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único

Italia, XVI

Hyunjin recuerda con claridad el día que Jeongin llegó a su vida, él necesitaba un asistente y solicitó al orfanato de Florencia que enviasen a un huérfano a trabajar con él a su taller, con la promesa de que vería por él. Dudaron un poco por lo jóven que era Hyunjin, pero al ser un artista, pensaron que podría darle una buena vida.

Así fué como un día, un pequeño corderito perdido y asustado llegó a su taller, el corazón de Hyunjin se derritió por él al instante. Jeongin se convirtió, no solo en su asistente, si no también en su alumno, mejor amigo, e incluso a veces posaba para él cuando debía pintar niños.

En cuestión de años, Hyunjin cosechó un impecable estatus social y se convirtió en uno de los mejores pintores de toda Italia, todo marchaba de maravilla para él. Su problema surgió cuando Jeongin dejó de ser un niño y se convirtió en un muchacho, uno demasiado bello, y para su desgracia, muy de su gusto.

Le resultó imposible ignorar como sus bellísimas facciones maduraron, creció en estatura y su cuerpo pasó a verse igual de bien que el 'David' de Michelangelo. En realidad nadie con un par de ojos funcionales sería capaz de ignorar su belleza, incluso más de un colega le pidió su permiso para retratar a su jóven pupilo.

Pero Hyunjin siempre respondió con un rotundo no, simplemente odiaba la idea de Jeongin posando para otro que no fuese él. Fué entonces que cayó en cuenta de que comenzó a ver con otros ojos a su jóven pupilo; el pequeño ser que prometió cuidar y creció a su lado, ahora le robaba suspiros.

Rezó para que con el tiempo se le pasara, pero fué todo lo contrario. El tener que reprimir sus sentimientos por el jóven, parece que solo le ha jugado en contra, pues ahora la simple mención de su nombre puede causar escalofríos en su cuerpo.

Tratando de que ésto no afecte su relación maestro-pupilo, procura distraerse bromeando con las personas que los rodean o haciendo cualquier otra cosa que no involucre a Jeongin y a él solos en una habitación.

Pero está llegando a un punto de quiebre en el que incluso darle su lección diaria de pintura se ha vuelto una tortura, por ese impulso descomunal que siente de besarlo en todo momento. A veces, cuando alguno de sus modelos se ausenta, Jeongin posa para él, y Hyunjin solo puede imaginarse arrancándole las elegantes telas que cubren su cuerpo y besándolo como si no hubiese un mañana.

Hyunjin recibe una gran cantidad de encargos, por lo que ambos deben viajar constantemente por toda Italia e incluso fuera del país. Están constantemente rodeados de la alta estirpe que puede costear sus pinturas, así que son escasas las ocasiones en las que ambos se encuentran realmente solos

Sin embargo, el día de hoy las cosas se alinearon para que Hyunjin tenga que luchar contra sus demonios. El mecenas que le encargó un retrato, tuvo un inconveniente y no pudo llegar a tiempo a su palacio como habían acordado. Así que, por órdenes del poderoso hombre, Jeongin y él debieron hospedarse en su casa para esperarlo un día más.

Lo cual lo deja completamente solo con su jóven pupilo en un precioso palacio, únicamente acompañados por los sirvientes del hombre que desaparecen con un tronar de dedos. El saber que está a solas con la más bella criatura que sus jóvenes ojos han tenido la dicha de presenciar, lo está haciendo perder la cabeza.

Lo había hecho bastante bien hasta ahora, Jeongin y él se despertaron algo tarde, almorzaron los deliciosos manjares que los cocineros prepararon para ellos y el resto del día se la pasaron conociendo el palacio. Más tarde, cada quien volvió a su respectivo aposento para pasar tiempo a solas.

Ahora mismo, Hyunjin se encuentra terminando de secar su cabello, ya que acaba de tomar un baño, aprovechando la suntuosa tina de oro que está en la alcoba que le asignaron. Se aventó en la cama cuando terminó, se relajó y cerró los ojos durante un par de segundos.

