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Capítulo siete: deseos


Jeon,


Debo admitir que tu carta me ha dejado verdaderamente desconcertado. No esperaba leer que un hombre presentara sangrado, ahora comprendo mejor la razón de no mencionar nada al respecto. Estoy muy seguro y conociendo tu manera de analizar los casos que ya has descartado todo en cuanto a enfermedades.

Muchacho me temo que solo por esta ocasión no tengo conocimientos certeros que tengan fundamentos en que algo así puede pasar. Debo admitir que pensé que el viaje había afectado tu buen juicio, pero has dejado en mí la espina de la curiosidad y desde que leí tu carta no pude dejar de pensar en esto, encontrándome una y otra vez con un laberinto sin salida.

He preguntado con otros colegas, pero todos se han tomado en broma la situación, estuve muchos días sin tener éxito hasta que alguien accedió a hablar conmigo. Se trata de una mujer que asegura saber algo. No sabré si la información es verídica hasta que viaje en una semana para encontrarme con ella y lo que parece ser un caso similar al que mencionas.

Sigue investigando más, comparte con el paciente, involúcrate en su vida, si encuentras la razón puede que incluso seas exonerado de las especialidades en la escuela de medicina. Si el sangrado es natural, puede que estemos frente a un caso demasiado especial del cual no se tienen datos.

Cuídate muchacho, trata de ser discreto y espera mi respuesta en dos semanas.


Dr. Choi



Era la décima vez que leía la carta, remarcando de nuevo el párrafo donde se mencionaba que iría con una mujer. ¿Por qué con una mujer? Él había recurrido a la única mujer en el pueblo y no le dio respuesta alguna. ¿Se trataba de alguna partera? ¿Alguna mujer como la madre de Taehyung? ¿Por qué tenía que ser tan complicado todo?

Regresó su mirada hacia sus notas, tenía muchos tachones, algunas frases circuladas, otras que no sabía cómo encontrar explicación y ahora se le sumaba el ser testigo que verdaderamente aquel sangrado era natural como el de una mujer. Jungkook podía sentir que la cabeza le palpitaba en dolor.

Aún tenía presente aquella mañana después del sangrado cuando escuchó a Taehyung corriendo fuera de la habitación, encontrándolo con las sábanas entre sus manos mientras intentaba quitar aquella mancha. La situación era muy parecida a cuando presenció el sangrado de una de las doncellas en el palacio Real de la reina, había sido llamado para saber si se trataba de uno natural o bien se trataba de la pérdida de la virtud de aquella chica.

Una doncella que se suponía era virgen, una doncella que estaba sangrando naturalmente como lo hacía cada mes. Sangre que era muy igual a la que vio en la ropa de Taehyung y las sábanas.


̶̶̶̶D̶o̶n̶c̶e̶l̶l̶a = Taehyung / ¿Doncel?


— Jungkook – la voz de Taehyung le causó un escalofrío que lo hizo enderezarse de inmediato para buscarlo con la mirada, encontrándolo parado a unos cuantos pasos de la entrada de la cocina, cubierto por una manta gruesa y sosteniendo una lámpara de aceite – ¿Qué haces aún despierto? Es bastante tarde, ¿sucede algo?

— No es nada, solo no podía dormir y el leer me hace tener la mente ocupada para no pensar en... cosas

— Has pasado revisando ese papel desde la noche anterior. Jimin dijo que venía de Inglaterra y que era urgente, ¿acaso tiene información que me incluye? – Jungkook asintió sin más. Taehyung abultó un poco sus labios, empuñó más la manta y entre pasos lentos se fue acercando hasta la mesa donde se encontraba el doctor, colocando la lámpara al lado de la vela que estaba utilizando Jungkook para iluminar todo – ¿todas estas notas son por mí?

Había muchos papeles regados en la mesa, algunos arrugados, otros con anotaciones desordenadas, algunas con dibujos de sus vestidos, eso le hizo sonreír hasta que encontró uno que era la imagen de él mismo. Lo alzó para poder detallarlo mejor, todo bajo la atenta mirada de Jungkook, quien se congeló al notar que ese llamó su atención.

— Soy yo.

— Sí. De hecho, todo en esta mesa se trata de ti – intentó restarle importancia al retrato que tenía Taehyung en sus manos, pero lo único que estaba provocando era que el menor sonriera bonito, así como solo él podía hacerlo, poniéndolo realmente nervioso – tengo todo desde que puse un pie en tu casa. Lo que comes, tu estado físico, lo que te gusta, tus rutinas, tus pasatiempos y también los datos del sangrado.

— ¿Tienes todo esto con solo observarme?

— Y de nuestras conversaciones.

— Lo de las notas lo puedo entender, pero ¿esto? – alzó la hoja frente a Jungkook como si él mismo no conociera cada trazo –. No sabía que me veía así de bonito – mencionó, teniendo una sonrisa tímida, regresando la atención a aquel dibujo.

Se trataba de Taehyung, un dibujo que el doctor hizo en una de sus muchas noches donde no podía dormir, entre trazos desordenados y otros pocos detallados, Jungkook terminó llenando la hoja de su libreta con el rostro del menor. Era la imagen más bonita que podía tener plasmada en su memoria porque fue de los primeros paseos en el campo, donde Taehyung cortaba todas las flores que encontraba en su camino hasta crear un ramillete.

Jungkook aún podía recordar el frío quemando sus mejillas, la llovizna empapando poco a poco su ropa, pero el menor tenía una sonrisa radiante que le hacía calentar su corazón, tan feliz al mostrarle el grupo de flores que había armado. Kim Taehyung era bonito. Por la corona verdaderamente era algo inusual, podía decir que tenía una belleza poco común.

Tanto por plasmar, mucho por hacer. Demasiadas hojas llenas de trazos desordenados donde había terminado más de un carboncillo para escribir o dibujar. Todas y cada una de esas hojas contenían un nombre, unos ojos, manos, cuerpo y vestimenta pertenecientes al mismo chico frente a él.

— Eres muy bueno dibujando. Me gustaría hacer algo parecido, llegar a dibujar de esta manera.

— ¿Por qué no lo intentas? Es decir, no tiene que ser algo complicado, puedes hacer algo sencillo, como flores, son trazos simples y fáciles de seguir. Además, sé que es algo que te gusta, todo es más sencillo cuando es por algo que es de tu agrado.

— ¿Eso significa que yo te parezco sencillo de dibujar? ¿Bonito? ¿O que soy de tu gusto?

Taehyung tenía un aura juguetona, entre cada pregunta pronunciada se iba acercando peligrosamente a Jungkook, quien sentía la respiración atascándose en su garganta, perdido en la mirada suave del menor. El tacto terso de la delgada mano de Taehyung le hizo sobresaltarse, pero no se alejó, era como si estuviera hipnotizado por esos ojos oscuros, por esa voz que le acariciaba los oídos como terciopelo.

— Significa que...

— ¿Sí?

— Eres m-muy bonito – sus palabras fueron torpes, recordándole su infancia cuando hablaba con tartamudez, cosa que pensó ya había dejado en el pasado.

— ¿Qué te parece bonito de mí?

