𝟎𝟐. buy me presents
✶ㅤ CAPÍTULO DOS
❪ pov — cindy laurent ❫
❛ I haven't like, seen him in a while he's
probably just busy at his workshop. ❜
DECEMBER 𝟏𝟖 ✧ 𝟐𝟎𝟐𝟐
Madelyn no era una mentirosa, simplemente había omitido algunos detalles. Cómo decirme que Drew asistiría al viaje y que además, estaríamos encerrados en el mismo auto por quién sabe cuántas horas.
Respiré hondo, tratando de convencerme de que podía manejarlo. Después de todo, ya había pasado tiempo desde que lo nuestro terminó, ¿cierto? Había tenido suficiente espacio para sanar, para seguir adelante... al menos eso era lo que me repetía constantemente. Pero la idea de estar tan cerca de él, en un espacio tan reducido y por tanto tiempo, hacía que mi estómago se retorciera de anticipación, o quizás de nervios.
— No pongas esa cara, será divertido — dijo Madelyn con una sonrisa nerviosa, como si estuviera midiendo mi reacción. — Además, ya pasó un año. Seguro que ambos pueden manejarlo.
— ¿Manejarlo? — solté una risa seca, cruzándome de brazos. — Maddie, ¿te olvidas de cómo terminó todo? No es como si fuéramos amigos ahora.
Ella rodó los ojos, claramente intentando quitarle importancia. Esto era lo último que necesitaba, pasar Navidad con la misma persona que terminé días antes de esta el año pasado.
— Precisamente por eso, ¿no crees que es una buena oportunidad para cerrar el capítulo de una vez por todas? Además, no tienes que hablar con él si no quieres. Hay más personas en el grupo.
La teoría sonaba razonable, pero la práctica... Bueno, la práctica iba a ser un desastre, y lo sabíamos las dos. Drew no era alguien que pasara desapercibido, y yo no era tan buena fingiendo indiferencia como me gustaría creer.
— Maddie — dije finalmente, intentando mantener la calma —. ¿Qué más me estás ocultando? Porque, sinceramente, ya no confío en tu versión editada de las cosas.
Ella levantó las manos como si se declarara inocente.
— Nada, te lo juro. — Su voz se apagó un poco, y eso ya era una señal de alarma.
— ¿Excepto qué? — insistí, arqueando una ceja.
— Excepto que... Drew puede que haya sugerido el viaje — dijo rápido, como si eso fuera a suavizar el golpe.
Sentí que el aire abandonaba mis pulmones. Claro, porque si estar atrapados juntos no era lo suficientemente incómodo, ahora tenía que lidiar con la idea de que esta "gran idea" había sido de él. ¿Qué pretendía? ¿Era una estrategia para arruinar mis vacaciones o simplemente una coincidencia cruel?
— Maddie... — empecé, pero ella me interrumpió.
— Mira, no hagas esto más grande de lo que es. Probablemente ni siquiera lo verás tanto. Es decir, estaremos en la montaña, en la nieve, con un montón de actividades y gente. Todo estará bien, lo prometo.
Claro, todo estaría bien, como siempre lo estaba cuando fingía que no me importaba. Pero ahora, mientras trataba de imaginarme a mí misma sentada en ese auto con Drew a unos pocos centímetros de distancia, no estaba tan segura de poder seguir fingiendo.
Nos acercamos lentamente al auto donde Drew se encontraba cargando las cosas con los demás chicos. No podía mentir, me sentía feliz de poder volver a pasar tiempo con los chicos, con el cast que se convirtió en mi familia. Cuando sucedió lo de la ruptura y el odio constante de los fans, nos separamos un poco.
Y ahora, que nos volvimos a reunir, se sintió como si volviera a casa.
Caminé a un lado de Madelyn con mi maleta en mano hacia el auto. Ya había saludado a los chicos así que me limité a acercar mi maleta con una sonrisa de agradecimiento. Hasta que sus ojos se encontraron con los míos y sus manos rozaron las mías al tomar la maleta.
