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Capítulo 4

                 

Camus: ¡He dicho basta! -con la mano que tenía sin guante creó una barrera de hielo afilados que le separaba de los demás-.

Kanon: Brujería, ya sabía yo que aquí estaba pasando algo turbio.

Milo: Camus... -el mayor asustado abrió la puerta y salió corriendo de aquella sala-.

Salió del edificio y en la parte delantera del castillo todos los ciudadanos le estaban esperando y tras verlo le aplaudieron, Camus miro hacia atrás y luego siguió corriendo, evitando a todos los de allí, haciéndolo llegó hasta una de las fuentes y congeló el agua.

Kanon: ¡Ahí está! ¡Detenedlo!

Camus: Por favor no os acerquéis a mí, no os acerquéis -sin querer envió un ataque hasta donde estaba el duque empujándolos del aire y congelando esa parte del suelo-.

Kanon: Es un monstruo, ¡un monstruo! -dijo señalándolo-

Todos las personas escondieron a sus hijos y el ojiturquesa salió corriendo poco después llegó su hermano y aunque intentó pararlo nombrándolo el mayor siguió corriendo y por eso el pelimorado lo siguió y detrás suya Saga. Camus llegó hasta un río y escuchó la voz de su hermanastro llamándolo, siguió caminando por detrás y se dio cuenta que el suelo comenzó a congelarse y un poco del mar, su hermano le pidió que esperará y este sin escucharlo comenzó a caminar por el agua y esta se iba congelando a su paso. Milo intenta ir detrás, pero se resbala nada más que toca el hielo y va Saga a ayudarle, asustados ven como poco después se congela todo el mar alrededor de Arendelle dejando a los barcos incrustados en el hielo. Además de eso comenzó a nevar.

Saga: ¿Estás bien? -le pregunto a Milo el cual iba un poco por delante de él refregándose los brazos por el frío-.

Milo: No.

Saga: ¿Sabías esto? -le preguntó ya a su lado-.

Milo: No -le susurró tristemente-.

Kanon: Está nevando, ¡El rey ha lanzado una maldición! -en ese momento Milo y Saga pasaban por su lado- debemos detenerlo, debéis de buscarlo-le dijo a uno de los soldados que le acompañaban desde su reino-.

Milo: Eh ¡no!

Kanon: Tú -puso a sus dos soldados delante suya- ¿también eres brujo? ¿también eres un monstruo?

Milo: No, No, soy una persona normal y corriente.

Saga: Es verdad, lo es -dijo poniéndole la mano en el hombro- en el mejor sentido -ambos se dedicaron una sonrisa-.

Milo: Mi hermano no es un monstruo.

Kanon: ¡Cerca ha estado de matarme!

Saga: Resbaló en el hielo.

Kanon: ¡En su hielo!

Milo: Ha sido un accidente, él tenía miedo, no lo ha hecho adrede, nada de esto ha sido a propósito, todo ha sido culpa mía yo le he presionado, así que soy yo quien debe buscarlo, traigan mi caballo por favor.

Saga: ¿Qué? Milo no -dijo cogiéndolo por los hombros y parándolo- es muy peligroso.

Milo: Camus no es peligroso, lo traeré de vuelta y lo arreglaré todo.

Saga: Te acompañaré.

Milo: No, te necesito aquí al frente de Arendelle -se puso la capa que su mayordomo le trajo para abrigarse del frió-.

Saga: Por mi honor -Milo se montó en su caballo-.

Milo: ¡Dejo al príncipe Saga a cargo!

Saga: ¿Puedes confiar en él? Milo no quiero que te hagan daño.

Milo: Es mi hermano, él nunca me haría daño.

Tiro de la correa de su caballo y este comenzó a galopear hacia la dirección marcada.

Muy lejos de allí en una montaña Camus iba caminando por la nieve.

Camus: La nieve brilla esta noche aquí mas,

ni una huella queda ya.

Soy el rey en un reino,

de aislamiento y soledad.

El viento aúlla y se cuela en mi interior,

lo quise contener, pero se escapó.

No deje que sepan de ti

que no entren, siempre me dijo a mí.

No has de sentir, no han de saber.

¡Ya qué más da!

¡Suéltalo! ¡Suéltalo!

No lo puedo ya retener

¡Suéltalo! ¡Suéltalo!

Ya no hay nada que temer.

Qué más da, ya se descubrió.

Déjalo escapar...

El frío a mí nunca me molestó.

Desde la distancia, que pequeño todo es.

El temor que me aferraba, no me va a hacer volver.

Soy libre y ahora intentaré sobrepasar los límites.

Ya no hay mas reglas para mi, por fin!

¡Suéltalo! ¡Suéltalo!

Que el frío reine ya

¡Suéltalo! ¡Suéltalo!

No volveré a llorar

Aquí estoy y aquí estaré.

Déjalo escapar...

En las entrañas de la tierra puedo entrar

Mi alma crece y hace espirales sin parar

Y un pensamiento en mí surgió y cristalizó.

Ya no regresaré, ¡el pasado ya pasó!

¡Suéltalo! ¡Suéltalo!

Subiré con el amanecer

¡Suéltalo! ¡Suéltalo!

¡La farsa se acabó!

¡Que la luz salga otra vez!

¡Déjalo escapar... !

El frío a mí nunca me molestó.

Milo iba en su caballo por las montañas cubiertas de nieve llamando a su hermano pero sin obtener respuesta, tras caer una rama se cae del caballo y este sale corriendo y aunque intenta llamarlo el animal sigue su camino hasta el reino, se intenta levantar y lo que consigue es ser totalmente cubierto por nieve.

