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Especial 2/2 - Layla

Sting POV

- Entonces, ¿te quieres venir conmigo?

- ¡Sí!

Tras nuestra charla, nos divertimos en el parque, especialmente en los columpios. Cuando comenzaba a hacerse tarde, la llevé a casa. Pasaría la noche en su apartamento por lo que cené con ellos y esperé a que los niños se acostaran para hablar del asunto, la verdad es que no estoy seguro de que me dejen llevármela...

- Lucy, quiero comentarte algo.

- Claro, dime —los tres nos encontrábamos sentados en la mesa.

- Enseñarle a Layla a controlar su magia es un proceso muy largo y yo tengo que volver a mi gremio.

- ¿A dónde quieres llegar?

- Quiero llevármela conmigo a Sabertooth un tiempo.

- Ni hablar —dijo Lucy pero no me sorprendió en absoluto, esa era la reacción que esperaba.

- Es mi hija.

- ¿Crees que por venir de vez en cuando y pasar algo de tiempo con ella vas a poder manejar a una niña de cinco años tú solo?

- No lo sé pero quiero intentarlo.

- Me niego totalmente.

- Lucy... —me interrumpió.

- No Sting, escúchame. Ella te adora, te tiene un pedestal, cualquier error que cometas te hará caer de él y eso le dolerá muchísimo. No quiero ver cómo la decepcionas —tras eso comenzó a marcharse hacia su habitación.

- Espera... ¡Lucy! —me ignoró y cerró la puerta, yo solo di un gran suspiro— Sé que no soy el mejor padre del mundo... Pero tampoco tengo muchas oportunidades de serlo... Solo quiero pasar más tiempo con ella, ¿qué mejor momento que este? Necesita aprender a controlar su magia.

- Hablaré con ella.

- ¿Crees que podrás convencerla? —sonrió  muy seguro de sí mismo.

- Probablemente. ¿Pero qué opina Layla de todo esto? ¿Has hablado con ella?

- Sí, quiere conocer Sabertooth aunque con la condición de que vayáis a verla de vez en cuando.

- Si te la llevas, Lucy irá a los pocos días, seguro —dijo riendo, no pude evitar reír también ya que sabía que tenía razón— Voy a hablar con ella antes de que se duerma —comenzó a dirigirse a la habitación.

- Gray —se giró— Gracias... —sonrió y entró en la habitación.

Lucy POV

Me encontraba metida en la cama cuando Gray entró, inmediatamente me hice la dormida pues sabía que intentaría convencerme de dejar a Layla con Sting. Se cambió de ropa y se acomodó a mi lado, me agarró por la cintura y pegó mi espalda a su pecho, me tenía entre sus brazos cuando comenzó a susurrar en mi oído.

- No intentes engañarme... Sé que estás despierta...

- No voy a cambiar de idea así que no intentes convencerme, solo perderás el tiempo.

- Lucy... ¿Por qué no intentas ser un poco más comprensiva?

- Creo que ya lo soy suficiente.

- ¿Por qué no intentas ponerte en su lugar? ¿No crees que es injusto que tú la tengas siempre? También es su hija... Solo quiere pasar tiempo con ella. Además tiene razón, él no puede quedarse aquí y la magia no es algo que se pueda enseñar a usar en una semana.

- Soy consciente de todo eso... Pero me da miedo que Layla termine sufriendo de alguna manera.

- Estoy seguro de que Sting tendrá cuidado para no dañarla, no tienes que preocuparte tanto.

- ...

- ¿Qué es lo que te asusta de verdad? —es inútil intentar ocultarle algo, me conoce demasiado bien.

- ¿Y si... Layla no quiere regresar...? Quizás le guste más Sabertooth que Fairy Tail... Quizás prefiera estar con Sting que con nosotros... No quiero perderla...

- Eso no va a pasar —dijo antes de darme un beso en la mejilla— Ella nunca podría elegir entre ambos.

- ¿Cómo estás tan seguro?

- Porque la hemos educado nosotros.

- Ah... —suspiré no muy convencida— No sé Gray...

