad, ya no eran los años de la edad moderna donde las leyes eran incuestionables, estaban ahora en otra era, en otro siglo, con otros ideales, con otras formas de ver la vida y él se había estacado pero creía en ello porque así fue su padre y su madre, no obstante trató de ser distinto con los niños que había engendrado junto a su amada esposa.
Yendo tan concentrado en su pensar, llego hasta la sala de aquella, casi mansión donde vivía con sus 12 pequeños y su esposa, bueno, ahora ni tan pequeños, los dos hijos mayores eran un par de gemelos de 25 años y su niño más pequeño tenia la edad de Shaina, 20 años, si bien algunos de sus hijos no compartían la sangre, él los amaba a todos por igual; se sentó en uno de los sillones bajo la atenta mirada de un joven de cabellos rebeldes de un hermoso color rubio y dos gemas azules por ojos.
—Padre — lo llamó para sacarlo de ese trance en el que se veía inmerso.
—Milo, siéntate, tengo que hablar contigo. — su voz calmada lo hizo estremecer, ¿hablar con él?, de seguro debía ser por la broma del otro día.
—Te escucho, padre.
Y pasó, el mismo relato que aquella mujer había dado, ahora Shion lo transmitía al más pequeño de sus hijos, la sorpresa en su rostro decía a los cuatro vientos que aquello lo había sacado de la realidad en donde estaba pero por dentro no le causaba nada, no la conocía pero no le parecía buena idea, no estaría dispuesto a ser parte de ese plan macabro, no, ni en sueños, no, ni en un millo de años.
— ¿acaso te has vuelto loco Shion? — La voz de su esposa lo sorprendió, giro el rostro y ahí la vio, con su semblante molesto, había escuchado todo.
Aquella bella mujer rubia había oído todo y esa solución se le hacía lo más descabellado y tonto del mundo, ella era sin duda la razón en todo ese embrollo, pero también estaba en un limbo de confusión, aunque lo más importante no era salir de ese caos.
—Yuzuriha, no me he vuelto loco, es solo que no sé qué hacer, le dije a esa mujer que le iba a ayudar.
— ¡¿hiciste qué?! — dijeron al unísono Milo y Yuzuriha, quien negaba con la cabeza. ¡Ah, si no fuera tan guapo! De seguro ya le habría soltado un buen zape.
—Lo que oíste, amor mio, le prometí ayudarla con ese asunto pero ahora ya no sé qué pensar. — Shion estaba perdiendo la paciencia de a poco.
Las miradas cómplices entre su hijo y su esposa no se hicieron esperar, esas dos mentes ya estaban trabajando en un perfecto plan y no aceptarían un rechazo, luego de algunos minutos aquello ya estaba hecho, solo faltaba esperar a que el mes se cumpliera y todo marchará a la perfección y de eso se iban a encargar todos; si acaso las obras de misericordia de las que tanto hablaban eran realmente misericordiosas, entonces ellos harían una, uniendo aquellos corazones destinados a permanecer juntos.
"Si acaso ganó más por dejarte libre que por encarcelarte, prefiero verte con alguien más surcando el cielo que a mi lado encadenado".
Dan R
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Como ya se dieron cuenta, decidí meter a Yuzuriha como la esposa de nuestro querido patriarca y a todos los goldies, a excepción de Dohko, como los hijos y pues a Milo como el sacrificio, digo, como el prometido porque pues considero que esto le da algo de choque con respecto a los ideales.
otra cosa que se me pasó aclarar, las frases entre comillas, no son parte de la historia como tal, son como un plus para darle más vida a esto y bueno eso es todo por hoy.
Cuídense y tomen precauciones.
Gracias por leer
Dan R
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