Hasta que la puerta de su habitación fué golpeada un par de veces, de manera tan delicada y sutil que casi parece que la persona detrás no quiere ser escuchada. Una sonrisa se pintó en el rostro de Hyunjin, lo conoce tan bien que sabe de inmediato que se trata de él.

—Adelante—dijo lo suficientemente alto.

La manija giró lentamente, y unos segundos después, el dulce rostro de Jeongin se asomó por la puerta. El jóven le dió una sonrisa tierna y Hyunjin soltó todo el aire que retenía en sus pulmones mediante un suspiro, que probablemente delató lo prendado que está de él.

—¿Puedo dormir contigo?—preguntó una vez dentro.

Solo entonces, Hyunjin lo pudo observar por completo. Lleva puesta una pijama de seda y su cabello se ve un poco mojado, como si acabara de tomar un baño al igual que él. Luce simplemente hermoso, tan hermoso que Hyunjin se tuvo que obligar a dejar de mirarlo tanto.

—Si claro, ven acá—se acomodó un poco en la cama para hacerle espacio.

El jóven asintió y apagó las velas antes de meterse entre la cama del mayor, una vez que estuvo a su lado, la respiración de Hyunjin comenzó a agitarse casi tanto como su corazón. No es la primera vez que duermen en la misma cama, pero no lo habían hecho en mucho tiempo.

En aquel entonces, Hyunjin controlaba más su atracción hacía el jóven, pero ahora no sabe si podrá evitar que su cuerpo reaccione al tenerlo tan cerca, durmiendo a su lado con nada más que una delgada pijama de seda, tragó saliva al imaginarlo sin nada debajo de la ropa.

Sabe que Jeongin no utiliza ropa interior para dormir; él mismo se lo contó una vez que se embriagó, la sola idea de sacarle los pantalones y dejar a la vista su respingado trasero hace que sus ojos se pongan vidriosos y sus mejillas se sonrojen, pero necesita dejar de pensar en eso si quiere sobrevivir ésta noche

El jóven se da la vuelta quedando sobre su costado y acomoda su cabecita en el hombro de Hyunjin, a la vez que pasa su brazo sobre la cintura de su fiel maestro y amigo. Al pintor se le eriza la piel cuando el fresco aroma de Jeongin llega a sus fosas nasales, sonríe sin siquiera notarlo.

La mente del mayor se nubla, su corazón late fuerte y todo su cuerpo le exige buscar más contacto con él. Sin importarle nada más, se une a Jeongin en un abrazo, ladea su cabeza para oler su cabello limpio y sonreír contra él, esperando que no lo note.

—Hace mucho que no dormimos juntos—recordó Innie de repente.

—Si, has crecido tanto—sonrió nostálgico—antes te abrazaba y casi desaparecias entre mis brazos.

—Ahora yo podría abrazarte a tí—rió bajito.

—Nunca, yo siempre querré abrazarte.

No le importa si ahora Jeongin es más alto y fuerte, siempre querrá tomarlo entre sus brazos con delicadeza. Al jóven no parece molestarle la idea, pues sonríe cuando Hyunjin lo aprieta contra él y su cabeza queda pegada a su pecho.

—Tu corazón late muy rápido...¿estás nervioso?—susurra con voz angelical.

La respiración de Hyunjin se congela, realmente pensó que podría disimular, pero fallo completamente y le aterra lo que Jeongin pueda pensar. Trata de responder algo pero las palabras simplemente no salen de su boca, además, sería descarado mentirle sabiendo que es verdad.

—¿Estás nervioso?—repitió Jeongin, moviendo un poco su cabecita para verle a la cara.

—Si—admitió finalmente, con una abrumadora opresión en el pecho.

Jeongin se salió de su agarre y Hyunjin temió lo peor, pero se tranquilizó un poco cuando el jóven se recostó boca abajo, recargado en sus antebrazos y mirándole con ojos brillantes y una sonrisa, todavía puede verlo por la tenue luz de la luna que se cuela por la ventana de la alcoba.