- Cielo... Sé que estás asustada pero sabías que este día llegaría. Yo tampoco quiero separarme de ella pero Layla es una niña muy buena y obediente, especialmente con su padre, así que no creo que Sting tenga muchos problemas para manejarla. ¿No crees que Sting al menos merece intentarlo? Además podemos ir en unos pocos días a Sabertooth para comprobar cómo está Layla y qué tal lo lleva Sting. ¿Te parece?

- Ah... —volví a suspirar— Le daré una semana de prueba.

- Gracias —dijo con una sonrisa antes de depositar un tierno beso en mis labios.

- Me va a resultar muy difícil no verla durante tantos días...

- Lo sé... Pero piensa que solo será por un tiempo.

No tenía ánimos para seguir manteniendo la conversación además ni si quiera sabía qué responder así que decidí acomodarme entre sus brazos completamente en silencio. A la mañana siguiente hablé con Sting y con mucha tristeza hice la maleta de Layla quien parecía muy emocionada con la idea de conocer Sabertooth. El tiempo que estemos separadas se me va a hacer eterno.

- Mamá.

- Dime cariño.

- ¿Irás a verme verdad? —dijo un poco preocupada.

- Pues claro que sí, en unos días iremos a verte a Sabertooth —de repente me abrazó.

- ¿Lo prometes?

- Lo prometo —una hora después, nos encontrábamos en la puerta despidiéndolos.

- Abrígala, allí hace más frío que aquí. Y recuerda que su siesta es de cuatro a cinco. Ah, y siempre desayuna cereales, también suele merendar fruta. Que no se te olvide que le da miedo la oscuridad así que sin una luz no duerme. Y... —Sting me tapó la boca con el dedo.

- No te preocupes tanto y confía más en mí.

- Ah... —suspiré— Cuida de ella por favor.

- Sabes que lo haré —tras decir eso me dio un beso en la mejilla antes de darle un golpe a Gray en el brazo como despedida.

Sting POV

Finalmente conseguí llevarme a Layla conmigo. En mi mano izquierda llevaba su maleta mientras que con la derecha agarraba su pequeña mano. Lucy quiso que me llevara tantas cosas que la maleta es enorme, Layla cabe dentro perfectamente, incluso le sobraría espacio. Nos dirigíamos a la estación de tren cuando de repente inició una conversación.

- Papá.

- Dime princesa.

- ¿Sabertooth está muy lejos?

- Un poco, llegaremos por la noche.

- ¿Iremos en tren?

- Sí.

- No me gustan los trenes... —dijo un poco decaída.

- ¿Por qué no?

- Me mareo mucho —no pude evitar sonreír.

- Yo también.

- ¿De verdad? —dijo un poco más animada.

- Sí, nos pasa a todos los dragons slayers, no soportamos los transportes.

- ¿Qué es un Dragon Slayer? No lo entiendo muy bien...

- Son los magos que con su magia pueden derrotar dragones.

- ¿Los dragones existen?  

- Nadie sabe qué sucedió con ellos, desaparecieron de repente.

Llegamos enseguida a la estación donde el tren no tardó en partir. Al principio Layla intentaba hacerse la fuerte pero estaba muy mareada, al final terminó durmiéndose utilizando mi pierna de almohada, se veía muy linda. A medida que nos acercábamos a Sabertooth, la temperatura iba bajando así que saqué uno de sus abrigos de la maleta y la arropé con él. Era una situación muy extraña para mí, nunca había viajado con ella, ni si quiera la había llevado al gremio. La última y única vez que estuvo allí fue cuando era un bebé de pocos meses, cuando destruyeron nuestro gremio... Ha pasado tanto desde aquello... En aquel entonces ni si quiera quería hacerme cargo de ella, me tenía muy asustado la paternidad, pero ahora me alegro de haber permanecido a su lado, aunque solo pueda visitarla de vez en cuando y apenas pueda pasar tiempo con ella, pero he podido verla crecer, llamarme papá y verla heredar mi magia. Definitivamente Layla es lo mejor que me ha pasado en la vida, me gustaría poder recuperar el tiempo que no he podido pasar con ella. Solo espero que no se deprima mucho por echar de menos a Lucy. Seguro que el gremio entero se revolucionará en cuanto la vean, ni si quiera la reconocerán aunque se parece mucho a mí. Siempre que vuelvo de Magnolia me preguntan por ella, seguro que será una sorpresa agradable para todos verla llegar conmigo.

