Jihyo se excusó de su clase diciendo que iría al baño. Se fijó en la hora, viendo que todavía tenía un par de minutos antes de que la clase de historia terminase.

Golpeó a la puerta del salón correspondiente con lentitud, temblando un poco por temer ser descubierta por la directora u otra autoridad por los pasillos.

- Jihyo, hola.- saludó la profesora al verla, la conocía por lo buena estudiante que era.- ¿Qué pasa?

- ¿Está Im Nayeon? La busca la preceptora.- inventó rápidamente.

- ¿Se puede saber para qué?

- No me lo dijo.- jugó con sus dedos ante la juzgadora mirada de la mujer mayor.

Lo que hago por vos y ni te conozco, se dijo a sí misma.

- Im Nayeon, te llaman.

La nombrada levantó su cabeza del libro con el que estaba trabajando, no entendiendo por qué el llamado. Sin más, se acercó hasta Jihyo, escuchando la puerta ser cerrada detrás suya.

- ¿Qué pasa? - preguntó.

- Mirá, Nayeon, no nos conocemos nada de nada pero quiero decirte que te alejes de Sana.

- ¿Qué? - sus facciones cambiaron a una expresión confundida.

- Sos nueva y se va a aprovechar de eso. Creeme, con mi hermana sufrimos sus abusos todo el tiempo.

- ¿La directora no les dice nada?

- ¿Te pensás que a alguien acá le interesa una piba cualquiera y una autista?

- ¿Autista?

- Si, mi hermana lo es. Sana se burla de ella.

- No puede ser.- Nayeon dejó de mirar a Jihyo, no creía que estaban hablando de la misma persona que sonriente la invitó a pasar la tarde para que no se sintiera sola.

- Por favor, sé que puede parecer muy linda y todo pero no te juntes con ella.

- ¿Por qué me decís esto?

- Porque sí puedo prevenir que se siga saliendo con la suya, lo voy a hacer.

- Muchas gracias por la preocupación...

- Jihyo.

- Jihyo. Gracias.

- De nada, Nayeon.