—¿Te pongo nervioso?—sonrió con aires de suficiencia.

Hyunjin rió aliviado y se sentó con su espalda recargada sobre la cabecera de la cama, asintió hacia Jeongin, todavía está avergonzado y nervioso, pero de cierta forma tranquilo, ya que Innie no parece horrorizado con la idea de que gusta de él.

No se lo ha dicho, pero el afirmar que su cercanía lo pone nervioso, es lo suficiente claro para que cualquiera se de cuenta. Jeongin ríe y agacha un poco la mirada, como si estuviera pensando en algo, entonces Hyunjin habla para no hacer un silencio prolongado.

—No solo has crecido en altura, ahora eres más maduro y más guapo; aunque siempre seguirás siendo lindo a mis ojos, eres como una fruta prohibida para mí y no puedo evitar que mi corazón se acelere cuando estoy cerca de tí.

Ni siquiera él sabe de dónde sacó el valor para decirle aquello, pero lo hizo y ahora no puede deshacerlo. Jeongin tampoco se lo esperaba, pues le miró conmocionado, parpadeó varias veces sin saber que decir.

Si bien Hyunjin lo educó para no ser ofensivo con las personas cuyos gustos se salen de lo tradicional, debido a la inquisición, la homosexualidad está tan mal vista que incluso se paga con pena de muerte si es descubierta.

Hyunjin está nervioso como nunca, Jeongin ya es lo suficientemente mayor para forjar su propia opinión al respecto y simplemente teme que elija lo incorrecto, teme que aborrezca la forma en la que lo ama.

—Perdón si es incómodo para tí, solo quería que lo supieras, por favor no...

—No es incómodo para mí—se sentó en la cama, posicionándose más cerca de él—pero dime ¿estás diciendo qué yo te gusto...como un hombre gusta de una mujer?

Hyunjin casi sintió su pulso detenerse, solo asintió, de todos modos ya no tiene nada que perder. Ésta noche no salió como la había planeado, definitivamente no tenía pensado confesarle sus sentimientos a Jeongin, ni hoy, ni en un futuro cercano y probablemente nunca.

—¿Desde cuándo?—preguntó tranquilo.

—Y-yo no sé, siempre te he encontrado demasiado bello...no sé en qué momento sucedió exactamente—contestó con la voz temblorosa.

—¿Por qué no me habías dicho nada?

—No me lo perdonaría nunca si llegase a estropear nuestra amistad—tragó saliva.

Jeongin solo lo mira apacible, con tanta tranquilidad que su expresión neutra impide que Hyunjin sepa lo que pasa por su cabeza. No sabe si le agrada o está pensando en denunciarlo con las autoridades, no tiene ni idea y eso lo está volviendo loco.

—Jeongin, di algo por favor—pidió titubeando, después de unos minutos que parecieron eternos.

—Me hubiese gustado que me lo dijeras antes—acercó su mano hasta la de Hyunjin, entrelazando sus dedos.

El corazón del mayor se aceleró tanto que casi pudo sentir los latidos en su garganta, por primera vez considera posible que Jeongin le corresponda, nunca lo tomó como una opción realista pues muchas veces se han llegado a decir que se quieren casi como hermanos.

Aunque claro, en su caso solo fué dicho para disimular el verdadero motivo por el que siempre lo mira con tanto amor. Hyunjin se deja llevar por completo y atrae al jóven a su lado, éste en respuesta, se sube sobre su regazo y deja una pierna a cada lado, mientras le mira fijamente a los ojos.

—Oh, Jeongin—acarició su rostro con su mano libre.

El jóven suelta su mano y coloca ambos brazos alrededor de la nuca de Hyunjin, acercándose aún más pero sin hacer ningún otro movimiento. Hyunjin se permite apreciar una vez más las facciones perfectamente cinceladas de Jeongin, es tan hermoso que parece la escultura de una bella hada y él gustoso lo vería por horas.

—También me gustas—escondió su rostro ruborizado en el cuello de Hyunjin—...como una mujer gusta de un hombre.