— Tus labios – soltó sin más no porque verdaderamente quisiera decir aquello, más bien fue una traición por parte de su mente perdida en el recorrido que hacía la punta de la lengua sobre los labios contrarios – quiero decir... yo no quise decir eso.

— ¿No? Entonces no te parecen bonitos mis labios.

El menor los seguía lamiendo constantemente, no por una simple insinuación, sino que todo se debía al nerviosísimo que estaba exudando por la piel, convirtiendo su mal hábito en una forma de distraerse de manera inconsciente. A Taehyung le gustaba tener contacto, amaba sentirse consentido después de su sangrado, por eso siempre pasaba tiempo con Jimin.

Ahora su mejor amigo no estaba, y de la única persona que anhelaba sentir un poco de afecto estaba con la boca entreabierta, respirando entrecortado cada vez que se acercaba más a él.

Jungkook sentía un cosquilleo extraño en su cuerpo, algo que lo llamaba a no alejarse, eso que no lo dejaba estar separado del menor como si existiera una fuerza mayor que lo controlara. Eso debía ser suficiente explicación para lo que sucedió después de eso.

Ambos terminaron acercándose hasta el otro, rompiendo por fin la distancia entre ellos, fue torpe, un poco incómodo y sofocante, pero le supo a gloria, a pecado, todo lo bueno y malo combinado. Sus labios estaban sobre los otros, causándoles un estremecimiento en sus cuerpos.

Dulce, tierno y delicado con el correr de los segundos, aunque de igual manera fue corto. Los ojos del doctor brillaban tanto, que Taehyung podía jurar que veía el cielo estrellado en la mirada de Jungkook como llamas destellantes, ni siquiera mil velas iluminadas se verían de la misma manera. Tenían las respiraciones agitadas y sus manos aún temblaban en el tacto del otro.

— Tae...

— Duerme conmigo... quiero decir, acompañarme – Taehyung notó el casi rechazo saliendo de los labios de Jungkook y sus manos buscaron acunar el rostro estupefacto del mayor – por favor. Sé que es muy desubicado de mi parte decir algo así cuando acaba de ocurrir esto, pero no quiero pasar la noche solo.

Duda e incertidumbre invadieron la mente de Jungkook, ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué de pronto esta actitud? ¿Por qué se sentía tan bien algo que no debía estar bien? Ellos eran dos hombres que se acababan de besar ¡Se habían besado! Jungkook lamió su labio inferior, sintiendo el leve rastro de lo sucedido, anhelando repetirlo de nuevo, una y otra vez. Deseaba aquellos belfos llenos de elixir de vida que fueron tan suaves, delicados y con movimientos temblorosos.

El calor en las manos de Taehyung fue disminuyendo como si el frío de la noche calara en su carne, en su piel, hasta hacerlo perder incluso el color en sus mejillas con el correr de los segundos. Jungkook no podía discernir, tampoco podía dividirse completamente entre lo que su corazón dictaba y su mente nublada le hacía no llegar a comprender.

— Lo siento, creo que fui un tonto al pedirte algo así... – los ojos de Taehyung se veían brillantes, pero no por el brillo de la ilusión que anteriormente la iluminaba, no, ahora era una luz apagada con miles de lágrimas aglomeradas en sus bonitos orbes.

Jungkook lo detuvo de ponerse de pie, sosteniéndolo de la orilla de la manta que aún cubría su cuerpo, sorprendiéndolo al sentir el pequeño tirón, no comprendiendo aquella reacción. El doctor abrió la boca en más de una ocasión, haciendo que el pulso del menor se acelerara desbocadamente, estando a la expectativa de lo que diría.

— Vamos, creo que la compañía nos hará bien a los dos. Extraño pasar las noches en la misma habitación contigo.

El menor lamió sus labios por simple manía y el doctor no pudo no perderse en ese simple gesto que lo hizo suspirar y volver a sentir el cosquilleo en su pecho, volviendo el recuerdo de minutos antes donde roces delicados le robaron el aliento y le nublaron la mente dejando ahora un caos infinito entre sus pensamientos, junto con el retumbar de su corazón que parecía querer explotar por todo su cuerpo.

Entrar a la pequeña habitación de Taehyung los hizo suspirar bajo, ambos sintiéndose como si todo lo que estaba mal en el exterior en ese pequeño espacio se convirtiera en una contraparte positiva, todo tenía una razón de ser y el hecho de que Jungkook guiara al menor hasta la cama los hizo perderse en algo más que sus propios pensamientos.

— ¿Quieres que te arrope y te acompañe hasta que te quedes dormido?

— No, yo preferiría que durmiéramos verdaderamente aquí – señaló la superficie blanda, haciendo que Jungkook tragara duro –. Es un poco más pequeña que mi otra cama...

— No importa, siempre eres pegajoso para dormir – acotó Jungkook, quitándose las botas y desabotonando un poco su camisa. De nuevo dormiría un poco incómodo con la ropa que utilizó en el día – sé que por la mañana amaneceré enredado con tus piernas entre las mías y tú abrazado a mí.

— Eso suena muy poético – la risa nerviosa del menor era una simple cortina de humo ante la incertidumbre que se acumulaba en su ser, con solo ver que Jungkook se aseguraba de apagar la lámpara de aceite y ahora se quedaban en total penumbra.

— ¿Lo es no? Pero esa es la realidad, aún recuerdo esa mañana en la que tu madre casi nos descubre.

El sonido de las mantas siendo acomodadas sobre el cuerpo de Taehyung acompañó la voz suave de Jungkook, para seguido sentir cómo la cama se hundía debido al peso extra en el colchón. El menor no procesó el momento en el que buscó refugio en el cuerpo del doctor, tampoco se percató el instante en el que se acurrucó sobre el pecho del otro, encontrando paz en eso.

— Si mi madre nos hubiera visto esa mañana habría armado un escándalo como lo hizo con Jimin.

— ¿Dormías así con él?

— Sí, todo el tiempo y también... – Taehyung se detuvo a pensar sus próximas palabras porque estaba por admitir algo que no debía decir, frente a alguien con quien había hecho lo mismo.

— ¿También? – silencio, fue lo único que obtuvo Jungkook a su pregunta, además de sentir cómo se aferraba más a él – ¿Ustedes hacen cosas como estas? ¿También lo que ocurrió allá afuera? Tae, por favor, responde.

— No es algo malo.

— Entonces eso es un sí – murmuró Jungkook, sintiendo un dolor en su pecho, una pesadez en su estómago, quizá sintiéndose decepcionado ¿Por qué estaba experimentando eso? – Jimin dijo que tu madre lo detestaba por haberse acercado a ti, ¿Qué fue lo que sucedió?

— Por favor, no hablemos de eso. Tengo sueño.

— Me gustaría que tuvieras confianza para decirme este tipo de cosas, supongo que pido demasiado siendo que apenas y nos conocemos, perdóname por ser tan imprudente.

Si tan solo Jungkook fuera consciente de la guerra que se libraba en la mente de Taehyung, ¿debía decirle el porqué lo besó? ¿Qué sonaría mejor? El hecho de que siempre hacía eso cuando quería convencer a su amigo o el que él deseaba besarlo y solo ocurrió.