Varias horas después, por fin llegamos. Desperté a Layla unos minutos antes de que el tren se detuviera en la parada donde debíamos bajarnos, cualquiera diría que éramos padre e hija pues nos bajamos igual de mareados. Nos sentamos en un banco de la estación hasta que nos recuperamos un poco del malestar aunque no tardamos en continuar nuestro camino hasta Sabertooth.

- ¡Mira Papá! ¡Ya se ve desde aquí! ¡Es enorme! —dijo muy emocionada.

- Sí, ¿te gusta?

- ¡Sí! ¡Es igual que en las fotos! —se soltó de mi mano y comenzó a correr hacia la entrada.

- ¡No te alejes mucho!

Me esperó en la entrada donde nada más llegar abrí la puerta. Todos los miembros se giraron para ver de quien se trataba pues era un poco tarde y al visualizar a Layla, todo se quedó en silencio con todas las miradas puestas en ella intimidándola. Se escondió detrás de mí nerviosa y se aferró a mi pierna, no pude evitar sonreír pues me parecía adorable.

- Has vuelto muy pronto esta vez —dijo Rogue acercándose a mí quien parecía ser el único que no se había percatado de su presencia.

- ¡Rogue! —salió corriendo hacia él quien se quedó muy sorprendido de verla, supongo que le alegró ver una cara conocida. Rogue es al único que conoce pues la mayoría de las veces que voy a visitarla, él me acompaña.

- ¡Vaya pero si es la pequeña Layla! —la cogió en brazos— ¿Qué haces aquí?

- ¡He venido con papá! —dijo feliz. En ese momento, todos comenzaron a acercarse a ella mientras soltaban algunos comentarios.

- ¡Madre mía pero cómo ha crecido!

- Normal, no la vemos desde que era un bebé.

- Mirad, es igualita que Sting. Rubia con ojos azules, ¡es muy guapa!

Rogue la volvió a dejar en el suelo pero al parecer eso no le gustó, todos la rodeaban así que salió corriendo hacia mí y justo cuando estaba frente a mí, subió sus brazos para que la cogiera. De nuevo me pareció adorable así que con una sonrisa que una vez más no pude evitar, la cogí. Todos se acercaron a nosotros poniéndola nerviosa así que decidí darle el espacio que necesitaba.

- ¿Por qué no os alejáis un poco? ¿No veis que la estáis agobiando? —dije autoritario y un poco irritado aunque me encantaron las reacciones de Layla.

- Es que como nunca la has traído —se acercó Minerva con una sonrisa.

- Te ves raro con una niña en brazos —dijo Rufus con una sonrisa burlona.

- Cállate...

- Así que esta es la hija de Sting y Lucy eh...

- ¡Yukino! —dijo Layla emocionada.

- Anda, pero si sabes mi nombre —dijo con una sonrisa.

- ¡Sí! Me gusta tu magia, es la misma de mi mamá. ¿Me enseñarás tus espíritus?

- Claro.

Layla no se despegó de mí ni un segundo, me seguía a todas partes, era muy graciosa. Dejé su maleta en mi despacho y cenamos en el gremio. Parecía gustarle mucho Sabertooth, incluso conocía a muchos de nuestros miembros por las revistas. Rogue quería hablar conmigo sobre algo importante, una gran diferencia entre Fairy Tail y Sabertooth, son los niños. Muchos de sus miembros han tenido hijos, en cambio aquí solo hay dos niños, con Layla tres, quizás se aburra sin niños con los que jugar... Así que mientras Rogue y yo hablábamos, ella jugaba con Frosch y Lector a quienes conoce desde siempre.

- Papá —nos interrumpió Layla tirando de mi camiseta a la vez que se frotaba los ojos con su otra mano.

- Dime princesa.

- Tengo sueño...

Era normal, debía estar cansada por el viaje además era bastante tarde así que en cuanto terminamos de hablar, nos marchamos a mi apartamento. Tenía dos habitaciones así que Layla se instalaría en la que yo no usaba. Saqué uno de sus pijamas de la maleta y la ayudé a cambiarse, ya casi no podía mantener los ojos abiertos, se veía muy linda así, toda dormida.