No hay palabras para describir lo que Hyunjin sintió al escuchar aquello, su corazón se llenó de paz y emoción al saberse correspondido. Enrolla sus brazos en la cintura de Jeongin, abrazándolo con fuerza, como si quisiera fundir su cuerpo con el suyo.

—No sabes lo feliz que me hace escuchar eso.

Permanecieron abrazados así un rato, solo concentrándose en sentir el cuerpo del otro pegado al suyo, sus respiraciones y latidos sincronizarse y las suaves caricias que sus dedos tímidos dejan en la piel del otro.

—Hyunjin, quiero que me tomes—dijo Jeongin al separarse, viendo al mayor a la cara.

—¿Q-qué?

Jeongin sonrió por la expresión de Hyunjin, casi inmediatamente como dijo aquello, sintió un bulto presionar con su trasero. Hyunjin estará congelado, pero su cuerpo ya está actuando en su lugar. El jóven tragó saliva y agachó la mirada, conmovido por sentirse tan deseado.

—Me he guardado para tí todos éstos años, por favor, hazme tuyo Hyunjin—susurró.

La erección del jóven pintor terminó de endurecerse ante el poema que fueron aquellas palabras, pero dejando de lado lo excitante que fué, es la sensación más maravillosa del mundo saber que el ferviente deseo que sienten es mutuo.

—Jeongin…¿estás seguro de ésto?—le miró atento.

Hyunjin tiene que asegurarse, no es poca cosa que le pida aquello, involucrarse de manera carnal con otro hombre podría incluso enviarlos a la horca si alguien se entera. Pero a Jeongin parece importarle un bledo, pues asiente con firmeza, con esa dulce sonrisa a la que Hyunjin no le puede negar absolutamente nada.

Eso fué más que suficiente para que el jóven pintor cumpliera el deseo que tiene desde hace tanto tiempo: besarlo. Lo besó degustando sus pomposos labios como si de una dulce fruta se tratase, primero rozó con delicadeza y posteriormente exploró con su lengua el interior de su boca, haciendo cosquillear su vientre bajo.

Jeongin comenzó a frotarse sobre el regazo de su mayor, permitiéndose sentir aquel enorme bulto que se presiona contra él y tratando de seguirle el beso mientras Hyunjin pasea sus amplias manos debajo de su camiseta, sintiendo por primera vez la suave piel de su torso contra sus palmas y provocando escalofríos en el jóven.

Jeongin se separó de los labios del mayor y le quitó la camiseta, la boca de Hyunjin se hizo agua en cuanto retiró la suya también y su bonito torso; iluminado por la luz de la luna, quedó frente a él, deseó tener pincel y lienzo en ese momento porque la vista es digna de retratarse.

Cuando dejó a Jeongin recostado sobre la cama y se posó entre sus piernas, se sintió como un cazador acorralando a su presa. Una vez más juntó sus labios y paseó sus manos por sus amplios hombros, descendiendo por sus clavículas marcadas hasta llegar a sus pezones duros.

Jeongin se estremeció contra su boca cuando Hyunjin comenzó a estimular ésta parte de su cuerpo que hasta ahora, no había tocado nadie más que él mismo. Hyunjin continúo el recorrido de sus manos; que ahora están sobre su cintura, acarició allí hasta llegar al borde de su pantalón de pijama.

Se separó del beso para tirar de ellos y poder mirar como su bonito miembro, completamente erecto, quedó expuesto frente a él, deslizó su pantalón por las pálidas piernas torneadas y miró sin una pizca de pudor el inmaculado cuerpo debajo suyo.

Jeongin cubrió su rostro con vergüenza, pero Hyunjin apartó sus manos y las sostuvo con una mano sobre su cabeza, mientras pasa la otra lentamente por el cuerpo de Jeongin, desde su cuello hasta su húmeda erección.

Jeongin suspiró ante el cosquilleo que le provocó sentir las yemas de sus dedos tocándole tan íntimamente, avivando el deseo en él. Hyunjin observa encantado su piel blanca y suave; que se torna rosa pálido en sus pezones y su miembro, piensa con sinceridad que es la obra de arte más digna de admirar.

