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๑۩۞... III ...۞۩๑

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La princesa Shoko, se mantuvo pegada todo el tiempo a Milo y constantemente le repetía el "amor puro" que sentía.

En cambio, Milo buscaba alguna prueba de que él y Camus eran hermanos. Abriendo las cajas del escritorio de Camus.
─ ¿Y ésto?─ tomó de entre varias hojas arrugadas, una hoja con un escrito.

"Hola Milo, soy Camus, tu hermano. Hace mucho no hablamos, y no sé si podré seguir resistiendo a esto, por qué te veo sonreír desde mi habitación. Temo perder la gran conexión entre tu y yo, pero no puedo hacer mucho. Esto solo es una nota común y corriente, pero créeme que me tomo mucho valor escribir algo así... Y no se cuando llegue a tus manos, pero seguramente ese día será el día en que podamos abrir las puertas nuevamente."

Milo no sabía cómo reaccionar ante está nota, nunca -desde hace mucho años- había oído decir cosas así a su hermano.
Y ya no importaba si eran o no hermanos, solo con ese simple escrito había decidido ir en busca de su hermano, ignorando los pedidos de Shoko.

Dejo a cargo a la joven princesa y partió por el mismo camino que estaba siguiendo Camus.

[...]

─ No es mi culpa que él nunca me haya dicho eso... Si me lo hubiera dicho, tal vez...─ decidió callar, no era normal que se esté poniendo a hablar con un caballo.
─ Tu solo escúchame.

El frío congelaba su cuerpo, aún cuando había salido abrigado.
─ ¡Camus, hermano! Aparece... Yo no quería que nos quites el verano, solo quería casarme!─ al parecer le era inútil hablar en medio de esas montañas.

─ ¿Dices que alguien congeló el verano?─ una voz lo sorprendió desde atrás.

─ ¡Alto ahí! Pon las manos en dónde las pueda ver, no tienes derecho a reclamar ni tener un abogado... ¡Por favor no me asaltes!─ cerró sus ojos con fuerza, por un momento pensó que iba a ser víctima de un asalto. Incluso el grito asustó tanto al caballo que dejó a su jinete -en este caso Milo- en el suelo.

─ No te voy a asaltar...

─ Entonces... Me piensas... quitar la vir-

─ ¡No! P-pero que te pasa, yo solo te pregunté algo... incluso tu caballo te dejo por loco.─

El de pelo morado levantó su mirada de a pocos y se encontró con un joven de larga cabellera rubia y un reno a su lado.

─ Perdón, fue la emoción... digo, por el miedo.─ la caída obviamente le había quitado muchas neuronas.
─ Gracias.─ aceptó la ayuda de su contrario y se levantó.

─ ¿Dices que tú hermano congeló el verano?

─ Si... fue por mi culpa, yo lo hice enojar y PUM todo se congeló... Y todo por que conocí a mi prometida ese día.

─ Nadie se puede enamorar tan rápido.─ parecía seguro de lo que decía.

─ Ella me enseñó lo que es el amor de verdad, y la conozco muy bien

─ ¿Su nombre?, ¿su mejor amiga?, ¿su familia?, ¿comida favorita?, ¿su hobbie?

─ Princesa Shoko de la isla Edén, pues... sus hermanas, trece hermanos, los tacos, no se... leer

─ ¿Y si lee fanfics Yaoi? ¡O tal vez sea Fujoshi!

─ ¿Y eso por qué? No, no... ¿O si?─ aún tenía miedo del chico, ya que desde que lo vio se mantuvo con los ojos cerrados y eso le ponía nervioso.
─ Mejor... Me voy

─ Camus, el Ray de Arendelle, hermano de Milo. Una familia real con descendencia francesa y griega. Con un oscuro pasado... ¿No?

─ ... Bueno... la cosa es que yo no recuerdo casi nada de lo que pasó antes de mis siete tiernos años.─ levantó sus brazos.

─ Tu solo leé esto y súbete a la carreta.─ ordenó.─ Se cómo revertir el efecto, la solución que tú hermano necesita.─

Milo recibió unos escritos, eran demasiados como para su gusto. Pero desde un inicio llamaron su atención como nunca.
─ ¿La leyenda de Ganimedes? Estos son relatos griegos antiguos... No necesito leerlos.─

─ Los lees ahora o si no te bajas y te vas caminando con tus patitas de bicho que tienes.

─ Este chico, ni siquiera me dijo su nombre ni mucho menos sus razones y ahora me quiere botar. ¡Que le pasa!
─ ¿Y a dónde se supone que me llevas?