Era demasiado difícil explicar algo como eso a otra persona que no fuera Jimin, no, de hecho, se trataba del peor de los suplicios. Taehyung gustaba de los hombres, le atraían en todos los aspectos, hacían que su corazón se acelerara y Jeon Jungkook era parte de ese mal llamado pecado que solo lo instaba a caer por él.

— ¿Sigues despierto? – interrogó el mayor, suspirando un tanto pesado, se escuchaba pensativo como si sus pensamientos no lo dejaran en paz, pero Taehyung decidió ocultarse en la oscuridad de la habitación –. Supongo que no. Creo que es lo más conveniente en estos momentos en los que mi mente se siente débil. Al menos no te abrumaré con mis divagaciones.

Caricias delicadas, suaves y llenas de incontrolables emociones eran dejadas en el cabello esponjoso de Taehyung. Por la corona, incluso eso era bastante atrayente en él, Kim Taehyung era una persona llena de secretos, los cuales Jungkook quería revelar solo para él.

— ¿Por qué me haces sentir así? – susurró, ahora siendo él quien se abrazó más a Taehyung, enterrando su nariz en las hebras oscuras que le causaban cosquillas. El menor intentó mantenerse lo más callado y quieto que pudo, pero el sentir manos fuertes, rodeando su cuerpo, paseando por sus costillas, le hizo estremecerse – ¿Tae?

Si no respondía no significaba que estaba despierto, ¿cierto? Es decir, si se quedaba lo suficientemente quieto, Jungkook no lo descubriría, ¿verdad? Taehyung solo quería seguir escuchando lo que mencionaba el mayor y quizá lo habría logrado de no ser porque el doctor comenzó a hacerle cosquillas, sacándole una risa ahogada.

— Kim Taehyung, pequeño embustero, ¿seguías despierto y esperabas que solo hablara? ¿Es porque no quieres responder mis preguntas?

— Me gusta escucharte divagar. Eres divertido cuando te quejas y hablas de cosas que no entiendes. Cuando no encuentras respuesta a tus pensamientos... Es interesante, pero gracioso.

— Ah, así que te parezco divertido, pues sería mucho más si tú participaras de la conversación.

Jungkook se arrastró sobre la cama, saliendo del agarre de Taehyung, quien también lo siguió para sentarse ambos, recostándose sobre el respaldo de metal. Estaba demasiado frío y el sobresalto del menor solo lo llevó a acurrucarse más contra el cuerpo del doctor, quien no dudó en sostenerlo entre sus manos.

— Tengo muchas preguntas que anhelo que respondas.

— Yo no tengo todas las respuestas que quieres, Jungkook. No sé por qué soy así, no tengo idea del porqué sangro o cómo ocurre, tampoco te puedo asegurar que es debido a que sea una mujer...

— A mí no me interesa eso – interrumpió el discurso del menor dejándolo confundido – mis dudas son sobre ti, pero no rondan alrededor del caso. Eso puede esperar, mi maestro se está encargando de darnos razón de lo que ocurre...

— ¿Eso es lo que dice la carta que no dejas de leer una y otra vez?

— No dice mucho, solo que puede que haya otra persona como tú, serían dos casos similares y eso nos ayudaría a saber más al respecto. Además de Jimin.

— ¿Puedo ayudar? Es decir, quiero saber lo que responde tu maestro y quizá si ambos interpretamos las cartas tendremos una respuesta mejor.

Era una idea bastante ingeniosa, nunca le había pasado por la cabeza el hecho de que Taehyung también se involucrara en la investigación, pero qué tonto había sido, quién mejor para dar datos verídicos que quien estaba pasando por la situación. No bastaba con solo observar, también necesitaba tener la versión de Taehyung.

— Por favor... – esa súplica, ese tono de voz, Jungkook no lo podía ver, pero apostaría su propio título como médico que estaba haciendo de nuevo ese gesto con el labio abultado junto con esos ojos. Pequeño manipulador.

— Con una condición.

— ¿Cuál?

— Que me respondas a la pregunta que ignoraste.

— Ignoré muchas – murmuró en un tono inocente, intentando desviar de nuevo la conversación, cuán descarado podía llegar a ser al mencionar aquella frase y la que le siguió – no sabría a cuál de todas de te refieres.

— Taehyung.

— Preguntaste si seguía despierto y lo estoy. También dijiste que si solo estaba escuchando y así es.

— Hablo del tema de Jimin y tu madre ¿Qué sucedió? O del hecho que me besaste para pedirme dormir aquí, eso fue...

Listo, era aquí el momento preciso en el cual escucharía lo que tanto temía, a Jungkook mencionando lo repulsivo que le parecía aquel acto, ¿Por qué no había respondido sobre Jimin? Fácil porque la respuesta era que su madre los había descubierto dándose aquellas pequeñas muestras de afecto, ¿Qué hubiera sucedido si veía las otras cosas?

— No sé cómo explicarlo, siento que estoy volviéndome loco porque hay algo que se siente diferente cuando haces este tipo de cosas.

— ¿Cosas? – cuestionó aún temeroso porque seguía a la expectativa que todo explotara. Jungkook lo tenía donde lo quería, y no era entre sus manos, temblando como si muriera de frío, no.

— Haces que quiera estar así contigo y que el beso... ese beso...

Oh, Dios, por favor llévatelo en ese mismo instante, no estaba preparado para escuchar palabras hirientes, no de él, no de Jungkook.

— Taehyung, perdóname – definitivamente eso no era lo que estaba esperando escuchar – despiertas en mí deseos que no son correctos.

— ¿Qué clase de deseos? – Taehyung sentía que su respiración se cortaba o quizá se estaba acelerando demasiado, ¿eso era un sueño? ¿Uno más de sus delirios? Su mano buscó las contrarias, sintiendo una especie de cosquilleo.

— De la clase que debería sentir por una mujer. Dios, de verdad lo lamento – se quejó el mayor aún sin poder creer que estaba admitiendo eso, soltando una risa burlesca al escuchar el jadeo por parte de Taehyung, muy posiblemente como una reprimenda al decir el nombre de su Dios.

— Yo también.

Taehyung había leído una y otra vez aquellas escrituras donde Dios colocaba las peores pruebas para sus más grandes seguidores, aquello que demostraría la fidelidad que tenían hacia él, ¿Por qué debía ser así con él? ¿Por qué debía poner el pecado en carne propia a su lado? ¿Por qué querer ser consumido por ese calor era descrito como algo malo?

¿Era el fuego del infierno abriéndose paso a través de la mano de Jungkook? El mayor estaba acunando el rostro ajeno, totalmente a ciegas, pero su vista acostumbrada a la poca iluminación le hacía fácil encontrar aquello que anhelaba.

Calor y más calor era lo que les rodeaba, sentían el aliento contrario chocando con la piel de sus rostros, estaban demasiado cerca, aun así no era suficiente, el temblor en las manos de Jungkook aumentó cuando pudo sentir que Taehyung chocó su cuerpo con el propio.

Dime que me detenga. Por favor.