El miembro del mayor palpita ansioso entre su ropa interior, necesita hacerlo suyo, lo desea fervientemente. Soltó las manos de Jeongin y se acercó a la mesa de noche a buscar ese aceite aromático para masajes que vió allí. Antes de regresar a su lado sacó las últimas dos prendas que cubren su cuerpo, quedando igual de desnudo que él.

Hyunjin pensó que no era posible estar más excitado hasta que vió la hermosa expresión deseosa en el rostro del jóven, es mejor que cualquiera de las pinturas eróticas que ha visto, la sola idea de sentirse piel con piel con Jeongin lo emociona de sobremanera.

—Abre las piernas para mí, tengo que prepararte pequeño.

« Oh no, ese apodo » pensó Hyunjin, maldiciendo para sus adentros. Solía llamar a Innie así cuando era más pequeño, al crecer, le pidió que no lo llamara más así, pero está tan acostumbrado que aún a veces se le escapa.

Cuando ésto ha pasado, Jeongin solo ríe y le repite que no lo llame así, pero en ésta situación definitivamente estuvo fuera de lugar. Aunque, por la brillante sonrisa de Jeongin y el rubor que cubrió sus suaves mejillas, parece que le gustó escucharlo.

Jeongin obedeció y dejó a la vista sus preciosas nalgas, Hyunjin no pudo evitar lamer sus labios. Se acercó hasta él y dobló sus piernas a la altura de su pecho; dejando su agujero completamente expuesto, aún sin poder creer que ésto está pasando.

Se siente completamente irreal estar a punto de volverse uno con quién pensó que nunca tendría oportunidad, a quien miró por años como una fruta prohibida, con la persona que ama. Solo en éste momento de lucidez, se dió cuenta de lo afortunado que es y va a tratarlo con la delicadeza y el amor que se merece.

—Sostén tus piernas, Innie—susurró, el jóven obedeció y colocó sus manos dónde antes estaban las de Hyunjin.

El mayor tomó una generosa cantidad de líquido resbaloso y llevó su mano temblorosa a la entrada de Jeongin, masajeando por varios segundos. Le dió un corto beso en los labios antes de introducir uno de sus largos dedos, Jeongin no se inmutó, así que metió uno más y comenzó a moverlos despacio.

Entonces el cuerpo del jóven se estremeció y soltó un quejido con los ojos cerrados, Hyunjin no pudo soportarlo más y comenzó a brindarle un poco de atención a su desatendida hombría; teniendo al fin algo de alivio, mientras que hace tijeras con sus dedos dentro de Jeongin.

Así pasaron un par de minutos, a pesar del imperioso deseo que sienten, no quieren apresurarse a nada, quieren disfrutarse. Poco a poco el cuerpo de Jeongin fué cediendo y acoplando a los largos dedos de su mayor, cuándo Hyunjin rozó ese punto dentro de él, supo que tuvo suficiente.

—A-ah Hyunjin...tómame, por favor—mordió su labio inferior.

Hyunjin no entiende cómo es que Jeongin se puede ver así de perfecto incluso en una situación como ésta, pero eso no importa, lo único que tiene en mente ahora es saciar el deseo que tiene de él. Sacó sus dedos de su interior y llevó la misma mano a su pene, dando unos tirones para lubricarse.

Alineó la punta en la entrada rojiza de Jeongin y después de recibir un asentimiento desesperado del jóven, entró en él cuidadosamente. Le robó un par de gemidos a su bello aprendiz en su camino hasta el fondo de su cuerpo, suspiró cuando sus cálidas paredes lo abrazaron por completo.

Se quedó quieto por unos segundos, después de todo, sus dedos no son nada comparado con el tamaño de su miembro. Mientras tanto, besa a Jeongin con dulzura y acaricia su húmeda erección, tratando de distraerlo de cualquier molestia que pueda sentir.

—Hyunjin…ya muévete, por favor.