El contacto fue breve, insignificante para cualquiera que lo hubiera visto desde fuera. Pero para mí, fue como si el aire se detuviera por un momento. Sus ojos, tan familiares y cálidos como los recordaba, parecían estudiar los míos, buscando algo que ni siquiera yo sabía que estaba ahí. Mi cuerpo se tensó, y el peso de todos los recuerdos se abalanzó sobre mí de golpe.
— Gracias. — murmuré, casi en un susurro, apartando la mirada rápidamente antes de que pudiera leer más de lo que yo estaba dispuesta a mostrar.
— No hay problema. — respondió Drew, su voz tan suave como siempre, aunque había algo en su tono, algo entre cautela y melancolía, que hizo que mi estómago se retorciera.
Madelyn, probablemente percibiendo la tensión, rompió el silencio con su típico tono despreocupado.
— ¡Perfecto! Todo listo. Vamos antes de que el tráfico nos atrape. — Y con eso, comenzó a organizar a los demás para entrar al auto. — Cindy, ¿vas al frente? Rudy y yo vamos a ver una película.
— Claro — dije sin problema alguno dirigiéndome al asiento del copiloto mientras Drew cerraba la cajuela del auto, dedicándole una mirada a Madelyn que no pude distinguir bien.
No iba a mentir, me causaba bastante curiosidad saber que Maddie se iba a sentar atrás cuando se supone que Chase iba a manejar. Sin embargo, antes de que pudiera preguntar si quiera, la puerta del piloto se abrió y Andrew se subió al auto.
Mierda.
Madelyn Cline cuando te atrape.
Me acomodé en mi asiento, tratando de aparentar una calma que claramente no tenía. El auto parecía encogerse con cada segundo que pasaba, y el hecho de que Drew estuviera ahora al volante solo empeoraba la situación. Claro, porque si estar atrapada con él por horas no era suficientemente incómodo, ahora también tenía que ser testigo de su tan impecable como irritante confianza mientras conducía.
— ¿Todos listos? — preguntó Drew con su voz serena, lanzando una rápida mirada al retrovisor.
— ¡Listísimos! — respondió Maddie desde atrás, sonando sospechosamente entusiasta.
Yo lancé una mirada furtiva hacia atrás, notando la sonrisa traviesa de Maddie, como siempre, estaba disfrutando esto más de lo que debería. No podía evitar pensar que este viaje había sido cuidadosamente diseñado para ponerme en esta situación, y la idea solo hacía que mi mal humor aumentara.
— Entonces, vamos allá — dijo Drew, arrancando el auto con una facilidad casi irritante, como si todo estuviera perfectamente normal.
Pero no lo estaba. No cuando cada giro del volante y cada palabra suya parecían arrastrarme de vuelta a algo que llevaba meses tratando de superar. Mientras los demás comenzaban a conversar alegremente, yo me obligué a mirar por la ventana, como si el paisaje que pasaba rápidamente pudiera distraerme de lo que sucedía dentro de mí.
Sin embargo, no podía ignorar la forma en que su perfume llenaba el espacio, o cómo, sin querer, mis ojos se desviaban hacia él de vez en cuando. Sus manos en el volante, su perfil relajado... Todo era demasiado familiar. Y ese maldito nudo en mi estómago no ayudaba.
Madelyn Cline, solo espera a que lleguemos, pensé de nuevo, aunque sabía que el problema no era realmente ella. El problema estaba justo frente a mí, conduciendo con la misma facilidad con la que alguna vez había encontrado el camino directo a mi corazón.
Podía escuchar el sonido de la película que Madelyn, Chase y Rudy estaban viendo en sus teléfonos, pero eso no importaba. Me imaginaba que todo esto se habría evitado si simplemente hubiera aceptado ir en el auto de JD junto a Carlacia y Madison. Menos drama, más risas. Pero no, aquí estaba, atrapada en un auto que parecía encogerse con cada minuto.