Los pensamientos del doctor no podían ir más allá de suplicar que lo detuviera, Taehyung era un alma demasiado pura como para corromperla con sus sucios pensamientos. El solo imaginarlo sonriendo, riendo, haciendo cada gesto bonito, utilizando esos vestidos, verlo pasearse por la casa en paños menores durante las mañanas, le provocaba sensaciones indecorosas.

— Jungkook...

Había escuchado su voz de esa manera solamente en sueños, pero ahora lo tenía a escasos milímetros de su rostro, podía percibir el temblor en los labios ajenos, la anticipación por dejarse llevar por el caos de sus deseos más bajos ¿era correcto? ¿Estaba bien? ¿Por qué ninguno se detenía? La respuesta llegó a Jungkook cuando la chispa que encendió el infierno en sus cuerpos vino acompañada de humedad, dulce y libidinosa lubricación proveniente de la lengua del menor que dejó leves toques.

No había paso atrás, no cuando fue Taehyung quien lo tomó de la camisa, rompiendo el asfixiante espacio entre ambos, dejándose llevar entre efímeros roces de labios, encontrándose con movimientos erráticos que buscaban más de él. No podía seguirle el paso de aquel beso desenfrenado, pero no quería separarse, no importaba cuántas veces se equivocaran en el beso porque todo se sentía bien.

Tan torpes, tan llenos de deseo, tan mal y al mismo tiempo tan bien. No podían decir que eran expertos en lo que estaban haciendo, porque Jungkook quería saborear más de los labios contrarios que en cada encuentro seguían sellados, como si se tratara de una caja fuerte, esperando la combinación perfecta para revelar su interior.

Taehyung seguía aferrado a la tela de la prenda del mayor, presionando de más sus rosados belfos contra los impropios, sentía demasiado calor, aunque el percibir la punta de la lengua de Jungkook sobre sus labios le causó cosquillas haciéndolo abrir un poco más la boca, permitiendo al mayor tirar de su belfo inferior, robándole el aliento con cada nuevo roce.

— Aguarda un momento... – jadeó apenas Taehyung, separándose del cuerpo ajeno, Jungkook presionó ambas frentes, intentando recobrar el sentido y su respiración, no dejando que lo alejara – me haces cosquillas.

— ¿Te dan cosquillas los besos? – cuestionó divertido el mayor, aun sin separarse de Taehyung, siendo codicioso de esa cercanía, no quería alejarse porque sabía que en el mísero segundo en el que se apartaran todo caería bajo un peso que los hundiría hasta el fondo –. Eso es algo nuevo.

— ¿Lo anotaras en tu libreta? – mencionó el menor, casi sintiéndose intranquilo al sentir que se alejaban, solo un poco, apenas nada del rostro contrario.

— Es un dato que ya sé, tienes demasiadas cosquillas en todo el cuerpo.

— Eso no es verdad – se quejó el menor, ahora sí, enderezándose un poco más, sintiendo el ambiente mucho más cómodo – me sucede solo contigo, tienes algo que siempre me provoca cosquillas.

— ¿Sí? – susurró Jungkook, llevando su mano al rostro ajeno, comenzando a delinear cada delicada facción con la yema de su dedo. La respiración de Taehyung se estancó por algunos segundos cuando el recorrido del tacto siguió hacia su cuello – ¿tienes cosquillas aquí?

Lo que sentía no eran cosquillas, era algo diferente, podía sentir su corazón palpitando en cada espacio de su cuerpo, en su cuello, en sus oídos, en su... Dios, ¿Por qué se sentía así? ¿Qué era eso? Jamás había tenido esa reacción en su cuerpo, ni siquiera cuando Jimin le daba leves caricias murmurando lo bonito que se veía. Él amaba que su mejor amigo le dijera que se veía bonito, los halagos entre ambos siempre eran recurrentes, pero ahora no existían palabras como esas y, sin embargo, se sentía más que extasiado.

Jungkook no dejó de delinear cada rasgo del rostro contrario, él conocía todo el aspecto físico de un hombre, mandíbula fuerte y perfilada, facciones un tanto toscas, piel un poco áspera en algunas zonas y para nada atrayente. Por la corona, ¿Por qué Kim Taehyung tenía todo eso, pero con algo diferente? Totalmente inusual que alguien como él sea así de delicado y bonito.

Se atrevió a acercarse más, rozando la punta de su nariz contra la suave piel cálida, no estaba exigiendo nada, tampoco lo estaba obligando, pero Taehyung se derretía como mantequilla pura entre sus dedos, dejando salir uno que otro jadeo mientras que él se deleitaba con cada caricia. La piel de Taehyung era adictiva, no podía dejar de besarla e incluso llenarse del olor que estaba impregnado en cada espacio que conformaba el cuerpo del menor.

Jungkook conocía lo molestas que podían ser las fragancias francesas que las mujeres utilizaban, cosa que siempre le causó comezón en la nariz y una molesta alergia que no lo dejaba ni siquiera respirar, pero ahora, lo que podía percibir era un delicado aroma emanando del menor, era inexplicable, no era una esencia particular solo se trataba de Taehyung, solo él. Le fascinaba que oliera de aquella manera.

— Tae...

— Sí.

— ¿Quién o qué eres? – susurró apenas el doctor, debajo de la oreja de Taehyung, y este juró haber muerto, siendo víctima de ese cosquilleo que le recorrió desde la punta del pelo hasta el dedo pequeño de su pie cuando un beso húmedo fue depositado justo ahí – ¿Por qué me haces sentir esto?

— ¿Esto?

— No puedo explicarlo, pero me haces sentir esto por ti – Jungkook salió de su refugio intentando encararlo, la poca luz le hizo ver que Taehyung tenía los ojos cerrados, cosa que le dio valor para seguir hablando – no te conozco, pero te has metido poco a poco en cada espacio de mi mente. Pensé que solo se debía a pasar tiempo contigo, a ser curioso por saber el misterio... tu misterio. Pero ahora no sé qué hacer con esta necesidad de saber cada vez más de ti. Te pienso durante el día y en las noches te sueño con la intención de jamás perderme un minuto de ti, quiero sentirte, verte, tocarte...

El pecado era la definición perfecta para describir a Jeon Jungkook, porque el único pensamiento que podía existir en la mente de Taehyung era el hombre que no había dejado de quemar su piel con su tacto, sus palabras no alababan a nadie más que no fuera el doctor y sus acciones, Dios, cada movimiento que el menor hacía era con el fin de estar cerca de Jungkook. Era como jugar con el fuego, ahora comprendía más el sentido del llamado infierno, porque este hombre era todo lo que estaba mal, no iba con la voluntad de Dios, pero se aferraba fervientemente a sus deseos. No debía caer en el pecado, no él, sin embargo, lo estaba haciendo.


Dios, sella mis labios para no pronunciar palabra alguna.

Dios, nubla mi mente de pensamientos impuros.

Dios, que mis manos solo toquen tu cuerpo...


Una oración jamás pudo sentirse tan bien como esa, porque expresaba lo que Taehyung quería, necesitaba y anhelaba de Jungkook. Quería el sello de sus labios contra los propios, que en su mente no hubiera espacio suficiente para otro pensamiento que no fuera Jungkook y que solo las manos de este le recorrieran en cada espacio de su ser.

— Tócame...