—Es tierno que me pidas todo por favor—rió contra sus labios, robándole una sonrisita.

Como se lo dijo, Hyunjin siempre lo va a encontrar lindo sin importar cuanto haya crecido, pero eso no quiere decir que no sepa que ya no es un pequeño. Jeongin se ha vuelto todo un hombre, uno que puede seducirlo fácilmente y él gustoso cumpliría cualquiera de sus deseos.

Unos segundos después, el mayor comenzó a moverse despacio dentro suyo, siendo envuelto por esa gloriosa sensación de seda caliente, jadeando y haciendo gemir al precioso ángel debajo suyo. Hyunjin tuvo sueños húmedos con ésto tantas veces, pero ni siquiera se acercó al placer que experimenta ahora.

Aumenta la velocidad a medida que el cuerpo de Jeongin lo recibe mejor, el jóven se aferra fuertemente a sus hombros y Hyunjin oculta su rostro en su cuello, cierra los ojos disfrutando plenamente de la sensación, llenando la habitación de gemidos y suspiros calientes junto a él.

Jeongin se retuerce entre los brazos del mayor, Hyunjin pasea sus enormes manos por todo su cuerpo; hasta dejarlas en sus glúteos y apretarlos a su antojo, baja su boca hasta sus pezones duros y rojizos y vuelve a jugar con ellos; mordiendo levemente, sin dejar de arremeter con fuerza en el interior del más jóven.

Su cordura se desmorona con cada beso que comparten, con cada toque y cada embestida. Entregarse por completo al otro a pesar de lo inmoral que es a ojos de muchos, se siente más genuino que cualquier ceremonia de matrimonio. El hilo de moralidad que los mantenía alejados, desaparece finalmente cuando se sienten a punto de llegar a la cúspide de su unión.

—¡Hyunjin!...no puedo aguantarlo más—avisó con un jadeo y sus ojitos fuertemente cerrados.

—Te adoro, Jeongin—susurró contra sus labios.

Hyunjin levantó a Jeongin de la cintura, haciéndolo enredar sus piernas alrededor de su cadera para poder alcanzar con más facilidad ese punto dentro de él, supo que lo logró cuando sus gemidos se volvieron más escandalosos y clavó sus uñas en su espalda.

Un glorioso minuto más y todo el cuerpo de Jeongin se contrajo, cerró sus ojos y sin poderlo evitar, dejó escapar un angelical gemido mientras su semilla salpicaba su abdomen, manchando hasta su pecho, sus paredes se apretaron tanto a su alrededor que Hyunjin tuvo que quedarse quieto.

Los dedos de sus pies se encogieron y todo su cuerpo se retorció entre el firme agarre de Hyunjin, mientras un par de lágrimas de placer y felicidad escapan de esos bellos ojos que ama retratar. El pintor suelta un suspiro encantado al verlo así, está tan enamorado de él.

El mayor se quedó inmóvil hasta que las réplicas del clímax de Jeongin terminaron, jadeando fuerte por el abrumador placer que le provoca el ser apresado por su estrechez. Por la pinta del jóven, puede asumir que fué un orgasmo muy fuerte, así que no continua para dejarlo descansar.

A pesar de que necesita urgentemente aliviarse, la comodidad de Jeongin es más importante para él. Salió de su interior robándole un último jadeó y comenzó a acariciar su cabello; ahora algo húmedo por el sudor, mientras lo mira con todo el amor que siente por él.

Hyunjin besa repetidas veces sus bonitas mejillas, justo en el lugar donde sus lágrimas se escurrieron con anterioridad. La respiración de Jeongin se estabiliza después de unos segundos y le sonríe satisfecho, hasta que baja su mirada a la firme hombría del mayor.

Dejándose llevar por la lujuria que despierta en él, lo empuja hasta que queda de rodillas sobre la cama, entonces gatea hasta ella y la roza como si estuviera descubriendo algo nuevo, frota su perfilada nariz y sus pómulos filosos contra la punta goteante.