Poco a poco, dejé que mi cabeza se apoyara en la ventana del auto, el frío del vidrio calmándome ligeramente. Cerré los ojos, intentando concentrarme en cualquier cosa excepto en la presencia de Drew al volante. Su maldita playlist de viajes comenzó a sonar, una mezcla de canciones nostálgicas y relajantes que, para mi sorpresa, no me molestó. Al contrario, me hizo sentir una inesperada calma, como si todo lo demás se desvaneciera por un instante.
Había algo familiar en esas canciones. Reconocía algunas de las melodías; eran las mismas que solían acompañarnos en nuestros propios viajes. Eso no ayudaba. La nostalgia se colaba poco a poco, envolviéndome antes de que pudiera detenerla. Por más que lo intentara, no podía escapar de los recuerdos.
Recordé cómo él solía tararear las canciones cuando pensaba que no lo escuchaba, cómo sus dedos tamborileaban el volante al ritmo de la música. Sin darme cuenta, una pequeña sonrisa se formó en mis labios al recordar. Luego, como si mi cerebro quisiera castigarme por ceder a ese momento, los recuerdos felices fueron reemplazados por el final. Por las palabras que se dijeron, por el vacío que quedó.
Intenté empujar aquellos pensamientos confusos lejos y me enfoqué en descansar. A lo mejor así lograba que el viaje se hiciera más corto. Y antes de que pudiera notarlo, me quedé dormida.
Lo primero que vi cuando abrí los ojos luego de mi siesta, fue la oscuridad a través de la ventana. Como las estrellas decoraban un cielo despejado y totalmente oscuro mientras los árboles se movían con suavidad.
Pestañeé unos segundos, ajustándome a la tenue luz del interior del auto, y noté que no tenía frío. Una pequeña manta descansaba sobre mis piernas, cubriéndome con un cuidado que no recordaba haber solicitado. Mis dedos rozaron la tela mientras mi mente comenzaba a trabajar, preguntándose quién la había colocado ahí.
Giré mi cabeza para observar cómo iban los chicos en la fila de atrás y solo pude observar cómo tanto Chase como Madelyn estaban apoyados en el hombro de Rudy— quien estaba sentado en el medio—ambos soltando pequeños ronquidos.
Giré ligeramente la cabeza y, aunque no quería admitirlo, ya tenía una idea de quién podía haber sido. Drew estaba al volante, su mirada fija en la carretera, pero había algo en su postura que delataba cierto cansancio. A pesar de ello, parecía concentrado, sereno, como si estar ahí, conduciendo bajo el cielo estrellado, fuera lo más natural del mundo.
Me quedé observándolo por un momento más de lo necesario, tratando de encontrar algún rastro de lo que había sido para mí, de lo que aún parecía ser. Pero rápidamente aparté la vista, recordándome que no tenía sentido buscar respuestas en alguien que ya había decidido alejarse.
Volví a acomodarme en mi asiento, ajustando la manta sobre mí mientras intentaba ignorar cómo ese pequeño gesto —uno que seguramente Drew no pensó mucho al hacer— había hecho que mi corazón se acelerara levemente. Porque eso era lo peor de todo: no importaba cuánto tiempo pasara, Drew seguía siendo capaz de romper todas mis defensas con la cosa más insignificante.
— ¿Tienes frío? — su voz salió más suave de lo que esperaba, sorprendiéndome. Rápidamente negué intentando mostrar una sonrisa amable.
— No, estoy bien — dije mirándolo nuevamente, notando como sus ojos cansados eran forzados para mantenerse abiertos. — ¿No quieres cambiar de lugares así puedes dormir un poco?
— No, está bien. Solo faltan unas dos horas. Además, eres un desastre detrás del volante de noche. — su último comentario sonó más divertido, lo cual me hizo sonreír un poco.
— Buen punto.
El ambiente dentro del auto se sentía extraño, como si esas pocas palabras intercambiadas hubieran alterado algo en la dinámica cuidadosamente mantenida hasta ahora. Era fácil esconderse en el silencio, pero estas pequeñas interacciones hacían que todo pareciera más... real. Más complicado.