Estaban perdiendo su buen juicio, la razón, el discernimiento no existía en esas reducidas cuatro paredes, en esa pequeña cama que albergaba dos cuerpos deseosos de caer ante el mal de hacer lo que deseaban. Todo era tan espontáneo, como si fueran parte de una naturaleza virgen de exploración, ninguno de los dos quería terminar el momento.

El jadeo de ambos rompió el silencio que solo era perturbado por el viento, haciendo resonar la madera de los tejados, moviendo las ramas de los árboles, creando corrientes que se filtraban dentro de la habitación. Tacto cálido que paseaba sin descaro por los cuerpos de cada uno, inspeccionando, descubriendo, adorando cada elevación y curva.

Taehyung elevó su mano hasta los labios de Jungkook, quien se dejó hacer, sintiendo el cosquilleo en la piel sensible, entreabriendo sus belfos cada que aquella caricia temblorosa se acercaba peligrosamente a su boca, terminando por besar la delicada piel.

Más, más, más.

No existía nadie más que no fueran ellos dos en ese espacio creado para atesorarse. En una oscuridad donde ambos cuerpos se incendiaban, manteniendo el fuego de su pasión vivo.

— ¡Jeon!

El grito de una potente voz proviniendo de la entrada de la casa los hizo detenerse, cayendo en la fría realidad de la cual eran prisioneros. Los pasos yendo de un lado a otro los alarmó en demasía. Jungkook casi cayó de espaldas en el suelo al intentar salir de la cama del menor, quien se encogió en su sitio, sintiéndose avergonzado de su actuar.

— Tae, mírame, por favor – suplicó Jungkook al verlo totalmente escondido entre la manta, hecho un pequeño ovillo tembloroso – perdóname, no quise... yo solo...

— Jeon.

La puerta de la habitación se abrió dejando ver al Padre Jung un tanto agitado por todo el trayecto que había hecho hasta la casa, el no encontrarlos de primera mano lo alarmó, pero ahora los veía en una escena un tanto extraña. Jungkook estaba de rodillas frente a la cama del menor, mientras que Taehyung escondía su rostro entre sus rodillas, abrazándose más a sí mismo.

— ¿Qué está ocurriendo? ¿Taehyung? ¿Jeon?

— Tuve un mal sueño – la voz ahogada del menor hizo que ambos mayores volcaran toda su atención sobre él – Jungkook solo vino para saber cómo estaba, pero usted entró y me asusté.

— ¿Un mal sueño? – Hoseok apenas murmuró con su voz entrecortada, notando que Jungkook parecía agitado, aún tenía su ropa del día, pero parecía que verdaderamente había salido corriendo al encuentro del menor –. Ya veo, lamento haberlos asustado.

— Padre Jung, ¿Qué hace tan tarde aquí? ¿Por qué entra así sin más? – le reprochó Jungkook, sintiéndose molesto con el hombre por interrumpir aquel momento que dudaba mucho llegara a repetirse – ¿Qué sucede?

— Llegó esta carta desde Inglaterra – el padre extendió el pedazo de papel frente a Jungkook, quien se colocó de pie, tomándolo en un ágil movimiento notando que era una carta de su madre.

— Dudo mucho que esta sea razón suficiente para que se encuentre aquí, cuando dijo que no vendría hasta que Taehyung dejara de sangrar – el doctor no perdió de vista la tensión en el Padre, pero quien más le importaba era el menor quien ahora se encontraba con una mirada perdida, como si no estuviera en la misma habitación que ellos.

— Tan observador como siempre, Jeon, pero en parte esto era de suma urgencia que llegara a sus manos.

— ¿Por qué?

— Recuerda a Min Yoongi.

— ¿El reportero inglés? – cuestionó Taehyung, siendo estas sus primeras palabras después de haber estado ausente, metido en sus pensamientos, culpándose una y otra vez de lo despreciable y repudiado que sería por Jungkook.

— ¿Le conoces? – el Padre Jung se acercó hasta la cama del menor, olvidando sus propias palabras de mantener la distancia con él debido a su grado de impureza actual.

— Sí, es un reportero inglés que viene cada cierto tiempo, intentando obtener algo sobre lo que me sucede para publicarlo en un periódico, pero Jimin siempre se encarga de alejarlo porque dice que no le agrada.

— Esta vez acudió a mí para obtener información sobre ti. Se interesó demasiado cuando supo que había una carta para Jeon e insistía que él podía entregarla, quizá con el fin de acercarse – la falta de sorpresa en Taehyung le sorprendió al padre Jung, pero lo que más le impresionó fue la actitud del doctor.

— No obtendrá nada, nos llevaremos de aquí a Taehyung antes que intente ponerle un dedo encima, sin importar qué, así yo tenga que llevarlo a Inglaterra conmigo oculto entre mi equipaje.

Jungkook salió de la habitación hecho una furia, la sangre le hervía, la puerta de su habitación fue cerrada de un golpe, siendo víctima de la explosión de emociones que estaban haciendo estragos en la pobre mente del doctor.

El tacto de Taehyung aún quemaba en su piel, aún era capaz de percibirla como si nunca se hubieran separado, la sensación creciente de no saber qué hacer, tener miedo de todas esas ansias, de jamás querer separarse de Taehyung lo estaban llevando a la locura.

— Basta, esto no es correcto – se regañó a sí mismo ante la desfachatez que estaba armando su cabeza, creando sueños donde ambos eran los principales protagonistas en un campo verde, correteando, escuchando la voz de Taehyung, llamándolo, riendo a carcajadas, sintiéndose en una nube donde el menor lo mirara como siempre lo hacía – no es para ti, no puede ser para ti. Es un hombre, es...

Jungkook se dejó caer en la orilla de la cama, sosteniendo su cabeza entre sus manos. Se repetía una y otra vez que aquello no era correcto, pero el escuchar la voz de Taehyung por el pasillo, hablando con el Padre Jung, mencionando algo sobre preparar la habitación extra para que pasara la noche, le hizo sentir una pesadez extraña en su estómago.

No era para él, por supuesto que no, pero él era Jeon Jungkook, quien en más de una ocasión escuchó aquella frase queriendo hacerle creer que verdaderamente no era merecedor de algo. ¡Justo a él se lo repetían!, a él que se destacaba por la desobediencia y no aceptar lo que la vida le daba, anhelando más.

Si no era correcto en esa vida, quizá en otra vida, en otro espacio del mundo lo sería, pero nada le impedía a él crear una fantasía donde podía llegar incluso a... amarse profundamente. ¿Qué estaba diciendo? Delirios y más delirios, eso eran nada más.

Un quejido lastimero se hizo escuchar en aquel lugar, donde lo que abundaban eran los charcos de agua empozados en todas partes, la lluvia de la noche anterior había sido un poco desastrosa en el lugar, los había dejado encerrados dos días seguidos y ahora que podían volver a la vida cotidiana no tenían nada para poder calentarse dentro de la casa.

— Ah, mierda – Jungkook observó su mano sangrando por borbotones, aunque no sabía por qué sentirse más molesto, si por la herida o el hecho que gracias a ella había terminado tirando la poca madera seca que había encontrado.