─ Cuando termines de leer lo sabrás. Esto acabará con el invierno.─

El príncipe, en ves de ponerse a leer, aprovecho para irse a la parte de atrás y comer las delicias que había en esa carroza.

[...]

En lo profundo de sus sueños, venían vagos recuerdos de su niñez, recordando a personas y seres que jamás pensó haber visto.

Leves susurros, voces conocidas y sentimientos de miedo.
"El mismo se encargará de matar al amor de su vida" una voz de mujer hizo eco en su mente.

─ Milo, despierta...─ el rubio lo movía para despertarlo, y lo logró.

─ Voy a matarlo

─ ...

─ ...

─ No te quiero asustar, pero nos quedamos sin comida. Así que voy a buscar más, no te muevas y cuida el carruaje.─ no espero a la respuesta del principe y se empezó a alejar.

─ ¡Oye! Chico rubio ¡¿Cómo te llamas?!─

─ ¡Shaka!─ mencionó antes de irse

─ Bien Shaka, solo me queda decirte que yo me comí lo que estaba aquí y es mi deber acompañarte.─ habló para si mismo, por que si lo hacía en voz alta quizá podría ser escuchado y culpable.─ ¡Déjame acompañarte!─ fue detrás de él, sin importarle dejar solo al carruaje.

[...]

Desde su punto de vista, la nieve era demasiado blanca, y el agua estaba realmente helada como para nadar ahí.
Aunque caminó mucho tiempo en busca de nuevas aventuras, y lagos menos congelados, todo parecía cubierto de nieve.

Pero todo lo parecía mejorar cuando vio a un joven, un reno y otro joven siguiéndolos desde atrás.
Apresuró sus pequeños pasos, metiendo su boca en conversación ajena.

─ Es cierto, debemos parar este invierno... Yo quiero nadar, comer frutos frescos y poner mis alitas bajo el sol.─

El rubio giro su mirada hacia Milo, y luego a su reno. De igual modo lo hizo el príncipe.
Y juntos bajaron la mirada hasta el pato de hielo viviente que se les acercó, y eso no era lo peor, pues pudo ser una especie casi extinta. La gota que derramó el vaso fue que ese pato de hielo empezó a hablar.

─ ¡Un pato! Serás el almuerzo de hoy─ había abierto sus ojos, mientras le tiraba patadas voladoras y lo perseguía.

─ No, no, no... !Que clase de persona come un pato de nieve! Ahhh, ayuda...─ corría los más que sus patas diminutas le permitían.─ Soy solo un patito amables, me gustan los conejos...

─ ¡Mina para ahí!

─ ...

─ Perdón, es que te pareces a una de nuestras sirvientes... Ehhh... Tú eras.,. Chá... Sasu

─ Soy Shaka, y no voy a dejar en libertad al pato que habla.─ tenía entre sus manos el cuello del animal de nieve.

─ Mírale el lado negativo, es un pato de nieve ¡No tiene carne! Además, creo recordar haberlo visto antes.

─ Tu y Cumus mi criurun.─ Shaka dejo de agarrarlo del cuello, y lo hizo de las patas, poniendo al animal de cabeza.─ ¿Milo, no me recuerdas? Camus y tú me crearon cuando eran niños... Soy Hyoga

Milo recordaba ahora más fragmentos de su niñez, cuando su hermano y él hicieron un muñeco así.
─ Si... Creo que recuerdo.

─ Se dónde se encuentra su castillo, está muy cerca de aquí... Además, alguien ya hizo un camino hacia él.─

El de pelo morado no entendía a que se refería con eso, solo asintio a las palabras.

─ Vayamos entonces por la carreta... ¡Milo como te atreviste a dejar la carreta!

[...]

Hyoga no mentía, ahora Camus ya había recibido una visita.
Esto también tomó por sorpresa al príncipe heredero.

─ ¿Ves? No me puedes congelar... Te sientes cómodo conmigo, es por eso.

─ ¿Tu crees?─ el jóven monarca estaba inseguro. El también estaba bajo la misma situación que su hermano, por parecía que había encontrado su lugar seguro. Al menos por ahora.─ Pero si tú llego a sentir un profundo amor... La maldición de la que te conté...

─ Te ayudaré con eso, ahora solo quiero tu felicidad...

[...]

─ Milo como pudiste dejarlo así por asi, ahora nos quedamos sin movilidad...

─ Es que y-

─ ¡Shhh!

─ Solo q-...─ la mano del rubio tapó su boca.

Y cuando el silencio era más fuerte, se pudieron escuchar voces lejanas que de a pocos de acercaban.