Después de un claro jadeo de Hyunjin, se envalentonó y pasó su lengua por todo el eje, percibiendo el olor a rosas del aceite que colocó en él, así como los propios fluidos de su cuerpo, la excitación le invadió de golpe y succionó con avidez.

Hyunjin gimió en respuesta y se acomodó mejor en su lugar, sujetando el suave cabello oscuro de Jeongin contra su entrepierna. Solo pudo maldecir entre jadeos, maldecir por lo bien que se siente, maldecirse por no tener el valor de confesarse antes y desperdiciar tantas noches con su amado.

—Oh, Jeongin...te adoro—le repitió una vez más, con los ojos vidriosos por el placer y la felicidad.

Y es que él lo hace, lo adora...siente que podría volverse loco cuando baja su mirada hacia él, sintiendo a la vez su cálida cavidad recibirlo con dificultad pero con todas las ganas del mundo.

Innie mueve su cabeza con inexperiencia tratando de tragar la mayor parte, no importa si es nuevo en ésto, Hyunjin lo está disfrutando tanto que su cuerpo ya está tenso y puede sentir escalofríos por su columna vertebral, así como esa sensación familiar de cosquillas en el vientre bajo.

El pintor echa su cabeza para atrás, entregándose por completo al placer que le brinda el amor de su vida. Jeongin alza la mirada para ver cómo los carnosos labios entreabiertos de Hyunjin claman su nombre una y otra vez entre gemidos, sintiéndose completo por primera vez.

El orgasmo de Hyunjin ya está tocando a la puerta cuando baja su mirada hacia Jeongin de nuevo, Hyunjin es un artista, así que no puede evitar emocionarse por cualquier cosa bella que ve, cuando lo mira tragando su dura longitud con inexperiencia, piensa con sinceridad que es lo más bello que ha visto.

—Jeonginie...voy a terminar—jadea con dificultad.

El joven lo mira directo a los ojos; aún tomándolo casi hasta el final, Hyunjin muerde su labio al sentir un escalofrío recorrer su cuerpo de pies a cabeza. Jeongin lo saca de su boca cuando las palpitaciones le indican que ya está en su límite.

Hyunjin está seguro de que no fué a propósito, pero la sonrisa tan sensual que le dió, el sonido obsceno cuando lo sacó de su boca y el hilo de saliva que lo conecta a sus labios, casi lo hacen explotar en ese mismo instante. No está seguro de que Jeongin sepa lo que provoca en él, quizá sí, pero no conoce la magnitud.

—Hazlo en mi boca—pidió con devoción.

Hyunjin, completamente hipnotizado por él, tomó su miembro palpitante entre su mano y comenzó a bombearlo con la punta pegada a sus labios rojizos. Luego de un fuerte jadeo, derramó su carga y Jeongin la recibió gustoso, algunos chorros mancharon sus comisuras y su mandíbula.

Jeongin saboreó y tragó todo lo que cayó en su boca; anonadado con el interesante sabor que tiene, pasó sus dedos por las salpicaduras de su rostro, recogiendo todo y llevándolo a su boca. Todo bajo la mirada atenta de Hyunjin, que aún experimenta réplicas.

Definitivamente no dimensiona lo que provoca en él.

Hyunjin suspira tembloroso al mirarlo así, la inocencia con la que Jeongin hace las cosas, sus movimientos delicados y elegantes, aquellos labios sensuales y esa tierna mirada zorruna lo vuelven loco. Ama cada parte de Jeongin, lo ama a él.

Se deja caer agotado en la cama, completamente satisfecho en todos los aspectos. El jóven gatea de nuevo a su lado y comparte una cálida sonrisa con su mentor, quien le da un dulce beso, para finalmente volverlo a estrechar contra su pecho.

—Te amo Jeonginie.

—También te amo Hyunjin.

Antes de cerrar sus ojos por el sueño, sus miradas se conectaron una vez más y compartieron una hermosa sonrisa que los hizo sentir completamente plenos; pues sin importar si deben mantenerlo oculto, saben que lo suyo será para toda la vida.

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