— ¿Jungkook? – la suave voz de Yuna lo hizo alzar la vista, notando el asombro de la mujer embarazada, quien también llevaba bajo su brazo algunos leños, entre pasos lentos, pero apresurados, se acercó hasta él.

— Señora Yuna, tenga cuidado por favor, piense en el bebé.

— No te preocupes, este bebé no saldrá de aquí solo porque te ayude – Jungkook no pudo evitar sonreír y sentirse avergonzado del hecho que una mujer embarazada acudiera en su rescate. Yuna lo tomó del brazo para ayudarlo a ponerse de pie, sorprendiéndose al ver el líquido rojo emanando de la palma de su mano – ¿y esto?

— Me temo que desde que puse un pie en este lugar me he vuelto torpe, y solo acumulo heridas como estas. No se preocupe, puedo curarla en casa.

— ¿Y dejar que te vayas así? Totalmente inaceptable, ven conmigo, te curaré esa herida – Yuna entrelazó su brazo con el de Jungkook para evitar que no diera un paso más lejos de su lado – andando.

— No puedo, señora Yuna. Tae está en casa y yo debo...

— Taehyung está con el padre Jung, acabo de dejarles el desayuno y tú debes estar hambriento. Vamos, en casa hay pan fresco y un poco de comida caliente – Jungkook observó la madera que ahora rodaban por el lodo, mientras que él se dejaba arrastrar por Yuna.

El calor del lugar lo reconfortó, el sonido usual de las niñas correteando por toda la cocina le llenó de felicidad, siendo Haneul la primera en ir a su encuentro.

— ¡Doctor Jeon! – la pequeña dio un pequeño salto para ser alzada en brazos, Jungkook no perdió tiempo en hacerlo, teniendo a la niña prendida de su cuello.

— Haneul, suelta al doctor – se quejó una de sus hermanas quien abultaba su labio.

— Sí, él no es tuyo – mencionó otra.

— Niñas, dejen tranquilo al doctor Jeon – las reprendió Yuna, tenía su ceño fruncido y el semblante se le enduró más cuando notó a Haneul en los brazos de Jungkook, mientras este era halado de las ropas por las otras niñas –, aléjense de él.

— ¿Por qué traes las medicinas mamá Yuna? – cuestionó una de las pequeñas al notar la caja que llevaba su madre.

— Jungkook está herido...

Todas las niñas jadearon al mismo tiempo, intentando hacer que Jungkook tomara asiento en una de las sillas de la cocina, entre tropezones y risas lograron su cometido, alarmándose por la sangre en la mano del doctor.

— ¿Le duele? – mencionó la mayor de las niñas.

— Solo un poco, pero no es nada. Su madre ha prometido curarme.

— Yo puedo curarlo – mencionó Haneul aferrándose de nuevo al cuello de Jungkook.

— Haneul, suéltalo. Lo lastimarás más...– se quejó de nuevo otra de sus hermanas, comenzando a halar la falda del vestido de la menor. El doctor siseó al sentir el tacto brusco con su herida abierta, llamando la atención de nuevo.

— Es suficiente, todas salgan de aquí o Jungkook no se curará de su herida.

Ni bien había terminado la frase cuando todas salieron corriendo del lugar, a excepción de la menor de las niñas, quien se negaba a soltar a Jungkook.

— Haneul, tú también.

— Descuide señora Yuna, no tengo problema con que se quede. Es la mano la que tengo herida y aún puedo sostenerla con mi otro brazo.

Yuna negó ante la manera en la que Jungkook permitía que su hija se comportara de aquella manera, pero ella se sentía lo suficientemente cansada de tratar con todo en la taberna, con cuatro niñas y cargar un bebé que no parecía darle paz por las noches como para ahora discutir con el doctor.

Comenzó a limpiar la herida en la palma de Jungkook, colocando una pasta verde que ayudaría a cicatrizar de mejor manera para luego cubrir muy bien con una venda, realizando un nudo bastante ajustado que le hizo sisear al doctor. Haneul parecía ser la mejor compañía, pues constantemente repetía las palabras que Yuna misma mencionaba cada vez que curaba las heridas de sus hermanas, dejando caricias en el cabello del mayor.

— No se preocupe, doctor Jeon, ya pasará – le consoló la menor, acariciando delicadamente la frente de Jungkook, quien sonrió, totalmente divertido.

— Eres una buena enfermera, pequeña damita. Con tus cuidados estoy seguro de que me recuperaré muy pronto.

— Yo lo cuido – la menor se abrazó de nuevo al cuerpo del mayor, quien se encargó de sostenerla lo mejor que pudo con su único brazo disponible.

— Parece que eres muy bueno con los niños – murmuró Yuna terminando con su labor – quien se convierta en tu esposa tendrá la dicha de que serás un buen padre. ¿Tienes hermanos menores, acaso?

— No, en realidad soy el menor de mi familia. Jamás he tenido una buena relación con los niños.

— Bueno, ahora la señorita que esté esperando por ti en Inglaterra, será más que afortunada.

— Me temo que el sueño de ser doctor no me permitió conocer a nadie, mucho menos a alguna mujer, la cual espere a mi regreso, solo mi querida madre, pero ella no cuenta en esta situación.

— Pero debe haber alguien de tu interés, no puedes ir por la vida ignorando a las personas. De seguro hay alguien que te robe suspiros y llene tus noches con pensamientos que te roben el sueño.

Jungkook hizo silencio, alzando la mirada hacia la mujer, quien lo veía de manera insinuadora, parecía que su falta de respuesta le emocionaba, el doctor podía imaginar lo que Yuna pensaba respecto a tener a un alguien. Verdaderamente, lo tenía, el problema era el quién era esa persona.

No es una doncella, es un él.

Un chico de dieciocho años llamado Kim Taehyung, al cual durante esos días incómodos no se le acercó más de lo necesario, gracias a que tenían una tercera persona conviviendo con ellos. No habían podido conversar sobre lo ocurrido aquella noche y por supuesto que no lo harían con el Padre Jung en la casa, quien parecía muy cómodo de pasar la pequeña tempestad con ellos. Lo había escuchado rezar de nuevo, aunque no de igual manera, sus miradas siempre eran fugaces y llenas de anhelo por compartir un miserable momento a solas.

— Conozco esa cara de enamorado – murmuró Yuna sacándolo de su ensoñación, tomando a Haneul en sus brazos para sacarla del refugio, en el que estaba quedándose dormida –. Vamos, pequeña traviesa, esta no es la hora de la siesta. Traeré tu desayuno, esta vez prepararé algo especial que creo que te gustara, Jungkook. En días lluviosos lo mejor es recordar el calor del hogar.

— Gracias, señora Yuna.

El doctor se quedó a solas, aunque sintiéndose extraño con sus pensamientos cada que pronunciaban el nombre de Taehyung, incluso cuando no lo hacían. Pasó sus manos en su rostro, sintiendo la textura áspera, poco agradable y al mismo tiempo percibiendo la leve punzada de dolor. Aún no tenía una respuesta certera de lo que sucedía entre Taehyung y él, ¿debería dejarlo de lado? ¿Olvidar lo que pasó? Imposible, no podía hacerlo porque llevaba dos días viviendo con el recuerdo latente de un tacto que no lo dejaba dormir por las noches y le perturbaba el pensamiento.