─ ¿Estás seguro?─ pregunto uno de los hombres.

─ Solo falta que se ponga más vulnerable, de esa manera podremos acabar con el invierno.─

Ambos pasaron sin dar mucha importancia al bulto de nieve que tenían a su costado, no resaltaba mucho ya que se perdía con el blanco paisaje.

Mientras que dentro de ese "camuflaje" Shaka, Milo y el reno Mu se congelaban. Pero tuvieron que esperar un gran rato, no querían ser descubiertos de manera terrible.
Y en cuanto lo hicieron, todos -menos Hyoga- salieron temblando.

─ N-no v-voy a perm-mitir que ma-maten a mi-mi herm-mano... P-primer-ro p-pasan por Shaque

─ S-soy Shak-ka idiot-ta...

─ ¿Por qué hablan como si fueran robots sin batería?─ y ahí estaba el metiche del pato.─ Ahhh, ¡es el frío! Vengan, tengo un amigo que los puede ayudar.─ con sus alitas intento jalar a los más grandes mientras el reno aún podía resistir el frío.─ El sabe cómo combatir frío de estás magnitudes.─

─ ¿P-prepa-para inf-fusiones?─ pregunto Milo, Hyoga negó.

─ ¿Ti-iene du-duchas calient-tes?─

─ No, hahaha, que divertidos son ustedes. Mi amigo Shun tiene técnicas mucho más efectivas, tienen que verlo, no se van a arrepentir.─

─ ¿C-como cual-les?

─ Él calienta con su cuerpo.─
No pasó ni día segundos después de esa frase y ya ambos jóvenes habían desaparecido del campo visual de Hyoga.

[...]

Por estar escapando del amigo de Hyoga, los dos jóvenes terminaron perdidos.
Sin saber dónde estaba el otro, y la noche ya estaba muy oscura.

Milo no se quedó a esperar, el solo siguió sus instintos -que en este caso era un hermoso camino congelado y lleno de escarcha de nieve-
Caminó con cuidado hasta que se encontró con un gran y hermoso castillo hecho de puro hielo.

Su asombro se hacía notar por el modo en el que abrió la boca, mirando desde arriba hacía abajo.
─ Camus, él debió hacer esto.─ subió con alegría por las escalinatas de hielo, mas paro en seco frente a la puerta, pensando en cómo explicar todo a su hermano.─ Bien, solo tienes que decirle... solo lo harás volver y le dirás qué también lo quieres... cómo ¿hermano?─ negó con su cabeza, mejor era dejar de pensar en que decir y dejar que las cosas fluyan.

Dió a penas unos golpes en la puerta y está se abrió, dando una bellísima vista. Toda la el castillo en su totalidad era de hielo, incluso las decoraciones.
─ ¡Camus! Soy yo... Milo.─ empezó a hablar inseguro.

─ ¿Milo?─ apareció totalmente cambiado, con el pelo suelto y una armadura en su cuerpo. Su mirada seguía sin expresiones pero sentía gran confusión dentro suyo, sin saber que hacer en ese momento.

─ Wow, te vez... Genial, al fin pudiste portar una armadura y estás hermoso... en el buen sentido estas muy lindo... A-a...¡¡achú!!─

─ ¿Estás bien?... Digo, ¿Qué tienes? Es decir...─ sus palabras lo pusieron más nervioso y por eso decidió callar.

─ Solo me metí dónde no se debe y digamos que me congelé...─ soltó risas al recordar lo que pasó.

─  Bueno, te puedo entregar ropa nueva si deseas... puedes pasar a mi habitación.─

Milo acepto de inmediato y se dispuso a seguir a su hermano.
Las habitaciones no eran tan frías como pensó, incluso hacía más calor que ahí fuera.
Y se empezó a desvestir frente a su hermano, sin importarle mucho.

─ Milo no... Y-yo primero me tengo que ir.─

─ Camus, ya deja de ser así... somos hermanos, podemos ser tan cercanos como antes.─ se acercó.

─ No.─ dijo de una.

El menor puso un puchero adorable y en un abrazo repentino pegó a su hermano a la pared.

─ Extrañaba darte un abrazo...─ lo miraba de cerca.

Camus se atrevió a mirar esos bellos ojos azules que tenía su bello hermano, su mirada tan alegre y ese aura de felicidad que lo rodeaba.
─ Milo pero yo... Te quiero como algo más.─ no dejo que su hermano pueda preguntar o reclamar cosas al respecto, pues lo había tomado del mentón y después lo besó.

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