Podía escuchar a Jihyo discutir con su madre por sus recientes palabras, pero poco le importaba. Nayeon quería ver a Mina, quería saber que estaba bien.

Abrió la puerta con lentitud, sintiendo el miedo recorrer sus venas, temía lo que iba a ver. Para su suerte, Mina estaba despierta mirando por la ventana.

Estaba en una pieza, gracias a Díos. Pero habían algunas manchas moradas en su rostro y brazos descubiertos, también una venda en su cabeza. Esa imagen fue la más dolorosa que Nayeon alguna vez haya visto.

- Hola.- tímidamente se sentó cerca de la camilla.

- Hola.- respondió.- Quería hablar con vos.

- Ya sé.- asintió.- Jihyo me contó.

- ¿Y? ¿También me odias?

- Park Mina, estás completamente loca sí pensás que te odio. ¿Cómo podría? Sos hermosa, me gustas así. Tzuyu es una imbécil, pero yo puedo cuidarte.

- ¿Cuidarme?

- Sí, quiero cuidarte.

Mina sonrió, Nayeon se sintió calmada.

Todo estaba bien ahora.