— Deja de pensar tanto – Yuna colocó frente a él un plato con huevos fritos, pan, mantequilla y una especie de conserva de fruta, con un poco de leche, la mirada de asombro fue instantánea – te dije que sería algo especial. Tuve la ayuda de alguien que me guio en cómo preparar un desayuno de los que ustedes los ingleses comen. Ahora disfruta tu comida.

Jungkook sintió las lágrimas casi desbordándose de sus ojos, era como una visión, algo que solo esperaba en sueños, frente a él tenía un verdadero desayuno, el pan estaba aún caliente, la mantequilla se derretía sin problema, los huevos estaban un poco quemados de la orilla, pero eso no importaba, porque era como sentir un pedacito de casa en un lugar extraño.

Era la gloria, cada sabor se sentía como un golpe a su corazón recordándole que tenía una casa a la cual regresar, un país al cual llamaba hogar, ¿en qué momento se había perdido tanto a sí mismo como para olvidar sus raíces? Jungkook empuñó aún más fuerte la mano vendada, llegando al punto que casi sollozar y quejarse por las emociones que lo invadían.

— Doctor Jeon, mi mamá Yuna dice que esto es para llevar a casa – la niña colocó un paquete cubierto con tela sobre la mesa junto con un pequeño frasco con la pasta verde que habían puesto en su herida – dice que es para sus heridas y no tenga más sangre.

La niña salió corriendo del lugar antes que Jungkook le agradeciera por el gesto, aún tenía comida en la boca, sus mejillas estaban un poco llenas, los labios tenían cierto brillo debido a la grasa de la mantequilla y apenas pudo sonreír divertido al verla salir de aquella manera.

El buen humor fue disminuyendo en Jungkook cuando escuchó a la pequeña excusándose con otra persona, creyó haber escuchado algo que no le agradó, un nombre que le hizo estremecerse, intentó seguir ajeno a cualquier cosa que no fuera sus pensamientos, de no ser por qué una figura no muy alta, poco corpulenta con una piel blanquecina se acercó a interrumpir su desayuno.

— No le es suficiente con que su paciente sangre, ahora también lo tiene que hacer usted para acompañarlo – la voz de aquella persona hizo eco en toda la cocina, Jungkook alzó la mirada intentando reconocer al hombre rubio que tenía un semblante altanero – oh, ya veo. Supongo que fui un poco impertinente. Escuché que la pequeña le mencionó algo sobre sangrar y unas heridas, así que yo solo quería tener un tema de conversación, hacer este encuentro más cómodo para usted.

Los cubiertos chocaron contra la superficie del plato de comida del cual segundos antes Jungkook disfrutaba verdaderamente, pero ahora el apetito se le había estropeado gracias a los comentarios de aquel hombre.

Su ceño se frunció, cruzó los brazos sobre su pecho y no le quitó la mirada de encima, haciendo al otro encogerse, sacándole una sonrisa nerviosa que se borró cuando Jungkook alzó una ceja.

— Lo lamento, pensé que al ser del mismo lugar nos entenderíamos mejor – el hombre arrastró la silla de madera para tomar asiento, Jungkook ni siquiera le había permitido acompañarlo, estuvo a punto de ponerse de pie cuando fue detenido –. Aguarde. Sé que empezamos mal, déjeme presentarme. Mi nombre es Min Yoongi del Daily Telegraph. También soy de Londres.

Sabía perfectamente quién era, quizá no le había visto con anterioridad, pero Jungkook conocía muy bien los rumores sobre el otro inglés que rondaba por el pueblo, visitando todas las casas de personas importantes para recolectar información sin éxito alguno.

El doctor metió otro bocado de pan a la boca, tratando de ignorar al hombre que parecía haber agotado todas sus posibilidades de obtener algo de información para el periódico. Lo ignoraría todo el tiempo que fuera necesario hasta hacer que se fuera, trataría de concentrarse en comer aquel desayuno que Yuna le había preparado con la esperanza de hacerlo sentir cómodo, debía pensar solo en eso y no en la presencia poco agradable a su lado. Quizá habría funcionado de no ser porque la pequeña risa de Yoongi lo hizo volcar de nuevo su atención sobre él.

— Espero disfrute la comida, un buen desayuno inglés es lo que necesitará para cuidar de su paciente. Yo mismo me encargué de decirle a la señora Yuna cómo prepararlo.

— ¿Qué quiere? Además de aparentemente querer arruinar mi apetito – cuestionó en tono molesto, fastidiado, de no poder disfrutar aquella comida que le recordaba a su hogar – ¿Intenta sobornar a los habitantes del pueblo para que le den información sobre Taehyung?

— Algo parecido, quiero ganarme la confianza de todos aquí para que de una buena vez por todas se desenmascare el secreto del muchacho milagroso que se está convirtiendo en mujer.

— ¿Y cree que lo logrará haciendo trueques con pequeños favores?

— Bueno, estoy aquí ahora con usted, eso es mucho más de lo que habría logrado hace una semana cuando puse un pie de nuevo en este pueblo. La hostilidad se cura con el buen trato, no lo cree doctor Jeon – Jungkook, suspiró, casi llegó a sonreír con ironía. Debía admitir que el hombre era muy inteligente, sabía cómo embaucar a las personas – solo quiero tener una entrevista directa con el chico.

— No está recibiendo visitas en estos momentos.

Yoongi se puso de pie por algunos segundos, sacando una libreta de su bolsillo trasero, dejándola caer sobre la mesa y comenzando a hojearla hasta llegar a una página limpia.

— Lo sé el Padre Jung, dijo que está en una especie de retiro espiritual, pero yo lo he observado, sé que está aquí mismo en el pueblo, lejos de su loca madre y al cuidado de ustedes dos.

Era el colmo de toda esa situación. Ni siquiera podía hablar directamente con Taehyung, él mismo tenía cosas que arreglar con el menor y ahora un extraño reportero que parecía acosarlos quería información, junto con una entrevista para saber qué clase de defecto era Taehyung.

— Vamos, doctor Jeon. Solo quiero hacer mi trabajo e irme de este país. ¿Sabe cuántos meses llevo aquí?

— No los suficientes me parece y si no le agrada el lugar, entonces lárguese.

— Cuanta agresividad parece que el pueblo y sus costumbres afectan las mentes débiles. Le propongo algo, si no puedo entrevistar al chico, ¿me dejaría entrevistarlo a usted?

— Existe algo que se llama confidencialidad entre paciente y doctor, me temo que esa regla jamás la he roto y no pienso hacerlo por algo tan vil como una columna en un periódico que se repartirá por todo Londres hablando barbaridades sobre un chico que es completamente normal.

Jungkook se puso de pie, tomando los platos vacíos y el paquete que le había enviado Yuna, cada movimiento siendo captado por Yoongi quien parecía observarlo demasiado. Cuando estuvo a punto de salir por la puerta de la cocina que daba al exterior, la voz del reportero volvió a hacer eco.

— ¿Está completamente seguro que es normal y sano? ¿Por qué un médico como usted sería enviado a atravesar el mar solo para cuidar de un niño totalmente sano?