Milo: Nieve, tenía que ser nieve, no podía tener poderes tropicales que cubriera los montes de arena blanca y cálida -se fija que a lo lejos había una cabaña la cual tenía una chimenea de la cual salía humo- fuego -dijo con una sonrisa, la cual desapareció al tropezarse y caer en un riachuelo- frio, frio, frio, frio.... -iba diciendo dirigiéndose hacia la cabaña con el pantalón del traje congelado, vio un cartel y le dio para poder leer lo que ponía- puesto comercial de Aldebarán el trotamundos, oh y sauna -tras eso abrió la puerta y entró-.

Aldebarán: Cucu.

Milo: ¿Eh?

Aldebarán: Rebajas de verano, 50% de descuento en zuecos bañadores y protector solar, ya.

Milo: Oh que bien, ahora mismo bueno ¿no tendrá botas y ropas de invierno?

Aldebarán: En nuestro departamento de invierno -dijo señalando hacia una pared en la cual solo se veía una cuerda, un pico, unas raquetas para andar por la nieve, y en un banquete don telas que parecía ropa una en color roja y otra en morado oscuro y unas botas negras-.

Milo: Oh, me estaba preguntando -dijo dirigiéndose hacia las pendras de vestir y las botas- ¿ha visto a una chico joven, el rey por ejemplo, que haya pasado por aquí?

Aldebarán: Con esta tormenta solo te has atrevido tú -en ese momento alguien cubierto totalmente de nieve entró en la tienda- y aquí el amigo, cucu, rebajas de verano -esa persona se va hasta Milo y este se pega al mostrador asustado de él-.

Aioria: Zanahorias.

Milo: ¿Eh? -empieza a silbar para no echarle cuenta-.

Aioria: Detrás de ti -el peli morado se gira y las ve-.

Milo: ¡Oh! Claro -se aleja y le deja espacio para que las cogiera- perdona -las coge y las deja en el mostrador-.

Aldebarán: Uh, menuda ventisca en julia ¿ya? me pregunto ¿de dónde vendrá? -dijo mientras el otro cogía el pico y la cuerda-.

Aioria: De las montañas del norte.

Milo: La montaña del norte -puso las cosas en el mostrador-.

Aldebarán: Eso hacen 40.

Aioria: ¿40? no, 10.

Aldebarán: No estoy de acuerdo esto es de nuestro catalogó de invierno y la gran demanda es un gran problema.

Aioria: ¿Quieres saber lo que es un problema de demanda? Yo vendo hielo.

Milo: Uhh, mal momento para eso, osea es una autentica... -se calla al ver la mirada enfadada que le mira el que estaba a su lado- faena -dijo en un susurro-.

Aldebarán: Son 40 pero puedes usar gratis la sauna de Aldebarán -tras eso saludo a su familia dentro de la sauna-.

Aioria: Solo tengo 10, échame una mano.

Aldebarán: Chico te doy esto por 10 nada más -dijo señalando a las zanahorias-.

Milo: Oye dime una cosita -le dijo al que estaba cubierto de nieve- ¿has visto algo raro en la montaña del norte algo mágico? -el otro se quitó el pañuelo que le tapaba la boca y la nariz-.

Aioria: Sí, y déjame ya vale, he de negociar con este granuja -el vendedor se levantó muy enfadado-.

Aldebarán: Perdona ¿qué me has llamado? -se lo pone en el hombro lo saca fuera y tras golpearse en la cabeza con el cartel lo tira lejos- chaito -dice y entra corriendo, el otro se levanta del suelo y su reno se acerca para ver si tenía las zanahoria pero se deprimió al ver que no-.

Aioria: No Aioros, no te he traído zanahoria, pero sé de un lugar para dormir y es gratis, dijo mirando hacia una caballa que había al lado, dentro de la tienda el gran hombre vuelve al mostrador-.

Aldebarán: Lamento esta violencia, te voy a regalar pececillos a la mar -dijo sacando una tarrina con los peces- el traje y las botas ¿ya?

Milo: Ahh....

***

En la cabaña esa, Aioria cantaba una canción tocando la guitarra.

Aioria: Renos mejor que personas

Aioros ¿cómo lo ves tú?

La gente te grita y te da con un palo

todos me tratan mal menos tú -dijo imitando otra voz como si fuera el reno quien hablara a la vez que le acariciaba la cabeza- oh gracias amigo.

Mas la gente huele mejor

Aioros ¿no crees qué es verdad?

Es cierto también todos menos tú -volvió a imitar esa voz y el reno le apoyaba mirándolo-

Me has calado, durmámonos ya

Por fin, vamos a descansar -en ese momento la puerta se abre mostrando a Milo ya con la ropa de invierno-.

Milo: Bonito dúo -ambos se asustaron y tras levantarse lo miraron-.

Aioria: Ah, eres tú ¿qué quieres?

Milo: Quiero que me lleves a la montaña del norte -el castaño claro cogió su gorro y tras ponérselo en la cara se volvió a tumbar-.

Aioria: Yo no llevo a la gente a sitios.

Milo: Te lo pediré de otra forma -le tiro a la barriga una bolsa con todo lo que el otro quiso comprar en la tienda-.

Aioria: Oye.

Milo: Llévame a la montaña del norte, por favor - el otro abrió la bolsa y lo vio todo- yo sé cómo detener este invierno.

Aioria: Ains -se volvió a poner el sombrero en la cara- saldremos al amanecer y se te han olvidado las zanahorias -le tiró otra bolsa a la cara con las zanahorias-.

Milo: Perdón, perdón, lo siento no ha sido...ejem -se puso recto- nos vamos ahora mismo -se fue para fuera y esperó a que aceptara lo cual hizo y al poco tiempo iban en su trineo-.

Continuará...

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