Drew soltó una risa suave, y por un segundo creí ver un destello de la persona que conocía tan bien. La misma sonrisa fácil, el mismo tono ligero, como si no cargara nada sobre sus hombros. Pero no era lo mismo, ¿verdad? No podía serlo.
— ¿Recuerdas la vez que casi nos perdemos en la carretera porque insististe en usar mapas en lugar del GPS? — preguntó de repente, sin apartar los ojos de la carretera.
Lo miré, sorprendida, y no pude evitar soltar una risa.
— ¿Perdernos? Exageras. Fueron como quince minutos. — reí sintiendo cómo poco a poco el hielo se rompía y las memorias traían una llama de fuego a mi vida.
— Quince minutos en círculos porque jurabas que sabías leer un mapa. — Esta vez su sonrisa fue más evidente, y algo dentro de mí se removió al verlo así, relajado, como si el tiempo no hubiera pasado. — ¿Todavía tienes esa extraña confianza ciega en tus habilidades de navegación?
— Bueno, ahora uso GPS, gracias por preguntar. — Intenté sonar casual, aunque su tono me desarmaba un poco.
Solo vi cómo una pequeña sonrisa decoraba sus labios, ese gesto breve y casi imperceptible que siempre había sido tan suyo. Pero antes de que pudiera asimilarlo, la sonrisa se desvaneció al pasar por encima de algo en la carretera, algo que no llegué a identificar.
El auto dio un pequeño brinco, suficiente para sacarme de mi pensamiento, y sentí cómo uno de sus brazos se movía instintivamente hacia mí. Su antebrazo se interpuso suavemente frente a mi pecho, como un reflejo, para evitar que me fuera hacia adelante con el movimiento brusco cuando finalmente frenó.
Pude escuchar quejidos por parte de los demás pero su atención y su mirada estaba solamente en mi.
— ¿Estás bien? — preguntó, su voz cargada de preocupación mientras bajaba el brazo lentamente.
Asentí, algo desconcertada por el gesto, aunque agradecida.
— Sí, solo fue el susto.
Drew mantuvo la mirada en la carretera por unos segundos antes de echar un vistazo al retrovisor.
— ¿Qué pasó? — preguntó Chase aún dormido.
— Debe de ser el hielo que está comenzando a aparecer — murmuró, más para sí mismo que para mí, mientras retomaba la marcha.
Me acomodé en mi asiento, intentando ignorar cómo mi corazón se había acelerado. Ese pequeño momento había sido... demasiado. Era como si, por un segundo, todo hubiera regresado a cómo era antes. Como si ese reflejo protector viniera directamente del Drew que solía conocer, del que alguna vez fue mío.
— Voy a parar, se está acabando la gasolina — avisó mientras se desviaba hacia una gasolinera que no estaba muy lejos.
Asentí en silencio, fingiendo que no me afectaba su tono tan despreocupado, tan casual. Se sentía extraño, todas estas interacciones. Como si nada hubiera pasado. Como si no existieran meses de distancia, silencio y heridas que todavía no terminaban de sanar. Pero estaban ahí, invisibles y pesadas, como un recordatorio constante de todo lo que no éramos ahora.
El auto se detuvo junto a una de las bombas, y Drew bajó sin decir nada más, dejando el ambiente dentro del vehículo aún más denso. Desde mi asiento, lo observé de reojo mientras se movía con esa facilidad que siempre había tenido, como si cada cosa que hacía estuviera cuidadosamente ensayada. No podía evitarlo; verlo así, tan tranquilo, solo me hacía cuestionarme por qué no podía ser yo la que estuviera igual de relajada.
— Bien, iré a comprar algo para comer. ¿Alguien quiere algo? — pregunté moviendo la manta para tomar mi bolso que estaba en el suelo del asiento del copiloto.
Sin embargo, en cuanto no oí respuesta alguna de los de atrás, noté como Drew se daba vuelta para despertarlos con el ceño fruncido.
— ¿Alguien quiere algo? — preguntó sonando más serio, estaba claro que el cansancio lo estaba poniendo de mal humor.