¿Con qué fin decía aquello? ¿Quería provocarlo? ¿Colmarle la paciencia para que dijera todo en un arrebato?

No mencionó nada, no medió palabra y mucho menos le dirigió la mirada, salió de inmediato del lugar, dejando que sus pasos apresurados lo llevaran hasta la casa, la cual cabe resaltar, estaba alejada de las calles principales del pueblo, eso estaba bien si querían tener privacidad, pero estaba mal si en dado caso necesitaran de algo, nadie se enteraría lo que ocurría en esas paredes.

Jungkook se detuvo a unos cuantos metros antes de llegar a la casa, recordando que aún no tenían leña suficiente para pasar el frío de la noche y Taehyung, siempre sufría por las bajas temperaturas.

Taehyung, Taehyung, Taehyung.

Se iba a volver loco si no dejaba de pensar en él, pero se le hacía imposible no hacerlo. No cuando ya se encontraba más que involucrado con el menor.

Rodeó la casa con la esperanza de encontrar un poco de leña seca o que estuviera lo menos húmeda posible, se encargaría de salir por más una vez Taehyung se sintiera mejor, por supuesto que no lo dejaría solo no con todo el pueblo estando en contra de él y mucho menos con ese reportero respirándoles en el cuello buscando información hasta debajo de las tablas sueltas. Pasó cerca de la ventana de la habitación del menor y lo que vio le pareció extraño, pues de pronto las cortinas se cerraron, la voz de dos personas dentro le hizo sentirse alarmado hasta que escuchó claramente la risa de Jimin.

Estaba bien si eran ellos dos, no importaba que estuvieran a solas. Quizá habría seguido pensando así de no ser porque al entrar a la casa, lo recibió un silencio extraño, poco usual sabiendo que ambos muchachos eran escandalosos en todo momento. Trató de ignorar los pensamientos negativos, mientras se ocupaba de prender la chimenea colocando la poca madera de manera estratégica.

— Dime, ¿Qué sentiste?

— Fue extraño.

Eran apenas susurros, pero gracias al silencio de la casa eran totalmente audibles y para Jungkook le fue prácticamente imposible de ignorar. Su tarea de buscar fuego en la cocina podía esperar. Trató que sus botas no hicieran tanto ruido al pararse en la madera, los tablones sueltos no ayudaban a ser sigiloso, pero parecía que la conversación de ambos menores en la habitación era mucho más importante que poner atención a un tercero en la casa.

— ¿Qué hicieron?

— Nada, solo me tocó – Taehyung sintió que las mejillas le ardían de tanta vergüenza que estaba sintiendo, Jimin seguía insistiéndole que le contara todo, como los buenos confidentes que siempre habían sido, aunque ahora se estaba impacientando.

— No puede ser que estés así solo porque te tocó – Jimin se acercó más a él haciendo que el cuerpo se le tensara al percibir la cercanía – dime, ¿lo hizo como yo lo hago?

— F-fue, diferente.

— ¿Cómo? – Taehyung mordió su labio, dudando de si decir algo o no, era su mejor amigo quien preguntaba, no tendrían nada que ocultar – ¿te acarició el rostro? – susurró Jimin llevando su mano hacia la mejilla de su amigo.

— Sí, pero lo hizo con más delicadeza como si se estuviera conteniendo.

Jimin intentó replicar el toque del que se le estaba hablando, dejándose guiar por Taehyung, quien le tomó la mano para mostrarle lo que Jungkook había hecho, haciendo que pasara la yema de sus dedos por la mandíbula, detrás de la oreja, en el cuello, las costillas y por último los labios.

El menor no sintió nada más que pequeñas cosquillas por el tacto de su amigo, había hecho exactamente lo mismo que Jungkook, pero no se sintió de la misma manera. Simplemente, no era él y parecía que su cuerpo lo sabía, conocía diferenciar las caricias de su mejor amigo.

— ¿También te beso? – Jimin tenía la voz temblorosa, el solo imaginar todo lo que había ocurrido le hacía pensar en demasiadas cosas. Taehyung asintió como respuesta cuando volvió a pasar su tacto sobre los labios – ¿lo hizo así? – un delicado roce contra los belfos del menor fue dejado, pero este negó, alejándose de aquella demostración, no dejando que repitiera el beso.

Eran demostraciones que ellos solían hacer a menudo, pero ahora, el hecho de que Jimin las hiciera le causaba cierta incomodidad como si con eso se fueran a borrar las caricias que Jungkook con tanta delicadeza había dejado en su piel. Sentía que le estaba siendo desleal.

— No, era mucho más intenso y quemaba todo mi cuerpo. Había demasiado calor, sentía que mi corazón se iba a salir de mi pecho en cualquier momento. No podía respirar y él hacía que todo mi cuerpo cosquilleara de una forma extraña.

— ¿Extraña?

— Incluso, sentí que esto dolía – Taehyung murmuró lo suficientemente bajo para que Jimin apenas escuchara – solo quería que tocara todo mi cuerpo. Jimin, fue algo que no puedo explicar, incluso cuando Jungkook dijo que me deseaba como debería hacerlo con una mujer me hizo sentir demasiadas cosas. Él tiene pensamientos como los míos.

— ¿El doctor Jeon sabe que tienes estos pensamientos hacia él?

— No pude – el ceño fruncido junto con los labios abultados de su amigo le hizo saber que también estaba decepcionado que aquel encuentro no siguiera – el Padre Jung llegó de pronto a la casa y me sentía tan avergonzado porque... bueno, estaba duro y dolía. Jamás había estado así, Jungkook quería acercarse a mí, pero no pude estaba... yo estaba...

El estrepitoso sonido de algo cayendo en el suelo se hizo escuchar en el pasillo, pero no terminó ahí porque pronto el sonido de las sillas cayendo y algunas quejas los hizo alterarse, pensando que alguien se había metido a la casa a robar. Jimin fue el primero en salir de la habitación, seguido de Taehyung.

La escena que encontraron fue inusual, pues Jungkook se hallaba en el suelo quejándose, teniendo a su lado la silla que habían escuchado caer.

— Jungkook, ¿Qué ocurrió? – Taehyung fue el primero en ir en su auxilio, notando de inmediato la venda en su mano –. Te lastimaste, estás herido ¿Qué pasó?

Pasaba absolutamente todo, Jungkook no podía dar una respuesta en esos instantes porque la conmoción de saber que Taehyung pensaba de igual manera era algo que no sacada de su cabeza, sin embargo, la idea de haber visto a Jimin tan cerca del menor, replicando lo que habían hecho aquella noche le abrumaba.

Quería ser él tocando esa piel. 

Sé que tardé un poquito más esta vez y me disculpo con ustedes, pero la semana santa estuvo caótica jajaja Casi no pude editar este capítulo o corregirlo, pero ya estamos aquí. Espero hayan tenido un buen descaso con sus familias o bien en casita si no salieron y evitaron el pecado, porque nuestro Tae no se pudo salvar. 

Purple hearts personitas bellas. 

Nuestro doctor también es un artista cuando se trata de dibujar algo bonito y que le gusta...


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