- Buenas noches cielo —le di un beso en la frente y la arropé antes de marcharme a mi cuarto donde Lector ya estaba dormido.

Me resultaba muy extraño tenerla en mi casa y haber estado con ella en el gremio. No sé por qué Lucy se preocupaba tanto, Layla es muy buena. Unos minutos después ya me encontraba metido en la cama cuando Layla abrió la puerta de mi habitación.

- ¿Qué pasa?

- M-me da miedo... —dijo a punto de llorar. Es verdad, le tiene miedo a la oscuridad— ¿Puedo dormir contigo...? —dijo agachando la cabeza un poco avergonzada.

- Claro, ven —abrí la cama haciéndole un hueco— Mañana compraremos una lámpara para tu cuarto.

A la mañana siguiente comencé a conocer a la Layla rebelde. Primero, mientras la vestía.

- No quiero ponerme ese vestido...

- ¿Cuál te quieres poner?

- El rojo de lunares.

- Ese no lo hemos traído. ¿Qué te parece esta falda y esta camiseta?

- ¡Eso no pega papá! —la miré sorprendido. Estaba viendo a Lucy en ese momento.

- Ponte lo que quieras —no tenía suficiente paciencia para esto— Voy a preparar el desayuno mientras te vistes, ¿vale?

- ¡Vale! —dijo con una sonrisa mientras deshacía su maleta, estaba desordenando todo... Cuando por fin escogió un vestido y unos zapatos, salió para desayunar pero nada más probar los cereales...

- ¡No quiero estos!

- Tienes que desayunar Layla. Vamos, cómete los cereales.

- Pero estos no me gustan... —comenzó a hacer pucheros.

- Luego compraremos los que te gustan ¿vale? Ahora cómete esos.

- ¡No! —tiró el cuenco manchando todo de leche y cereales.

- ¡Layla! Si te portas mal no te llevaré al gremio.

- Pero yo quiero ir...

- No iremos hasta que no desayunes —le puse otro tazón con leche y cereales. A punto de llorar comenzó a comérselos de mala gana.

Mientras terminábamos de desayunar, alguien llamó al timbre. ¿Quién será tan temprano? Al abrir, vi a Rogue con su mujer y su hijo, Yami. Tiene un año menos que Layla. Al entrar y ver la habitación de Layla echa un desastre y la cocina toda sucia, me dedicó una sonrisa burlona.

- ¿Qué tal la paternidad?

- Ah... —suspiré— Echo de menos a Gray y Lucy.

- Parecía más fácil con ellos ¿verdad?

- Ah... —suspiré de nuevo— Y ellos tienen dos... ¿Cómo lo hacen? —Rogue soltó varias carcajadas— Vamos deja de reírte de mí, es mi primer día.  

- ¿Necesitas ayuda?

- No, de momento me las arreglo bien.

- Papá, ya termine los cereales. ¿Nos vamos a Sabertooth?

- ¿Te los has comido todos?

- Sí.

 - Pues en cuánto limpie la cocina nos vamos.

- ¡Vale! ¿Me haces unas trenzas?

- ¿Me dejas que te las haga yo? —dijo salvándome.

- ¡Sí!

Se sentó con Yukino y ésta comenzó a hacerle dos trenzas. Menos mal, yo no sé hacer eso. Luego le diré que me enseñe... Mientras tanto, me puse a limpiar toda la cocina con Rogue quien decidió ayudarme. Al terminar, nos dirigimos al sofá donde Yukino seguía jugando con Layla.

- ¡Es mi mamá! —Yami empujó celoso a Layla haciéndola caer al suelo, comenzó a llorar de inmediato.

- ¡Yami! No seas malo —le regañó Yukino— Tienes que ser bueno con ella, ¿entendido?

- Tsk... —solo hizo un gesto de irritación y cruzó sus brazos. Yo me dirigí a Layla y la cogí en brazos.

- ¿Qué quieres hacer hoy? —dije intentando animarla.

Primero fuimos a hacer unas compras y tras dejarlas en casa, nos dirigimos al gremio donde comencé a explicarle algunas cosas sobre nuestra magia en el jardín trasero hasta que unos miembros del gremio nos interrumpieron, querían comentarme algo así que dejé a Layla con Rogue y Yukino y fui a mi despacho con ellos. Al salir, comprobé que Layla parecía llevarse mejor con Yami pues jugaban alegres.

Esta fue nuestra rutina, comprar cuando nos hacía falta, ir al gremio, enseñarle sus primeros hechizos y dejarla con ellos cuando tenía algo que hacer aunque no parecía molestarle pues le gustaba mucho pasar tiempo con Yami y Yukino. Y así, nuestra primera semana juntos se pasó volando. Me encontraba en mi despacho revisando unos documentos cuando de repente alguien entró a mi despacho sin llamar.

- ¿Qué estás haciendo?

- Vaya, hasta enfadada sigues viéndote muy hermosa.

- ¡Sting!

- Vamos Lucy... ¿Por qué estás tan enfadada?

- Acabo de llegar y nada más entrar en el gremio me encuentro a Layla con Yukino y no contigo. ¿Para eso querías traértela? ¿Para dejarla con otros?

- Eso no es así... Estoy casi todo el día con ella pero tengo cosas qué hacer, necesito al menos un par de horas al día que dedicarle exclusivamente a Sabertooth.

- Sabía que era una mala idea dejarla contigo, ahora mismo me la llevo de vuelta a Fairy Tail.

- Hey, no te precipites. ¿Al menos le has preguntado a ella si quiere volver? Además, ¿por qué te enfadas tanto por esto?

- Ah... —suspiró— Mi padre no me dedicaba nada de tiempo, siempre estaba demasiado ocupado para mí, no quiero que Layla pase por lo mismo.

- No lo hará, para mi ella es lo primero pero tampoco puedo ignorar mis responsabilidades como maestro.

- Eso espero... Nunca te perdonaré si le haces daño —dijo antes de salir de mi despacho. Alrededor de una hora después, me encontraba en mi despacho todavía hablando de unos asuntos con Rogue cuando Layla apareció por la puerta.

- Papá —dijo acercándose a mí, yo la cogí y la senté en mis piernas.

- ¿Qué pasa cielo?

- Mira, te he hecho un dibujo —dijo feliz poniéndolo en mi mesa para que lo viera.

- Vaya, es muy bonito, dibujas muy bien. Vamos a ponerlo aquí, así lo veré todos los días, ¿te parece bien?

- ¡Sí! —en ese momento su pequeño estómago rugió.

- ¿Tienes hambre?

- Sí... —era normal, era bastante tarde.

- Vayamos a cenar entonces —la cogí en brazos y me dirigí a la puerta donde encontré a Lucy tras ella espiándome.

- ¿La has mandado tú verdad? Querías ponerme a prueba —ella sonrió inocente, nunca podría enfadarme con ella así que le acaricié la cabeza devolviéndole la sonrisa— Ya te vale... Desconfiada.

- ¿Cenarás con nosotros mamá?

- Claro.

- ¿Hasta cuándo te quedarás? —pregunté.

- Me quedaré una semana.

- ¿Sin tu marido? Vaya... ¿Alguien tiene pensado hacer travesuras? —dije juguetón pero su mirada me dio miedo.

- ¿Esas son las cosas que le estás enseñando a Layla? Además Gray vendrá con Mizuki mañana —siguió regañándome pero yo no podía dejar de sonreír mientras seguía con Layla en mis brazos.


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Hola a todos ^^ Quería deciros que aunque no me termina de convencer del todo este capítulo, espero que os guste. Y bueno, en principio tengo pensado hacer un especial más sobre la boda y el embarazo de Lucy, si queréis. Siento mucho haber tardado tanto en actualizar pero estoy realmente agradecida con todos los que seguís leyéndome <33

Por otro lado, recordaros que la versión alternativa de este fanfic con Sting ya está publicada, se llama "Unpredictable Love". La verdad es que dije que haría una versión alternativa con Natsu también pero esa no creo que la haga al final ya que no hay tanto interés. Pero, comencé a actualizar de nuevo mi fanfic NaLu que aunque no tiene nada que ver con esta historia, animo a aquellos a quienes os guste también el NaLu a leerla, se llama "Loving Flames" ^^


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