— Yo quiero un agua y unas gomitas. — murmuró Madelyn aún con los ojos cerrados mientras se acurrucaba entre las mantas.
— Igual.
— Igual.
Asentí al oír responder a los demás, aguantándome la pequeña risa que amenazaba por salir. Abrí la puerta del copiloto antes de mirar a Andrew.
— ¿Quieres que te traiga un café y unas galletas? — pregunté recordando lo que él usualmente compraba, temía de que todo cambiara.
¿Pero qué estaba diciendo?
— Sí, te lo agradecería un montón.
Salí del auto sintiendo el aire frío golpearme en el rostro, un contraste bienvenido con el ambiente cargado que había dejado atrás. Mientras caminaba hacia la tienda de la gasolinera, no podía dejar de pensar en cómo, a pesar de todo, aún recordaba esas pequeñas cosas sobre Drew. Sus preferencias, sus gestos, incluso el tipo de café que siempre pedía. Era ridículo.
Agarré una canasta al entrar y me dirigí a la sección de bebidas primero. Un par de botellas de agua, las gomitas favoritas de Maddie y Rudy, y un café para Drew. Me detuve frente a las galletas, dudando por un instante. ¿Qué importaba si las compraba o no? Pero mi mano se movió antes de que pudiera convencerme de lo contrario, agarrando el paquete que sabía que le gustaba.
Al llegar a la caja, el cajero me miró con una sonrisa amable mientras pasaba los productos. Intenté devolverle el gesto, pero sentía mi mente en otro lugar, atrapada en ese viaje en el que nunca debería haberme embarcado.
— ¿Todo bien? — preguntó el hombre, sacándome de mi ensimismamiento.
— Sí, solo un viaje largo. — Respondí rápidamente, agarrando las bolsas.
— Serían 25 dólares. ¿Efectivo o tarjeta? — preguntó el cajero, pero antes de que pudiera contestar, una mano se deslizó a mi lado hacia la caja con una tarjeta entre sus dedos.
— Tarjeta. — la voz de Drew se escuchó firme detrás de mí, haciendo que me congelara por un instante.
Giré mi cabeza lentamente, encontrándome con su expresión tranquila pero determinada, como si este gesto fuera lo más natural del mundo para él.
— Drew, no hace falta, yo puedo pagar — intenté decir, sintiendo cómo el calor subía a mis mejillas.
— Lo sé, pero déjame hacerlo esta vez. — Sus ojos se encontraron con los míos, y aunque había una leve sonrisa en sus labios, su tono no admitía discusión.
El cajero pasó la tarjeta sin dudar, ajeno a la tensión que se había formado entre nosotros. El cajero le entregó el recibo y Drew tomó las bolsas de mis manos con naturalidad, como si fuera algo que había hecho miles de veces antes. Salió primero de la tienda, y yo lo seguí unos pasos detrás, intentando calmar el torbellino de pensamientos que se arremolinaba en mi cabeza.
Cuando llegamos al auto, Drew abrió la puerta del copiloto y me entregó las bolsas sin decir una palabra más, su expresión ahora neutral, casi como si nada hubiera pasado. Me subí en silencio, acomodando las cosas mientras él rodeaba el vehículo para regresar al asiento del conductor.
El viaje continuó, pero mi mente no podía dejar de regresar a ese pequeño momento en la tienda. Porque, aunque intentaba convencerme de que no significaba nada, no podía ignorar cómo su presencia parecía llenar cada rincón vacío que había estado evitando durante todo este tiempo.
El auto volvió a llenarse de un silencio extraño, roto solo por el ruido de las bolsas de gomitas siendo abiertas y algún que otro susurro desde el asiento trasero. Drew tomó un sorbo de su café, y lo escuché soltar un pequeño suspiro, como si el simple acto lo hubiera relajado un poco.
Me recosté contra el asiento, mirando al frente y dejando que la familiaridad del momento se deslizara por mi piel como una manta cálida. Era extraño, desconcertante... pero por ahora, lo dejaría ser.
FRUITCAKE RECIPE
13 votos para el próximo capítulo
no te olvides de comentar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro